Gran parte de mi vida me he sentido sola, aún con mis amigos y familia (a los que valoro y quiero mucho) pero realmente cada quien está en su rollo y está bien, pero siempre quise ser la persona favorita de alguien, tener con quien compartir lo que me callo, salir a hacer lo que sea en cualquier momento, simplemente alguien que me quisiera y le gustara estar conmigo tanto como yo con esa persona y ni siquiera lo digo en sentido romántico, en fin, ese sentimiento me abandonó por completo hace tres años, cuando adopté a Molchi, mi gato.
Desde el primer día me enamoré de él y cambiaron cosas en mi, yo no suelo ser muy cariñosa o expresiva pero mi gato logró sacar eso de mi que no conocía y que con solo mirarlo bastaba para derretirme de amor, encima era súper cariñoso, dormía conmigo, cuando era bebé le gustaba dormirse en mi cuello o mi pecho pero cuando creció tenía su lugar en la cama, Molchi se ganó el cariño de todos en casa y se volvió el bebé consentido.
Molchi fue el que más me acompañó cuando pasé por una situación de salud severa relacionada con violencia, estuvo conmigo siempre que estaba en crisis, siempre que estaba feliz, cuando comía siempre estaba ahí pidiéndome una probada o sentado a un lado del refri pidiéndome que le dé jamón, me seguía incluso cuando iba al baño, cuando lloraba, cuando estaba de bajón, etc. y no sé qué tipo de magia tenía pero en sus últimos meses se volvió aún más cariñoso cuando yo estaba mal, no se cómo lo sabía pero se acercaba a consolarme y yo solo tenía que ver sus ojitos para saber que no todo era tan malo porque lo tenía a él, él era mi curita al corazón, mi felicidad, era como mi hijo y en resumen: mi todo. A él le cantaba canciones ridículas sobre lo lindo que era y sobre cuánto lo quería, lo besaba, le platicaba de todo, le preguntaba por su día, le compraba juguetes, no hubo un solo día en que no le dijera que lo amaba y que él es el amor de mi vida…
Molchi amaneció malito el día primero de este mes (Sep., 2024) era domingo y corrí a llevarlo al veterinario, lo atendieron y tuvieron que anestesiarlo para hacerle el procedimiento necesario, me advirtieron de la anestesia y acepté porque era algo que sí o sí se le tenía que hacer, no me preocupé en exceso porque ya lo habían anestesiado dos veces anteriormente y todo había salido bien, el procedimiento terminó y el vet me habló para que fuera con él a empezar a despertarlo, de momento reaccionaba más, en otro rato se quedaba más quieto, pasaron como dos horas y me dejaron traerlo de vuelva a casa, estuve al pendiente de él, todo el tiempo con él, haciendo cosas para que reaccionara hablándole y acariciándolo pero pasaron las horas y no vi mucha mejora, incluso noté que le costaba más trabajo respirar, lo volví a llevar al vet y finalmente murió aproximadamente a las 6:50 de la tarde, por las complicaciones de la anestesia.
Han pasado 3 semanas y no siento que sea real del todo pero entonces me encuentro con su recuerdo por toda mi casa, veo las miles de fotos y videos que tengo de él y se siente irreal que ya no esté, me han dolido los ojos de tanto llorar y no siento que las lágrimas, ni las palabras ni nada sean suficientes para poder expresar cuando me duele y me rompe por completo que mi niño amado y precioso ya no esté conmigo, lo extraño a cada segundo, todos dicen que está en un lugar mejor pero yo lo quiero aquí conmigo, éramos felices juntos y la vida pesa y duele mucho sin él, hay miles de preguntas en mi mente, escucho el sonido de sus patitas viniendo hacia mi, es triste darle de comer a la gata de mi hermano y que él ya no venga corriendo a que le sirva su plato, ya no verlo pidiéndome comida ni jamón, ni sentir como nuestros pies se tocan por la noche en la cama, llenar su carita de besos se ha reducido a besar su urna todas las noches y esto de verdad me está desgarrando el corazón, no quiero morirme pero tampoco quiero vivir sin él, me duele terriblemente y no hay más palabras que expresen todo el dolor que siento.
Te amo por siempre Molchi, mi niño guapo y adorado, mi gatito amado, gracias por tanto amor y alegría, por tu compañía, por darme esperanza y estar conmigo siempre…
Y tu muerte me dejó tanto dolor, que como único consuelo busco convertirla en el escenario más hermoso que pude haber visto. Como la estrella más brillante del cielo, como el atardecer más bonito en el cual te recuerdo. El recuerdo más tristemente feliz y la poesía más hermosa que haya escuchado.
Y trato de encontrar belleza en tu muerte, para poder así, perdonarle todo el dolor que ésta me causó.
Tacho un 20 más al calendario, lloro, sufro y existo, pero no logro terminar con este calvario.
Te veo en donde volteo, te pienso hasta el agotamiento.
Me inundo en un mar de lágrimas y caigo en un abismo de recuerdos, ¿cómo puedo existir si no te puedo sentir? ¿cómo te puedo recordar sin ponerme a llorar? Me pregunto y me pregunto, pero nunca llego a una respuesta o a un punto.
Visítame en mis sueños y abrázame, que a veces no puedo con estos sentimientos.
No se donde estás o sí si quiera aún estás en algún lugar, no se ni si quiera si el cielo es un lugar real, pero aún así me aferro a la idea de que allá es a donde fuiste y que realmente no te has ido del todo. A veces te hablo como si pudieras escucharme, porque daría todo con tal de verte, abrazarte y contarte lo que ha sucedido aquí al menos una vez más. Te sigo extrañando y aún no me hago a la idea de que no te volveré a ver y de que la vida tiene que seguir a pesar de tu ausencia. Es muy difícil vivir sin ti, fingir cada día que nada ha pasado e intentar que tu recuerdo no aparezca diariamente y me regresé a la realidad de que ya no volverás.
Una parte de mi murió contigo, no pude salvarte, no pude cuidarte, lo siento tanto, desde entonces jamás volví a ser el mismo, se me sacudió mi mundo. Siempre te recuerdo y agradezco esos momentos.