Natasha Peabody // 24 otoños // Sasser // Singer // Actor // Writer // Painfully English. "The only way to deal with an unfree world is to become so absolutely free that your very existence is an act of rebellion." - Albert Camus.
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Natasha bloqueó su teléfono, regresando su atención al chico del escenario. Rodó los ojos; su poesía era pobre, sus rimas eran fáciles de adivinar, y la poca desviación satírica le dejaba un sabor amargo en la boca. Suspiró, esperando que el siguiente recitara algo un poco mejor; éste ya parecía sacado de un libro de Coehlo.
Pasados los minutos, la morocha tomó su teléfono de nuevo, esperando por el mensaje respuesta de la castaña. Al ver que no había respondido, frunció el ceño. ¿Qué podría estar haciendo? Por favor.
Noche de Poesías
Sintió su celular vibrar, pero lo ignoró. Podría revisarlo en un rato y si era muy necesario la seguirían buscando. Tomó una vez más el vaso de su mesa y con una mano bebía, mientras con la otra acariciaba el brazo de Oliver.
El resto de la mesa bajó el volumen. Parecía imposible que alguien les pidiera guardar silencio total. Al menos habían optado por el camino de los susurros entre los pocos que preferían no prestar atención al performance.
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de verdad
Noche de Poesías
Sintió su celular vibrar, pero lo ignoró. Podría revisarlo en un rato y si era muy necesario la seguirían buscando. Tomó una vez más el vaso de su mesa y con una mano bebía, mientras con la otra acariciaba el brazo de Oliver.
El resto de la mesa bajó el volumen. Parecía imposible que alguien les pidiera guardar silencio total. Al menos habían optado por el camino de los susurros entre los pocos que preferían no prestar atención al performance.
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palabras.
Noche de Poesías
Sintió su celular vibrar, pero lo ignoró. Podría revisarlo en un rato y si era muy necesario la seguirían buscando. Tomó una vez más el vaso de su mesa y con una mano bebía, mientras con la otra acariciaba el brazo de Oliver.
El resto de la mesa bajó el volumen. Parecía imposible que alguien les pidiera guardar silencio total. Al menos habían optado por el camino de los susurros entre los pocos que preferían no prestar atención al performance.
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Agradeció cuando se callaron, por lo que volteó a mirar a la mesa de nuevo. ¿Qué habría dado pié al silencio de esos idiotas?
Natasha frunció el ceño al notar una cabellera castaña conocida. Bah, no podía ser, no en ese club. Esa niña era muy dulce como para estar en un bar, y mucho menos en uno de poesía y sátira. Además, gay.
Ignorando a su cita, quien ahora susurraba -al menos tenía modales.-, sacó su teléfono, buscando una conversación demasiado reciente para quienes fingían desagradarse. "Boston Girl", decía el contacto.
«¿Dónde estás?» Leía el mensaje. Lo envió sin mucho que pensar, como si fuese lo más normal del mundo,
Noche de Poesías
Oliver reía como los demás y Elizabeth sólo sentía algo de pena. Se escuchó un silencio y la voz de alguien saliendo por las bocinas. Liz miró el pequeño escenario y escuchó atenta al poeta. Al menos intentaba, su mesa era la más ruidosa del lugar.
Un poco molesta, soltó un suave codazo al abdomen de su novio. Si no podía con el resto de sus colegas, aunque fuese haría algo con él.
–No seas malo, el pobre está tratando de hablar.– Diciendo esto último, plantó un beso en su mejilla, se acomodó en sus brazos y se dispuso a ver el resto del performance.
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¿theycallme-lizz:
Asentó su vaso una vez más sobre la mesa mientras reía de los comentarios de sus colegas. Hablaban con Oliver como si lo conocieran de rato y disfrutaban en especial, ridiculizar a la pequeña pasante.
"¿Recuerdas la vez que la hiciste audicionar?" Preguntaba uno…
"¿O cuando le hiciste creer que le tocaba ir por los cafés?" Agregaba otro.
Los colores subían a su rostro, ya se había acostumbrado al ambiente del trabajo. Era pesado, claro; pero no se llevaban mal. Era lo que le tocaba por ser la nueva, suponía. Escondía su cara en el costado de Oliver diciendo:
–No les hagas mucho caso.
Una vez trajeron ambas copas -la morocha rodando los ojos ante la obvia selección de un vino rosado por parte de su cita.-, tomó un pequeño trago. Era un buen cabernet, tan bueno como su bolsillo podía costear.
«Y luego Richard me dijo: "Emma, tienes una lagaña", y yo quedé...» ¡Ah!, ¡su nombre era Emma!
Natasha agradeció cuando el primero de los poetas empezó a recitar. Al fin un poco de silencio. Levantó la cabeza, sin embargo, al escuchar los idiotas de un par de mesas más allá, que parecían no conocer la palabra silencio.
Sus ojos se toparon en la cara de uno de aquellos imbéciles, un poco más alto de los demás. ¿En serio? ¿Goaty? ¿Podía ser más cliché? Le dedicó una mirada cargada de veneno, con la esperanza que cerraran la boca,
Noche de Poesías
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Natasha no hacía mucho que había llegado; muy por el contrario de su compañera -cuyo nombre permanecía en la inopia-, seguía sobria. Quizás demasiado sobria.
La morocha suspiró, otro sábado en el mismo bar con una chica diferente. Alzó la mano, pidió una copa de vino. Y ahí se irían las propinas de semanas.
Volteó su mirada hacia la castaña que le acompañaba, dedicándole una breve sonrisa, mientras fingía escucharle. ¿No se cansaría de hablar? «...Cuando viví en Alemania las cosas eran muy diferentes. ¡Tenía un gato!..» Puta madre. Gruñó internamente, esto sería una larga noche.
Noche de Poesías
Sábado, 10 de la noche, apenas medio día desde que había llegado su vuelo y ahora estaba sentado al lado de ella, abrazándola frente a sus compañeros de trabajo en un bar a unos bloques de su edificio. Le gustaba que lo hiciera, así podía sentirlo más cerca. Lo extrañaba aunque no lo dijera seguido.
"Voy por algo a la barra…¿queres?…" escuchó momentos antes y en un par de minutos tenía una bebida en mano.
¿Cuantas de esas llevaba? Según la mesa, al rededor de unas tres o cuatro. No que importase. Esta noche saldría de fiesta.
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—Y hay miles de sedes.— Añadió, como si fuese obvio. Vio la imagen, haciendo una pausa para recordar el lugar exacto. La inglesa conocía bien Los Ángeles, pero aún había lugares que no conocía, al fin y al cabo, no había crecido allí. — Uhm...— dijo, dubitativa.— En la 630 West, con la calle quinta.— respoondió.—
— Excuse me...
— Si, pero por derecho hay una que se llama biblioteca publica de los ángeles —Le dijo con amabilidad, no entendía porque la chica era bastante desagradable con ella si apenas la había conocido. Rápidamente sacó su teléfono y le mostró una imagen de la biblioteca a la que debía dirigirse — ¿Sabes donde queda esa biblioteca — Preguntó mostrandole la imagen — Increíble, espero que Flynn no me eche el primer día —Dijo entre dientes.
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—¡Ah, ya veo! ¡Entonces me riegas tu estúpida bebida encima y es MI culpa!— bufó.— Excelente. Excelente posición, muy, muy madura.— rodó los ojos, molesta. Buscó una servilleta, intentando secar su camiseta.
Bajó la mirada hacia la chica y vaya error. Terrible, terrible error.
Elizabeth podía actuar como una niña de cinco años, pero definitivamente no lucía como una. Absolutamente no.
Aquella "niña" no era solo un rostro bonito, y Natasha sin duda lo notó.
—Mierda.— susurró, ahora para ella misma.
@Lunch
Lo último que necesitaba era a Natasha gritándole. Aún sorprendida por lo frío de la bebida y prácticamente inmóvil, respondió de la misma forma.
—¿PUDISTE HABER AVISADO SABES? ¡NO ES SÓLO MI CULPA!— Miró su atuendo arruinado, ¿cómo regresaría al trabajo así? Su camisa de botones empapada al igual que su pantalón de vestir.
Lado positivo: el líquido era transparente.
Lado negativo: su camisa de botones era blanca y seguro terminaría dando un show que no quería.
—Fuck! —soltó molesta sin importarle quien la escuchara.
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—Uhm, estás en Los Ángeles, hay miles de bibliotecas públicas. —Dijo la morocha, rodando los ojos.— Hay tres cerca, más o menos.— añadió Natasha, quien era cliente frecuente de aquel tipo de lugares.— Una por todo Sunset Boulevard, un poco más abajo del Teatro Capitan. Otra por el N. Cahuenga Boulevard, cerca de Cavalon, ya sabes, al club.— hizo una pausa.— Y otra por Melrose Avenue, a la altura del Boulevard de Beverly Hills. Pero las dos últimas ya son fuera de West Hollywood y más hacia Hollywood.—Sólo pide un taxi.
— Excuse me...
¿Sabe donde esta la biblioteca pública? — Preguntó en el lobby del edificio, tenía que llegar a su lugar de trabajo y todavía no sabía donde quedaba. Era nueva en la ciudad y realmente esperaba que aquella persona la ayudara — Realmente necesito llegara ahí — Le dijo, esperaba una respuesta rápido o que la acompañara hasta allí.
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Devuelveme mi bolso!
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Natasha sintió el líquido mojar su camisa, soltando un jadeo de entre sorpresa y casi dolor ante lo helado que estaba la estúpida bebida. Joder, ¿en serio? Había sacado la camisa de la secadora esta mañana apenas. Su primera reacción fue echarse para atrás.
—¡¿En serio?!— Gruñó, mirando a la castaña.— ¿¡No podías fijarte!? — añadió, absolutamente molesta, y mirándola con fastidio.
@Lunch
Sonrió aún dándole la espalda por ese último comentario. Por supuesto que lo diría. Elizabeth estaba aprendiendo ya sus formas.
—En realidad no cre.—A pesar de haber escuchado la proximidad de la voz, no había considerado que fuera tanta.
Como cereza de pastel a este día hermoso, Elizabeth volteó y sin darse cuenta chocó contra la chica bañándolas a ambas con el contenido del vaso. Frío, no… HELADO se sentía y si no lo limpiaba pronto terminaría pegajosa por el azúcar.
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★ -Bonnie
¿Quieres la verdad, o lo que sería correcto oír? Hay algo debajo de tu piel, que simplemente me vuelve completa y absolutamente loca. Es la manera en que caminas, o como a hablas; quizá tu manera de ver el mundo. Siento como si quisiera siempre estar besando tu piel.
Pero si quieres la absoluta verdad, hace varios años que estuve enamorada de ti. Y te quise tanto, tanto, que incluso ahora que ya no te quiero, aún lo hago a ratos.
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Natasha sonrió, encogiéndose de hombros.— Oh.— la morocha hizo una pausa.— No es nada, tan sólo que me pareces hermosa. Espero que no te moleste.— le dijo.
Estaba hablando con su tía hace un largo rato, necesitaba darle una noticia, pero en realidad su tía no paraba de hablar y ella solo escuchaba — Laura Alice Rosella Pausini, hablas más que un loro, eres mi tía y te quiero ¿pero puedes parar de hablar un jodido segundo? — La interrumpió y luego soltó una carcajada — Adivina quien consiguió su primer papel en una película — Le dijo emocionada. Luego de un rato pararon de hablar y ella cortó. Fue cuando se dio cuenta de que alguien la miraba — ¿Qué te pasa? Pareces hechizado o algo así — Dijo con diversión.
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—Y justo cuando pensé que West Hollywood no podía ser más extraño.—
¡Ay mamá! Me roban...
Estaba como siempre merodeando en los alrededores del lobby en el edificio en donde solamente gente agradable, la mayoría de sus amigos por no decir todos, vivía. Cuando un sujeto agarró y de repente lo cargo para llevarlo a quien sabe donde, aunque no podría tratarse de un secuestro puesto había mucha pero mucha gente ahí, incluyendo la recepcionista, sin mencionar que no vio quien se lo llevaba.
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Natasha se levantó, interesada en continuar su conversación con la castaña.— Claro, entiendo. Creo que podrías regodearte de no trabajar en un Taco Bell, boston girl.— le dijo.
— De vez en cuando, depende de quien pregunte.—
@Lunch
—22… Mal día, mi jefa es una perra y tengo 10 minutos para regresar al trabajo. Como si fuera relevante.—Con medio bocado en la boca se paró de su asiento para rellenar el vaso.—Natasha, ¿verdad?.—Peguntó, dándole la espalda.
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—Un gusto, Kaila.— dijo Natasha.— Tienes un nombre precioso, de lo más peculiar. — Añadió.— Soy Natasha.
Así que este es LA
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Natasha amaba esos pequeños besos que la castaña dejaba por su cuello y hombros, de ese mismo tipo que enviaba corrientes eléctricas por toda su espina dorsal. Un pequeño jadeo escapó sus labios el momento que su mano se coló entre las bragas de la castaña y sintió su humedad. Al mismo tiempo, una sonrisa arrogante se dibujo en su rostro.— Me extrañaste, ¿no es cierto?— susurró ahora en su oído. Un dedo su paseo por su entrada, sin entrar, sólo jugando con ella.
Devuelveme mi bolso!
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