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Esto que siento por vos ya no está tan bueno. En realidad hace rato que no lo está. Pienso mucho en vos, sumado a mi tendencia de ansiedad, la idea que estés lejos, de no tenerte, de que estemos juntos y no funcione, hace que no la pase bien. ¿Cómo puede ser? Hace unas horas estaba plenamente feliz. Sospecho que aún en el mejor de los casos, lo nuestro no puede ser. No terminaría bien. No debería ser. Por mi bien. Muchos quieren estar con vos (aunque estoy seguro que nadie te ama cómo yo lo hago), y cambiaste mucho. ¿Qué garantías tengo que no te aburras y te quieras ir? Pienso en lo tierno que fuiste conmigo ayer. ¿Sos así con todos? Qué mar de inseguridades. Y no hay tiempo para solucionar esto. Tengo que escapar. Creo que otra vez optaré por a mi vieja amiga, la huída. Pero con vos será difícil escapar. No quiero, pero debo.

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3:47 am de un martes 22 de octubre. Estás durmiendo a mí lado. Escucho tu respiración mientras, a través de la ventana abierta de tu cuarto, se escuchan los ruidos del campo. Perro, pájaros, un gallo, la brisa del viento. Fue una hermosa noche con vos. La semana pasada, después de muchas vueltas, me animé a invitarte al cine y aceptaste. La verdad estaba muy nervioso de lo que podía pasar. Pero no pasó nada malo. Al contrario, estoy muy feliz de lo que sucedió, especialmente de ese momento cuando, terminando la función, apoyaste tu mano en mí pierna, entonces yo aproveché a tomarte la tuya. Y así estuvimos hasta el final, agarrados de las manos viendo una película. Ah! Y en medio de la fundación te dí dos besos. Qué feliz me hace tenerte conmigo. Después vinimos a tu casa. Fumamos porro, tomamos vino, jugamos en la computadora y tuvimos sexo. Estaba a punto de dormirme pero la música que pusimos de fondo empezó a molestarme y me desperté a apagarla. Entre dormido te dije que eras muy lindo y ahora estoy aquí, sin poder dormir. Pensando qué será de nosotros. Pensando en lo hermoso que sos. En lo lindo que fue. Quiero que se repita siempre. ¿Quiero que se repita siempre? Hablamos un poco antes de dormirnos. Me dijiste que te dabas cuenta cuando te miraba. Cómo me aguanté las ganas de decirte que te amaba. Me dijiste también que me estaba guardando algo. ¿Para qué querés saber que te amo? Hoy no vale la pena hablar de eso. Me contaste que odiabas ir al cine, odias cuando hay mucha gente. Se notaba que estabas nervioso, pero habías ido por mí. ¿Será que me querés? ¿Será que te intereso?. No importa que no lo hagas como lo hago yo porque estoy seguro que yo lo hago exageradamente. Estoy seguro que nadie te quiere como yo te quiero... Pero... Por lo menos, ¿Me querrás lo suficiente como para intentar tener algo conmigo? ¿Para pensar en mí por las noches? Me invade una extraña sensación de paz. Por ahora no me importa demasiado el futuro porque, por ahora, estás aquí, durmiendo a mí lado. ¡Cuánto te quiero Álvaro!

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Hoy es 6 de octubre, otro domingo después de volver a verte.

Me siento mucho más calmado, menos angustiado, menos ansioso que hace 3 semanas.

Ayer volví a verte, pero esta vez con otra templanza. Tal vez porque fuiste vos quien pidió verme y eso da cierta garantía que algún interés tenés por mi. Interés que pensé se fue diluyendo al pasar los días desde el último encuentro.

Durante la semana me habías pedido que haga un diseño para el bar donde trabajas. La verdad que lo hice con mucho cariño y me gustó el resultado, y pienso que a vos también. Estabas contento con eso, y estabas contento por la nueva máquina de café que adquiriste para el local. Anoche, cuando ya estaba en casa, me mandaste un video mostrándomela. Sos feliz en ese lugar, en ese bar en medio del campo. Eso sos vos, un tipo sencillo, que se alegra de sus pequeñas victorias. Que valora la vida, aunque cuando estábamos acostados me hayas dicho que ya no te importa nada, que no te importa nadie, que no te importa vivir, yo sé que no es así. Puedo ver en tus sonrisa y en tus ojos las ganas de seguir creciendo, veo ese niño con esas ganas de seguir descubriendo el mundo y sus cosas lindas, porque las malas ya las conociste todas.

Antes de llegar me ofreciste almorzar algo, unas empandas. Me alegró me preguntes si había almorzado. Esos mínimos gestos tuyos de interés me alegran, aunque yo se que no deberían porque creo son simplemente actos de cordialidad que todos tienen. Pero cuando uno está enamorado, sabemos que ve el mundo completamente distorsionado.

Comimos, fumamos marihuana y nos acostamos. Apenas te acostaste fui a besarte. Esta vez lo hice yo. Después nos abrazamos, me abrazaste, me acariciaste, yo lo hice también. Otra vez esa hermosa sensación de tenerte en mis brazos y estar en los tuyos. Ojalá nunca se acabara.

Como eran flores te habían pegado muy rápido, pero yo soy más duro con eso, necesito el triple de lo que fumamos para que me pegue como a vos. Lo hicimos y fue hermoso, terminamos, nos quedamos un rato abrazados, charlamos, nuevamente nos vestimos y salimos. Vos con tu mochila y yo con la mía.

Caminamos por esas calles de tierra con muchos árboles frondosos por la primavera, arbustos y hermosas casas grandes. “Es como pasear por el campo todos los días” me dijiste. Yo estaba sonriendo y te vía caminar a la par mía, imaginando que algún día tal vez esta podría ser nuestra vida. Caminar juntos, en el campo, una tarde fresca de primavera, después de haber hecho el amor en casa, saliendo a la vida. Juntos.

No sé que seguirá, cómo seguirá esto. Ambos dijimos que no queríamos ninguna relación mientras fumabamos y nos reíamos. Pero hoy, domingo por la mañana, pienso todo lo que me generas y siento que sí. Que quiero una vida con vos. Pero eso no te lo puedo decir. Por ahora no lo podes saber.

Antes de sentarme a escribir escuché esta canción. Es un cover de “Porque yo te amo” de Sandro. La original siento que es una obra llena de melancolía. Se sienten los arreglos de una canción grabada hace más de 40 años, con el drama de una letra inspirada en un fuerte desamor. Hoy me siento así.

Escuché la original y dos covers. Este que te cuento me gustó mucho.

https://www.youtube.com/watch?v=qVBpRyKeinU Te amo.

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No tengo la costumbre de escribir sobre mis sentimientos pero tal vez sirva de alivio para lo que me pasa. Para lo que me generó volver a verte. EL AMOR Ayer te vi después de mucho tiempo. Estabas cambiado, tu cuerpo era el de un hombre de 28 años, algunas canas salían de tu cabeza, tu piel tenía las marcas de una vida dura. Había nuevos tatuajes y tu corazón seguía frío, pero con ganas de soñar. Tenías los mismos gestos: por momentos la misma mirada que espera una respuesta, por otros, el mismo ceño que usás para preguntar. Yo te había puesto en un lugar de demonio, tal vez por lo que me hiciste, tal vez por lo que pensé, tal vez para poder dejar de amarte y no volver a buscarte. Pero ayer volví a redescubrir ese niño inocente, bueno, sincero, sencillo. Ese niño que me enamoró alguna vez. Para mi sorpresa yo estaba ahí, en tu cama, desnudo junto a tu cuerpo, un año y 7 meses después de la relación que mejor intenté construir. Yo allí, enamorándome de nuevo, queriendo tener una vida con vos. Una vida que incluya despertarme algunas siestas y ver que estás durmiendo entre mis brazos, reírnos por el efecto de la marihuana y tener esas largas y lindas charlas sobre la vida y el futuro. Me diste un abrazo, me dijiste que lo tome con calma, y tenés razón. Ayer te mentí diciendo que estoy bien. No podía seguir diciéndote la verdad, no la podrías soportar y eso haría que te alejes de mí. Odio mentirte, pero ya te había dicho suficiente. Ayer sólo te dije que aún sentía algo por vos, pero la verdad es otra: me volví a enamorar de vos. Te amo. Y ojalá, alguna vez, podamos ser felices juntos, como soñamos hace casi dos años atrás. Ojalá me agarraras la cara y me dijeras lo mismo. Ojalá pudiera gritarle al mundo nuevamente que soy capaz de jugarme por vos. Pero estaba allí, entre tus brazos, conteniendo todo lo que sentía. De todos modos estaba feliz. Estaba feliz de estar entre tus brazos. Qué sensación tan hermosa. Una felicidad que en estos meses no pude encontrar en otros cuerpos o en otras almas. EL ABRAZO Un abrazo tuyo es una sensación incomparable. Me tomas firme, envolvés mí cuerpo y lo llevas hacia vos. A veces con un brazo, a veces con los dos. El de ayer me había colocado sobre tu pecho, como protegiéndome, como consolándome, como queriéndome decir que no me alarme, que todo estará bien, y que eso del amor es apresurado. Que disfrute del momento. Y lo dijiste textualmente: disfrutá del momento. Me reí porque es lo que le digo a quienes sólo me producen estar un momento, o muchos con ellos. Pero sólo eso, momentos. ¿La vida me estará dando de mí propia medicina? ¿De esos corazones que enamoré y después rompí? ¿De esos otros qué no amé, y solo gocé? En 40 minutos lograste lo que no pudieron otros que intentaron meses o años: Enamorarme. Y el hecho definitivo fue tu abrazo de ayer. UN NIÑO Mientras escribo puedo entender qué me enamoró de vos. Tenés algo increíble, algo maravilloso y cautivante. Tenés una pureza que pocas veces vi en otros. Una forma de ser tan transparente que me provoca llevarte conmigo dónde sea. Para cuidarte, para acompañarte, para ayudarte a crecer y ser mejor. Para amarte. Tu sonrisa, tus comentarios inesperados. Esas ganas de vivir y ser feliz. Pareciera que nunca dejas de aprender sobre el mundo, que la vida te sigue sorprendiendo. Sos como un niño, un niño al que lastimaron, un niño que no se percata de todo lo que sucede a su alrededor. Mirás con ojos grandes el mundo de los adultos, te parece ajeno, tratás de entenderlo y te cuesta. Vos sólo querés ser feliz, querés lo que los demás te negaron, sólo querés reír. Sólo querés amor. UN HOMBRE Tu cuerpo cambió. Ya no sos ese joven de 26 años. Ahora sos un hombre de 28. Conservas los mismos rasgos de ese cuerpo hermoso que siempre tuviste: grandes brazos, pecho abierto, lunares distribuidos en muchos puntos de tu piel y vellos en todo el torso. Te miro y seguís siendo ese tipo que salió de los peores pozos del infierno para preservar ese niño interior. Lo cuidaste muy bien durante 28 años. Luchaste contra demonios de los más terribles y hoy estás aquí, disfrutando de las batallas ganadas. ¿Cómo no querer un hombre así al lado? ¿El resto verá lo mismo que yo veo cuándo te veo? ¿Los otros te amarán cómo yo lo hago? Seguramente no. NOSOTROS Se me dificulta escribir sobre nosotros. Porque la única forma de hablar de nosotros es hablar del pasado. Y hablar del pasado es recordar con melancolía lo que fuimos. Hasta hace 4 días no habría tenido problemas en hablar de lo que fuimos, pero después de volverte a encontrar, y en estos momentos, a las 6:16 am de un domingo 15 de septiembre mientras escribo en mí cama, los recuerdos tienen otro significado. Los recuerdos se reavivaron. Lo que fuimos es una tristeza por la felicidad que tuve y tal vez nunca vuelva a experimentar. Era tan feliz con vos. Era tan feliz soñando con vos. Una de las cosas más lindas de nosotros fue que éramos dos soñadores compartiendo la vida. Estábamos muy enamorados. Te amaba demasiado y vos a mí. Era tan grande el amor que no lo pudimos manejar. Hoy no voy a recordar las cosas feas, las peleas o las discusiones. Hoy voy a pensar en lo feliz que fui. EL CUADRO Qué felicidad más grande cuando me regalaste uno de tus cuadros. Además me regalaste mí favorito. El que más me gustaba, el más colorido. Tiene un fondo blanco y muchos dibujos de colores. Algunos abstractos y otros fácilmente reconocibles. A veces pienso que me diste ese cuadro porque despierto (o despertaba) eso en vos: alegría. La alegría que transmiten los colores. Hoy puedo decir con mucha seguridad que eso era así. Yo sé que le sumaba alegría a tu vida. Que te hacía reír mucho. Cómo me gustaba despertarte risas y sonrisas. Cómo nos reíamos juntos. Qué felices éramos. EL FUTURO Y ahora que redescubrí todo lo que siento por vos pienso qué será de nosotros. Ayer, después de estar juntos, puedo reconocer que algo también generé de nuevo en vos. Cuando nos despedimos me diste un beso tan lindo qué es imposible no darse cuenta que seguís sintiendo cosas por mí. Tal vez no con tanta intensidad como estoy sintiendo yo, pero eso no me preocupa. No sé qué será de nosotros. Yo quisiera que volvamos a soñar con una vida juntos y a tenerte todos los días conmigo. El escribir estas líneas me ayuda a relajar un poco el alma y la ansiedad. Sé que puedo volver a enamorarte. ¿Pero es lo mejor para los dos? ¿Sería la mejor decisión? No sólo se trata de mi, quiero también lo mejor para vos. Y todavía no lo sé. Tengo que seguir descubriendo lo que siento. Pero sólo de tres cosas estoy seguro: Te reís y veo la sonrisa más hermosa del mundo, me mirás y siento que tengo conmigo al hombre más hermoso de todos, te escucho hablar y siento que te amo.