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Bruna Marquezine captured by Agata Serge for M Revista de Milenio
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Sara Sampaio for M Revista de Milenio by Coliena Rentmeester
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Gemma Arterton for M Revista de Milenio
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Aamito Lagum by David Roemer for M Revista de Milenio - Nov 2020
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(Para que la leas ahí donde te tope el eclipse del 30 de marzo de 2052).
Guille, mi Guille:
El 8 de abril de 2024, tú, tus hermanos, tus papás, tu abuela y nosotros, tus tíos, vimos el eclipse lunar tumbados en el pasto del estadio de los osos de Baylor.
Lo esperamos durante dos horas bajo el ardiente y escorchante (scorching) sol de Texas. Nos habíamos alistado desde las cinco de la mañana para evitar el tráfico de la salida de Houston, y sólo paramos en una gasolinería a las afueras de Waco porque Rodrigo despertó de su siesta con tremendas ganas de ir al baño.
Siempre que Rodrigo va al baño, tú vas también. Duermen, comen, se ensucian y se lavan a la misma hora, y como los visten iguales mucha gente cree que son parecidos. No lo son. De hecho, no podrían ser más distintos. Rodrigo es activo y tú eres calmado. Rodrigo es vivillo y tú todavía eres inocente. Rodrigo inventa, oculta y ficciona, en cambio tú eliges decir siempre la verdad. Rodrigo se parece a tu mamá, rasgos afilados y barbilla triangular, cara de gente que sale en revistas. Tú, mi Guille, eres más del tipo redondeado, chato como doña Eva, como el impresentable Juan, cabeza de manzana con dientecillos de ballena y ojos chinos como yo.
Eres tan bello, mi Guille, tan lindo, que a veces me quedo mirándote y me siento como se debió de haber sentido el primer animal frente al milagro del fuego, frente al calor y el cocimiento, en el instante prístino que antecedió a todos nuestros errores y a los milenios.
En el camino a Waco, tú, tu abuela y Codelo fueron los únicos que se comieron los burritos que yo había preparado. Eso me gusta de ti, que aceptas el alimento que te ofrezco. Y ya que estamos en esas, también quiero decirte que admiro la manera en la que te sientas a la mesa, tranquilo, con los pies colgando si la silla es demasiado alta, y cómo contemplas el bocado antes de morderlo, como pidiéndole permiso, y el contento que invade tu cara cuando masticas, dibujándote un hoyuelo feliz. ¿Te han contado que cuando eras chiquito cerrabas los ojos para disfrutar más tu comida? ¿Te han contado que aprendiste a columpiarte solo en el portabebé, a divertirte sin necesitar de otros, a decidir el ritmo y la duración de tus juegos?
Mientras esperábamos la totalidad del eclipse, tú ibas monitoreando el recorrido de la luna en una cachucha que te compró tu papá. Esto podemos decir sobre tu papá: que cuando tiene, lo da todo, y cuando no tiene, da un poco menos, pero siempre da. Lo aprendió de tu abuela, y de la nuestra, y lo aprendió también de ti mucho antes de que nacieras, así funcionan las resonancias y los planos superpuestos.
(Para el 2052, ¿estará probada la teoría de cuerdas? ¿Serán posibles los viajes entre portales? Mejor, dime, llanamente: ¿ya se sabe si existen los aliens?)
Quiero que sepas que ver el eclipse contigo es de lo más bonito que me ha tocado vivir durante el tiempo que llevo en la tierra. No sé si dentro de 28 años recordarás la cobija sobre el pasto, la limonada, el momento preciso en que la luna se acomodó ("tuc") sobre el sol y el mundo entero cambió de tonalidad, la voz adolescente de Leonardo avisándote que "ahorita ya te puedes quitar los lentes, Ché, para ver el cielo, Ché, mira, mira, mira cómo se ve". No importa si no lo recuerdas. Es más: olvídalo si quieres. Yo lo recordaré.
En 2052, habrás cumplido 33 años. Rodrigo, 36. Leonardo, 42. Tu papá, 75. Tu mamá, 71. Yo, 67. Codelo, 73. Veremos el eclipse juntos y le echaremos una porra al recuerdo de tu abuela, escucharemos su carcajada en el instante en que el sol y la luna hagan "tuc". Veremos el eclipse, en eso quedamos; esta carta es únicamente un respaldo, un ejercicio de universos contrastantes.
(Para el 2052, ¿seguiré viviendo en Texas? ¿Seguirán siendo legales las armas e ilegales los abortos? ¿Los hispanos todavía seremos ciudadanos de segunda?)
En 2024, tienes cinco años y lo que más te gusta en el mundo es ponerte gorra. También te gustan los peluches, los plátanos y que te carguen de cabeza. Tienes el don de la escucha y eres atento en por lo menos dos acepciones: la que permite la curiosidad y la otra, la que aplauden las señoras. No has empezado la primaria y todavía no logras pronunciar la r suave. A tu hermano lo llamas Roligo. La maestra dice que es normal entre los toddlers como tú, los llamados "bebés pandemia". Asegura que eres un niño normal, inteligente y sensible. Practicas Duolingo todos los días. Te gusta hablar en dos idiomas, te gusta hablar aunque no se te entienda.
Yo te entiendo. Yo me he educado en la traducción-interpretación-adivinación en vivo. La intuición es la táctica de las mujeres y las migrantes. (Para 2052, ¿me sigo dedicando a la traducción y a escribir libros? ¿Seguimos leyendo libros? ¿Todavía existe Arte Público?)
A tus abuelos les preocupa tu habla, temen que te quedes solito, que el futuro se convierta en un lugar hostil para ti. Tu abuela me lo dice con los ojos cargados de esa angustia que combate a base de resoluciones. Te regalaría su propia lengua, si pudiera, pero no puede, y eso la llena de tristeza. No quiere heredarte un mundo cruel, sobre todo si ella no estará aquí para protegerte.
La entiendo. Y me preocupa que se preocupe. Y me preocupa que me preocupe su preocupación. Etcétera.
Pero, luego, cuando veo tus pies colgados de la silla, suspendidos como el péndulo que te enseñé en el museo, se me despejan las nubes de la tragedia. Se presenta ante m�� el misterio, resuelto, de la rotación de la tierra, el vaivén de los astros conocidos y por conocer. Te miro con estos ojos que se parecen a los tuyos, y los planos temporales y universales se superponen. Tú, mi Guille, eres el milagro de los eclipses, eres el fuego y la contemplación del fuego. Eres el instante preciso en que el cielo hace "tuc", un universo en sí mismo, contenido y en expansión, uno que aprendió a columpiarse solo, a su ritmo, y a pautar su propio infinito.
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Eiza González covers the latest issue of Revista de Milenio
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Eiza González for M Revista de Milenio
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ASHLEY GREENE for M Revista de Milenio | Sept, 2020
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LILI REINHART
REVISTA DE MILENIO (2022)
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Photographer: Coliena Rentmeester
Cast: Cameron Dallas
M Revista de Milenio 2020
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¿Por qué el cerebro prefiere los libros en papel?
El cerebro humano es capaz de percibir un texto en su totalidad, como si se tratara de una especie de paisaje físico. Y es que cuando leemos, no sólo estamos recreando un mundo con las palabras del relato, sino que construimos una representación mental del mismo texto.
Al pasar las páginas de un libro de papel, realizamos una actividad similar a dejar una huella tras otra por un sendero, hay un ritmo, una cadencia y un registro visible en el transcurrir de las hojas impresas.
La prestigiosa revista Scientifican American publicó un artículo con el que se busca dar una explicación a esta paradoja: en la época de la hiperconectividad, cuando cada vez tenemos más equipos que nos permiten leer con mayor facilidad y contamos con acceso a bibliotecas enteras en formato electrónico, muchos siguen prefiriendo al formado de papel.
El libro tradicional, la revista, el diario, siguen siendo los favoritos del público en general. Aunque resulte difícil de creer, siendo que los formatos digitales nos abren las puertas a muchas libertades.
Papel versus píxeles Muchos trabajos hablan de que en pantalla se lee más lentamente y, además, se recuerda menos. Hay “fisicabilidad” en la lectura, dice Maryanne Wolf de la Universidad de Tufts. Las personas necesitan sentir el papel al leer, el cerebro lo pide inconscientemente.
Nosotros no hemos nacido con circuitos cerebrales dedicados a la lectura, porque la escritura se inventó hace relativamente poco tiempo en nuestra evolución: alrededor de cuatro milenios antes de Cristo.
En la niñez, el cerebro improvisa nuevos circuitos para leer y para ello usa parte de otros dedicados al habla, a cuya habilidad se suma la coordinación motora y la visión.
El cerebro comienza a reconocer las letras en base a líneas curvas y espacios y utiliza procesos táctiles que requieren los ojos y las manos. Los circuitos de lectura de los niños de 5 años muestran actividad cuando practican la escritura a mano, pero no cuando se escriben las letras en un teclado.
Más allá de tratar a las letras individuales como objetos físicos, el cerebro humano puede percibir un texto en su totalidad como una especie de paisaje físico. Cuando leemos, construimos una representación mental del texto.
La naturaleza exacta de tales representaciones permanece clara, pero algunos investigadores creen que son similares a un mapa mental que creamos de un terreno, como montañas y ciudades, y de espacios físicos de interior, tales como departamentos y oficinas.
En paralelo, en la mayoría de los casos, los libros de papel tienen una topografía más evidente que el texto en pantalla. Un libro de papel abierto presenta dos dominios claramente definidos: páginas de izquierda y derecha y un total de ocho esquinas en las que uno se orienta.
Al pasar las páginas de un libro de papel se realiza una actividad similar a dejar una huella tras otra por un sendero, hay un ritmo y un registro visible del transcurrir de las hojas. Todas estas características permiten formar un mapa mental, coherente, del texto.
En contraste, la mayoría de los dispositivos digitales interfieren con la navegación intuitiva de un texto y a pesar de que los e-readers (libros electrónicos) y tabletas replican el modelo de páginas, estas son efímeras. Una vez leídas, esas páginas se desvanecen.
“La sensación implícita de dónde usted está en un libro físico se vuelve más importante de lo que creíamos”, dice el artículo de la Scientifican American.
En un trabajo sobre comprensión de textos, al comparar alumnos que leyeron en papel con otros que leyeron un texto en versión PDF en la pantalla, se concluyó que los primeros tuvieron mejor rendimiento.
La tinta electrónica refleja la luz ambiental al igual que la tinta de un libro de papel, pero las pantallas de ordenadores, teléfonos inteligentes y tabletas hacen brillar la luz directamente en los rostros de las personas y la lectura puede causar fatiga visual, dolores de cabeza y visión borrosa.
Es probable que el organismo de los nuevos nativos digitales cree otras redes neuronales que les permitan preferir lo electrónico al papel, pero mientras tanto, hoy el resto de la población sigue prefiriendo el contacto con las históricas hojas.
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Roos Abels by Julio Nuño for M Revista de Milenio
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Lili Reinhart for M Revista de Milenio
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Avelina Lésper (5 de mayo de 1973) es una escritora, historiadora, columnista, y crítica de arte mexicana. Es autora del libro El fraude del arte contemporáneo y es una opositora de algunas de las corrientes del arte contemporáneo como el performance, el videoarte y la instalación.
Es literata de la Universidad Nacional Autónoma de México y graduada en historia del arte de la Universidad Politécnica de Łódź de Polonia.
Escribe constantemente artículos en su página web personal, periódico, y revistas especializadas en arte, varios de estos artículos han sido narrados por ella misma para TV y en su propio canal de YouTube1. Desde 2009, publica la columna «Casta Diva» en el suplemento cultural Laberinto del diario mexicano Milenio y es colaboradora recurrente del programa radiofónico Dispara Margot, Dispara, desde 2014. Asimismo, es directora de la colección de «Milenio Arte», que reúne a múltiples artistas plásticos que han realizado obras en México.
Lésper es conocida principalmente por su libro El fraude del arte contemporáneo, que contiene fuertes pronunciamientos que han puesto a opinar en pro y en contra de su tesis. La controvertida crítica argumenta que mucho de la instalación, el videoarte, la performance y el arte encontrado no es arte, «es basura», sostiene que el arte contemporáneo está en crisis.
Es considerada por muchos una acérrima defensora del arte figurativo; sin embargo, en varias ocasiones también reconoce el trabajo de artistas como Mark Rothko, Jackson Pollock, Gabriel Macotela, Manuel Felguérez, entre otros artistas pertenecientes a corrientes abstractas, no figurativas.
Posición respecto al arte contemporáneo
Debate sobre el grafiti en el Museo de la Ciudad de México, agosto de 2018.
En julio de 2018, Avelina Lésper publicó en su blog una fotografía en la que posaba junto a un grafiti ubicado en la calle 4 Poniente esquina con Periférico Sur, cercano a la Sala Ollin Yoliztli en la Ciudad de México; en este se podía leer la frase «¡Avelina Lésper, Me la Pelas!». A partir de dicha situación, la crítica convocó a los autores del grafiti a mantener un diálogo sobre lo que implican estas intervenciones y en qué sustentan su valor artístico, así como por qué deberían permanecer en las calles de la ciudad. El debate fue convocado para el sábado 4 de agosto en el Museo de la Ciudad de México
Durante las intervenciones de Lésper se escucharon silbidos y reclamos por parte del público. Al finalizar el evento, y una vez fuera del museo, la crítica fue interceptada por una persona que la agredió golpeándola con un pastel en el rostro.
El 8 de febrero de 2020 provocó la accidental destrucción de la obra Nimble and Sinister Tricks (To be Preserved with Out Scandal and Corruption) del artista Gabriel Rico, exhibida en el stand de la Galería OMR de la 17 edición de Zona Maco que se realiza en Centro Citibanamex de la Ciudad de México. Ella declaró que se trató de un accidente que sucedió al intentar colocar sobre la obra una lata de refresco en la pieza. La Galería OMR señaló que no tomaría acciones legales en contra de Lésper.
Lésper, Avelina. El fraude del arte contemporáneo. Bogotá: Panamerica Formas e Impresos, 2016.
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Bruna Marquezine photographed by Agata Serge for Revista de Milenio.
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Roos Abels - M Revista de Milenio
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