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Chille
Estoy llena, pero se me quedaban las ganas allá en la mesa, encima de, chillonaslasganas, chillonas las ganas por que me las coma, porque afuera no se puede, afuera no, no, ¿afuera? Como así afuera, no me diga eso, afuera solo lo que se puede, lo que no se puede se traga así, glump, ahsi hse chomhen lahs gahnas, luego tragas así con un poco e agüita, aaash, y ligero pal buche. No me venga ique con que si las traga se le salen, no, no, eso no pasa, ¿a usté le pasa? ique le pasa es lo que me dice a mí, yo que vieja ya me tragué glump todas las ganas y usté me dice ique que no puede tragarse unita pequeña. Ah, no, que grande me dice, que ique como es grande se las escupe. Vea, acá se come con gusto haya chille o no. Estoy llena pero bien llena. La jeva me dejó sin ganas de tragar más y vea que ni aguantando la respiración se me quedan. Chillan aentro e mi estómago y me duelen feo. Me aguanto lo que puedo hasta que abro la boca y se escucha el grito. Ahí ya uaaag, se me salen afuera y de nuevo al estropicio, al reguero, y mire, ya ni ganas de intentarlo más. Ahí están, véalas cómo chillan.
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Sinoficio
Yo es que quisiera andar sinoficio, pero no, ando acá bien atada a mistómago emburullado a cada que la veo. Se me retuerce de puro invento y de puro empuje. A la fuerza con todas mis entrañas a que me oficio, y me oficié, claro, a esa no se le duda. Más bien pensaba que sería cuestión de un nudito así, flojo, de los que si coges ligero de un lado se convierte de nuevo en cuerda. No sé qué fue lo quice. No sé. Lo que sé es que cuando lo vi, ese nudo istaba amarrado tan duro que parecía ique se rompería de la pura fuerza con la que sizo. Veía ese nudo y se me ataban las tripas hasta echar por la boca los trozos de pena. ¿Y pues? Claro que una tiene pena, qué es lo que se piensan, ¿quel invento no deja en el camino manchas? Ay, no. Una es que no aprende oficio bueno. Una es terca y se enrolla en los vicios puercos pa ver isi las tripas se quedan dentro, en su lugar. Las cosas en su sitio y la yerba recogida. Pero el oficio lleva al desorden, ya saben, de lo echado y el emburulle se queda el cuerpo hecho bosta y no hay quién ubique si el dedo que tocas es darriba o dabajo y es que necesito ubicar los dedos de las manos para los ejercicios de fortaleza y así desatar el nudo y hacerlo cuerda pal sinoficio, claro, pal sinoficio.
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Prendado
El man anda ocupao. Eso me dijo cuando nos miramos abajo el sótano, cuando la celebración del goodbay: ando ocupao, pero me prendé. Y yo pues me río, porque a una cuentos solo en libros, que bien me gustan cuando no sé que hacer y me abro las páginas de un buen librito e cuentos escritos por mis comadres, que tanto escriben pa que una las lea. Esos sí pues me los gozo. Esos cuentos sí. Por eso es que me hice la desconfiada, que ya sabe que a eso nos enseñan para curarse de posibles espantos cuando se nace sin plata en estas tierras crueles. Y sí, crueles, porque yo me recuerdo trabajando desde los cinco años. Desde los cinco que le digo, que me ponía con mi paño allá en la plaza pa vender las joyitas plásticas que juiciosamente me hacía pa sacarme el centavito y comprarme el dulce. Y ya no he parado, vea. Ya no. Porque cuando estas tierras te cogen ique de trabajadora ya no te sueltan. Te arraigas y hasta al caminar duele la planta de llevar el pie pelao. Entonces ique se me prendó el man. Me prendé. Así me dijo y la verdad es que no le creí, pero tenía ojos claros. Desde los quince que no veía unos ojitos claros, mana, y no se sabe cuándo volverán, porque acá todos son morochos hasta en las mismas uñas. Nada pues, que nos ponemos a la charla y se arrepiente por su ocupación. Esto no está bien. Pero no se va, mana, no se quiere ir por la prendada que lleva. La vuelta anda en la esquina. Así le digo pa que no se piense que una lleva candado, pero el man no se va, no. Se queda. Me prendé, me prendé. Y me lo tuve que guardar en la cuadra vieja. Le organicé un huequito pa ique descansara, porque el prendado es algo que agota. Anda allá, dormido. Venga a verlo. Mire que ojitos. Hasta cerrados se les ve el azul, mire.
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El milagro
Violetica anda arrenchingá con una nena que le curó el habla. Ella se andaba juguetiando desde hace ratico con ella. Las veíamos salir de la mano eyirse pal parque a montarse la una encima e la otra. La culicagadez, ah, que cuando se está por esas una se sube adónde sea con tal de sentir calorcito entro. Luego una se vuelve y que penosa y ya se esconde pa la chingadera, no como las nenas culicagás que se van a los parques. Pero la violetica nos parecía bella haciendo sus cochinadas a plena luz, porque tenía ese problema en la lengua desde nacida que le impedía pronunciar las erres y las eles que van entre letras como dios manda. La violeta anduvo de médico en médica desde que aprendió a hablar, pero como lo hacía mal le pinchaban con agujas en la lengua pa que pudiera pronunciar las erres y las eles que van entre letras como el mismísimo señor nos ha dictado. Entonces no nos importaba que violetica se fuese con la nena por ahí a hacer lo que las culicagás que crecen necesitan explorar pa creerse isque las mayores. Mija, si supieran no correrían, pero y quién es que escucha a una vieja. Naie. Resulta que la Violetica me pidió un día la casa porque no se podían seguir con la chingadera en el parque como dios manda, así que ni modo claro, mijita yo les dejo cahecito y empanadas pa que se cuiden como dicta el señor, ah, pero háganme el favor de dejarme todo bien limpiesito, que luego me jiede la casa a muerto encerrao. Nada, pues se fueron a pasar la tarde y tomaron cahecito y empanadas y hasta me dejaron cocinado un poco e asopao pa calentar el buche a mi regreso. Ahí fue que empezaron a trabajar la succión, que la nena decía que le acabaría por colocar la lengua en su lugar. Mijas, cómo fue que la pasaron. Violetica me respondió orgullosa: G R A da | ne G R A | P L A ya | C L A vel. Señor misericordioso bendita sea tu divina palabra. Solo pue ponerme a llorar y besarle los pies al santico que tengo en la puerta, al que tanto le había pedido por la lengua de la violetica pa que no siguiera sufriendo con las agujas e la doctora. G R A da | ne G R A | P L A ya | C L A vel. Lloramos juntas y echamos el llante al asopao. Nos lo servimos calientico pa que sellara el milagro.
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Artefacto
Laura labura a diario nel almacén de telas y pinturas armando trajes de monstros medio animales medio persona como si las personas no fueran animales Laura levanta la regla con la que mide el cartón pa cortar la tela que sus laburantes compañeras mirarán con lupa pa pegar las escamas los dientes los colore de los monstros que saldrán por la tele cuando ya no estén nel almacén labure que labure eh Si es que Laura me ha dicho que y que este mismo viernes se acababa el levantar materiales con guantes porquen la nave el frío es bien cabrón y laburar con guantes y botas no es lo que yo buscaba no y cuando me llega la lana pues me vale verga pues conel cuerpo lamío de darle al pensar no me da pa librar batalla Ya es viernes y la Laura dice que y que una semana más y se acaba el laburar a mano cortá Ella sigue jugando a la lambonasa conel lacra ‘el patrón pa ver si al fin les acaba el laburo pero yo necesito la lana moyes? Necesito la lanita pal menos irme a por mi lulo al fine semana que aún lambona le alarga el laburo promesa de final mediante hastel próximo viernes y Laura al borde está de la locura con tanto monstro que armar a la lumbre porque la luz sapagó por cara Hoy hay tela e purpurina pa crear na noche estrellada pal chou televisivo que simula el cielo desde la pantalla desde el sofá Laura crea la noche sinfín de viernes a viernes pensando nacabar pala próxima que me haré bien lambona le llevaré na bolsa e lulo y le regalaré conversa y palique pa que se olvide e la noche ques y me deje salir nel almacén moyes?
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La seca
Mire-mira. Yo me fui pa casa el Man bien activa, pero tímida, que una se sale pero se recoge cuando la miran, que tanta atención la lleva volteá pal otro lado y así es que no se viene fácil el empezar a andar la vaina del manoseo. Una bien que intenta ser ligera y dársele a todo lo que venga sin dudar que si esto sí o no va. Aquí todo va. Y que ya luego sea cuando pensemos si la vaina entraba o no pal lugar. La cosa es que una se entrega pol mero placer del roce al juguito guayabudo tratando de encontrar manes y gebas que se pongan igual solo con la piel, no conlo dadentro. Y vea dios mío que ni pidiendo a to los Santos que se me aparecen así, tan despreocupaos, pues y que tienen la mujer o el mansito pa cuidar y yo pues mire-oiga que yo ni al caso que les quiero pa más que pal juguito guayabudo. Y cómo así que ni entienden, ¿ah? Se hacen que los que yo acá duermo con o qué si acá no te vengas sin que yo tal y mire-mira-mija, que una yasta grande pandarle huevando a carajitoelcoñaso con su justifique barato. Una es regia, ¿o no? Una es regia, pero se hacen losque noen. Ay, que mentra la risa, mijita. Vámonoa trincar unos guaritos que ando seca, ¿o no?
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La Lara habla
La verdad es que estoy harta. Harta con la A y con hache sin pronunciar. H A R T A. Palabra bonita, en el fondo, y la superficie también, ¿ah? Palabra que me gustaría lamer letra a letra, subir por la hache sin pronunciar y metérmela en la garganta antes de toparme con la barrera media. La A la lamería como a una escalera, como una cuesta que luego es bajada, mejor. Al resto de letras me las como como golosina, después puag, escupo y piso del hartazgo que me da masticar sin hambre ni ganas, A. Comida la sensación, salir pafuera es fácil, pero callá, A, porque no pienso gastar, otra, palabras, A, no me apetece. Aún así mire que yo escucho, doy mi tiempesito-consejoycomprensión, algún jalón también, que la vida es dura cuando no has tenido quien te consuele pa salir y están ustedes muy blandas, A-A, como pa darles colchón. Ay pero ve, que cuando es una la que cuenta, y no desgracias, no, sino lo bueno-lo bueno, lo alegre y de celebración, nadie mira ni escucha ni huele ni toca H A R T A H A S T A L A S C A N A S, que ya me están saliendo de tanto escuchar rayás, Á, ajenas. Están acostumbrados a que la Lara, con A solo cuando es Lara, no Larita o Lora, esté siempre ahí pa desenredar la maraña, A. Miren. Chao, adiós gudbay. Cómanme la concha, casi A-A.
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Rastrillos y pesas
Mañana te veo, me dijo un día y el otro, ¿sabes? Me lo dijo un día y el otro y al tanto bien que estaba, de que mañana nos veríamos pa tomarnos un fresquito que nos repusiera deste bienestar tan maluco en el que andamos. Si es que no se puede andar de bien, de buenas maneras, tanto rato por común acuerdo. Lo común no es acordarse, decía mi vieja, pobre, que anduvo siempre a malas porque ni en huesos me iban a obligar a mí a andarme parada de buenas, como andan tosustees pa ganarse la ñapa vieja. Bien orgullosa la ma, ah. No, si es que yo no he sacado ni la mijita parte de su andadura, pues bien que me la paso de buenas de sol a sol porque, vamos a ver, cómo no sacarle los dientes al sol, que se nos pone allá arribita a diario pa calentar las tierras y el cuero corporal. No, bien que me ando de buenas, cómo así no iba a ser. La cosa es que mi vieja era bien dura. Me dijeron que se la pasó años aoscuras encerrá en la chosita esa en la que ahora guardamos los rastrillos y las pesas. Las pesas, sí. Es que ahora hacemos el deporte porque estuvimos leyendo que para andar de buenas-buenas hay que despertar las endorfinas, así pues tras rastrillar las tierras nos cogemos las pesas y levantamos los brazos, hacemos círculos, bajamos los muslos pa endurecer la nalga y corremos bien rápido hasta vomitar. Hasta vomitar, sí, porque también vimos que una buena purga te acerca más al bienestar ese del acuerdo aunque, no sé, desde que hacemos toeso más bien que bien nos andamos reventás, será que no lo hacemos bien del todo bien que debería hacerse. Aún así nosotras nos sonreímos a diario y nos hacemos las que están bien-bien porque el sol sale y nos calienta el cuerito este pellejudo que nos cubre. Mañana te veo, me comenta la rubia cada que me paso delante con el disque bienestar mañanero y yo le digo, claro, amiga, claro, con ganas nos vemos, ¿sabes? Y ganas pues claro que las tengo, porque me esfuerzo en estar en el bien a di-a-rio, pero se ve que la pelá se metió en la chosita, o eso me contaron, antes de que la vieja se fuera y la llenáramos de pesas y rastrojos y como que se le pegó en el cuerpo el chorro baboso que dejan los muertos antes dirse y se ve que ya no puede avanzar de día, por eso es que continúa pidiendo por mañana y yo claro le digo que nos vemos, pues mucho nos tendremos que contar después de tanto.
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Po la mitá
Partía po la mitá, oigame, me quedo abierta en dos, como si no fuese una entera, sino dos que habitan y pelean, oiga usté. Una me tira pal fondo y allá no veo. Ya usté sabe que la oscuridad no me preocupa ni una mijá, pero sí que me ocupa, oígame, que cuando me tira pa’llá me desespero y no sé ni como hacerme pa subir. Pero usté oigame cuando le digo que la otra no es que sea moco de pavo, si yo le dijera que esa me altera, me eleva y sube pero de tan arriba que me lleva se me salen los vértigos, y usté que me oiga cuando le digo que una con vértigo no puede ni ser ni mucho menos estar. Oiga, que le digo que ni una ni la otra pero, vea, que encontré una salida que ni me tira pabajo ni me sube tanto, carajo, sino que me deja ahí, como en la mitá. Mire, oiga que si le digo que ahí mismito, en la mitá, una se siente como sancocho recién hechesito en leña, oiga lo que le digo, ¡en leña!
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La magulladura
Vean que se ha llegado un cuerpito de afuera el bloque lleno y relleno de morados por toda la piel, que casito que ni le veíamos el color debajo elmorado. Pues vamos todos pafuera enuestras casas pa preguntarle que y que de dónde es que viene así con ese cuerpo amoratado cuando aquí la piel se deja lisa, bien de color, pero sin cambio por magulladura, o al menos así se intenta de casa pafuera pa evitar las habladurías de la callepafuera que ni nos conocen ni saben qué pasa aentro elascasas como para andar con la hablantinera de si que qué fue que tienes en la piel o cuentos, pero este va y llega paentro enuestras casas con toda esa magulladulería que evitamos y no podemos hacer más que acosarle a preguntas y el cuerpito ese se agacha y agacha hasta que solo le vemos el cabello rubio que ni que gringo, acá no hay desos pero casito que se dijo «pero y será gringo este» y que «y qué va a ser gringo este». Así nos pasamos buena parte de la semana, ahí mismo del bajo elaentrada a donde se dividen todas las casas, discutidera por magulladura en cuerpo ajeno. Al ratico de las horas pasadas decidimos que de ninguna manera iba a ser gringo, pues acá no hay desos y pues fuimos a preguntarle al magullado pa que se defienda de las acusaciones y parece que se ha escondido debajo elamugre del patio datrás y le vemos los cabellos brillosos iluminando la parte datrás y decidimos convertirlo en lamparita, pues ahí como que no hay buena visión y de algo tendrá que servir tanta iluminadera en la cabeza.
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La regia
La celebración se extendió durante varias horas. Las horas ahora son momentos de duración interminable, cuyo fin solo se proclama cuando se viene la regia del piso bajo, que bien se puede pasar largos momentos en el proceso del visaje sin llegar a ningún final. Sin final no se acaba la hora y así se anda ahora el bloque, de salsa en salsa bien meneada pa que lo viejo se vaya y lo nuevo se pegue al cuerpo en movimiento pa-pa-pa-papá sin pausa. No es que la regia fuera asidua en el venimiento, más bien hacía rato que no había celebración en el bloque, pero antes de la acabada anual, un nene de buena percha y rostro anudado se le coló por la puerta abierta, que la regia dejó sin culpa pa airear la casa previa acabada. Así es que se pusieron en la tarea del venimiento con la hora larga, pues solo en la llegada es que se termina y ya todos saben que la regia no es fácil en el proceso, ya que le gusta la habladera y el manoseo, pero a mero roce lento. «¡Qué siga la hora oie!», gritan en el bloque con copa en mano alta pa brindar por la acabadera al golpe de pa-pa-pa-papá, «¡qué venga, qué venga, qué venga, qué se venga!», al golpe de pa-pa-pa-papá. Lo que gusta una buena celebrada, ah.
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Pardas
«Sea obediente, mija, no vaya a ser que», pero por qué, ah, por qué habría que asentir, que aceptar la sangre que cae a chorros por la vereda, empapando las pantuflas de las que salen de la casa a medianoche, aprisa y enmarañadas, por la escucha del chillido ajeno, que bien podría haber tocado a esta. Fue a otra. Quizá mañana llegue. Por eso pantuflas encharcadas y pegajosas a lavar sin na más dentro del tanque por si saliera el color y el regusto a dolor y se le juntase al resto. Pero no te haces la afectada, dejas que las pantuflas se sequen al sol y cojan el calor para mantener los pies calentitos a la noche, pues podría ser que tocase salir de nuevo a ver de dónde viene la bulla y la llantinera. Luego, rápido adentro pues «ya sabe, mija, que a las que van solas a esas horas, las miran como a cualquiera». Así que adentro si no hay río rojo, luces apagadas, sábana cubriendo cara y cuerpo como escudo, como niña en cuerpo grande. Pero eres parda. Parda te naces sin pedir disculpas y ni te acerques al permiso, porque de tanto escuchar y ahogar los ruidos, los ríos, despiertas, no a medianoche, sino de día, pa juntarte a las otras pardas que van a quemar con su sangre y sus candelas, el «pórtese bien, no haga chou, mijita, que usté es señorita, no bandolero».
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Comunicado empapelado en El Bloque, considerado ataque a la estabilidad vecinal.
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La lloradera
Ahora resulta, canta el Félix Manuel, pero lo que resulta no es lo que canta el man, sino que pues se me vino el del puestico con la arrepentidera. Resulta que vino y se vino con todas las empanadas y su ají fresco picante en una bolsita plástica pa que no se regara, pero el man se subió a la moto porque y que hacía mucho calor pa caminar y yo pues claro entendí la situación sin pensar en el ají. Resulta que me llega con toda el agua por la nuca y que tranquila y yo que qué, por qué tengo que estarme tranquila si ya lo estoy, como si ahora tuviera que salir de mi estado de calma porque me dice y que tranquila, oye, pues ya con toda la tensión y el sudor corriéndole por la espalda va y me saca la bolsita plástica que ni tenía ya ni cebolla ni cilantro ni la hueva, más bien era ya una bolsita caliente y pegostosa que ni pa chupar vale. Resulta que le digo que ahora qué, que yo mi empanada sin ají que no y no. Resulta que se me viene en llanto el muy cabrón jajajajaja oiga, mire y vea que arrepentidera, que si que no sabe qué hacer, que si volver a por más o no regresar acá y yo que ni entiendo la vaina porque yo nomás quiero mi empanada de carne y papa, pero con ají, que sin ají yo no como. Resulta que el man se sube en la moto, se pone al Félix Manuel y se va en llanto con el motor regando toda la carretera. ¡¡¡¡¿Y mi empanaaaaaada?!!!! le grito pa saber, pues ya no sé ni de qué es que va tremenda lloradera. Y se la fue comiendo, ah, dejándome con todo el empape.
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Tras recibir pedido erróneo o dañado en El Bloque a la doña del primero, bien exigente.
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La atadura
La nena viene pa que la ate y desate. Días antes de que se le piquen las muñecas –seña inevitable de la vuelta a la atadura– ya está rasque que se rasque por detrás de la cabeza, en la nuca. Ahí es que yo ya pienso «me va a pedir que», pero aún y todo me espero a que pasen los días y le empiece la picazón pa que me vuele el papelito por el carteadero. La vaina es crítica, porque no siempre estoy mire que mire el agujero ese, pues una tiene sus tareas diarias, sus visitas ajenas, sus nomehagonada y no siempre se baja a mirar si la nena voló o no el papelito. Por eso es que tengo que estar atenta a su rascadera previa porque, si no me ando bien pilas, se le ponen las muñecas coloradas de sangre marrón, como fin de ciclo menstrual, y se viene a restregar a mi puerta día y noche hasta que al fin me bajo a revisar el correo, veo el papelito volado y la ato y desato. No puedo hacerlo cuando la sangre, ella es chica de procesos y si le rompo el orden me monta una que ni quiero decirle, por no atraer la mala a mí. Pero mire que yo me adapto y espero pa que se lo goce sin sufrimiento. Ahí es que tengo mis cuerdas –las suyas, en realidad– con las que le dejo bien marcadas las muñecas, casito que se le ve el hueso. Entonces es que ella grita, llora, se le van las pupilas p’atrás y emite un grito ahogado que la deja en el desmayo durante unas horas. Luego yo procedo al desate, le curo las heridas, le lavo el cuerpo y la tapo con esa manta de ahí, la suave, pa que sienta el calorcito también en sueños.
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Agente inmobiliario durante visita de alquiler en El Bloque de la calle Ferroca, La Madrida.
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Pájaro
Mirá que un día de estos atrás, no sé bien cuál sería porque con esto de no saber, no tener, no hacer, ya hace rato que dejamos de contar el lunes, el viernes, el sábado, el uno, el tres, el veinte, pero tampoco es como si importase tanto que fuera el lunes siete o el jueves catorce, ¿no? Pues son las ocho y media de la mañana, porque la hora sí que la seguimos leyendo juiciosamente a diario, y paaamp, que un pájaro se nos choca contra la ventana como zapote caído de árbol, aunque de dulce nada, más bien de náusea el golpe tremendo que sangre y tripas dejó por los vidrios. Así que estuve desde las ocho y media de la mañana del pasado día del otro día limpiando los vidrios como si alguien me fuera a visitar al ratico. Ni ganas tenía de ponerme a recoger tremenda bosta rosada y pegajosa de las ventanas, pero, a ver, dígame, ¿acaso no quiero ver la luz? ¿acaso me tengo que resignar al golpe y pasarme la mañana viendo la muerte que opaca la vista de atrás? No, ma, no, pues me puse a limpiar los santos vidrios como nunca había hecho antes y hasta se me pusieron duros los brazos de tanto arriba-abajo-aclara-arriba-abajo-aclara. La cosa es que me quedaron que ni mejor dicho. L i m p i o s con todas sus letras y hasta más. No es que lo diga yo, ah, es que hasta las vecinas chismosas que se pasan asomadas empezaron a comentarme que si «Julia, anda usté con los vidrios que ni mejor dicho» y yo pues que si «mire, no vea la que me paso el otro día, aunque no sé bien qué día era pero sí que le digo que fue a las mismas ocho y media de la mañana» y les empiezo a contar todo lo del pájaro y las tripas y la sangre y lo rosa y lo opaco de la mañana que no podía permitirme ver y claro ellas se vienen con «mejor pájaro en mano que ciento volando» y yo no entiendo de qué bendito pájaro me hablan, pues el mío no es que lo cacé pa que me cante adentro e’ la casa, sino que el muy jíbaro casi me rompe el vidrio del golpaso, sin hablar de todo lo que ya les había dicho de la mugre y ellas que si ciento o no sé cuántos, «miren, cientos no veo», les digo, «pero ese debe ser que andaba en busca de» y ellas que si «cría cuervos y te sacarán los ojos» y yo que «no me parecía un cuervo, era más bien verdecito» y ellas que si «donde hay gallo, no canta la gallina» y yo que no entiendo ni media, oiga, ma, porque esas viejas no sé de dónde vendrán pero por acá nadie dice esas vergadas cuando una se pone seria con un mal augurio aunque sí que, oiga, ma, los vidrios, que ni mejor dicho.
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Conversación telefónica de Julia con su mamá desde El Bloque de la calle Ferroca, La Madrida.
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No queremos hacernos las chantas
Esencial-esencial-esencialmenteindispensable aquí -acá- pues como que no hay nadie, ¿ah?, no creo que ni en el séptimo, ni el ático, ni en la azotea, que anda sin gente y con candado, con sus enormes dimensiones solitaria, mientras nosotras y ustedes se andan comiendo vivos de las ganas de subirse pallárriba a estirar un tanto las piernas y los dedos, pues como que aunque en la casa movemos los muebles pacer como que andamos en nuevo sitio y nuevo espacio bien-grande-pandar que si con el gimnástico al ritmo que nos marca desde la ventana y nos ponemos «un-dos-un-dos» a repetir hasta que bien sudadas nos metemos al agua pa’arnos un bañito rápido que quite el olor a encerrao de tantos días, no, repito, no es lo mismo, no lo es, no, y bien que he pensado «¿será lo mismo?» pero no, que no lo es, no es ni se acerca ese rato haciéndonos las chantas cuando ni de lejos queremos ponernos a sudar, sino que buscamos el airecito dallá arriba, con su cielo bajo y los vampiros volando cuando se cae el día.
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Grito de la que vive en el bajo oscuro al patio tras la hora de comer de los vecinos de El Bloque de la calle Ferroca, La Madrida.
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Comunicado oficial
Miren que se lo tenemos dicho todas a todos y todos a todas y así en círculo recíproco-reciprocoso que cuando se les escapa la tos fuera de hora tienen que avisar al que vive en el sótano sin agua ni luz ni ventanas, pero sí con puerta, eso sí, trasera, porque ya votamos en su día que no nos gusta nada su forma corpórea así deformada de nacimiento ni su voz, que no emite sonido inteligible –palabra esta que, por cierto, nos enseñó este na más que se vino al bloque, ¿recuerdan? Lo que nos reímos cuando dijo esa juntá de letras, ¿ah? jajajajajajajajajajajajajajaja ya paro, ya, pero interesante significado para designar su deformidad, ¿cierto?–, por lo que buscamos no verle ni oírle salvo tos fuera de hora, y les tengo dicho que, por muy desagradable que sea esa bajada al sótano, hay que hablarle, don y doñas aquí presentes, porque si no nos metemos en este barabunteo de andar encerraos sin tocar con manos desnudas ¡nada que rodee el maldito bloque! Discúlpenme el enojo, yo que siempre me guardo las formitas pa tos ustedes y que busco escribir en la mejor de las maneras para hacerme inteligible desde todos los ángulos. Discúlpenme de nuevo. Sigo. Pues no avisaron por miedo o asco, de-a-cuer-do, pero ahora nada de oler por las ventanas el plato semanal-especial-enjuntao de la doña del segundo que luego nos da a probar, ni música que suene por encima de los volúmenes aptos para solventar el tema –el movimiento nos devuelve la tos y ya saben como andamos–. Ya sé, ya sé, que tema musical es complejo porque por ahí tenemos doñas y dones que no pueden aguantarse dos minutos sin saltar al baile, pero lo tengo todo repensado y he establecido baile a puerta cerrada un día señalado sin fecha propuesta, pero les diré, les diré. No me envuelvan que el texto se me vuelca y pierdo el hilo conductor que nos lleve pa’llá y yaando sin las palabras de las buenas pa que me entiendan tos desde tos laos sean o no estudiaos. La vaina es que yo me quedo acá, en mi piso que es mejor quel de tos ustees juntos, con mi cachifita que aunque tengamos la tos yo laago vení porque cómo hago sin sus comías, ya me entienden, luego ella se va y yo sigo pero ella ni tose ni na. Lo bueno es que no le tiene miedo ni asco al deformao del sótano la guajirita, por eso ta sana. ¿Qué les decía? Dones y doñas, paentro hasta nuevo aviso. Buenas.
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Acta depositada en los buzones de los vecinos de El Bloque de la calle Ferroca, La Madrida.
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