Somos de quien sabe como tomamos nuestro café. Soy lo que escribo. ✨México📍
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Antes y después.
“De ti depende”, dice Fredi Leis en alguna de sus más sinceras canciones, y hoy con entera seguridad me digo a mi misma que de mi depende como será este después de ti, amor de mi vida.
He decidido escribirte hasta que la tinta se me acabe, como a todos mis amores, solo que quede claro, que tú eres el más grande de todos. Serás inmortal en mis letras, mamá. Perdón si de nuevo, sueno como una loca enamorada, pero es que ese es el tema, que me enseñaste a amar con todo y todo, con agallas, con ganas, incluso a amar con la vida misma y si no, para que, porque de algo estoy muy segura es que tú y yo, sabemos que el amar no es para tibios, y que no es a medias tintas.
Aunque las personas crean que tu historia es de valentía, hoy entiendo que más bien habla del amor, pasa que quiero contarles a todos de tu historia, pero sé que odiabas ser el foco de atención, sin embargo, prometo darte la voz que te falto y convertirme en el eco de tu rugir (Ez 19:2).
No es hasta ahora, que entendí que el amor es como un ancla que te mantiene firme. Gracias por confiar en lo que Dios ha depositado en mi vida, porque sin ello, sé que hoy estaría contando otra historia, mi esperanza proviene de una fuerza y fe no negociable, ahí esta mi ancla, que hará que este “después” sea diferente, porque sé con seguridad, que no todos los días serán buenos, pero si no fuera así, ¿qué sentido tendría la vida? Como bien dice Viktor Frankl, hace unos días escribí:
—“A veces siento que existo en automático, y en mi interior hay una profunda tristeza y melancolía que nubla el sentido de mi vida”, “Tengo un nudo permanente en el estómago que no me deja comer igual, en otras circunstancias estarías regañándome por tanto comer, hoy a penas y completo un par de comidas, es que simplemente el hambre no me presta sus ganas” —, seguido de: — “Ya sé que nunca me acostumbraré a la idea de estar sin ti, pero es que parece que todo fuera un sueño eterno, pero es que ¿cómo le dices a una hija que su mamá no volverá?”—.
Porque mi humanidad no evitará que te extrañé, o que me ponga estúpidamente triste y desolada, pero quiero contarte que hoy comenzaré con la rutina de nuevo, el trabajo me espera, la vida… me espera.
El sábado hablaba de un antes y un después, un antes en guerra que trae su recompensa después, es solo que… hoy es uno de esos días en que el después se ve nuboso. Extraño la licuadora mañanera y tus besos antes de ir al trabajo, extraño tu compañía, las risas por los chistes bobos, quiero sentir tus manitas en mi cabello de nuevo acariciándome mientras lloro en tu regazo porque fue un horrible día en la oficina, o simplemente existir en silencio junto a ti, compartir pastel mientras platicamos de la vida, extraño todo lo que trata de ti, y solo pienso: te quiero aquí mamá. Es tan extraño no verte, no abrazarte, no decirte cuánto te amo a cada rato, y una parte de mí, siente que vives en mí, me miro al espejo, veo las fotos y te veo a ti, mamá, siento que me he convertido en una nueva versión tuya, que hoy por hoy, debe luchar por los sueños que te faltaron, esos que nadie conocía, ni siquiera yo, pero que sé que tenías. Por días me veo aguerrida, y otros, muy frágil.
No dejo de pensar en esos últimos días en el hospital, me persiguen, tus días previos y tú diciéndome “tengo miedo de que este sea el final”, y aún con miedo, peleaste hasta el final. La guerra terminó, ya no duele, solo queda el recuerdo de los días duros en el campo de batalla, y créeme, no hay honor más grande que haber combatido a tu lado.
Cuando pienso en ti, solo puedo sentir como si me estuvieras leyendo “Josué 1:9” diciéndome con ese tono demandante “mi mandato es, se fuerte y valiente”, porque fue lo que hiciste hasta el último minuto, ¿cómo podría no serlo?, voy a confesarlo, hay días donde no podré serlo, pero te prometo que no me voy a rendir, aún sin sentirlo, seguiré avanzando porque eso es lo que tú harías, porque hoy me queda claro que el miedo nunca será una limitante, incluso si detrás de la sonrisa hay una lucha interna enorme.
¿Te confieso algo? Veo a tantas personas que se quedaron con “ganas de”, junto a ti, que siento tristeza, y a la vez mucho enojo. No mentiré, claro que nos faltaron cosas por hacer juntas, pero hicimos tanto estos 25 años juntas, te lo di todo mamá, no me quedé con nada, que mi corazón está en paz. Pienso en tu carita bonita, en tu infinita sonrisa, en ese labial de todos los días, el traje impecable, la prisa por llegar a la oficina, la coleta bien alta, el perfume Perry Ellis, y la determinación con la que hacías todo, incluso en el dedito amenazador antes de dejarnos las tareas y obligaciones del día.
Pienso también en el constante estrés que cargabas, por tener todo perfecto, ahora veo de quien lo aprendí. Nunca te vi romperte por completo, y la palabra que podría describirte perfectamente es “inquebrantable”, porque aún ahí, en esa cama horrible de hospital, no te rompías, aún cansada, no te rompías, aún con el diagnóstico, no te rompías, nada te rompía mamá, esas ganas de aferrarte a la vida, son las que más personas deberíamos aprender. Uy y si yo comenzara a darte las gracias, no acabaría nunca, porque te debo todo, para empezar, la vida misma.
Que quede claro que todo lo que brilla en mi hoy, es por ti y por Dios, que mi sonrisa no se compara con la tuya, y si alguien cree lo contrario es porque no te conocía.
Lo mejor que puedo hacer, es seguirte honrando, es hacer trascender este amor, hacerlo permanecer por siempre, que sea tan tangible, tan real, porque como dice Fer, "las personas no se van del todo", de nosotros depende.
Es curioso, como le tememos a la perdida de alguien, desde un lugar de profundo egoísmo sobre lo que vendrá después para nosotros, pero hoy puedo ver que eres libre, una libertad que aún no puedo experimentar, pero me gozo en saber que todas las cadenas que te ataron al mundo, se rompieron, que, en esta lucha, ganaste y ganaste con los más altos honores, por no rendirte nunca, porque aun con miedo y con ganas de ya no pelear, seguiste. ¿Cómo me atrevería a rendirme yo con la vida? te prometo conquistar tierras y sueños, incluso los que te faltaron a ti, para hacerte honor en esta vida por la que te aferraste con uñas y dientes, es por ello que el cien por ciento de la gente te reconoce como la más fuerte de esta tripulación. Que gran honor ser llamada tu hija, hoy me gozo en tus recuerdos, enseñanzas y aprendizajes y lo más importante, tu legado.
Dios ha sido bueno y fiel, ¿Sabes que pienso? que hay gente que podría creer que sufro de exceso de positivismo o algo parecido, el caso es, que cuando eres amado, lo suficientemente y verdaderamente amado, lo que te rescata no es una idea falsa de la vida, si no la certeza de que aún en medio del caos hay algo más poderoso y más profundo, un ancla, que trasciende los confines de la tierra y la materia misma, y eso se llama amor, creo que nunca me había sentido tan amada como estos últimos años de mi vida, me cuesta creer que es verdad cuando dicen que el amor es una superfuerza que hasta hoy es difícil de entender y explicar, tengo la certeza completa de que tu fuerza provenía del amor en todos sus matices habidos y por haber, y es ese amor el que ahora se convierte en mi estandarte, en mi brújula, mi guía, pues me has hecho invencible.
Con el corazón más precioso que jamás haya visto, fuiste y serás por siempre el amor de mi vida. Y seguirán siendo tus brazos a donde correré cuando algo salga mal, porque tu amor no se irá nunca, permanecerá aquí, por siempre. Te amare eternamente. Con todo el amor del mundo, tu hija, Andrea.
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Carta a Mario
Querido Mario:
Hace tiempo que había querido escribirte, el domingo pasado limpie un poco, desempolvé los recuerdos, saqué el baúl de nuestras memorias y sonreí al chocar con la única carta que me diste a cambio de otras veinte mías. Me topé con las fotos en donde siempre posaba sola en un fondo lindo de las preciosas calles de Uruguay, me he transportado a ese recuerdo, tu, frente a mí con una Kodak Instamatic 100, y una sonrisa de oreja a oreja por encima de ese enorme mostacho, yo tan inocente, joven y llena de ilusiones.
Después de leer tu carta se me ha helado el corazón tan solo de recordar, así que he decidido empezar esta carta de la misma manera en que lo hiciste conmigo, dice a letra del buen Mario, ‘’No sé por qué, pero hoy me dio por extrañarte, por echar de menos tu presencia. Será tal vez porque el primer amor le deja a uno más huellas que ningún otro’’. Y hoy por hoy, pienso que más allá de dejar huella como primer amor, dejaste una marca imborrable de tinta como poeta en el fondo de mi corazón. Te convertiste en el hombre de mi vida y de mi poesía. Y podría escribirlo en mayúsculas porque tengo la certeza de que es así.
Me atrevo a decir que debajo de todas esas letras eres pólvora junto a un cerillo en la garganta, como esos libros que cobran vida propia y son capaces de asfixiar, eres de esos que te seducen con una palabra y te matan después de varias comas con un punto final. Posees tantas historias que te vuelves vicio y déjame reconocer que el alcoholismo está muy debajo de ti, seguro que el buen Bukowski confirmara mi teoría. Eres efímero como los personajes de los cuentos, y ardes en las manos del lector, obligándolo a quemarse sin hacer presente a la conciencia. Curiosamente eres autor y eres texto, porque así son los buenos libros, te dejan ese amargo sabor de boca, justo como un buen vino, dulce al principio y áspero al final.
He recordado aquella noche juntos, ‘’sentí una aguda nostalgia de aquel sosiego de anteayer’’, no pudiste haberlo descrito de mejor manera, pasa que, me he aferrado a tu poesía, he colgado el corazón en cada una de tus letras, y hace mucho tiempo que me desveló leyendo tus libros de poemas. Y luego siento un recelo impotente al pensar que muchos de ellos fueron para Patricia, o Luz, o la famosa Avellaneda de la que todos hablan. Me cuestionó a veces si la vida de escritor tiene que ser forzosamente así, llena de amoríos, corazones rotos, tabaco y copas eternas de vino.
En tu última carta me llamaste ‘’primer amor’’, y me cuestionó ¿Cuántos cafés en viernes faltaron para ser más que solo eso?, nunca te lo dije, pero en el fondo, me hubiera gustado ser más en tu vida. Todavía intento convencerme de que lo nuestro fue más que una cosa fugaz.
Me pregunto mi buen Mario, de haber sido más para ti, ¿me habrías pedido que me quedara? ¿Me habrías detenido cada noche que salía de puntillas de tu cama?, me pregunto si al despertar y ver el lado izquierdo de la cama vacío y frío te causaba algún remordimiento, aunque sea un poco de irá por el simple hecho de no tenerme ahí, o si tus manos te pesaban al no rodear mi cintura, o si tus labios se resecaban y pedían a gritos mi piel.
Bien lo dijiste, nunca podríamos haber funcionado como marido y mujer, pues lo nuestro se basaba en la pasión y en la complicidad de llamarnos ‘’amantes’’ y la adrenalina de encontrarnos a escondidas, pero te pregunto todo esto, porque dicen que los escritores tienen un excelente don para lastimar y dejar corazones rotos, ¿te confieso algo?, a veces creo que los poetas como tú, y como yo, no merecemos ser amados.
Me sorprende la clase de personas que podemos llegar a ser detrás del papel, incluso pareciera que la pluma es la vil capa del superhéroe hipotético que pretendemos ser. Héroes o villanos ¿Acaso importa?, resulta que, podemos llegar a ser pasionales, mentirosos e incluso -en solo algunos casos- crudamente realistas, honestos pero la mayoría del tiempo somos monstruosos. Alguien debería comenzar a advertir a la gente sobre nosotros, porque somos expertos en crear realidades utópicas dentro de nuestras asquerosas mentes.
En mi experiencia, existimos por mero placer, porque la pregunta crucial siempre ha de plantarse frente a nuestra realidad ¿Quiénes somos? O ¿Qué somos?, lo somos todo y lo somos nada, vamos por la vida, como ripios, buscando algún lugar donde alojarnos para luego marcharnos. Comemos migajas y curamos nuestras heridas con poesía. Algunas veces nos arrastramos y otras volamos, somos inconstantes, intranquilos e indecisos, pues nuestra vida, es un firme vaivén de momentos perdidos en el tiempo.
Huimos, pero también nos aferramos, somos el punto medio entre tanto caos y perfección, un día a la izquierda, un día a la derecha. ¡Y que se cuiden! Que se cuiden de nosotros que probamos tantas bocas, dormirnos en tantas camas y nos escondimos en cientos de diferentes brazos, que se cuiden porque somos seres malditos, seres amantes y enemigos de la soledad.
Que guarden silencio cuando transitemos por la ciudad, porque nuestras mentes se encuentran haciendo bastante ruido internamente para tener que lidiar con el del resto. Las emociones nos corrompen y la monotonía nos obliga a usar un traje distinto cada 24 horas. El amor entre nosotros no existe, porque nunca nos conocemos realmente, es imposible, y posible solo en nuestras absurdas historias.
La mayoría de las veces somos invisibles ante el resto del mundo, poseemos toneladas de papel que jamás será leído más que por el alter ego de nuestras pesadillas. Algunos de nosotros se prostituyen con tal de ser tocados por un fago de billetes y los que no, estamos aquí, luchando contra el insomnio, dejando fluir palabras incoherentes de la mano de un cigarrillo o una taza de café.
He pasado por muchos cuerpos, incontables manos temblorosas y labios fríos e insípidos, si bien es cierto todos los escritores escondemos algo, vivimos a expensas de eso, de la adrenalina que siente nuestro cuerpo al mentir, cuando fallamos a la moral o cuando un pequeño pecado mancha nuestras sabanas, y es cuando más me acuerdo de ti.
Me siento impotente, porque llevo años tratando de descifrarte, me he estudiado toda tu poesía tratando de buscarle alguna explicación al amor, a la soledad, y al mismo tiempo he tratado de encontrarme y darle más valor a mis letras.
¿Qué valor tienen nuestras letras querido amigo?, te pregunto a ti, porque tu poesía fue revolución y bueno la mía, sigue escondida en un cajón.
Me gustaría presumirte que tengo a alguien a mi lado, que sobre el regazo derecho de la cama alguien duerme plácidamente mientras yo pienso en ti, pero no, pasa que estoy sola, más sola que nunca.
Hace tres semanas perdí al amor de mi vida, traté, te juro que traté de escribirle los versos más bonitos para que no se fuera, traté de superar tu poesía, la de Sabines, la de Mistral, incluso me leí a Jane Austen y a Brontë, pase hambre por semanas y sobreviví a base de poesía para poder regalarle cada párrafo que había sido escrito en nombre del amor, pero no bastó. Me he leído ‘’la tregua’’ unas dos veces en este mes, tratando de encontrar la respuesta a como seguiste adelante sin Avellaneda, porque parece que yo no puedo hacerlo sin él.
¿Alguna vez te enamoraste de verdad? Me causa conflicto creer que alguien que te ama puede dejarte con tremenda soledad, ‘’Hola, me tengo que marchar, pero te presento a mi amiga, Chole, soledad, como quieras llamarla, ella tomará mi remplazó’’, ¿Cuál es el punto de quiebre entre el amor y la razón? A veces pienso que vivir sin orgullo, sin celos, sin rencor, lograría hacer que la mayoría de las relaciones se salvarán, si fueran capaces de seguir únicamente al corazón, pero eso nos haría menos humanos, y entonces ya nada tendría sentido.
Ya sabes lo que susurran las paredes, ‘’después del amor viene la soledad’’, tu, soberano de la soledad dime, ¿hay manera de hacerme su amiga? Porque los fines de semana se me hacen eternos desde que él no está. Ahora llevo tu libro a todos los lados ‘’El amor, las mujeres y la vida’’, eso me hace sentirme menos vacía, es como sentir que aún estas aquí, llámame loca, pero a veces pienso que tu poesía es capaz de desnudarme, y tus letras dibujan las manos de quienes las crearon, esas manos fuertes y temblorosas que alguna vez rodearon mis muñecas, y cada punto y aparte me recuerda a tus lunares, uno en específico, ese que tenías detrás de la oreja, que me gustaba tanto.
Querido Mario, como hiciste para amar tanto y repartir tanto amor, para llevar poesía al mundo sin corromperte en el camino, como hiciste para quitarte el miedo de quedar un poco loco y solo.
Ahora debo decir chau número uno, te dejo con tu vida, tus mujeres y tu sonrisa, con tus letras bajo el saco y tus sonrisas por debajo de ese gran bigote, ojalá hubiéramos tenido más café y más cartas.
Estaré lejos y quizás algún día vuelva a los rincones más bonitos de Uruguay, quizás me pasee por tu casa, pero prometo no hacer alborote, quizás un ‘’hasta luego Mario’’, entre dientes y ya está, nada de formalidades absurdas.
Muchas noches he pensado en volver a escaparme a Uruguay, dejar México una vez más y salir a buscarte, pero me contengo, porque reconozco que es el mero grito de soledad acechando mis pasos, y te conozco tanto que se que no me permitirías hacer tal locura. Pasa que, ‘’más allá de mi soledad y de la tuya otra vez estás vos aunque sea preguntándote a solas que vendrá después de la soledad’’, ¡Ay Mario! Verdugo de la soledad, dame el secreto para alejarla de mí, para reparar el hueco que quedo en mí.
Querido amigo y amante, he escrito tantas cartas que nunca llegan a su destinatario, que me temó que esta posiblemente será otra de esas, pero si llega a estar en tus manos, no respondas, déjame naufragar en mi soledad. Y por primera vez, te lo diré sin licencias poéticas, sin metáforas y sin versos con rima, así, cruda y brutalmente -te quiero-. Y así es como tengo que decírtelo, porque jamás tuve el valor de hacerlo al pie de la cama.
Hasta el viernes, mi buen Mario, en el café de siempre. Te espero.
Siempre tuya, Battualia.
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Quisiera.
Quisiera llenarte de recuerdos, regalarte memorias y dejártelas en el tirabuzón. Para ver si ello te da un poquito de valor.
Quisiera, aquí entre mi taza de café y yo, no extrañarte, y no acordarme de ti, pero pasa, que la poesía y tú, hacían juego perfecto con mi amor. Y luego Benedetti arrojó una nota tuya de hace tres años, y me he regalado a mi misma los recuerdos.
Quisiera, no parecer tan melancólica y fingir una postura por de más intelectual, pero sigo sin querer olvidarte.
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Tan cerca.
Te tengo tan cerca, a penas un par de centímetros, y comienzan a temblarme las piernas. Finges que no lo notas, pero sabes a la perfección el efecto que causas en mi, te mantienes serio, callado, y yo en un absurdo intento por leerte la mirada, me remito a nada más que suspirar.
Quiero decirte tantas cosas, gritarle al mundo lo feliz que me siento, lo tranquila y lo estúpidamente enamorada que me tienes, como si fuera el primer día. -Seguro tengo una cara de boba- pienso para mi misma.
Y luego tengo ganas de llenarte de recuerdos, de contarte como empezó todo, de mostrarte las fotos, los momentos, de querer dar un saltito atrás para luego vernos aquí y ahora, como si nada hubiera cambiado.
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¿Porque me haces esto?
Sabiendo que yo dejaría todo por ti otra vez.
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Ya quiero dejarte ir.
Me parece mentira, eso que dice la gente de “querer es poder”, porque tantas noches que he querido no quererte ni siquiera un poquito, y a la mañana siguiente sigues aquí, latente, incesante e invisible, bien clavado en el corazón. Quisiera dejarte ir, pero me aferro a los recuerdos, a tu sonrisa, a las fotografías viejas, las fechas importantes, me aferro a tu recuerdo, -Así somos los escritores- me digo, intentando justificarme absurdamente. Ya quiero dejarte ir, pero no puedo.
O será, que realmente NO QUIERO.
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Ojalá solo sea yo.
Por favor, dime que solo a mi me pasa.
Dime que solo soy yo la que te extraña, la que aún te piensa y pasa sus viernes por la noche sonándote. Por favor dime que tus sábados no son como los míos, fríos y callados, dime que estás bien, demasiado feliz para recordar lo que alguna vez prometimos.
Ojalá solo sea yo, la que la está pasando mal, porque muchas veces llego a creer que lo merezco aunque sea un poco, por mi cobardía constante. Por favor dime, que solo soy yo la que se queda mirando el teléfono como suplicando por alguna llamada entrante o con el temblor en las manos antes de marcar tu número, ojalá que solo sea yo, porque no me gustaría que te sintieras así.
Hay días difíciles, hoy es uno de ellos, es uno de aquellos en los que recuerdo y pienso cómo llegué hasta aquí, hasta estas letras y este sentimiento. Me hubiera gustado que me salvaras, que fueras tú y no otro quien tomara mi mano justo cuando estuve a punto de caer, me hubiera gustado que fueras tú, quien me acompañara en este proceso de autoconociniento, me hubiera gustado que fueras tú, en todos los viajes, las fotografías y las risas.
Aún te pienso, aún te extraño, pero por amor De Dios, ojalá que solo sea yo.
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Promesas.
Decidí escribirte esto, porque se que jamás vas a leerlo. Será que es sábado y es cuando más se me da el extrañarte, será que hoy encontré otra de las cartas que nunca te di, por ahí, oculta entre un par de libros. Justo ahora, me siento como aquella carta, con tantas palabras, tanta voz y tanto amor que jamas llegó a su remitente.
Para ser honesta, hace tiempo que no escribo, pero pasa qué, los fines de semana se han vuelto difíciles desde que no estas. Me gustaría contarte que mis amigos están graduándose y vivir de cerca el proceso me emociona mucho, ya quiero verme así dentro de un año. Y ahora, te he recordado, seguramente estás en el mismo proceso y me da rabia no poder vivirlo a tu lado.
Recuerdo aquella promesa, mientras el corazón se me hace chiquito y tu ausencia esclarece mi tristeza. “Pase lo que pase, aún si no seguimos juntos, te prometo que voy a acompañarte en tu graduación y voy a sentirme muy orgullosa de ti, te aplaudiré y sonreiré a lo lejos”, me escucho a mi misma con el eco de un pasado que aún rasguña de vez en cuando, ¿qué radical no? La manera en que las fechas importantes nos hacen ponernos sensibles, me hace pensar en lo mucho que te extraño.
El año pasado, no perdí una relación, perdí a mi mejor amigo y alma gemela, perdí a la persona que podía confiarle todo, con quien compartía todo lo bueno y todo lo malo. Hace tres años estábamos graduándonos juntos de la preparatoria, y no imaginas lo mucho que quería volver a sentir eso contigo al finalizar nuestras carreras.
“Por eso no debes prometer cosas que no puedes cumplir”, me dice mi hermano a medida en que se me corta la voz, porque realmente anhelaría estar junto a ti en el cierre de esta etapa, porque se que lo mereces y has luchado por ello, sigo creyendo que eres el hombre más maravilloso que merece cada uno de los títulos y los éxitos, porque siempre luchas por lo que quieres, me hubiera gustado que lo nuestro hubiera sido una de esas cosas. Pienso en todas las cosas que soñamos y en lo cobardes que fuimos al no querer luchar por ello, pero ahora estamos aquí, y tú jamas leerás esto.
Si pudiera cumplir mi promesa, estaría ahí, me pararía frente a ti, te daría un gran abrazo y te diría con una enorme sonrisa en el rostro, “lo logramos”, justo como soñamos alguna vez. Te quiero y me gustaría decírtelo, así como decirte que estoy orgullosa de todo lo que vas logrando, aunque no lo diga, se que vas a llegar lejos, pues me gusta creer que aún mantenemos esa conexión que jamas pudimos explicar, pero lo sé, lo siento dentro del pecho.
Disculpa no poder cumplir mi promesa, ¡Enhorabuena! Y que los éxitos sigan.
-Desde alguna partecita del mundo, y aún tuya, Andy.
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“Me río de los miedos, de las ganas que nos faltaron y del amor que no basto. ¿Qué radical no?, de pronto en un abrir y cerrar de ojos, los girasoles dentro de las botellas de vino se marchitaron, como si una especie de nube espesa los estuviera acechando tiempo atrás, y de zarpazo, llego a matarlos con una sequía inevitable”
Y porque no, el último girasol en morir, merecía ser enviado al cementerio de las memorias extraviadas, junto con tu bonito recuerdo. 🌻
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Quédate.
Quédate.
Quédate los sábados conmigo, que es cuando se oculta tarde el sol, quédate y desnúdame por la mañana, hazme el amor en silencio y besayuname como si mis pancakes fueran el mejor manjar. Quédate en medio de una comida familiar o una película, en medio de un paseo por la plaza o el parque, quédate un sábado y también los domingos que son los días que más duelen. Quédate para querernos los sábados como iniciando semana, para que transcurran los días y siga despertando con tu rostro en mi cabeza. Quédate cada cumpleaños y cada navidad, así como los días feriados y las vacaciones de invierno.
Visítame un sábado aunque sea solo para besarme y dejarme el sabor dulce de tus labios cereza, y el amargo final de un adiós rumbo a la Sanchez.
Quédate por las noches para que mientras te quitas los zapatos y desenfundas tu cuerpo me cuentes lo más absurdo de tu día, cuéntame cuantos clientes llamaste, que platillo pediste y cuantas veces me recordaste o imaginaste. Quédate para escuchar tus buenas noches y dejarte arrullar antes de la 1AM donde comienzo a confesarte mi amor. Quédate a la mitad de mis lagrimas para borrarlas con besos sabor a sal, quédate para tirar al carajo mis miedos y sentir que podemos luchar juntos contra este jodido mundo.
Quédate para cocinar juntos y luego tener delicioso sexo en la cocina, quédate para abrazarte en medio de las cobijas, en silencio, escuchando a mi mente y a mi corazón gritar, quédate para sentir que el mundo es un lugar más seguro si tú estás.
Quédate para desayunar molletes de lunes a viernes, pancakes los fines de semana y mis apapachos 24/7.
Quédate los días sietes y dime que aún no los olvidas, quédate, creyendo aunque sea una última vez, en mi amor.
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Me encanta disfrutar de tus personalidades, puedo gozar junto a ti, el amor, el sexo y hacer el amor. Me gusta el doble sentido que le das a las cosas, cuando tratas de seducirme en situaciones incómodas solo para verme excitado y abochornado, cuando salimos y eres coqueta, amo infinita mente la mujer que eres y como me haces quebrar mis límites
De él para ella.
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Lo que busco
Buscó sexo casual, vino en las noches, café en las mañanas.
Busco drogarme con arte, perderme en tus ojos, tenerte en mi cama.
Busco viajar por el mundo, ser por fin libre y tener compañía.
Busco decir lo que siento y hacer eterno el momento en el que sólo me miras.
Busco, como decia Mario, ser joven sin prisa y con buena memoria.
Busco abrazarte los miedos, que me digas “Te amo” y besarte la boca.
Busco alejar de mi el odio, sanar los rencores y olvidar el pasado.
Busco que tu hagas lo mismo, perdones mis fallas, sin juez ni abogados.
Busco ser feliz con poco, contar tus lunares y una noche estrellada.
Busco tantas cosas ¡Joder! y aun no encuentro nada.
Autor: hombre-en-llamas
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Carta de despedida
Disculpa haber cambiado el ‘’cariño, amor, mi vida, etc.’’ por la simpleza de tu nombre al comenzar, así como la diplomacia de mis palabras. No estoy segura del momento en el que leerás esto, es por eso por lo que me remito a ser lo más clara y sincera posible. Antes de empezar a hablar del pasado, dejo para ti esta cita capaz de resumir mis palabras.
‘’Tengo una gran lista de defectos, mi amor, un pasado que me sigue jodiendo, un terrible miedo al rechazo, una psique maleducada que saca los mecanismos de defensa cuando no debe, una sed de cariño que nadie antes de ti había saciado. Camino lento, precavida, pero mi mente se adelanta y a veces me arruina las jugadas. Sin embargo, te expongo lo que soy. Para que lo conozcas, para que sepas a que te enfrentas. Obviamente, con miedo. Pero, el que no arriesga, no gana -o no pierde-, no ama -ni aprende-, y yo quiero amarte’’ -Anónimo.
Cada que leo la siguiente cita, me pregunto dos cosas, la primera; ¿Qué estaría sintiendo en ese momento la persona que lo escribió?, Me causa curiosidad saber si se sentía tan jodido (a) como yo en estos momentos, -olvidé mencionarlo al inicio, disculpa también la crudeza de mis palabras, quizás te desconcierten un poco, pero esto es lo que soy-, y lo segundo, ¿Debí mostrarte esta cita tiempo antes de empezar nuestra historia?, no lo sé, quizás por mera precaución, pero el tiempo apremia y hoy me parece tan relativo e irrelevante como si el mismísimo Nolan me hubiera incluido en su película.
El día en que estés leyendo esto, quizás estés listo para tener una charla a corazón abierto, o tal vez, estés ya sin mí, lo cual sería irónico, porque corro el riesgo de que esta carta apunte a la segunda opción. Pero no lo tomes a mal, que esta carta solo contiene lo que mi corazón quiere decir y por razones -que incluso yo desconozco- no ha podido expresar, porque si, cada letra es cierta.
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Los escritores 2.0
Me sorprende la clase de personas que podemos llegar a ser detrás del papel, incluso pareciera que la pluma es la vil capa del superhéroe hipotético que pretendemos ser. Héroes o villanos ¿Acaso importa?, resulta que, podemos llegar a ser pasionales, mentiros e incluso -en solo algunos casos- sinceros, filosóficos, pero también monstruosos. Alguien debería comenzar a advertir a la gente sobre nosotros, porque somos expertos en crear realidades utópicas dentro de nuestras asquerosas mentes. En mi experiencia, existimos por mero placer, porque la pregunta crucial siempre ha de plantarse frente a nuestra realidad ¿Quiénes somos? O ¿Qué somos?, lo somos todo y lo somos nada, vamos por la vida, como ripios, buscando algún lugar donde alojarnos para luego marcharnos. Comemos migajas y curamos nuestras heridas con poesía. Algunas veces nos arrastramos y otras volamos, somos inconstantes, intranquilos e indecisos, pues nuestra vida, es un firme vaivén de momentos perdidos en el tiempo. Huimos, pero también nos aferramos, somos el punto medio entre tanto caos y perfección, un día a la izquierda, un día a la derecha. ¡Y que se cuiden! Que se cuiden de nosotros que probamos tantas bocas, dormimos en tantas camas y nos escondimos en cientos de diferentes brazos, que se cuiden porque somos seres malditos, seres amantes y enemigos de la soledad. Que guarden silencio cuando transitemos por la ciudad, porque nuestras mentes se encuentran haciendo bastante ruido internamente para tener que lidiar con el del resto. Las emociones nos corrompen y la monotonía nos obliga a usar un traje distinto cada 24 horas. El amor entre nosotros no existe, porque nunca nos conocemos realmente, es imposible, y posible solo en nuestras absurdas historias. Recibimos amor y odio de la gente que nos rodea y la mayoría de las veces somos invisibles ante el resto del mundo, poseemos toneladas de papel que jamás serán leído más que por el alter ego de nuestras pesadillas. Algunos de nosotros se prostituyen con tal de ser tocados por un fago de billetes y los que no, estamos aquí, luchando contra el insomnio, dejando fluir palabras incoherentes de la mano de un cigarrillo o una taza de café. ¡Vaya que somos miserables! Miserables a nuestra manera, porque es algo que la gente no es capaz de comprender, vivimos siempre ocultos, en los callejones, bajo la cama, en los parques, en el tintero, al final de una botella de vino y en los moteles de baja reputación. Es una vida bella, la neblina y las sombras hacen que sea el escenario perfecto, el lugar correcto para perdernos. Durante mucho tiempo, viví buscando donde alojarme, solo buscaba algún lugar cálido y tranquilo, para mi mala suerte -o buena-, al fin lo encontré, pero antes de ello pasé por muchos cuerpos, incontables manos temblorosas y labios fríos e insípidos. Todos escondemos algo, vivimos a expensas de eso, de la adrenalina que siente nuestro cuerpo al mentir, cuando fallamos a la moral o cuando un pequeño pecado mancha nuestras sabanas. Los escritores mitigamos todo eso aquí, entre tú, querido lector, y yo, el errabundo autor de estas palabras. El deseo que nosotros sentimos va más allá del placer carnal, involucra miles de mentes diferentes llegando al embelesamiento del cuerpo. Involucra, a la locura, al desequilibrio, a la perversión y al amor sinónimo de pasión. Es una clase de adrenalina masoquista que el cuerpo nos pide para luego poder plasmarlo sobre papel, para enmarcarlo y enterrarlo en el cementerio de las memorias extraviadas. El deseo que recorre cada una de nuestras venas involucra emociones que todavía no han sido descubiertas. Que controlas todas y cada una de las reacciones químicas que generan los músculos de nuestro organismo, ¡Oh deseo! Que enciendes cada nervio y cada entraña que yace dentro de nosotros. Tan sencillo como arrancar una camisa y tan complicado como el arte.
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Nunca me fui.
La gente habla todo el tiempo de la vida como si fuera un libro o una película, cuando no saben ni una mierda de lo que están hablando. A veces hay que dejar de pensar que la vida es así, que los amores son así, porque en realidad, es más que eso, y es más que sólo abrir y cerrar el libro, duele más y pesa más. La gente habla de los sentimientos como si fueran algo tangible, algo manipulable y sencillo de controlar. Pong��monos serios, más que un fantasma, considero que eres uno de esos libros a los que amas y terminas por odiar, o viceversa.
Eres pólvora junto a un cerillo en la garganta. Eres como esos libros que son capaces de asfixiar, indescifrable, misterioso y tan predecible en algunas ocasiones, eres un libro terrible y a la vez el merecedor del premio Nobel.
Te sientes como un libro, sólo eres vil fantasía y mentira, aunque en el fondo, te sientes real. Sí, eres de los buenos libros, eres de esos que te atrapan con cada palabra, posees tantas historias que te vuelves uno de los peores vicios y déjame decir, que el alcoholismo está muy debajo de ti. Eres efímero como los personajes de los cuentos, y ardes en las manos del lector, obligándolo a quemarse sin hacer presente a la conciencia. Tienes cafeína en cada parte de tu cuerpo y en cada letra que te conforma, eres tanto y eres nada. Curiosamente eres autor y eres texto.
Porque así son los buenos libros, te dejan ese amargo sabor de boca, son justo como un buen vino, dulce al principio y áspero al final, querido autor, escritor, poeta, o como te quieras catalogar, gracias por una excelente y nauseabunda historia, espero algún día poder conocerte y charlar contigo sobre la vida, ya sabes uno de esos días en los que quieras quitarte el disfraz, sería bueno charlar como personas normales y beber una taza de café, conozco un lugar muy bueno en el centro de mi ciudad. Ese día prometo no preguntar más sobre tu colección de fascinantes historias, ese día también me quitare el velo, y quizás, hasta podamos concretar una bonita amistad.
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Arránqueme, Señora, las ropas y las dudas. Desnúdeme, desdúdeme.
Eduardo Galeano / La noche / 2 (via jhonuribe)
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