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Si mañana me voy,
que sepas que te solté
para verte volar
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Lo único que queda es el frío.
Sé que quisiste construir un puente y yo lo bloqueé.
Esta mañana salí atrás tuyo, pero en vez de seguirte, me decidí a caminar hacia el bosque. Te hubiera encantado venir. Hacía frío y estaba gris, aún no salía el sol y tus gotas se esparcían por todo el verde. Había escarcha en algunos árboles y el sendero estaba crujiente. A cada paso que daba, se generaba un toque más en esa orquesta natura, acompañando a los pájaros y al agua corriendo.
Respiré hondo y fui lo más arriba que pude. Cuesta arriba, aguas arriba.
Por un momento creí que no iba a llegar más. Mi cuerpo ya había entrado en calor, aunque en mi pecho aún conservaba el hielo. Llegué a esa piedra donde se unen los afluentes y me senté a observar, sé que ahí está el sendero que usas para subir, cual cabra, en cada momento que tenés. Lo encontré. Empecé a trepar.
El paisaje era tal cual lo describiste. Pasé por esos túneles de árboles que tapan el cielo, respiré húmedo hasta que el techo se abría y respiraba atmósfera y se cerraba y otra vez abría, para darme inmensidad. Sé que querías venir conmigo. Hubiera amado hacerlo, dejar el mundo a un lado por un rato. Pero no tengo espacio, no tengo huecos, no tengo.
Llegué al caserío y salieron los cinco perros a ladrarme. No pararon hasta que llegué al río. Sentí que me conocían y no me querían, no los culpo. Aunque me sentían cerca, nunca me habían visto por acá.
El camino se complicó. Otra vez elegí una piedra y en cuclillas observé. Reconocí algo fuera de lugar, una roca negra y brillante, llena de anfíboles vidriosos que resaltaba sobre lo demás. Me acerqué, la levanté y encontré una araña. Tenía el tamaño de mi mano y pelaje negro, suave, felpudo. En su lomo se cruzaban líneas pardas y blancas, formando en el centro, algo parecido a un ojo. La quise agarrar para llevarla a casa, pero sus ocho patas se ovieron más rápido que yo y pronto se perdió en el follaje. Me quedé mirando. Realmente la quería.
Cuando volví a concentrarme en los anfíboles que tenía en mi mano, la vista se me nubló. Sentí miedo, ¿qué pasa en mis ojos? ¿por qué no puedo enfocar? Miré rápido alrededor, exaltado, todo lo que estaba lejos se veía bien. Me esforcé para divisar los cristales, dolía. Estuve unos minutos allí y suave, como la respiración que había alcanzado mi pecho para calmarme, fueron apareciendo letras desdibujadas: “Cruzá el río tantas veces como vacilaste”. Entendí. Acomodé la roca, me alejé y me escondí tras un chañar. Vi la araña volviendo a su cueva. Seguí el sendero hasta encontrar el río otra vez.
Uno, tuve miedo, salté. Sendero.
Dos, creí que estabas lejos, salté. Sendero.
Tres, te vi tan cerca, pero era tan difícil. Salté. Sendero.
Cuatro, esta vez no hay espacio, salté, sendero.
Cinco, porque también dudo de lo que estoy haciendo. Salté. Sendero.
Encontré la higuera de la que me hablaste. Esa que está volteada y forma un hueco con sus raíces. Supe que era allí. Dejé mi mochila y empecé a juntar ramas, tantas como pude.
Crucé el umbral. Encontré tu río y en la orilla del frente, la construcción de tu puente. Me decidí y levanté una pared de ramas y hojas. Construí una base de piedras lo suficientemente estable como para soportar las crecidas. Quedó firme.
Miré el otro borde, por última vez y agradecí las intenciones.
Me fui.
Ninguno de tus puentes va a cruzar hasta mí. Es que yo se que vos queres llegar al Overo y yo quiero seguir hacia La Tramontana. Cualquier intento de conciliar montañas va a ser en vano.
Espero no te molestes. Sé que el sol te va a guiar hasta las tres puntas y sé que yo voy a llegar hasta ese Pueblo Escondido que quiero conocer.
Nos va a ir bien.
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me pregunto constantemente
qué-hacemos-acá
mientras más cedemos, mas irreal se vuelve lo tangible
borramos el contacto��
esperamos una reacción
y aunque a veces creemos que se trata de un dedo
cayendo sobre una pantalla
lo que buscamos es piel.
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2021
Te/Me deseo debates con personas que esten realmente interesadas e informadas sobre los temas en cuestión y que no hablen sólo porque es gratis.
Te/Me propongo profundizar sobre la teoría de cada una de las cosas que defendés/defiendo.
No librar batallas con agresivos, no ser agresiva con quienes piensan diferente.
Mucha escucha activa ante temas y campos desconocidos.
Correrse de ataques innecesarios. Registrar cuando estas/oy atacando innecesariamente.
Y siempre siempre, mucho amor (y enojos eventuales, porque la vida no es rosa)
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93
Pero el amor, esa palabra… Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fájate. Pero fijate bien, porque no es gratuito.
¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto. Pero estoy solo en mi pieza, caigo en artilugios de escriba, las perras negras se vengan cómo pueden, me mordisquean desde abajo de la mesa. ¿Se dice abajo o debajo? Lo mismo te muerden. ¿Por qué, por qué, pourquoi, why, warum, perchè este horror a las perras negras? Miralas ahí en ese poema de Nashe, convertidas en abejas. Y ahí, en dos versos de Octavio Paz, muslos del sol, recintos del verano. Pero un mismo cuerpo de mujer es María y la Brinvilliers, los ojos que se nublan mirando un bello ocaso son la misma óptica que se regala con los retorcimientos de un ahorcado. Tengo miedo de ese proxenetismo, de tinta y de voces, mar de lenguas lamiendo el culo del mundo. Miel y leche hay debajo de tu lengua… Sí, pero también está dicho que las moscas muertas hacen heder el perfume del perfumista. En guerra con la palabra, en guerra, todo lo que sea necesario aunque haya que renunciar a la inteligencia, quedarse en el mero pedido de papas fritas y los telegramas Reuter, en las cartas de mi noble hermano y los diálogos del cine. Curioso, muy curioso que Puttenham sintiera las palabras como si fueran objetos, y hasta criaturas con vida propia. También a mí, a veces, me parece estar engendrando ríos de hormigas feroces que se comerán el mundo. Ah, si en el silencio empollara el Roc… Logos, faute éclatante. Concebir una raza que se expresara por el dibujo, la danza, el macramé o una mímica abstracta. ¿Evitarían las connotaciones, raíz del engaño? Honneur des hommes, etc. Sí, pero un honor que se deshonra a cada frase, como un burdel de vírgenes si la cosa fuera posible.
Rayuela - Cortázar
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Una sola palabra: P I E L
Siento con la piel, amo con la piel, recuerdo con la piel.
La pandemia me arrebató mi sensación favorita.
Y no hay virtualidad que la suplante.
//si cierro los ojos te siento//
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Día ochenta y cinco
El viaje que busco empieza adentro
con o sin virus
con o sin gente
con o sin obligaciones
en la cima o en la lona
sola o acompañada
motivada o frustrada
//al mundo no le importa.
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