¡Bienvenidos! Mi nombre es Enzo Leandro Denardo, soy docente jubilado y busco compartir mis escritos para seguir creciendo y enriquecerme de nuevos conocimientos con buenos aportes y devoluciones que pudieran surgir de posibles lectores.
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La marcha de la bronca I
-¿Che lo viste a Maciel? -No, ¿qué tiene? -Se ató el pelo con una colita y para que no se le note, se levantó el cuello del guardapolvo. En el aire se respiraba orden y temor. Todo eran normas: la ropa gris; el pelo corto; los horarios para todo, incluso en las costumbres hogareñas. No llamó entonces la atención que de pronto el pueblo se llenara de militares. Aquél ícono del orgullo provincial que fuera la Cárcel Modelo de presos comunes, de un día para el otro se convirtió en Cárcel de presos políticos, y todo cambió... -Señores alumnos, he decidido reunirlos hoy y aquí para comunicarles que el centro de estudiantes queda disuelto hasta nuevo aviso. Sonó más solemne que de costumbre la voz de Doña Ernestina. Y las paredes de la Dirección parecían ensimismarse sobre los alumnos cuyos corazones se oprimían cada vez más. -Pero señora, inquirió Maciel, ¿qué va a pasar con los ladrillos que logramos reunir para levantar el gimnasio?
-Usted no se preocupe, alguien se encargará.
¡Y así lo hicieron, a los pocos días no quedó un solo ladrillo!
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Los cuentos de Julián
Mi nombre es Julián, mis otros datos ya no importan. Todo lo que fui me lo quitaron.
Al normalizar a las personas, los gobiernos pretenden callar a las masas, pero lejos de eso, suelen obtener el resultado inverso.
Yo, como muchos, quizás como todos en mi infancia y adolescencia, fui normalizado y luego colaboré con la normalización de otras personas, a quienes hoy les pido perdón.
Como única explicación y defensa diré que la inercia de la vida hizo que repitiera lo que me habían inculcado.
Pero ya no más, ya no puedo callar y creo que es posible desandar el camino, si se quiere. ¡Y yo quiero!
A muchos artistas, obreros, maestros y tantas personas diversas han intentado callar, pero lo único que lograron fue multiplicar sus voces, su arte, sus mensajes, sus historias.
Mi nombre es Julián y aunque ya no sea, mi voz sigue viva, más viva que nunca.
Estas historias que hoy les traigo son algunas mías y otras prestadas. Pero en cualquier caso, son historias de vida que pugnan por ser contadas y revividas.
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