alejandro-bermejo
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ZORRO EN EL ESPACIO
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Amando desde la neurodivergencia
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alejandro-bermejo · 5 years ago
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Príncipe de Maine, reina de Nueva Inglaterra
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Conducíamos de Boston a Sleepy Hollow y se nos hizo de noche porque esa mañana al coche se lo llevó la grua. El novio de John nos había dicho que en su calle se podía aparcar, pero resulta que no. Llovió como nunca, llamé a Toni y lloré mientas me comía el último donut y no le conté a nadie ni una cosa ni la otra. Aún recuerdo del olor a noviembre que entraba por la ventanilla. Y no estoy seguro, pero parecía jueves.
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alejandro-bermejo · 5 years ago
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París
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(...)las siguientes semanas las pasé a solas por París escuchando algunas canciones tristes y otras bonitas, escribiendo por las cafeterías que tenían leche vegetal en postales que compraba para mí y fantaseando con que el reflejo de los espejos me hacía formar parte de todo cuanto veía. -
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alejandro-bermejo · 5 years ago
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En la fatua Nueva York
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Me importaba cero, pero detrás de la segunda bandera por la derecha se escondía pequeña la Estatua de la Libertad. Salimos de la escuela de cine y el Bajo Manhattan sonaba tan manso como un murmullo al que estando lejos no traté de recordar, el mundo entero podía verse desde el banco de madera, llevado por el sol de los barcos y el frío de las gaviotas era fácil amarte en la fatua Nueva York.
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alejandro-bermejo · 5 years ago
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Confesiones de cosas que no le importan a nadie más que a mí
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Me esfuerzo, trato de mantener mis emociones bajo el riguroso control de mis procesos mentales al hilo de la identidad que minuciosa y obsesivamente diseñé para mí, me afano en el tono, me agarro a la paz del mundo y al camino interior, me abstengo de cuantas cosas ahí fuera gritan y nada sin embargo parece funcionar. Anoche el vídeo de un pavo de acción de gracias atado por las patas y barnizado en mantequilla logró hacerme llorar. Vamos bien.
Por mis venas corren los genes de persistentes pensantes y artistas fracasados; tíos pintores, abuelos guitarristas, cantantes, bohemios y faranduleros en general. Ingeniosos, egocentricos, temerosos, cobardes, raritos, ágiles y sensibles hasta la extenuación se pierden todos en el aislamiento del enfadado con un mundo que pareciera deberles algo. En las heridas que el infierno de los demás en su fina piel dejaron, en el victimismo infantil de quien ha superado los cincuenta, en el silencio que deja el que estaba de más, en la pena. Gloriosa raza la nuestra.
Y lo sé, está en mí la semilla del bien que queriendo ser bien se convierte en mal. Que nada te importe, que nadie te afecte, que la indiferencia te salve, que me bañe la superficialidad, que la negación me proteja, que la estulticia se apodere de mí. Vamos a escapar más allá del mar, somos éter, somos hadas, orgonitas, polvo sideral.
Pero todo es una ficción y lo sé, soy un intenso y no lo puedo remediar y me odio por ello. Todo lo tengo que pensar, todo lo tengo que analizar, todo tiene que aprobarlo mi mente, no puedo escapar de mí.
Lo
de
tes
to.
Silencio.
Me exalto por nada, pero es que el sol se me va y este invierno que se nos echa encima se parece demasiado a los otros. Lo siento.
Álex
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alejandro-bermejo · 5 years ago
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Cansado
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Estoy cansado. Me canso. Me canso, me hastío, me doblego y me pliego por dentro y me desazono gris ceniza el pecho.Me someto.Me duermo como humo plomizo que tiñe mis sábanas y cala humedeciendo el suelo. Apesto a ciudad que se recorre a ciegas, a tubos, a feas, a risas imbéciles entre el quinto y la azotea. Y por no llorar mi aversión, nauseabunda inquina, prisión, lúcida mentira, salgo y huelo al charco y al barro, a la paloma tonta y mugrienta, al hombre fúnebre de la puerta. A la calle mojada, a las piedras, a la estupidez como se cuela. A todos. A ella.
Álex Bermejo
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alejandro-bermejo · 5 years ago
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A través del espacio
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La velocidad a la que se desplaza la información entre mis neuronas es, para mi desgracia y la de todos, más rápida que la de este vagón cafetería desde el que veo atardecer por la ventana cruzando España o como le quieran llamar (porque me da igual) a este pedazo de tierra seca. Me aferro y me ilusiono de nuevo como si no existiera más mundo que Madrid y Barcelona, como si el recuerdo vivo de Nueva York fuera a romper la ley del espacio tiempo y pudiera saltar de mi pasado a mi futuro de nuevo, como si mis trastornos mentales no existieran, yo fuera libre y tal vez en Granada fuera a enamorarme desde el mirador de San Nicolás cuando llegue el verano.
Hoy pensaba en lo felices que parecen quienes creen en la ley de la atracción y en los poderes cósmicos que trabajan a nuestro favor o en nuestra contra. No puedo evitar tampoco pensar en lo ofensiva que puede ser la mediocridad intelectual y la charlatanería, en lo aceitoso de estas patatas y en lo mucho que grita tras los auriculares el imbécil con el que durante dos horas y media me va a tocar coexistir, qué horror. Si pudiera, arrancaría de mi cerebro la amígdala y cargada hasta los topes de la metralla de la ansiedad y el terror se la lanzaría a la cara a él y a todos ellos, por mediocres y por simplistas, subiría el volumen a la voz de Henry Mancini y me iría caminando campo a través a un lugar que no conozca, con gente a la que nunca vi y con los ojos que tenía cuando veía.
Como en 2003. Como en 2008. Como en 2012. Como mañana.
Álex
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alejandro-bermejo · 5 years ago
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The meeting
Cuando escuché por primera vez “The meeting” de Koru estaba sentado en un taxi cruzando la Gran Vía a las cinco de la mañana mucho más borracho de lo que me habría gustado recordar horas después. Como una histriónica Naranjo yo también lloraba, el viento despeinaba mi flequillo con una piedad que no podía comprender y las farolas que escapaban amarillas tras de mí parecían recordarme que a la distancia implacable que se abalanzaba entre su vida y la mía nada ni nadie podía hacer retroceder. Aún pesaba la ligereza de la eternidad, mi treintena apenas comenzaba y ya estaba muriendo, el mundo se hundía y a mi paso dejaba de existir; hace falta estar vivo, sin embargo, para poder morir.
Álex
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alejandro-bermejo · 5 years ago
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Con el corazón de viaje
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Definitivamente a mí no me gusta viajar. Tomar el avión es un suplicio de ansiolíticos y rituales compulsivos que orbitan al rededor de todas mis decisiones con varios días de antelación. No soy práctico ni sé viajar con pocas cosas, no me gusta cambiar muy seguido de cama ni de baño y los cambios de temperatura me enferman con facilidad. No aprecio hacer turismo. Me desespera hacer largas colas bajo el calor o el frío para ver monumentos que ya he visto antes en foto y, sinceramente, por lo general no me consiguen emocionar.
Lo que yo amo es cambiar de capítulo y vivir otra vida. Quedarme semanas en un lugar y ser una persona distinta a la que siempre fui. Ser como quienes viven aquí; hablar como ellos, comer como comen ellos, entrar en sus casas y soñar a solas bajo cielos diferentes a los que un día fueron míos. Enamorarme, sentir mi corazón romperse, bailar en una estación, morir de ansiedad y miedo, perderme en Venecia, que me salude al pasar la chica de la puerta. Y es que no hay nada que le haga más feliz a uno que sentir lo que nunca sintió. Como a los niños.
Álex
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alejandro-bermejo · 5 years ago
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Bruxelles. Sur la place Saint-Boniface. Je t’aime.
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alejandro-bermejo · 5 years ago
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Baja emocional
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Hoy me siento hater. Hoy y desde hace unos días estoy desagradable con los demás; con los camareros, con los dependientes, con el espejo, con los que me quieren vender algo y hasta con los que sonríen de más. Supongo que por eso hoy he experimentado placer al poner a un imbécil en su sitio, deduzco que para compensar que pudiera herir mis sentimientos siendo un perfecto desconocido. ¿Qué le pasa a la gente? Debería existir una especie de baja emocional con un cartel bien grande que avisara a los demás para que te permitan ser un completo idiota cuando la vida se te pone fea. Si te sientes triste o alguien no te quiere más, si tu abuela de 91 años se pone enferma y no sabes a qué Dios clamarle mientras paseas este hospital. No hay manera.
Álex
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alejandro-bermejo · 5 years ago
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Afecto gas ciudad
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Se notaba en los cristales que el sol era de invierno y el afecto gas ciudad. Un poso rancio de machismo pseudoizquierdoso lo impregnaba todo y me impregnaba a mí, una pestilente intelectualidad de incómoda sobremesa me inducía a una nausea que no pudiendo vomitar sonreía y cada centímetro de mi cerebro de esponja marina me pedía a gritos que escapara de allí. Simple, fatuo, valiente mentecato, te detesto tanto... ¿cómo te atreves a mirarme así?
Pero esclavo de mis ganas de agradar y preso de las cadenas del decoro, me limité a asentir y con embargo a fingir consenso. Las medallas al valor perecedero pesan y esta guerra yo no la libro más. Colapsa la tarde, nadie se ama, aquí ya no hay nada, ruégole a Dios o al mundo que me explique qué va a ser de mí.
Álex
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alejandro-bermejo · 7 years ago
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El Perro más triste de todo Madrid
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Ese invierno, caminando bajo una de esas medio-lluvias concebidas para dar por culo y nada más, me encontré por San Bernardo con el perro más triste de todo Madrid. Estaba atado a una farola delante de un supermercado, era gordito y un poco feo y tenía las patas tan mojadas y frías como aquel febrero que nos estaba martirizando a los dos. De todo cuanto pasó antes y después de nuestro encuentro nada recuerdo, sólo conservo en mi memoria su aciaga mirada cruzándose con la mía y el escenario que de pronto nos envolvía; el rojo de los coches sobre los charcos, el blanco sucio del supermercado y un cielo que queriendo ser negro no podía dejar de ser gris. Es curioso como el simple hecho de establecer contacto visual con otro ser y compartirle sin querer los profundos secretos de mi pena me hiciera tomar conciencia de cuanto estaba sucediendo a mi alrededor, es increíble el modo en el que soy capaz sentir el sentir de ese instante, no sé explicar cómo creyéndome muerto pude sentirme tan vivo. El peso de unos ojos tristes y el reflejo de una lluvia que puede hacer brillar a los mismos cubos de basura son, supongo, cosas bellas comparadas con la depresión.
Más tarde seguí caminando, no logro recapitular a dónde ni por qué, la calle se torna perforada, sorda y difusa según mi ensoñación, pero sí recuerdo decidir que escribiría sobre lo que sentía cuando sintiera. Y aquí estoy, deseándole este julio que él también esté bien.
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alejandro-bermejo · 7 years ago
Photo
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Cuando cosas tan terribles suceden yo prefiero fingir que no existen. No es autoengaño, es mirar deliberadamente hacia otro lado. Es continuar a sabiendas viviendo con la frivolidad por bandera como si toda esa fealdad no estuviera ahí. Es a fin de cuentas escapismo egocéntrico y lo sé, pero tampoco me he tenido nunca por un buen conciudadano. ¿Te imaginas que esa mujer fuera tu abuela? No, la verdad es que yo prefiero no imaginármelo, esa idea me duele demasiado. Dejadme en paz, no sigáis de ese modo abusando de la realidad, esta guerra y ninguna otra tiene nada que ver conmigo. Es mi derecho vivir a voluntad en la más profunda de las inopias.
Álex
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alejandro-bermejo · 8 years ago
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Cartas al pobrecito hablador
Puedo sentir tu desesperación, Fígaro, caminando desde los restos fantasmagóricos del viejo Parnasillo a Santa Clara. Tenías razón entonces y aún la tienes hoy, Madrid sigue siendo un cementerio. Casi puedo oler la podredumbre en sus rostros deformes, en movimiento pero carentes de vida alguna, carne de sepulcro todos ellos, no sé qué he venido a buscar aquí. Siguiendo los pasos exactos que te llevaron a desaparecer cruzo desde Sol a la Calle Mayor, llueve durante todo mi camino. Busco en las tiendas y en las fachadas, en las nubes que se esconden detrás de las casas que me parecen más viejas, me cuelo en mis pensamientos y los entrelazo con los tuyos según mi lúgubre fantasía, hoy no hay más Madrid que el de 1836. Pobre de mí, carente de tu talento natural me hallo contigo en mitad de una vía muerta entre dos lugares de procedencia, a medio camino entre la ilustración y el romanticismo tú, en algún lugar entre la razón y las emociones más superlativas, estúpidas y carentes de pragmatismo alguno, yo.
Al doblar la esquina de Milaneses con Santigo mi teléfono decide morir. Todo empieza a morir, de hecho, alrededor mío, ahora sin mapa estoy tan perdido como tú. Me mojo más con cada paso que doy pero no hallo forma de detenerme, mis manos frías no responden a las ordenes de mi cabeza y a penas soy capaz de escribir sobre el papel mojado de mi libreta, cuando de pronto llego a la Plazuela. Un silencio distinto se apodera del entorno y el último sol de la tarde decide salir para mi sorpresa. Es supongo una tregua del Dios que me acompañaría de haber creído en él o una revancha del destino para que mi entelequia fílmica cobre sentido al fin. Unos pájaros cantan y nadie camina ya más por aquí ¿dónde está de pronto Madrid?
Bajo despacio por Santa Clara y llego al numero tres de la calle que te vio morir. Debería perturbarme, según mi lógica que ya no es, pero nada más lejos de la realidad sucede. Me invade un sentimiento de paz al tocar los muros de tu fachada, entro en tu portal y me hago pequeño bajo la lampara de araña, la humedad de tu última visión del mundo me hace sentir en casa. Adiós Fígaro, yo sin embargo decido seguir.
Con la energía renovada paso por delante del Real y me río, misántropo de tu calaña, de lo corrosivo que fuiste en este lugar. Dales duro, Duende, el sol se va y las luces amarillas que se encienden sorpresivamente en la cuesta de Santo Domingo me van a hacer sonreír.
De pronto un muchacho de pelo largo y amplia sonrisa me mira a los ojos al pedir de mi fuego algo con lo que encender su cigarro. Supongo que lo ha podido intuir y sospecho de nuevo que soy un romántico. No lo sé pero de mi amor de minuto y medio todavía no me he olvidado. Si no fuera por la razón y el decoro ahora estaríamos tomando café. Pero se aleja como una Dolores fugaz y se lleva consigo la paz que tu tragedia había dejado, como si hubieras muerto por mí, como si tú hubieras sido el actor y yo espectador en catarsis redimiendo mis pecados a través de ti, ahora vuelvo a mi propio escenario. El crepúsculo se ha pintado en el cielo de Madrid.
La Gran Vía que sólo existe para mí sigue histérica, una ambulancia grita como yo, valiente ironía, frente a las luces de un teatro y de San Bernardo a mi casa, por donde subió tu coche fúnebre hasta la que iba a ser tu última morada, subo ahora yo. En la mía sin embargo, el silencio de un teléfono se asemeja a la sórdida nada que precede al disparo, me pregunto qué sentido tiene y por qué a mí esto no me mata, pertenezco tal vez al justo medio de las almas, pero yo sinembargo decido seguir.
Política, gloria, saber, poder, riqueza, amistad, amor. Y cuando descubres que son palabras, blasfemas y maldices.
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alejandro-bermejo · 8 years ago
Video
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Agosto tocaba a su fin. Era una de esas tardes típicamente barcelonesas en las que los turistas apuran sus últimos días de vacaciones divididos a partes iguales entre elegantes emputados y playeros recocidos, los amantes virtuales se dan cita por primera vez en la puerta del Triangle que da a Pelayo con Hello Kitty y las señoras de pelo cardado toman Bitter en el Zurich junto a sus perros de dientes amarillos. Andaba yo deambulando en algún lugar entre la sección de auto-ayuda y guías del ocio de la ciudad, en busca de algún pincel y un par de ideas que de antemano sabía que no encontraría, cuando de repente lo vi claro. Ahí estaba él, imponente ante mis ojos como el monolito de 2001: una odisea en el espacio, insultantemente atractivo y completamente ajeno a la miopía con la que hasta ahora había ignorado su perturbadora presencia, copiosa solera de un pasado que en realidad siempre había estado allí.
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alejandro-bermejo · 8 years ago
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Hermanos
La inquina de Hipnos a Tánatos debe ser vulgar envidia.
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alejandro-bermejo · 8 years ago
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El cementerio está dentro de Madrid. Madrid es el cementerio. Pero vasto cementerio donde cada casa es el nicho de una familia, cada calle el sepulcro de un acontecimiento, cada corazón la urna cineraria de una esperanza o de un deseo.
Larra eterno, siempre guinda de mis confitados días intensos, hoy he descubierto por donde pasó tu féretro. Muy cerca de mi casa, por cierto, que no será nunca un nicho; ni pistola ni Dolores tengo.
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