Tumgik
actualidadychismes · 3 years
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SALIR A LA CALLE, EL MAYOR EJERCICIO DE CONFIANZA
Cuando algo te inspira es mandatorio coger papel y bolígrafo. Hoy me encuentro en una pequeña isla al norte de Australia, en medio de la barrera coralina.
Empiezo escribiendo sobre lo que podría resumir como una «oda al covid», no por su contenido poético, el cual todavía no soy capaz de lograr sino más bien por su tono a la alabanza.
Como se irá intuyendo a medida de que el blog acumule contenido, soy muy forofo de todos aquellos sucesos que desencadenan el movimiento de esa materia gris que últimamente parece estanca en presas construidas con miedo armado. Oportunidades perfectas para la reflexión y cultivo interno que no es más que nuestro manantial de felicidad.
Gracias Covid por el día de hoy, por permitirme disfrutar de esta playa con, como lo llaman aquí, «social distancing» de 200 metros entre los demás humanos de la isla y yo, gracias por limitar el aforo en el número de barcos y helicópteros de curiosos.
Gracias por permitirme pasear respirando aire y no humo, por darme ese silencio, a la vez ensordecedor, de una ciudad tranquila que despierta al alba y se acuesta con el ocaso.
Gracias por detener el tiempo, por sacar el pie de la cama y hacer que este planeta acelerado con velocidad angular directamente proporcional al número de chupitos de jagger que uno toma, se detenga. Ahora no tengo prisa, no he quedado con nadie, trabajo a mi ritmo, con zapatillas de andar por casa, recién levantado, sin atascos y con mi zumo de todas la mañanas que por supuesto nunca tomo.
Y permítame el lector que así lo sienta, mi falta de empatía, pero es que en los dramas sociales y crisis de la historia, solo puedo hacer que sentir esa brisa marina que indica la llegada de un viento favorable. Traduciéndolo al lenguaje matemático, ante cualquier evento, ya sea simple o compuesto, el incremento de casos desfavorables no hace más que advertir el repentino aumento de las probabilidades de éxito.
Todo parecía apuntar que el devenir global pasaba por la despoblación de las grandes ciudades y la potenciación de los modelos de trabajo y compra online. Lo que no se intuía con tanta facilidad era cual sería el suceso histórico que lo desencadenaría y, como todo cambio global en la historia, tampoco iba a suceder de manera paulatina. Sea como sea, ya tenemos la respuesta, un glorioso virus de nombre poco elaborado made in China. Covid 19.
Hoy, año 2020, guardamos metro y medio de separación entre nosotros, nos miramos con desconfianza, vestimos mascarillas y pantallas protectoras o tenemos limitaciones y restricciones para salir a la calle. Oye, y por primera vez en mucho tiempo, estamos todos de acuerdo con ello, o eso indican las mayorías parlamentarias que han tomado estas decisiones.
No voy a entrar a debatir sobre como ha aparecido este virus, si es un montaje, si la abuela fuma o que sé yo. Oportunidades, política y comportamientos sociales es de lo que trata este blog, no me voy a desviar. Le dejo a Miguel Bosé las conjeturas del Área 51.
Le dedicaré a este punto un párrafo más. No es que no crea que las élites político-económicas mundiales tienen otras prioridades en su vida diferentes al resto de los mortales como, por ejemplo, jugar a los playmobil con la raza humana, seguramente así sea. Tiene que ser jodidamente aburrido tener lo que quieres cuando lo quieres, estar fuera del «caloret» del sistema es como vivir en un pueblo de 10 habitantes, lo único que haces es drogarte mientras solucionas el mundo. Mundo, por cierto, que tal vez consigas cambiar pero en el que nunca vivirás. Así que tampoco entiendo tanto afán por controlar nada. De todos modos, tengo un post preparado donde reflexiono sobre la gente «poderosa» y sus quehaceres.
Así que como iba diciendo, lo que pasa es que las cosas son como son, el mundo es como es y nosotros, seguimos siendo lo que somos. De hecho, solo hay una cosa que nos aleja de ello y es la idea del miedo, a lo desconocido, a la muerte, al rechazo, a enfermar, al sufrimiento físico y a mil millones de cosas más. No pasa nada por tener miedo aunque todo está en nuestra cabeza. No he conocido arma más poderosa que las ideas. Estas pueden convertirte en la persona más insignificante o matarte de hambre por voluntad propia pero, de la misma manera, pueden hacer que teniendo nada vivas como si lo tuvieras todo. Vivir conforme a tus ideas es la única manera de hacerse inquebrantable.
Y es aquí dónde reside la clave de este artículo y todo mi énfasis. Cuando en tu cabeza empieza a germinar la idea de que lo desconocido es un motivo de celebración, todo, absolutamente todo cambia. La muerte ya no es algo por lo que temer ya que se convierte en algo intrigante, un punto y a parte, simplemente el inicio de otra historia. Y cuando eso pasa, lo más grave a lo que temer se va reduciendo cada vez más. Si morirme no me asusta, ¿porqué si debería hacerlo algo que tal vez podría matarme en una probabilidad muy baja?. Sí algo que tal vez podría matarme no me asusta, ¿porqué si debería hacerlo lo que piensen de mi? Y así, sucesivamente. Y es que cuando uno llega a ese punto está listo, listo para sentir, para vivir una vida que como mínimo pueda hacerle más feliz que la intrigante idea de morir. Empieza un nuevo capítulo donde cambiando pequeñas ideas, te haces fuerte, impredecible, te conviertes en el dueño de tu destino.
A esta altura del artículo es donde toma sentido el título del mismo. Te das cuenta de que confiar en el prójimo es lo único que te queda y no lo haces por obligación, lo haces porque te sientes cómodo con ello, es más, porque quieres hacerlo.
Vivimos en manada y cada uno de nosotros es una parte clave de esta, sí, todos y cada uno de nosotros somos piezas fundamentales. Así que cada vez que respiramos estamos confiando en alguien, el arquitecto que hizo bien su trabajo, el conductor del autobús que nos lleva sanos y salvos a casa o en ese piloto que tiene las mismas ganas de hacer aterrizar el avión que tú. Que tiene familia, igual que tú. Y es que en definitiva, al querernos a nosotros mismos axiomáticamente queremos a los demás. De hecho, la mayoría de nosotros quiere a los demás, les abre la puerta de casa a los desconocidos, se relaciona con la gente, no le teme por ejemplo, a un virus que cualquiera pudiera tener. Porque como hemos dicho antes, queremos vivir en sociedad y para ello hay que asumir que debemos querer esas relaciones interpersonales que tantas veces nos salvan y que tan pocas nos hacen sufrir. Todo el mundo que nos rodea vive pensando en como hacernos la vida más fácil y trabaja para ello. Desde el albañil que nos da un techo en el que vivir hasta el granjero que nos alimenta. Los únicos que no quieren eso en algún caso, son aquellos que les preocupa más amasar cantidades ingentes de dinero. Esos que nos roban tiempo de vida, esos, no nos quieren. Así que si algún día nos contagian un virus, nos atropellan, incluso si nos quitan la vida de forma accidental, paradójicamente, también hay que quererlo ya que es lo que tiene el azar y el vivir en sociedad, nos hace más bien que mal, aunque a veces duela. Repito, de forma accidental.
Dicho lo cual, cuando un gobierno, nosotros, nos encerramos en casa, estamos viviendo con cobardía. ¿Qué vida nos espera? Desprecio por el prójimo, desconfianza, aislamiento… Ya estamos muertos. Acabamos atajando por el camino de lo que huimos.  Por eso hay que ser personas, como lo somos todos los días. Escuchar recomendaciones de otras personas que saben más y tomar decisiones maduras, como personas que también somos. Además de ello, respetar las decisiones del prójimo y quererle, quererle mucho, porque recordad, es muchísimo más lo que nos da, que lo que nos quita.
Salid a la calle, pasadlo bien y si llegado el momento debéis luchar, hacedlo, hacedlo con ideales. Y, si algún día llega ese momento de cruzar la puerta por última vez, levantad la cabeza y sonreid, empieza una nueva etapa, la más especial de todas, la más ilusionante, aquella de la que nunca nadie no podrá hacer jamás ningún spoiler.
Así que vivid, con intensidad, reflexionad, idead vuestros límites, vuestras líneas rojas y pase lo que pase jamás dejéis que nadie os obligue a cruzarlas, no dejéis que nunca nadie os pueda quitar la ilusión por vivir, somos fuertes, jodidamente fuertes. Hemos sometido a todo el mundo animal y no lo hemos hecho en combates cuerpo a cuerpo, hubiéramos perdido, lo hemos hecho a base de pensar, a base de ideas, eso es lo que somos, ideas, lo que nos coloca en la cima de la pirámide.
Por último, dejadme que os diga queridos lectores que no hace falta hacer grandes locuras, ni querer inventar nada, pequeñas ideas cambian el mundo y vuestras vidas. Colón, cuando zarpo hacia las indias, no quería descubrir un nuevo mundo, simplemente lanzarse a lo desconocido intentando llegar al mismo sitio que los demás. No hizo gran cosa, simplemente vencer ese miedo a lo desconocido, quiso llegar al mismo sitio que todo el mundo pero con un pequeño pero, no lo iba a hacer por el camino de siempre, el que no ilusiona, del que si hay spoilers.
Cada día tenéis esa oportunidad para hacer el pequeño cambio de chip. No dejéis que el miedo os nuble, recordad que lo peor que os puede pasar es cruzar una puerta con los nervios de ese primer día de colegio. Aprovechad esta , el corona, para conocer esos pueblos de extrarradio, mudaos, el teletrabajo y la compra online os ahorrará mucho tiempo, cread vuestra pequeña calle de vecinos y queredlos. Abriros un blog y seguid el mío, salid a la calle a disfrutar de los vuestros y dejad las puertas abiertas. Mientras tanto, mantengámonos unidos, no hace falta estar físicamente cerca para ello.
Finalmente, no os olvidéis de disfrutar, empieza un nuevo futuro en el que todos seremos más blogueros que nunca, trabajaremos desde donde nos plazca, con las vistas que queramos tener en frente, cambiad vuestras prioridades y trazad vuestras líneas, esas que jamás dejaréis que nadie os haga cruzar.
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actualidadychismes · 3 years
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CONVERGENCIA DE LAS ANOMALÍAS, LA ESPAÑA DORMIDA
Explica en su relato Martin Niemöller pastor y luterano Alemán, como los intelectuales alemanes callaron cobardes dejando a un pueblo huérfano de ideas a merced de los nazis.
“Primero vinieron por los socialistas, y yo no dije nada, porque yo no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada, porque yo no era judío. Luego vinieron por mí, y no quedó nadie para hablar por mí.”
Y es que no queda mucho ya, nosotros cómplices, maniquíes de la aristocracia, vendedores ambulantes de cerebros corruptos, abandonando ideas como perros en cunetas por un poco de no pensar, distracciones que nos llenan la barriga y nos vacían el saco escrotal.
Nietos y nietas de abuelos viles, saqueadores de amistades que tomaron por bandera la envidia y la cobardía invadiendo negocios que jamás hubieran sido capaces de engendrar.  Tierras conquistadas llenas sangre manchada, ni tan siquiera valientes como para apretar el gatillo. Serpientes que mudaron la piel, seduciendo a sus compañeras con guita usurpada. Tales para cuales.
Hijos e hijas de empresarios, políticos, diplomáticos, reyes y generales. Especuladores. Asesinos arrogantes, ladrones de guante blanco, timadores sin valores.
Padres y madres de una generación perdida, caída en la ignorancia tras la pantalla, aturdidos por un bombardeo constante de falacias y teatro. Cómplices del sistema, acción u omisión, privados de libertad, nublados de falsos placeres, destronados de la crítica. Estúpidos, intolerantes, bandidos y secuaces. Mendigos dichosos de su compasión.
Abuelos y abuelas de camareros y prostitutas ahogados por su propia ley, sucumbiendo a las perversiones de los seres del reino de la noche. Incultos y analfabetos, aguardando las propinas de ejecutivos con corbata. Esclavos sin cadenas, humanos sin cabeza, cuerpos retocados a voluntad de sus creadores.
Y es en este punto, hoy, donde la historia cambia. Donde los etiquetados, minoritarios, repudiados, frikis, comunistas, socialistas, diestros y zurdos convergen. Es hoy cuando lanzamos la caja cuadrada del salón por la ventana de nuestro chalet de 30 metros cuadrados. Hoy cogemos un libro, abrimos YouTube para suscribirnos a las TedTalks, a las charlas de filosofía, a los videos de divulgación científica. Hoy decidimos ser intolerantes con la intolerancia.
Es en este día donde entendemos que no hay diez mil bandos, o los que hagan falta para que no exista solo uno. Hoy decidimos pensar. Hoy nos percatamos de que solo hay un arriba y un abajo. Pastores y ovejas. Omnipotentes o servidores. Nobles o esclavos. Es ahora cuando nos damos cuenta de que somos de los segundos porqué los primeros no han pasado de Niemöller.
Es ayer cuando decidimos callar pero tal vez, mañana encontremos la fuerza en la oveja de al lado, la que se comió a su pastor, la que entendió que más somos más que menos.
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