#everybody mind ur business i'm going through something (amar y adorar a petra solano JKDHSFJKS AND WHAT ABT IT)
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En retrospectiva, Petra le hubiera podido brindar más atención a todo el asunto, de no haber sido por los acontecimientos que se desataron inmediatamente después.
El sueño había sido... Muy real. Y muy inesperado también. Había despertado con el corazón retumbándole fuertemente en el pecho y con gotas de sudor en la espalda, lo que hacía que su bata de seda quedase adherida a su desnuda piel, generándole una sensación pegajosa que sabía sólo se le iría si tomaba un baño.
Un escalofrío le recorrió la espalda al sentir el fantasma de los dedos de J.R. en su cuello. Tragó saliva. Había sido solo un sueño. J.R. no había estado allí realmente y Petra no tenía fantasma alguno rondándole.
Al sentarse en el sofá del lobby del penthouse, una incomodidad en el centro de sus piernas la puso en alerta, ¿cómo era que un producto de su mente la había dejado tan...? No. No lo diría. Porque no lo estaba, porque estarlo significaría que...
“¡Mami!” La voz de Anna la hizo ignorar su tren de pensamientos. “¡Mami, mami! ¡Ven pronto!”
Quizá era mejor así.
Petra corrió hasta la habitación de sus hijas. Anna estaba trepada en la cama de Ellie, quien por alguna razón, independientemente de los gritos de su hermana, continuaba dormida. (¡Un milagro! Más sencillo lidiar con una que con las dos, pensó).
“¿Qué pasa?” Petra se sentó en la cama vacante y palmó a su lado, esperando que su hija fuera con ella. Anna negó. “Anna no puedes dormir con tu hermana, no eres un bebé,” aún cuando bebés Petra se había negado a dejarles compartir cuna. Claro hubiera sido más barato, pero también necesitaba que sus hijas tuvieran un sentido de individualidad. Que tuvieran personalidad propia y no un apego insano por la otra—Jamás se lo perdonaría si alguna de las dos terminaba como Anezka.
“Por favor mamá, sólo hoy.”
Petra suspiró, cruzándose de brazos.
“¿Qué pasó?”
“Tuve un mal sueño mamá,” Anna dijo mientras que se acomodaba a un lado de su hermana. “Era sobre la tía Anezka... Y babička,” Petra sintió sus hombros tensarse bajo la mención. “Tenían antorchas y gente encapuchada que las seguían y venían por ti y por Ellie... Y por mí también.” En la oscuridad de la recámara de sus hijas, los ojos de Anna se llenaron de lágrimas. “No quiero que te pase nada, mamá. O a Ellie. O a mí.”
Petra tensó la mandíbula. Todo este asunto del caso de homicidio—defensa propia—de su hermana le estaba afectando no solo a ella, ¿cómo había sido tan ciega como para no velar por el bien de sus hijas? Que si bien, no estaban involucradas directamente en ello, no eran tontas y veían lo que ocurría a su alrededor.
“No va a pasarme nada,” se levantó entonces de la cama vacía y, tomando a Anna en brazos, se acomodó a un lado de su otra hija, quien al sentirla, abrió los ojos de manera confundida. “Sh...” Acarició el cabello de Ellie con suavidad. “Voy a dormir aquí hoy, ¿to je v pořádku?”
La cama era demasiado pequeña para las tres, (habría que decirle a Krishna que checara colchones matrimoniales para cambiar las camas de las gemelas), pero Petra se las arregló para meterse bajo las sábanas y abrazar a cada una de sus hijas. Ignorando el mal sabor de boca que la conversación le había dejado.
“Fue sólo un sueño,” susurró a Anna quien se aferró a su pecho, asintiendo con la cabeza. “Sólo un sueño...” Y esta vez, no se refería sólo a la pesadilla de Anna, sino al suyo también.
♡
Petra había sido capaz de dormir, despertarse y meterse a la ducha sin tener que pensar en... El sueño con J.R., sin embargo, al tener que preparar a las niñas para el brunch semanal, un mensaje la distrajo por completo: ‘Voy rumbo a la oficina del fiscal, quiero ver si hay algún cambio en el caso.’ No había nada fuera de lo ordinario en aquel mensaje de texto, sin embargo su mente no tardó mucho en llenar su cabeza con imágenes y sonidos no aptos para todo público.
Oh, rayos. No podía pensar en esto tan cerca del brunch familiar. Las Villanueva tenían una habilidad extraña para leer ojos. Jane lo sabría inmediatamente y Petra prefería ir al arcade en temporada de gripe antes de tener que contarle a Jane acerca de su...
“Mamá,” Ellie se acercó a ella, envuelta en una toalla. “Anna quiere usar el conjunto amarillo, pero yo no quiero usar el conjunto amarillo porque me recuerda a Pammy el Perico. Dile que prefiero el rosado.”
“Díselo tú,” Petra le dijo, encaminándola de vuelta al cuarto de baño. “Puedes usar tus palabras, además el conjunto amarillo no se parece en nada a Pammy el Perico, es de una colección exclusiva de Banana Republic.” Ellie viró los ojos, pero hizo como indicado y volvió con su hermana. Segundos después escuchó una discusión desencadenarse en el baño. No interferiría, tenían edad suficiente para negociar y llegar a un acuerdo.
Y como era usual, tenía razón. Anna y Ellie salieron del baño hacia su clóset y, prenda por prenda, sacaron unos pantaloncillos cortos y una camisola azul. Se habían ido por lo neutro, ¡brava!
“No olviden ponerse crema en las piernas,” advirtió Petra antes de salir de su habitación, permitiéndoles privacidad suficiente para que se vistieran a gusto. “¡Y no tarden demasiado! Su tía Jane y Mateo no deben tardar en llegar.”
Y hablando de Jane... El mensaje aún la esperaba sin respuesta.
Petra desbloqueó su teléfono casi que con miedo—hacer énfasis en el casi—y lo releyó varias veces. Estaba conflictuada. ¿Qué tal si no contestaba? No tendría que haber problema alguno si no lo hacía, ¿cierto? J.R. sabía que era una mujer muy ocupada y seguramente le daría lo mismo que Petra respondiera o no... Pero ¿y si estaba aguardando por una confirmación? No habían hablado de que J.R. volviera a la oficina del fiscal después de que Petra hubiera dado su declaración a la policía, ¿que tal si quería la aprobación de Petra? ¿Un emoji de pulgar arriba serviría?
El sonido de la puerta la hizo brincar en su lugar. Diablos, Jane había llegado. El mensaje de J.R. tendría que esperar, no quería ser interceptada por Jane y sus dotes Villanueva.
“¡Niñas, Mateo está aquí!” Gritó a tiempo que abría la puerta. Mateo la saludó con una sonrisa, pero ni bien Anna y Ellie salieron de la habitación, perfectamente bien vestidas y peinadas, empujó ligeramente sus piernas para hacerse espacio y corrió hacia la sala con ellas. Pudo escuchar un sonido de disgusto por parte de una de sus hijas, pero no alcanzó a tomarle suficiente importancia porque lo primero que Jane hizo al verla, fue pasarle la funda de su computadora.
Petra la miró con una ceja enarcada.
“Terminé el primer capítulo de tu libro,” Jane dijo entusiasmada. “Pero quiero que lo leas antes de que lo mandes a tu publicista.”
“¡Oh!”
Claro... El libro.
Con todo el asunto de... Eso... Lo había olvidado. “Bien, pasa. Podemos revisarlo en mi recámara. Aprovechamos el tiempo antes de que nos traigan la comida. Krishna dijo que la orden estaría pronto.”
♡
Todo ocurrió demasiado rápido.
“Petra Solano queda bajo arresto por el homicidio de su hermana Anezka Archuletta,” se sintió palidecer. Esto no podía ser posible. Su declaración a la policía había sido un éxito, J.R. se lo había dicho. Ahora sólo había que esperar a que el fiscal retirara los cargos, ¡y le había dicho que era muy plausible!
“¡Esto es ridículo!” Una parte de sí esperaba que esto se tratara de una mala broma. Que fuera su madre haciendo una gran escena sólo para conseguir dinero, pero ni bien sintió un par de ásperas manos tomar sus muñecas por la fuerza, supo que esto era real. “¡Oiga, un momento! ¡No me toque!”
No había razón para esposarla.
No frente a sus hijas.
“¡Jane!” Le gritó, implorándole con la mirada que hiciera algo. Sus niñas no la podían ver así, y quizá fue sentido común o quizá fue que en sus ojos la más pura desesperación se veía reflejada, pero ni bien Petra escuchó el primer ‘clic’ de las esposas, Jane ya se había llevado a las niñas y a Mateo a la habitación.
Su mente estaba hecha un desastre. No comprendía qué había pasado para haber llegado hasta aquí. Todo había salido bien. Había hecho todo en su poder para no llegar a una vieja y húmeda celda y de una u otra manera, había terminado en una.
¿Qué pasaría con Ellie y Anna? Sabía que Rafael cuidaría de ellas, independientemente de aún seguir molesto con ella por lo ocurrido con Luisa, pero por alguna razón, quizá la certeza de que sin una mano firme para guiarlas, las gemelas podrían desviarse fácilmente de camino y convertirse en una copia exacta de su madre, no se sentía completamente cómoda con la idea de tener que pasar toda la vida tras las rejas.
Tenía que salir de allí. No sabía cómo lo haría, pero lo haría.
Se rehusó a llorar mientras tomaban sus huellas digitales y su retrato, se negó a llorar incluso una vez que estuvo completamente sola, aguardando por una respuesta a todas sus preguntas, aunque la verdad era que el nudo en su garganta y la picazón en sus ojos estaban volviéndose más insoportable con cada segundo.
“¿Petra Solano?” Un guardia de seguridad se acercó a las celdas provisionales y Petra se levantó rápidamente. “Puede irse. Han pagado su fianza.”
Se preguntó quién lo habría hecho. Jane no tenía suficiente dinero para pagar su fianza y dudaba que Rafael quisiera hacerlo. Daba lo mismo quien lo hubiera hecho, lo importante era que estaba a punto de salir de allí y podría darse una ducha.
Apestaba a cárcel.
Caminó con la espalda recta y una expresión soberbia. Una parte de sí quería gritarle a los incompetentes policías quienes la habían tratado cual muñeca de trapo durante su estadía, pero prefería no meterse en más líos siendo ya una sospechosa por asesinato—defensa propia.
Sintió los brazos de Jane antes de realmente poder ver de quién se trataba, y si bien Petra no era una persona afecta al contacto físico, dejó que Jane la abrazara, incluso que le respirara en el cabello. Suponía que haber presenciado todo el arresto también la había dejado sacudida, no podía culpar que quisiera asegurarse que estuviera bien.
“Estoy bien,” le dijo a Jane antes de sus ojos se percataran de la otra figura que estaba a su lado.
El aliento se le quedó atorado en la garganta.
“Recibí un mensaje de la oficina del fiscal,” J.R. dijo con una sonrisa contagiosa. “Parece que te liberé de los cargos.” Petra había querido saltar de la pura emoción; no tenía nadie con quién compartir la noticia, por lo que realmente no estaba apresurada por tomar el teléfono, pero de haberlo estado, los dedos de J.R. desatando el nudo de su bata la hubieran detenido. Recordaba claramente el escalofrío que le había recorrido el cuerpo cuando la desnudó, y si bien Petra estaba sorprendida, no opuso resistencia alguna cuando las manos de J.R. la sostuvieron del cuello y la obligaron a entrar a su penthouse. “Ahora...”
Petra carraspeó.
No era el momento.
Con los ojos bien abiertos, como un ciervo atrapado en las luces de un auto, extendió la mano hacia su abogada. J.R. pareció encontrarlo extraño, pero no cuestionó la acción (y menos mal).
“Gracias por sacarme de aquí, J.R.” Y quizá era que Petra había estado en prisión o que sus recuerdos de la noche anterior la estaban haciendo ver más estirada que de costumbre, pero J.R. no hizo afán alguno de corregirla acerca a su nombre. “Es totalmente ridículo que esté aquí, no hice nada.”
“Encontraron los tornillos faltantes en el cajón de tu oficina.”
Su cuerpo se heló. No era posible. Petra no sabía ni lo más mínimo acerca de construcción, que la policía pensara que haber quitado los tornillos del barandal del balcón era cosa suya era francamente estúpido, había que verla para darse cuenta.
“Debió ser mi madre,” se excusó. Aún con el gancho era hábil. “Tiene que ser.”
“Concuerdo,” J.R. intentó calmarla pero lamentablemente no estaba funcionando. “Voy a sacarte de esto, Petra.”
Kletba.
La mano en su cuello...
Dios, cómo quería sus manos en su cuello, apretando, forcejeando, aplicando la presión suficiente para hacer que Petra soltara gemidos y lloriqueos y pudiera profundizar el beso hambriento en el que se veían involucradas.
Una mirada inquisitiva la quemó entre sus recuerdos lujuriosos y Petra tuvo que mirar hacia cualquier lado que no fuera a Jane... O a la otra Jane.
Qué pésimo lugar y momento para acordarse de todo este asunto.
“Bien.” Dijo con la voz ligeramente ronca. “Porque sólo quiero irme de aquí.”
Y olvidarse, de una vez por todas, del maldito sueño enfermo que la estaba haciendo perder la cabeza.
♡
Rafael y Jane la dejaron sola al poco tiempo de haberse asegurado de que estaba realmente bien, y con Anna y Ellie dormidas, tuvo la oportunidad de sacar sus sales de baño y comenzar a llenar la tina con agua caliente. Necesitaba relajación urgente y era demasiado tarde para encontrarse con el masajista del Marbella, así que su propio spa personal tendría que ser suficiente (por ahora).
“¿Señora Solano?” La voz de Krishna, estresada como siempre la recibió del otro lado de la línea. “¿Está bien? Escuché que había ido a prisión y yo...”
“¡Krishna!” Su asistente calló de inmediato. No estaba de humor para lidiar con su incompetencia ahora. “Llama a la cocina, por favor que me suban una botella de mi blanco usual y que me preparen una tartaleta de fresa. ¡Y pepinillos! Que me traigan pepinillos.”
“¿Usted los... Usted los recibirá?”
“Pues claro que yo los recibiré Krishna. Dile al botones que entre al penthouse y lo deje en mi habitación. Encárgate de la propina, sácalo de la cuenta.”
“Por supuesto señora Solano.”
La línea quedó en silencio después de eso y Petra, negada a lidiar con más personas en lo que restaba de la noche, se metió a la bañera, importándole poco si se le mojaba o no el cabello. El agua caliente hizo que sus músculos se tensaran momentáneamente acostumbrándose a la sensación antes de que por fin se relajaran, dejándola caer en un estado de quietud que desde hacía días no conseguía.
¿Por qué su madre estaba intentando incriminarla? Esto no tenía que ver con venganza, Anezka no le servía para nada, y si lo que necesitaba era dinero entonces inculparla de asesinato no la ayudaría para salir de la miseria. Ahora lo único que le quedaba era Petra como fuente de ingresos. No había razón para que la quisiera tras las rejas.
Respiró hondo y apretó los ojos. Ya era suficiente.
No quería pensar más en el asunto. Haber ido a prisión, aunque fuera por escasas 3 horas había sido más que suficiente para dejarle en claro que jamás quería volver.
Tenía que desestresarse.
“Recibí un mensaje de la oficina del fiscal,” escuchó la voz de J.R. entre sus pensamientos. “Parece que te liberé de cargos.”
Petra se removió un tanto incómoda en su bañera.
Cuando había pensado en desestresarse no había querido decir que haría algo, especialmente pensando en... J.R.
“He pensado tanto en ti, Petra...” J.R. susurraba en su oído mientras que le dejaba besos húmedos en el cuello. “Me vuelves loca.”
Sus piernas se abrieron inconscientemente bajo el agua y una mano escurridiza comenzó a bajar con caricias hacia su vientre y el hueso de su cadera.
“Te deseo tanto. No tienes idea.”
Con la mandíbula apretada y los ojos cerrados de manera casi dolorosa, Petra dejó que sus dedos acariciaran el escaso y sedoso vello que crecía en su pubis—No, ¡suficiente! No haría esto.
Era extraño.
Y probablemente irrespetuoso.
Además, si lo hacía, ¿qué significaba esto para ella?
Petra no era... Bueno, no creía serlo.
Siempre había pensado que las mujeres eran bonitas, pero suponía que toda la gente pensaba en ello porque bueno, las mujeres sí eran bonitas.
Había conocido una gran cantidad de mujeres hermosas durante sus años de esposa trofeo a lado de Rafael. Mujeres exitosas, realizadas, con sonrisas de comercial, con curvas voluptuosas, con ojos brillantes, sin embargo ninguna le había provocado algo.
No lo que J.R. había despertado en ella.
No esas... Inexplicables ganas de querer pasar tiempo con ella o conocerla un poco más. Esas inexplicables ganas de querer que pusiera su mano sobre su muslo para reconfortarla. O... Que hiciera otras cosas con ella.
Cosas más...
Íntimas.
¿Se debería esto al estrés? ¿Se debería a su inmensa soledad? ¿O se debería a que J.R. había avivado algo que por mucho tiempo había dejado dormido?
En momentos como este deseaba haber generado una relación con Luisa durante aquellos años de matrimonio con Rafael, quizá le hubiera venido como anillo al dedo preguntarle esto a ella, seguro que tendría una buena respuesta. O al menos una graciosa para aligerar la tensión.
Petra no estaba escandalizada de que pudieran gustarle las mujeres, que eso quedara bien claro, era el siglo veintiuno y ella era una mujer de negocios y de mucho mundo, pensar en ser algo más allá de heterosexual no la ponía a llorar de miedo, pero sí que la descolocaba.
Más aún porque la mujer que le había despertado la crisis de identidad sexual a los casi cuarenta era... Bueno, su abogada.
Y Petra sabía que era una mujer guapa—diría guapísima pero no quería parecer soberbia—pero hasta ella con su roto compás moral sabía que involucrarse con la mujer que empleaba para intentar probar su inocencia en la corte era... Bueno, problemático por ponerla simple.
“Ugh,” esto del baño relajante no estaba funcionando.
De mala gana tomó su bata y se enredó el cabello en una toalla. En su habitación, el botones había dejado el carrito de servicio. Una botella de vino rosado, una tartaleta de fresa y un frasco de pepinillos, justo como había pedido.
Desde el brunch Petra no había comido nada, pero la realidad era que con todo este asunto hasta el apetito se le había desaparecido.
Agradecería a Krishna por la mañana por haber sido tan servicial, pero ahora, lo único que quería era su cabeza se callara un momento.
Sin importar que la ventana de su habitación estuviese abierta, o que sus caras sábanas de algodón egipcio fueran a arruinarse debido a la humedad de su cuerpo, se lanzó a la cama y puso la cara contra la almohada. El cansancio y desesperanza que durante el día había estado reteniendo la embargaron rápidamente y bastó con respirar profundo y cerrar los ojos para que su cuerpo comenzara a ceder con la presión.
Mañana sería otro día. Lleno de posibilidades nuevas y, ojalá, una solución a su predicamento.
...Al de la muerte de Anezka claro estaba.
Su cuerpo yació inerte sobre el colchón y su boca se entreabrió mientras que el sueño invadía la habitación.
“Te ves exquisita, Petra...” Escuchó la voz de J.R.
Hm.
Bueno, tal vez mañana también podría encontrarle una solución al... Otro predicamento.
Pero...
Mañana.
#. ・ ♡ 𝐩𝐞𝐭𝐫𝐚 𝐬𝐨𝐥𝐚𝐧𝐨 : interactions#. ・ ♡ 𝐩𝐞𝐭𝐫𝐚 𝐬𝐨𝐥𝐚𝐧𝐨 : sweet dreams are made of this#AND I OOP..............#everybody mind ur business i'm going through something (amar y adorar a petra solano JKDHSFJKS AND WHAT ABT IT)
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