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SOÑADORA Y TRABAJADORA
Mi nombre es Sara Arias, estudiante de comunicación social. Tengo 26 años, vivo con mis padres y mi hermano menor.
Trabajo con la Fundación EPM en las UVA (Unidades de Vida Articulada) como auxiliar TIC. Amo mi trabajo porque ayudo a alfabetizar digitalmente a los adultos mayores, es maravilloso ver cómo aprenden a manejar el computador y lo agradecen con el alma.
El recuerdo más bello que tengo de pequeña, son las hermosas navidades que pasé junto a mi familia en Envigado, principalmente junto a mi abuela Gabriela a la que le ayudaba a hacer la natilla y los buñuelos para la noche buena. Dicha noche era mágica, en el gran pesebre que hacían en la sala, se ponían los regalos de todos y a las doce en punto nos reuníamos para compartirlos con mucho amor.
Definitivamente soy una amante de compartir bellos momentos en familia, es el mejor regalo que Dios me puede dar.
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UVA:
LUGARES PARA SOÑAR Y DIVERTIRSE EN COMUNIDAD
Mientras Yamileth Valencia, de treinta años, aprende creativas formas de volver a utilizar las botellas de plástico, su hija, Yuliana Mosquera Valencia, de 9 años, disfruta de los chorritos de agua, antes de que se esconda el sol debido al clima tan cambiante que por estos días tiene Medellín.
El cielo está azul, espléndido, el agua de la fuente y los chorros contrastan con el ambiente cálido, tranquilo y familiar que allí se respira. Todo pasa en la UVA -Unidad de Vida Articulada- de la Imaginación.
-Vine a la UVA con mi mamá, los chorros los abren preciso en el tiempo que ella está en clase, aquí me encuentro con varias compañeras del colegio. Junto con sus compañeras, sonríe y sigue disfrutando teniendo en cuenta las normas del sitio: usar protector solar, zapatos y ropa para protegerse principalmente del sol y de un accidente; esta es la unidad de Villa Hermosa, ubicada al Oriente de la ciudad.
Piter Quintero Zuluaga, gestor social, comenta que las UVA se concibieron como espacios para que la comunidad hiciera realidad sus sueños, su imaginación.
Las UVA son un proyecto de transformación social y cultural a través del cual se entregan espacios vitales que se incorporan a la vida del barrio y la comunidad al ofrecer la posibilidad de encuentro de niños, jóvenes y adultos alrededor del deporte, la cultura, la educación y la participación. Son lugares para el disfrute y sano esparcimiento.
Estas unidades ofrecen cursos de apropiación tecnol��gica y arte, talleres de promoción de lectura y ambientales. También, una oferta para la recreación y la cultura como juegos, proyección de películas, tertulias literarias, presentaciones musicales y de cuentería, agrega Quintero Zuluaga.
Programas influyentes
A la 2:05 minutos de la tarde del martes, llegó el momento más esperado por un grupo de adultos mayores presentes a esa hora en la entrada de la sala de internet: las clases de informática.
El primero en apropiarse de uno de los computadores es Jorge Gaviria. Detrás de él ingresan aproximadamente otras 15 personas de edades entre los cuarenta y los sesenta y cinco años, juntos esperan aprender lo más básico para usar el computador, para algunos es primera vez que tienen acercamiento con el dispositivo y esto los llena de total alegría.
-Estas clases son lo mejor que nos pueden ofrecer en este lugar, ya tengo dónde aprender lo que en mi casa mis hijos y nietos no me enseñan-, manifiesta Jorge Gaviria, feliz y lleno de motivación. Lo identifica una sonrisa amplia, continua y muy sonora.
Alejandro Herrera, tecnólogo social TIC de este espacio por cuenta de la Fundación EPM, que es la que administra las UVA, no esconde su alegría al ver a esta población llena de ilusión y con todas las ganas de aprender.
-No entiende uno cómo en sus casas no les enseñan ni tienen paciencia, son personas muy adorables-, comenta con un suspiro al ver el compromiso de todos.
“Una nueva cara”
-En nuestros tiempos, ¿cómo hubiera sido todo si hubiéramos tenido estas comodidades? - se pregunta con un fuerte suspiro Juan Ramírez, habitante de Villa Hermosa Los Ángeles, el lugar donde fue ubicada esta UVA, ganadora del premio LafargeHolcim, gracias a su diseño.
Manifiesta que la UVA transformará la realidad de su comuna, pues no solo es beneficiada gente de Los Ángeles sino de varios puntos de la comuna 8. Se calcula que son favorecidos 26.674 habitantes de siete barrios de este sector del Oriente.
-Lo importante es que no sólo se apropien de este lugar niños sino también jóvenes. Las calles que rodean esta UVA en tiempos pasados, eran bastante peligrosas, por aquí prácticamente no se podía pasar, la calle “El Silencio” por ejemplo, años atrás era testigo de atracos y abandono de cuerpos producto de su soledad. Hoy en día todos nos acercamos con tranquilidad y hacemos uso de los espacios sin ninguna dificultad.
Todos los visitantes pueden disfrutar de una UVA que integra una plazoleta con chorros de agua, espejo de agua, miradores, sala de computadores, salones múltiples, senderos peatonales y baños públicos. Además de sus espacios abiertos y extensas zonas verdes, este acogedor lugar tiene un teatro al aire libre para el disfrute de diversas manifestaciones artísticas, y cuenta con una zona acústica divida en 4 salones especializados para ensayos de agrupaciones musicales.
Yo pienso que, si llegan 30 jóvenes y 15 se amañan, esos 15 se están salvando de tomar caminos equivocados y malas amistades que no llevan a nada-, subraya Juan. Varios chicos de la Fundación Casa Lila, que ayuda a niños en abandono y con problemas de violencia intrafamiliar, gritan, juegan y ríen a su alrededor.
Claudia Gutiérrez profesora de la Fundación, agrega que dicha UVA inaugurada el 29 de diciembre de 2015, es un espacio soñado, unos años atrás no se imaginaron tener un lugar así para su zona.
-En este lugar los niños son felices, con esto ganamos un gran espacio barrial-, repite Gutiérrez.
“Son como la casa de la abuela”
- ¡Por fin llegó el domingo! grita Samuel Villa niño de 6 años bajándose de un carro en el parqueadero.
Su padre Camilo Villa saca todo lo necesario para pasar una tarde de picnic en familia. Poco a poco se observa como en un punto de la amplia zona verde de la UVA empiezan a ubicar el mantel de cuadros rojos y blancos, la canasta de frutas y los juegos de mesa para jugar después del compartir. A la vez la madre de Samuel, Alejandra Palacios coloca por aparte el pan, el queso, el jamón y los demás ingredientes para preparar los sandwiches. Este es uno de los planes favoritos de la familia Villa Palacios, la cual también aprovecha para que su perro Teo juegue y corra por toda la zona con otras mascotas.
-Las puertas de la UVA siempre están abiertas como las de la casa de la abuela, desde que falleció mi madre este se ha convertido en el lugar que en familia visitamos y disfrutamos como si estuviéramos donde ella.
Es así como la comunidad se ha apropiado de la UVA de tal forma, que ya se convirtió en su lugar ideal para el encuentro familiar y ciudadano. Fácilmente y sin ningún precio se puede disfrutar de sus espacios, talleres y cursos, la mayoría de ellos relacionados con la informática, el medio ambiente y la cultura.
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JAIVER AGUSTÍN MEZA TULCÁN
CONQUISTA EL MUNDO EN SU SILLA DE RUEDAS
Amante de la poesía, los números y el estudio, Javier Agustín Mesa Tulcán es también un soñador y alguien que no se ha detenido en la lucha por superar sus dificultades. En su ���fiera” rodante va a todas partes y espera conquistar cada día nuevos paisajes.
Nació el 12 de mayo de 1986 en la pequeña vereda Ospina, ubicada en Pasto Nariño. Fue el cuarto en una humilde familia de siete hijos. Sus padres Luis Meza y Rosa Hilda Tulcán se dedicaban a las labores del campo, mientras otros familiares como su abuela materna Tulia Tulcán Ortega buscaban mejores oportunidades en la ciudad de Medellín.
El nacimiento de “Agustín” como prefiere que lo llamen fue por parto natural, todo el embarazo de su madre fue normal y al nacer su cuerpo se veía completo y sin ninguna dificultad. A los tres meses sus padres empezaron a notar que no movía muy bien la parte derecha y que su dedo pulgar se encontraba pegado de la palma de la mano.
Cerca de la vereda donde vivían, no había hospitales, ni clínicas y sus padres no tenían dinero para llevarlo hasta la capital. Fue en ese momento cuando su papá decidió llevarlo donde un vecino curandero para que lo revisara y le enviara algo que lo pudiera mejorar. Este hombre le recomendó una inyección con la cual no se observaron mejoras y, por el contrario, el cuerpo de Agustín se complicó más.
- Según cuenta mi familia, dicha inyección fue la que me hizo el daño completo, dice Agustín cuando se refiere a su condición.
Ante esta situación, su abuela Tulia que ya vivía en mejores condiciones en Medellín manifestó querer llevárselo para poder cuidarlo mejor, pero antes debía pedirle permiso a su esposo y sus hijos. Después de pensarlo bien y hablarlo por varios meses, ella fue por él y se lo trajo de Pasto cuando apenas tenía dos años. Este momento fue muy triste para la madre de Agustín, la cual lloró mucho por tener que separarse de él, pero a la vez fue consciente de que era lo mejor para su hijo.
Desde ese instante, su abuela se convirtió en la madre y comenzó a buscar ayuda junto con sus hijas para el pequeño niño. Se inició un proceso de terapias, controles, cirugías; en ese tiempo no perdían la esperanza de que se pudiera mejorar. El diagnóstico entregado por varios médicos y especialistas fue “Parálisis cerebral”, la cual no permitía que Agustín caminara, tampoco podía hablar claramente y se le dificultaba mover el lado derecho de su cuerpo.
Agustín empezó a recibir mucha atención y cuidado por parte de su abuela y sus tías, por el contrario, no volvió a ver a sus padres, estos se desprendieron totalmente, no le enviaban nada y no recibía por parte de ellos ni una llamada.
A la edad de cinco años, a pesar de sus dificultades ingresó al Preescolar del Comité Jaime Cano para personas con problemas mentales y físicos, ya que por su discapacidad no lo recibían en las escuelas públicas. Dicho preescolar estaba más enfocado en pacientes con discapacidad cognitiva como Síndrome de Down, y Agustín empezó a demostrar que podía aprender cosas diferentes y con más nivel de las que le enseñaban allá, por lo que sólo estuvo hasta los siete años.
- Cuentan mis tías que durante el tiempo que estuve allí sólo me enseñaban a hacer círculos, líneas, entre otras figuras; yo en la casa empecé a realizar dibujos más completos y a identificar las letras y los números.
Encontrar una nueva escuela que le diera la oportunidad a Agustín de estudiar fue todo un problema para la familia, muchas no se atrevían a educar a un niño con estas limitaciones y otras simplemente no tenían la infraestructura adecuada para que él se pudiera movilizar en una silla de ruedas. Fue por esto que tuvo que pasar un tiempo en la casa, recibiendo clases sencillas por parte de sus tías, situación que las llenaba de desespero e impotencia al no sentir apoyo por parte de ninguna institución.
Después de mucha insistencia, Agustín a los 9 años fue recibido en la Escuela El Pinal ubicada en el barrio Enciso, donde vivía. Sus familiares, a pesar de sentirse muy felices por el ingreso del niño a una escuela normal, empezaron a vivir unos tiempos muy duros porque para poder llevarlo debían recorrer unas cuadras bastante pendientes. Por ese motivo no lo llevaban en la silla de ruedas sino de pie y sostenido de la cintura. Todos estuvieron muy comprometidos en esta labor, pero realmente fue muy desgastante.
A partir de cuarto y quinto de primaria, al estar más grande, el niño tuvo que empezar a utilizar su silla de ruedas para desplazarse a la escuela, esto lo obligó cada vez a familiarizarse más con ella porque necesitaba movilizarse de un salón a otro. Los profesores al ver que era bastante inteligente y que lo que más quería era salir adelante, lo ayudaban y hasta lo llevaban al baño para que sus familiares no tuvieran que llegar siempre en el tiempo del descanso a hacerlo.
- Mi abuela pagaba $1.000 a mis amigos para que me llevaran y me trajeran de regreso a casa cuando en la familia nadie podía.
El niño tímido y buen estudiante se caracterizaba por ser líder y recibía muchas menciones de honor; llegó a ser candidato a personero cuando estaba en quinto. Toda la escuela lo identificaba por tener buenas notas, nunca hubo rechazo hacia él, los estudiantes de todos los grados le colaboraban y mantenían muy pendientes. A raíz de que la escuela sí pudo brindarle estudio a pesar de sus condiciones físicas, fueron llegando cada vez más estudiantes con estas características, motivo por el cual él se alegraba.
Al pasar a bachillerato, nuevamente para la familia fue una odisea conseguirle colegio, no todos lo recibían, no tenían buena infraestructura, ni quedaban cerca de la casa. La Institución Educativa Caracas le dio la oportunidad de ingresar, él llegó muy motivado y con muchas ganas de adquirir nuevos conocimientos.
Cada vez fue abriendo su círculo social y empezó a conseguir grandes amigos. Allí conoció a Andrés Palacio un niño discapacitado que también se encontraba en una silla de ruedas pero que siempre le manifestaba que su gran propósito era dejarla. Él le decía a Agustín que también la tenía que dejar, que tenían que caminar por más duras que fueran las terapias.
- Andrés se lo propuso y lo logró, yo no. Me dolía e incomodaba mucho cuando me ponían aparatos metálicos en las piernas, nunca pude con eso. Agrega que hoy puede caminar ayudado por unas muletas.
A la edad de 20 años, cuando estaba en el grado noveno, Agustín se empezó a acomplejar porque se sentía muy viejo al lado de sus compañeros que tan solo tenían 15 o 16 años, ya no quería estar más en ese colegio y empezó a averiguar para validar el bachillerato en la nocturna. La coordinadora al enterarse de sus deseos, le manifestó que no estaba de acuerdo ya que en la noche había un público más pesado, personas mayores, con vicios y no quería eso para él. Pero esta era una decisión y, simplemente, para no llegar muy sólo a este nuevo grupo, invitó a su mejor amigo de la primaria, Juan David, quien en el momento no se encontraba estudiando, para que ingresaran y se pudieran graduar juntos.
Terminada la secundaria presentó una prueba psicológica en el Hospital Infantil para identificar en qué era talentoso y hacer una buena elección de carrera en la universidad. Los resultados de dicha prueba mostraron su gusto por los números y fue por esto que eligió estudiar tecnología en Gestión Administrativa en el ITM (Instituto Tecnológico Metropolitano).
- Desde pequeño quise estudiar veterinaria porque me gustaban mucho los animales, o psicología, pero debía adaptarme a las carreras del ITM de Fraternidad ubicado en el barrio Boston, porque este quedaba cerca de mi casa.
Fuera de elegir el ITM por cercano, también él y sus familiares lo eligieron porque allá había estudiado unas de sus tías y ellas sabían que era una institución adecuada para personas con discapacidad. Fue así como Agustín se graduó como tecnólogo y descubrió su gusto por estudiar.
Tiempo después, se antojó de estudiar Sistemas de Información, inició esta nueva tecnología, pero se estresaba tanto con los algoritmos, la programación y los códigos que se enfermó y se tuvo que retirar del instituto por un año. Al volver, se cambió y comenzó con Análisis de Costos y Presupuestos, carrera en la cual se sentía mucho mejor y terminó en el 2014.
En ese mismo año el joven se empezó a encontrar con un señor llamado José que también era inválido, pero este tenía una silla de ruedas mucho mejor, era una silla eléctrica. José le decía que hiciera las vueltas para que se la dieran en la EPS, pero ni Agustín ni su familia creían que esto pudiera suceder.
- Yo soñaba con conseguir 20 millones de pesos para poder comprarla, eso valía la silla.
Finalmente, dada la insistencia de José para que averiguara en el Sisbén, empezaron a gestionar y luego de un proceso de un año de visitas a varios especialistas, el neurólogo le autorizó la silla principalmente porque sólo podía valerse de una mano para manejar.
- La “Fiera” me cambió la vida, me volví un hombre más independiente y ya me podía transportar más fácilmente de un lugar a otro en ella; comencé a salir sólo a lugares que jamás había visitado.
Estos fueron tiempos realmente felices para el joven, hasta que llegó el día más triste de su vida. Su abuela Tulia, luego de estar enferma por varios meses falleció. Este fue el momento más duro, a pesar de tener una vida tan complicada. Para Agustín era como perder a su madre, le costó mucho recuperarse de esta mala situación.
Para buscar en qué distraerse, teniendo ya dos tecnologías, comenzó a mandar hojas de vida para lograr conseguir trabajo, cosa que lo llevó a una total frustración ya que en ninguna empresa le dieron la oportunidad de trabajar. Se propuso entonces montar un negocio con su familia y fue así como empezaron con la fabricación y elaboración de hojuelas. Allí sus funciones eran amasar, darle terminación al producto, empacar y distribuir.
Fuera del negocio familiar, Agustín vendía dulces en la universidad y en las calles. También llegó a vender hasta su propio cabello ya que se lo admiraban por ser largo, lacio, negro y muy sano. Varias peluquerías lo perseguían para hacer con su cabello extensiones, pero nunca le ofrecieron lo que realmente valía.
- Vendí mi cabello por 100 mil pesos, más tarde me di cuenta de que por él me podían dar hasta 500 mil.
Comenzó a asistir a citas psicológicas cada ocho días en el Comité de Rehabilitación de Antioquia, le gustaba mucho estar en ellas porque allí se encontraba con personas discapacitadas y conocía muchas historias de vida. En el año 2015 ayudó a crear el Grupo de Apoyo junto con la trabajadora social y la psicóloga.
Así es Agustín, un joven emprendedor, amante de la poesía, eso es lo que más le gusta hacer, y a pesar de sus dificultades ha encontrado en quién inspirarse para escribir. Su música favorita es el rock y es fan de la banda Evanescence, admira mucho a su vocalista Amy Lee y disfruta mucho escucharla.
Su sueño, fuera de conseguir un buen trabajo o hacer crecer su microempresa familiar, es poder tirarse algún día por canoping, conocer el Nevado del Ruiz y viajar a la gran Muralla China.
Algunos médicos decían que viviría sólo hasta los 12 años, hoy con 31 está seguro de que todavía es mucho lo que le falta por vivir y espera poder seguir cumpliendo con sus sueños.
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EL FÚTBOL:
MI HOBBY, MI PASIÓN
Pipo ha sido mi mayor motor para ingresar al fútbol y aunque es un mundo que ha sido más para los hombres, nunca nos ha dejado de apoyar a mis primas, mi hermana y a mí. Él es quien nos paga los $90.000 de mensualidad, nos da los uniformes y los pasajes. A pesar de apoyarnos con todos los gastos, en tres años que llevamos entrenando, solo ha ido una vez a vernos y no es que no le guste el fútbol, él es hincha fiel del Deportivo Independiente Medellín, equipo que a mí también me gusta gracias a él, pero viéndolo bien me considero muy mala hincha porque no mantengo muy pendiente y quizás él piensa lo mismo al ser también así.
Soy María Arrubla López y comencé a practicar este deporte a la edad de 17 años a raíz de una bacteria que me dio la cual me hacía bajar y subir de peso, situación que no me tenía muy a gusto con mi cuerpo y sentí que con practicar algún deporte la podía controlar, en ese tiempo, también me sentí motivada por mi prima Ana Sofía que tiene 13 años y es delantera izquierda y por mi hermana Laura quien con la misma edad es volante, un día fui a verlas jugar y terminaron invitándome a ser parte del equipo, desde ese momento comparto con ellas esta pasión. Tiempo más tarde, también ingresaron al grupo mis otras primas Ana María y Camila quienes son contemporáneas conmigo y se ubican como defensas.
El equipo para el que jugamos se llama Club Deportivo Alexis García, poco sé de la historia de este jugador en el fútbol colombiano, lo único que he escuchado estando allá es que hizo parte del Atlético Nacional y la Selección Colombia, con el que realmente comparto es con su hermano, Ceferino quien tiene aproximadamente 60 años y es nuestro profesor, él es quien nos entrena los días martes, jueves y viernes en la tarde y los sábados está con nosotras en los partidos. Admiro mucho a nuestro entrenador por ser realmente paciente y sonriente, es de las mejores personas que he conocido en la vida.
El Club está conformado por niñas y jóvenes de diferentes edades, esto hace a veces un poco difícil la comunicación y por eso es normal que haya roces. Se escuchan comentarios de que mi familia y yo somos el “monopolio” ya que somos prácticamente medio equipo, pero esto es algo que hemos sabido manejar.
Inicié jugando como volante, hasta que una vez tuve un accidente con un caballo, me caí y me dañé varias costillas, debido a esto cuando regresé a las canchas me aconsejaron que mejor jugara de defensa ya que en esa posición me podía cuidar más las costillas. A pesar de haber jugado ya en dos posiciones y llevar casi 3 años en el equipo, aún desconozco muchos temas futbolísticos, tanto que se me dificulta entender a veces cuando hay “fuera de lugar”.
Este no ha sido el único momento malo desde que estoy en el club, hace un par de meses mi mamá me dijo que hiciera unos fríjoles, no sé por qué desde un principio
no los quería hacer sin embargo debido a su insistencia los hice, pero algo salió mal, se estalló la olla de presión, me quemé el estómago y un brazo, debido a esto no puedo tomar sol y esto me ha perjudicado para entrenar.
Otro aspecto que se me ha vuelto un problema y más ahora que jugamos en canchas grandes y no de micro, son las gafas, estas no me favorecen y por eso aunque tomo el fútbol más como un hobby y no como una profesión, he pensado en utilizar mejor lentes de contacto.
Estando en terreno, el peor momento que he vivido fue cuando una chica me dio un golpe con su cabeza en mi encía, sentí un dolor inexplicable, la boca se me hincho demasiado y alcancé a botar mucha sangre, fue tanta que mi camiseta quedó totalmente roja.
Por el contrario uno de los mejores momentos que recuerdo fue cuando ganamos un cuadrangular que se jugó en el municipio La Tebaida, Quindío; este ha sido uno de los títulos más importantes que hemos obtenido, nos dieron un trofeo grande y pesado y unas medallas en forma de estrella donde lo que más resaltaba era un balón con un guayo.
De mi familia el único que mantiene pendiente de nuestros partidos es el tío César, es quien normalmente nos acompaña y nos da recomendaciones. A mí personalmente me aconseja que tenga como referente del fútbol a Pepe del Real Madrid, que observe bien sus jugadas y movimientos cuando lo vea jugar. Fuera de este jugador también me gusta mucho Luis Carlos Arias del Independiente Medellín, él es mi favorito en este equipo.
Soy muy feliz cuando mi tío nos acompaña, cosa que no me pasa cuando va mi novio, no me gusta que vaya a verme jugar porque siento que no terminaré haciendo las cosas como él quiere que las haga, aunque las pocas veces que me ha visto, dice que lo hago bien. Siento demasiada responsabilidad en la posición que juego, mi función es defender pero las veces que he podido marcar lo he hecho, casi siempre han sido goles de cabeza.
A pesar de los comentarios machistas de la mayoría de las personas hacia las mujeres que practicamos este deporte, nunca he dejado a un lado mi feminidad e ir en contra de ella es lo que más duro me ha dado. No soporto tener mi cabello sucio y engrasado, para ello trato de lavarlo casi diario echándome hasta tres veces shampoo, debo mantener mis uñas cortas cosa que a veces me entristece porque solía tenerlas largas y bien maquilladas. Hay momentos que no puedo usar vestidos debido a que las piernas se me llenan de morados, estas situaciones y muchas más son las que futbolistas como yo debemos soportar cuando nos gana la pasión.
El fútbol es mi hobby favorito, disfruto mucho entrenar y compartir con todas mis compañeras, pero lo que realmente quiero en un futuro ejercer es la comunicación organizacional es lo que más me apasiona de mi carrera. Cuando realizamos eventos con el Club, yo soy la encargada de presentarlos por ser la estudiante de
comunicación social y esto realmente me gusta. También ejerzo un poco en mi actual trabajo en la “Emisora Minuto de Dios”, allí estoy los sábados en un programa que se realiza de 10 a 12 del mediodía, el cual se llama “Las diez mejores para Dios”, este viene siendo el recuento de las mejores canciones de la semana y a pesar de que no soy la mujer más católica, trato de hacerlo muy bien.
Hoy en día las mujeres no le han dado la importancia profesional que se le debería dar al fútbol, quizás por eso los hombres nos llevan cierta ventaja, es por eso que las invito a que se arriesguen y si lo van a practicar que sea porque realmente les gusta y no por moda o por simple fama como muchas.
Y si… esta es mi historia, esta es mi pasión la cual a pesar de los tropiezos no he dejado de disfrutar y he sabido sacarla adelante, quizás ya no estoy en edad para hacer una carrera profesional en el fútbol pero lo disfrutaré como hobby hasta cuando pueda.
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RELATO DE UN NÁUFRAGO
Gabriel García Márquez
Cuenta la historia, reconstruida cuidadosamente en primera persona a partir del testimonio de un marinero de la armada colombiana llamado Luis Alejandro Velasco, quien es el protagonista principal, fue el náufrago que estuvo diez días a la deriva en una balsa sin comer ni beber, que fue proclamado héroe de la patria, besado por las reinas de la belleza y hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre.
Luis Alejandro permaneció ocho meses en Mobile, Alabama, E.E.U.U., donde el destructor en el que trabajaba fue sujeto a una serie de reparaciones. Durante ese tiempo, él aprovechaba los espacios libres para compartir con su novia, Mary Address y sus compañeros, con los cuales utilizaba diferentes formas de distraerse como las salidas al cine. Una vez vieron la película “El motín del Caine”, la cual los dejó con cierto temor ante las escenas de una tempestad. Esto fue como una premonición, Luis a partir de ese momento no pudo evitar recelos sobre el inminente regreso del destructor a su base en Cartagena.
Pienso que la sensación con la que quedaron todos en especial Luis era normal, ya que si uno está a punto de vivir el mismo suceso, quiera o no debe de guardar entre todas las posibilidades, la posibilidad de que algo malo puede pasar. Es inevitable hacerse la pregunta ¿Y si eso mismo me llegara a suceder a mí?
Fue así como el 28 de febrero de 1955, ocho miembros de la tripulación del destructor Caldas, de la Marina de guerra de Colombia cayeron al agua a causa del contrabando que sobrecargaba el buque frente a la agitación que produjo el viento en mar gruesa. A pesar de que el gobierno del dictador colombiano Rojas Pinilla manifestó que el naufragio se había dado gracias a una tormenta en el Caribe, la verdad es que no hubo dicha tormenta y que la negligencia fue la única responsable de la catástrofe. La denuncia del mal manejo que tuvieron en el buque con el tiempo, provocó la caída en desgracia del marino, el exilio de Gabriel García Márquez en París y la clausura del periódico donde trabajaba.
CAPÍTULO 1
Se llegó el día en que toda la marinería estaba en Mobile, preparados para embarcar al A.R.C Caldas y así regresar a Cartagena después de varios meses de estar por fuera, cargados de regalos para los familiares, la madrugada del 24 de febrero se embarcarían mar adentro.
El marinero Luis Alejandro Velasco junto su mejor amigo y compañero decidieron abandonar la marina tan pronto como llegasen a Cartagena. Al empezar el viaje tenía un poco de miedo, pero al cabo de unas horas ya solo se sentía fatigado.
Todos los marineros como dicen por ahí, por hacer bonito hicieron feo. Con ilusión pensaban llegar llenos de regalos para sus familias, radios, televisores, neveras… y no se percataron por las consecuencias que esto podría traer. Muchas veces como seres humanos nos pueden los anhelos, deseos y quizás no tenemos los pies sobre la tierra cuando pensamos en ellos, somos protagonistas de cantidad de malas situaciones que donde se analicen más con anterioridad, se pueden evitar.
CAPÍTULO 2
Cuando viajaba, Luís Alejandro casi nunca tenía mareos, pero esta vez no sentía la tranquilidad que siempre había sentido en la cantidad de viajes que en su vida ya había hecho y además tenía un extraño pensamiento, era como un mal presentimiento. “Es un buque seguro” afirmaba Luís Rengifo, que dormía bajo su litera.
Después de largas horas, ya solo les faltaba 24 horas para llegar a Cartagena.
Pronto escucharon una orden general, toda la tripulación se tenía que pasar al lado de babor, él sabía perfectamente su significado, el barco escorando peligrosamente y había que equilibrarlo.
Cada vez las olas estaban más fuertes y altas, no dejaban de estallar en la cubierta. Eran las once y media de la noche, lo cierto es que, a unas doscientas millas del puerto, la sobrecarga situada en la cubierta del buque se desprendió a causa del viento y del oleaje y se llevó al agua a ocho marineros.
En ese momento sucedió lo que a pesar de los temores que les había dejado las escenas de tempestad de la película, no se imaginaron que sucedería.
CAPÍTULO 3
Velasco fue el único que alcanzó una de las balsas arrojadas por el destructor. Se sintió bastante impotente, nada pudo hacer por sus compañeros, que se ahogaron a pocos metros de donde él estaba. Se quedó solo en la balsa esperando a que lo vinieran a buscar.
CAPÍTULO 4
El náufrago esperó inútilmente que le rescataran con rapidez. Pensaba que seguramente, todo el mundo se enteraría del accidente y aviones vendrían en menos de 2 horas a rescatarle.
Fueron muchos los aviones que él vio pasar, por donde entraban salían, sus ánimos subían y bajaban, me parece que en parte fue muy valiente porque a pesar de esas situaciones nunca perdió la esperanza en cuanto a las apariciones de cada avión, siempre creyó que iban en busca de él y no se dejó vencer de las adversidades.
CAPÍTULO 5
Se llegó el momento en que Luís Alejandro comprendió que nadie podría ayudarle, y aun cuando deseó la muerte para dejar de sufrir, sobrevivió contra todo pronóstico a las condiciones adversas. Le tocó estar de cerca con los grandes tiburones, día a día iban a visitarlo y con angustia esperaba a que nuevamente se fueran. Pienso que situaciones como estas no las soportarían todas las personas, yo seguramente hubiera muerto infartada.
CAPÍTULO 6
Buscó la forma de entretenerse viendo en su reloj, cómo el tiempo pasaba, para saber cuántos días llevaba, los contaba dibujando rayas, pero era inútil, se descontaba, no sabía si eran 29, 30 o 31 las terminaciones del mes de febrero. Por las noches, en una especie de delirio formado por el recuerdo y el pánico a la soledad, conversaba con el espíritu de su compañero, el marinero Jaime Manjarrés. Perdió muchas esperanzas.
Creo que con el pasar de los días es difícil mantener la cuenta, los sentidos, el cuerpo ya no responden igual y se pierde concentración.
CAPÍTULO 7
Aunque cazó una gaviota no pudo llegar a comérsela, el asco le podía. Es muy difícil por más hambre que se tenga llegar a pensar que de la noche a la mañana vamos a ser capaces de comernos un animal aún vivo.
Tampoco logró despedazar sus botas ni su cinturón para calmar el hambre, ni la lluvia hizo acto de presencia para permitirle beber. El desespero poco a poco se apoderaba de él.
CAPÍTULO 8
Los tiburones se convirtieron en su peor enemigo, le arrebataron un pez verde de medio metro que llegó a atrapar y del que sólo probó dos bocados. Luís Alejandro, harto de los tiburones se enfadó mucho.
Me gustó bastante una parte en la que el náufrago manifestaba que su heroísmo había consistido en no dejarse morir.
CAPÍTULO 9
Tras sobrevivir a una nueva tempestad, Velasco afirma: "Después de la tormenta el mar amanece azul, como en los cuadros". A pesar de que el miedo lo ahogaba cada que caía, se volvía a levantar y esta era una de las cosas que más me gustaba del libro.
Vio a otra gaviota, pero esa vez vieja, no la mató, sino que le dio ánimos, sabía que muy cerca se encontraba la tierra firme.
CAPÍTULO 10
De aquel marinero fuerte ya no quedaba nada, la barba ya le llegaba por el cuello, estaba destrozado, muerto de sed, muy hambriento y lleno de quemaduras de sol.
Sentía deseos de morir al verse tan mal, pero siempre había algo que lo hacía levantar.
CAPÍTULO 11
Apoyado con la cabeza junto a la borda, fue cuando vio claramente el largo y verde perfil de la costa; no pudo más, soltó el remo, cerró los ojos y se arrojó al agua.
Al momento de leer esa parte de la historia, hasta yo misma me alcancé a emocionar, habían sido muchos los días que este pobre hombre había estado penando y no veía la hora de que por fin lo rescataran; aunque así como lo pensó Luís Alejandro, tampoco yo sabía si eran o no alucinaciones.
CAPÍTULO 12
Cuando Velasco vio tierra, aún tuvo que alcanzar la playa nadando para no estrellarse contra unos acantilados; tuvo que luchar contra las olas que le devolvían al mar. Tras mucho esfuerzo logró llegar a la orilla sin imaginarse donde se encontraría.
Todo nos imaginamos tanto el marinero como yo, menos que llegaría justamente a Colombia, esto para él fue un alivio.
CAPÍTULO 13
Fue ayudado por una pareja que se encontró en las solitarias playas, lo subieron a un burro y le llevaron al pueblo, Luís Alejandro pedía algo de beber o de comida, pero le dijeron que no le daría nada hasta que no lo visitara un médico. Recibió visitas de toda la gente entre las cuales hombres, mujeres, niños y animales, todos se habían movilizado para verle, Velasco trataba de explicarles la historia, pero le decían que se callara, que estaba enfermo. Le llevaron a San Juan de Urabá allí le visito un médico que después le dijo que le estaba esperando una avioneta lista para llevarlo a Cartagena.
Es una situación de cantidad de sentimientos encontrados, por un lado felicidad y por otro angustia por la presión de la gente.
CAPÍTULO 14
Cuando ya se encontraba en el hospital, fueron cantidad de personas las que le querían visitar y preguntárselo todo. La entrada era muy restringida y más para los periodistas; solo uno se alcanzó a colar disfrazado de médico y aprovechó el poco tiempo que tuvo para sacarle al menos unos dibujos del suceso y su firma. Con esto logró sorprender al famoso náufrago, haciendo una publicación al día siguiente en su diario de dichos dibujos. Luís Alejandro Velasco, se sentía orgulloso de aquel periodista.
El marinero que estuvo diez días en el mar al borde de la muerte fue proclamado un héroe y se hizo muy rico gracias a la publicidad, solo tenía que explicar la historia.
Algunas personas le decían que esa historia era falsa, y él siempre les contestaba:
Entonces, ¿qué hice durante mis diez días en el mar?
El relato de un náufrago es interesante, hasta cierto punto. Nada más leer la primera hoja te resume la historia de principio a fin. Supongo que si no te contaran el final me hubiera sido bastante más fácil leérmelo, sería más intrigante.
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UN DÍA DE TRABAJO EN UNA DE LAS COMUNAS DE MEDELLÍN
Aproximadamente hace dos años, varias comunas de la ciudad cuentan con un innovador proyecto donde se articularon la Alcaldía de Medellín, el INDER y EPM con la comunidad, con el cual se pretende construir y adecuar espacios públicos para fortalecer el encuentro ciudadano en torno a la vida y la equidad, a través de la recreación, la cultura y la participación comunitaria.
Dicho proyecto fue llamado UVA (Unidades de Vida Articulada) y es ahí donde hace unas semanas estoy participando y aportando mis conocimientos a personas que no cuentan con más oportunidades y quizás este es el único espacio que tienen para acercarse a experiencias diferentes que veían muy lejos.
Es sábado 16 de abril, hoy inicio a laborar y el lugar asignado es la UVA de los Sueños en Manrique Versalles. Salí de mi casa a las 7:00 a. m. segura de que con una hora iba a tener para llegar y que de la Estación Hospital a Manrique iba a ser corto el trayecto.
Al ingresar a la ruta alimentadora me encontré con un conductor algo desesperado, el cual pretendía que los usuarios fuéramos rápidos, sin importar la lentitud de la lectura de la tarjeta cívica con la que contaba el bus. Dejé a un lado dicha actitud y me dispuse a buscar un asiento cómodo para disfrutar del recorrido.
Fue así como 10 minutos después de haber ingresado, el bus por fin arrancó y desde ese preciso momento todo el trayecto fue en subida. En algunos momentos me invadió un inevitable temor, porque sentía el esfuerzo que tenía que hacer el conductor para que en plena pendiente no se le apagara el alimentador y continuara con su camino a pesar de todo esto. Al parecer, la única que iba aterrada era yo, junto a mi iban alrededor de 8 personas y lo que más me sorprendía era su tranquilidad. A mi lado iba una señora la cual me manifestó que venía de trabajar y que todo eso era normal, que me relajara que esos conductores eras unas “bestias” para manejar y que obvio el bus en ningún momento lo iban a dejar apagar.
Traté de tranquilizarme y de pensar en las palabras de la señora el resto del camino. Poco a poco, dicho camino se hacía más difícil, empezamos a subir por una parte donde las calles eran tan estrechas que sólo cabía el bus. A pesar de esto, los buses bajaban y subían, la verdad no sé cómo hacían para pasar, era mucho lo que se tenían que orillar, pero al fin pasaban. En medio de mi intento por tranquilizarme, empecé a disfrutar de los detalles que en este nuevo sitio veía. Desde allí la ciudad
se observaba enorme, era como un gran mirador del cual podía observar el norte, centro y sur, era una vista espectacular, nunca había estado tan arriba y fue así como le empecé a sacar provecho a este inesperado recorrido.
La montaña que desde la Estación Hospital veía tan lejos, cada vez la tenía más cerca, y en ella podía notar la cantidad de casas construidas en madera, pintadas de varios colores, los cuales resaltaban en ese verde oscuro que las rodeaba.
Se llegó el momento en el que la señora que durante todo el recorrido tuve al lado, me dijo que ya habíamos llegado a la UVA y fue ahí donde me dispuse a bajarme, feliz de tocar tierra.
Las UVAS están en los espacios de infraestructura para el almacenamiento de agua ubicado en los tanques de EPM. Esta se encontraba en medio de casas humildes que la rodeaban a lado y lado y a su vez, se veían escalas que los habitantes utilizaban para subir cada vez más a lugares que los buses no llegaban.
Llegué a las 8:05 a.m., el recorrido que pensé que iba a ser corto, la verdad fue más largo de lo esperado dadas las complicadas circunstancias para llegar al sitio. A pesar de lo temprano que estaba, me encontré con una fila de 25 niños aproximadamente, los cuales me estaban esperando para ingresar a la sala de computadores, lugar que desde ese momento iba a ser mi sitio de trabajo.
Al empezar a hacerles el ingreso, me encontré con una variedad de niños, todos en edades diferentes, ilusionados con tener así fuera por una hora uno de esos computadores. En el acercamiento que tuve con ellos, pude observar la humildad en la que se encontraban, Emmanuel un niño de 7 años, era el más animado para entrar, vestía una camiseta blanca de superhéroes, un jean y unas pequeñas botas empantanadas. Era normal que sus zapatos estuvieran así, la mayoría venían de mucho más arriba, otros de la montaña y el mal clima no los favorecía.
Minuto a minuto fueron ingresando, la sala sólo contaba con 21 computadores, motivo por el cual todos no pudieron ingresar, a pesar de esto, los que quedaron por fuera no desistieron y así se tuvieran que soportar el frío que hacía en esa mañana, esperaron.
¿Profe cuánto falta para entrar? Preguntaban cada 5 minutos, sin moverse de la fila que los llevaría a disfrutar por un momento de juegos, imágenes, videos, música, redes sociales y demás actividades que en sus casas no podían disfrutar.
De esta manera fue cayendo la tarde, muchos la aprovecharon para jugar, estar en talleres de lectura, pintura y utilizar su tiempo libre, otros vieron en la UVA la oportunidad de consultar en internet las tareas que para esa semana tenían.
Para ellos, los niños de la Comuna 3 Manrique, este ha sido uno de los mejores regalos que la ciudad les ha dado, con él cada vez tienen más ganas de estudiar y salir a conocer un mundo que por estar en medio de calles estrechas, escalas, casas pequeñas, escuelas con pocos recursos, montañas, no habían conocido.
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