#'tienes que venir con un adulto' TENGO 22 AÑOS
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goldenliartrash · 9 months ago
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Every time I go to Costco i get hatecrimed
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eldiariodelarry · 6 years ago
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El Huaso, parte 35: “El Deseo”
Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4, Parte 5, Parte 6, Parte 7, Parte 8, Parte 9, Parte 10, Parte 11, Parte 12, Parte 13, Parte 14, Parte 15, Parte 16, Parte 17, Parte 18, Parte 19, Parte 20, Parte 21, Parte 22, Parte 23, Parte 24, Parte 25, Parte 26, Parte 27, Parte 28, Parte 29, Parte 30, Parte 31, Parte 32, Parte 33, Parte 34.
El día jueves mis papás me despertaron temprano como todos los años para desearme feliz cumpleaños, y mientras desayunábamos con una mini torta, me dijeron que si quería podía invitar al Huaso y al Bryan a la hora del té, para así celebrar mi cumpleaños junto a mis amigos más cercanos. En primera instancia decliné la oferta de mis padres, pero luego de pensarlo los invité igual, para ver si era posible que se comportaran como adultos (sobretodo el Huaso).
—¿Y lo vas a invitar? —me preguntó mi pololo, refiriéndose al Bryan, mientras bajábamos al paradero en la U.
—Si po, ¿Por qu�� no?
—No por nada… —respondió haciéndose el tonto—. Oye, ¿y no te tinca ir a almorzar a mi casa? —me ofreció y pude ver como se aguantaba las ganas de abrazarme.
—No puedo, tengo que ir al lab a seguir con la tesis.
—Puta la wea —se quejó—. Ya, no importa, amor —me susurró la última palabra al oído—. Nos vemos a la tarde entonces —me dio un abrazo de despedida y se subió a la micro.
Yo me devolví al laboratorio a seguir trabajando, y durante la tarde mientras conversaba con Guillermo, el alumno de doctorado del profesor Rosales, mencioné que estaba de cumpleaños.
—¡Buena, felicidades! —me dijo con una sonrisa y se acercó a abrazarme
—Gracias —le respondí un poco tímido.
—Yo creo que esto merece que te vayas temprano hoy, ¿cierto profe? —habló un poco más fuerte para llamar la atención del profe Rosales.
El profe, que estaba hablando airadamente por teléfono, sólo le hizo una seña afirmativa y siguió con lo suyo.
—Ándate nomas, yo respondo ante el profe por ti —me ofreció con amabilidad.
—¿En serio?
—Si po, si es tu cumple. Aparte ya no queda nada más que hacer por hoy. Yo te registro los resultados de los procesos.
Acepté su ofrecimiento y me fui a buscar mi mochila para irme. Me despedí del profe y salí del laboratorio.
—¡Oye, espera! —me gritó Guillermo cuando ya me dirigía al auto—. Toma, feliz cumpleaños —se acercó con la mano estirada.
En la mano tenía un bolígrafo con el logo de la facultad.
—Gracias —le dije sorprendido por el gesto, tomándola con mi mano derecha.
—De nada —tenía una sonrisa de satisfacción en la cara—. Y mira —volvió a tomar el regalo, y le desenroscó el extremo, revelando un dispositivo usb.
—Gracias, en serio —agradecí un poco descolocado—, pero ¿no será demasiado?, no quiero ser malagradecido, pero no puedo aceptarlo.
—Tómalo —me dijo devolviéndomelo—. Este año se equivocaron y mandaron a hacer más de las necesarias para la ceremonia de titulación. Si quieres más están en la caja de cartón debajo del mesón del profesor Rodríguez —me dijo en voz baja.
—Gracias —volví a decir, esta vez aceptando el regalo con una sonrisa.
—De nada wn, después me contai como te va con el carrete de cumpleaños—se despidió de mi con un abrazo y se devolvió al laboratorio, mientras yo me dirigía al auto pensando que quizás su última frase era una indirecta para que lo invitara a la celebración.
Me fui a mi casa y me dispuse a preparar las cosas para comer cuando llegasen el Huaso y el Bryan. Mi pololo fue el primero en llegar, y me dio un fuerte abrazo apenas me vio.
—¡Feliz cumple amigo! —me dijo en voz alta para que escucharan mis padres—. Feliz cumple amorcito —esta vez me lo susurró al oído para que solo yo lo escuchara.
—Gracias, Pato —le agradecí escuetamente, sin demostrar todo mi amor frente a mis padres.
—Sorry por no traerte mi regalo hoy, pero tendrás que esperar —puso cara de misterio cuando lo dijo.
Al llegar el Bryan, el Huaso se mostró un poco celoso porque mi amigo me había llevado un regalo.
—Ojalá te guste —me dijo el Bryan, entregándome el regalo después de un largo abrazo. Abrí el presente, cuidadosamente para no romper el papel, y dentro había un ejemplar de “Las Ventajas de Ser Invisible”.
—¡Justo lo quería leer! —le dije muy entusiasmado por su regalo—. ¡Gracias! —le di un nuevo abrazo a mi amigo en señal de agradecimiento.
Nos sentamos a comer, y para sorpresa mía, el Huaso se comportó e incluso conversó con el Bryan en varias ocasiones, aunque se notó un poco confundido por la confianza con la que trataban mis padres a mi amigo.
—¿Por qué lo conocen tanto tus viejos? —me preguntó el Huaso más tarde, estando los tres en mi pieza.
—Porque ha venido otras veces po, ya lo conocen —le expliqué—, así como ya te conocen a ti.
—Si pero conmigo no hablan tanto…
—Quizás no te das el tiempo —intervino el Bryan—, yo cuando vengo no necesito estar encerrado con el Larry para estar cómodo —el Huaso le dirigió una mirada de enojo.
—Si po, amor —me acerqué para abrazarlo—, cuando vienes pasai directo a mi pieza.
—Pero yo lo hago por ti también —explicó—. Siento que quizás te puede incomodar que esté mucho tiempo con ellos, que haga algo que me delate, que nos delate…
—Si, puede ser. Pero confío en ti, sé que no harás nada desubicado.
—¿En serio? —me preguntó sorprendido.
—Si po, hoydía lo hiciste bien…
—Ni siquiera se notó que me odias —volvió a intervenir el Bryan, aunque esta vez recibió una mirada más amable de parte del Huaso.
Nos quedamos un rato escuchando música, mientras conversábamos (principalmente conversaba yo con el Bryan, el Huaso se dedicaba a intervenir en ocasiones puntuales cuando no se aguantaba decir una talla), hasta que ambos se tuvieron que ir.
Me despedí de mi pololo con un largo beso, y de mi amigo con un fuerte abrazo, y ambos se fueron juntos a tomar la micro.
—¡Fue muy incómodo! —decían los mensajes que me mandaba el Huaso más tarde, refiriéndose al viaje en silencio de ambos en la micro.
Al día siguiente me fui donde mi pololo para buscarlo antes de ir a la casa del Bryan, donde finalmente conoceríamos a Karen, su nueva “algo”.
—Tan elegante —halagué a mi pololo, que se había puesto una camisa bastante elegante—, igual no era necesario si es mi cumpleaños nomas.
—Me la puse para darle una buena impresión a la polola del Bryan —intentó sacarme pica.
—¿Ah si? ¿ya descubriste quién era?
—No, pero por si acaso —se hizo el hetero.
Nos fuimos a la casa del Bryan y ya estaban casi todos ahí: las dos parejas anfitrionas, el Victor y el Nico.
—Ella es Karen —nos dijo el Bryan, presentándonos a una niña rubia muy bonita, y que se veía muy tierna. El Huaso quedó con la boca levemente abierta por su belleza, así que tuve que golpearle con el codo en las costillas para que se concentrara.
—Mucho gusto, Karen —le dije dándole un beso en la mejilla.
—Él es el Larry, y él es el Pato —nos presentó el Bryan.
—Un gusto igual, el Bryan siempre habla de ti —me dijo ella con una dulce voz.
—Espero que sean cosas buenas —me sonrojé.
—Solo cosas buenas —respondió ella, y miró con complicidad al Bryan—. Feliz cumpleaños —me dijo con una sonrisa y un abrazo.
—Gracias —le agradecí con una sonrisa igual de amable que la de ella.
Justo en ese momento el Nico se acercó a saludar y me preguntó por “mi primo”.
—El Sergio no era mi primo, era del Pato —lo corregí, apuntando al Huaso, después de saludarlo.
—Ah, perdona —se puso a reír por su error—, ¿y no va a venir?
—No ha venido a Antofa —le expliqué—, pero si viene te aviso po. ¿No has hablado con el?
—Si, si siempre hablamos, pero igual quise preguntarte, en una de esas no me había dicho que vendría.
Nos sentamos a conversar mientras escuchábamos música a buen volumen, y no faltó mucho para que Nico, el bombero, se levantara a bailar animadamente. Se movía muy bien y no pude evitar imaginarlo bailando (y quizás haciendo otras cosas) con el Sergio. Al rato se le sumaron el Pedro y su pololo Victor.
Mientras conversaba con la Karen, pude escuchar como el Huaso y el Victor comentaban sobre la única mujer en la casa.
—Es muy rica —dijo en voz baja el Victor.
—La cagó —coincidió mi pololo.
—Oye, ¿y hace cuanto que llevan saliendo ustedes? —le pregunté a la Karen, esperando que no hubiera escuchado los comentarios de los otros dos.
—Hace como un mes —respondió rápidamente el Bryan.
—Un mes y una semana —lo corrigió ella, con su ya característica voz suave.
—¿Y cómo se conocieron? —pregunté.
—Un día había ido al cine con el Nico, y a la salida se encontró con el Bryan que andaba por ahí en el mall. Lo ví y lo encontré muy lindo, así que le pregunté al Nico quién era y nos presentó. Y desde entonces empezamos a hablar y a salir juntos —relató ella mientras el Bryan asentía con la cabeza.
Seguimos conversando por un rato, hasta que el Pedro fue a atender la puerta y luego volvió diciéndole al Huaso que lo buscaban a él, lo que me pareció muy raro.
El Huaso volvió al rato seguido de la Vicky, la promotora de la tienda de al lado de donde yo trabajaba.
—¿Qué hace ella aquí? —me acerqué a preguntarle al Huaso.
—Me dijo que tú la invitaste así que la dejé pasar —me explicó.
Me acerqué a la recién llegada que miraba atentamente a los presentes, como analizándolos.
—Vicky, ¿qué haces aquí? —me acerqué a ella para pedirle explicaciones.
—¿Ella es la tal Karen? —me preguntó ignorando mis palabras.
—No. Dime, ¿Qué haces aquí? —insistí, intentando ocultar mi nerviosismo.
—¡Oye Karen! —gritó ella, y la aludida se volteó a mirarla.
Antes de que le pudiera decir algo más, la tomé de la mano y me la llevé devuelta al jardín.
—¿Qué haces acá? —le volví a preguntar, muy serio.
—Vine a ver al Huasito. Para quitárselo a esa… —se contuvo antes de insultar a la Karen.
—Te tienes que ir. No tienes nada que estar haciendo aquí.
—¡Pero quiero ver al Huasito!.
—No le digas así —me molestaba escuchar que le dijera así a mi pololo—. Mira, voy a llamar al Pato para que hable contigo, pero después te tienes que ir. ¿Trato?
—Trato —acordó con una sonrisa infantil.
Volví a entrar y tras la puerta estaba el Huaso con el Pedro espiando lo que conversaba con la Vicky.
—Anda a hablar con ella y dile que no estay ni ahí con ella, que estay soltero, no tení nada con la Karen, y que no vuelva a webiarte nunca más. ¿Ya? —lo instruí—. Y asegúrate que se vaya a su casa después.
El Huaso asintió sorprendido por mis indicaciones, aunque con una sonrisa en la cara. Se aseguró que desde nuestra posición no nos vieran desde el living y me dio un beso que me descolocó. Salió y cerró la puerta tras él.
—¿Qué mierda fue eso? —me preguntó confundido el Pedro.
—Una mierda —le respondí después de dar un largo suspiro, intentando desacelerar la taquicardia. Me senté en la escalera que daba al segundo piso—. Lo que pasa que esa mina trabaja en la tienda de al lado de la mía, y está loca por el Huaso. Obviamente no le puedo decir “oye, deja de soñar porque es mi pololo”, así que le dije que estaba saliendo con una niña y cuando me preguntó el nombre, lo único que se me ocurrió decirle fue “Karen”.
Pedrito se tapó la boca con las manos al escuchar el nombre de la andante de su hermano.
—Te ajilaste un poco Larry —me comentó él, sin rodeos.
—¿Un poco? La cagué hasta el fondo —admití—. Ni siquiera conocía a la Karen y ya la metí en una wea nada que ver.
—Si, pero igual si es sensata va a entender que no puede obligar al hombre de sus sueños a estar con ella si él no siente lo mismo —me intentó calmar.
—¿La viste? Claramente no es sensata. De hecho ni siquiera sé cómo llegó hasta acá —le dije tapándome la cara con las manos.
—Cálmate Larry, todo va a salir bien.
El Pedro se quedó sentado a mi lado, intentando tranquilizarme hasta que el Huaso volvió a entrar después de unos 30 minutos.
—¿Se fue? —le pregunté de inmediato, poniéndome de pie.
—Sí, se fue. No va a volver a molestar —me dijo abrazándome.
—¿Estás seguro? —le pregunté, aún sin creer lo que había dicho.
—Sí. Le expliqué que no era mi tipo, y que era maravillosa y que encontraría a otro niño que la correspondiera. Lloró un poco, le dije que llamara a alguien que la viniera a buscar, y cuando llegó su hermano se fue y me entré —explicó.
—¿Y cómo llegó hasta acá? —le preguntó el Bryan.
—Bueno, me explicó que como nos escuchó hablando el otro día que vendríamos donde el “Bryan”, te psicopateó el Facebook y encontró al Bryan. El muy weon tiene puesta la dirección de su casa en Facebook.
—Oye —le dijo serio el Pedro, empujándolo.
—Ya, perdón. Pero no me digas que es una wea muy inteligente poner tu dirección en Facebook.
—Voy a hablar con él para que la borre —pensó en voz alta el Pedro.
Volvimos con el resto del grupo, que seguían conversando, como si no notaran nuestra ausencia.
—¿Quién era esa niña? —me preguntó la Karen cuando me volví a sentar a su lado.
—Una amiga del Huaso —mentí.
—Ah, ¿y por qué sabía mi nombre? —inquirió nuevamente.
—Es que se quería quedar y… dijo que te conocía. Debe haber escuchado tu nombre en algún momento cuando entró y sacó la cuenta que eras la única que se podía llamar “Karen” —le dije riéndome, como para hacerle creer que era algo sin importancia.
—¿Y por qué no dejaron que se quedara? Pobrecita…
—Esa es una muy buena pregunta —admití al darme cuenta del vacío en mi historia.
Por suerte el Nico se acercó a nosotros y le dijo a la Karen que bailara con él, y ella aceptó de inmediato.
—Solo porque esta canción no la puedo dejar pasar —me explicó y se puso de pie.
Yo respiré aliviado y me apoyé en el respaldo del sillón, relajándome.
El Huaso se sentó a mi lado, con su ya típica cerveza en una mano, y con la otra me acarició el cabello.
—Amor, nos pueden ver —le dije advirtiéndole que estaba siendo muy demostrativo.
—Pero esto no significa nada. Te hago cariñito como amigo —me dijo con una sonrisa de inocencia.
Nos reímos juntos y me dio unas palmadas en el hombro.
—¿Cuándo me darás mi regalo? —le pregunté.
—No sé, tendremos que ver si te portas bien como para recibir un regalo —se puso en modo “daddy”.
—Si sabes que me porto bien —lo dije como si fuera obvio—, aparte es mi cumpleaños, no necesito portarme bien.
—Lo de recién no pasó por portarte bien…
—Bueno, pero olvidemos eso, ¿ya? —le pedí.
En resumidas cuentas, el carrete estuvo muy bueno (obviando el incidente de la Vicky), y pude conocer por fin a la Karen, y me di cuenta que era una niña muy simpática y no podía ser más ideal para el Bryan.
Al dia siguiente el Huaso me pasó a buscar a mi casa después de almuerzo para darme mi regalo.
—¿Para dónde vamos? —le pregunté cuando me dijo que me pusiera ropa cómoda.
—Sorpresa. Pero voy a necesitar que le pidas prestado el auto a mi suegrito —me dijo poniendo cara de incomodidad.
No fue problema para mí así que a la media hora ya estaba listo para lo que tenía planeado. El Huaso se fue manejando y me hizo taparme los ojos con una bufanda, para no saber hacia dónde me llevaba.
Al cabo de un rato se detuvo y me hizo bajarme del auto, aún vendado. Sentía bajo mis pies el sonido de la tierra y piedrecillas, y hacía mucho viento.
—Todavía no llegamos —me advirtió el Huaso.
—¿Está seguro el auto? —le pregunté preocupado.
—Si, está seguro —me tranquilizó.
—¿Para donde me llevas?
—Sorpresa —noté un dejo de ansiedad en su voz.
Me llevó de la mano por lo que asumí era un sendero, hasta que se detuvo, me sacó la bufanda de los ojos y pude ver que estaba en una quebrada.
—¿Por qué me trajiste hasta acá? —le pregunté sorprendido por el lugar desolado al que me había llevado.
—Sorpresa —me volvió a decir, dándome un beso en la boca—. Vamos a tener que escalar un poco.
No mentía. Estábamos frente a un cerro, que si bien no teníamos que escalar, claramente necesitaba mis ojos para poder subirlo. Caminé tras mi pololo el empinado terreno hasta casi llegar a la cima del cerro. El Huaso se volteó y se acercó a mí.
—Vuelve a taparte los ojos —me dijo con una sonrisa en la cara. Yo le hice caso, y esperé que me tomara de la mano para volver a guiarme. Después de unos segundos de guía volvió a detenerse—. Espera aquí un ratito.
Me quedé de pie esperando, comenzando a sentir frio por el viento que hacía en el lugar, pero como si me pudiera leer la mente, el Huaso se acercó a mí y me puso su chaqueta en los hombros y me besó. Se alejó y volví a escuchar el ruido de las piedras bajo sus pisadas y del cierre de su mochila al abrirse y cerrarse.
—¡Listo! —dijo después de unos cinco minutos que en realidad parecieron más largos. Se acercó a mí y me sacó la bufanda de los ojos—. Feliz cumpleaños amor.
Estábamos parados casi en la cima de un cerro desde donde se veía toda la ciudad. La tarde despejada daba unos bellos tonos anaranjados al paisaje que ciertamente te hacían enamorarte del lugar. A unos metros de donde estaba parado, en una superficie algo plana, el Huaso había puesto unas mantas en el suelo, y sobre estas un par de cojines, un par de termos y un plato con sándwiches.
—Pato, te pasaste —le dije con una amplia sonrisa, llena de felicidad. Me volteé a besarlo en señal de agradecimiento, y nos quedamos de pie uno frente al otro—. Gracias.
—Todo esto es por ti, amor —me dijo mirándome a los ojos—. No tienes idea lo feliz que me haces, y por eso te quería dar esta sorpresa. Gracias por aguantarme y por ser como eres. Te amo.
—Yo también te amo —le dije volviendo a besarlo.
—¿Vamos a comer? —me tomó de la mano y me llevó a donde estaba preparado el picnic.
Nos sentamos uno al lado del otro y me sirvió de inmediato una taza de té. Cuando iba a tomar un sándwich del plato, me detuvo.
—Espera —dijo sacando una caja de su mochila. Adentro tenía un par de porciones de torta. Sacó una vela y un encendedor de su bolsillo y preparó todo para cantarme el cumpleaños feliz.
—Gracias —dije entre risas después de apagar la vela.
—¿Cuál fue tu deseo? —me preguntó.
—No te puedo decir po, o si no, no se cumple.
—Verdad po, que soy weon —se rió—. Ojalá se te cumpla.
—No eres weon —lo conforté.
Nos pusimos a comer, y entre conversaciones, risas y besos, la tarde no podía ser más maravillosa.
—¿Cómo se te ocurrió todo esto? —le pregunté.
—El otro dia había visto que el Yiyo subió una foto en Facebook desde acá. Y altiro se me ocurrió traerte para tu cumpleaños.
—¿Quién es el Yiyo? —estaba confundido porque me hablaba de él como si lo conociera.
—Ah, el Jaime po, de quinto año —al ver mi cara de WTF siguió explicando—. Juega a la pelota conmigo y los niños.
—¿Y por qué le dicen Yiyo? —me parecía curioso su nombre.
—Por Topo Gigio. Es que tiene las medias orejas —se puso a reir, como acordándose en su mente de la cara de este tal Jaime.
Cuando mencionó que el Yiyo jugaba con él a la pelota, me acordé de algo que no le había contado, así que aproveché el buen humor para decírselo.
—Oye, Pato —le dije, con un poco de miedo.
—Dime, amor.
—Tu conoces al Guillermo, ¿cierto?
—Si po, de repente igual juega a la pelota con nosotros, ¿por? —preguntó curioso.
—Es que el otro día me pasó algo raro con él, sentí como que me estaba coqueteando —le expliqué.
—¿El Guille? ¿coqueteándote? —me preguntó incrédulo.
—Si. Te juro que yo no le coqueteé de vuelta —me defendí.
—Amor, nada que ver —dijo escéptico—. O sea, igual eres rico —me dio un agarrón en la cintura—, pero na que ver, el Guille es hetero.
—Tu igual eras hetero po Pato —le recordé.
—Si, pero es distinto. Tú me conquistaste —se acercó a besarme.
—¿No te pone celoso que trabaje con él en el lab después de contarte esto? —le pregunté confundido.
—Nop —dijo confiado—. Mira yo lo conozco, y estoy seguro que el weon es hetero. Y si fuera el caso, tú no te fijarías nunca en él.
—¿Por qué no? Es guapo —intenté ver como reaccionaba.
—Ya, si, puede ser. Pero igual su perso es muy nada que ver contigo. Puede ser hasta desagradable —me explicó—. Confío en ti.
—¿Seguro? —ahora era yo el incrédulo—. ¿Y no confías en mi cuando estoy con el Bryan?
—Eso es distinto —se rió—. El Bryan es más bonito e inteligente que el Guille. Aparte me cae mal —se volvió a reír.
—Gracias por confiar en mi —le dije, aún descolocado—. Igual no sé qué tan inteligente sea el Bryan si pone la dirección de su casa en Facebook.
El Huaso guardó silencio para no decir alguna pesadez sobre mi amigo.
—Faltó traer alguna silla para poder apoyar la espalda —le comenté cuando terminamos de comer.
—No es necesario, amor —me dijo, y se levantó para sentarse detrás mio, con las piernas abiertas y abrazándome por detrás—. Apóyate en mí.
Le hice caso y nos quedamos ahí, abrazados mirando la ciudad mientras el sol caía y las luces de las casas y edificios comenzaban a encenderse. El Huaso me daba besos en el cuello y me abrazaba fuerte a ratos cuando la brisa hacía lo suyo. En ese momento me di cuenta que no pude haber tenido un mejor regalo de cumpleaños de parte de mi pololo, y podía decir con total seguridad que al menos uno de los deseos se había cumplido: era el hombre más feliz del mundo.
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escritor-eso-creo · 8 years ago
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Guarda el secreto. -Wigetta -Rubelangel.
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Capítulo 1.
-Ve a la escuela y recuerda no quitarte los lentes de contacto.- Dijo el padre de Samuel. El Joven de 16 años ha tenido que ocultarse de una singularidad que posee, uno de sus ojos le permite hacer cosas únicas y maravillosas. 
Su padre para evitar que lo rechacen; y descubran su peculiaridad  ha logrado que reciba clases particulares casi toda su vida ocasionando algo negativo al no tener compañía  de su edad, pero por motivos de trabajo ya no puede hacerlo. Ahora debe irse muy lejos por razones  de trabajo y ha conseguido un internado, cerca de Barcelona.
-Una vida diferente.. -Dijo el joven mirando hacia la estrella que mas brillaba, su ojo izquierdo da ese aspecto de encerrar una galaxia en el mismo, púrpura, hermoso y único. -Mañana te llevaré al internado. -Dijo preocupado el señor -ok.. -Responde sin la preocupación que invade al adulto. - No, no olvides los lentes. -Ya lo sé, por favor deja de repetirlo. El adulto se alejo, mientras el menor sonreía por la vida que al fin tendrá. -Amigos.. -Susurro, siendo este su máximo deseo, sin saber que su ojo le extendería a un plano mayor.
Por primera vez Samuel poseía un uniforme, uno que le gustaba.
El señor de Luque se desponia  ir  a dejar a su hijo al internado.
-Hoy es tu cumpleaños, sabes lamento tanto no poder festejar o haberlo hecho antes.. -Lo dijo dando un abrazo.
-No hace falta, este será el primer año que no vamos a visitar a mamá.
Un nudo en la garganta se formó en el señor, sí; era cierto que fuese el primer año desde que falleció que no irán a darle rosas al cementerio.
-Sabes, estoy seguro que ella estaría feliz ahora, no arruinemos éste hermoso momento. -Sam tomó su maleta para ir a la escuela, una de chicos que a su vez es privada.
Ya estaba en la entrada, no tenía miedo.
- recuerda que puedo venir por ti cuando quieras.
-descuida padre, sé como llegar a ti..
- por favor, no lo hagas….
- descuida, era una broma.
Era un momento especial y triste a su vez. El padre lo acompaño hasta su recamara.
- descuida, no  te daré razón para que regreses.
- no quiero que no me des razones, solo no quiero que te lastimen.
A punto de darse un abrazo lo interrumpe uno de los alumnos.
- hey.. -El alumno un poco mas grande entra y pasma su oración al notar el momento de nostalgia.
- descuida, papá ya se va, cierto? -Comenta Samuel un tanto emocionado.
-Ah?, si, claro..  -Sonrió, vale no abochornaría al joven.
- vale, entonces me lo llevo. No puede quedar nadie en las habitaciones, son las reglas.
- lo siento, …bueno, entonces nos veremos pronto.
- te extrañare..
Sam se alejó de la recamara, dejando a su padre en ese lugar.
- entonces.., es tu primer año acá? -Dudó el joven de quizá un par de años mayor en este lugar.
- si, bueno y tu?
- pues me gradué el año anterior, pero me toca darle el mensaje de bienvenida y la recamara en la que estas fue la mía.
- no lo sabía, si quieres digo que la cambien y..
- no seas bobo, bueno estudiare cerca, ahora que te conozco me podrías llamar Town. Y necesitare que me abras la ventana por si un día no tengo donde dormir, vale?
- Town.. me gusta como suena.
- bueno, hoy como no poseo nada que hacer me quedare en el instituto y como no tengo donde dormir te molestaría si me das remo en la habitación?
Sam se reía, era la primera vez que compartiría la recamara, podría decir que Town era su amigo?
Todos los alumnos fueron asignados en grados según sus cursos. Como Sam era uno de los últimos años estaba en las primeras filas, Town no pudo acompañarlo pues debía dar el discurso.,
Sam veía su entorno, todo era tan emocionante, recordaba las indicaciones de su padre acerca de sus lentes.
Escuchó al chico de al lado hablar uno de cabellos claros e iris del mismo color.
- que pereza, otro maldito año acá..
Samu no le dijo nada, ya había visto muchas películas y leído tantas veces estos casos, no sería el borde del curso.
Rubén seguía bufando de su mal por querer salir o quemar el instituto, cualquiera de las dos opciones fueses buenas.
- si al menos Raspy estuviese conmigo..
Inclinó la cabeza para atrás, tapándose la cara con la capucha de su abrigo.
- q-quien es Raspy?.. -Le regalo una sonrisa a Rubén.
Este no le dijo nada, solo seguía maldiciendo su suerte, Samu entendió el mensaje.
Town empezó a dar el discurso; pero no cualquiera pues era a la manera de este chico, sacó una guitarra.
- vale, esto es lo que todos saben hago, no veo otra forma de hacerlo. SUERTE!! -Concluyó Town
Todos empezaron a cantar; esa canción todos se la sabían, Samu se inclinó a prestar mas atención a su amigo.
- Raspy es mi gatita, umm bienvenido.. -Responde Ruben aburrido por el discurso de bienvenida.
- bonito nombre, soy Samuel..
- Rubius..
- Rubius?
- Ruben, no me digas así que te pego..
Los alumnos se estaban dispersando, Samu corrió a su recamara notando que su padre ya no estaba.
Cerró la puerta y se quito el lente de contacto, empezó a llover esto era algo que le fascinaba a Samu, mirando hacia el cielo; el viento se tornó más fuerte y la lluvia apresurada e intensa.
- Samu, estas? -Preguntó Town al entrar de sorpresa a la habitación.
La puerta se abrió, esto no le dio tiempo a Sam de ponerse en lente y en su afán por agarrarlos se cayeron. Town entró, viendo a su amigo con una mano en el piso tanteando un objeto y tapando su ojo con la segunda.
- que te pasa, es-estas bien?  -Comentó, preocupado dando pasos gigantes pisando uno de los lentes.
- lo siento, si quieres vamos y.. -Sam palpó su realidad, como iba a hacer ahora, maldita sea la hora en la que decidió maldecir.
- NO!….NO!… que haré.. -Angustiado gritó.
- tranquilo, te dije que.. -Trató tranquilizar Town a Samuel.
- no, no lo comprendes.. -Sam se paró, tropezando con la rodilla de Town cayendo  y pegándose en la punta de la cómoda quedando con sus manos descubriendo su rostro.
Town pasaba la mano por la frente de Sam y este no podía mas que quejarse por el moretón que se le hará.
- auch!.. -Susurró, Town se quedo estupefacto y a su vez sorprendido. Su ojo, el color, Sam. Que asombroso.
- ese color.. -Dijo Town al ver el brillo que salía del ojo del castaño, era indescriptible  ese instante con palabras.
Sam, se puso de pie, dando la espalda a su amigo de menos de una hora.
- no, no lo veas.. -Sam pensó que su vida se vería arruinada, que quizá deba llamar a su padre y decir que lo arruinó, que es su afán por querer hacer amigos se descuido.
-que dices?, es hermoso. -El pelinegro veía angustiado a Sam de espaldas queriendo reír pero sin hacerlo.
Sam volteó, aún  estaba en el piso sentado junto a Town con la puerta de la recamara abierta.
- te parece que lo es?
Dudó, realmente lo pensaba, por que se cuestionaba si era lo que menos su padre quería que se diera cuesta?
- claro, me gusta.
Alguien se asomo, era alto de cabellos negros pero esto Sam no lo vería pues lo que menos quería es que alguien lo notase.
- Es-están bien? -Comento un alumno que Samuel iba a conocer pronto, su nombre era Willy.
El ojo distraía a Sam, no quería que alguien mas lo sepa.
- mira huérfano, no pasa nada!. -Respondía Town siendo borde con Willy
El otro joven miro al piso, sabía que no era bienvenido por lo mismo se retiró con la misma velocidad en la que apareció.
Sam escucho bien, le llamo huérfano?, con un tono déspota y de desprecio?, a ese chico?, no lo preguntaría, solo quería que la puerta estese cerrada.
- cierra la puerta, por…por favor ciérrala.. -Dijo el castaño.
Town se paro, no quiso decir el motivo pues era algo obvio, verdad?
Lo hizo, la cerro y se acerco a Sam.
- siento mucho lo que paso, si quieres salimos ahora y te compro unos nuevos..-Comenta Town queriendo arreglar las cosas.
- si por favor, pero no puedo salir así..
- mierda, esta lloviendo muy fuerte, no puedo salir en la moto así.
- eso, eso no es problema… -El castaño botaba una leve sonrisa.
Town observo a Samu quien se acerca a la ventana, dando una mirada fija al cielo, dando un fulgor destellante deja o cesa la lluvia.
- que guay… -Comenta maravillado Town a Sam viendo como caen las últimas gotas que resbalan por la ventana.
- puedes guardar un secreto? -Preguntó el castaño con intriga a Town pues era lo que le advirtió su padre.
- claro, no diré a nadie que tu ojo es asombroso.. -Le susurro al pelinegro, esto sería genial pensó Town.
- Si ahora podemos salir.. -Replica Sam-
- Lastima que no hace sol..
- me gusta  mas la lluvia pero si quieres sol..
Town observo mas de cerca a Sam, veía con suma atención su cara sin una atención especifica hasta que lo purpura se convertía en algo mas que un color.
-…
No tenía mas palabras, era hermoso aparte que el sol empezó a brillar cada vez un poco mas.
- necesito los lentes ahora. Realmente los necesito.
- tu hiciste?..
- si, pero prometiste guardar el secreto, Town por favor.
- claro, claro..
Era algo alucinante, tantas películas de ficción y jamás vio algo como esto.
Town le dio las señales para que lo espere en las afueras del colegio; pero por la parte de atrás. pues como es un internado se les prohíbe la salida, aunque eso no aplica para Town pues él ya no es alumno pero si hijo del dueño, esto era un trato diferente.
Salieron, no se demoraron nada, como era el primer día solo tendrían una sola hora de clases y era una de las últimas para que se presentaran con los guías de cada salón.
Ya estaban en clases, town se sentó detrás de Sam, casi todo el día juntos. Town le regalo unos lentes falsos pues le dijo que sería muy incomodo llevar contactos, y los lentes no dejaban que la luz traspase de ambos lados.
Luego tendría unos de contactos.
Estaban en el salón ya el profesor está dentro.
- silencio, no quiero que hagan mas ruidos que ya tengo sus nombres. -Dijo el profesor Luzuriaga, todos le tienen respeto aparte porque solo tiene 22 años.
Rubius estaba frente a el asiento de Sam, lo quiso saludar pero Town se lo impidió.
- Rubius el algo borde, si te gustan los gatos tienes un punto a tu favor, pero mejor no lo hagas; este chico tiene una fama de ser algo egoísta. -Town le daba la reseña según  del rubio
Cuando el profesor se dispuso a empezar a tomar lista entra el último alumno.
- lo-lo siento.. -Era Willy, el mismo que estro a la habitación cuando sus lentes de contactos se rompieron.
Sam reconoció la voz, inclinó un poco su cabeza, le parecía buena gente.
Mangel, otro chico en ese salón gritó.
- SIÉNTATE HUÉRFANO!…
El salón se partía, esto no era motivo de reírse. Sam entendía a la perfección el dolor de no tener a uno de sus padres con él, aparte que sea el mismo día de su cumple que era ese día.
- anda, ya era hora. -Dijo Town
- BASTA! No permitiré por ningún motivo que se traten así, a la siguiente les mandare 50 ejercicios de física a quien se burle o haga cháchara de algo tan delicado. -Indignado dijo Luzu.
- Por que se burlan tanto de él?.. - Sam susurro a los oídos de Town.
- es adoptado, dicen que su padre adoptivo lo tiene por lástima, verás desde que llego al internado en su vida ha salido de este lugar. Aparte el muy putito ruega por que le hagan el favor.. -respondió Town quien no pudo evitar reírse, es como si le encantara hablar mal de él.
- no crees que eso lo hace sufrir?.. -Sam veía como Willy se sentó, triste, con un libro grande entre sus manos.
- quieres hacer algo cuando esto acabe, solo estaré hoy acá. -Preguntó Town al castaño como si fuese lo mas importante en ese momento.
A Luzu le dieron un mensaje, lo leyó.
- quien es de Luque?
Todos se veían, hay muchos alumnos nuevos y el salón es de como 80 alumnos. Sam alzó la mano.
- yo..
Todos voltearon a verlo.
- Puedes ponerte de pie.
Lo hizo, ahora eran todos los alumnos que lo veían.
- tu padre dice que disfrutes mucho tu cumpleaños, ya ha dado pastel y refrigerios gratis a quienes celebren en la cafetería.
-EH!…..
Gritaron casi todos en el salón, menos Willy quien solo sonrió mirando su libro.
Sam lo noto, su ojo lo sentía arder pero no se quitaría los lentes, no, no podría hacerlo.
- bueno, ese era el mensaje, pueden salir, mañana empezaremos con las clases. -Concluyó Luzu.
Todos se levantaron, algunos se acercaron a Sam dándole las felicidades por sus 16, era la primera vez que alguien aparte de su padre lo felicitaba.
- entonces, haremos algo? -Volvió a preguntar Town.
- claro, pero deja que me cambie. -Respondía al fin el castaño.
Todos salieron del salón menos Willy, él seguía viendo  su libro, nadie veía entonces Sam se quito los lentes esos que Town le obsequió, esos que no eran de contacto.
Sonreía y trataba recordar como hizo una vez feliz a su padre, esa ocasión en la que sin hablarle lo sentía triste y que con solo verlo hizo que apareciera algo que lo alegrase, un detalle, un dulce, quizá hasta una fotografía de su madre antes que ella muriera.
Funcionaría de la misma forma?, si lo intentaba pasaría igual?
- ok.. -Susurro para si mismo, no perdía la concentración, su ojo no funcionaría igual, un frió poco normal se encerró en ese lugar sin que Willy se moviese. Sam no perdía la concentración, fue entonces que empezó a llover mucho pero mucho más fuerte. Sam seguía sin perder la concentración pues no sentía que pasaba lo correcto.
La luz se fue en todo el lugar, un grito en ola se escucho en todo el instituto.
Se escuchó a alguien correr al salón, Sam no sentía cambio; era como si en Willy no existiera un recuerdo feliz.
- para!… -Town tomó el hombro del castaño al verlo con esa concentración al alcance de cualquiera que pasara.
Dijo Town quien rompió la concentración de Sam, haciendo  que a su vez Willy voltease.
Sam miro hacia el suelo, sin decir nada como si se sintiese culpable por no poder hacer algo por alguien que se siente mas que triste, pues pudo sentir algo de lo que coexiste en Willy.
Sam se puso sus lentes, sus miradas cruzaron.
- anda, ya vamonos.. -Dijo Town al ver que su compañero seguía con el.
Sam se paró, pasando cerca de Willy inclinando su mano para tocar la de él.
Willy la sintió, no pudo decir nada; pero esto era lo que ocasiono la habilidad de Sam sin que el mismo portador se de cuenta que ocasionó el primer momento feliz de este.
Sam volteo, le regalo una sonrisa.
- te espero para comer pastel.. -Dijo directo a Willy, Town no le agrado pero no era su cumpleaños para decir quien puede o no ir.
...Contunuará
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spanglishmom · 8 years ago
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ELUNIVERSOLAVIDA   ENERO
En la terapia cráneo-sacral aprendemos afirmaciones sanadoras llamadas "mensajes de la buena madre". Ese nombre no me gusta mucho pq creo que es falso eso de buenas y malas madres y de juzgar. Pero en realidad, a lo que se refiere es a una madre cósmica, a la vida misma, al universo que nos envuelve como un vientre o a la madre tierra cuyo cuerpo nos alimenta y nos sustenta como el seno materno. La buena madre está presente siempre como una energía o luz que emana de nosotros mismos y a la vez circula en nuestro entorno. Es una respuesta al dios "padre" patriarcal que nos exige obediencia por sus "bendiciones" y nos amenaza con castigos eternos. La ira de la buena madre es la protección de la loba que defiende sus crías con dientes y garras, más no se torna contra ellas ni busca controlar con el miedo. Desde luego que lo que algunos han ideado como madre o padre en el plano simbólico.... la "madre tierra" o el "dios padre" no debe confundirse con los padres y las madres human@s, reales, de carne y hueso.
Entonces, voy a referirme a eluniversolavida para romper con las cuestiones de juicio moral, modelos ideales inalcanzables y la falsa dicotomía de género.
Y voy a compartir una pequeña anecdota cada semana sobre como eluniversolavida se manifestó hacia mi a través de situaciones y personas que llegaron con mensajes sanadores mucho antes de que yo conociera un nombre para éstos ni estudiara sobre los mecanismos de su funcionamiento sobre heridas físicas y emocionales.
Pero soy una madre humana y ahora mismo no dispongo de tiempo para compartir la primera anecdota... así que para la próxima.
 Eluniversolavida #1: "Te veo y te escucho".
Saida fue la primera persona que reconoció el abuso verbal por lo que era. Por años recibí alguna versión de "pórtate bien para que tu mami no se enoje" o "eso siempre pasa entre madres e hijas" cuando contaba a los adultos sobre cómo me trataba mi mamá. Lo que en la psicología se llama culpar a la víctima y normalizar el abuso.
Un día Saida, la madre de una amiga, escuchó cómo mi mami me puteaba, me insultaba y me acababa. Estabamos esperando un acensor y yo trataba de explicarle a mi mami por teléfono que el personal de seguridad nos había encerrado en el colegio por equivocación, pues no revisaron todas las aulas antes de ir poniendo llave. Unas compañeras habíamos estado repasando una coreografía en un aula del piso 11. Ahora debíamos esperar que llegue alguien a desactivar la alarma, abrir las puertas y prender el acensor para poder salir. Cuando terminó la llamada, que todas escucharon por los gritos de mi mami, yo, avergonzada, traté de evitar las miradas de todas. Saida me miró y me dijo en una voz muy seria: "No es tu culpa. Tu madre no debería hablarte así. Ella está equivocada y no creas nada de lo que te dijo porque tú eres muy buena. Eres muy buena."
El abuso verbal duele pero la indiferencia de los demás ante tu dolor te hace sentir invisible, te hace dudar de tus sentidos. Saida fue la primera persona adulta en "ver y escuchar" en el sentido de reconocer y validar lo que yo atravesaba. Por eso nunca me he de olvidar de ella y le dedico esta publicación sobre el mensaje sanador " Te veo y te escucho".
Fue una pequeña semilla que ella sembró en mi conciencia pero el camino a la sanación ha sido largo y sobre todo ha incluído muchos tropiezos en los que yo también repetí patrones con los que me crié. Por eso la terapia cráneo-sacral nos enseña que no hay que ser perfecto pero hay que saber reparar lo que uno hace. Y por eso dicen en el círculo de parteras que cuando te sanas a ti misma, sanas a las madres que vinieron antes y a las que vendrán después. Y esto me consta porque Saida fue sobreviviente de abusos incluso mucho peores y sin embargo en su momento fue el vehículo para que yo recibiera el mensaje sanador que necesitaba de eluniversolavida.
 Eluniversolavida #2: "No tienes que tener miedo nunca más"
Ha sido una semana emocionalmente cargada. Ya me enteré de la fecha para la Marcha de las Putas 2017 y estoy con emoción y expectativas a mil. Pero también veo las fotos de perfil de PrimerAcoso y me da tristeza y rabia. Para rematar un violador de niñas y acosador sexual de mujeres ayer se convirtió en Presidente del país más poderoso del mundo. Lo que solo asombra a los más ilusos ciudadanos de EEUU, pues, el resto del mundo ha lidiado con la violencia que esa nación exporta en forma de campañas militares y "apoyo" a dictadores abusivos en todo el planeta. De todos modos, una siempre espera que las cosas mejoren... no empeoren. </3
Con la necesidad de participar de las diversas resistencias a la violencia contra la mujer y sin poder ir a la Women's March en Washington, y con lo que no me llama la atención esto de los hashtags, y con lo que aún falta casi dos meses para la Marcha de las Putas... decidí dedicar el mensaje de esta semana al tema de la violencia de género.
Estuve pensando mucho en esto del PrimerAcoso pero la realidad es que han habido tantos, que no podría decir con certeza cuál fue el primero ni qué edad habré tenido.... la vez que a mis trece años me siguió un auto con vidrios oscuros mientras yo caminaba hacia la estación de tren para ir al colegio... no, las incontables veces que yo a mis 11 y 12 años caminaba por la calle con mi mamá y los hombres nos silvaban y nos seguían y nos decían que eramos dos hermanas muy bonitas y que si no queríamos ir a la playa con ellos o cualquier otra cosa... no, a mis diez años cuando rechacé a un compañerito que quería ser mi "novio" y dijo que igual no le gusto porque no tengo "buenas nalgas".... puedo seguir hasta los 4. Pero voy a otra cosa: a mis 18 años tuve que dejar un curso para conducir auto pq el instructor me acosaba. He visto incontables penes ajenos solo por utilizar transporte público para ir a estudiar, a trabajar, o cualquiera de las mil razones por las que un ser humano sale de su casa.
A mis 22 años mi primer trabajo luego de terminar la universidad fue en un colegio donde habían policías que supuestamente velaban por la seguridad de los estudiantes y profesores. Debíamos pasar por un detector de metal para entrar. Un día, yo entraba luego de mi hora de almuerzo y el Sargento Olivero (el mandamás de la unidad policial del colegio) me atendió en el detector y luego me siguió por el pasillo y cuando yo aceleré el paso me gritó que habían cosas que él quería hacerme cuando me encontrara sola en una próxima. Yo corrí hasta el cuarto piso (y eso que llevaba unas botas con tremendas plataformas). Les avisé a mis nuevos compañeros de lo sucedido. Les pedí que por favor me ayuden para no tener que salir a la hora del almuerzo y desde ese día yo les daba dinero para que me den comprando algo afuera. Luego de unos días el director se dio cuenta que algo pasaba porque yo era la única que no salía a la hora del almuerzo y comía sola. "No trabajes tanto. Tienes que salir de este lugar aunque sea para respirar un poco de aire. Tienes que aprovechar tu hora de almuerzo o te vas a volver loca," me dijo sonriendo. Mr. Pendergast era un grandotote de unos 3 metros (bueno, tal vez no, pero era gigante) y era conciente de lo imponente e intimidante que era su físico (además que era el director) entonces siempre trataba de hacer chistes para que no le tuvieramos miedo. Cuando al otro día vio que yo no salí preguntó por ahí y se enteró que el Sargento me había molestado.
Alguién vino a avisarme que el director quería hablar conmigo en su oficina de lo del Sargento. Yo llevaba ese día un jean blanco bien apretado. Sentí pánico porque estaba segura que me culparía a mi... como la vez cuando era estudiante y la directora del colegio no hiso nada sobre el profesor que me acosaba porque "debe ser muy dificil ser un joven profesor hombre en un colegio de niñas." O todas las veces que mi madre me gritó que parecía una puta con esos jeans tan apretados. O mi jefa cuando yo trabajaba en un hospital para cubrir mis gastos en la U. que imponía un estricto código de vestimenta unicamente para las empleadas solteras mientras que una compañera que era casada utilizaba pantalón tan apretado que se le notaban clarito los dos labios superiores de la vulva. Ahora, yo iba a perder mi trabajo, y recién había firmado el contrato para mi nuevo departamento que me permitió salir del infierno que era tener que seguir conviviendo con mi ex-novio. Cómo iba a pagar el arriendo? Había demorado 6 meses en encontrar empleo....
El Director estaba con la cara toda roja de las iras. "Supe lo que pasó con el Sargento," comenzó bien serio... nada de sus chistes. Yo empecé a llorar. "No llores. No llores. Escúchame bien. NO. ES. TU. CULPA. Yo sé que esas cosas pasan. Seguro te pasan todo el tiempo. En la calle, en todos lados. Tal vez hasta te acostumbres un día. Pero no debería pasar. Y siento mucho que te haya pasado en tu lugar de empleo. No debería pasarte nunca y peor en tu lugar de empleo." Luego me explicó que él se encargaría de que el Sargento no me volviera a molestar, pero que no lo podía botar del trabajo porque el director del colegio pertenece al distrito escolar pero los policías pertenecen a la policía y por ende él no era jefe de ellos. Que sería muy dificil probar lo sucedido y que además la orden para botar a un Sargento de la policía tendría que venir directamente del Alcalde de la Ciudad de Nueva York... tema súper complicado.
No fue fácil seguir trabajando durante casi tres años en un lugar donde había un acosador que además era una autoridad de la policía pero Mr. Pendergast cuplió su promesa. No sé que hiso o qué le dijo, pero ese Sargento creo que me tenía hasta miedo y nunca más me volvió a decir más que unos "Buenos días," medio tímidos.
En la terapia cráneo-sacral nos enseñan que cuando te han protegido, aprendes a protegerte y a proteger a otros. Ayer, el director de la escuela donde actualmente trabajo dijo que si una mujer se mete por un callejón o se pone una minifalda "se lo busca". Con esa lógica, jamás saldría de mi casa ni tuviera estudios ni profesión... pues los callejones en mi caso han sido el camino a la escuela, el aula del colegio, el transporte que debo tomar a mi trabajo, o el mismo lugar de empleo. Sinceramente lo que más he disfrutado de la maternidad y dejar de trabajar afuera ha sido la tranquilidad de no tener que lidiar con estos temas. Pero ese es el objetivo del acoso y la violencia sexual... disminuir los espacios donde la mujer se siente segura para relegarla y dictar lo que puede hacer o no.
El mensaje sanador "no tienes que tener miedo nunca más" significa que debes reconocer y aceptar tu miedo, más no permitir que el miedo dicte tu vida. Sal. Pónte lo que te dé la putísima gana y exige tu lugar en el mundo. Y si hoy no puedes, y no te sientes segura, y nunca has tenido un Mr. Pendergast en tu vida, pues bien... siempre habrá mañana para intentarlo. Y yo estoy aquí para ti también.
 Eluniversolavida #3: “Mi amor te hará bien.”
 No me gusta mucho este mensaje porque suena como algo que un depredador le dice a una jovencita en alguna película de suspenso/terror. Esas películas donde siempre utilizan la amenaza de violencia contra una mujer como una banal herramienta para avanzar la trama y hacer quedar de héroe al chullita.
 Entonces, le voy a cambiar a “el amor te hará bien.” Obvio pero no tan obvio. Ahora pienso mucho en esto porque considero que siempre he luchado de alguna u otra manera por aquellos que necesitamos mucho amor para salir adelante: refugiados, estudiantes con problemas de aprendizaje, estudiantes con perturbaciones emocionales, jóvenes y adultos migrantes, de bajos recursos económicos, con enfermedades graves, adultos analfabetos, mujeres y niños sobrevivientes de violencia intrafamiliar y sexual, personas marginadas por su identidad étnica, de género, etc. He laborado en el campo de la educación con la ilusión de que todos tengamos acceso a las mismas oportunidades sin importar nuestra condición.
 Yo tuve la suerte de estar rodeada de profesionales altamente capacitados para sostenerme en mi época de estudiante. No menos de 11 consejeros, psicólogos, y trabajadores sociales fueron necesarios para que yo lograse terminar el colegio y luego mi carrera en una de las 10 mejores universidades del planeta. ¿Saben quién más cursó sus estudios universitarios en esa universidad al mismo tiempo que yo? Eric Trump, el hijo del actual Presidente de los Estados Unidos. Les aseguro que él es aún más inútil que su padre pero en su caso tuvo la suerte de nacer, pues, Trump, y eso fue lo único necesario para tener cualquier cosa a su alcance.
 Yo tuve la suerte de vivir en una ciudad donde podía acceder a muchos recursos, incluidas becas estudiantiles tanto para el colegio como para la universidad, sin importar que mis padres no tuviesen recursos propios. Nadie dijo “si le damos esto o lo otro a la niña los padres se volverán cómodos/malacostumbrados.” Solo pensaron, “si le damos todo lo que necesita, la niña tendrá más probabilidad de tener éxito.” Y así fue como jamás gasté en transporte para estudiar, ni útiles, ni libros, ni uniformes, ni materiales de ningún tipo, y hasta hubo quién me compre zapatos de vestir para que pudiera asistir a mi fiesta de grado… y así fue como recibí comida o dinero para comer cuando tenía suficiente hambre para olvidar la vergüenza de pedir, y hasta hubo quien pague mi factura de hospital alguna vez que fui víctima de un crimen violento. Y así fue como recibí acompañamiento continuo de calidad y totalmente gratis para mis dificultades emocionales y psicosociales a lo largo de 9 años claves que determinarían el curso de mi vida.
 El amor me hiso bien. El amor del personal del organismo sin fines de lucro que puso la mayoría de esos recursos, el amor de algunos profes del colegio y la U. que veían más allá de lo superficial, el amor de mi madre Puertorriqueña que me acogió en su casa durante 4 años, el amor de Joe (da la casualidad que también Puertorriqueño), quien coordinó a ese grupo de profesionales en acompañamiento y salud emocional que pusieron cada uno su granito de arena por mi, y hasta el amor del colegio que proveía todos los útiles escolares para todas las estudiantes sin ningún costo adicional y las madres de familia que organizaban intercambios de uniformes usados para las estudiantes de bajos recursos. Y hasta el Departamento de Educación de Nueva York que proveía pases de transporte gratuitos en todos los medios de transporte público para todos los estudiantes de la ciudad. Porque garantizar acceso a la educación para el futuro de la sociedad es amor.
 Definitivamente tuve suerte. Pienso mucho en esto últimamente porque interactúo a diario con niños que necesitan y merecen recursos que no llegarán a ellos. Porque nacieron en la provincia con el más alto nivel de pobreza extrema del Ecuador--- aunque es la provincia que provee de riqueza petrolera al resto del país. Porque en Pastaza rige la ley del más fuerte. El que es lo suficiente fuerte para aguantar maltratos, abusos, negligencia, desnutrición sin que afecte en su rendimiento académico o comportamiento, el que nació con la capacidad para aprender sin mucha ayuda, ni especialistas, ni materiales apropiados, el que nació con aguante/sumisión para no sentir, reaccionar, reclamar, ni rebelarse ante las injusticias diarias.
 Pienso mucho en qué hubiese sido de mi si hubiese crecido en el lugar donde ahora vivo.
 Estoy segura que no mucho.
 Porque soy débil.
 Y el mundo se hubiera perdido mi capacidad para dar amor, y mis talentos, y mis contribuciones a todas esas causas que ya mencioné y que me consta han valido la pena.
 Ha sido un mes difícil, especialmente la última semana. Estoy triste. Tengo insomnio. En parte porque me preocupo del futuro de mi hija… una niña fabulosa, amorosa, inteligente y ocurrida que ha necesitado de diversas atenciones médicas y terapias desde que nació, que es extremadamente emocionalmente sensible, que ya tiene bien claros sus derechos y los clama a boca llena (lo que de seguro la hará el blanco de la “autoridad” por muchos años por venir), y que a veces siente mucho enojo y frustración y no le interesa esconderlo. Un ser completo, complejo y que para nada cumple con el perfil requerido por la ley del más fuerte. Cuando ella tenía 2 años el Ministerio de Educación empezó a cerrar la mayoría de escuelas alternativas donde ella hubiese sido protegida, valorada y amada en su totalidad (no solo las partes convenientes y fáciles de amar). Ahora en EEUU hay un nuevo régimen que busca deshacer el tipo de ayudas de las cuales yo me beneficié y otras aún más importantes y accesibles a personas que necesitan ciertas condiciones específicas y acompañamientos profesionales para salir adelante.
 Siento que el mundo se encoge. Siento que la ley del más fuerte gana territorio como una sombra que devora la tierra. Y me provoca ansiedad. Y me quita el sueño. Y con cada “pero yo sí pude” y “ahora se agarran de cualquier escusa” y “es mentira que los niños se trauman” y “así aprenden” y “yo no era así” y “ese niño es vago” y “sí se puede,” resurge de los rincones profundos y oscuros: NO MERECES EXISTIR. NO VALES NADA. NO IMPORTAS. NO HAY LUGAR EN ESTE MUNDO PARA PERSONAS COMO TÚ.
 Y el mensaje “el amor te hará bien”… el amor te hiso bien… el amor te hiso… es como un pequeño susurro a lo lejos. Y necesito que ese mensaje gane la batalla hoy. Y cada día. Y unos días son más fáciles que otros. Y creo que la combinación de la vida rural y Donald Trump en mi Facebook es una malísima combinación para mi salud mental. Pero es la realidad ahora y cómo sea el amor tiene que ganar porque ahora esa voz habla por dos… no solo por mi sino por mi hija.
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23 de octubre
Uno como tiene esa costumbre a quedarse quieto cuando ve que el desastre esta por venir. Podemos decidir como huir o simplemente tomar el primer asiento de la fila para ver como todo caerá por su peso. Pesimismo o no sea eso, lo complicado es que tengo que verme ir y venir cada momento con una sonrisa entre cortada por los recuerdos vagos. Quizás después de todo la comodidad de que tanto se habla cuando puedes realizarte es falsa, o sea en si tenemos que sobrexigirnos para sentirse bien. Como que me molesta todo en fin. 20 años, todo se analiza. El gusto se va perdiendo, es algo bastante pre juicioso a decir verdad, pero que mas puedo hacer. Voy perdiendo la dulzura de disfrutar un café por las mañanas mientras el sol va aclareciendo todo mi alrededor. Son las 14:34 y el tiempo no existe. Me cruce dos veces con una mujer en diferentes lugares. La primera fue a las 10:30. La relación normal de tomar asiento en la micro y someterse a chocar piernas con las demás personas. Me costo harto encontrar un asiento, no es que este cansado o menosprecie mi estado físico. Solo quiero sentarme, ¿cual es el problema? De por si, su pierna fue un poco brusca. Sentía la rigidez de querer tomar mi espacio diminuto, y pareciera que ella no estuviera al percance de algún raciocinio sobre ello. No voy a decirle: "oye, porfa respeta mi espacio" Ni loco, no tengo la suficiente alma para sacar mi voz delante de esta gente y menos decirle algo a alguien. Si, estoy mal. No tengo la convicción aun en mi, creo que la tuve pero era niño. Recuerdo correr por horas, jugar a esconderse de los adultos, y tener la seguridad de que era mas alegre que ellos. Sin embargo, aquí yace mi profunda pena. No quiero volver a verme en un espejo y asimilar que el reloj solo avanza y yo me voy quedando con la hora atrasada. Su pierna no paraba de insistir en tomar mi espacio. Son las 10:40. 10 minutos con este malestar. No me he fijado en su cara hasta cuando voltea para ver quien es la persona que no deja que cometa su acto. Pareciera que la vi en mis sueños, o en algún momento que añoro en mis días pasados. Dejo de molestarme su pierna, y deje que tomara el espacio. Entre miradas note que sus ojos miraban como su cometido era cumplido, y rápidamente devuelve su pierna a su espacio. Dejando el lugar para que mi pierna vuelva a su lugar. Llegamos a La Moneda, y se baja. Mira hacia atrás una ultima vez, y con sus ojos cerrándose se despide con un buenos días. Perplejo, anonado. Sera que después de tanto insistir, y lograr el hecho; ¿Nos aburriremos? Entenderse así como el amor, o las cosas que uno en si quiere pasión. El relativismo nuevamente, apoderándose del siglo 21. No pertenecemos a nadie y a nada. Tengo las ansias de haber nacido en otra época. Cruzarme con ella en una alguna feria rural de Roma en el 1424 y tomar su mano mientras le ofrezco mi manzana a cambio de su lechuga. O remontarme a ser un soldado liberando personas en plena destrucción de Paris en la segunda guerra mundial, y encontrarme con ella. Ayudando a los suyos sin la necesidad de tener la ayuda externa. Son las 11:20 y aun pienso en ella. No me pasaba esto hace un buen rato. Las cosas se acaban, las frutas maduran y se pudren. Mi corazón listo para embarcar una noche de lastimas. Quisiera sentir su sangre en mi cuerpo, la calidez que no sea la mía. Ansió tomar su cuello y apreciar su piel, examinar toda su textura. Como realmente todo comienza, todo siempre se definirá a la frase: 'Después veras como la gente cambia' No quisiera verme cambiar por alguien, estoy hablando de algo improbable. Una luz en medio de la oscuridad. Dormitare en ríos rojos, en dormitorios con luces bajas. La esperare con el mejor traje elegante para invitarla a nadar al océano. Comeremos arriba de una ballena y tomaremos un largo sorbo de nuestro sexo. Conjugando nuestras almas extasiadas por el desenfreno. Son las 13:40, mis manos toman mi cabeza. Estoy recorriendo estas calles aparentemente sin motivo alguno, pero dentro de mi incierta voluntad. Esta ella nuevamente. Entro a un local comercial para comprar una bebida en lata, una Pap para ser mayor especifico. Al costado mio, una puerta se abre igualmente cerrando la mía por el otro cuerpo que intenta buscar un plato vegetariano. Yo con mi mirada de porque todo tiene que ser violento, me fijo de la cintura hacia abajo. Mismos pantalones, zapatos. No puede ser, es ella nuevamente. La miro desde un punto lejano, mientras efectúa su compra saca su billetera que pareciera no tener mucho dinero dado que saca todo de una. Arroja unas monedas y le alcanza para un encendedor. Lo recibe y se va. ¿Que hago? El cielo esta llorando, no la encuentro. El día cambio radicalmente al entrar a ese lugar. Se que hay una plaza cerca de aquí, pero dadas las circunstancias. Seria ilógico comprometerse a estar en un lugar húmedo mientras la lluvia cae. Busco y busco. La plaza aun se mantiene en pie. Mis probabilidades siempre fallan. Pero aun así, de partida la vida es demasiado ilógica ya para pensar que la gente es tan cómoda realmente. Lo verdadero es que yo caminando bajo la lluvia ya me veo retraído a algo raro, ¿por que cuestionar si ella esta en una plaza? Voy, tengo un despertar. Veo los arboles con largos chorros de agua cayendo. Alguna que otra gota entra por mi cuerpo. No tengo problemas con pensar en un resfriado, lo que mas quisiera es tener que vérmelas con mi cama un largo tiempo para así no tener que lidiar con esto. Bueno, aquí nuevamente deseo el desastre. Me desanimo un poco, y me quedo quieto. Veo como ella, la pierna interponiéndose con la mía. Esta realmente con alguien mas. El cielo esta llorando, junto a mi. La suerte no existe amigo. Son las 14:40 y mi destino es llegar a mi hogar lo mas pronto posible. Perdí la razón de que tenia que hacer hoy. No recuerdo nada. Son las 15:00 y veo que alguien corre al mismo paradero en que estoy yo, un poco alarmada la persona que corre. Se cae en un charco de agua pero sigue su destino. Se coloca al lado mio, y prende un cigarro. El humo cae en mi cara, entrando por mi nariz. Su mirada esta pendiente de la calle en que venia. Me preocupa. Como desearía que estuvieras aquí. Me mira, y es ella. No puedo creerlo. "Nuevamente siento que la percepción me esta jugando una mala pasada. ¿Por que logro encariñarme a algo que nunca he conocido ni he dirigido alguna palabra?" Me paro, y me coloco adelante de ella en posición vertical. Asomo mi cabeza para ver si alguna micro viene. La lluvia no para de caer. Y lo único que acudo a decir es: "Vaya día hermoso" Son las 22:30 Nuestros cuerpos se separan, la puerta suena. Quedo diminuto en mi espacio. No logro creer lo que ocurrió hoy. Son las 23:56 Prendo mi equipo, y coloco una canción. A su vez recibo un mensaje de texto: "Soy yo, por cierto. No esperes que vaya de nuevo a por ti. Ya hice demasiado sabes. Quisiera ver que puedes lograr con esto. Pretendo darte mi espacio en este instante, ¿podrás cuidarlo, quererlo, y no lograr contaminarlo? Como desearía que estuvieras aquí." Mis ojos avistan un largo sin fin de luces por la ventana de mi dormitorio. Casas, departamentos. Vida. La vida es demasiado genial para solo cuestionarse. Nunca olvides que cada día es diferente. Mi mensaje de vuelta es: "Como un niño. Así me sentí hoy. Fui el rey del mundo por un momento junto a tu lado. Este bien o mal. Te deseo con mas ansias cada minuto que pasa. No fallare." Estoy en el medio de tu foto, yaciendo en las plantas.
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