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A lo mejor sí es lo que parece, pero no quieres verlo.
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Supongo que, esta noche, solo le escribo al vacío.
Porque tú no estás y el otro se ha ido.
A él ya lo olvidé, me hizo daño. No te creas que sigue siendo mi prioridad. Ni siquiera quiero saber nada de él. Mi corazón ya no le pertenece, ahora se sienta solo en un banco, palpitando en silencio, esperando a que otra persona venga a conquistarlo. Había vuelto a construir el muro. Ese tan alto y grueso que nos rodeaba a los dos -a mi corazón y a mi-, porque nos hizo daño al irse.
Pero supongo que todo lugar por donde entraba luz, era una grieta. Y tú has sabido aprovechar esas cicatrices.
Aquella noche, las besaste, las cuidaste, las lamiste hasta quedarte seco. Creo que así fue como destruiste las barreras que, con mucho trabajo, había vuelto a crear. Encontraste una grieta, una fisura, y supiste colarte por ella.
Ahora sigo teniendo el muro, solo que con las grietas arregladas y tú te has quedado dentro.
No te preocupes, nadie sabrá que eres tú.
Eres un secreto para mi corazón, un susurro del viento, que me trae el olor de tu colonia, un trocito de mar que viene y va al ritmo de las olas.
El recuerdo de esa noche, es la cura con la que me consuelo. El recuerdo de tus manos acariciando mi cuerpo, de tus labios besando mis pechos, de tus ojos mirando a los míos como si no hubiera nada alrededor, solo ruido.
Claro, que todo es un recuerdo. Ahora no estás a mi lado y hace meses que no sabemos nada el uno del otro, pero te quedaste ahí encerrado, con mi corazón. Es simple y enamoradizo, como todos los corazones, y solo sueña con la canción que me cantaste al oído aquella noche, cuando corría más alcohol que sangre por nuestras venas. No he podido evitar que se encaprichara de ti. Supongo que estar ahí, los dos solos, encerrados, hace que se ilusione.
Sólo te pediré que seas gentil y no lo rompas con crueldad. No sé si podrá soportar otro desamor como el de la última vez.
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Shit Slytherins Say: #272
Don’t put me in your fantasies. I don’t even like being in your real life.
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Los ojos nunca mienten, pero nadie los ha mirado con atención.
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Ojos tristes y sonrisa forzada.
Supongo que eso es todo lo que me queda.
Supongo que eso es todo lo que me has dejado.
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Una noche más estoy con una cerveza fría en una mano y mi corazón roto en la otra.
Creo que debería dejar de pensar en ti.
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"Al contacto del amor, todo el mundo se vuelve poeta."
~Platón.
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He pasado por nuestra parada, ¿te acuerdas? Esa en la que nos separábamos al volver de la universidad.
En cuanto he visto el color del andén, un torbellino de recuerdos ha desordenado mi mente. Ese abrazo de despedida antes de las vacaciones de Navidad, aquel día que íbamos compartiendo música o ese otro en que subiste un video del metro con una canción que ahora ya sabes que me encanta... La primera vez que fui a tu casa, cuando quedamos para comprar el regalo de tu amiga...
Es difícil entender como en tan poco tiempo se puede crear tantos recuerdos. O, tal vez, sea que soy una romántica que no puede evitar recordar hasta el más ínfimo detalle cuando se trata de ti.
Ahora estoy subiendo por la escalera en que me senté aquel día que ambos íbamos pedo y me llamaste... Ojalá pudiera vivir siempre en esa llamada, no te imaginas lo feliz que me hiciste. Supongo que no te imaginas lo feliz que me haces normalmente. Hasta el mensaje más estúpido me hace sonreír, si eres tu quien me lo manda.
Te escribo con el corazón en la mano y un poco de alcohol en sangre, mientras que en mis cascos suena uno de tus artistas favoritos.
Como puedes ver, últimamente mi vida gira en torno a ti. En torno a pensarte. Supongo que me has hecho sentir especial cuando nadie lo había hecho hasta ahora.
Acabo esta carta, que nunca leerás, mientras paso por la esquina donde me esperabas siempre. Llevo más de veinte años pasando por aquí, pero ahora se me hace raro pasar y que no estés. Pero te has ido y debería aceptar que no vas a volver a aparecer por Madrid por un tiempo.
Espero que nos volvamos a ver. No dejes de escribirme.
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Estoy ardiendo y siento frío.
Puedo sentir tus besos sobre mi piel, tus manos explorando todo mi cuerpo y tus dedos clavándose en mis músculos, como si me proclamaras tuya con cada caricia. Cada roce y cada gesto hace explotar el calor de mi entrepierna, que se expande por todo mi cuerpo. Consigues que cada uno de mis músculos se relaje y se tense al mismo tiempo. Me haces querer más. Me haces querer más de ti. Me hacer quererte más a ti.
Todo dentro de mi vuelve a tensionarse cuando aparece en mi mente el oscuro recuerdo de que todo es una farsa.
Los besos vacíos, las caricias lujuriosas, el fuego de un deseo avivado por el excesivo consumo de alcohol... Me tienes más caliente que nadie, pero todo ello deja un rastro de frío bajo mi piel. Como el que dejaría un hielo al recorrer mi cuerpo. Como el que deja la lluvia de noviembre al caer sobre mis mejillas.
Yo creo que te quiero. Provocas fuegos artificiales en mi interior y me has hecho hacer cosas que nunca había hecho por nadie. Pero yo a ti no te hago sentir nada. Solo soy una chica más que pasa por tu cama de vez en cuando.
Por eso, aunque me hagas arder con tu fuego, contigo siempre siento frío.
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Patio interior.
Me asomo a la ventana, sopla un aire agradable y sonrío. Te pienso, te quiero, te escribo.
Empieza a oler a tierra mojada y vuelves a pasearte por mi mente. Un viento revolucionado aparece en escena. Me apartó de la cara los pelos que nunca consigue sujetar el coletero para descubrir al señor mayor del cuarto piso del edificio de en frente tender la ropa sin camiseta. Tres ventanas más abajo, las plantas de maría del piso de estudiantes luchan contra la tempestad.
Un sonido repentino me sobresalta.
Solo es otro vecino subiendo la persiana, mirando un cielo que acecha Madrid y promete tormenta.
Mientras el olor a tierra mojada se intensifica, una madre riñe a su hija pequeña, se escucha el tímido cantar de un pájaro y un trueno amenaza al barrio, prometiendo bajar la temperatura un par de grados.
Dejo que el viento acaricie mi rostro, me ha faltado tanto las últimas semanas... Cierro los ojos, disfruto de su frescura y sus olores. Dejo que me inunden, me dejo bañar por ellos, y un par de gotas caen sobre mi brazo, como balines de hielo lanzadas por las oscuras nubes.
Sonrío.
Ya está aquí la lluvia para borrarte de mi mente.
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