#tirabuzones
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left to my own devices i will eat mostaccioli with yogurt for every meal
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Algún día volveré a la peluquería mientras tanto me cortaré las puntas como el traste porque tengo diferentes tipos de pelo (ondulado a liso) lo que se levanta el pelo de forma asimétrica en toda mi cabeza y nunca sé cómo solucionar este problema :))))
#de un lado liso el otro ondas en la nuca son tirabuzones y así todo el pelo muy random#sin mencionar los remolinos xd
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A fossilized shark tooth of a great white shark, or Carcharodon carcharias from the Tirabuzon Formation in Corkscrew Hill, Santa Rosalia, Baja California, Mexico. The great white shark is undoubtedly the most famous species of shark and its teeth can be found from the Miocene. This particular specimen comes from the Pliocene.
#fish#shark#chondrichthyan#fossils#paleontology#palaeontology#paleo#palaeo#carcharodon#great white shark#pliocene#cenozoic#prehistoric#science#paleoblr#ホホジロザメ#カルカロドン#ネズミザメ科#サメ#化石#古生物学
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UN BAILE EN MONTMARTRE
El ambiente cargado de un baile arrabalero que mezcla a los efluvios de grog y de cerveza el humo de las pipas rasando las poncheras (un cigarro habanero fuera aquí todo un lujo); el insulso tufillo de cosméticos malos; ese olor a cerrado que plaga las trastiendas —aire grueso y viciado de gérmenes nocivos que respiran de noche las bocas quinceañeras—, aquí ofende también la vista y el olfato. Frenético el violín, la flauta un esperpento; para que en el da capo revienten los pistones eligieron a un tal que destemplar supiera. ¡Qué horror esos muchachos macilentos en fila! La mazurca truncada, para pagar la cuenta sin quitarse el sombrero, y el garboso ademán de la mano sudada, que no conoce el guante.
Con todo del jardín bordeado de mesas se ve aquel panorama querido y formidable: París, como un jayán tendido en la llanura. A veces, en verano, un repelús perdido, refrescada brisilla que rizó alguna fuente, se repina hasta aquí de lejanas colinas. Al sereno se baila, la cosa es menos fea. Para mirar, en pleno, se juntan las familias: la nena de seis años con sus tirabuzones; la suegra con mil lazos de encontrados colores que hacen daño a la vista y duele la cabeza; por un cándido primo, muy sensato y cabal, son diez los botarates; están las maniquíes, que trae la primavera como las golondrinas, cuyos ojos y boca valen el amor suelto; las floristas, que obligan a mayores finezas.
Hay que vestir la musa, para tales jolgorios, de calicó, y dejarla que a gusto se divierta recodada delante de los vasos repletos o lanzando el sombrero más alto que el molino.
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UN BAL A MONTMARTRE
L'air épais et chargé des bals de la barrière Qui mêlent au parfum des grogs et de la bière Celui des pipes, près des saladiers de vin, (Un cigare quelconque étant un luxe vain), Le relent affadi des vagues cosmétiques, L'odeur de renfermé des arrière-boutiques, Cet air lourd, vicié de germes malfaisants, Que respirent le soir des bouches de quinze ans, Blesse, ici comme ailleurs, l'odorat et la vue. Le violon est fou, la flûte saugrenue ; Pour faire, à la reprise, éclater le piston, On a choisi quelqu'un qui sût fausser le ton. C'est affreux ces garçons blêmes qui font la haie ; La mazurka coupée en deux, pour que l'on paie Le chapeau sur la tête, et ce geste élégant Des mains moites qu'on tient en l'air, vierges de gant.
Cependant du jardin aux bordures de tables On voit les horizons aimés et redoutables, Paris, tel qu'un géant dans la plaine étendu. En été, quelquefois, un frisson d'air perdu, Un souffle, frais d'avoir ridé l'eau des fontaines, Arrive jusqu'ici des collines lointaines. On danse sous le ciel, et c'est déjà moins laid. Des familles, pour voir, arrivent au complet : Fillette de six ans frisée aux Batignolles ; Belle-mère à rubans dont les nuances folles Font mal à regarder et vous crèvent les yeux ; Pour un cousin naïf, réel et sérieux, Beaucoup de jeunes gens sans état ; des modèles Qu'amène le printemps comme les hirondelles, Dont la bouche et les yeux valent un peu d'amour ; Des fleuristes à qui l'on doit faire la cour.
Pour rendre cette joie, il faut mettre à la muse Une robe de toile, et pour qu'elle s'amuse La laisser s'accouder devant les verres pleins, Ou jeter son chapeau par-dessus les moulins.
Albert Mérat
di-versión©ochoislas
#Albert Mérat#literatura francesa#poesía parnasiana#baile popular#Montmartre#primavera#vulgaridad#diversión#liviandad#di-versiones©ochoislas
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Osmar Olvera y Juan Celaya dan medalla de plata a México en clavados de trampolín
PARIS, Fra. * 2 de agosto 2024. ) Olympics.com Osmar Olvera y Juan Celaya se presentaron en la final de clavados de trampolín de 3 metros sincronizados en los Juegos Olímpicos de París 2024 con un choque de manos.
Sincronizados hasta para las presentaciones. El público del Centro Acuático de París también estaba en armonía con ellos. Cada clavado estaba anticipado por la bulla mexicana: "¡México, México!". Esa sincronía se plasmó en la alberca. La dupla mexicana consiguió una histórica medalla de plata en en una prueba en la que nunca habían subido al podio olímpico. Y lo hicieron después de un brillante mano a mano con los chinos Long Daoyi y Wang Zongyuan que se resolvió por tan solo 2.07 puntos. Olvera y Celaya llegaron a estar en primera posición de manera provisional después del cuarto clavado, donde obtuvieron 85.68 puntos. Y eso hizo que la grada gritara como nunca. Tras el quinto, fueron los chinos Long Daoyi y Wang Zongyuan quienes se situaron primeros por tan solo 1.08 puntos. Y en el sexto, sin nada que perder, Olvera y Celaya lo dieron todo con un doble mortal y medio adelante con tres tirabuzones, su clavado de mayor dificultad. No valió para el oro, pero sí una plata que sabe a gloria... y a historia. Es la primera medalla olímpica de los clavados mexicanos en la historia en este evento de 3 metros sincronizados. Y la celebraron tal y como entraron a la piscina: con un choque de manos que les ha abierto las puertas de la historia. Los británicos Jack Laugher y Anthony Harding completaron el podio con la medalla de bronce. Por su parte, la dupla española formada por Adrián Abadia y Nicolás Garcia Boissier, quienes fueron medallistas de bronce en el Mundial 2024, terminó en sexta posición. www.acapulcopress.com Read the full article
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Todo buen campista ha aprendido a pelear y a defenderse en un mundo donde absolutamente todo puede acabar con su existencia. Cada uno de los semidioses ha entrenado con un arma en concreto y en un estilo de combate que el mismo Campamento Mestizo les otorga. Cada clase es impartida por un instructor que suele ser un semidiós experimentado, dispuesto a compartir su conocimiento para que los más novatos sepan manejar un arma sin morir en el intento.
ARCO
Arqueros, maestros del ataque a distancia. Son muchas las ocasiones y posiciones ventajosas que poseen contra todo tipo de enemigos. La precisión de los arqueros no tiene rival en el Campamento Mestizo y son expertos en incapacitar enemigos perforando con sus flechas allí donde más duele. Quizá no tendrán un poder destructivo tan grande como el de otras clases, pero son grandes herramientas de utilidad que muchas veces son decisivas en las batallas.
DAGA
Ágiles y silenciosos, los expertos en dagas son excelentes en el arte del sigilo con sus armas cortas y afiladas. Estos semidioses son diestros al identificar y atacar puntos débiles, así como en obviar ataques enemigos, convirtiéndose en una fuerza devastadora y rápida en el campo de batalla. Los semidioses que entrenan con este tipo de arma suelen dar el golpe de gracia o provocar un daño progresivo a sus enemigos que los hace tan peligrosos como eficaces.
ESCUDO
Tanques, los escuderos son quienes se encargan de recibir los ataques enemigos y devolverlos con el doble de potencia. Resisten más que cualquier otro semidiós y portan grandes escudos y una espada con la que tener una cierta capacidad ofensiva que, al igual que su defensa, es de cuidado. Pueden ser capaces de anteponerse a cualquier rival y proteger a su equipo con fiereza.
ESENCIA
El poder divino que corre por las venas de cada semidiós es aquello que define su naturaleza y les da una fuerza espiritual que ningún mortal ha podido percibir jamás. El uso de los poderes otorgados por los dioses es vital en situaciones de extrema urgencia y estos semidioses lo saben muy bien. Su mejor arma es su espíritu divino, el cual canalizan para realizar ataques certeros e inevitables. Ser un experto en esta clase no es moco de pavo, ya que es bastante complejo y requiere mucho entrenamiento, concentración y constancia.
ESPADA
La espada es el arma por excelencia de los semidioses griegos y de los héroes del pasado. Aquellos que practican esta clase, mejor conocidos como espadachines, usan todo tipo de espadas y estoques para combatir contra sus enemigos, por lo que se les considera guerreros equilibrados. Poseen también un pequeño escudo accesorio con el que pueden defenderse mutuamente de peligrosos ataques. Sus ataques tienden a ser devastadores y su liderazgo en batallas asegura la victoria.
LANZA
Es bien sabido que los ejércitos de la Antigua Grecia utilizaban lanzas para proteger a su pueblo, destacándose en la rapidez y la agresividad que adquirían en batalla, tal como los Espartanos lo hicieron en su momento. Estos semidioses, mejor llamados lanceros, han dejado de lado los escudos con tal de asegurarse de desarmar a sus enemigos de forma ágil y precisa, creando tirabuzones y atacando a distancia para evitar el mayor daño posible, asegurando salir indemnes de un combate.
HACHA
Los expertos con el hacha son considerados los guerreros más aguerridos y potentes que prefieren dar golpes decisivos y críticos a sus enemigos con tal de bajar sus defensas mientras hacen el mayor daño posible. Usada en la antigüedad, el hacha fue esencialmente representada como arma de los dioses en el arte griego, por lo que tanto Zeus, Poseidón y Hefesto mostraron su grandeza al portar el hacha con distinción.
MAZA
Fuerza bruta, eso define a los expertos en maza. Se dedican, al igual que los campistas que utilizan hacha, a desestabilizar las defensas enemigas con golpes tan contundentes que pueden noquear a sus rivales. No son rápidos, pero sí resistentes y buscan dañar a sus oponentes en el menor tiempo posible. La maza no era muy utilizada en el pasado, aunque esto no quiere decir que no fuese considerada. Es un arma sumamente peligrosa, pesada y letal.
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More photos from Pasión Vega’s Birthday party a week ago in Cádiz Spain. In her Instagram post the singer revealed why Eddie was in Cádiz. His trip was part of his preparation for his role in The Day of the Jackal.
She wrote (quick translation): ‘It has been a week since I shared unforgettable moments with unique people... on my birthday. Life gave me the gift of being able to share it with many friends and with part of the team of the next series that my dear friend Ronan Bennett has written, and to advance in the work came to Cádiz for a few days, its magnificent director Brian Kirk, Jeremy, and the dazzling Eddie Redmayne … really Eddie Redmayne is one of the most special people I have ever met: attentive, observant, elegant … so warm, and bright. We will never forget any of the attendees, the art that Anabel Rivera, David Palomar, Miguel Angel Heredia, Claudia Cruz, and to the touch Alejandro Mendoza guitarrista gave us in abundance, in that special place where you can see the best sunsets and eat wonderfully in Tirabuzon Cádiz ... thank you to everyone for these moments that remain tattooed forever in the memory. 🎁❤️🥰...’
In the second photo, Eddie is with the celebrated singer and series director Brian Kirk, and screenwriter Ronan Bennett.
#cádiz20230423#the day of the jackal#brian kirk#pasión vega#ronan bennett#sighting2023#jackalbts#eddie redmayne#eddieredmayne#redmayne
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en la encuesta de los fideos, el hijo de puta que hizo la encuesta llamó ESPIRALES a los tirabuzones (a los fusilli) y yo ganándole la competencia de pelotudos escribiendo en los tags "ayyyy donde están los tirabuzones" si op fuese inteligente yo no tendría que hacer este papel lamentable
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" LA NOTA DE MI PERDICION "
Es para mí una posición difícil estar en mitad de ellos dos, siento estar del lado correcto hasta que el otro con sus argumentos pone en duda mi decisión,
No sé que hacer
Son un conjunto de increíbles rasgos, cualidades brillantes y gestos asombrosos en los que mi ineficaz razón alcanza a manejar, más aún cuando sus extensos tirabuzones aparecen, sus curls son los que me lleva a contradecir si mi corazón tiene la razón para acertar en qué ella es pura, que su intención es para mí descontrol un mar sosegado
Dejándola arrastrarme por sus corrientes
Inesperadamente truena la voz de mi cabeza, siendo el defensor que por largos inviernos nos ha mantenido son rasguño algunos, es el el que nos advierte sobre el mal que se escabulle tan indetectable, ese mal de el que por años pudimos escapar,
Haciendo énfasis en las puntadas que una tras otra han cerrado esta piel, heridas que no son perceptivas al ojo humano, dónde sangramos hasta casi partir, tan solo me pide recordar,.....
Recobro la razón que debo mantener al margen, no puedo ceder ante el canto de sirena, mis valores están en juego
No solo debo pensar sino hacerlos presentes, un hombre sin valores es un bastardo
Las reglas forjan un imperio
Y su rey tiene que acatar cada una de ellas para seguir siendo la cabeza
Sentí el primero casi salir de mi pecho y dolió un poco. Todo se detuvo por un momento, mis brazos se desplegaron como alas, el segundo dolió más, le pregunté que intentaba hacer,
Mi cabeza lo reprochó por lo que venía
El solo intentaba mostrarme algo y cuando mis manos envolvieron su espalda, el tercero me iba a destrozar el pecho,
Pero lo sentí frenar a mi masoquista amigo , y su pecho fue lo único que lo mantuvo dentro de mi, fue música, retumbar a un mismo compás en donde mis latidos fueron un DO mayor y los sullos me gritaban un incontrolable SI,
No entendí si quería que mi corazón estuviera en ella o el de ella estuviera dentro mío,
Separarme fue difícil, como un golpe en la cara quedé desorientado,
Mi cabeza estuvo en silencio
Pero cuando mi corazón quiso decir te lo dije
El pronuncia una oración que me dejó perplejo
Si ser un rey me coive de sentir lo suave de su piel, prefiero ser un bastardo, siendo tan mia sin ataduras, prefiero ser un bastardo para que mis manos recorran su piel, que su cintura me arrastre como un mar desbocado,
Porque si de rey no puedo sentir su cálido pecho con el mío,
De bastardo mi pecho se recostara en su espalda, y siendo un bastardo la are sentir como una reina
No hubo discusión, se formó una tregua y para mí bienestar se
Que pase lo que pase estoy peleando junto a ellos, si e de triunfar festejaré, pero si he de morir hoy saborearte mi sangre con gusto, de que nadie me haya cortado tan adentro.
ASC-CHATA ........🤺
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El vuelo de los murciélagos
Luna
Sol
Tirabuzones
Puedes ver el sol a través de mis ojos
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Pride & Prejudice
Cuando vuestra peluquera os pilla hablando sobre Orgullo y Prejuicio y descubrís que ella es tan fan como vosotras... ¡Entonces pasa esto! Vanessa de L&V Estilistes se dejó llevar y nos hizo a cada una un peinado digno de Pemberley, a juego con nuestros looks para la ocasión. Entre trenzas y tirabuzones, éramos capaces de imaginarnos entrando al baile mientras suena el piano a lo lejos.
¿Que si eramos las únicas medio disfrazadas de señoritas Bennet en el cine? Puede. ¿Que nos da igual? Seguro. ¿Que si vivimos una tarde redonda sintiendo que éramos dos hermanas más de Lizzy? También.
Sin duda la guinda de un día redondo dedicado a una de nuestras películas favoritas.
*
When your hairdresser catches you talking about Pride and Prejudice and you discover that she's as big a fan as you are… Then this happens! Vanessa from L&V Estilistes got carried away and gave each of us a hairstyle worthy of Pemberley, matching our looks for the occasion. Between braids and curls, we were able to imagine ourselves entering the ball while the piano plays in the distance.
Were we the only ones half-dressed as Miss Bennets in the cinema? Maybe. Do we care? Sure not. That we had a great afternoon feeling like we were two more of Lizzy's sisters? Absolutely.
Without a doubt the icing on the cake of a great day dedicated to one of our favorite movies.
Hair by L&V Estilistes. Customized costumes by us.
+ Shoot by us.
#pride and prejudice#pride and prejudice 2005#move#cinema#cosplay#jane austen#love#fashion#beauty#style#hair#make up#looks#fashion blogger#fashion blog#street style
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Huida de Cenicienta - Isabel Cienfuegos
Photo by Susanne Jutzeler, suju-foto on Pexels.com Ya sola, en casa, Cenicienta comprende que no llegará al baile si cumple las tareas que le han encomendado. No está segura de tener hada madrina, así que corta el bajo raído de su falda, descubriendo las piernas. Con las cortinas que tapan la vista del camino, improvisa una capa. Dejará suelto el pelo, no hay tiempo para tirabuzones. Se calza…
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29 (te voy a juzgar severamente según tu respuesta)
Holii ok tengo miedo 🫣
29. preferred pasta noodle?
tallarines o tirabuzones depende qué tipo de comida sea
cuál es el tuyo??
weirdly specific questions ask
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"Lo sé." Concuerda y suspira, recordando algunas de las peleas que tenía con su hermano menor cuando eran pequeños. Sin embargo, nada se comparaba con la razón por la que habían cortado comunicación. "Nunca quise dejarte sola. Bueno, tenías a Lys y a mis padres, pero eras la única razón por la cual seguía en esa casa y quizá la única por la que vine a este pueblo." Admite, tomando uno de sus tirabuzones y pasándolo por detrás de su oreja. Las palabras ajenas logran llenarlo de una preocupación con la que hasta ahora no cargaba. Su prioridad había sido encontrar a sus hermanos y ahora que lo había hecho, tenía que protegerlos a toda costa. "No digas eso..." Murmura, sacudiendo ligeramente la cabeza. "Mírame, pequeña..." añade, tomando su rostro con ambas manos y viéndola directamente a los ojos para darle seguridad. "Vamos a salir vivos de esto. Una vez lo hagamos, tú, Lys y yo, podremos reconstruir la familia que se perdió hace años. No dejaré que nada te pase." Asegura, antes de apartarse para iniciar el trato de las heridas. "¿Un codazo?" suelta una risa reprimida. "Definitivamente sí sigues siendo una niña." Se burla, a medida que humedece el algodón con alcohol y comienza a limpiar la herida, evitando cualquier tipo de infección. "Por favor, no me hagas más moretones de los que ya tengo."
"Lysander siempre ha sido... complicado," admite finalmente, con un leve temblor en la voz, mientras baja la mirada hacia las manos de Jaiden que trabajan con los insumos médicos. "Pero te conoce mejor de lo que crees. Si está enfadado o dolido, es porque le importa." Hace una pausa, cerrando los ojos un segundo como si con eso pudiera detener el nudo que amenaza con atragantarla. Luego, deja escapar un suspiro y, cuando vuelve a hablar, su tono es más firme, aunque todavía cargado de emoción. "Si algo nos ha enseñado esto, Jai, es que no hay tiempo para guardarse rencores. Si hay una posibilidad de arreglarlo con él... tenemos que intentarlo. Porque..." se interrumpe, traga saliva y aprieta las manos sobre sus propias rodilla. "Porque no sé cuánto tiempo más vamos a tener juntos." Cuando él bromea sobre los viejos tiempos, el aire en la habitación se relaja un poco. Jacqueline deja escapar una risa suave, breve pero genuina, aunque sus ojos aún brillan con una mezcla de tristeza y nostalgia. "¿Salir corriendo? Por favor, Jai, ya no soy esa niña asustadiza." Le lanza una mirada fingidamente desafiante, aunque sus labios se curvan en una sonrisa débil. "Pero si me duele mucho, no prometo no darte un buen codazo." Su tono es ligero, pero debajo de la broma, hay un agradecimiento implícito: por estar ahí, por cuidarla, por no dejarla enfrentar esto sola.
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»»————- ❀❀❀ ————-««
Me dispuse a meter el portátil en la funda. La oficina no era muy grande así que teníamos que compartir escritorio con otra persona para poder aprovechar el espacio, nuestro jefe lo achacaba a que así trabajamos más en equipo, cuando en realidad ninguno lo hacíamos en el mismo proyecto. A mi lado se encontraba Lorena que miraba la pantalla como si estuvieran echando algo emocionante al mismo tiempo que movía los dedos sobre el teclado con una rapidez digna de admirar. Lorena era una mujer de casi metro setenta al que todos consideraban una belleza. Y no era de extrañar. Su cabello estaba recogido en un moño mal hecho que se le escapaban un par de tirabuzones dorados a la altura de las orejas, pocas veces lo mantenía suelto en la oficina y menos en verano. El color avellanado de sus ojos se asemejan a los de la propia miel acentuándose con unas pestañas espesas que parecían haber salido de las alas de una mariposa. Tenía una mirada seductora y estaba convencida de que el maquillaje que llevaba no le hacía justicia. Seguramente era de esa clase de personas que se levantaban por la mañana con la piel brillante y esa gracia que robaría más de un corazón si tuvieran la oportunidad de ver semejante escena. Tenía ese magnetismo que te hacía no dejar de mirarla.
La punta de su nariz era respingona y afilada, podría ser una de las pocas características en las que coincidiría con ella. Y sus labios no muy gruesos perfectamente perfilados con un tono rosáceo que hacía juego con el rubor de sus mejillas. Porque no había otra cosa que más caracterizaba a Lorena, y era su rubor natural. Todos los de la oficina siempre venían a nuestra mesa. Desde los que te pedían una goma de borrar hasta los que se hacían los locos con no saber dibujar en AutoCAD un detalle constructivo.
Lorena no es que fuera una experta utilizando ese programa así que si veía que se le escapaba de su propio conocimiento, me terminaba pasando a mí los marrones. Yo, en cambio, tenía que tragarme las caras de decepción de mis compañeros de trabajo salvo las de Daniel, que nos trataba a las dos de la misma manera.
– ¿Ya te vas a casa…? – Lorena me miró con pena. – Si, ya he terminado, ¿Aún sigues con el mobiliario? – Me extrañaba que no hubiera terminado a esas horas. Normalmente siempre acababa antes que yo. – Hoy no me han dejado tranquila. Entre unas cosas y otras he hecho el trabajo de los demás y no el mío. – chasqueó con la lengua. – Ya te dije que tenías que aprender a decir que no.
Me colgué la bolsa donde llevaba el portátil en el hombro. Lorena parecía encogerse en la silla al mismo tiempo que exhalaba un largo suspiro. Era consciente de que tenía razón.
– No creo que me quede mucho más tiempo, además no estoy sola. Daniel aún sigue en su mesa.
Lorena y yo miramos por encima del hombro. Al otro lado de la oficina, la luz de una de las lámparas iluminaba solamente la mesa que estaba más próxima a la oficina del que era nuestro jefe. Para mí era el suertudo. Tenía el privilegio de ocupar una mesa entera para él solo ya que, no solo era el número uno en su trabajo, sino que encima era muy amigo de Víctor. Por los rumores que circulaban en la empresa resultaba que eran amigos desde pequeños, crecieron juntos en un pueblo a las afueras de Madrid y juntos se embarcaron en el mundo del interiorismo.
– No te quedes hasta muy tarde… - me incliné hacia delante, lo justo como para murmurar a la altura de su oreja. – y concéntrate.
Lorena se echó a reír. Sabía perfectamente a lo que me refería. A Lorena le gustaba Daniel, pero a Daniel no parecía interesarle lo más mínimo su presencia. Quizá por eso le volvía loca ya que, en comparación con el resto, él era la única persona que no giraba la cabeza cada vez que pasaba por su lado o la miraba con ojos llenos de intención. En alguna que otra ocasión me llegué a preguntar si realmente le gustaban las mujeres, no parecía estar casado y nunca hablaba de su vida privada. Ninguno de la empresa se atrevía a preguntarle ni a él, ni a Víctor, quién en su sano juicio le preguntaría al jefe si uno de sus empleados tenía pareja.
No me entretuve más. Salí de allí lo más rápido que pude, tan solo tenía que bajar una hilera de escaleras para llegar al hall. Una de las series que estaba viendo esa semana me estaba esperando y yo no tenía ninguna intención de entretenerme por el camino. Mi yo de hace unos años hubiera tenido la necesidad de salir, de quedar con mis amigas, tomar algo en cualquier barucho y despejarme de tantas horas de trabajo. Pero lo que mi cuerpo me pedía en este preciso momento era llegar a casa, cambiarme de ropa optando siempre a algo más cómodo, sentarme en el sofá con una taza de té y adentrarme en el mundo idílico del cual jamás iba a formar parte.
Cuando por fin visualicé la puerta metálica que me conduciría a la libertad un estruendo hizo retumbar las paredes del edificio. Del exterior, se coló un destello tan brillante que tuve que entrecerrar los ojos y pararme en el último escalón. Las luces se apagaron de un plumazo y la oscuridad se apoderó de los pasillos.
– Estupendo…
Busqué dentro del bolso el teléfono para poder alumbrar y no chocarme con nada que hubiera a mi paso. La oscuridad siempre me había generado un cosquilleo incómodo en la espina dorsal de mi espalda, como el hecho de quedarme sola en medio de un pasillo a oscuras, era una pesadilla que me perseguía cada vez que pasaba una mala noche. Ralentice mi respiración para afinar los oídos, de esta manera podía detectar cualquier ruido que se alejaba de aquello que conocía de ese edificio. Todo parecía estar en orden pero mi cuerpo permaneció tenso, como si estuviera esperando la orden de tener que salir corriendo en cualquier momento. Mi corazón bombardeaba con rapidez e intenté calmarlo acercándome aún más a la puerta.
Algo se movió detrás. Mi cuerpo que hacía unos segundos parecía reaccionar a todas mis órdenes se congeló con una mano puesta sobre el pomo de la puerta. “ Qué haces, estúpida. Sal de ahí ya.” Pensé para mí aunque ya era tarde. Lo que parecía ser un brazo visto por el rabillo del ojo fue directo a la puerta, a la altura de mi cabeza. Una mano gruesa se apoyó contra el cristal, parecía empujar en dirección contraria de cómo esta se abría, si la intención era impedir que huyera lo había conseguido.
– María, ¿Qué estás haciendo? – Una voz jovial chocó contra mi nuca, se trataba del mismísimo Daniel que minutos antes parecía estar inmerso en su mesa. Pude sentir su aliento acariciar mi cabello, estaba demasiado cerca. – ¿Vas a salir así con la que está cayendo? – Me has asustado. – ladeé la cabeza para mirarle, mis hombros aún permanecieron tensos. – Lo siento, no era mi intención. Daniel se apartó un par de pasos.
– ¿Has traído paraguas? – No, no pensé que fuera a llover tanto... – miré a través del cristal. La lluvia caía tan fuerte que podía escuchar el sonido del impacto contra el suelo o cualquier superficie que se interpusiera a su paso. Era tan densa que parecía un manto encharcando cada rincón de la ciudad, no estaba segura de si era solamente lluvia o el cielo nos estaba avisando de que la tierra estaba llegando a sus límites. – ¿Vas a coger el metro? Me pilla de camino al coche, puedo acompañarte. – Daniel alzó el paraguas negro que había estado enganchado por el mango en uno de sus brazos.
La idea no me pareció mala pero como Lorena viera esa escena, al día siguiente la tendría haciéndome preguntas como si fuera un interrogatorio para saber qué era lo que Daniel quería de mí o cuál era el motivo por el cual estábamos compartiendo un paraguas. No puedo negar que era una actitud extraña por parte de Daniel, nunca antes se había ofrecido ayudar a los demás, siempre había mantenido las distancias aunque hablara con todo el mundo en la oficina. Era simpático a su modo, pero solo le habíamos visto bajar la guardia con Víctor, que le arrancaba más de una carcajada.
Me fijé en sus ojos que estaban puestos en mí y parecía no perderse ninguna de mis reacciones. Era la primera vez que le tenía tan cerca o intercambiábamos más de dos palabras sin ser interrumpidos por alguien de la empresa. Esta vez pude admirar la claridad de sus ojos azules que me recordaron a las aguas cristalinas de las montañas del norte. Daniel rondaría los treinta años y me sacaba fácilmente dos cabezas, di gracias a no tener que estar mirándole constantemente en el trabajo o terminaría con tortícolis todos los días de la semana. Su cabello era negro azabache, con unas cejas prominentes que le daban personalidad a sus facciones marcadas como en la mandíbula. Su nariz griega le hacía aún más fotogénico. Entre él y Lorena podrían ser perfectamente modelos de una de las revistas más reconocidas de todo Madrid. Esos talentos ocultos que no todo el mundo explotaba o sabía verlo, tan solo los demás que les rodeaban. A diferencia de él, yo era bastante menuda, a su lado me sentía una adolescente en plena pubertad aunque intentara disimularlo con conjuntos un poco más refinados.
– ¿Quién dice que me va a acompañar al metro? – Lorena apareció detrás de nosotros, el ritmo armónico de sus tacones había estado sonando desde hacía rato pero no me había dado cuenta hasta que su voz intervino en la conversación.
Él me miró, como si buscara una aprobación.
– Daniel se ha ofrecido a llevarte. – sonreí apartándome de la puerta para dar paso a Lorena que le acababan de hacer los ojos chiribitas. Daniel carraspeó con la garganta y no le quedó más remedio que asentir con la cabeza. – ¿Qué pasa contigo?– repuso él. – Viene una amiga a por mí, le había mandado un mensaje antes de salir de la oficina. Creo que está a punto de llegar, podéis iros sin problema.
Lorena abrió la puerta y una ráfaga de viento se adentró en el hall provocándonos un escalofrío. El verano se había ido de la noche a la mañana.
– ¡Madre mía, qué es esto! – exclamó la rubia, abrochándose el último botón de su abrigo color azul, a juego con los ojos de Daniel. – No tardes mucho en volver a casa, bonita. Nos vemos mañana entonces.
Lorena tenía la manía de llamarme “bonita”. El primer día que aparecí en la oficina me miró como si fuera una muñeca de porcelana, en ese momento no tenía muy claro si era una buena señal, aún así no podía compararme con ella. Yo era consciente de mi belleza, pero para mi gusto era una belleza más normalizada, más… del montón. El único rasgo exótico que podría encontrarme eran mis ojos ligeramente sesgados por la genética de mi padre o la redondez de la cara. Aún así ella no paraba de decirme bonita, como si estuviera hablando con su sobrina.
Me despedí de ellos lo más pronto que pude. Daniel parecía no estar tan cómodo como Lorena, que se colgó de su brazo con la excusa de prevenir que se la llevara el viento. A ambos los perdí de vista minutos después. La lluvia seguía cayendo sin cesar, no tenía paraguas y les acababa de soltar la primera mentira que se me había pasado por la cabeza, no me apetecía tener que compartir un único paraguas después de la incomodidad que había sentido minutos antes. Agarré mi bolsa con fuerza y decidí salir del edificio en dirección a mi casa. La lluvia no me mataría, estaba claro, pero me inquietaba. Me hacía recordar que el invierno estaba a punto de llegar, me hacía recordar ese invierno en el que yo también había tenido esa sensación de hormigueo en el estómago por querer ver a esa persona lo más rápido posible o caminar junto a ella bajo el mismo paraguas. Los recuerdos ya no me hacían sentir triste, ese sentimiento lo había dejado atrás hacía unos años, pero sí me hacía sentir inquieta.
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Ojo izquierdo
Llevo mucho tiempo viendo sólo con el ojo izquierdo.
De pequeño me decían que era porque el derecho era un vago.
Así que me lo tapaban con un parche con pestañas dibujadas.
Yo me lo quitaba porque veía borroso y así no se puede ver.
Por entonces jugaba a Hot Weels,
cuyos anuncios te hacían
poseer el alma impulsaban los coches de juguete por los tirabuzones.
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