Tumgik
littleazulgirl · 2 years
Text
Luis M.
-Disculpe, son doscientos pesos por persona- le dijo la señorita de la recepción a Luis cuando nos vio dirigirnos al cuarto del hotel.
-Ella no va a dormir aquí- respondió.
-Si, señorita, yo me quedo máximo una hora porque al caballero no le alcanza para más-lo dije seria aunque por dentro me estaba muriendo de risa. A Luis se le tensó la cara de coraje.
La recepcionista hizo su mejor esfuerzo por no sonreir y le dijo que le tenía que cobrar de todas maneras.
Ya en el elevador él me tomó del brazo bruscamente y se puso a reclamarme.
-No te quieras hacer la graciosa, Laura, de la que van a pensar mal es de ti.
Me quedé callada con una sonrisa burlona, estaba satisfecha de haberle dado donde más le dolía, algo de lo que presume es que "es lo suficientemente guapo como para no tener que pagar por sexo".
-De verdad no te tienes respeto-me miró con asco mientras yo empezaba a sentirme en los 50s, el hotel era antiguo y a mi acompañante estaba a punto de decirme que soy la prueba de que la sensualidad y la seriedad no pueden convivir en la misma persona. Dejé de escuchar, pero él siguió hablando hasta que las puertas se abrieron y me jaló hacia afuera.
Me soltó para buscar la llave y sentí el impulso de salir corriendo. Respiré esperando que abriera la puerta, entró y me ordenó que pasara. En la cama estaba la maleta con mis cosas, podía agarrarla y largarme pero podía divertirme mucho más.
- ¿Me prestas tu baño?- le pregunté mientras fingía que se me cortaba la voz, no esperé la respuesta y me apresuré a entrar mientras cerraba la puerta a mis espaldas.
Cuando me vi en el espejo estaba sonriendo, tres años me había tomado juntar el valor para mandarlo a la chingada y ahora estaba a punto de jugarle a la femme fatale mientras él creía que estaba destrozada. Realmente no tenía ganas de tenerlo cerca de mi, mucho menos encima. Salí del baño y fui a fumar al balcón a esperar a que algo se me ocurriera, mientras tanto podía hablar de lo bonita que se veía la ciudad desde la ventana, o de lo mágica que es la luna.
-No puedo creer que te haya tenido que pedir que me trataras bien, y en este tiempo no lo hiciste-dije con un nudo en la garganta. Le di una calada al cigarro mientras él me miraba en silencio.
Resulta que sí me pesaba más a mi esta ruptura, una parte de mi todavía estaba esperando que cambiara, pero me di cuenta que lo que dije lo dije porque lo sentía, no esperaba ninguna reacción de su parte, ni siquiera tenía ganas de despedirme. Ya no había nada que decir. Tomé la maleta y me subí al elevador, había taxis esperando afuera y me propuse no llorar hasta que uno me dejara en mi casa.
0 notes
littleazulgirl · 4 years
Text
Tumblr media
0 notes
littleazulgirl · 6 years
Text
No sé si te he contado que ver tus fotografías es uno de mis pasatiempos favoritos, cada una con el poder de transportarme a otro ahora.
Siempre me he sentido afortunado de haber compartido contigo esos atardeceres que vimos desde el balcón, de presenciar como tu cabello se iba volviendo fuego y una sonrisa se dibujaba en tus labios poco a poco.
Me alegra haber sido capaz de capturar un poquito de tu magia en estos pedazos de papel, de tener la prueba de que los momentos más felices de mi vida no fueron un sueño.
Cada vez que miro tus fotos me siento completo, olvido que no vamos a vernos nunca más, dejo de pensar en la falta que haces.
0 notes
littleazulgirl · 6 years
Text
10-reloj
Tuve un reencuentro con sonidos que ya había olvidado, los gritos del duende del espejo por ejemplo, o las voces que discuten cuando intento dormir, los pasos en las escaleras vacías, las risas afuera de mi ventana. No las extrañaba, lo que sí extraño es tu voz cantando.
Ayer escuché un “tic-tac” incesante que me estaba volviendo loco, pero cuando miré el reloj me dí cuenta de que las manecillas no se movían y traté de averiguar de dónde provenía el sonido, busqué en cada centímetro de mi casa pero no tuve éxito. Llegué a la conclusión de que no valía la pena.
Hoy la noche es tan silenciosa que me da más angustia pensar en romper su calma que en regar mi sangre en la alfombra, pero sólo será un disparo que nadie va a escuchar.
0 notes
littleazulgirl · 6 years
Text
Guayabas verdes
Las cosas se sienten diferentes desde que el guardián del huerto dejó de venir, aunque era un hombre ya muy viejo ninguno de nosotros estaba preparado para su ausencia, nos negábamos a aceptarlo aún después de que enfermó, creímos que al día siguiente lo veríamos cuidando los árboles mientras silbaba, que nos iba a sonreir mientrar regaba los girasoles.
Pasó a formar parte de la tierra que tanto amó, desde ese día de julio se respira una paz extraña en ese lugar, y juro que mientras jugaba entre las ramas escuché su voz, y la luna sonriente me confesó un secreto que ya conocía
0 notes
littleazulgirl · 6 years
Text
8
Me acostumbré a las sombras danzantes y ellas se acostumbraron a mi, se podría decir que nos hicimos amigas, salían de los rincones cuando me ponía a tocar el violín y las observaba revolotear de un lado a otro, siguiendo el compás de la música.
No piensen que hablo de una sombra como la de Peter, me refiero más bien a una neblina, cada vez más oscura y densa, nunca me dieron miedo, pero siempre sentí curiosidad, ¿a dónde iban cuando se terminaba la canción?
Un día se fueron, pero las acompañé y todo se volvió negro, me sentí perdida entre la oscuridad, me abrumaba, creí que me volvería loca hasta que a lo lejos escuché una melodía y sentí que todo a mi alrededor se movilizaba.
0 notes
littleazulgirl · 6 years
Text
5 fantasma
No entiendo por qué seguía molestando, vivir con su recuerdo se había vuelto un martirio, desde que se fue las paredes no dejaban de gritar, cada noche dormía en sus sábanas, en la cocina me encontraba con el esmalte de uñas que tiró sobre la mesa y en el baño seguía su cepillo de dientes, toda la casa conspirando en mi contra, seguramente así lo había planeado.
Y yo que quería pedirle perdón por romper su colección de tazas, pero me dí cuenta de que ella nunca me pidió perdón a mi, nunca se disculpó por dejarme hecha mierda, por dejar lápiz labial en mi ropa, por dejar su mirada en los espejos, por dejar a sus plantas huérfanas, de sólo pensarlo me dieron ganas de romper uno de sus cuadros.
Me quedé unos minutos viendo la habitación, parecía un campo minado, y apareció paseándose como si nada, con una actitud juguetona, se puso mis lentes de sol y me miraba de reojo mientras se acomodaba el peinado.
Ella sabía que estaba enojada y aún así intentaba hacerme sonreír, tardó un poco en darse cuenta de que no estaba de humor, suspiró e hizo un gesto para que la siguiera, me levanté y me guió a nuestro cuarto.
Traté de no poner atención en el desorden, se detuvo frente a su closet y me sentí con la confianza de abrirlo, encontré una caja de zapatos decorada, me arrodillé a abrirla y saqué un arma con tres balas, de seguro la vió en una tienda de antigüedades y la compró porque le recordó a un Spaguetti Western, después de todo consiguió alegrarme el día.
2 notes · View notes
littleazulgirl · 6 years
Text
2-1-1,2
Dos años han pasado desde el “primer  final” a veces me gusta llamarle “vuelta 1″, muy listitos y todo pero a veces por la cabeza no nos pasa que el mundo es redondo y nuestras almas eran una.
El siguiente reencuentro fue un año después, un año antes de que yo escribiera esto. Un momentito que guardo como una florecilla entre las páginas de un diario, si prestas atención aún conserva ese aroma y esa magia, una noche de verano en la que soñé todos los colores del mundo y despertamos abrazados, un instante que si te fijas bien quedó suspendido en el aire, flotando ligero, frágil como las burbujas que contienen los colores que espiaste de mi sueño sin decirme.
Y me cansa vivir de recordarlo pero me aterra olvidar, porque a veces nos encontramos en esos sueños, en los que no tienen orugas, en los que las flores no se dignan a cantar, en los que rechazo el té porque siento que algo me persigue y sé que tengo que seguir corriendo, al despertar sé que te vi mañana y no logré reconocerte, sé que eras tú, pero no sé cuál de tantos.
0 notes
littleazulgirl · 6 years
Text
                                                          Felipe
Dos veintisiete de la madrugada, normalmente estaría dormido a esa hora, cualquiera que me conoce ha hecho el chiste idiota de “el único arquitecto que sí duerme”, en fin, esa noche algo me mantuvo despierto.
¿Qué se supone que se hace durante las horas de insomnio? No sé, no me sentía con ganas de embriagarme y llorar por viejos amores. Saqué un rompecabezas, 250 piezas, fácil, lo único que esperaba era entretenerme un poco.
No pasó más de media hora cuando entró una llamada a mi teléfono, era Emilia, mi ex, dejé que la mandara a buzón. Quedamos en malos términos, no sé por qué rayos me marcó, probablemente una equivocación.
Me llamó de nuevo, le contesté algo fastidiado.
-Felipe- su voz se escuchaba diferente, algo agitada, tal vez había tomado y me habló para llorarme.
-Emilia, ¿qué quieres?, no entiendo para qué me llamas, no han pasado ni dos semanas y ya me estás buscando, sinceramente no me interesa saber nada de ti, estoy bien y espero que a ti también te vaya chido, adiós.
-Por favor no me cuelgues- lo dijo casi llorando, se me encogió el corazón pero colgué de todas maneras, no estaba de humor para sus dramas.
                                                            Emilia
No sé que tan rápido pasó todo, a mi me pareció una eternidad, cristales volando hacia mi, el cinturón de seguridad casi triturando mis costillas, me sentí una muñeca de trapo en un cohete, con mi cabeza moviéndose hacia todos lados, golpeándose una y otra vez. Esa noche llevaba una caja de herramientas en el asiento del copiloto, si se me hubiera ocurrido la brillante idea de cerrarla no habría terminado con un destornillador perforando mi estómago, vaya forma pendeja de morir.
Cuando el carro terminó de rodar lo único que escuchaba era mi propio llanto, me sentí aterrada, necesitaba escuchar algo, a alguien. Con mucho cuidado saqué mi celular del bolsillo de mi chamarra, faltaban 10 minutos para las 3, probablemente alguien me vió caer del puente y llamó una ambulancia que de todas maneras no iba a llegar a tiempo.
Le llamé a Felipe, no me quería morir sin haber arreglado las cosas con él. Empezó a hacer mucho frío. “Estúpido bastardo, contéstame”, empecé a llorar más, me calmé y llamé de nuevo.
Tomó la llamada.
-Felipe- aunque me puse feliz de que hubiera contestado mi voz sonó como un lamento.
-Emilia-puta madre, extrañaba tu voz-¿qué quieres?, no entiendo para qué me llamas, no han pasado ni dos semanas y ya me estás buscando-no, no me hagas ésto, me puse a temblar, en parte por el frío, en parte por la decepción-Sinceramente no me interesa saber nada de ti- miré hacia abajo y me encontré con un charco de sangre, sentí como se me iba el aire- estoy bien y espero que a ti también te vaya chido, adiós.
-Por favor no me cuelgues...-finalizó la llamada.
0 notes
littleazulgirl · 6 years
Text
Cuentillo 4 (jardín)
Hablábamos mientras cruzábamos la calle para llegar al parque, el día era cálido y bonito, me imagino que por eso decidiste usar ese vestido de flores moradas.
Nos acomodamos al pie de un árbol, te ayudé a extender el mantel amarillo sobre el que nos sentamos, te veías muy feliz, preparaste una comida especial y no podías esperar a que yo la probara.
Después de comer nos pusimos a leer un rato, se te ocurrió poner música de fondo y me fui quedando dormido.
El sueño más hermoso que tuve, lo mejor es que no parecía un sueño, era como un recuerdo que no había vivido. Me vi en ese mismo parque, habían pasado por lo menos 15 años, estaba jugando con un perro y dos niños pequeños, nos veíamos muy felices, se escuchaban risas, en ese momento no se me hizo extraño que no estuvieras. Cuando los niños corrieron a abrazar a su mamá me llené de felicidad, aunque no eras tú y no la conocía en ese momento, pero supe que era ella, todo se volvió perfecto.
Cuando me desperté te sentí apoyada en mi pecho, estaba feliz de verte, pero no quería quedarme así, no pareció solo un sueño. El resto del día estaba pensando en como decírtelo, tenía que seguir buscándola. 
0 notes
littleazulgirl · 6 years
Text
Loquesea 3 (colores)
-¿Color favorito?-pregunté, se puso a reflexionar la pregunta como si le hubiera preguntado sobre el origen del universo, la miré con atención y me desconecté del mundo hasta que respondió.
-El azul-exclamó con una sonrisa, se tardó un momento largo en responder, seguramente se perdió en sus pensamientos, tal vez estaba recordando la vez en la que nos besamos en la playa; ese es el recuerdo que a mí me trae el color azul, el mar, su sombrero y sus ojos, toda ella es perfecta. Le devuelvo la sonrisa y pregunta por mi color preferido.
-Verde...-como la vez en la que fuimos a acampar al bosque y te dormiste en mis brazos, todo se veía verde; la respuesta se quedó en verde para evitar que perdiera mi dignidad.
0 notes
littleazulgirl · 7 years
Text
Cuentillo 2(flores)
Nunca supe si fue el amor de mi vida, lo que sí sabía es que cuando tocaba el piano encontraba la manera de amarla un poco más, casi siempre se ponía a tocar mientras yo pintaba, inspiraba cada uno de mis cuadros. 
Desde que la conocí se me hizo parecida a un hada, pequeña, delicada, mágica y sonriente, cada vez que salíamos a caminar cortaba una flor en secreto, la guardaba en un libro y esperaba a que se secara, tenía que hacerlo sin que ella supiera porque decía que odiaba que las flores murieran, una razón muy válida, pero nunca llegó a comprender lo mucho que me impresionaba la fragilidad de los pétalos casi convertidos en papel, extrañamente bello.
El último día que la vi me confesó que tenía ganas de bailar, y me pidió que tocara, sólo por esa vez, torpemente mis dedos empezaron a interpretar Tiny Dancer, estaba tan concentrada en las teclas que me perdí ese último baile, un espectáculo que gracias a media botella de vodka y algunas aspirinas no se repetiría, ojalá me hubiera dado cuenta.
No ha habido música en la casa desde esa vez, también dejé de leer, cada vez que abría un libro encontraba una flor, cuando trataba de pintar algo escuchaba notas imaginarias de un piano olvidado.
A veces los recuerdos matan, a mi me estaban secando, me acosaba la muerte sin fin sobre la que había leído antes en un poema. podía percibir la agonía de la que trataba de proteger a las florecillas, pero nada nos salva.
0 notes