anyastuff-blog1
Evil birds
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anyastuff-blog1 · 7 years ago
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Por fin lo había conseguido. Escapar. Quien quiera que fuera quien la hubiera tenido presa durante tanto tiempo le había dejado marchar, pero ¿A qué precio? ¿Y que hacía exactamente en Delfos?
Sus pensamientos fueron olvidados ante el temblor suave del Agiel contra su cintura, que hizo que lo recolocara de nuevo en una posición en la que el arma no la tocara tan directamente. Llevaba meses intentando aplacar cualquier emoción que sentía, ¿Y ahora debía de llevarse por la rabia? Sin realmente comprenderlo, intentó alejar de su cabeza aquellas palabras y entró de inmediato en el templo de su padre, buscándolo con la mirada. Pronto el dios se hizo presente, observando extrañado a la pelirroja.
- Sé a que has venido, Anya, y he de advertirte de las consecuencias que podrían tener tus actos si acaso piensas que puedes revelarte contra un dios a cuyo linaje perteneces.
- Yo no pedí esto -contesta de inmediato ella, refiriéndose a todo en general de lo que había sucedido. Su mirada recorre de inmediato el lugar, encontrando pronto un arco y un carcaj lleno de flechas, doradas. El arma era algo grande para alguien de una complexión como la de ella, pero sus pasos ya se estaban acercando y tomando rápido el arma que no dudó en cargar con rápidez y apuntar al mayor. 
Su mirada parecía aún tranquila, conciso de lo que sabía que podría pasar. 
¿Por qué no la temía? ¿Acaso pensaba que no podía hacerlo? ¿ Que no podía herirle? 
- Nunca me permitiste ayudarte. Nunca viniste a por mi para que juntos pudieramos controlar ese poder que te ha corroído ahora.
-¿Entonces tenías en mente ayudarme? - pregunta ella alzando ambas cejar sorprendida, sarcástica. El Agiel volvió a vibrar, lo sentía, como si en una pequeña vibración le implorara a su dueña la sangre que debía de derramar. - Sabías que venía... Eres el dios de los malditos oráculos. Dime, ¿También sabías donde estaba? ¿Sabías lo que le pasaría a ella? 
El dios presó sus labios en un leve gesto de preocupación al mismo tiempo que el Agiel se removió de nuevo, provocando que la joven rusa tensara su rostro aguantando el leve dolor. 
-No es tan sencillo como piensas, no puedo controlar a veces las visiones que me llegan, yo...
Pero la frase no fue acabada, más porque Anya dejó escapar la flecha de entre sus dedos, flecha que pasó rozando el brazo del dios. 
Y entonces su expresión cambió de calma cambió a una de leve dolor. 
Anya fijó sus ojos en la herida de inmediato, la cual no parecía sanar. Su mirada se intercalaba entre esta y la expresión del rostro de su padre biológico.
- Anya... Suelta ese arco ahora mismo. Puedes hacerte daño. -contestó, se llevó la mano de inmediato hacia el brazo herido, sin borrar aquella pequeña expresión de dolor.
-Yo nunca fallo, padres- contestó simplemente, dejando su brazo hacia atrás para tomar una nueva flecha y tensarla en el arco- No tienes ni idea por lo que he pasado todos estos años, ¿Verdad? ¿O si lo sabes? ¿Fuiste solo un espectador de mi vida? - Su respiración comenzaba a faltarle ante los nervios y la rabia de aquellas palabras, palabras que no cesaron ni aunque el dios intentará hablar antes - Nunca pedí esto. Nunca pedí ser así. Y ahora, por tu culpa, por hacerme así mi madre está muerta. - la flecha dorada escapó de entre sus manos de nuevo, esta vez directa al corazón del dios. 
Era curioso. Su mirada. Los ojos abiertos ante la sorpresa, el horror, ¿Aquello no lo se lo esperaba?
Dicha expresión le recordó a ella. Lo que provocó que no se moviera de su posición hasta que pudo observar al dios de las artes caer al suelo, plenamente desvanecido ante un dolor que parecía no querer expresar en voz alta.
La flecha dorada se hundía poco a poco en su pecho, haciéndola desaparecer poco a poco, más, la pelirroja, extrañada con dicha imagen dejó caer el arco al suelo antes de suspirar, aliviada, y salir de aquel lugar.-   
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anyastuff-blog1 · 8 years ago
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La punzada de dolor se extendía por toda la palma de su mano, deslizándose como una serpiente llena de electricidad por su muñeca y por todo su brazo. Era, sin lugar a dudas, el dolor físico más intenso que pudo haber experimentado nunca. Pero eso no hizo que soltara el Agiel, sino que lo afianzara más fuerte. La primera vez no podía cogerlo siquiera, la cabezonería de llegar a manejarlo le provocaron varios ligamentos rotos y huesos dañados.
Tarde descubrió que el Agiel no se podía dominar, debías de ser uno con él. No bastaba pensar que aquel dolor no era nada comparado con lo que sintió cuando su madre falleció, ni tampoco mentalizarse que el dolor cesaría en algún momento. No podía sufrir, ni expresar emoción. No solo porque sus compañeras de entrenamiento parecieran buitres esperando verla caer, sino porque su poder, que parecía a esas fechas totalmente controlado, parecía descontrolarse cuando el Agiel y ella se tocaban.  Necesitaba encontrar su propio equilibrio.
Había intentado comprobar cuánto tiempo podía durar sosteniéndolo, lo hacía en la intimidad, como pequeño entrenamiento personal. Uno de dichos entrenamientos fueron interrumpidos por Él, quien había entrado en aquella habitación para observarla pensativo.
-Me parece impresionante observar que en tu mirada aún quedan gestos de venganza. Nunca nadie había aguantado tanto con esa… clase de mirada.
La rusa dejó el Agiel sobre la cama antes de ladear un poco el rostro y observar a su acompañante.
-¿Venganza? ¿Por qué lo dices? ¿Por secuestrarme, torturarme, mata a mi madre y volver a torturarme? –preguntó ella, con un claro sarcasmo en su voz. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro antes de incorporarse del colchón.
-Te he hecho ser… Todo lo que eres ahora.
-Y te estoy… agradecida por ello. – contestó la pelirroja de inmediato, reclinando levemente la cabeza hacia la ajena, como un pequeño símbolo de disculpa por haberle levantado la voz.
-Pero sigues clamando algún tipo de venganza, y lo comprendo a la perfección. Te he ayudado, pero aún sientes que algo no encaja a la perfección. – los pasos ajenos se acercaron a ella y extendió su mano para revelar una pequeña piedra negra.
-¿Qué es? No me van demasiado las joyas… - contestó ella alzando ambas cejas curiosa
-Es tu pase de salida para irte de este lugar, si eso lo que deseas.
Anya tomó de inmediato la piedra entre sus dedos y extrañada, la giró sobre éstos.
-¿Cómo? ¿Y por qué?
-Tu entrenamiento ha finalizado, puedes salir de aquí cuando quieras –replicó Él con una pequeña sonrisa en los labios- Estoy seguro de que encontraras la pieza que te falta cuando salgas de aquí.
-Pero… ¿Y si me descontrolo de nuevo?
Tenía miedo, ahora que había conocido como podría llevar una vida aparentemente normal con el control completo de lo que ella era, si salía de aquel lugar podría olvidarse de todo y volver a descontrolarse por completo.
-No creo que lo hagas.- contesta su acompañante, dirigiendo la mirada a la piedra oscura – Te llevará a donde quieras ir. Bueno, a donde realmente quieras ir.
-Algo así como la brújula de los Piratas del Caribe… - susurras ella distraída, agachándose para tomar el Agiel y engancharlo a su cinturón. – Pero no sé a dónde… ir. No ahora… - susurra, más su mente quería regresar a casa, con su familia, más su corazón seguía aclamando otro lugar que ni siquiera se encontraba en su tierra.
-La mirada… de tus ojos… sigue clamando venganza. Como dije, no creo ser el hombre al que estés buscando...
Solamente sirvió esas palabras para hacer que desapareciera de aquel lugar, sabía de quien estaba hablando. De manera inconsciente, apareció en un soleado campo, el olor y el viento le era entrañablemente familiar. Frente a ella, se extendía el inmenso templo de Delfos.
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anyastuff-blog1 · 8 years ago
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Poco a poco todo cambió. Tras aquella ilusión de dejarse ser engullida por la arena, Anya regresó a su supuesta habitación en aquel lugar. Los entrenamientos y las comidas volvieron a ser tan rutinarias como siempre, incluidas las charlas y los entrenamientos de su mente que realizaba con Él. Intentaba volcar toda la ira acumulada en los golpes que realizaba entrenando con las demás chicas. Irónicamente, la mejor arma que allí se encontraba en el Agiel, un arma de tortura que tenía la capacidad de infligir dolor hasta el punto de romper los huesos de alguien. Anya creyó que ciertos días encerrada en aquella cámara fue torturada con algo así, más no era capaz de reconocer por quién ni como debido al dolor que la afligía.
Descubrió que aquellas compañeras de entrenamiento eran solo eso, peones, como ella, en una guerra que parecía que nunca iba a llegar. Anya iba sintiendo a la medida del paso del tiempo cómo sus emociones comenzaban a inhibirse en aquellas cuatro paredes. No tenía a nadie con quien hablar de lo que sentía, de lo encerrada y sola que parecía estar. Tampoco podía saber o imaginar lo que su familia estaría pasando, o incluso su gente más allegada. Pensar en ellos le hacía sentir una punzada de dolor punzada de dolor que intentó apaciguar para dejar de sentir nostalgia y dolor. Punzada que intentaba ocultar cada vez que iba a verlo a Él pues sentía que cada vez que ambos se envolvían en aquellas ilusiones que intentaban superar la capacidad mental de la pelirroja y fortalecer su espíritu, también sentía que tenía la capacidad de ver a través de ella. Y por más que ella intentara que aquella conexión fuera bilateral, siempre había una especie de muro invisible que no le dejaba actuar. Él tenía no solo la capacidad de entrar dentro de su cabeza cuando quisiera, sino también la capacidad de no morir.
La fortaleza que fue adquiriendo poco a poco la rusa le hizo darse cuenta de que quizás, y solo quizás, Él tuviera razón en aquellas palabras que le dijo la primera vez que se vieron: Sólo quería ayudarla a mejorar. Y, sin darse cuenta, poco a poco una gran parte de ella comenzó a ser totalmente sumisa a Él.
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anyastuff-blog1 · 8 years ago
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El sonido de aquel chirrido metal la hace despertar. La comida estaba lista.
Había pasado de vivir en aquella supuesta prisión y a ser entrenada para acabar en una habitación, mucho más pequeña y oscura donde solo la atendían para pasarle la comida a través de la puerta. Sabía que aquellas paredes tenían algo de especial, más porque los días que la habían intentado sacar de allí todo parecía volverá eclosionar. Ella se sentía tranquila, aparentemente. Pero era como si aquella sed se sangre o blood rage como la había llamado Él en aquella ocasión no estuviera demasiado tranquila y explotara cada vez que se encontraba acompañada.
Durante unos días pensó que quizás todo había sido otra ilusión para ponerla a prueba, para tentar a que se rindiera y dejara de luchar por salir de allí y escapar. Pero los días y las semanas pasaban y sabía que si estaba allí era un claro castigo de que había cometido un grave error. O eso era lo que todos pensaban.
Era como una bomba lista para explotar al salir de aquellas paredes. No podía calmar aquella última imagen de su madre, que atemorizaba cada una de sus pesadillas. Tampoco podía pensar en otra cosa que no fuera su familia, su padre, ¿Sabría él dónde se encontraba la mujer que amaba? Que había amado. Todo se había desmoralizado, no había otra cosa que pensar que no fuera la culpa. Ella era la rara de la familia simplemente por llevar en sus venas la sangre de un dios. Si hubiera sido normal su madre no había muerto. Y ella no estaría allí atrapada.
Al decimoquinto día, o eso creía, la puerta se abrió de par en par para darle paso a Él, intacto, sin sangre en sus labios. Encendió alguna luz, pues la habitación se iluminó de inmediato. ¿Debía de hacerle algo? No sabía siquiera si podría levantarse. Se encontraba demasiado cansada, más una parte de su cabeza llegó a pensar que si la blood rage no le había matado en aquella habitación, nada lo haría.
-Continuamos, pues – fue lo único que dijo, antes de agacharse frente a la pelirroja, como si nada hubiera pasado. Sus manos extendidas hacia ella, esperando a que las tomara y a que volvieran a jugar al juego que tanto le gustaba, al de las ilusiones tontas.
Anya fijó sus orbes cansados en las ajenas, intentando pensar con claridad. Sus ojos humedecían a cada segundo, pero no fue la duda ni el cansancio los que decidieron coger aquellas manos de nuevo.
Con firmeza, se vio sumergida en un pequeño parpadeo de nuevo en aquella habitación totalmente llena de arena. Arena que ascendía de manera rápida hasta su cintura, su pecho, sus hombros. De nuevo, parada en aquella habitación y en aquella ilusión cerró los ojos, tranquila, dejándose llevar por aquella arena que poco a poco la tragaba hasta hacerla desaparecer, rindiéndose por fin a aquello.
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anyastuff-blog1 · 8 years ago
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Todo empezó a eclosionar cuando el cuerpo de la mujer de cabellos rojizos cayó en un golpe seco al suelo, bañado en un charco de su propia sangre. Sus ojos se mantenían completamente abiertos, asustados, como si antes de ser atravesada por aquella espada hubiera podido observar la peor de sus pesadillas hacerse realidad.
Entonces pudo ver el rostro de Él más de cerca, fijamente. Mantenía una pequeña sonrisa de costado en su rostro, sonrisa en la que la rusa ni siquiera se detuvo a pensar. Pero sí que pensó en aquel pequeño hilo de sangre que salía de sus labios. Hilo de sangre que él no notó hasta que comenzó a boquear, en busca de aliento, como si tuviera algo atravesado en su garganta que no le dejara respirar con facilidad.
Tose, pretendiendo así deshacer aquel nudo en su garganta, pero entonces más sangre sale de su boca, casi continua y en un color tan oscuro como la sangre. Pero él no es el único que comienza a toser sangre. Anya se ve liberada de aquella pequeña prisión que tenían sus brazos. La chica rubia, aquella misma que había conocido el primer día y que la había torturado comienza a ahogarse. Pero su sangre es mucho más oscura y pesada, cómo el líquido que salió de los ojos de la pelirroja la primera vez que fue tocada por ella.
La situación se convierte en una cadena, algunas chicas intentan escapar de aquella habitación, pero no les da tiempo de llegar a la puerta. Se ahogan, se ahogan con su propia sangren y tiradas en el suelo intentan buscar ayuda, levantarse, huir. Pocos segundos tarda en caer Él, la pelirroja pensaba que sería el último en caer, pero también se siente poderosa, pensando en que es capaz de alargar el sufrimiento de todas las demás. Y eso hace.
Mientras observa como los cuerpos de aquellas jóvenes se retuercen en el suelo en busca de una salvación que nunca les llegará, Anya se mantiene en pie, observándolas, sabiendo que aquel sufrimiento procede de ella. Que es lo suficientemente poderosa para infligir dicho sufrimiento. Los gritos comienzan a llenar la habitación, y ya la sangre no solo les sale de los labios.
El cuerpo de Anya comienza a temblar con suavidad, no muy dispuesto a ser capaz de soportar todo aquello mucho más. Cae de rodillas en el suelo sin poder apartar la mirada de horror del rostro de su madre
-Прости меня … - susurra, pidiendo perdón a una madre que nunca más la podrá escuchar.
Y es entonces cuando ella misma es la que cae al suelo inconsciente –
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anyastuff-blog1 · 8 years ago
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Матери
-Mamá – dijo de nuevo en un pequeño suspiro de alivio sin poder evitarlo, levantándose rápidamente para correr hasta ella y poder abrazarla con toda la fuerza que tenía. Aquello tenía que ser real. Su tacto era completamente real, su olor. Desde que había dejado de contar los días en aquel lugar no sabía cuántos días llevaba sin saber de ella.
-Anya, ¿Dónde estamos? ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo malo?
Ella quiso cerrar los ojos y olvidar todo lo demás, refugiarse en aquellos brazos en los que siempre había buscado consuelo.
-No lo sé… y no entiendo nada, ni siquiera sé qué estás haciendo aquí..
-Yo tampoco lo comprendo, estaba en casa... Creo que me quedé dormida y desperté en este lugar. Vi como algunas chicas te trajeron inconsciente – explica mientras aparta algunos mechones rojizos de su rostro
-No importa mamá, no tendríamos que estar aquí. Tenemos que pensar en algo para salir corriendo de aquí en cuanto abran esa puerta, ya habrá tiempo después de buscar explicaciones, tenemos que volver a casa – contestó la rusa, intentando no sentirse demasido bien de que su madre estuviera allí, con ella, pues al fin y al cabo era todo un consuelo tenerla a su lado, pero también un peligro pues no sabía cuál era la razón por la que se encontraba allí.  
-Está bien. ¿Cuál es el plan? – preguntó la mayor mientras observaba curiosa a su alrededor
-Cuando vengan, yo los bloquearé de alguna forma, tu solo tienes que salir corriendo y no mirar atrás – la mirada de su madre acentuó la pequeña negativa de salir corriendo y dejar a su hija atrás – No me mires así, yo iré tras de ti. Pero alguien tiene que noquearlos y yo sé cómo hacerlo. – confirmó segura, o al menos aparentando la seguridad que necesitaba para que su madre cediera ante todo aquello.
-Está bien, tú los bloqueas y yo corro. Está bien – volvió a murmurar, no muy firme ante aquel plan. Volvió a rodear a la joven rusa entre sus brazos, con más firmeza que antes.
El momento fue entorpecido por la entrada de varias chicas del lugar, todas ellas con sus uniformes rojizos puestos y sus pelos perfectamente recogidos. Junto a ellas, esta vez, entraba el hombre a paso lento.
-Sentimos interrumpir tal clara muestra de… amor entre madre e hija. – comenzó a decir Él, antes de agacharse y coger de los hombros con firmeza a la madre de Anya, separándola de ella. La joven rusa se incorporó de inmediato para atacar, pero fue aplacada por dos brazos firmes sujetándola para que no se moviera.
- Me has decepcionado claramente, Anya. Solo te he pedido una cosa a cambio de enseñarte a controlar esas… habilidades que desconoces. Pero tú, lo has visto como un claro ejemplo de poder huir y salir de aquí cuando te plazca… ¿No he sido suficientemente cordial contigo para que te quieras… marchar?
Anya frunció los labios, intentando acallar aquellas palabras de ira que luchaban por salir, pero su mirada solo se podía centrar en su madre, aquella misma que le daba ahora la espalda. El hombre seguía sujetándola con firmeza por los hombros, pero poco a poco la soltó y su madre quedó quieta, apenas sin moverse unos centímetros.
-¡Mamá ahora! – exclamó en un intento de que su madre, supuestamente libre de cualquier agarre pudiera correr hacia la puerta abierta que había a su lado. Ella misma intentó escapar de aquellos brazos que la apresaban, más su madre parecía no escuchar, no estar exactamente en aquel lugar.
-No soy de ponerle normas a mis chicas,  -comenzó Él a decir, mientras Anya seguía murmurando el nombre de su madre, intentando hacerla despertar.- pero si tuviera que hacerlo, la primera de ellas sería que nadie me puede desobedecer.
Sus palabras fueron tensas, tan tensas como la espada que desvainó de su cinturón y clavó directamente en el pecho de la madre de Anya, atravesándola.
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anyastuff-blog1 · 8 years ago
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No sabía cuánto tiempo llevaban con aquel estúpido juego, pero se sentía agotada. Quizás la falta de alimento intentaba ejercer algo de presión hacia ella para que se dejara llevar por la arena que llenaba la habitación de aquella ilusión. Pero no podía con ella. Si Él tenía razón, su poder residía en sus emociones, y sus emociones saltaban en alerta en peligro cada vez que se sentía asfixiada. El miedo y los nervios recorrían todo su cuerpo hasta hacerla despertar. Aunque creía que despertaba porque su acompañante no podía continuar con aquella ilusión, aunque aún no comprendía bien si era debido al agotamiento o si ella le atacaba de alguna forma.
-Otra vez – contestó de nuevo, y esta vez tomó las manos de la pelirroja de una forma algo agitada y brusca, provocando que ella apartara una con rapidez y le tomara rápido del cuello, cual impulso. Y de inmediato la oscuridad la abordó de tal forma que pensó que debido al agotamiento de estar tantas horas allí encerrada sería ella quien acabara desmayada, pero el cuerpo que tenía sujeto por el cuello fue el primero que cayó en un golpe seco al suelo.
Anya abrió los ojos de par en par y observó al hombre tirado en el suelo, inconsciente. Había aguantado su propia respiración para saber si realmente el otro respiraba, o si daba alguna señal del vida. Tras unos segundos esperando una reacción que no parecía llegar, la rusa solo pudo hacer una cosa: Huir.
 De inmediato se giró y salió corriendo de aquella habitación, saliendo a un pasillo que parecía completamente desierto. No sabía dónde se encontraban las demás chicas, prácticamente le daba igual. Solo necesitaba salir al mismo jardín donde siempre entrenaban y saltar aquellos cuatro muros que lo rodeaban. Tenía que salir de allí antes de que alguien se diera cuenta de que había escapado.
Una vez en el jardín, se acercó al muro más cercano y buscó con la mirada algo en lo que poder subirse para salir de allí. Pronto encontró unas cajas de comida, que no tardó en arrastrar y amontonar para subir en ellas. Creía escuchar pasos acercarse, voces, por lo que debía de darse prisa.
De inmediato se subió poco a poco en aquellas cajas, sujetándose como podía a aquel muro de piedra vieja para intentar saltarlo de alguna forma. Su mirada se alzó sobre éste y entonces brevemente, pudo observar los terrenos demacrados que se extendían frente a ella: árboles prácticamente carbonizados, la tierra optaba por un color totalmente oscuro, quemado, y no había pizca de civilización por ningún lugar. ¿Dónde la habían metido?
De inmediato un dolor punzante inundó su cabeza, provocando que, con las fuerzas que le quedaban, pudiera aferrarse más fuerte al muro, pero finalmente acabó cayendo por las cajas, regresando al suelo del que había intentado escapar.
 Sus ojos se abrieron con suavidad, acostumbrándose poco a poco a la luz que inundaba aquella habitación dónde había estado encerrada los primeros días, la diferencia notable era que aquella vez no estaba apresada, simplemente estaba tirada en el suelo.
El primer pensamiento que inundó su mente fue que la habían atrapado antes de que pudiera escapar, el segundo que no había forma razonable de salir de aquel lugar, al menos no por su propio pie.
-¿Anya…?
Reconoció de inmediato aquella dulce voz que musitaba su nombre, por lo que rápidamente se giró sobre sí misma en aquel frío suelo para observar a la mujer que permanecía tras ella. Su pelo casi del color del fuego, sus ojos mucho más claros que los de ella y su piel pálida, casi parecida a la nieve del lugar del que provenía.
-¿Mamá?
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anyastuff-blog1 · 8 years ago
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En cuanto sus ojos se abrieron se encontró de nuevo en aquella habitación oscura, sola. La mitad de su cuerpo estaba cubierto de algo frío que comenzaba a invadir la habitación. Sus manos se perdieron entre aquella fina arena, extrañada, lo único que podía escuchar era su respiración acelerada y el sonido de algo caer, de algo llenándose. La arena comenzaba a subir por su cintura, si seguía subiendo podía acabar totalmente cubierta por ella. De inmediato intenta andar, pero la arena se lo impide cual bloque junto a sus piernas. Su pecho comienza a respirar cada vez con más dificultad, el olor de la arena atravesaba sus fosas nasales, poniéndola más nerviosa de lo que se encontraba. El galopeo de su corazón sonaba estridente directamente en sus oídos. Se iba a ahogar, acabaría ahogada en toda aquella arena y se quedaría bajo esta, sin poder escapar.
Y entonces la luz apareció de nuevo, sus ojos se abrieron de par en par y sus labios buscaban el aliento que creía arrebatado. Y esta vez no había arena, se encontraba en aquella habitación, con aquel hombre sujetando con firmeza sus manos. Sus labios se movían, ¿Estaba hablando con ella? Miró fijamente sus ojos oscuros antes de perderse de nuevo en ellos, regresando de nuevo a la ilusión de aquella habitación. Pero esta vez la ilusión duró apenas unos segundos, pues desbordando en su agobio la pelirroja dejó escapar un grito de frustración.
-¡Anya basta!
La voz masculina la sacó de su ensoñación de inmediato, rompiendo el contacto que tenía con sus manos. Lo ojos ajenos la miraban sin aliento, pero escondían curiosidad y fascinación, aunque ella aún no comprendía demasiado bien qué era lo que había sucedido en aquella habitación.
-Tienes que calmarte. – le regaña, tensando su mandíbula y moviendo ligeramente su cabeza, como si intentara despejarse de algo que la hubiera abordado.
-¿Calmarme? ¡Me has metido en una habitación llena de arena! ¡Estaba a punto de asfixiarme! – exclama la pelirroja sin poder evitarlo, aun con los nervios a flor de piel.
-¿A dónde pensabas que te iba a llevar para controlarte? ¿A un playa tranquila? – pregunta Él, quien parece recomponerse de nuevo, pues le tiende sus manos de nuevo- Otra vez.
Ella aflige un pequeño y vuelve a tomar las manos de su acompañante.  
Y de nuevo está inmersa en aquella pesadilla, la arena ahora está prácticamente por sus hombros, ascendiendo rápida mientras el sonido de ésta caer consigue ponerla más nerviosa. Tenía que existir una forma de salir de aquel lugar. No podía simplemente quedarse allí parada dejando que aquella arena la engulliera por completo.
De nuevo aquella sensación recorriéndola entera, no podía simplemente cerrar los ojos y calmarse como él quería que hiciera. Estaba a punto de ser engullida por toda aquella arena.
-¡Joder!
Esta vez salir de aquella ilusión es como un pequeño choque de electricidad que la hace despertar, un despertar mucho más bruto que el anterior que la vuelve a dejar sin aliento.
Su acompañante parece cabreado, demasiado. Nunca le había visto de mal humor, siempre le había parecido un hombre o ser o lo que fuera bastante seguro, y por lo tanto bastante tranquilo. Sus ojos eran mucho más oscuros de lo normal, pero poco a poco se fueron diluyendo, de la misma forma en la que metías un pincel en el agua y la pintura se diluía con ésta. Anya se quedó brevemente sin respiración ante aquella reacción, ¿De alguna forma ella había perdido el control y él… lo había digerido? ¿Le había confesado sin quererlo y él se había limitado a sacudir la cabeza para hacer desaparecer aquel poder?
-Tienes que rendirte. Deja que la maldita arena te trague de una vez. – dijo, firme en aquellas palabras, lo que provocó que la pelirroja frunciera el ceño extrañada.
-Nos vuelves más fuertes con cada entrenamiento. Y ahora quieres que simplemente me rinda ante una cosa que sé que no es real. Es estúpido, o me pides que luche para todo o que simplemente no haga nada.
El hombre tensa su mandíbula, no queriendo hablar más del tema y vuelve a extender sus manos de nuevo hacia ella:
-Otra vez.
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anyastuff-blog1 · 8 years ago
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-Entonces es cierto. Estoy aquí atrapada por lo que crees que soy capaz de hacer – contesta la pelirroja con una pequeña mueca de desagrado mientras se cruza de brazos, en una actitud clara de que no colaboraría con aquello que estuviera pensando.
-Te equivocas en algo, sé de lo que eres capaz – contestó Él, acercándose a paso lento a ella, tanto que ante dicha presión la rusa tuvo que retroceder unos pasos.
-Sé que quieres ayudarme –o al menos aquello era lo que había oído – Pero muchos lo han intentado antes y no ha servido para nada. Incluso mi pa…. Apolo, incluso Apolo ha intentado buscar una solución a lo que me sucede y no ha dado con ello
-¿Buscas solucionar algo así? – inquirió él con una mirada extraña, como si hacerlo fuera todo un crimen. – Tendrías que aprender a controlarlo, más bien. Es parte de ti y por eso no puedes deshacerte completamente de ello.
-¿Y cómo se supone que voy a hacerlo? – exclama ella, un poco exasperada por todo. No solo por decir en voz alta que no podía controlar su poder, sino porque aún seguía encerrada en aquel lugar con un supuesto hombre extraño que tenía todo un ejército de psicópatas.
-Tu poder, ¿Cuándo sueles perder el control? – pregunta. Su voz era mucho más calmada, como si intentara de alguna forma ser amable con ella en aquella situación. La pelirroja frunció sus labios de manera pensativa.
-A veces… Cuando llevo demasiado tiempo sin Confesar a alguien… Siento que lo necesito. Es como si hubiera algo en mí que necesitara alimentarse de pecados, de oscuridad. Cuando lo hago me sienta… Bien. Me calmo y todo vuelve a la normalidad
-Hasta el “hambre” regresa de nuevo – le interrumpe él antes de negar pensativo- No creo que dicha hambre exista, Anya, es algo mucho más simple y por lo que sé que podemos cambiarlo.
-¿El qué? – inquiere ella de inmediato, con un pequeño suspiro de dejadez. Él parecía saber cosas que ella ni siquiera había pensado
-Las emociones– musitó él mientras elevaba su mirada oscura hacia ella – La fuerza de tu poder reside en lo que sientes. Cuando algo te desborda explotas. Literalmente.
Anya entreabrió sus labios extrañada ante aquello, intentando buscar sentido a ellas, más él fue quien siguió hablando.
-En Rusia, en aquel bar, fue la primera vez que mataste a tanta gente con un solo parpadeo. ¿Por qué lo hiciste?
Que aquel supuesto extraño tuviera conocimiento de aquella información la hizo estremecer, más porque sus huellas fueron cuidadosamente borradas, incluso a ella le habían borrado aquellos pensamientos de su cabeza.
-Estaban… nos estaban atacando, no dejaban que saliéramos del local – contestó de inmediato, abrazándose a sí misma al recordar aquello, ya que sintió cómo estremecía al simple recuerdo.
-Ira. Miedo. Nervios. Todo eso creó una bomba que explotó y mató a todos los del lugar.
-Pero no tiene sentido, no tiene que ver con mis sentimientos, o con lo que sentía en aquellos momentos. Fue una salida, una forma de escapar. Fue como… Una forma de protegerme, nada más.
-¿Una forma de protegerte? ¿Y lo que sucedió con el dios nórdico cómo se supone que lo explicas?
Aquello la sobrecogió de inmediato, pues menos esperaba que supiera aquello que había sucedido tras llevar unas semanas en Asgard. La pelea con los Jotuns, Thor dormido entre sus brazos sin poder despertar.  
De nuevo aquel sentimiento de nostalgia atravesó su pecho con aquel simple recuerdo.
-Todo te desbordó. Así desatas esa forma de aniquilar a la gente, un tipo de blood rage que se acciona cuando todo lo que intentas almacenar rebosa. Necesitas controlar eso. Si conseguimos una forma de enfocar tus emociones hacia el lugar correcto en vez de guardártelo todo dentro, podremos controlar tu poder.
 La rusa aun no era capaz de enfocar toda aquella información dentro de su cabeza, pero ¿Y si todo aquello era cierto?
-Déjame ayudarte. Cuando acabe contigo serás una persona totalmente nueva.
Su mirada descendió para observar aquella mano que le había tendido. Debería de haberlo pensado mejor, quizás la oferta era en ciertamente peligrosas, pero no dudó ni un momento en tomarla y apretarla con fuerza. –
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anyastuff-blog1 · 8 years ago
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Pronto pudo aprender que en aquel lugar se regían por una misma rutina. Siempre se despertaban a la misma hora, se vestían, comían y entrenaban. Pero, ¿Para qué?
Dejó de contar los días, descubrió que era lo mejor. Si nadie había notado su ausencia sería quizás porque quien la tenía había sabido borrar bien sus huellas, solo pensaba en si existiría la manera de escapar de aquel lugar.
 Cuando comenzó los entrenamientos pensó que algo de lo que había aprendido en aquel último año merecería la pena, pero estaba bastante equivocada. Las chicas del lugar se limitaban a golpearte hasta que literalmente te tragabas aquel suelo de arena, como si realmente estuvieran en el campo de batalla y aquello fuera una batalla de vida o muerte. Así que descubrió, a partir de comer tierra, que la única forma de ganar una pelea era querer sobrevivir.
 Justo cuando pensaba que aquel sería la única meta de estar encerrada en aquel lugar, tras uno de los entrenamientos se encontró una de las habitaciones que siempre solía estar cerrada con la puerta entreabierta. Sin ni siquiera pensárselo dos veces entró en ella, más llevada por la curiosa que por otra cosa.
 La habitación le recordaba en dicha manera a la especie de prisión en la que ella había estado encerrada los primeros días. Era curioso que todos los pasillos siempre parecieran serios, pulcros y unicolor mientras que las habitaciones por dentro destacaban por estar siempre llenas de cosas, o barrocas como lo veía ella.
 Las estanterías estaban llenas de libros, y en el centro de la habitación solo había dos sillas oscuras, una frente a la otra. Detrás de una de ellas, había un enorme cuadro que ocupaba toda la pared y, por ser ella como era, no pudo evitar acercarse para poder observarlo más de cerca.
 El cuadro era en casi su tonalidad negro, aunque había figuras blancas en su parte inferior que parecían querer alzarse o alcanzar de alguna forma la oscuridad que había sobre sus cabezas. Pero las mismas figuras tenían sus cuerpos retorcidos, la punta del pincel había sido extendida también, como si una pequeña sobre blanquecina fuera la que alcanzara dicho cielo y no los cuerpos en sí.
 -La próxima vez que quiera ponerte una trampa, pondré un cuadro para atraerte a mi.- dijo una voz masculina a sus espalda. La reconoció de inmediato, más porque no había otro hombre en aquel lugar. La mirada de la pelirroja se giró para observar al hombre que la mantenía cautiva allí, su aspecto parecía más demacrado desde la última vez que se encontraron. Sus cabellos, algo largos y oscuros pero sin llegar a tocar sus hombros, estaban mojados, al igual que su rostro.
 -La puerta... la puerta estaba abierta
 -Es igual – contesta él, dando un solo paso al interior para así poder cerrar tras él- Precisamente quería hacerte llamar… Creo que hay ciertas habilidades que me gustaría que me enseñaras.
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anyastuff-blog1 · 8 years ago
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El silencio de su acompañante le hizo darse cuenta de que llevaba razón. ¿Cómo no había caído antes en ello? Ella. El querer ayudarla. A controlarse, por supuesto. El poder de Anya podía utilizarse como arma si era bien utilizado.
 - Entonces, ¿os retiene aquí para utilizaros como armas? ¿Eso es lo que hacéis aquí?
 - Él nos ayuda, aunque ahora te cueste verlo. -explica observándola curiosa- Al principio llegamos desubicadas, sin comprender qué quiere de nosotras. Nos entrena, nos hace luchar una contra las otras para finalmente ayudarnos a controlar eso que nos sobrepasa
  - ¿Y entonces? -murmura la pelirroja aun extrañada
  -Y entonces nos deja ir. Agradecidas. - Y debiéndole vuestra gratitud y alma en el proceso -replica la pelirroja haciendo una pequeña mueca - Anya. Sé inteligente. -matiza la castaña observándola fijamente con aquellos ojos claros - Todas las que estamos aquí no sabíamos qué más había que hacer para mantener todo nuestro poder mortal a raya. Y El no solo nos enseñó eso. Nos enseña a mantenernos cuerdas y a saber defendernos.
Si fueras inteligente utilizarías eso a tu favor y luego te irías de aquí como todas. No llevamos prisioneras tanto como crees. La rusa frunció sus labios, pensativa. Tal vez había una forma de estar allí, hacerse más fuerte. Y si no la dejaban ir ella misma intentaría escapar.
 -Esta bien. - dijo de inmediato, encogiéndose suave de hombros- Vamos a entrenar entonces
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anyastuff-blog1 · 8 years ago
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𝔗𝔥𝔢 𝔢𝔳𝔬𝔩𝔲𝔱𝔦𝔬𝔫
Tres días. Había estado apresada tres largos días. Le habían dado de comer y de beber, como si realmente quisieran cuidar de ella, pero entonces, ¿por qué apresarla así? Cada día el hombre aparecía de nuevo, repetía las mismas palabras que le dijo cuándo se conocieron. Quería ayudarla. Pero no entendía a qué ni el por qué. Su mente vagaba por sus propios recuerdos, recuerdos que ahora dolían al echarlos de menos. Pero no lloraba, ni hablaba. Se mantenía callada como si aquello fuera un signo de rebelión al estar allí colgada. Y cuando se quería distraer observaba a los ángeles, serenos en aquella mesa de madera. Observaba el techo pintado, intentando imaginar que representaban aquellas figuras en aquel cielo azul. Al cuarto día su opresor regresó. Ya no traía con él a la chica malhumorada rubia. Aparecía solo he intentaba hablar con la rusa. Pero ella seguía sin decir palabra alguna, ¿Por qué hacerlo? ¿Por qué ceder a ser ayudada? ¿Ser ayudada en qué? Si Él no revelaba información aun no era lo suficiente estúpida como para ceder ante él. El quinto y el sexto día de nuevo intentó liberarla. Pero la reacción era la misma: Abalanzarse sobre él para intentar noquearlo y huir lejos de allí. El séptimo parece que se cansó, pues nadie apareció por allí. Ni siquiera para darle su fracción de comida. Pero el octavo alguien nuevo apareció por aquella puerta. Una chica, morena, de tez pálida y ojos claros apareció aquel día. Su vestuario era semejante al de la chica rubia que vio el primer día, su pelo estaba exactamente igualmente recogido. No sabía por qué pero supuso que si tenían el mismo peluquero debían de compartir algo más. La chica pareció busca algo de entre su vestuario apretado y sacó una llave, la cual utilizó para despojar de sus esposas a la joven rusa. Y esta vez cayó al suelo, exhausta y algo mareada
 -Eres la primera que aguanta tanto. Y también a la primera que da comida. Por eso Diana no te soporta - "Diana" debía de ser aquella rubia que conoció el primer día. Sentada en el suelo, la rusa se acaricia sus muñecas, doloridas, antes de alzar su mirada en silencio a su nueva acompañante- Como has deducido sí, a todas nos hizo esto. Y sí, todas quisimos huir en algún momento. Pero pronto descubrirás... o más bien te conviene descubrir que la mejor forma de salir de este lugar es aceptar lo que te viene encima y seguir sus órdenes sin rechistar.
 -¿Quién es El? -inquiere la rusa, no acostumbrada al escucharse hablar
 -Primero pensarás que es un coleccionista. Digamos que colecciona cosas. Cosas únicas y asombrosas -se agacha entonces para ayudar a la pelirroja a levantarse - Y eso le hace tener poder. La mayoría le temen, otros le agradecen lo que hace por ellos.
 -¿Agradecer? -repite excéntrica la rusa mientras se mantiene en pie como puede. - ¿Qué hay que agradecer cuando intenta doblegar a la gente secuestrándola y reteniéndola contra su voluntad?
 -Lo descubrirás pronto. -matiza la morena sacándola de aquella habitación en donde había permanecido ocho días en aquella habitación. Era más doloroso llevar la cuenta de los días que llevaba allí. El pasillo era más frío que su habitación, y desierto. No tenía ninguna ventana o puerta que diera al exterior, solo había una habitación al final del pasillo, habitación que cuando se abrió dio lugar a una bañera de lo que parecía agua caliente y una silla con ropajes blancos sobre ella.
 -Báñate. Vístete. Vendré a por ti en diez minutos y estaré en la puerta esperándote. Y sin más, salió de la habitación dejando allí sola a la rusa. Su pequeño cuerpo aun temblaba, sus prendas se habían secado hacia días, pero también hacía días que no se cambiaba de ropa. Sin más divagación la pelirroja se deshizo de sus ropajes y entró rápido en aquellas aguas calientes, dejando que su musculatura se calmara y que las sales del agua hiciera que las heridas recientes de sus muñecas se cicatrizarán poco a poco.
  Hundió todo su rostro en el agua, pensativa. ¿Habría alguna forma de salir y avisar al exterior de dónde se encontraba? Y de nuevo. Aquella pinzada de dolor que la recorría entera ante la nostalgia de su hogar. De Asgard. Hizo una mueca de dolor bajo el agua. Aquellos pensamientos no la dejaban pensar con suficiente claridad, por lo que decidió apartarlos para centrarse en salir de allí. Utilizó las toallas que allí había para secar su cuerpo y su cabello rojizo antes de vestirse con aquellos ropajes blancos. Eran extraños, tenían demasiados bolsillos ocultos, cremalleras y cinturones. Pero parecían firmes y apretados. Cómodos al moverse.
 Apartó su melena casi húmeda tras sus hombros y salió de la habitación para encontrarse con su guía, quien la esperaba con comida entre sus manos. Sin mediar palabra, y hambrienta, la tomó y comió mientras seguía sus pasos. De nuevo, hasta el extremo del pasillo. Esta vez la puerta dio a un lugar totalmente abierto, a un patio. La hierba era brillante y verde, en todo su esplendor de primavera. El Sol parecía calentar más de lo que el edificio del que habían salido parecía.
 El patio estaba lleno de chicas, no pudo diferenciar sus edades, ni sus rostros. Todas iban con aquellas vestiduras, o blancas o rojas. Con sus cabellos recogidos con firmeza. Estaban peleando entre si, o entrenando por parejas. Anya terminó de comer justo cuando sintió unos dedos acariciar su cabello húmedo por detrás. Se sobresaltó brevemente antes de averiguar que era aquella chica que estaba recogiendo su pelo. El mismo peinado que llevaban todas. Extrañada, la pelirroja suspiró con suavidad, concordando todas las pistas que había podido observar antes de hablar:
 -Somos su ejército.
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anyastuff-blog1 · 8 years ago
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𝔱𝔥𝔢 𝔞𝔴𝔞𝑘𝔢𝔫𝔦𝔫𝔤
Sus ojos se abrieron de par en par en cuanto notó el agua fría golpearle la cara. Intentó abrir los ojos, pero la capa de agua aún permanecía en su mirada, por lo que brevemente le costó enfocar su visión .Sentía sus ropajes pegados por completo en su piel, mojados, notando como el frío calaba sus huesos poco a poco. Extrañada, intenta ubicarse, tener un mínimo de reconocimiento del lugar donde se encontraba, ¿Seguiría en Asgard?
Baja su mirada a su cuerpo y aquel simple gesto le provoca un gemido de dolor. Sus manos se mantenían en alto por encima de su cabeza, ambas atadas al techo y sus pies, descalzos, rozaban el frío suelo húmedo. Tiembla con suavidad pero intenta mantener la calma, más para que su respiración se tranquilizara y pudiera oír algo en aquella habitación. Fue entonces cuando siente la respiración tras ella, la misma que anteriormente la había despertado de aquella manera. Parpadea, extrañada.
Aquel rostro le era meramente familiar, pero no podía recordarlo La chica, pues parecía la típica mujer que sus rasgos la hacían aparentar más joven de lo que intentaba ocultar tras ese cabello rubio bien recogido la observó curiosa de arriba abajo, como si intentara ver más allá de ella
-No entiendo qué es lo que quiere Él de ti - matiza de inmediato haciendo una pequeña mueca de... ¿Asco? ¿Celos?
-¿Quién? - pregunta la rusa de inmediato, sin apartar su mirada borrosa aun de la chica rubia. Dioses. Sentía sus muñecas totalmente adormiladas, ¿Cuánto tiempo llevaría allí colgada? Se humedece ligeramente los labios, sedienta. Los sentía húmedos y fríos. Pero no estaba fría por el agua. El lugar en sí tenía una temperatura más baja de lo normal. Desvía su mirada a su alrededor, intentando ver o reconocer los objetos que había en dicha habitación: una mesa de madera, antigua.
La decoración de sus patas de madera eran dos ángeles que parecían sujetar el tablero de la mesa contra sus espaldas. Pero su rostro se mantenía sereno ante dicha labor. También había estanterías. Cubrían prácticamente todas las paredes de dicha habitación. Pero no podía ver qué había dentro de aquellas vidrieras negras. Alzó el rostro para observar el techo curiosa, y de nuevo aquella punzada de dolor recorría cada una de sus extremidades. "Nueva norma: no moverse demasiado" pensó de inmediato, tratando de averiguar si las heridas de sus muñecas podrían curarse sin tratamiento médico.
El techo era ovalado, y mantenía una pintura renacentista de vivos colores que hizo que la pelirroja se quedara brevemente sin respiración ante el asombro. Aquel arte hizo que se olvidara por completo de todo lo demás. Pero aquel pequeño placer se vio interrumpido por su rubia acompañante, quien de inmediato la tomó de la mejilla con firmeza he hizo que la observara. La pelirroja jadeó con suavidad ante el movimiento y ante de nuevo el dolor en sus muñecas.
-Eres una... -comenzó a decir la rubia. Más nunca terminó la frase, o la rusa no lo oyó pues de inmediato un punzante dolor comenzó a recorrerla entera. El dolor se extendía cuál serpiente por su mentón y subía hasta su cabeza, penetrándola y haciéndola gritar de dolor. Sentía sus ojos húmedos. Pero no de lágrimas precisamente.
-!Basta! - exclamó una voz. Masculina. Y el dolor cesó.
La rubia había soltado a la rusa con un pequeño bufido entre sus labios, provocando que esta agachara el rostro, aturdida, y de este cayeron pequeñas gotas negras al suelo. ¿Era eso lo que había salido de sus ojos cuando la estaba tocando?
- !Estaba sonriendo! La muy estúpida. Ha mirado el techo y ha sonreído -replicó de inmediato la rubia, alejándose de ella. ¿Lo había hecho? ¿Había sonreído ante aquello?
- Al menos alguien de aquí puede apreciar el arte que la rodea - contesta dicha voz masculina. Se escuchaba más cercana. La rusa elevó su rostro y observó a dicho hombre. Alto. Fuerte. Fue lo primero que pensó. Era estúpido intentar enfrentarse a él. - Mis disculpas, Anya. Mis chicas suelen ser un poco... celosas cuando llega alguien de nuevas. -matiza, acercándose más a ella. Su olor la invade. Suave. A pino y roble. ¿Habría estado en un bosque? ¿Habría un bosque allí cerca? - No te preocupes. Aquí estarás a salvo. He visto lo que eres capaz de hacer y puedo ayudarte a controlarlo. Es lo primero que has de saber. -contesta y alza sus manos por encima de la cabeza de ella. Y en unos segundos sus brazos caen por su propio peso, la había liberado. Incluso sus pies descalzos tocan el suelo firme
-¿ Estás bien? -inquiere Él, aunque sin demasiada expresión en su voz. Como si realmente no se preocupara cómo se encontrara, pero quería intentarlo. O engañarla. La pelirroja observó al hombre fijamente de nuevo, reteniendo una exhalación de placer al sentirse libre.
Era cierto. Era más alta que ella. Sus brazos desnudos denotaban su gran musculatura, y de nuevo pensó que era estúpido atacarle y huir. Pero debía de intentarlo. En un pequeño grito de rabia la pelirroja se lanzó sobre su opresor, intentando derrumbarlo, llevar sus manos a su cuello y confesarle. Pero la chica rubia la atrapó antes de que hiciera ningún movimiento. -
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