#sitio cercado
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Palabras en castellano
Estrambote: Conjunto de versos estrafalarios que se agregan al final de una combinación métrica.
Estafermo: Figura giratoria de un hombre armado usado en los juegos caballerescos; persona que está parada como embobada.
Sayón: Verdugo; persona vestida con sábana larga para la procesión de Semana Santa.
Ufanar: Engreírse, jactarse.
Estofa: Tela o tejido de labores, por lo común de seda.
Besugo: Pez acantopterigio de color rosado y carne muy preciada; persona torpe o necia.
Orlado: Adornado.
Capcioso: Embustero o falso; trata de obtener una respuesta que comprometa a su interlocutor.
Llosa: Terreno agrícola cercado, próximo a la casa o barriada a que pertenece.
Superchería: Engaño o injuria.
Redivivo: Aparecido, resucitado.
Hórreo: Granero, lugar de almacenamiento de productos agrícolas.
Quintana: Puerta, vía o plaza en los campamentos romanos donde se vendían los víveres; en asturiano, el espacio frente a una o varias casas.
Lagar: Recipiente donde se pisa la uva para obtener el mosto; donde se prensan las uvas o manzanas; en las fábricas de salazón, depósito para el pescado en salmuera.
Pegollo: En asturiano, cada uno de los pilares de piedra o madera sobre el que se apoyan los hórreos.
Casero: Dueño de una casa; administrador de una casa; persona que cuida una casa y vive en ella, estando ausente el dueño.
Gañán: Mozo de labranza; hombre fuerte y rudo.
Zafio: Tosco o vulgar.
Veras: Realidad, verdad; efectividad, fervor o actividad con que se ejecuta algo.
Garrido: Gallardo o robusto; bien parecido, elegante.
Tegumento: Órgano que sirve de protección externa al cuerpo humano y de los animales, con varias capas y anejos como glándulas, escamas, pelo y plumas.
Ecdisis: Muda de los artrópodos.
Exuvio: Muda de los artrópodos.
Carballeda: Sitio poblado de caballos.
Arrobado: Peso por arrobas.
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Barraca de Mujeres
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Cerca del pabellón 3 de Cuatro Álamos se construyó un edificio muy precario para recluir a las prisioneras políticas de Tres Álamos. Este fue el único recinto del conjunto construido para fines represivos, el resto había sido adaptado como tal. Por ello era un lugar básico: contaba con un patio central y otro exterior cercado con un alambre. Las celdas eran recintos sin ventana donde se colocaban dos literas de tres niveles y un colchón al medio. Aquí pasaron mujeres y niñxs, algunxs incluso recién nacidxs.
El tramo se localiza frente a donde habría estado la Barraca de Mujeres, dando una referencia virtual. Sus espacios interiores dan cuenta de la compartimentación que se vivía por el hacinamiento y el encierro. Las celdas se conectan por un megáfono urbano haciendo alusión al canto como una forma de resistencia. Al final, es posible ver tres pilares que dan cuenta del término del circuito.
📝 El 2021, en el marco de mi proyecto de Magíster en Intervención del Patrimonio Arquitectónico desarrollé este proyecto de circuito peatonal en el espacio público. Una simetría paradójica que busca reflejar al exterior lo que sucedió dentro de este espacio @3y4alamos que al ser actualmente cárcel de menores, no permite usarlo como Sitio de Memoria.
🔗𝗟𝗮 𝗽𝗮𝗿𝗮𝗱𝗼𝗷𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝘀𝗶𝗺𝗲𝘁𝗿í𝗮: En historias puedes encontrar el link con mi tesis desarrollada en la Universidad de Chile. Pronto más detalles en mis redes.
Derechos de autor: la licencia del ítem se describe como Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Chile.
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No último domingo, uma mulher de 40 anos foi encontrada morta a facadas na rua Nova Aurora, no bairro Sitio Cercado, em Curitiba. A cena do crime trouxe um detalhe peculiar: a vítima segurava uma air fryer. O caso ocorreu durante a madrugada, e a Polícia Militar foi acionada imediatamente. Segundo informações coletadas pela Polícia Militar, a vítima vivia em situação de rua, e estava acompanhada de um homem, possivelmente seu marido. Testemunhas relataram que momentos antes do crime, houve uma discussão entre o casal. Logo após o desentendimento, a mulher foi vista caída no chão, com ferimentos graves causados por golpes de faca, especialmente na região do pescoço. A Divisão de Homicídios e Proteção à Pessoa (DHPP) da Polícia Civil de Curitiba foi designada para investigar o caso. Até o momento, as autoridades não têm informações concretas sobre o autor do crime ou suas motivações. O corpo da vítima foi levado ao Instituto Médico Legal (IML) de Curitiba, onde passará por exames detalhados que possam oferecer novas pistas para a investigação. O episódio choca pela brutalidade e pelo contexto em que a vítima foi encontrada. A presença da air fryer nas mãos da mulher levanta diversas hipóteses, desde uma possível tentativa de defesa até uma coincidência macabra. Contudo, nenhuma teoria foi confirmada pelas autoridades até o momento, mantendo o mistério ao redor do ocorrido. Esse caso se junta a uma série de incidentes violentos que têm ocorrido na região, reforçando a necessidade de estratégias mais eficazes de segurança pública e apoio às populações mais vulneráveis, como os moradores de rua. A Polícia Civil continua a coletar depoimentos e investigar o cenário do crime, buscando qualquer pista que leve à identificação do responsável. A comunidade local, por sua vez, está em estado de alerta, enquanto muitos se perguntam o que poderia ter levado a tamanha violência. Em um bairro que já lida com questões de segurança, um incidente como este intensifica o sentimento de insegurança e a urgência por respostas. Testemunhas ou qualquer pessoa com informações relevantes são incentivadas a entrar em contato com a DHPP ou a Polícia Militar. As autoridades reafirmam o compromisso com a investigação e a busca pela justiça para a vítima e seus familiares, enquanto o mistério sobre o caso ainda paira sobre a cidade de Curitiba.
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17 de noviembre de 2023
Hoy soñé con vos. Definitivamente no es la primera vez que lo hago, pero es una de las más significativas.
Estábamos en Gualeguaychú y, por alguna razón, era muy tarde y me estabas acompañando a casa. Obviamente, no sabías cómo llegar y yo te daba indicaciones a medida que caminábamos.
Cuando me di cuenta de que no tenía idea de dónde estábamos, empecé a entrar en pánico. Seguimos caminando por una calle de tierra, con campos interminables y cercados a la izquierda y alguna que otra casa a la derecha. Al frente terminaba el camino, y se podía ver un río enorme, con un barco gigante y medio hundido. Comenzaba a aclarar el día y de verdad sentía un ataque de pánico que me invadía. El miedo comenzó a aumentar al llegar a la conclusión de que no sabía cómo sacarnos de ese lugar tan peligroso, y que el mapa me mostraba una ubicación totalmente distinta a la que conocía. El pecho se me comenzaba a cerrar y te diste cuenta.
Recuerdo claramente que me diste la mano y me preguntaste si estaba bien. Evidentemente no era así, por lo que me abrazaste fuerte. Me acariciabas el pelo mientras me decía que todo iba a estar bien.
La secuencia se repitió en todo el trayecto a casa (sitio al cual nunca llegamos, por cierto), a través del campo y en medio de una calle llena de gente apresurada.
A pesar de que fue una pesadilla con todas las letras (pequeño detalle, el de la ansiedad), me di cuenta de que es una buena representación de cómo te veo: sos mi lugar seguro, Enzo. Me siento segura a tu lado. Me ayudás a encontrar la calma cuando estoy alterada, incluso cuando las cosas parecen salirse fuera de control.
Me pone genuinamente feliz saber que me siento contenida por vos si las cosas se complican. Quiero poder seguir corriendo a vos y buscar tu abrazo cuando me sienta mal.
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La mejor aplicación de espionaje
Cuando se trata de rastrear a miembros de la familia o empleados, la mejor aplicación de espionaje es Spapp Monitoring. Esta herramienta de vigilancia integral y multifacética permite a los usuarios monitorear la actividad del dispositivo en tiempo real y de forma remota desde cualquier ubicación. Ayuda a realizar un seguimiento de lo que los niños están haciendo en línea, garantizar la productividad del personal, encontrar un teléfono perdido o simplemente rastrear a otras personas importantes.
Spapp Monitoring ofrece una gama de funciones que lo convierten en una opción ideal para cualquiera que desee controlar las actividades de otra persona. Para empezar, la aplicación brinda seguimiento de llamadas, mensajes (SMS/MMS), correos electrónicos, chats (WhatsApp/Facebook Messenger), actividades en redes sociales (Instagram/Twitter/Snapchat) y ubicaciones de GPS las 24 horas del día, los 7 días de la semana. El usuario también puede acceder a los contactos almacenados en la libreta de direcciones del teléfono de destino. Además, todas las llamadas entrantes y salientes se registrarán con sellos de fecha y hora, así como información de contacto, para que sepa quién fue contactado o contactado en un momento dado.
La aplicación también proporciona informes detallados basados en duración, tipo de llamada (entrante versus saliente), frecuencia de comunicación por nombre o número de contacto, etc., que permiten a los usuarios descubrir posibles amenazas de espionaje corporativo o comportamiento sospechoso entre sus seres queridos. Otras características clave incluyen la eliminación remota de datos personales de un dispositivo robado; tomar capturas de pantalla de un dispositivo monitoreado; bloqueo de sitios web; aplicaciones de bloqueo; restringir las horas de uso de Internet; capturar fotos con la cámara frontal; monitorear salas de chat; ocultar alertas en notificaciones dentro de conversaciones; gestionar listas de contactos y crear listas de seguimiento personalizadas para personas o eventos específicos que se están supervisando.
Para aquellos que buscan opciones de control para padres que van más allá de las soluciones estándar de control para padres de Android proporcionadas por Google Play Store, Spapp Monitoring es una de sus mejores opciones hoy en día gracias a su fácil proceso de configuración y una amplia gama de funciones avanzadas como alertas de cercado geográfico cuando son adolescentes. Salir de las áreas designadas sin el permiso de los padres. Con estas opciones combinadas, esta confiable aplicación de espionaje se asegura de que los niños estén seguros mientras exploran lugares desconocidos como parques y centros comerciales con sus amigos durante las vacaciones de verano fuera de casa sin correr peligro en situaciones tan peligrosas como intentos de secuestro debido a su capacidad para detectar movimientos rápidos. Sobre largas distancias. En general, Spapp Monitoring es una solución de seguridad invaluable que puede proteger a las familias y las empresas por igual contra numerosas amenazas digitales al brindar una protección sólida con su amplia gama de capacidades a un precio asequible, lo que la convierte en una opción realmente notable hoy en día si está buscando lo último. ¡tranquilidad cuando se trata de medidas de seguridad digital!
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Cercado de alambre doble
Cercado de alambre doble, con su panel plano, que utiliza alambres horizontales dobles y un alambre vertical para formar una malla rígida. El tratamiento superficial se recubre mediante galvanización en caliente o galvanización eléctrica + polvo de poliéster. El accesorio del cercado de alambre doble es un poste RHS o un poste de melocotón. La cerca de malla de alambre doble es popular en el mercado europeo, se usa para parques, sitios industriales, residentes, etc.
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Como que as pizzarias tem se virado nessa época de Covid-19? Uma das pizzarias mais tradicionais do Sítio Cercado, a Tutti Temp, apostou no Marketing Digital pa
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Desentupidora Sitio Cercado
Desentupidora no bairro Sitio Cercado auxílio 24 horas Procurando uma desentupidora no bairro Sitio Cercado, é possível que descrever conosco, nossa empresa tem respeito 24 horas, temos os melhores equipamentos e também profissionais da dimensão. Estamos habilitados para conformar nenhum gênero de gênero de de desentupimentos, nomeadamente ralos, pias, vasos sanitários, esgoto, tanques e também lavatórios. Executamos também o serviço de limpa fossa com nossos caminhões equipados com maquinário especifico para a limpeza e também sucção do esgoto, também temos equipamentos de subida pressão para a limpeza de residências, comércios e também industrias através do serviço de hidrojateamento.
Nossa empresa não serpente visitante técnica e também nossos orçamentos são sem compromisso, além de oferecermos preços exclusivos e também singulares para o bairro Lugar Contornado.
Conheça ao serviços que oferecemos para Lugar Cingido :
Desentupidora Sitio Cercado
Entupimentos constantemente ocorrem em momentos inapropriados, porém com a desentupidora Lugar Contornado, seus obstáculos estarão resolvidos o mas rápido provável, estamos constantemente prontos para atendimentos emergenciais a nenhum gênero de hora do dia e também da noite, executamos os serviços de desentupimento com rapidez e também eficiência, examinamos todos e cada um dos ramais e também tubulações para localizar o lugar exato da obstrução causadora do obstrução, desta forma vamos poder realizar a desimpedimento do encanamento, e também remover toda a sujeira vivo sem quebrar nenhum gênero de parede, piso ou ladrilho vidrado.
Limpa Fossa Sitio Cercado
Para a realização do serviço de limpa fossa a desentupidora Lugar Circunvalado tem caminhões de cima vácuo e também com bombas de sucção super potentes para fazer a limpeza de todos e cada um dos modelos de fossas sépticas com a máxima destreza e também eficiência. Temos todas e cada uma das certificações imprescindível para a realização de serviços de limpa fossa, somos conforme cadastrados e também autorizados pela Companhia de Saneamento Essencial do Paraná a realizar a coleta e também descarga de resíduos em locais adequados pré estabelecidos pela companhia de esgoto, e também deste modo evitando a contaminação do solo ou da chuva.
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Hidrojateamento Lugar Contornado
Para sustentar as tubulações de chuva continuamente em dia e também fluindo certo, a Desentupidora Lugar Contornado recomenda o hidrojateamento para fins de prevenção. A limpeza preventiva ajuda a minimizar o risco de entupimentos no porvir, e também a versatilidade do hidrojateamento também aquiesce a limpeza de fachadas, de pátios, pisos, limpeza de telhados e também muitos outras aplicações. Vale lembrar que o equipamento de hidrojateamento deve ser manuseado por profissionais capacitados e também com experiência para prometer a segurança e também qualidade dos serviço executado.
Limpeza de caixa de adiposidade
no Sitio Cercado
A Desentupidora no Sitio Cercado a limpeza de caixa de obesidade com certa regularidade frequentemente de 6 em 6 meses é o ideal.
É bastante essencial não delongar a limpeza d a caixa de adiposidade, porque como a sua função é impedir que a obesidade vinda da pia da cozinha vá direto para a tubulação de esgoto o que evitando entupimentos, é relevante a sua limpeza de forma periódica, porque enquanto o limite de acúmulo dentro da caixa é atingido, podem acontecer entupimentos, transbordamento e também perverso cheiro, além de propiciar o emergência de pragas como ratos e também baratas no envolvente causando farto transtornos em sua residência.
Programe a limpeza de sua caixa de adiposidade com a desentupidora Lugar Cingido, temos os melhores preços.
A Desentupidora Sitio Contornado atende todos e cada um dos bairros de Curitiba, oferecemos abundante serviços como :
Desentupidora
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Parque de El Retiro, Plaza de la Independencia, 7 de Madrid.
El origen de este parque se remonta al siglo XVII, cuando el Conde-Duque de Olivares, valido de Felipe IV, ideó un espacio para recreo del rey y su corte en torno al Monasterio de los Jerónimos. Se trataba de un jardín geométrico y un estanque al que se le irían adicionando otros a medida que se adquirían las fincas colindantes. La principal intervención fue entre 1634 y 1640, dando lugar a jardines formales próximos al Palacio y rodeados por un gran bosque. Su interior cercado quedó configurado por lagos, canales, estanques, fuentes, arboledas, jardines y huertas, paseos cubiertos y largas avenidas umbrías, juego de pelota, picadero, casa de fieras, pajarera, embarcaderos e incluso seis ermitas. Tras la Guerra de la Independencia, quedó en estado de ruina y durante el reinado de Fernando VII se repobló el arbolado y construyó la Casa de Fieras y un embarcadero en el Estanque Grande, ejecutado por Isidro González Velázquez, donde hoy se halla el Monumento a Alfonso XII. Tras la Revolución de 1868, el Estado cedió el Jardín del Buen Retiro al Ayuntamiento de Madrid para recreo de sus habitantes, el cual, inició su cerramiento con verjas y puertas monumentales, renovó las edificaciones existentes y levantó otras nuevas, como la Casa de Vacas, lo adornó con fuentes y grupos escultóricos y trazó nuevos paseos, como el de Coches o Carruajes en 1872.
Autores: Ábalos Vázquez, Iñaki
Jaramillo Esteban, Ángel
Costa Pérez-Herrero, Guillermo
Herreros Guerra, Juan
Lorenzo Saiz-Calleja, Jaime
Periodo: 1632 - 1640
Otras denominaciones: Antiguos Jardines del Real Sitio del Buen Retiro
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El secuestro de Wink - pasajes
Daniela L. Guzmán
En la segunda semana de marzo, llegamos al capítulo siete de la cuarta temporada de Minnie Detective de las Matemáticas.
El capítulo abría con una escena de noche sin luna. Se escuchaban los grillos y unos tenues faroles iluminaban las calles. Un joven ratón vestido con una bata de laboratorio y con una extraña cresta de cabello verde entre las orejas atravesaba la calle en dirección a su vehículo.
Justo antes de abrir la puerta del conductor, una sombra que no alcanzaba a distinguirse le golpeaba la cabeza con una botella de vidrio. Se oía el crujido del cristal y el ratoncito se desvanecía en el suelo. Un charco intenso de sangre se formaba bajo su cabeza, mientras la misma figura sombría lo tomaba de los pies y se lo llevaba a rastras por el pavimento.
Aquella sola escena ya hizo que Marta y yo nos miráramos, con los ojos abiertos como platos. En Minnie Detective de las Matemáticas nunca mostraban escenas sangrientas. Había crímenes, se cometían asesinatos, pero la violencia nunca era explícita. Incluso, más bien, tenía un tinte cómico. Aquella escena tan sombría, con la sangre lustrosa en el pavimento, era impropia de la serie.
Pero la escena se fundía a negros y, después de la canción del intro, todo parecía haber vuelto a la normalidad: pajarillos cantando, árboles mecidos por el viento, una típica mañana de sol en el despacho de Minnie.
A primera hora del día, Minnie recibía la visita de una señora rata, hecha un manojo de nervios y ataviada con un mandil de color azul cielo.
—¡Wink! ¡Wink! ¡Mi hijo, mi niño hermoso no ha vuelto a casa desde anoche! Tiene que ayudarme, detective. Mi Wink es todo lo que tengo —clamaba la madre llorosa en el despacho de Minnie.
Le decía también que Wink era un científico con una prometedora carrera. Era un joven modelo: “Ayuda a la casa con su salario. Es trabajador y respetuoso. Siempre se preocupa por mí”. Era cierto que a veces se trasnochaba en el laboratorio, pero nunca nunca dejaba de avisarle a su madre. La noche anterior, sin embargo, Wink no había vuelto a casa. Ella le había llamado, pero su teléfono estaba fuera de línea. Y aquella mañana llamó también al laboratorio, pero Wink no se había presentado a trabajar.
La madre le rogaba a Minnie por su ayuda, porque ya había ido al Cuerpo de Defensa y le habían dicho que “de seguro andaba de parranda”. “Así son los jóvenes”. “No podemos investigar una desaparición hasta que han pasado setenta y dos horas”. Pero la madre de Wink tenía un presagio: algo le había ocurrido a su hijo.
Minnie, por supuesto, tomaba el caso y, menos de una hora después, ya había encontrado el auto de Wink. Descubría la mancha de sangre, las marcas de que un cuerpo había sido arrastrado y los rastros de cristal en el piso. Pero entonces ocurría el segundo detalle anómalo: a diferencia de lo que sucedía siempre, Minnie no encontraba ninguna pista de índole matemática en la escena del crimen.
Revolvía por todos lados, pero no había ninguna suma, ningún trinomio cuadrado perfecto, ningún cono al que sacarle el volumen para buscar al criminal. Interrogaba también a posibles testigos, pero ninguno soltaba la operación matemática que lo resolvería todo.
Así pues, Minnie quedaba reducida a investigar solo con las pistas estériles: el rastro de sangre y las esquirlas de cristal. Pero eso tampoco apuntaba a ningún sitio útil.
Al atardecer, después de una jornada sin progresos, mostraban una escena de Minnie en su oficina, con el rostro vencido entre las manos. Sus ojos eran tristes y profundos. Jamás en toda la serie la habíamos visto así.
—¿Qué ocurre con este episodio, Jules? —señaló Marta—. Ver a Minnie siempre me pone de buen humor. Siempre es heroica, siempre sabe qué hacer. Pero esto es deprimente.
—Yo te dije. Este es el episodio. Te dije que hasta daba un poco de miedo.
A la mañana siguiente, la madre de Wink volvía a presentarse en el despacho. Minnie la recibía con un aire frágil y nervioso, muy distinto de su actitud habitual.
—Es un secuestro, detective —le decía la madre, con los ojos sombríos—. El secuestrador ha dejado esto a las puertas de mi casa.
Entonces, le entregaba a Minnie un sobre de esos grandes y amarillos. Minnie lo abría y dentro encontraba un celular. Al encenderlo, veía que el dispositivo no tenía chip ni línea telefónica. Estaba alterado para que solo pudiera abrirse una cosa: Kit Kat, la app de videos chistosos. Y Kit Kat venía por default abierto en la cuenta @salvame25.
—Arroba sálvame veinticinco... —murmuró Marta. Por pura curiosidad, buscó la cuenta en su propia aplicación, pero obviamente no existía.
Después de eso, lo que Minnie observó fue que la cuenta de Kit Kat era una sucesión de breves videos que mostraban a Wink, casi todos en planos muy cercanos.
Aparecía con la bata sucia y el cabello verde despeinado, lleno de sangre seca. Los primeros videos lo mostraban amoratado y con un gran vendaje entre las orejas. Sus ojos lucían hundidos y húmedos de desconcierto. Los videos mostraban una extraña distorsión en la cámara y, entre eso y el ángulo cerrado, lo único que se distinguía del fondo era que era blanco y nada más.
Wink se pegaba a la cámara y hablaba durante espacios de cinco o diez segundos. Apenas y decía alguna frase entrecortada:
“Madre, no discutas con él. Dale lo que te pide y me dejará salir��, decía en el video más antiguo. Pero, según la madre, el secuestrador no la había contactado para pedirle nada.
“Madre, no sé por qué me trajo y no sé qué quiere hacerme. No sé si me matará. Él no me dice nada. Tampoco veo su rostro. Lo único que me dice es que sea paciente porque todo lo que me hace es algo que yo merezco”.
“Mamá, te extraño. No sé si pueda volver a casa. Pero deja que te extrañe yo nada más. No me extrañes tú. Quizás... Quizás estaré bien. Él dice que me voy a acostumbrar”.
Minnie se quedaba mirando aquellos videos de manera obsesiva, tratando de dilucidar alguna pista a partir de ellos. Con el correr de las horas, alguien que, según la teoría de Minnie, no era Wink sino el secuestrador, iba subiendo más y más videos a la cuenta.
En uno de ellos, Wink hacía con la cámara un recorrido por el lugar en el que estaba encerrado: un cuarto estrecho y blanco, con las paredes pulcrísimas. No había muebles. No había cama ni sanitario ni nada. Tampoco había puertas ni rebordes que sugirieran que era posible entrar o salir del reciento. Si era necesario describirlo así, Wink no estaba encerrado, estaba emparedado vivo. Aquella lisura perfecta de las paredes era inquietante, pero Wink decía: “Si no vuelvo, no te preocupes por mí, mamá”.
En varios videos, Wink repetía constantemente: “No sé quién es. No sé qué quiere de mí. Nunca lo veo. Pero escucho su voz como si estuviera conmigo. Su voz no es como ninguna voz. Es un hueco sin carne y no me hace compañía. Estoy solo, madre. Tengo miedo”.
También había otros videos frenéticos en los que la cámara permanecía fija, pero Wink se movía por la habitación, tirando golpes y rasguños a las paredes: “Tengo que salir. Tengo que salir”, se le escuchaba. “Me encerró, pero no voy a permitirlo”. “Dice que... dice que sea paciente, que me calme. ¡Pero no me voy a calmar!”
Al final, Wink se detenía frente a la cámara, que lo miraba desde un ángulo superior. Wink hablaba, con los ojos hundidos y el rostro casi deformado: “Dice que... dice que tiene una misión para mí. Que yo seré responsable. Que yo... voy a decidir”.
“Yo no sé, mamá. Le tengo miedo”.
El sentido del tiempo en la serie se distendía un poco. Creo que pasaban incluso días en los que Minnie no hacía nada, más que estar al pendiente de los videos.
Más adelante en el episodio, aparecía otro video en el que la cámara fija mostraba cómo Wink, después de mucho golpear una pared, lograba hacerla caerse a pedazos. Era un muro falso, como de tablarroca, y Wink gemía enloquecido, con el escombro entre las manos: “Lo hice... ¡Lo hice! Voy a salir”.
Pero Wink rompía en llanto al ver que, del otro lado del muro, no estaban el sol y los valles, sino otra habitación, igual de blanca e iluminada, pero mucho más grande. La cámara pasaba de estar fija a recorrer para mostrarnos lo que Wink veía: un recinto vasto y silencioso, con una estructura inquietante al centro: un espacio rodeado por un amplio cerco de madera, pero como de un metro de altura.
Wink se asomaba y dentro descubría una ciudad en miniatura: con calles y comercios y semáforos y automóviles. Dentro de la ciudad había ratas. Ratas pequeñitas, pero no con aspecto animal, sino antropomórficas, igual que Wink. Las ratas caminaban entre los comercios y conducían sus autos. Se ponían unas delante de otras como si se comunicaran, solo que en silencio.
“Son como yo... Son iguales a mí. Pero no hablan”, decía Wink, con los ojos desencajados.
En un video posterior, Wink volvía a aparecer, muy cerca de la cámara. Se aplacaba la mata de cabello verde y se alisaba la bata sucia y llena de su propia sangre. También se aclaró la garganta como si se preparara para ofrecer un grave discurso, aunque las emociones lo traicionaban, pues estaba tembloroso y los ojos se le desviaban hacia todos lados.
“Me... me llamo Wink. Wink Calhoun”, comenzaba a decir, con toda la entereza que le permitían sus emociones. “Soy... o fui, si es que aún soy algo, un ratón de ciencias”.
Su voz retumbaba como un eco vacío dentro de la habitación y se interrumpía por largas pausas en las que solo se le escuchaba respirar.
“En el laboratorio en el que trabajaba, yo... Nosotros experimentábamos con ratas a las que no creíamos como nosotros, porque no hablaban... porque se movían a cuatro patas... porque no visten y no tienen razón y cultura como nosotros. Las creí...” Wink negaba con la cabeza y se restregaba una mano contra el rostro. “Admito que las creí inferiores. Pero ahora se me han abierto los ojos. Él me ha mostrado que esa es la forma real que tienen todas las ratas”.
Apuntaba con el brazo hacia el cercado detrás de él. Sus ojos lucían desencajados.
“Ellas... ellas son como nosotros. No hay diferencia. Me he visto a mí... una réplica perfecta... Yo, como un muñequito silente ahí adentro”, sollozó. “Por eso lo merezco. Por eso él me trajo, por mis crímenes. Yo merezco esta condena. Pero apiádense. Quien sea que me esté escuchando, si es que hay alguien... apiádese, por favor”.
Hacia el final del episodio, aparecía un último video en el que Wink sollozaba:
“A veces sospecho... No sé...” La cámara le hacía un close up y los ojos mostraban su angustia, su respiración entrecortada. “Él debe llevar muchos intentos. Esta habitación... Imagino un edificio lleno de cuartos como este. En cada cuarto, un rehén y una ciudad en miniatura. En cada ciudad, cientos de rehenes más pequeños que yo...”
“Las ratas, por todas partes... Él lo intenta. Hace experimentos, por eso me ha elegido, tal vez. Yo también he experimentado. Me parezco a él o él se parece a mí. No importa. Lo que importa es que siempre intenta eso... el número. El esplendor y la vida”.
Durante como veinte segundos, aparecía un largo plano de Wink en silencio, con grandes ojeras, mirando a la cámara desde muy cerca.
“Yo... no sé. No sé si alguien me escucha. Pero, si tú me escuchas, responde, por favor... Ayúdame a salir de aquí”.
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Pizzaria na Marte Sitio Cercado | Dom Rafa Pizzaria Estamos na Rua marte...
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Una vez por semana pasaba por casa de un amigo camino del soto y salía con un hato enorme de libros. Se los llevaba a casa y los devoraba. Pero con cada libro que leía parecía que su energía menguaba. Palabras sacadas al azar de aquellos libros de épocas y temas disparejos inundaban su mente ofuscada. Clamaban y lo soliviantaban. Por desdicha cada palabra, incluso aislada, conservaba un genuino fulgor surgido de la experiencia y el sufrimiento del autor. Algunas eran delicadas y otras vigorosas; las había incomparablemente salaces y sumamente quebradizas. Tal poeta se sofocaba con femeninas carnes, tal otro se pirraba por el aroma de la lana de los borregos y las colinas soleadas. Cierto escritor proclamaba que si él decía que dos y dos eran cinco, cinco habían de ser. Otro poeta compuso una epopeya sobre su dolor por la muerte de un amigo devorado por un monstruo y la francachela que siguió al duelo. Había un tipo que al salir enajenado de su habitación se paró a considerar si él había agarrado la manija o la manija lo había agarrado a él. Aún había otro que no paraba de gritar: «¡Hasta alguien como yo quiere vivir!». Un hombre preconizaba la revolución apoyándose en sus flaquezas y una mujer defendía las flaquezas humanas y condenaba la implacabilidad de los revolucionarios; y con todo fue la segunda quien sufrió una muerte heroica a manos de la represión política. Entre todos éstos había un hombre que se había pasado su vida entera mirando parásitos fecales bajo un microscopio.
El joven, cercado de palabras rebosantes de pasión y franqueza, apestando a musgo de Irlanda, ya no sabía qué hacer. Cada línea escrita estaba cargada con la agonía del escritor. Todas parecían acumular una fuerza colosal que no podía soslayar. Pasaba las noches leyendo acostado, cerca de su mujer, que escriboteaba lo que fuera hasta la madrugada. Se estaba volviendo insufrible para él seguir leyendo, porque acababa transido, farfullando palabras deslavazadas y sin sentido.
Se le ocurrió pensar que quizá no fuera un hombre sino una anémona. Al fin y al cabo, ni actuaba ni producía, sólo yacía en el jergón raído flameando sus tentáculos en busca de presas. ¡Pero a ver! ¿tenía la anémona una razón para existir? Pues el joven lo ignoraba. Había leído que un mismo órgano le valía de boca y de recto, o sea que comía y defecaba por el mismo sitio. Ese desatino de criatura llamado pez payaso a veces se escabullía dentro de ella cuando se veía amenazado por los depredadores, pero aparte de eso no servía para nada más. El joven nunca había escuchado que se salaran o aliñaran anémonas para comerlas, o que secas acompañaran bien al sake, por mucho que los japoneses se comieran las cosas más peregrinas provenientes del mar, como los cohombros y los erizos. Si todo en la creación existía para algo ¿cuál era entonces la finalidad de las anémonas de mar?
Un día tras otro, cuando volvía exhausto de su peonada, apenas entero, casi no tenía fuerzas para tirarse en su cobija rancia. No se le ocurría qué otra cosa podía hacer por el momento. Leía sus libros, se embriagaba con el dudoso licor que le traía su mujer, y buscaba bronca agarrándose a cualquier cosa que ella dijera.
—¡Qué quieres decir con eso de que definitivamente odias los fideos chinos y te encantan los japoneses —berreaba—. No afirmes así a lo loco. ¿Definitivamente? ¿Cómo te lanzas desaprensivamente a usar una palabra tan altisonante? ¿Eres poeta ahora? Mira mejor lo que dices y cómo lo dices. Ni Cristo sentenciaba con tanto aplomo.
Ella ya estaba hecha a sus cambios de humor y le seguía la corriente: —Tienes razón. Lo dije mal. No quería decir que definitivamente los odio, sino que ahora no me agradan pero puede que un día sí. ¿Te vale? —sonriendo le hincó un dedo en el moflete. Él no podía decir que sí ni que no. Se limitaba a temblar, consumiéndose, y se volvía mohíno a su manta diciendo—: Tú no eres purista.
Él seguía alterándose por todo.
Trataba de escudriñar las palabras como si fueran rocas examinadas con lupa, queriendo captar algo en aquel raudal que lo anegaba cada día y pasaba de largo; algo, aunque sólo fuera una o dos palabras de una dureza definitiva no susceptible de análisis. No sabía qué trataba de lograr, pero por lo pronto su afán era descubrir un lenguaje que sus labios, su mente y su espíritu pudieran sentir, con la dureza fija, acerada y ponderosa de un rodamiento de acero. Palabras que nunca se enmohecieran ni se gastaran, que tampoco se alabearan según su estado de ánimo al caminar, comer, amar o trabajar. Que no fueran maleables ni elásticas.
Examinar con lupa las palabras o pelarlas como cebollas lo enervaba. Sin embargo tal entrenamiento lo habilitaba para penetrar los diferentes estilos de millones de autores: hipocresía, falso cinismo, superchería, aseveraciones gratuitas, ideas sacadas de de la manga o sentimentalismo chicloso. Con frecuencia una novela no era sino la vida del autor apenas disimulada. Lo que más lo desconcertaba era que las palabras se le habían vuelto extremadamente ambiguas. Por ejemplo, ni siquiera las palabras más concretas como árbol, monte, viento o barco pasaban la prueba de la repetición. Todo se desmoronaba y desvanecía. Árbol, árbol, árbol, árbol, árbol, árbol. Monte, monte, monte, monte, monte, monte. Viento, viento, viento, viento, viento, viento. ¿Por qué el árbol había de ser árbol? ¿por qué el monte monte? ¿O por qué el síndrome de garganta seca y sudor frío había de llamarse hambre? Ya no lo sabía. Lo que suponía que ya no se podía sentir seguro ni por un segundo, porque si repetía cualquier palabra diez veces, se desintegraba.
Era motivo de asombro y maravilla que tales entidades deleznables fueran cernidas y ensartadas en una secuencia llamada frase. La gente las acumulaba por millares y decenas de millares y luego las olvidaba. Disputaban y se maldecían unos a otros haciendo uso de palabras que no resistían el examen más somero. Utilizando tales voces ganaban o perdían debates. Engañaban a mujeres que a su vez los engañaban. Contemporizaban, halagaban, explotaban, traicionaban a su patria o morían desangrados. Pasaban hambre, engordaban, socaliñaban y timaban. Por un término más ambiguo aún que árbol o monte: judío, irrumpían en una pequeña nación y la acogotaban. Y todos éstos que tanto se alteraban envejecerían al fin y tendrían la cara arrugada como un mico. Llegarían a no poder pronunciar siquiera árbol o judío, y morirían. Entonces ¿de qué iba toda aquella rimbombancia?
Quería escribir historias. A veces dejaba a un lado su libro, a altas horas de la noche, y se sentaba delante del cajón naranja que le servía de escritorio. Pero siempre tiraba el lápiz tras escribir dos o tres frases, y se arrastraba de nuevo bajo la manta. Se le dormían las manos y los pies, no sabía por qué. En su blando y ofuscado cerebro todas las palabras revolaban buscando una salida. Varias frases iniciales o de cierre sobrenadaban y sucumbían. [...] ¿Qué pretendía hacer ahora? ¿Pergeñar una historia? ¿«Era primavera»? ¡La monda! ¿Se podía ser más iluso? ¿Y qué iba a lograr escribiéndola? ¿Acaso le parecía que la gente podía averiguar sobre los demás a través de tales devaneos infantiles? ¡Pero no, aquello tampoco era más que otro engaño! Una débil excusa para no exhibir su falta de talento ante el mundo. Seguro que estaba cayendo enfermo, por eso se sentía abotargado. Mejor se echaba a dormir. Sí, eso, dormir.
Kaikō Takeshi
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La ciudad y la perplejidad
Salieron de la ciudad, abandonaron sus amplias avenidas y sus luces estroboscópicas parecidas a un caleidoscopio que resplandecía en los cristales.
Ascendieron la colina y se ocultaron en el largo camino cercado de árboles y pinos. La camioneta de doble tracción rugía y se quejaba en las cuestas y patinaba en las pendientes. Dentro de la cabina iban cuatro personas: los técnicos de telecomunicaciones James Robinson y Mark Leonard; la experta en pruebas radioeléctricas Lisa-Marie O’Connor y el conductor Joseph Rodríguez. Había lloviznado la noche anterior. Robinson había descansado mal ese día y había renegado por tener que salir tan temprano a revisar las antenas, en un lugar tan apartado. Le molestaba que la empresa Electric System se tomara todavía la molestia de brindar el servicio en el campo, en la countryside. Y aún recordaba las palabras de su SUPERIOR, que le dijo al notar su inquietud:
—El gobierno nos ha confiado esta misión, Robinson. Creo profundamente que el gobierno sabe que, si DESEA mantener un cierto nivel de paz y orden, tiene que proveer y mantener un cierto número de servicios mínimos en el campo. De lo contrario perdería el control y podría hacer patente la desigualdad existente.
— Pero creo —dijo Robinson— que ellos son los únicos culpables.
— Eso no es tan cierto —replicó su empleador—. Muchos de ellos trabajaban en la City antes del derrumbe del sistema en el 2075. Después de eso, muchos perdieron sus trabajos. No es que lo hicieran mal, sino que el desastre financiero también los alcanzó. Y las corporaciones les despidieron para recortar sus costos. La política se encargó de convertirlos en villanos, y cuando los expulsó de la ciudad se convirtieron en el nuevo precariado.
Dentro de la cabina sonaba alguna música del siglo pasado. Y aunque el volumen era alto, nadie se inmutó. Afuera, la neblina caía y cubría toda la carretera y se desvanecía luego de varios metros. El vehículo desaparecía y volvía a aparecer entre la neblina, y volvía a ocultarse nuevamente.
—Aún nos quedan cuatro horas —dijo Leonard, mirando un pequeño panel translúcido que se reflejaba en la parte trasera del asiento del conductor.
Luego de dos horas, llegaron a una comunidad cuyas moradas rodeaban concéntricamente una amplia plaza.
— Aquí nos abasteceremos de combustible o baterías — dijo Rodríguez, mirando una caseta oscura de metal —. Uno nunca sabe.
Leonard bajó del vehículo y caminó en dirección a una caseta con forma de cubo.
Al llegar insertó, en una rendija lateral, una diminuta tarjeta. La caseta estaba en la parte baja de un montículo rocoso sobre cuya cima descansaba una iglesia antigua. Toda la estructura estaba en la parte superior derecha de la plaza. La iglesia parecía abandonada; relucían en ella su campanario y sus fuertes columnas blancas, quizá herencia de un pasado lejano. Leonard se preguntó “¿por qué razón la habían construido allí, esa especie de bastión sobre la roca? ¿Para que tuviese más resistencia, solidez o mayor firmeza? ¿O para que sirviera como una especie de faro en esas cumbres opacas y anegadas por las brumas?” Concluyó que ambas; la iglesia se veía sólida en esa posición y su sobresaliente blancura se podía observar a lo lejos. Se dieron cuenta de que esa podría haber sido la razón. De hecho, la habían podido observar a lo lejos, cuando aún estaban a diez kilómetros de distancia, por las colinas del frente.
Leonard volvió a pasar la tarjeta por la ranura lateral izquierda. El cubo no respondió.
— Activar protocolo de voz y reconocimiento facial — dijo.
La cabina emitió un sonido y se encendió una cámara minúscula.
«Es una suerte que este trasto aún funcione, sobre todo la fase de reconocimiento», pensó Leonard.
En la ciudad hacía mucho que habían prohibido el software de reconocimiento facial. Las personas de entonces, de la City, habían denunciado que el reconocimiento facial violaba su privacidad y que el gobierno usaba esa tecnología como un medio de control social. Luego de algunas protestas, el gobierno decidió limitarlas a casos de flagrante delito o únicamente para resguardar la seguridad de la propiedad privada y de otros mecanismos que sólo utilizaban las instituciones.
Luego del sonido, la cabina abrió una puerta. Leonard entró, y luego salió con dos baterías. Subió a la camioneta, encendieron el motor y avanzaron.
A diferencia de la ciudad o la City como la llamaban, en la countryside o el campo, las interacciones eran concéntricas, estrechas y primaban las relaciones familiares. Había un fuerte sentido de comunidad y de colectividad. La comunidad se organizaba en torno a un representante cuya función esencial era vigilar y fomentar el orden y la cohesión social de la comunidad. El nivel de desarrollo tecnológico era ínfimo. En la countryside había un fuerte sentimiento de suspicacia hacia la ciudad.
En cambio en la ciudad, las relaciones sociales eran más impersonales, y la cohesión social de la ciudad descansaba en una amplia diversidad, tanto cultural como étnica. La libertad era el bien más estimado. Pero el rápido cambio tecnológico había dejado un vacío en las personas, una falta de sentido. Las uniones no eran tan fuertes como en la countryside. El desarrollo social y tecnológico era grande, y el poder político de la ciudad estaba distribuido en amplias entidades. Una de ellas era la corporación Electric System. Para referirse a la ciudad, las personas de la countryside sólo se referían a ella como la City.
La furgoneta aparcó en la campiña 95 a las cinco de la tarde. Habían descendido por una montaña inmensa, colmada de curvas y llena de vegetación. El viaje de descenso les había tomado dos horas. Al descender del vehículo notaron que un grupo de personas les estaban esperando.
Leonard y Robinson desmontaron sus equipos. Lisa-Marie por su parte se dirigió a una construcción de madera que estaba en el centro de la countryside. Las casas estaban desordenadas y dispersas como si una granada hubiese estallado en diversos fragmentos y se hubiera desperdigado sobre toda la campiña.
—Al parecer, me informan, no se trata de una avería estándar, sino un daño premeditado —dijo Lisa O’connor—. Voy a pedirle al representante de esta campiña que llame a una reunión inmediata para clarificar los hechos y los motivos.
—Vale — dijo Robinson, haciendo una mueca de fingido fastidio —. Haremos nuestra parte lo más rápido posible. Ya está por oscurecer.
La red estaba a unos doscientos metros hacia arriba, así que Leonard y Robinson tuvieron que subir cargando sus equipos y dispositivos en esa dirección.
Lisa-Marie, con ayuda del representante, reunió en poco tiempo a más de cien personas. Una vez reunidas disertó y habló sobre la importancia de la red y de las antenas para su vida diaria. Que por muy lejos que se encontrara el campo, éste estaba guiado por la tecnología que venía de la City. Les habló de las máquinas sembradoras, todas controladas por la red. De las bombas que se encendían y apagaban automáticamente sin intervención humana, y que favorecían una distribución eficiente y equitativa del agua. Pero, por más que se empeñó en saber los motivos del sabotaje nunca encontró culpables. Y no estableció ninguna responsabilidad, sino tan sólo el compromiso a futuro del líder y de la junta para proteger la red y la antena.
Lisa O’connor estaba despidiéndose de la countryside, cuando Mark y James bajaron por la pendiente. Oscurecía. Rodríguez encendió el motor, que volvió a rugir, y encendió las potentes luces que proyectaron dos haces a casi setenta metros. Rodríguez presionó el acelerador; la máquina atronó, rompió el silencio y avanzó. Si los hubieran visto desde el espacio, hubiesen visto un punto blanco moviéndose a gran velocidad cerca de una inmensa montaña, cercados por la selva.
Subían y subían. La camioneta giraba y volvía a girar. Como hace algunas horas, la neblina aparecía y volvía a desaparecer. Al principio no le dieron importancia, pero pasadas dos horas Leonard empezó a impacientarse. Lo peor de ello era la neblina que nunca parecía irse o moverse por completo. Por momentos, la camioneta parecía sufrir en cada giro, más luego salía fuerte y renovada.
Todo parecía estar en su sitio, pero la camioneta estaba dando vueltas interminables. El ambiente se estaba volviendo cada vez más desesperante; la trocha era delgada y sólo admitía un vehículo a la vez. A ambos lados del vehículo, dependiendo de qué lado viajase uno, se extendía un profundo precipicio, que no era más que el flanco extenso de la montaña.
Impelido por aquellas extrañas circunstancias, Leonard sacó un artefacto esférico de su bolsillo que estaba situado en la parte superior de su traje. El artilugio flotó dentro de la cabina del vehículo.
—Iniciando comunicación vía satélite —chilló el artefacto.
—Establece comunicación con Electric System —dijo Leonard.
—Conectando… —volvió a chillar el artefacto—. Hola, aquí Electric System — dijo una voz humana.
— Quiero saber a qué distancia estamos de la City — preguntó Leonard, ansioso.
— Quinientos cincuenta kilómetros — replicó el artefacto y su pantalla mostró un mapa del recorrido.
— ¿Cuánto tiempo nos tomará llegar desde aquí? Estamos subiendo una montaña desde ya hace buen tiempo y queremos saber cuándo terminará esto. Muéstrame el mapa de relieves.
— Según cálculos… cuatro horas aproximadamente — dijo el artefacto.
La esfera mostró el mapa de relieves, pero en el mapa no había ninguna montaña. Y ya habían transcurrido más tres horas desde que dejaron la campiña. El reloj marcaba las ocho con cuarenta minutos; sin embargo, afuera de la camioneta seguía anocheciendo. La camioneta giraba y volvía a girar. Subían interminablemente.
Todavía más ansioso, Leonard volvió a increpar a la voz al otro lado del aparato.
— Quinientos cincuenta kilóm… — volvió a decir la voz, mostrando el mapa que se desconfiguraba a cada momento —. Cuatro hor…
— Eso lo mencionaste hace treinta minutos — replicó Mark, enfadado.
— Quinientos cincuenta kilóm... Cuatro ho... Alguna o… — decía la voz antes de cortarse.
Entonces cayeron en cuenta de que la persona que estaba respondiendo, al otro lado del artefacto, no era una persona, sino un boot, un algoritmo que imitaba a una persona. Y que era capaz de tener una conversación alturada con cualquier persona real. También echaron en cuenta de que era sábado, y los sábados en la noche no había nadie en el receptor de la compañía. Las salas estaban vacías. Todos salían. Todos desaparecían.
La calma que había surgido, al escuchar la voz del boot, se desvaneció deprisa.
«¿Qué singularidad es ésta? ¿En qué estamos atrapados?» se preguntó Mark, mirando a su alrededor. Todo parecía oscurecerse. Los libros de física teórica volaron por su mente.
— Bajemos a echar un vistazo — dijo Robinson.
La desesperación empezó a apoderarse de ellos. Estacionaron la máquina; bajaron, debido a la neblina no pudieron ver más allá de un metro. Y la parte más visible del camino, facilitada por las luces del vehículo, no daba ninguna pista. No había mucho por hacer; hacía un intenso frío afuera. Nuevamente emprendieron la marcha.
Todo parecía un sueño o una ensoñación.
Leonard pensó en los seguidores de Pitágoras y Platón “las mismas cosas volverán a existir, y volverá nuestro maestro a enseñar y volveremos a escucharlo nuevamente”. Luego pensó en el eterno retorno de Nietzsche “no anheles dichas y favores, sino vivir de acuerdo a cómo quieres volver a vivir, y así por toda la eternidad”. De la refutación de San Agustín de esa teoría “de que es imposible que el Señor sea crucificado en infinitos actos por toda la eternidad”.
Se acordó también de una de las frases de Marco Aurelio: “Recuerda que las cosas giran y vuelven a girar por las mismas órbitas…”.
En fin, se acordó de la conjetura que de niño intuyó en lo alto de un edificio:
— ¿Y si toda la historia vuelve a repetirse? Es decir, ¿si todo acaba y volvemos a existir nuevamente, y así hasta el infinito?
El viento soplaba fuerte en lo alto, y desde allí podía verse la ciudad completa. Había visto en sus rostros la perplejidad y la confusión. Y parecían preguntarse: «¿Será cierto».
«Podría ser» había dicho alguien.
Y, sin embargo, ahora parecía que esa teoría, tantas veces enunciada desde el principio de los tiempos, lo perseguía. Ese círculo vicioso se repetía una y otra vez. Pero esta vez era más pesadillezca. Todo volvía a repetirse, y era como estar en un eterno presente. Y aunque parecía un juego, no había, como decían los estoicos, un pasado o un futuro, sino solamente un presente. Un delirante y angustioso eterno presente.
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