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Nota al pie de página (de mí para mí) 03/12/2024
Es con gran interés que declaro este día como el día en que reabro la puerta de una curiosidad. La poesía parece estar tocando el frío silencio de la nueva calma. Se aproxima despacio después de casi dos años de esporádico brillo.
Pensaba en cómo en estos últimos dos años mi ejercicio en las palabras disminuyó tanto. Así como también me alejé de una parte de mí que me conforma en cuanto multiplicidad agrupada. La escritura fue dando paso al celular, al brillo artificial en la madrugada. Si bien mi contacto con la naturaleza también es uno de los motores de la poesía, mi contacto con una parte más romántica de mi siempre genera los versos más rojos. No voy a mentir, siento que maduré en otras partes de mí, el ejercico físico, el yo más presente en su cuerpo, pero menos en su mente. Esto me valió de ciertas jugadas neutras, algunas positivas y otras no tanto (siempre dentro de mi marco moral). Hoy encuentro cierto apremio al ver cuántas horas paso en la pantalla, y no exactamente en busca de algo que me haga crecer, sino en fuga hacia algo que me haga callar. La modorra envuelve la mente en la risa fácil y el pensamiento procesado y todo es más neblinoso, funciona como capas y capas de film que envuelven los ángulos filosos de la emoción y la razón bruta. Aún los veo ahí atrás, aún les siento el color, la temperatura, pero nunca llego a posar mi piel contra su guadaña. Hoy que el trabajo me obliga a tomar algunas pausas y la locomoción se redujo drásticamente, veo resurgir, como chicharras o avispas después de la nieve, la angustia de la pregunta, el óxido de la guadaña de la reflexión consciente. Un ejercicio del aquí y ahora más urgente, porque la ansiedad está tomando cuenta del comando, y tengo pruebas de que no es el mejor escenario.
Hoy me aproximo de a poco a la creación manual, al alejamiento de las pantallas. Aún elijo escribir en mi dispositivo por una simple cuestión de velocidad mecánica: me gusta poder editar mis errores gramaticales y no demorarme en colocar mis pensamientos en hilos cohesos. Tengo que admitir que hay cierta resistencia en la idea de que, quizás, si escribiera todo esto a mano, estaría más reflexivo en las decisiones que voy tomando. Mientras tanto, la velocidad que teclear me trae, me permite enfocarme más en el ritmo de lo que quiero que se lea, así como también imaginar un posible lector, efecto que no recuerdo mucho en mis primeros años de ejercicio (un efecto secundario de haber publicado, quizás?).
Que asesinas las palabras, cuánto filo, cuánto color y pasión en cada acento, cada coma, cada punto. Hasta ahora la poesía aparecía como notas al pie de la página, pequeñas instantáneas de lo que me transita. Hoy quería intentar una aproximación más protagonista, donde el ejercicio intente acercarse a retratos del flujo cotidiano, tal vez?. Hay algo en la escritura de Alba que admiro muchísimo y no siento que consiga alcanzar: tienen el ritmo de una conversación entre mates a la tarde, una pintura hecha con café en una galleta. Un sabor a 'estuve ahí pero nunca en ese ángulo hermoso'. No siento el deseo de copiar, pero sí la inspiración para aproximarme a ese ritmo.
Sin embargo, asumo mi papel y mi acercamiento con orgullo. Mi letra acostumbra ser oscura, nocturna quizás, varias veces gótica, muchas veces sexual. Tienen algo de licor, de nube de vapor. No se adueñan del espejo, pero cantan su reflejo en líneas más o menos incisivas. Muchas veces miran hacia adentro (sé que escribo para entenderme, lo que imagino no me hace el mejor escritor: no acostumbro leer el tiempo que nos pasa o mirar mucho hacia afuera), porque hacia afuera ya miran todas las cámaras de celular. No voy a entrar en un monológo sobre la dinámica entre la tecnología y la relación con el mundo externo, pero hay un par de opiniones que me resultan altamente reactivas.
Volviendo al asunto. Estuve pensando en compilar lo que fui escribiendo en estos años para pensar un libro del Ignacio en Brasil. Algunas cosas a considerar: la cantidad de textos se reduce drásticamente en 2023 y 2024. Eso ya era sabido, este texto abre con esa observación. Otra observación está en los temas. La adecuación, el exilio voluntario, el amor entre lenguas diferentes, las caricias de Eduardo, el cáncer de mi papá, la muerte como vieja amiga tocando la puerta. Pensé en escribir más sobre el HIV, pero 2024 tuvo muchas turbulencias internas y no supe organizarlas en palabras, si no en emergencia tras emergencia que precisaban mi total atención.
Esta nota al pie de página es para mí mismo, no para vos, lector. Es para recordarme que siempre quedan páginas y tinta y un mundo para atravesar. Que se abran las puertas, que estoy por pasar.
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Interludio del espíritu: sobre el (re)encantamiento del mundo interior y la primera gira (24/10/2024)
Preciso ir atrás. Casi 8 años atrás. Hubo una vez un bar en la costanera, un puestito chiquito, llamado Matria Bar. En ese lugar trabajaba la Crespa, mi amicha maconheira ultrabruja cocinera. En ese puestito, había dos estampitas, una de Iemanjá, una de Pomba Gira. Algo en mí hizo clic cuando me dijeron que una es la reina del mar, otra la reina de la noche. Una sirena, otra gitana siendo adoradas. Una patrona de los marineros y pescadores, otra patrona de las putas.
Muchos años después, en el vuelo que me trajo a Brasil, en el medio de la turbulencia, el primer nombre que vino a mi mente para pensar en protección fue Iemanjá. Le pedi que me dejara llegar a la nueva casa. Cuando mi pie tocó finalmente el mar, lo primero que me vino a la cabeza fue un deseo de llorar y agradecerle a Iemanjá. Recibía la sal fresca con orgullo y deseo.
Un par de semanas después, mientras escuchaba un disco por primera vez, 'Rito de Passá' de Mc Tha, decidi cerrar los ojos y ponerme los auriculares. Cuando 'Abram os caminhos' empezó, esa invocación erizó los pelos de mi nuca. Algo había en ese "Na fé de Nzambi e Oxalá, pedimos liçenca pros trabalhos começar: abram os caminhos!" que me dijo que tenía que prestar atención. Inmediatamente los tambores se apoderaron y empezó "Rito de Passá" una lectura implícita de todos los orixás de la Umbanda, y el baile me secuestró de una forma nueva. De ojos cerrados y en medio de la danza en la oscuridad, sentí la presencia de personas alrededor. Estaba sintiéndome protegido mientras bailaba, estiraba las manos intentando alcanzar la noche. Volví en mí agitado, contento, con fe en el camino. Unos días después, emprendí una caminata de horas por la ciudad buscando un negocio de artículos religiosos. Cuando lo encontré, el lugar tenía pinturas de los orixás en la pared, recibiendo a quien entre al lugar. Compré mis sahumerios y mis piedras y cuando volví a casa, un ritual de abundancia para quien quisiera escuchar: el bosque, el mar, sus guardianes. Tres años después, no puedo negar que el camino fue arduo más fructífero. Hubo pruebas y hubo recompensas.
En ese camino, dos cosas se mantuvieron implícitamente presentes. El placer nocturno y la instrospección marina.
Hay poquísimas cosas en el mundo que den la sensación que da el mar al mirarlo, seducirse mutuamente y finalmente bañar el cuerpo dentro. Es un bautismo de sí, un abrazo a la sopa original. Muchas veces respiro profundo, hundo mi cuerpo y me quedo en posición fetal cerca del fondo marino. La sensación de ciclo es inminente. Algunas veces he tenido la urgencia de ver el amanecer desde el faro o la playa. Por suerte, todas las playas de mi ciudad apuntan al Este, y todos los pescadores salen bien temprano a lanzar redes. Conversé con el sol rojo que mata el alba, las olas que tiemblan rugientes, las nubes serenas en la alborada. Y la madre del mar siempre silenciosa por ahí.
Hay aún menos cosas en el mundo que den la sensación que da un cuerpo al mirarlo, una boca al desearla y unos ojos que refulgen al finalmente bañar el cuerpo dentro. Es un bautismo de a dos (o más), un abrazo al fuego original. Muchas veces respiro profundo para aguantar el calor, arqueo mi cuerpo y me quedo en diferentes posiciones cerca del cielo tántrico. La sensación de placer es permanente. Varias veces he tenido la urgencia de pasar la noche en vela jugando a crear la noche misma. Por suerte, en esta ciudad hay varios cazadores y presas que salen bien temprano a buscarse. Conversé con los dedos tiesos en la espalda, los besos que rellenan la piel de tersa delicia, los culos y pijas y pechos y espaldas y piernas y corazones y sonrisas hermosas que llenan mi cama en eternas invasiones, como olas, como mareas. Y la reina de los caminos y la noche siempre silenciosa por ahí.
Hoy que atravieso otra prueba, sabiendo que mi resiliencia es gigante pero mi mente a veces es siniestra, acepté finalmente la invitación paciente pero constante de visitar un terreiro de Umbanda. Una gira del Caboclo boiadeiro, el Caboclo de las siete flechas y el Preto Velho.
Llegamos al terreiro, un primer piso construido arriba de la casa de los pais de santo, un salón con dos espacios conectados, un par de bancos separados del espacio mayor con una cerca de madera. Del otro lado, un altar ENORME lleno de velas e imágenes de santos. Muchísimo sincretismo, San Jorge, Iemanjá, Jesús, la Virgen María, Pompa Gira, Obalaué, Exú, Oxum, Oxossi, el Espíritu Santo. Un montón de decoraciones, flores, fruta, una pared con una cascada en una parte del lugar, flores amarillas, monedas, ofrendas de gratitud.
Empezó la gira. El aire se llenó de tambores y voces y palmas. Las velas encendidas y todos los practicantes vestidos de blanco, de pie frente al altar, mientras los asistentes estábamos sentados en los bancos, en el fondo del salón.
Defumaron mientras cantaban y el aire se llenó de un olor fuertísimo de hierbas, y algo empezó a sentirse más ritual, más eléctrico. Los pontos que cantaron recibían a todas las entidades: los marineros, los baianos, los boiadeiros, los pretos velhos, los orixás, entre otros. En un momento, la mãe de santo, con su vestido ancho marrón y su humilde presencia se dirige al altar, se pone un sombrero vaquero que estaba en una estatua, se agacha y empieza a cojear y agacharse violentamente, saludando a todos los practicantes, prendiendo un cigarro cubano y bendiciendo a los presentes.
Poco tiempo después, Leo, uno de los practicantes, siguió el mismo proceso e incorporó al Caboclo de las 7 flechas. Cada vez que una entidad llegaba al espacio, sonaban unas campanas de mano muy intensas, muy agudas, que ayudan mucho a mantener el trance. La situación me tiene llorando desde el comienzo, estoy muy sensible y con el corazón acelerado. Algo en mí está burbujeando.
Las entidades se pasearon entre los practicantes mientras los tambores rugían con las campanas y el aire ahora se llenaba de humo de tabaco, arrojado por las entidades en las espaldas de los practicantes mientras ellos trabajaban (trabajar es el 'estado previo' a incorporar, un momento de intensa conexión espiritual y grandes espasmos físicos). Es un momento terriblemente cautivante, se siente un aire cargado de ancestralidad, de fuerte vibración (los tambores laten ahora dentro de cada pecho).
Después de ir alrededor del templo, las entidades preguntaron quien quería ser bendecido, o precisaba de algún consejo. Yo quería que el Boiadeiro me bendijese, Rayssa me dijo que me iba a hacer bien conversar con él. Me levanté de mi banco y fui en dirección a la mãe de santo, que incorporó al Boiadeiro. El corazón en la boca, la respiración fuerte y excitada. Cuando se acercaba a mí, mis ojos buscaban sus ojos, y en los ojos de la mujer había ahora una mirada sabia, cerrada, fuerte, transdimensional. Su rostro estaba contraído y su sonrisa era socarrona, pero confiable.
Me hizo un par de preguntas que, honestamente, no conseguí escuchar bien, mis oídos pararon de funcionar o, mejor, no podían parar de escuchar los tambores y campanas. Me preguntó qué sentía. Le dije que tenía miedo de que no funcionara. Sonríe, me agarra la mano y, clavándome la mirada de nuevo, me pregunta por qué pienso que no funcionaría. Es tanto lo que siento en este momento que mis manos tiemblan junto con mis labios y no tengo más palabras. En un momento, se queda mirando mis tatuajes, sonríe un poco más, vuelve a llamarme con sus ojos y me pregunta para cual entidad trabajo. Le digo que no sé, que nunca trabajé para una entidad en específico (mi mente es un pantano en este momento). En ese momento, después de fumar un poco más de su tabaco, Caboclo Boiadeiro me bendijo paseando alrededor de mí, soltando humo y tocando partes de mi cuerpo (realmente me tocó? lo vi hacerlo con otros practicantes y su mano sólo pasaba cerca de la piel). Hace unos 5 minutos que estamos en silencio porque el practicante que estaba tocando los tambores se tomó una pausa para conversar con Caboclo 7 flechas. De ojos cerrados y con el cuerpo temblando, escucho al Boiadeiro pedirle al percusionista que toque el ponto de los caboclos, me agarra las manos y mirándome a los ojos una vez más, me pide que me entregue.
Se me cerraron los ojos, el cuerpo empezó a bailar y temblar al mismo tiempo, pero había algo más dentro de mí. Algo empezó a convulsionar apenas empecé a seguir el ritmo de los tambores y escuchar la letra del ponto. Una electricidad violenta corre por mis brazos, acalambra mis manos y las contorsiona de una forma totalmente involuntaria, parecen garras. Mi respiración se agita violentamente y no es necesidad de llorar, sino la urgencia de soltar algo, la cabeza zumbando, los párpados vibrando violentamente, queriendo abrirse pero algo de mí no los dejaba. Algo activado en mí me hizo contorsionarme, perder sentido del tiempo y espacio. Todo es tambor, campana y energía. Todo es convulsión y felicidad. Empecé a reírme a carcajadas, de ojos cerrados y en una posición que no sabría describir ahora (quizás nunca). Eventualmente algo me hace abrir los ojos, vuelvo al terreiro pero Boiadeiro es todo lo que veo, sonriendo. No sé cuánto tiempo pasó, lo juro. Pero cuando volví en mí estaba TODO transpirado, llorando y riendo. Una experiencia muy potente. Un ojo abriéndose después de su letargo longevo.
La gira siguió, volví a mi lugar, totalmente en shock, aún temblando. Despidieron al caboclo 7 flechas y Leo incorporó al Preto Velho, quien, sentado en su banquito y con su sombrero de paja y su bastón, tomó un poco de café, fumó un cigarro y se despidió.
Cuando estaban despidiendo al boiadeiro, empezó a dar algunos consejos. Cada mirada cruzada que teníamos era una cuchillada hermosa en el corazón. En un momento empezó a hablarme específicamente a mí, me dijo que tenía un corazón enorme y que esperaba que supiera cuál era mi misión en el mundo. Justo el tema que bien despacito me quema las plantas de los pies desde la adolescencia.
La gira terminó y volvimos a casa de Rayssa. Pero una parte de mi mente aún está allá, en ese altar, en ese olor a tabaco y hierbas quemadas, en el repique del cuero y el metal, en esos ojos profundos y antiguos que no termino de comprender.
Lo que sigue es una pregunta detrás de la otra. Desde mi pequeña relación con el budismo fui alejándome de los panteones, de la fe organizada, aún siento que es un viaje terriblemente personal. La idea de comunidad espiritual aún me genera desconfianza, sin embargo en ese momento, en ese lugar, pude tener confianza en todos los que estaban ahí. La intriga de conocer más, el deseo de apoyo...son varios los factores que me hacen preguntarme si estoy preparado/dispuesto a emprender ese viaje, el de encontrar un terrero cerca de casa y comenzar a frecuentarlo. Hay algo muy movilizante en esa religión, en ese ritual, que me hace sentir escalofríos de solo pensarlo.
Hay una posibilidad de reencantar mi mundo, quizás esa reconexión podría traer el brillo que siento perdido hace mucho.
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A veces vuelvo (23/10/2024)
Pensaba esta mañana qué difícil se vuelve. Para mí es una lucha constante de estar a flote, se siente como un esfuerzo doble: el de ignorar las tristezas y el de construir activamente la alegría. El de pisotear la quietud y poner las cosas en orden. Y como siempre, la entropía de los acontecimientos siempre me juega en contra.
Y pensaba también qué difícil se vuelve al caer. Es un silencio aterrador que intento llenar con todas las herramientas que tengo. Y en esa batalla ya perdida de antemano, el encuentro lento y aún más silencioso con los pequeños azulejos negros: las pequeñas repeticiones rutinarias. El mismo café en la misma mesa que estamos queriendo cambiar hace rato, el mismo ejercicio en el mismo gimnasio con el mismo calor. El mismo calor mientras otro desconocido satisface mi deseo insaciable de algo nuevo.
Pensando en eso, siento que el sexo cubrió sigilosamente todas las áreas incómodas para mí: el conflicto amoroso, la autopercepción, el ritmo de alimentación, la emoción ante la debilidad, la amenaza de ser una carga para alguien. El sexo tiene una levedad y un sabor misterioso que consigue patinar sobre finísimo hielo y aún hacer piruetas. Nunca me cansa, ni siquiera cuando sucede sin ganas. Nunca me agota el fuego. Muchas veces es el somnífero perfecto. Una grande parte de mí no consigue entenderlo como algo con potencial dañino. Otra pequeñísima parte que aún lida con la culpa cristiana intenta lo mejor que tiene para sabotearme.
Volviendo al tedio y la anhedonia, el ritmo del trabajo se volvió rápidamente lo más interesante en mi semana, lo que me preocupa demasiado: estoy siendo premiado económicamente por no pensar en mí. Es como si la sensación del sexo fuera mucho más suave pero más duradera. Eso implica que toda vez que tomo consciencia de ese hecho, empiezo a llorar. Me recuerdo que es un esfuerzo, que es para mejor. Ahí es donde siento ese esfuerzo doble: pasar por todo eso mientras evito ser una carga.
Mientras rumio todo el proceso, una otra voz se presenta ante mí, se identifica como Yo y me explica que los lentes mudan las perspectivas, que sabemos que va a mejorar porque la resiliencia también es algo que me molda y me da la sabiduría del que ya la pasó mucho peor y se vio construyendo todo de nuevo.
Es interesante percibirme tan fragmentado, para ser honesto. Refuerza mi teoría de que varios de nosotros humanos cuando hablamos con esa voz interna, nos reconocemos varios y usamos la primera persona plural para hablar siempre de "nosotros", pero que a veces se escinde y empieza a usar la segunda persona singular: vos. Y yo. La separación (imagino) ficticia, como quien pone nombres a diferentes juguetes para diferenciarlos de su categoría "juguete". Me parece divertido reflexionar sobre eso porque a veces se mezclan los números y somos dos, o una legión, un coro de las conciencias.
Dífícil, pero se vuelve.
Díficilmente se vuelve.
Se vuelve difícilmente.
Se vuelve difícil.
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Interludio del silencio (12/10/2024)
La quietud tiene la increíble capacidad de agrandar las sombras dejadas por la ausencia.
Sigo a la espera del nuevo trabajo.
Que la rutina sea el descanso obligatorio me hace acordar un poco al comienzo de la pandemia. Pero ahora estoy solo, en otro país, sin plata y sin ganas.
Es difícil ahuyentar el silencio cuando se hace tan cómodo.
Quizás estas palabras.
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Yo, el de pies inquietos (30/09/2024)
Bueno, tres meses para cambiar de vida. Fui a Argentina, la casa es hermosa, conversé mucho con mi papá sobre el ritmo de vida en la montaña y la facilidad que tendría para darme bien allá. Esta vez viviendo el 100% de la experiencia, con la vista, el baño seco, conociendo el pueblo, pensé que podría ser algo interesante. Pero eso implicaría emprender la vuelta. Durante ese tiempo (y siempre que aparece la pregunta) me cuestiono sobre qué me hace quedarme en Brasil. Hay una mezcla de que es una conquista que me costó tanto, mi ritmo de vida actual, los nuevos amigos, los muchos amores, los grandes amaneceres en el mar, el RPG todos los findes. Hay cosas que pesan mucho de este lado de la balanza.
Con todas esas enredaderas me volví a casa en Agosto, de vuelta a una otra parte que no me hace querer quedarme en Brasil: la rutina, las clases, lidiar con personas todos los días, las cuentas. En fin, la otra cucharada de realidad.
Agosto fue hincando los dientes en el hartazgo hasta que tuve una videollamada con Paloma y me mostró los recibos de sueldo de su nuevo trabajado (al que me había candidatado y terminé abandonando). Con esa plata vivía como un rey acá y además compraba cosas para ir armando la casa allá. Esa anhedonia rutinaria fue marcando el paso para, al final, candidatarme de nuevo. Hice un ritual simple de laurel, monedas, una vela verde y la idea de abundancia.
Empezó septiembre, varias propuestas de alumno particular, la confirmación de la entrevista, y en el feedback de los alumnos llegaban los halagos.
Mi jefe me preguntó como estaba y no pude decirle la verdad, así que mentí diciendo que estaba casi saliendo para poder ayudar a mi vieja en su empresa. Quedó en shock y le dije que no tenía fecha de salida aún. El profesor que empezó a observar mis clases resultó ser una persona a la que una vez dí una reposición de Español en la KNN y que dijo que nunca se había olvidado de mí. Las vueltas de la vida, Marcelo acabó siendo una persona interesantísima: un ingeniero civil con planes de irse a España, baterista de una banda de rock, fanático del terror y los videojuegos, y buen conversador.
Empezaron las entrevistas y las mentorías, fui contratado y (hoy fue mi último día con la B2B) gané una semana de vacaciones porque las clases terminaron pero los turnos no empezaron. Misteriosa libertad, que saudades que tenía.
Pienso en cómo se siente volver a ser un principiante, en cuánto me espera adelante, y en cuánto preciso limpiar. Hoy hice una limpieza profunda de la casa, hice un pequeño ritual de protección. Mientras pensaba en qué quiero hacer esta semana de poca plata y mucho tiempo, recordé que hacía tres meses que no me contaba mi propia historia. Se ve que sentía el plot twist llegando y no quería perderme ningún detalle.
Muchísima emoción me hizo ver, de nuevo, que los pies quietos sólo crian hongos.
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Los días más cortos del año (30/06/2024)
No sabría dar una buena explicación. Pasaron casi tres meses y estuve evitando mirar adentro. No sé si es porque sabía que había que ponerse a limpiar o si era porque no quería hacerme responsable de la suciedad. Pero aquí vuelvo a escribirme, intentar ponerle color a estas emociones empolvadas. Habría que empezar por donde mi mente recuerda primero. Lo que pensaba que sería una alergia estacional se transformó en sinusitis bacteriana con delirio febril. Haber soñado con toda mi vida, cada escuela, cada casa en la que alguna vez viví, cada abuelo, cada amigo que hoy se refugia en la distancia o el olvido, cada niño que fui, fue una experiencia muy profunda. La fiebre me hizo despertarme riendo a carcajadas, llorando en pesadillas, resoplando en aliteraciones de despedidas. Fueron días difíciles llenos de tos, de tener la garganta llena de sapos. Percibí lo lento que pasa mi ráfaga, cuánto aún me queda para escribir, cuánta risa abrazará una lágrima en el futuro.
Hace unas semanas me hice los segundos análisis de sangre. En unas semanas sabré el resultado. Estoy esperando la indetectabilidad como quien espera el amanecer sin haber poder dormido en una noche fría y cansadora.
Pude recuperar mis más de 300 poesías en Evernote. Sentí en ese momento, releyendo cosas de diversos períodos de mi pasado, que las letras siempre estuvieron atravesando mi vida, moldeándola, dándole perspectivas para procesar las emociones, los fracasos y, principalmente, los soliloquios.
Estoy atravesando por un período de pereza que me mantiene lejos de la exigencia de existir. Estoy atrasando el retorno al ejercicio para que mi salud no se comprometa. Estoy permitiéndome discrepar con mis amigos. También estoy saliendo más de casa. Los miércoles voy a Massas a pasar la noche jugando naipes y pool, eligiendo la música que suena en el bar lleno de jóvenes, cerveza, camperas de cuero y de jean y cigarrillos armados. Me hice conocido de los otros dueños del bar, así como me aproximé más de Gabriel y Thalissa. Son gente piola, me gusta cómo son una amistad que me conecta a una vida más pública.
Finalmente se confirmó la semana de vacaciones, pero no coincide con mi viaje así que, lamentablemente para mis 'jefes', voy a viajar un poco antes de lo permitido para cumplir con lo permitido: estar en el cumpleaños de mi hermana, de sorpresa. Todo lo que estuvimos hablando estos meses me dejó con muchas ganas de abrazarla y escuchar música juntos mientras charlamos de todo lo que podés hablar con la persona que más confiás en el mundo. También estoy loco para jugar al chinchón con mis viejos mientras tomamos mate alrededor de una mesa. Hacerme amigo de mi familia fue mi mayor conquista en esta adultez. Es de lo que más siento orgullo, de cómo, a pesar de todos los defectos que encarnamos en los demás y en nuestros cuerpos, elegimos apoyarnos y comprometernos con el otro todos los días. Finalmente se convirtieron en lo que siempre supimos que iban a ser: dos viejos locos viviendo en la montaña, con sus artesanías y su Rondoleta.
Yo conmigo mismo estoy intentando no ser tan estricto, permitirme recorrer los caminos más horizontales sin tanta ansiedad. No siempre lo consigo, claro. La semana pasada, combiné pocas horas de sueño, exceso de marihuana, cafeína y azúcar para tener un estado deplorable de ansiedad en el trabajo. Una alumna me dio 3 Alprazolam para que tenga. Por primera vez sentí la paz farmacológica. Es fácil entender por qué tanta gente es adicta a los ansiolíticos. La vida baja muchísimo el volumen. La luz del sol no hace brillar todo lo que amenaza. Hay una nube invisible alrededor del cerebro. Parece una marihuana de muy buena calidad, sin el estado psicoactivo.
Los pensamientos se hacen más fríos en este período del año, este invierno me encontró sin una brasa en el corazón. Las últimas veces que me puse de novio eran por las emociones que germinaban en invierno. Este año, entre el conflicto de procesar mi estado sorológico, la inercia de la rutina y la falta de un norte conciso, el amor pasó a un tercer plano.
Los días más cortos del año me tienen finalmente mirando para adentro, sólo para ver que, igual que acá afuera, a veces lo que parece un caos, es apenas cosas fuera de su lugar, una revisada rápida y todo recupera su sintonía.
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Una de cal, una de arena (16/04/2024)
Actualización de las cosas materiales: el impuesto al final era de $375, lo pagué al instante. Sí, otro ataque de pánico al pedo. Brasil/la vida adulta/mi mente siempre tiene una forma ingeniosa de reventarme los nervios sólo por el placer de hacerlo.
Cadu me sigue hablando con mucha frecuencia. Cómo es posible que un chongo tenga tanta fijación? Igual no lo estoy viendo. El deseo va y viene muy esporádicamente, y cuando me encuentra solo, solo me lo saco.
Estuve pasando dos semanas peligrosas. Me invade la soledad, el autosabotaje. La sensación de no merecer. Donde encuentro tranquilidad, planto una sospecha. No me puedo ver bien, por lo visto. Estuve pensando en retomar terapia si este patrón de pensamientos intrusivos se vuelve incontrolable. Me vengo asustando del libre albedrío. El viernes pasado estaba volviendo a casa en la autopista y simplemente me quedaba viendo las ruedas de los camiones que pasaban a mi lado pensando "es sólo mover el manubrio". Y la aguja de la distancia. Y la de la soledad.
Me pasa que no siento estar cerca de nadie que realmente me importe. Ahí no sé si no me importan o si los estoy alejando. No siento que nadie entienda lo que pasa. Estoy siendo muy irracional con esa narrativa. Son demasiadas voces hablando entre sí, criticándose y evaluando todo el tiempo. Y están todas en mi cabeza. Y ese es el problema. Casi que ya ni me interesa contentar a nadie. Pero no encuentro cómo contentarme a mí mismo.
Papá, antes de venirme a Brasil, durante una conversación donde estaba siendo pesimista, me dijo: "si siempre mirás las cosas de esa forma, no importa adonde vayas. Vas a ser una persona triste acá y en Brasil". Un poco de razón tiene.
Pensé en viajar a Argentina para el cumple de Lu. La extraño todos los días. Quería poder abrazarla. Pelear con ella. Quería estar cerca de mamá y papá mientras van viviendo su vida. También me acuerdo de los últimos días de mi última visita y me acuerdo que también tomé distancia por un motivo.
Parece que ser adulto es siempre encontrar nuevos problemas. Nuevos desafíos. No hay un tiempo de paz. Por lo menos me gustaría que hubiera desafíos porque me estoy moviendo en alguna dirección. Pero ni eso. No estoy estudiando. No estoy trabajando en mi carrera. No estoy pensando en mudarme. Pero hay otras cosas que estoy haciendo. Estoy dibujando de nuevo.
Muchas veces no me acuerdo cómo alegrarme de las pequeñas victorias. La heladera llena, la sonrisa al verme, el pensamiento de los que amo, el sol y la lluvia llegando hasta mi ventana.
Quiero tener un animal, un gato tal vez. Sé que me haría muy bien poder compartir mi soledad con otros ojitos.
Si tuviera que definir mi norte hoy, creo que es (apenas?) garantizar mi bienestar. Juntar la plata para ir a Argentina. Buscar tiempo para estar en modo analógico todo lo posible.
Sé que paso demasiado tiempo conmigo mismo. A veces pienso en cómo me maltrato y cuán duro soy. Sé que no es saludable. No sé por qué lo hago. A veces no sé cómo pararlo. Parece que son olas de emociones viniendo y arrasando con los muebles.
En fin. Agridulce.
Para que la mezcla salga buena.
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Bueno (22/03/2024)
Estaba releyendo por encima la entrada anterior. Ja. Dos meses pasan rápido pero se sienten infinitos.
La gran parte de la motivación y del deseo honesto de los misterios ya se fue. Tuve un nuevo ataque de pánico al comienzo de marzo. $4K de impuestos es definitivamente algo que supo dejarme en shock. Mandé CV para una agencia de modelos de OnlyFans porque parece plata fácil, hay que conversar y vender pornografia, la industria que más plata mueve en el mundo. También, hace dos semanas, fui a hacerme los tests rápidos de ITS y, antes de llegar, pensé 'por como están las cosas, podrían decirme que soy HIV-positivo y estaría piola con eso'. Bueno, soy HIV-positivo. Finalmente. Hay algo de 'sabía que iba a pasar', 'que liberación' y de 'que trolo de mierda'. Lo bueno es que dentro del segundo grande shock de este mes, conseguí charlarlo con Tomi. Su cariño y confianza me calmaron definitivamente. Y ayer empecé el TARV. Ya tengo mi pastillerito y todo, jajajaja. Aún no decido contarle al resto de la flia. Quizás en persona. Imaginar esa conversación me deja de pelos erizados.
El deseo está muerto, eliminé el Grindr y dejé de seguir a muchísima gente en Ig. Parece haber dado resultado. La masturbación es apenas para aliviar el estrés y sentir algo.
Qué retrato extraño estoy pintando de mí. Me siento completamente un trolo de 27 años. No sé. Estoy contento de poder estar escribiendo, estuve pensando en lo mucho que lo necesitaba.
Nano me habló. Me pidió perdón por el final. Charlamos un poco sobre nuestros años y sentí que no es una persona con la que estaría hoy. Me alegró ver que evolucionamos en caminos diferentes. El chabón ahora es milico. A veces me cuesta entender la dimensión.
Empecé a organizar una campaña de Candela Obscura. El RPG es algo que vengo haciendo hace más de un año, pero en este último mes se volvió fundamental para sobrevivir. Es con lo que estuve disociando de la realidad. Podría haber sido más problemático. Por suerte, mi forma de sublimar es crear historias para que mis amigos actuén en ellas. Compré pins, dados, carpetas, hice sellos, imprimí mapas, hasta hice una bandeja temática. Por suerte, mis amigos (hoy le dije a Rayssa que me sentía bien por tener amigos) se coparon con la idea, así que las expectativas están altas.
Empecé a hacer algunas traducciones en español. 2 hasta ahora. Sirve para pagar el impuesto.
Mis viejos ya están viviendo en la cabaña. Mi hermana se mudó a la chuni y ahora tienen el mejor atardecer del mundo, con el Champaquí tragándose al sol. Esa alameda me sigue llamando y espero poder responder en algún momento.
Sigo insistiendo en el milagro. A pesar de todo, quiero seguir sintiéndome bueno.
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Tengo tanto amor que no tengo miedo (15/01/2024)
Entonces, ríos han pasado bajo el puente. El texto anterior retrata un Ignacio en cama, recuperándose de un dolor físico enorme y haciéndole frente a un abismo emocional.
Después de que mi herida se cerró y los controles médicos confirmaron que sólo debía tener cuidado y dentro de unos meses hacerme una resonancia para revisar el estado de cicatrización interna, las otras partes de mi viaje empezaron a aflorar. Pude verme con amigos con frecuencia (decidí hacerlo casi todas las noches), empezaron mis vacaciones del trabajo, pude sentarme a pasar tiempo con mi familia. Hay algo en ese amar lo que nos gusta del otro y tolerar lo que no nos gusta, que me tuvo ejercitando todo este mes. Cada uno de nosotros tiene una forma de ser bastante marcada, pero se ve desde lejos cuánto ejercitamos la elección de uno por el otro. La unión que nos marcó este año.
Llegando mi cumpleaños, decidí abrazar a mi niño interior y ofrecerle redención. Pedí torta, regalos, globos, velas, familiares. Hubo de todo, mucha risa, mucha lágrima (llegamos a celebrar mis 27 pirulos con todos en la mesa!) y mucha humillación (decidieron recordar cada momento en que me mandé una cagada o me pasó algo raro en mi infancia). Al fin, por fin una fiesta de cumpleaños. Para vos, Nachito enojado de tantos años. Ojalá aflojes tu ceño por fin. Después de mi fiesta, una Navidad muy tranquila, cenamos a las 8PM y antes de medianoche estábamos todos durmiendo.
Un poco después, decidimos ir a Yacanto, pasar el año nuevo allá. Probablemente haya sido el festejo más significativo de mi vida, hasta ahora. Eramos mis papás, mi hermana, mi abuela, los bichis y yo, en la paz de la montaña. Fuimos jugando generala, escuchando música, haciendo comidas, jugos. Después de cenar, un momento de ritual. Mamá hizo una meditación guiada muy emocionante, la mejor hasta ahora. Después yo tomé el bastón y hicimos un ritual de agradecimiento y visualización: después de consagrar los elementos, escribimos en una hoja de laurel qué era el éxito para nosotros. Luego de visualizar esa escena en nuestras cabezas, quemamos las hojas en velas que cada uno conserva (la mía la usé en casa para infundir esa misma luz en mi día a día). Hubo muchísimas lágrimas, emociones. Mi papá agradeciendo la compañía, todos compartiendo sus heridas. Fue un año ridículamente difícil, lleno de subidas y bajadas emocionales y, principalmente, incertezas. Papá podría haber muerto varias veces. Aún ese panorama no se despinta del horizonte, pero su energía avasalladora lo tiene en pie, trabajando en su casa, planeando y haciendo lo que le gusta: jugar al mundo con las manos.
El resto de los días que estuve en la montaña fantaseé con una vida sin tiempo, sin cuentas, en la dulzura de las flores y la alegría de la alquimia, sintiendo cada fibra del agua perfumando mis poros. Fue una experiencia religiosa, una renovación de votos conmigo mismo de tomarme las cosas con calma, siempre cerca de la naturaleza, internalizando sus ritmos, sus tiempos. Quiero re-explorar esa faceta que me permite reconectar conmigo a través de la desconexión tecnológica y la conexión con el sol y la luna. Aprovechando ese ritmo, fui escribiendo en mi diario.
Eventualmente, la vuelta se hizo impostergable, fuimos a Santa Rosa, pasamos la tarde juntos, compramos alfajores y nos despedimos en la terminal. El viaje fue largo pero reconfortante. Me esperaba mi hogar. Cuando llegué, pude disfrutar del sol catarinense y de mi moto. Visité Penha para jugar un poco y estuve tomándome las cosas con calma. El miércoles pasado aproveché una clase cancelada a última hora para ir a pasar la mañana a la playa. Me bañé hasta el cansancio, sentí el mar lavando mi pesar y el sol secando la sal en mi piel. Los días parecen ir retomando su ya conocido ritmo, mientras en mi cabeza empiezan a germinar las semillas de la mudanza. Quiero, para este año, mejorar mis hábitos de presencia. Eso incluye el tiempo en que estoy fuera de Yo para estar con lo Otro, así como estudiar programación para eventualmente cambiar de carrera profesional, y francés para desarrollar algo nuevo.
Escuchar música está siendo aún más terapéutico que antes. Se siente tan bien el ritmo mientras manejo, tomo café, entreno en el gimnasio, me baño, cocino.
En fin, divagaciones de una nueva etapa.
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No dije yo? (11/12/2023)
Bueno, dos meses sin escribir. De nuevo. Pero esta vez, uy uy.
Empecemos por el principio. Desde Octubre hasta ahora, hubo unos cambios importantes en la situación de mi papá. Decidió amigarse con la medicina tradicional y empezó radioterapia. Después de varias sesiones, siente una mejoría. Está usando morfina y otros medicamentos cada 4 horas para poder aguantar el dolor y la molestia de un tumor del tamaño de un mango (literalmente) pegado a su costado derecho.
Lentamente, mis emociones fueron variando y decidí hablar con Gustavo, dejarle saber de mi inestabilidad y mi deseo de visitar a mi familia durante el cumpleaños de mi mamá y las fiestas. Él fue muy humano y, después de conversar por casi dos horas, entendió mi situación y estuvimos de acuerdo en que viaje a Argentina desde la última semana de Noviembre hasta la primera de Enero (trabajando online hasta el 15 de diciembre, inicio de las vacaciones de la empresa). Organicé las cosas, compré los pasajes, y esperé el tiempo pasar. Pero como esto no es sólo un diario de acciones, también preciso hablar de lo que sucedió en mi cabeza. Entré en un estado de descontrol y desaceleración inéditos. Muchísimo sexo sin sentido y mucho desgano con la vida. Una anhedonia que sólo pude asociar a la evasión de las emociones por las noticias de mi papá, que llegan de mano de una madre muy cansada con sus batallas y con la vista siempre hacia abajo. Realmente perdí la cuenta de cuántas personas entraron a casa a sacarse la ropa. No recuerdo sus caras, ni sus olores. No recuerdo el deseo ni la pasión. Quizás en Gabriel haya encontrado cierta semilla, pero tampoco consigo encontrar el deseo de querer regarla. Evado y sueño, al mismo tiempo.
También, decidí dar rienda libre a la seducción con un alumno. Él rápidamente admitió la reciprocidad, y en nuestro primer encuentro en un bar, admitió estar de novio, que el mismo sabía que esa noche estaba conmigo, y que, según mi alumno, esa era su venganza. Perdido, decidí jugar y, después de besarnos y charlar bajo la lluvia, decidí provocarlo para un trío con su novio. Aceptó. Me encontré con ellos una semana después en otro bar. André y Lucho, su novio, estaban tomando una caipirinha y me miraron como sabuesos cuando llegué. Charlamos sobre RPG, teoría queer, teoría de comunicación y música pop, para después ir a su casa e intentar un trío fallido que no fue para nada satisfactorio. Definitivamente (y como sospeché desde un principio), Lucho llamó más mi atención. André es una persona de las que yo considero demasiado básicas (un vicio academicista que tengo). Obviamente, él se dio cuenta de la conexión entre su novio y yo, y activó todos sus mecanismos infantiles de celos y control. Pero bueno, yo mantengo el respeto a la pareja pero también el respeto a hablar de filosofía con Lucho, la única persona que consigue desafiar mi pensamiento en Itajaí. La última noche antes de viajar a Argentina fuimos a cenar juntos y me regalaron una remera y unos pins de Beyoncé, y yo les presté unos libros de Byung Chul Han.
El día del viaje llegó, y yo ya tenía todo armado con tres días de anticipación, como siempre. Terminé la última clase, fumé un par de secas y pedí el Uber a la terminal. Viajé por 30 horas y llegué a Córdoba, donde vi a Paula y salimos a comer un lomito después de fernet y flores, la mejor noche que había tenido en mucho tiempo. A la mañana siguiente emprendí el último trayecto del viaje hasta VM. En la terminal estaban mi hermana y mi mamá, después de casi 6 meses y muchísima emoción. Las abracé y fuimos al departamento que mi familia estaba alquilando y donde me quedé por una semana hasta que lo devolvimos. De ahí fuimos a la casa de mi abuela, donde mi familia está viviendo en Villa María.
Encontré a mi papá. Nunca lo había visto tan flaco, tan barbudo y con el pelo tan largo. Un hombre de regreso. Sus brazos flácidos y sus piernas débiles. Estaba teniendo un mal día, la morfina no hacía efecto y dos días antes casi lo internan. No puedo negar el shock que significó para mí. No poder abrazarlo, verlo caminar encorvado, con su voz débil, casi siempre en la cama. Un hombre que hace 3 meses estaba poniendo los troncos que servirán de cemento a una casa en la montaña cuya construcción hoy se encuentra en pausa indeterminada.
Esa misma noche entendí que realmente mi estadía sería, por lo menos, emocionalmente desgastante y energéticamente desafiadora. Decidí enfocarme en el trabajo (estoy muy agotado, preciso descansar) y en visitar algunos amigos. Me hizo muy bien ver gente que hace más de un año (hasta 3) que no veía. Emi, Juli, Ángel, Flor, Crespa, China, Alfon. Pude relajarme y sentir la dulzura de amigues que abrieron sus brazos para brindarme unos abrazos y unas cenas. Pero mi cuerpo decidió que era hora de somatizar. Mi garganta se inflamó, mi espalda se endureció. Mi culo decidió traer su venganza. Faringitis viral, dolor de lumbares, y una fisura anal que explotaron al mismo tiempo. Entre remedios y demencia nocturna (no pude dormir bien por casi una semana) hicimos la mudanza del depto a la casa de mi abuela. Fue en la noche siguiente en que todo empeoró. Un abceso perianal decidió aparecer y volver de mi culo un campo de guerra. Entre el estrés, el estreñimiento, el shock emocional y la fisura anal, empezó a crecer pus en una glándula y todo se fue al carajo. Después de 4 días de medicación y desmejoría, tuvimos que llamar una ambulancia a las 5 AM para que me lleven al hospital a que me vea un cirujano. Después de anestesiarme, tajearme una nalga, drenar la pus y torturarme con yodo y gasas mientras me retorcía en una camilla de hospital público, volví a casa con un alivio físico y mental.
En esos 4 días, una disertación de esas creencias que ponen toda la culpa en la emoción. Como si una glándula no se pudiera tapar sola, como si la hemorroides en realidad significaran secretos que no quiero decir. Mi madre con su desconfianza a la razón lógica pidiéndome que reconsidere. Qué? ni ella sabe, se contradijo muchas veces mientras charlamos. Hablé con mi papá también, con una visión un poco más práctica y quizás un poco más flexible. Es cierto, la emoción abre la puerta a la depresión inmunológica y, junto con ella, la enfermedad. Pero unir la enfermedad sólo a la emoción es de una simpleza criminal, típica de las ideas que retoman fuerza en el new age como la biodecodificación y los registros akáshicos.
Cuestión que, otra vez, me pidieron, sutilmente, que vuelva a Argentina, que acá hay trabajo, bla. Que trabaje con mi vieja en su empresa, o que arme algo acá, o que bla. Bla. No digo que entró por un oído para salir por otro porque realmente consideré las opciones y la idea de bajar un cambio está haciendo mucho ruido en mí. La ansiedad este año no tuvo mucha compasión. Y siempre es una buena idea largar todo e irse a la mierda, donde sea que eso quede.
Volvería a Argentina? Quizás, me encantaría la idea de una slow life. Pero de nuevo, siento que mi vida está sucediendo en Brasil.
Siento que es muy difícil separar el buen consejo del mandato familiar. Esa cosa de 'y pero mi viejo se muere acá', 'y pero para estar cerca de mi vieja y mi hermana'. Nadie se debe nada y eso ya fue aclarado. El elefante aquí parece ser que yo me vuelvo en enero. Yo entiendo y aprecio las interacciones emocionales (me gusta servir de apoyo a los míos) pero realmente siento que estoy intentando arreglar los corazones de todo el mundo, siento que soy el más centrado, y tampoco puedo juzgar a nadie. El cumpleaños de mi vieja pasó en un clima casi de penumbra, ella no quiso que cantáramos, mi papá sentado en un sillón y no en la mesa, comiendo poco, mi hermana cansada y de malhumor. Era como un pre velorio. Y lo dije en su momento. Yo no vine a despedir a nadie, mucho menos a un funeral adelantado. Vamos a pasar un poco el trapo que acá aún estamos todos vivos. Pude charlar un poco con mi viejo y su ánimo fue mejorando con los días, se cortó el pelo y la barba, está con pequeños proyectos (el auto, su alimentación). Mi mamá ahora está liberada de tener que cuidarme (esta semana el dolor del abceso fue brutal, no dormí, tuve fiebre y malestar constante). Mi hermana se había ido a Yacanto por unos días para terminar el año laboral con los alumnos y cuidar a los animales. Volvió y no sabe hasta cuando se queda, porque los planes familiares de ir a la montaña parecen haberse pospuesto (al inicio por mi salud y la de papá, ahora sólo por la de él). Tengo sensaciones encontradas con eso. Quería ir a la montaña, pero todos mis amigos estan acá en VM. Quiero verlos también. Estas también son mis vacaciones de todo un año de trabajo, quieran o no, sigue siendo mi decisión cómo usar mi tiempo.
Y ahí llegamos a lo importante. A lo que sabía que iba a pasar, incluso sabiendo que no es más mi responsabilidad tener la estabilidad de esta familia a mis espaldas. Mi hermana. Está teniendo ataques de pánico cuando llora y discute con mi mamá. Está perdida, en una depresión profunda y desoladora. Se siente sola, y mi corazón entra en una guerra terrible con mi cerebro. Necesito salvarla, sé que el costo mental podría ser altísimo, pero necesito ayudarla a sentirse mejor con la vida. No está lista para todo lo que se viene (mi mamá tampoco, a decir verdad). Todas las emociones están a flor de piel todos los días. Todos los días veo llorar a alguien por algo. A veces de alegría, a veces de pena silenciosa, a veces de odio y bronca. A veces de impotencia, a veces de cansancio. Es el viaje de los ojos perdidos. La familia de los brazos cansados. Precisamos tanto pasar por esta crisis tan profunda? Mis papás están tan cansados de esta pelea. Mi hermana está tan cansada de guerrear consigo misma. Y yo estoy tan cansado de poner los límites para no hundirme en el huracán. Ellos lo vieron, estoy más distante que de costumbre (les encanta dedear esa llaga), pero por suerte, meses de terapia están ayudando a mantener la cordura.
Todavía faltan 3 semanas de estadía. Y mi cabeza ya está en una esquina del infinito. Cómo sentirse? Hasta dónde comprometerse? Para qué o por qué evitar ciertas preguntas?
Por más seductora que pueda ser una vida cerca, también intento recordar el precio que fui pagando estos años con esa cruel ternura que caracteriza a mi familia. Esa unidad casi tóxica de si no es con nosotros, es contra nosotros.
Aún falta mi cumpleaños, la Navidad, Año nuevo, la vuelta a Brasil. Cuánta aventura, cuánto drama para escribir... No dije yo? Este iba a ser un viaje para nada aburrido.
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Parece un preludio de la agonía (08/10/2023)
No sé si esta sea el mayor período que pasé sin escribir en mi diario. Tampoco es que nada muy importante haya sucedido. El gimnasio sigue ahí, la terapia terminó, sentí que tengo las herramientas que preciso para lidiar con algunas cargas que me preocupaban. O eso pensaba, hasta hace 2 semanas. Mi papá tiene un nuevo tumor, pero esta vez no es operable. Además, parece que tiene otros ganglios inflamados y precisa analizarse de nuevo para confirmar si es producto de la metástasis.
Mi papá se está acercando sin pausa a la muerte, y sin embargo no me asola la desesperación. No voy a negar la tristeza, el frío cosquilleo del cierre empezando a subir. Pero estoy mucho más preocupado por su bienestar. Porque pueda mantener su calidad de vida lo máximo posible. Está la opción de quimio y rayos, o intravenoso y rayos. Para ser honesto, no quiero ninguno de los dos para él. Tampoco quiero que no haga nada, él dice que le duele todo el tiempo, llora en el baño, esconde sus emociones como un perro viejo que no consigue curar su herida infectada lamiéndola insistentemente.
Sobre mi hermana parece haberse cernido un velo de desconocimiento. No sé en qué anda, no sé qué siente, no comparte conmigo, creo que habla un poco con mi mamá. También me pongo un poco en sus zapatos y entiendo que sus cartas tampoco son las mejores. Viviendo sola en un pueblo en las montañas, cuidando 4 animales, una casa y un instituto de inglés. Con 21 años. Es un montón.
Mi mamá parece haberse adentrado en una ligera demencia, de nuevo. Ella empezó su nuevo negocio, con nuevos objetivos, con planes a futuro, como si estuviera volviendo a creer en su potencial. Y justo en el primer mes, vuelve a recaer en teorías mágicas de que el cáncer lo activó la mordedura de un gato o que si para una infección, detiene la metástasis alarmante que se está comiendo el interior de mi padre.
Y en medio de todo este torbellino de caos y desencuentro, yo acá. Lejos, ya sin culpa de no querer volver, pero ahora con la angustia de saber que cuando vuelva, probablemente a fin de mes, hay chances de que sea la última vez que lo vea con vida. No me pesa una carga de hijo, sino un dolor de humano. Ver a un hombre que está (a mi forma de entender la historia) cargando con el peso de la inacción en etapas tempranas, sabiendo que no hay nada que pueda hacer para aliviar su pesar, es una gran desventaja de la empatía. Hay cosas en las que también aún defiendo que tengo un punto, él se ablandó sólo al ver el brillo de la daga apuntando al corazón. Pero cuando la cuerda se aflojó, volvió a ser el de siempre.
Me recuerdo a mí mismo que en este capítulo oscuro de mi vida, es necesario tener la cabeza en alto y caminar con honor hacia la muerte. Honor de haberla vivido hasta donde se pudo, con las herramientas que se tuvo. Honor de haber respirado tanto de este sol, de estos aleteos inmensos que el viento va dando.
Lo vi venir. Sabía que esto iba a suceder, por eso no estoy en crisis, sino amargado de, finalmente, tener que poner el plan en marcha.
Tampoco me estoy rindiendo a la muerte, pero no considero que haya mucho por hacer para revertir una enfermedad en un estado tan avanzado.
Estoy haciendo pausas mientras escribo esto, porque estoy imaginando situaciones en el no tan lejano futuro, y en todos los escenarios, estoy imaginándome como quien tendrá que manejar algunas riendas. No porque me crea superior, sino porque siento que voy a precisar darle a mi mamá y a mi hermana el espacio suficiente sin imponer distancia.
No sé, quizás sólo estoy sobreanalizando la situación. Vicios que mantengo de la juventud ansiosa y el futuro poco prometedor.
Por ahora, eso. Respirar como recordatorio del contrato de vencimiento desconocido que firmamos sin nuestro consentimiento.
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En el medio de la flor (21/08/2023)
Qué bien me hizo la terapia y el gimnasio la puta madre. Conseguí regular mi alimentación, descansar mejor, tener más energía durante el día, tener la cabeza más tranquila y poder poner en palabras emociones que sólo había procesado en su lado emocional más que racional.
Conseguí tener una conversación con mi mamá de casi 2 horas y media en la que ella me comentó de todos los cambios que precisa y quiere hacer (crisis de los 40 le llaman) y que me pusieron muy orgulloso. Y también pude decirle abiertamente cuánto daño me hizo sin querer a lo largo de los años. Pudo ver con mis ojos todo lo que significó la infancia, cómo eso todavía hoy me afecta y fue modelando nuestra relación dentro de la familia. Obviamente, después de llorar en la conversación, lloré de nuevo, pero esta vez solo en la cocina, mientras sentía como un peso enorme e invisible finalmente soltaba sus garras de mis hombros y comenzaba a tomar vuelo.
Tengo que decir que mis próximos objetivos tienen que ver con poder lidiar con la ansiedad, hoy vi que el pequeño espacio en el que no crecía el pelo en mi nuca se agrandó. Y me preocupó un poco, será un hongo? será la ansiedad? una dermatitis?.
Mi cuerpo se siente más calmo. Con todo el movimiento, aún está acostumbrándose al cambio, pero las sensaciones son muy placenteras. El pequeño dolor placentero después de entrenar, la claridad del pensamiento durante el resto del día, el sueño dormido como se merece. Mi dieta mejoró y sin embargo me sigo permitiendo comer casi todo lo que quiero, sólo que un poco menos.
Por primera vez en bastante tiempo me sentí entre amigos nuevos. Fuimos a ver una banda de covers de Coldplay y la pasé fenomenal, yo que acostumbro a cancelar casi todo evento social. Durante el resto de la semana la intensidad se mantuvo, noche de sushi el martes, bar de karaoke el miércoles, y un bar el viernes que decidí cancelar porque mi cabeza (y mi bolsillo) no estaban aguantando mucho más.
Emocionalmente me siento en el medio del proceso de la terapia. Poder revisar los grandes puntos de mi visión de mundo me está permitiendo ver como todo está íntima y sutilmente entrelazado. Poder haber entendido mejor mi relación y mi posición con la familia me ayudó a sentir menos culpa de vivir, menos presión de entregar, menos llamado de sacrificio, porque pude ir limitando las fuentes de esas emociones. Hablamos mucho de La Marca en la última sesión. Me pareció un concepto maravilloso sobre los traumas. Según Ivan, el evento se vuelve Marca al procesarlo como tal, como así también crece su poder, sea positivo o negativo. La Marca se alimenta casi retroactivamente. Existe porque la nombramos como tal. Es una frase sin terminar, y la grande lucha es sacarle es cascarón al final y decidir si seguir escribiendo o terminar la frase.
Por ejemplo: la relación que tengo con mi papá es consecuencia íntegra de los eventos y deseventos que fueron sucediéndose a lo largo de los años. Y, también (y quizás hasta más importante), es el registro mental de esos eventos: emociones, catalizadores, traumas y reflexiones posteriores). Ahí está La Marca. Somos lo que fuimos pensando que éramos, por lo tanto, también reside en mí el poder de sacar la pus o intentar escribir sobre la ampolla. Parece hasta obvio, y de hecho había llegado a una conclusión similar antes de la terapia. Sin embargo, fue tan gratificante ver que otra mente más preparada en las técnicas del análisis concordara con mi proposición.
Cuestión que, como de costumbre para escribir esto sin tantos frenos, estoy fumado. Por favor, desconsiderar vuelos excesivos.
Este mes se marcó por un equilibrio hermoso y una sensación de brote, de movimiento expansivo, gratificante en exceso. Estoy en la miel, en el néctar transportado por las patas de la abeja, en el medio de la flor.
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Será que puedo? (17/07/2023)
Voy a aprovechar mientras todavía está fresco. A veces siento que la terapia no tiene mucho sentido. El psicoanálisis me lleva a problematizar lo que pensaba estaba estable, pero en realidad está herrumbrado.
Parece que grandes culpas caen sobre el peso de mis padres. Puedo intentar justificarlo con el relato que ellos también elaboraron, que estaban aprendiendo a ser padres. Pero hay muchas cosas que consigo explicar a partir de entender cuánto se equivocaron (y con ayuda de mi psicoanalista, claro).
Será que puedo apuntar el dedo? Cargarlos con lo que me pesa dentro y buscar una explicación? Será que la necesito? O sólo proceso lo que tengo adentro?
La inseguridad de los dientes, la fobia a las agujas, la pesadilla de los dientes explotando y cayendo, el evento de la aguja y la parálisis del brazo cuando tenía seis años, la profunda decepción del día que me recibí de la carrera y no estuvieron ahí, la forma en que me trataron cuando tuve mis crisis de pánico al perder el trabajo en la ed. pública. Todo parece estar ligado por un hilo invisible de decepción, de alguien que no me garantiza sostén y que siempre, de alguna forma, parece arruinarme la fiesta, arrebatarme de las manos lo que había cuidado con tanto esmero.
Será que el deseo insaciable también relacionado? La carencia del abrazo, la sed de cariño? Será que las imágenes que tengo en mi memoria de unos padres cuidadosos están modificadas para rellenar los vacíos que el desamparo fue dejando?
Siento, como le dije a mi analista, que sería muy hijo de puta llegar ahora y cobrar todas esas faltas. Ahora que mi viejo está con cáncer, que mi abuelo está con riesgo de muerte, que están intentando una vida más tranquila en la montaña. Me siento culpable de no sentir culpa por la posible muerte de mi papá. Y en parte entiendo que tiene que ver con esa relación que demoró tanto en construirse y que no estuvo para mí en momentos muy necesarios de mi juventud.
Es a través de estas faltas que fui caminando mis años y entiendendo en la soledad. En la soledad sólo estoy yo. En la soledad no hay decepción, ni juicios, casi que ni siquiera hay expectativas.
Hay algunas cosas que todavía quiero hablar con mi analista. Veremos como evolucionan mis reflexiones.
En otro orden de cosas, pasó un mes y muchas cosas cambiaron. Empecé terapia (como se puede ver), una vez por semana. También empecé a ir al gimnasio, por ahora 3 veces por semana. No siento que lo haga para estar marcado, sino para bajar un poco de peso y cuidar de mi estado físico. Como siempre, mis piernas dando orgullo y mis brazos pesadillas. Pero con calma y constancia (quizás el principal motivo para ir) llegaremos a mejor puerto.
En el trabajo, misteriosamente, todo se dio vuelta. Perdí grupos, otros van a empezar, algunos alumnos están de vacaciones así que voy a recibir menos plata en mi salario, pero no estoy llevando el control financiero. Y siento que prefiero no enredarme en eso este mes. Como soy bueno administrándome, conseguí juntar ahorros para finalmente tener un colchón. Así, puedo absorber esos momentos de menos ingresos sin endeudarme o entrar en pantalones apretados.
En relación a mis amistades, estoy sintiendo el calor viniendo de Rayssa y Paloma. Siento que hay un cariño mutuo y me reconforta mucho saber que la familia de Rayssa realmente me acoge como uno más, así como los brazos de Paloma siempre están abiertos.
Mi corazón parece haber entrado en hibernación. Nada de sentimientos profundos, un poco de sexo y se acabó la historia. No hay ilusión que pase a un grado importante porque no tengo ganas de entrar en algo nuevo por ahora.
Será que puedo manejar el timón?
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Y si las cartas lo dicen...(19/06/2023)
Ya uno tiene tiempo de casa, ya sabe que hay señales que es mejor no ignorar. Y si bien fingí demencia el tiempo suficiente, hay un par de cuestiones que preciso sacar del organismo.
Hoy, después de una semana en piloto automático, me tiré las cartas. El arcano XIII en el medio del cuento. Que flash, ya eran muchas señales. Llamé a mi vieja, lloramos juntos, dije que extrañaba y que sentía que no había Norte.
Desde que volví de Argentina las cosas están raras. Todo está en un proceso lento de extrañamiento. De nuevo ese cuchillo. Ayer, después de hacerme el boludo por casi dos semanas, corté con Eduardo. Nada de más, estamos en diferentes momentos de la vida, con diferentes prioridades: para él, el trabajo. Para mí, el caos. Le agradezco profundamente todo el bien que nos hicimos, y honro el amor que nos tuvimos este tiempo.
Con mis amistades brasileras siento un ligero desgaste, especialmente con Tais. Tengo que admitirlo: soy un viejo. Aunque me guste la noche, siempre prefiero no hacer nada. También esa cultura ermitaña fue/es mecanismo de supervivencia, herencia de los primeros meses acá. Hoy me siento más cercano a Rayssa y a Paloma (incluso con las diferencias de edad).
Con la carrera, siento que ya está, se terminó. Otra vez un aparato burocrático para empezar las pasantías, e incluso faltando un año y medio, todavía defiendo que no hay necesidad de un título para ganarse el pan. Mi objetivo, por más que me guste mucho la academia, no parece estar dentro de una universidad o una escuela formal. Siempre le escapo a las estructuras jerárquicas, herencia del odio a la escalera social, esa mentira de etiquetas y certificaciones. El único objetivo de medir el conocimiento de esa forma es para garantizar mayor plusvalor en un sistema que no debería estar signado por el salario. De nuevo, muerte al trabajo asalariado, loco. Qué paja.
En relación al trabajo, es lo que más estoy disfrutando, porque es donde consigo exponer mi pasión por el conocimiento, es donde interactúo con seres humanos con el mismo propósito: conversar, debatir, construir saber. Cualquier saber. En inglés, en mi caso.
Siento que la piedra más pesada es la nostalgia. Y, como dijo mi vieja hoy en la videollamada, nadie consigue vivir en la nostalgia. Si pensara en la urgencia (aquel plan que armé en febrero/marzo) de irme mañana, lo único que realmente me ata es el pago de la moto. Preciso entrar en contacto con alguien y encontrar posibles soluciones a ese tema.
Si, eventualmente, eso se resolviera, podría armar un plan de repatriación. El exilio voluntario de dos años y chirolas funcionó. El sueño, el proyecto parece estar completándose. Brasil es un país hermoso, la cultura es riquísima, los lugares maravillosos, la gente muy cálida. Creo que ya tengo un pedacito de la selva clavado en mí.
Mis viejos ya dijeron que me vuelva, hablando con Crespa, ella también me dijo que me vuelva, que todo se acomoda. Quiero hablarlo con Rayssa también, porque siento que preciso esos puntos de vista. Si bien la decisión depende sólo de mí, realmente valoro las opiniones desde diferentes perspectivas.
Preciso hacer esa lista que, también, vengo evitando hacer. Qué me gusta hacer, qué me gusta de Brasil, qué me gusta de Argentina, qué me invita a quedarme acá y qué me invita a volverme allá. Y, al final, qué pesa más.
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My cravings are dangerous (04/06/23)
Si bien la regla de los tres meses ya la conocía, esta es la primera vez que una relación formal me tiene tan atado. Algo parece estar frío y una parte de mí me dice que termine la relación, la otra me dice que esto que siento realmente parece amor. Es la primera vez que me siento entre la espada y la pared con Dudu. Pero no quiero armarme de orgullo ni mostrar los dientes. Esta vez no quiero correr del conflicto, quiero intentar trabajar en esto.
Sin embargo, una distancia silenciosa fue brotando sin darme cuenta. Y de repente estamos hablando cada dos días, como si fuéramos amigos, sin decirnos que nos queremos. No siento deseo, apenas tristeza. Un 'es siempre lo mismo conmigo' bajito que se repite desde adentro de la almohada.
Voy a intentar ser lo más honesto posible, evitando herirlo. Es literalmente el momento de mostrar las heridas y preguntar cómo queremos curarlas.
Algo extraño que sentí es que si paso más de dos o tres días sin hablar con él, dejo de sentir el calor con intensidad. Es como si mi cabeza no consiguiera procesar las cosas a largo prazo. Es como si mi cuerpo fuera tirano sobre el amor. O algo así.
Se supone que si amo a alguien debería pensar en él con frecuencia? Se supone que si estamos en una relación hay ciertas dinámicas que deberíamos compartir? Parece que el hecho de que la relación sea abierta deja espacio para flexibilizar los discursos amatorios. Obviamente, todo esto parte de una perspectiva personal.
Esta semana decidí esperar su mensaje. Después de todo, él fue quien dijo que teníamos que conversar en persona sobre nuestra relación y después desapareció por días. Ahora me vengo a enterar que se rompió el teléfono. Después de casi 7 días.
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Diarios de Kaos (pregunta 4 y 5)
Bordeando el hastío, más respuestas a las preguntas que me hago en la Sombra.
PREGUNTA N°4 - Alguna vez le hiciste algo malo a otra persona? Te arrepentís? Por qué lo hiciste?
Bueno, seguramente vamos a entrar en terreno pantanoso. Abandona toda esperanza, lector, pues la Sombra no tiene corrección política.
Si de hacer algo malo pienso, quizás viene a mi cabeza la única vez que discriminé a alguien voluntariamente. Tenía unos 8 años, muy pocos pelos en la lengua y un compañero de sala que usaba silla de ruedas. Éramos amigos, nos juntábamos en su casa a jugar, y nuestras madres se llevaban bien. Su padre era mi dentista y yo también era amigo de su prima. También tengo que decir que, ahora que lo pienso, muchos años después, puede ser que haya estado un poco enamorado de él. Era (todavía es) muy lindo. Cuestión que un día, por alguna idiotez de la infancia tardía, nos pusimos a discutir en la sala de aula. Compartíamos mesa y nos sentábamos al lado. Quizás uno de los dos estaba irritable, quizás usamos los útiles escolares del otro sin pedir permiso, el tema es que empezó una balacera de insinuaciones y provocaciones verbales. Imagino que tal vez me haya llamado puto o gordo (dos de las cosas que en ese momento más me afectaban), pero recuerdo haberle dicho 'por lo menos yo camino' con todo el odio que un niño puede poner en su voz. Recuerdo que, inmediatamente después, sentí ese frío en el estómago que aparece cuando sé que me mandé una cagada muy grande. Otros amigos escucharon lo que dije y obviamente cobré a la salida de la escuela. Un par de empujones, una piña en la panza.
Me arrepiento de haberlo dicho, porque fue la primera vez que sentí el dulce estado de locura total que permite que el cerebro diga semejante cosa sin remordimiento alguno.
Con los años debo haber dicho cosas peores a gente todavía más importante (a mi vieja que cómo no me abortó, sabiendo que ella había abortado antes de concebirme, a mi viejo que nunca lo había querido y que nunca iba a conseguir quererlo, a mi hermana que se matara de una vez, cuando sabía que ella se cortaba). En algún momento debo haber entendido el filo que tiene mi lengua y decidí intentar no entrar en discusiones vanas. Hasta hoy es una lucha, el mundo es muy estúpido y yo soy impaciente.
He cometido crímenes menores, nada de lo que me arrepienta. He robado comida del súper, souvenirs (dedales, cajitas de madera, plantines, un par de sahumerios, una piedra de la colección, una cuchara especialmente decorada, un libro) de casas que visitaba.
El porqué me parece obvio. Hay un placer muy extraño en el hurto. En el desafío de hacer desaperecer cosas relativamente insignificantes. El crimen sin testigos, sin arma, sin evidencia más que la aparente mudanza del escenario.
Cuando era chico tenía (todavía tengo) la manía de revisar cajones. Por la maravillosa sensación de ver lo que se guarda en las casas. Difícilmente me guarde algo de lo que está ahí, es que me encanta admirar el orden de los cajones, el sistema de valores usado: los de arriba casi siempre albergan relojes, pulseras, papeles, naipes, un par de banditas elásticas. Los del medio a veces hospedan manteles, a veces sábanas, a veces fotos, discos. Los últimos casi siempre están medio vacíos, escondiendo bolsas de plástico, algún que otro juguete o souvenir de la vergüenza, o cordones de repuesto.
Quizás mi mejor peor robo fue en mis veranos. Mi abuela y mi tío tenían un kiosco/heladería. Casi todas las siestas les secuestraba la llave, me subía a la bici de mi abuela mientras ella dormía la siesta pueblerina y me escapaba al kiosco para empacharme de chocolate y helados. Cuando comía lo que quería y tomaba una gaseosa o un baggio de durazno, tiraba todos los envoltorios a la basura, me lavaba las manos y me volvía a la casa antes de que ella se levantara de la cama, hiciera unos mates y se fuera al kiosco a trabajar hasta la noche. Ahí se volvió normal la frase 'me parece que anduvieron las lauchas comiendo por acá' para referirse a mi paso nocturno por la heladera, las alacenas o la mesada después del asado, un cumpleaños o Navidad.
PREGUNTA N° 5 - Qué emociones evitás? Por qué?
Uf. Hoy creo que hay pocas emociones que evito. Aprendí a lidiar con el dolor. Con la decepción. Sé que puedo procesarlas con un par de días. Que no son permanentes. Dejé de temerle a la muerte cuando Gian se suicidó y mi abuela se murió. Dejé de temerle a la violencia cuando aprendí que no era mi culpa que mis papás se pelearan tanto. Dejé de odiar la soledad cuando tuve que vérmelas conmigo mismo, un espejo y un cinto.
Creo que hoy evito entrar en ciertos círculos viciosos, evito alguna intensidad en el amor, quizás evito cierta profundidad en algunas relaciones. Asumo que soy muy estructurado y que a veces evito lo nuevo porque mi zona de confort realmente es confortable.
Creo que tal vez las únicas emociones que me desestabilizan profundamente son la falta de raíz en mi situación actual (no recordaba que tenía a la cultura argentina tan metida en el corazón) y la relatividad de los propósitos. No estoy consiguiendo entender el largoplacismo. La idea de terminar la carrera ya me parece un poco irreal. O de obtener la ciudadanía brasilera (incluso ya llevando más de dos años viviendo acá). Ahí creo que mora el peor de las incertidumbres, la que corrompe el Norte y confunde las brújulas. Si no hay dirección para caminar, sólo hay rutas al Kaos. Y como agente de Kaos, un poco me gusta esa anarquía de los destinos.
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Ni muy muy ni tan tan (13/05/2023)
No sé por dónde empezar. Pasó un buen tiempo desde la última entrada, y ahora estoy viendo bajar la marea. Estoy en Argentina, se acaba de ir la última visita y está empezando el fin de semana, los últimos dos días con mi familia. Hay muchos sentimientos encontrados, pero en resumen viene siendo una experiencia maravillosa. Mi papá está cada vez más flaco, pero su energía no mengúa. Se quebró en llanto el día de su cumpleaños. Varias veces. Verlo llorar me hizo bien, verlo asumir su falta, su humanidad. No fue una sensación sádica, sino todo lo contrario. Encontré un hombre humilde (pero no sumiso) ante su destino. Encontré a mi mamá más decidida, más encaminada con la vida. Encontré a mi hermana en una situación de acción, decidida a hacer que las cosas sucedan a su favor.
Yacanto es un lugar hermoso. Definitivamente un lugar para venir a envejecer. Cuando ya no me interese la ciudad y me entregue a las virtudes de la pereza. Hay una alameda en el medio de la ciudad. El sol se esconde atrás del Champaquí con una grandeza sin comparación. Definitivamente el tiempo pasa más lento acá. Vivir en la altura serrana tiene ese sabor. Me gustaría una casita, una biblioteca, un patiazo y una huerta. Algunos gatos quizás, un perro. Extrañamente no me veo en un futuro conviviendo con alguien.
Volviendo, mi relación con Edu está bien, aunque tengo que admitir que la siento un poco estancada. El muchacho es muy terco en su trabajo. Ya vió las consecuencias del estrés y la sobreexigencia de entregar resultados. Su justificación es que sólo eso lo mantiene mentalmente sano. Yo veo que es sólo eso lo que lo hizo dejar de leer, escribir, hablar de cosas que no sean el trabajo, querer salir a hacer cosas. A veces, cuando estamos separados por más de 3 días, hay cierta anhedonia, cierto desánimo. Pero cuando nos vemos, realmente sólo tengo ojos y corazón para él. Estoy muy enamorado de él. Me gustaría que me exprese más su amor, pero tampoco se lo dije así que no puedo reclamar. Algunas cuestiones culturales empiezan a aparecer. 4 meses ya, estamos entrando en la fase de las primeras asperezas. Espero que seamos lo suficientemente maduros para enfrentar esta nueva etapa.
En relación al trabajo, hay días y días, nada nuevo. Ahora, en relación a mi carrera, tengo que hacer las pasantías y realmente estoy considerando dejar de estudiar. No siento que tenga ganas de trabajar dando inglés por mucho más tiempo. Ya 2 años en la cancha y todavía me emociona estar adentro de la sala. Pero no sé si quiero todo el apuro de la escuela pública, de la sala de 30 alumnos. Qué se yo, debería probarlo primero antes de decir cualquier cosa.
Hay una sensación general dividida entre estabilidad y estancamiento. No es preocupante, pero no es lo mejor. Hay una parte de mí ahora que quiere volver a Brasil, a la rutina, a mi novio, mi casa. Hay una parte que me dice de volver a Argentina, a mi familia, mis amigues, mi hermana. La grande cuchilla es la soledad.
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