#INTERNACIONALES2
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votontam · 1 year ago
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LA DISRUPCION COMO RASGO DOMINANTE EN LA COMUNIDAD INTERNACIONAL
Every conceivable opinion, even the most absurd, even those hitherto rejected by the universal consent of all civilized peoples, now has its platform and its own ‘teacher’ (Fr. Seraphim Rose)
La progresiva ruptura de los sistemas filosóficos ordenadores de conocimiento a escala global, y la posterior desaparición de códigos para el diálogo y el entendimiento socio-político, analizado todo ello en mi anterior artículo en este blog, tienen efectos disruptivos de tipo sistémicos en las dimensiones de política interna e internacional. Es objetivo del presente escrito referirme a consideraciones de política internacional vinculados a tal fenómeno.
La hipótesis guía se basa en que la consiguiente anarquía cognoscitiva a que tal proceso conduce dificulta el entendimiento internacional, tal como ocurre en la política doméstica, ya que la fragmentación de poder entre diversos actores, resultante de tal proceso, produce a su vez una crisis sistémica por la falencia de los mecanismos de diálogo y contención política diseñados como consecuencia de la última gran crisis sistémica, en la segunda post-guerra mundial.
Es así como en su segundo discurso al pueblo de los Estados Unidos en lo va de su gobierno, el Presidente Joe Biden, habló del punto de inflexión histórico que dicho país está enfrentando, al presentar de modo conjunto los conflictos en Israel y Ucrania, como una “lucha por la democracia y la libertad”1. El objetivo principal del discurso, además de la cuestión referida a dichos valores, se relaciona con el apoyo parlamentario para contar con paquetes de ayuda financiera y militar para ambos escenarios. Más allá de una aumento de la complejidad inusitada que podría seguir adquiriendo la tensión internacional, se observa la conjunción de problemas de funcionalidad de política interna en los EEUU con intereses internacionales2, en donde, las líneas de fragmentación interna ponen en riesgo la credibilidad de la propuesta externa y el real compromiso con la defensa de dichos valores.
En realidad ni los aliados de dicho país son siempre democracias, ni están convencidos de un compromiso auténtico con los intereses de terceros países, por lo que no es totalmente evidente una política coherente en defensa del orden internacional liberal3, ni que hablar de las potencias, que son considerados como enemigos o parte del “Eje del mal”. La dinámica a que tales incongruencias conduce es que, para demostrar tal compromiso, se requiere siempre un apoyo adicional para alimentar maquinarias belicistas. Justamente, dicho comportamiento converge con el progresivo vaciamiento del objetivo y sentido de las organizaciones internacionales de post-guerra, porque hay una dinámica de manejo crudo del poder más fuerte, atomizado e incoherente, que se impone y avasalla ante la ausencia de creatividad y de espacio para el diálogo y la negociación diplomática entre Estados.
Dicho fenómeno siempre ha existido, con períodos de mayor o menor tensión. En el actual período histórico prima una tensión alta, de grave riesgo para la estabilidad internacional, donde los códigos para el diálogo internacional pierden fuerza y desaparecen. Así, como al interior de los Estados se observa una decadencia de la cultura política debido a que prima la definición de escenarios políticos desde una visión de pura voluntad de poder del tipo “amigo-enemigo” o “bueno-malo”, similar proceso está ocurriendo a nivel internacional.
Los fenómenos ligados a regímenes de interdependencia internacional y transnacionalización de la política se unen a fenómenos de fragmentación de poder, para que las líneas divisorias política interna y exterior sean cada vez más difusas. Las falencias organizativas humanas al interior se replican al exterior, con base en un desorden cognoscitivo sistémico, según se ha visto en este blog4. Las denominadas por el analista Moisés Naím5 revolución del más (crecimiento de indicadores relacionados con la condición humana), revolución de la movilidad (factor tecnológico que multiplica la expansión anterior) y la revolución de la mentalidad (crisis de sistemas de pensamiento), erosionan de tal modo el poder, que terminan por debilitar la acción de actores estatales. Estos, que otrora tenían mayor capacidad para garantizar una mayor estabilidad y eficacia de la acción, ven cada vez más su poder recortado en la convivencia con otros protagonistas de la comunidad internacional, como empresas, Organizaciones no gubernamentales, diversos movimientos religiosos, líderes sociales. A su vez en estos actores se ha habido también un proceso de disolución de poder, en donde grandes coexisten con otros más medianos y pequeños.
En tal sentido, más allá de la expansión global del pensamiento único de tipo socialista-progresista, la insatisfacción social de carácter prácticamente universal, hecha manifiesta principalmente en el marco de tres crisis sucesivas (la financiera-económica de 2008; la sistémica-sanitaria de 2020 con el COVID-19 y la político-estratégica de 2022 con el conflicto en Ucrania), desemboca en un renacimiento de corrientes políticas de tipo revisonista -contestataria. La aparición de una cuarta crisis, con una nueva agudización del conflicto en Medio Oriente, con una intensidad acentuada por el factor tecnológico aplicado a la guerra, se inscribe en dicha línea disruptiva6, con efectos aún difíciles de ponderar sobre una posible escalada regional7 y hasta mundial.
A los riesgos geopolíticos mencionados se suma una progresiva manipulación del factor económico bajo enfoques de seguridad nacional. Todas las potencias y bloques del mundo multiplolar juegan progresivamente desde el COVID-19 a las nuevas políticas industriales, “reshoring”, cadenas de valor resilientes, etc.. en sectores claves (semiconductores, inteligencia artificial, biotecnología, informática, energías verdes), destinando cuantiosos recursos en subsidios, que también contradicen principios liberales que se creían asentados en los órdenes de las dos últimas post-guerra (mundial y Guerra Fría) 8 Bajo el nuevo concepto de seguridad económica avanza un proteccionismo solapado, que termina por perjudicar principalmente a la sociedad civil, por las ineficencias que genera, y a los países de menor desarrollo relativo9, aglutinados arbitrariamente y hasta tendenciosamente bajo el concepto de Sur Global10.
Sin embargo, es justamente desde la dimensión económica de las relaciones internacionales donde se observa que el lenguaje común de la rentabilidad, comercio, interdepedencia económica, conjugado con el factor tecnológico digital, se dan códigos y un entendimiento común que está ausentes en la política. En tal sentido y más allá de la existencia creciente de otras monedas convertibles internacional o regionalmente, el uso predominante de una moneda hegemónica, que se ha fortalecido en contextos de alta volatilidad internacional, como lo es el Dólar estadounidense, coadyuvaría a tal proceso paralelo que se da en las corrientes económico-financiero-comerciales globales11. Según un estudio del FMI, los intercambios comerciales a lo largo de un período largo, entre 1948-2021, demostrarían que aún con crisis geopolíticas cruciales como las que se han sucedido, no habrían menoscabado en mucho el crecimiento constante del comercio internacional12.
Este paradigma económico de entendimiento a pesar de las crisis política es un incentivo a replicar en la dimensión de la política internacional, donde la ausencia de espacios de diálogo tiene el potencial de finalmente desestabilizar todo y llevar al sistema a un colapso y conflicto global. Si se atiende al pronóstico difundido sobre las “diez pesadillas” del 2024 (escenarios de riesgo políticos, militares, económicos, tecnológicos y medio-ambientales)13, se observa que la generación creativa de instancias de diálogo y búsqueda de consenso internacional se constituye en un imperativo.
Es que se observa queel dato predominante de realidad indica que la posesión del capital y de atributos dominantes de poder internacional no está asegurando una convergencia universal de valores culturales y pre-politicos, sino que se abría alcanzado un límite en dicha universalización. Esto obedecería a que, justamente dicha corriente globalizadora, apalancada por el avance tecnológico, se ha revelado como carente de un bagaje cultural tal que asegure su expansión y consolidación global, por los motivos contextuales antes considerados. La multiplicación de actores y fragmentación del poder antes descrita favorece la emergencia de un planteo colectivo sobre búsqueda de nuevos mecanismos y procesos para un diálogo intercultural y político que acerque los intereses de los diversos actores.
Al observar las líneas de quiebre del dialogo internacional, en la raíz de la cuestión geopolítica y económica, se observa que el factor cultural es clave y no pocas veces soslayado. En tal sentido, durante los últimos veinticinco años los países europeos y los EEUU, aún cuando estos tenían una mayor inclinación religiosa, se han movido en una dirección hacia una mayor individualismo y secularismo, lo que a su vez los acercaría a sistemas del tipo democrático liberal. El mismo estudio, vincula los valores más tradicionales con sociedades con tendencias más autocráticas, ya que los sistemas políticos de una persona-un voto implicaría valores individualistas14. Por esto, dicho análisis considera que los regímenes de tendencia autoritaria en dos regiones donde se ha dado una especie de ralentización o retroceso de aquellos valores seculares-racionales. Dichas regiones serían los países ortodoxos, como Rusia y Belarús; América Latina, como Brasil, Nicaragua y Venezuela15. A dichos grupos se sumarían los países musulmanes, históricamente identificados con corrientes tradicionalistas.
En definitiva, más allá de los valores, hay también intereses, al servicio de los cuales pueden manipularse los primeros, pero ambos son sustratos igualmente válidos para aprehender los móviles del comportamiento de los Estados en el actual contexto internacional de profunda fragmentación. Justamente, en la actual agudización del conflicto en Medio Oriente, entran en cruda conflagración actores de ambos tipo de sociedades, las más seculares y las más tradicionalistas. Israel sería un caso sui generis, con elementos configuradores de ambos tipo de sociedades, a pesar de que Occidente lo encolumna como una sociedad de tipo democrática, al igual que lo hace con Ucrania, en el otro conflicto clave en la actualidad16. Sin embargo, la línea divisoria no es tan clara y la confrontación entre dos actores en realidad envuelve un entramado de alianzas y arquetipos de organización socio-políticos que chocan en las líneas fronterizas de espacios civilizacionales.
Al respecto, el avance occidental, favorecido por el factor tecnológico, económico y poderío político-cultural parece haber llegado a un límite, límite que lo marca la misma fragmentación de poder, mencionada en este análisis y en el anterior artículo en este blog. La búsqueda de seguridad y satisfacción de demandas sociales es afín a un mayor individualismo y secularismo? El vuelvo progresivo hacia orientaciones más tradicionalistas y de búsqueda de respuestas colectivas que se ha visto con los triunfos de la derecha en Europa y resurgimiento cíclico en los EEUU estarían dando parte de la respuesta.
Al mismo tiempo, la tendencia histórica-antropológica de que ante mayor progreso económico y tecnológico se irían abandonando valores religiosos y tradicionales, no está claro cuál sería su límite, ya que justamente, los sistema ordenadores de conocimiento que albergan tales valores dan un entramado de seguridad que satisface de algún modo expectativas comunes de una sociedad determinada.
De este modo, la batalla entre los dos modelos se polariza por ciclos, siendo el actual ciclo particularmente agudo. Considero que la tendencia predominante actual es de carácter revisionista, marcada por un instinto natural de supervivencia, que se acentuó desde el COVID 19 y el impacto mediático que el mismo tuvo, se potenció con la conflagración en Ucrania y recibió una nuevo dramático disparador con el conflicto en Franja de Gaza y la región. En un contexto de decrecimiento vegetativo generalizado, crisis migratorias, situación medio-ambiental riesgosa, disfuncionalidades económicas y políticas prácticamente universales, los sistemas sociales con base en esquemas ordenadores de pensamiento (teológicos, filosóficos, ideológicos) tenderán a levantarse y finalmente imponerse por sobre aquellas corrientes que han ido perdiendo sustento cognoscitivo y por consiguiente favorecen las tendencias actuales de dispersión de poder y ejercicio ineficaz del mismo.
RAPA
23/09/2023.
Notas bibliográficas:
1https://www.atlanticcouncil.org/blogs/new-atlanticist/experts-react-to-bidens-inflection-point-address-on-ukraine-and-israel/
2https://www.economist.com/united-states/2023/10/12/paralysis-in-congress-makes-america-a-dysfunctional-superpower
3Idem nota 1.
4https://buenosynuevosaires.blogspot.com/2023/08/la-disrupcion-como-faceta-dominante-en.html
5MOISES NAIM: “El fin del poder”. Random House Mondadori S.A., 2013. Barcelona.
6https://www.infobae.com/america/mundo/2023/10/21/el-mundo-multipolar-que-emergio-con-la-guerra-en-ucrania-se-vuelve-a-poner-de-manifiesto-en-gaza/
7https://www.elnuevosiglo.com.co/internacional/israel-puede-caer-en-la-trampa-de-iran-si-escala-hacia-una-guerra-total
8https://www.economist.com/special-report/2023/10/02/governments-across-the-world-are-discovering-homeland-economics
9https://www.economist.com/special-report/2023/10/02/homeland-economics-will-make-the-world-poorer
10ALAN BEATTIE: “The Global South is a pernicious term that needs to be retired”. Financial Times. 14/09/2023. UK. (https://www.ft.com)
11JON SINDREU: “The world´s dollar addiction is hard to kick”. The Wall Street Journal. EEUU. 04/10/2023.
12https://t.me/economika/31201
13LAURA LESMES DIAZ: “Las diez pesadillas del 2024: el análisis de riesgos globales de The Economist”. El Tiempo. Colombia. 22/10/2023.
14https://www.economist.com/interactive/international/2023/08/03/western-values-are-steadily-diverging-from-the-rest-of-the-world?fsrc=core-app-economist
15Idem nota 14.
16Por qué este momento es comparable a 1945 o 1989 - Infobae
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