Sobre la Ley de Causa y Efecto
Vivimos en un mundo que está tan restringido por leyes, patrones, políticas, tradiciones, que es un instinto natural buscar algún escape de la dominación de las circunstancias externas.
Todos tenemos una idea de que existe algún lugar o algún momento en el que podremos hacer lo que deseemos sin restricción. Donde las circunstancias no nos forzarán de ningún manera.
La psicología establece que la vida interna de los individuos está regida por ciertas reglas de las cuales es imposible escapar. Hay una diferencia entre las leyes de la vida exterior y las leyes de la vida interior, en la vida exterior, estas leyes fueron creadas de manera arbitraria, pueden ser confusas o tendenciosas y no se ajustan a las necesidades de los individuos, estas leyes fueron creadas para los grupos, y los individuos aparecen como víctimas de esta circunstancia colectiva.
Podemos asumir que la vida interna del individuo no está regida por esas leyes arbitrarias, está regida por leyes diferentes. Operan constantemente y están basadas en leyes naturales. Nunca han sido cambiadas ni han sido sujeto de debate, estas leyes son la manera más inmediata de notar el equilibrio que existe en el universo. El hombre en su interior debe confiar en las leyes del universo así como en el exterior debe confiar en las leyes hechas por el hombre.
El hombre aprende gradualmente que sus emociones, pensamientos, ideas y opiniones son sujeto de una forma de supervisión. En todas las religiones, las penas son divididas en 2 tipos, unas son los crímenes que son atentados en contra de las leyes exteriores y las otras son pecados, atentados en contra del espíritu, y la estructura metafísica de principios por los que vive.
La filosofía reconoce la operación del principio de Causa y Efecto en la vida psicológica del hombre, los hindúes lo nombraron Karma, un principio que cuida de la responsabilidad humana. Karma es la ley de causa y efecto aplicada a la operación física, mental y emocional del hombre. Cuando el individuo cae en un patrón de castigos debido a su propio comportamiento es una manifestación de Karma. Naturalmente el Karma depende de un sólo factor, el poder que tiene el hombre de tomar sus propias decisiones. Si no fuera capaz de elegir una causa de conducta de acuerdo a su consciencia no podría existir el Karma, sin embargo su cuerpo y su existencia seguirían sujetas a la ley de causa y efecto.
Nuestros pensamientos y emociones están bajo una ley de la cual somos responsables, y si violamos esa ley, pagaremos consecuencias, así como pagamos consecuencias si rompemos las leyes externas. Para la mayoría de las personas es difícil reconocer que existe un patrón de pensamientos y sentimientos, perciben muy poco orden y organización en su vida interior, les gustaría tenerlo, saben que es posible, creen que sería bueno pero no ejercitan los procesos que pueden crear ese orden. Se levantan en la mañana con un montón de pensamientos, van por el día realizando conjeturas, decidiendo, gustando de ciertas cosas, odiando otras, deseando estar en otro lugar, no enfocando sus mentes a aquello que están haciendo al 100%, van por el día navegando y es difícil que puedan notar que esto los está condicionando a ciertos problemas.
Los pensamientos, las emociones tienen una fuente, surgen de un lugar que hace posible su existencia, y hay poca relación con esa fuente tan poderosa. El hombre debe identificar la relación entre la ley y sus pensamientos y emociones. La ley de causa y efecto opera en correlación con otras leyes, pero esta puede ser separada para darle énfasis como trabajo personal.
La filosofía de la vida tiene que partir de la filosofía de vivir, la ley opera desde lo más remoto y aplica a todos los campos de la existencia. Plantea que todo tiene un propósito, que todo lo que está ocurriendo tiene un propósito que se revela a sí mismo, que tiene una preexistencia en todo aquello que se conjuntó para esa manifestación. No hay nada inmune a esta ley y no hay nada mayor que esa ley y no hay nada que se atreva a romper esta ley, porque si esta ley es rota, la pena es inevitable.
La leyenda dice que existe un tipo en el cielo tomando nota de todo lo que haces, y que habrá un juicio en el que todo eso se te leerá para ser castigado o premiado. La ley de causa y efecto es auto-sustentable, aquel individuo que respeta esta ley vive en armonía con la naturaleza, aquel que va en sentido contrario rompe su propia armonía con la vida, en el momento que deja de fluir con el movimiento del universo deja de ser llevado por esa fuerza, cuando la resiste recibe el impacto de toda esa fuerza en su contra. Rompe el patrón y se priva de la fuerza que lo podría llevar sin dificultades, en lugar de obedecer estos principios trata de moverse en su contra, esta violación no tiene como consecuencia que le nieguen el acceso a las puertas del cielo, causa una resistencia en los patrones a su alrededor, se encuentra a sí mismo no siendo apoyado por el universo si rompe sus leyes, y si pierde ese apoyo pierde cualquier orientación que podría tener. La mayoría de las personas no tienen idea de que están rompiendo este equilibrio, simplemente cometen pequeños errores, y reciben las consecuencias.
El hombre debe aprender a no tener conflictos con la ley natural, debe crear una asociación constructiva con la naturaleza. Los animales aún cuando no tienen consciencia y son dominados por sus instintos proceden por Ensayo y Error. Ensayo y error es una forma de vida, un proceso que premia aquello que está bien y castiga aquello en lo que hay errores. Este patrón es aceptado y esperado por la naturaleza, es su propia forma de educar. Pero el hombre no siempre es consciente de esta manera de educar, encontramos individuos cometiendo los mismos errores durante toda su vida. Podemos estudiar la operación de esto en la historia, en las artes y ciencias, que han aprendido de sus errores para generar avances. Si el músico no obedece las leyes de la armonía, no sonará bien su composición, se destruirá a si mismo como músico.
Una persona que no reconoce el aprendizaje del ensayo y error intentará jugar a ser dios en relación con las leyes que lo rigen. El hombre tiene una superstición que dice que tiene el derecho de modificar la ley de la naturaleza a su placer, a su beneficio. Si se eleva a sí mismo por encima de los patrones que debe obedecer la caída será inevitable. Hay muchas personas que simplemente no creen en las leyes del universo aún después de conocerlas. Cuando la educación perdió su ética y moral, comenzó a predicar que el hombre puede hacer lo que quiera, que el universo es un espacio en blanco en el que puede hacer lo que quiera, que si quiere crear una explosión industrial irresponsable puede hacerlo sin importar las consecuencias.
Les invito a integrar una sola idea y vivirla de tal forma que nunca más se les olvide, creer que hay una ley que rige por encima de todo y que demanda de nosotros ciertas cosas todo el tiempo. Asumamos que una de las conclusiones más importantes es que cada pensamiento y emoción, cada instinto e impulso tiene un efecto en nosotros. Este efecto es concordante con su causa, no puede ser contrario y no podemos justificar una acción que es contraria a la ley de causa y efecto. No podemos hacer una causa mala que sea buena, como no podemos volver algo bueno, en malo. Debemos saber que hay errores que no podemos cometer, aun cuando la tentación sea demasiada, o la provocación sea demasiada.
La naturaleza no castiga, la naturaleza restaura el equilibrio. El individuo es responsable de cualquier acción que ejecuta sabiendo que no es correcta. ¿Cómo saber salgo es correcto o no? Contestando esto; si todo el mundo hiciera lo mismo ¿sería constructivo?, ¿podrías ser juzgado por esa sola acción por toda las personas en tu vida? La estética evalúa si lo que estamos haciendo genera belleza o no. ¿Produce un efecto inmediato y constructivo?
Insultar, criticar, condenar solo satisface esa parte de nuestra naturaleza que es principalmente responsable por los problemas que nuestra vida. Como consecuencia, mientras damos poder o autoridad a estos instintos negativos en nosotros, vamos perdiendo control sombre nuestros propios pensamientos y emociones. No podemos condonar aquello que sabemos que está mal.
La teoría psicosomática puntualiza claramente la relación entre los sentimientos y pensamientos humanos y la salud. Los antiguos pensadores decían que casi todas las enfermedades eran enviadas por los dioses como castigos a nuestros errores. Ya no creemos en los dioses del olimpo, pero quizá las enfermedades son consecuencias por romper el equilibrio natural. Los estudios prueban que aquellas personas que son felices, gentiles, alegres tienen mejor salud que aquellos que tienen un estilo de vida contrario, normalmente sufren en el cuerpo además de lo que sufren en la vida. Los budistas nombraron 106 pensamientos por los que sufre el hombre, hay una cadena de reacciones negativas conscientes o instintivas que mientras sean toleradas o fortalecidas conspirarán en contra del bienestar del individuo. Mientras estos pensamientos negativos tienen más espacio en la vida psíquica, el individuo va perdiendo noción de que están allí, hasta que al final se engaña completamente a si mismo, su actitud lo desvía hacia más del mismo drama.
Sabemos que existe una lista de estas actitudes negativas, conocemos sus nombres, tomemos los celos por ejemplo. La celotipia es una emoción muy extraña y confusa, surge en nosotros comúnmente sin control o dirección y muchas personas han hecho de ella una virtud, confundiéndola con amor, con cuidado o interés. Gente que busca ser poseída como prueba de amor. La naturaleza marca que los celos como emoción está mal, son una perversión de la emoción, cualquier perversión esta mal.
El hombre que puede pensar, puede preocuparse, y la preocupación es un mal uso de la energía mental. Hay muchas razones por las que nos podemos preocupar, si nos preocupamos demasiado, rompemos la ley. La naturaleza espera que nos preocupemos un poco, o que sintamos miedo en algunas ocasiones, bajo determinadas circunstancias. Pero aquel que vive preocupado usa todos los elementos posibles para alimentar su preocupación, como el cobarde utiliza todo su miedo para alimentar su cobardía, rompe la ley. Tiene una relación negativa consigo mismo y con los demás. Crea un balance negativo en su mente, hábitos negativos y la naturaleza le proveerá de más elementos para generar preocupación hasta que eventualmente termine con sus propios recursos.
Lo mismo ocurre con las estructuras básicas de las personas. Nacemos con ciertas características de personalidad, algunas personas son muy emocionales, algunas otras son calladas, otras se enojan fácilmente. Estas características eran nombradas por los antiguos como 4 elementos, fuego, tierra, aire y agua. La tierra estaba normalmente del lado triste de las cosas, con un miedo de no contar materialmente con lo que requiera para su supervivencia. El agua vacila en su temperamento, constantemente en movimiento y falta de estabilidad, el fuego es intempestivo, y el aire intelectual. Estos temperamentos fueron reconocidos y aceptados como naturales, normales. Crecimos creyendo que somos eso y no intentando cambiarlo.Es muy fácil escapar de nuestro control utilizando como pretexto la predisposición genética, la preocupación, el miedo o el enojo.
El propósito de todo hombre es desarrollar el tremendo potencial que existe dentro de él, y volverse completamente consciente de la razón de su existencia, el propósito y las leyes que lo dominan. El propósito del hombre es crecer infinitamente e indefinidamente hasta la integración de su consciencia con el todo. La naturaleza trata todos los días de volverlo mejor, perfeccionándolo , volviéndolo más sabio, noble, fuerte en sus valores. Y la naturaleza castiga a cada individuo o proceso que restrinja, limite, atente o retrase su objetivo.
El hombre mediante el ensayo y error requiere aprender algo, no puede ser un ciclo continuo de accidentes sin sentido. Debe aprender aquello que debe o no debe hacer. El plan de la naturaleza es simple. Nos da todas las facultades para caminar de su mano.
El hombre puede ser sujeto de dos males según dijo Pitágoras hace 2,500 años. Son los males del exceso. El exceso puede ser extra abundante o la privación, pero es desbalance siempre, aquello que es demasiado está desbalanceado, aquello que es muy poco está desbalanceado. Si alguien tiene demasiado sus problemas tendrán una proporción acorde. Aquel que tiene muy poco, es incapaz de proveer sus propias necesidades o vivir dignamente. En el hombre, el exceso está casi siempre presente, y si hablamos de la vida emocional, es muy notable, si está feliz es muy optimista, si está triste es miserable, cuando es virtuoso está sobrecargado hasta ser insoportable, cuando no lo es, se convierte en una carga que nadie puede admirar. Ha perdido el punto de oro, el concepto de moderación, cuando hay exceso en nuestra vida emocional nos llevará a un exceso de acción. La naturaleza no funciona en el exceso. La naturaleza identifica que el exceso lleva siempre al conflicto y que después del exceso el individuo volverá lastimado por la experiencia a buscar un punto equilibrado. Por eso la persona que haya vivido un exceso en su naturaleza, primero debe alcanzar la moderación. Aquello que no puede controlar, dominar y prevenir debe controlarlo con moderación. Si ha de preocuparse, se preocupará moderadamente, será moderadamente celoso, trabajará gradualmente en alejarse del exceso por la vía Socrática, encontrará que mientras modere estas presiones, la intensidad de las mismas disminuirá también. Y después de moderarse durante un periodo podrá controlarse más fácilmente. Donde haya problemas en nuestra naturaleza, nuestro primer objetivo es reducirlo, hacerlo menos continuamente. Ejercitando el entendimiento, la sabiduría sobre aquello que está pasando y sobre todo ejercitando el control.
El problema no está en el evento, está en aquello que depositamos de nosotros en él para hacerlo más grande. El autocontrol normalmente se identifica como una falta y se critica por aquellas personas que no tienen autocontrol. Es importante detenernos después de cualquier evento y cuestionar aquello que debemos aprender, por qué ocurrieron las cosas, cómo fallaste, como contribuiste, y cómo vas a asegurarte de no volver a cometer ese error. No hay libro que contenga más aprendizaje que el libro de nuestra propia vida. Todos tenemos misterios, cosas que ocurrieron, buena y mala suerte, cosas extrañas que si nos sentamos a estudiar podemos aprender lo que significan y cómo son un ejemplo de la ley de causa y efecto.
Si llevamos un tiempo de vida desajustada, podremos al menos tener una fotografía de cómo se ve el desequilibrio y lo que genera en nosotros, no podemos ver hacia atrás en una vida desequilibrada y sacar un balance positivo, es imposible. Quizá hemos hecho algunas cosas bien y eso es muy importante, podremos ver las recompensas también. Si hemos sido poco amistosos con todo el mundo hay un registro y una consecuencia, si sólo hemos sido amistosos con una sola persona también hay un registro y esa sola actitud produce su efecto.
La vida del individuo es una mezcla de cosas hechas en diferentes grados de error y acierto, la consecuencia también es una mezcla, la razón por la cual cada día que vivimos es una masa de confusión es porque refleja la confusión que la creó. Si hoy fue un buen día es por la mezcla de factores que liberan ese resultado.
Una cosa que es muy complicada para muchas personas es ser tan honestas como para mirar cada una de las cosas que construyeron su día, no es que quieran ser deshonestas, es que esa responsabilidad pesa demasiado. Tienden a confundirlas, mezclarlas, emocionalizarlas, y como resultado, la justicia se evapora y los hechos no son observables.
Si crees que has tenido mala suerte, que los problemas se hacen más grandes y las cosas van menos como deberían, esto sugiere una auto evaluación. La primera pregunta es; ¿Has desarrollado alguna síntoma inusual físico o mental? La mayoría de las personas responderá que sí, y la mayoría de las veces no se puede encontrar fisicamente el problema, sufren todos los síntomas pero no se localizan en ningún lugar, son sólo miserables. Estos síntomas físicos surgen una presión psicológica, que siempre está ahí si solo lo buscas. El individuo que está desequilibrado psicológicamente tiene muy pocas probabilidades de ser exitoso, simplemente esta permitiendo que su temperamento lo domine por completo, lo abra a esta debilitación que generará estos síntomas físicos que tarde o temprano lo destruirán. No está a cargo de su vida, ha desarrollado ciertos puntos de vista que defenderá hasta la muerte.
Si le dices a una persona que está viviendo así normalmente recibirás una respuesta negativa, pero el papel del analista es interesarlo en descubrir por si misma las causas y la manera en que esto se ha construido. Normalmente resistimos a las personas que nos dan consejos, pero si le damos al paciente instrumentos mediante los cuales puede analizar por si mismo y descubrir en si mismo la razón de su condición, cuando lo ve, no puede seguir negándolo. Lo puedes diagnosticar correctamente y te odiará, pero si puede diagnosticarse a sí mismo, tendrá que aceptar lo que encuentre. Porque una de las características de ese temperamento es convencerse de que siempre está bien, y si se analiza encontrará que debe aceptar lo que encuentre, por que el mismo paciente quien lo descubrió.
La vida se divide en 2 maneras de hacer las cosas, 2 tipos de cosas que se pueden hacer, una es correcta y la otra incorrecta, pero la correcta esta en el medio, porque es el equilibrio, y el exceso está en los extremos. Las dos actitudes excesivas, exaltación o depresión. Aquello correcto avanza con el propósito del individuo, cuando hacemos lo correcto tenemos una recompensa, cuando lo hacemos incorrectamente tenemos una consecuencia.
Si queremos tener más recompensas debemos causarlas. Todo lo que queremos debe ser causado por una actitud, una condición o un pensamiento o una emoción adecuada para producir eso. Las causas tienen una similitud con sus efectos, son consistentes en ser relacionadas con las consecuencias que las acompañan. Si queremos una vida pacífica, debemos causarla, ¿y cómo lo obtenemos?, generando todas las acciones necesarias para asegurar la paz en la vida. Debemos establecer el patrón. Si un granjero siembra maíz en sus tierras, podrá sentarse y afirmar que ahora tendrá mucho maíz, pero si no hacemos nada con la tierra, no tenemos control de lo que producirá. Lo que sembramos cosechamos. Si sembramos maíz, tendremos maíz, si no sembramos nada tendremos hierba. No hay escape a este principio.
Cualquiera que sea la vida que queremos, debemos causarla. No va a causarse sola, no podemos esperar asegurando tontamente que con el tiempo las cosas buenas vendrán, porque vendrán cosas que no son buenas, si hay alguna condición en la vida que no es orgánica debemos causar su corrección. Si hay algo bueno que está remoto debemos acércalo causando esto.
Tendremos el resultado de todo aquello que causemos. Una vez que lo causamos no tenemos control del efecto, no es nuestra responsabilidad. Si nuestra vida no es lo que queremos, debemos decidir qué es lo que queremos y causarlo. La naturaleza nos enseña que si nuestra meta es desproporcionada o no tiene un origen genuino, nos pasará por encima.
El desarrollo humano busca alcanzar los principios universales que llamamos luz, dios y verdad. El hombre debe encontrar en su vida interna la fortaleza, dignidad y belleza que le ayudará a lidiar con el mundo exterior. El propósito de una persona es crecer y convertirse en un ser humano verdadero, el personaje ideal que las artes, la literatura y la filosofía han enmarcado a lo largo la historia. Un símbolo de aquel que es bueno, bueno en todas las cosas y que disfruta la valentía, la sabiduría, el entendimiento y la gentileza de la verdadera grandeza, esto es lo que todos queremos ser. Y debemos comenzar a causarlo, y lo causamos haciendo las cosas que lo producen, si queremos ser sabios debemos causar sabiduría en nosotros, si queremos ser gentiles, debemos encontrar la gentileza en nosotros, lo que queramos ver en el mundo, debemos encontrarlo en nosotros, adquirir esas cualidades y construirlas en nuestra consciencia.
Para ajustarnos psicológicamente, debemos encontrar lo que necesitamos y desarrollar aquellas actitudes y comportamientos sin los cuales no podremos tener una vida equilibrada. Tenemos ciertos dones, sobre estos dones debemos construir, y después desarrollarlos.
Las emergencias son cabos sueltos del Karma, aparentemente no las causamos, somos constantemente confrontados por esto que parece sorpresivo, irritante, difícil y hasta trágico. La naturaleza no nos está probando, nos obliga a enfocarnos en causas. Las causas y efectos tienen diferentes ciclos. lo que comimos tendrá su efecto en 4 horas, el veneno en 2 minutos. El efecto seguirá la causa. No sólo tenemos el problema de crear nuevas situaciones, sino como dice Pitágoras, tenemos el problema eterno de enfrentar las situaciones que ya existen o que nos vienen a confrontar, si reaccionamos de la misma manera que siempre hicimos crearemos un nuevo ciclo exactamente igual. Budha nos dice esto, si respondemos a una situación con ira como siempre, si respondemos injustamente como siempre, o egoístamente como siempre simplemente proyectaremos el problema de nuevo al futuro, porque creamos una serie de métodos destructivos que son causas del mismo problema. Esta circunstancia causa un nuevo efecto que debemos enfrentar en un futuro. No sólo debemos hacer nuevas cosas bien, debemos también limpiar todo lo pendiente bien.
Podemos tener diferentes actitudes ante una situación, cuando viene un problema que debe ser enfrentado, debemos entenderlo como una liberación, una solución o un incentivo para crear un descubrimiento. Si lo vemos así no pesará tanto. Si enfrentamos los problemas sin la resistencia, encontramos que el cambio es aquello más valioso en el mundo. Debemos creer que lo que nos merecemos, lo obtendremos, si no lo creemos vivimos a la deriva. Esta ley aplica a nuestra vida y a nuestra vida emocional y nos llevará a un patrón de comportamiento razonable.
Siempre es mejor encontrar, buscar, que reaccionar, cada cosa que ocurre es una intriga, un desafío para que descubramos cómo fue que se construyó, hay cadenas de claves que si las leemos correctamente mediante el método inductivo podremos encontrar que hay un patrón, una razón detrás de todo lo que ocurre. Hasta lo más confuso está de alguna manera ordenado. Debemos incluir esta ley para nuestra protección y guía, no podemos responder con maldad a la maldad, esto sólo crea un nuevo ciclo de destrucción.
Debemos integrar en nuestra conciencia que la ley de causa y efecto opera, y responder desde ese lugar cualquier emergencia que se nos presente. Las dificultades nos dan siempre la oportunidad de resolver, de aprender algo. Todos estamos tratando de construir un futuro que sea mejor que el pasado, para esto debemos pensar en términos de causa y efecto, si causamos estas cosas las obtendremos. Si nos abrimos y desarrollamos nuestro carácter para manejar las experiencias, construiremos un futuro equilibrado y donde sea que fallemos, encontraremos que las causas eran incorrectas.
No resolvemos los problemas emocionales de las personas con fórmulas generales que aplican a todo el mundo, con medicinas, el analista y el paciente deben trabajar de la mano de la ley de causa y efecto, el paciente debe saber que el analista puede estabilizarlo en una emergencia pero nadie si no él puede conquistar su propio temperamento, si el paciente no puede conquistar su temperamento, no puede ajustar o crear mejores causas, no hay medicina que lo mantenga feliz o saludable, saldrá de un ciclo destructivo e irá a otro, debe corregir la causa, todos debemos establecer las causas que generen una vida constructiva y orgánica.
Miles de años de historia, y millones de vidas prueban que esta ley existe, al proteger las leyes nos volvemos las mejores personas que podemos ser.
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