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Las noches de insomnio son las que más me hacen pensar sobre mis errores, y también sobre los errores de los demás hacia mi. El tema de esta semana de insomnio es:

Bloquear y ser bloqueado.

Muchas veces creemos que bloquear o ser bloqueado es de una persona inmadura, y no, no es asi. Acá es cuando la salud mental aparece. Aparece para hacernos dar cuenta que, no son perfectos y que tampoco lo somos. Hay personas que nos lastiman de las peores maneras, rompiendo nuestro corazón en pedazos, amigos, familiares o personas que queremos que no tienen ninguna etiqueta. Ahora vamos a que no siempre somos las víctimas de la historia, nosotros también lastimamos y herimos, de manera consciente e inconsciente, pero lo hacemos. Y ahí es cuando bloqueamos y nos bloquean, no esta mal curarnos, no esta mal evitar contacto con otra persona porque nos hace mal. No está mal sanar. No está mal abstenerse de comentarios y mensajes filosos. Porque para filosos están los cuchillos, y nosotros no queremos que algo con ese filo nos lastime.

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No se olvida a quien realmente se quiere, es imposible superar tan rápido a una persona con la que compartiste tantos momentos lindos, no se puede simplemente borrar de tu mente, a aquella persona que conoció lo peor de vos, e igual se quedó por todo el tiempo que pudo, no vas a poder sacarte de la cabeza a la única persona que quisiste con todo tu corazón, a esa persona a la que por más que la miraras miles de veces, se te hacía imposible encontrarle algún defecto, y si por ahí le encontrabas alguno, lo hacías perfecto, a tu modo. No intentes olvidarla, porque no vas a poder, pero si vas a tener que intentar vivir sin la necesidad de tener a esa persona todo el tiempo, porque ya no la vas a tener ni siquiera un segundo. La vida no se trata de olvidar, se trata de soltar, de poder dejar ir a una persona, sabiendo que es para siempre, que quizás nunca volverás a escuchar su risa, ni sus palabras, ni vas a poder sentir el calor de sus abrazos otra vez. Y aunque duela, lo mejor es aprender a construir nuestra vida de otro modo, sin esa persona. La gente está en nuestra vida SÓLO por el tiempo que deben estar, después se van, y hay que dejarlas ir. No vale la pena quedarse estancado en un amor, que ya no volver a ser.

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No quiero. Hoy no quiero pensar en vos y en lo me hiciste. No quiero que todo termine girando a tu alrededor como de costumbre. Hoy quiero ser yo, en mi máximo esplendor. Quiero por una vez en la vida, ser la que decida estar bien y la que tome la rienda. Soy yo la que se levanta todos los días para enfrentar al mundo. Soy yo la que hace todo por lograr lo que quiere. Soy yo que se queda hasta tardes horas de la noche para ser la mejor. Soy yo y solo yo, la que decide estar bien o no. Soy yo, acá, ahora y siempre.

Por eso mismo, hoy tomo las riendas de mi vida y de lo que quiero, me apropió de mi bienestar y de lo que me hace feliz. Todo para que? Para que dejarte tranquilo de que al fin y al cabo, no eras el centro de nadie.

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Hace mucho tiempo oí sobre la conexión, sobre el tipo de click que solo haces con cierto tipo de personas, con cierta persona. Les creía, sí, pero una parte de mí no creía que hubiera alguien así de conectado a mí. Hasta que te conocí y entonces tuvo sentido. No solo nos gustaba lo mismo, cumplías deseos que nunca te dije, sin saberlo, tal vez sí, sin decírtelo.  Cada vez que nos alejábamos, no solo algo nos hacía volver al punto de partida, había algo que me avisaba cuando regresarías, mi corazón se aceleraba al recordarte  y no entendía por qué, hasta que un mensaje tuyo me hacía entenderlo.  A veces, cuando te pensaba, aparecías, en cualquier momento del día, por la mañana o por la noche, de repente aparecía tu nombre por algún lado. Nunca supe si eran todas increíbles coincidencias, pero cada vez que lo recuerdo y me vuelve a pasar, algo en mí se acelera y me hace creer que hay una fuerza más allá de nuestra comprensión que nos une.

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Estas ahí, con el alma abierta, esperando que te diga que todo lo que dijo alguna vez fue real. Ese alma tan pura y llena de sentimientos que quieren explotar, abierta, y expuesta a cada golpe que sabe que está por venir. Pero al fin y al cabo, abierta.

Tu alma reconoce que todo esto va a doler, es consciente que la vas a golpear con cada sílaba que salga de su corazón insensible. Pero tiene esperanzas. Esperanzas de que la mente juegue en contra, y que el alma al fin esté a su favor. Porque las esperanzas son las ultimas que se pierden, así nos decían nuestros abuelos.

Nuestros abuelos, que quizás vivieron con los sentimientos expuestos porque claro, era otra época. Porque sentían real, sin pelos en la lengua y con respeto. O quien sabe, quizás los vemos así, tan eternos pero, y ¿si en realidad ganó la mente, pero con el pasar del tiempo expusieron sus almas y lograron fusionarlas? Solo saben ellos.

Ojalá siempre gane el alma, y que la mente pierda control de nosotros. Ojala que el alma siempre sea sincera, que no nos quite esa esperanza, y que esa esperanza comience a estar más seguido y que brinde más amor que desamor.

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Ojalá que nos volvamos a cruzar, con otro pensamiento, con otra edad, con otros besos y con muchísimas más ganas que antes. Ojala que nos crucemos y pensemos que fue lo que hicimos mal, que tan malos fueron los besos como para dejarnos de darnoslos, que tan inocentes éramos que nos daba miedo dejar todo por amor y que por qué faltaron tantas ganas en un amor que sabíamos que era real. Ojalá nos encontremos.

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Nunca fuiste para mí. Y mi peor error era saberlo, porque lo sabía, sabía que no eras para mí. Fui tan estúpida, en creer que me querías, que por unas simples miradas estabas interesado en mí. No voy a mentirte, me diste esperanza, y eso era lo que más buscaba en ese tiempo. Pero jamás me diste amor, solo esperanza, solo pequeños trozos de ilusión que solo servían para ayudarme a sanar, pero sin sanarme del todo, inconscientemente hiriéndome más. Sabía que no eras para mí porque sabía que no eras para mi, vos no sabías lo que querías, pero yo tenía claro una cosa, te quería a vos. No había ni opción 1 ni 2, para mí eras vos y solo vos. Pero vos tenías tantas opciones, y lo peor del caso es que nunca fui una de ellas. No te culpo, en realidad, me culpo a mí por creer que las cosas pueden cambiar para mí. Ahora descubrí que en ningún tiempo me quisiste, y tengo que estar bien con ello, aunque me duela, porque no fue tu culpa, fue mía por creer en vos. Debería estar mal, supones, debería estar revolcándome en dolor, pero no es así, y por primera vez reaccionas. Pero yo ya no te quiero acá, porque yo quiero algo real, seguro, un amor que me consuma, un amor que luche por mi cada día, y vos, vos jamás luchaste por mi, a pesar de todo, yo te buscaba cada día, hasta que me cansé, y dejé de buscarte, y vos no hiciste nada por mí, y ahí lo entendí. Lo entendí todo.

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Hola, ¿cómo estás? Seguramente estarás preguntándote como tuve la valentía de escribir estas palabras y enviártelas sin vueltas. No, no soy como ella. No necesito alcohol para decir las cosas que corren por la mente y me torturan el alma, vos sabes que yo siempre he sido de esas que cree que el dolor de un corazón roto y un alma apagada resulta ser más embriagante que una mismísima botella de tequila. Y ahora estoy tan embriagada de ese dolor que en este preciso momento las sensaciones me invaden de pies a cabeza, siento mis dedos chocar contra el teclado, mi corazón a punto de salirse del pecho, un nudo en la garganta, ganas tremendas de gritar y ganas de llorar como una nena chiquita.  Siempre me ha gustado pensar que soy de buen corazón, aquella que perdona a todos y todo sin importar cuanto daño me hagan, sin importar cuantas cicatrices dejen en mi piel, siempre he pensado que mis cicatrices no cuentan siempre y cuando la otra persona mantenga una sonrisa en su rostro.

"Siempre tan buena, siempre tan amable... por eso siempre estás llorando, seguramente" una vez mi abuela me confesó aquello a mitad de nuestra maratón de películas de horror cada viernes. Y aunque varios me digan que debería tener más cuidado en esos temas del corazón, estoy segura que pese a las advertencias yo siempre me dejaré engañar. Y es que nunca me ha molestado entregar mi corazón con manual e indicaciones de trato, siempre lo entrego así, desnudo, frágil. Me da miedo pensar que lo estrujaste cuando estuvo entre tus manos, porque déjame decirte que lo estuvo. Hubo un momento en el que pensé que mi corazón se había vuelto tu juguete favorito y vos un chiquito con juguete nuevo, ese juguete que dejas abandonado por una temporada y a la otra estación volves y juegas con él y, para cuando el invierno llega otra vez dejas abandonado a su suerte en una sucia repisa para que se llene de polvo, para que vea como vives sin remordimientos, para que vea como poco a poco lo olvidas. Tal vez debería hacer caso a las indicaciones de mamá, debería pensar antes de entregar mi corazón aunque últimamente lo entrego en bandeja de plata y todos los comensales parecen querer comer de él. Pero mientras averiguo como hacerlo, seguiré acá, embriagándome con una dosis de corazón roto y un traguito de alma apagada.

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Una vez leí que la herida no se cura con quien se la hizo. Pero creo que las personas vuelven para volver a sentir lo que alguna vez sintieron, ese amor y cariño del primer día, esa sensación de satisfacción... Pero todos sabemos que, ahí no es. Ahí no es donde te tenes que sanar, ahí es donde no tenes que estar. Sos más que una herida por sanar, sos una persona que necesita amor, y no necesariamente ahí, en la familia, en los amigos, en nuestra mascota. Hay tanto amor por tantos lados pero siempre vamos por lo "fácil", lo que conocemos y que nos hace daño, todo por no arriesgarnos a alguien más que nos haga feliz.

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Después de mucho tiempo te volví a ver, con esa sonrisa y esos ojos brillantes aspirando al mismo futuro que yo soñaba, y sonreí. Sonreí porque te volví a ver, de punta en blanco y feliz, sabiendo que tenías un montón de posibilidades a cumplir esa meta. La cumpliste, la cumplimos, pero vamos por más. Se que paso mucho tiempo, que los errores gastaron ese amor que alguna vez imaginamos, pero creo en el destino, y creo en vos. Creo en ese amor que teníamos, creo en que ahora en adelante nuestros caminos van a seguir cruzando, pero también creo que ese amor era todo imaginación mía. Y duele. Duele saber que era un producto mío toda esa idealización, o quizás no, pero hoy en día nada es seguro, sino miranos a nosotros.

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No me gusta hablar de mí.

No me gusta darme cuenta de que soy una coraza de falso coraje que esconde gran cantidad de debilidades.

No me gusta sentirme débil o frágil, mucho menos serlo a los ojos de alguien más.

No me gusta saber que no soy esa persona fuerte que tanto he querido llegar a ser.

Me siento hipócrita por pensarlo, me siento falsa por demostrarlo. Aunque eso nadie lo sabrá, a menos que vea mis lágrimas y lea éstas letras.

Algo poco probable en este mundo lleno de improbabilidades.

Me gusta que la vida siga su curso sin poner tanto énfasis en cosas que no importan, como las tristezas y soledades; Esa clase de tonterías se olvidan en el fondo del corazón.

Lo que poco imaginamos es que los tormentos del alma empiezan a pesar, son sentimientos y recuerdos etéreos que empiezan a condensarse en el cuerpo, y escapan a manera de lágrimas.

Por eso cuando estamos tan llenos de sentimientos, lloramos sin mayor explicación que todo eso que llevamos acumulando tanto tiempo.

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Curarse.

Uno tiene que curarse primero. Te andan obligando a disfrutar el momento, a soltar lo que te hace mal, a dejarte fluir con las circunstancias y a entregarle todo al Universo para que suceda lo que convenga. Uno primero tiene que curarse. Dejen de mentirle a la gente rota que todos sabemos que a nadie deja de sangrarle la herida por poner las patas en el agua y acariciar al perro mientras se les agradece la existencia a las tostadas que comemos todas las mañanas. La gente pide magia para que no duela y entonces se lo cree, y después los ves por ahi sintiendo culpa por no tener los huevos necesarios para salir a bailar y reírse a carcajadas mientras acaba de enterrar en el medio del pecho al amor de su vida. Termínenla. La gente rota guarda pedazos de vida que necesita sanar. Necesitan abrazos que se acomoden como mantas capaces de apretarles bien los cuerpos hasta que dejen de supurar. Tienen que dejar de supurar. Tienen que sanar. Están lastimados, no son boludos. No necesitan escuchar lo que hace rato están tratando de hacer y no pueden. A veces no se puede loco, no se puede. Es que la vida a veces duele. Duele. La pérdidas, los desengaños, los desencuentros, los abandonos, las decepciones, los sueños frustrados, las promesas incumplidas... Duele. Todo eso duele. Entonces antes de meter las patas en el agua y sacarse una selfie acariciando al perro, tienen que sanar. Y para sanar hay que saber frenar. Mirar lo que nos sacudió el cuerpo y el bocho y frenar. Frenar para ver, para entender, para reconstruir y también muchas veces para terminar de destruir. Cortenla con esas boludeces de que el que no se anima no es valiente, agitando esa pseudo libertad que se supone hay que poner en marcha porque mañana puede ser que se termine el cuento. Dejen de molestar a la gente que está haciendo su duelo, que se está encontrando con su pena con su soledad y sus vacíos. Respeten. No sean mentirosos. Todos sabemos que a veces simplemente no se puede. No se puede. Esa gente se está sanando. Se está enfrentando a sus fantasmas y a sus tormentas porque para poder salir a bailar con la música a todo lo que da, primero hay que saber curarse. Eso es la vida. Asumirlo es el paso necesario para poder pararse cuando se pueda y como se pueda. No apuren a la gente. Dejen que se curen, carajo, Y después quizá si. Con menos dolor, con la herida ya sanada y con el cuerpo mas liviano, que pongan las patas donde las quieran poner , que cumplan esa cuenta pendiente por hacer, que llamen a quien tengan que llamar, perdonar a quien no pudieron perdonar y que si se les canta el culo le agradezcan al Universo y a las tostadas por todo lo que les da. Pero dejen que la gente se sane. Dejen que se curen.

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te deje ir y a los minutos me arrepentí, pero no volví a buscarte. los días pasaron y te vi siendo la persona que eras realmente, definitivamente volvería a dejarte ir.

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Cada día confirmo más que nunca hubo un hilo rojo entre nosotros dos.

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No eran novios, no iban a serlo nunca, no por falta de ganas si no por falta de interés. Se veían a ratos, eran felices en algunos momentos puntuales. Uno de ellos solía ser los fines de semana, cuando la veía en alguna fiesta, y casi siempre a las 5 o 6 de la mañana. Buscaban el calor, la pasión, no buscaban amor, ni una relación estable, al menos uno de ellos. Él era libre, como el viento, como los pájaros, volaba de un lado a otro y de vez en cuando necesita posarse en algún sitio. A veces buscaba otro calor, otra cama y otras sabanas que no fuera las de ella. Ella era diferente, no necesitaba a nadie más, solo lo necesita a él, le daba igual cuanto durara el amor entre ellos, porque ella se agarro a que el significado de la palabra amor no llegaba a nada más de lo que ellos dos tenían. Ni más ni menos, ratos de pasión y quizás alguna que otra noche completa, pero a la mañana volvía la pesadilla, los mensajes a destiempo, o incluso mensaje sin responder. Ella se enfada, pero lo hacia con ella misma, le volvía a decir que no la volviera a molestar, que si esa era su manera de querer, que no la quisiera. En realidad era mentira, ella deseaba que su telefono volviera a sonar, aunque fuera a las 5 de la mañana. Quiso pensar que no había otra manera de querer. La cosa seguía, pasaban los meses y entre ellos no cambiaba nada, él era de muchas, ella solo de uno.

Le encantaba pasar noches a su lado, lo miraba mientras él dormía, no se explicaba como lo podía querer tanto. Ella sabia que él la quería, pero ese amor loco ella no lo soportaba. Pensó que seria mejor terminar toda esta aventura que la tenia loca, esta vez de verdad. Él le dijo hasta luego y le dio un beso en los labios, como siempre, pero ella sabia que no era un hasta luego, esta vez seria un adiós definitivo, fijo sus ojos en él, lo miró y lo observó hasta que él cerro la puerta. A ella se le derramo una lágrima y entre dientes dijo: ”Esta vez sí. Te voy a querer siempre.”

Llegaron los mensajes de nuevo a las 5 de la mañana, esta vez no había contestación. Comenzaron llamadas y mensajes durante días, seguía sin contestación, incluso llegaron los bloqueos a todo tipo de red social. Pasaron días, incluso varios meses, hasta que se encontraron. Ella temblaba, a él por primera vez se le hizo un nudo en el estomago, la había perdido y esta vez para siempre. Ella le había dado sentido a su vida con amor de verdad. Encontró a quien la sabía cuidar, la sabía querer. Ella no iba a querer nunca más a alguien como lo había querido a él, pero eso es lo que necesitaba en su vida, un amor tranquilo y verdadero y no volver a querer a nadie como lo quiso a él. El sentido de amor de esa relación jamas podría ser sano.

Pasaron los meses y él seguía igual, pero ahora era diferente, porque en todas las mujeres la buscaba a ella, y no la encontraba, se sentía vacío. Se maldijo mil veces por no haber sabido apreciar el amor que ella siempre había sentido hacia él durante años. Caían lágrimas de sus ojos, no se lo podía creer, lloraba por una mujer, lloraba por amor, lloraba por ella. Agarró su teléfono, trago saliva y le mando un último mensaje: ”Te extraño, y te necesito conmigo ahora y siempre, nunca pensé que yo dijera esto, pero no soy feliz sin vos a mi lado. Te debí querer menos y quererte mejor, siempre te voy a estar esperando pequeña..”

Y una vez más, no hubo contestación.

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Necesito a alguien que me sostenga cuando me estoy cayendo a pedazos, necesito alguien que por primera vez se quede a mi lado, necesito alguien que me apoye no que me decepione, necesito que alguien me note. Que yo sola ya no puedo.

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me entristece saber cuántas veces he intentado avanzar, y he terminado retrocediendo tres metros más. a veces, me gustaría ser como aquellas personas que se levantan con mucha más fuerza después de cada caída, pero no puedo, no es parte de mí, siempre he sido esa clase de ser humano que llora y termina frustrándose al no poder seguir adelante. me faltan las fuerzas, aunque quizá también es porque no tengo quién pueda abrazarme y decirme que puedo hacerlo, esas son las consecuencias de la soledad, la triste maldición de todos aquellos que terminamos solos y perdidos en un mundo hecho para tener compañía.