#la vida es un poema
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Es verdad, pues reprimamos esta fiera condición, esta furia, esta ambición, por si alguna vez soñamos. Y sí haremos, pues estamos en mundo tan singular, que el vivir sólo es soñar; y la experiencia me enseña, que el hombre que vive, sueña lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando; y este aplauso, que recibe prestado, en el viento escribe, y en cenizas le convierte la muerte, ¡desdicha fuerte! ¿Que hay quien intente reinar, viendo que ha de despertar en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza, que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende, y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí destas prisiones cargado, y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.
#La vida es un sueño#Qué es la vida#poesía#Pedro Calderón de la Barca#poema#sueños#dreams#life#vida#SoundCloud
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A un año
A un año de su creación, este blog ha cambiado de uso. La lujuria oculta en la experiencia estética dio paso a la lujuria a secas, y de allí al deseo, a la melancolía. Lo que hay en el deseo no es exclusivamente sexual, sino otro tipo de contacto, de intimidad. Seguido, cuando me masturbo, me invade esa melancolía. Añoro otro tipo de contacto, de complicidad en la desnudez, el consentimiento y el placer, incluso en las fantasías de dominación que he comenzado a tener. Añoro el tacto, el aroma de la respiración, la humedad y el conocimiento y control cercano de otro cuerpo, otro sueño. Todo esto es inseparable de las cursilerías que acompañan al amor y los poemas que antaño, en otra vida, escribía. Poemas cortos, pequeños, húmedos, para nada sexuales, pero muy excitantes.
Bueno, como sea, aprovecho la circunstancia para dejar una lista de las etiquetas más importantes en este blog.
Trop Special permitaseme soñar artistic nude sweet elegante Fuego Close Up senos piernas piel descubierta trasero monte de venus pies sombrero y mis modelos favoritas, en ningún orden Anna Tatu Viktoriia Aliko Gloria Sol Katya Clover Serena Wood Rachel Cook Caramel Siya Miller Marta Gromova
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No te alejes tanto de mí - Enzo Vogrincic
+18! Dom!Enzo. (Alusión a) Breeding kink, creampie, dirty talk, dry humping, face slapping, fingering, sexo oral, sexo sin protección, edades no especificadas. Uso de español rioplatense (y mucho diálogo otra vez).
El departamento que compartís con Enzo es, sin lugar a dudas, el lugar más tranquilo que conociste en tu vida. La armonía y serenidad son pilares fundamentales en su relación, así como la buena comunicación, y esto se ve reflejado en el espacio que ambos llaman hogar.
Enzo es silencio y calma y durante la madrugada se desliza fuera de la cama sin despertarte, siempre cierra las puertas con delicadeza y sus movimientos a tu alrededor son protectores. Siempre sabe qué decir y qué no, qué hacer y qué no, también sabe cuándo acompañarte y cuándo darte espacio, y vos podés presumir de saber hacer lo mismo por él.
La vida con Enzo es estar en constante sintonía, dos cuerpos y mentes diferentes siempre en la misma órbita.
O eso creías...
Las peleas comenzaron hace semanas, volviéndose cada vez más frecuentes y alejándolos de lo que solían ser. Enzo no parece comprender cuánto te hiere sentir que se distanció y jura que tal cosa no sucedió, pero luego prueba que tus palabras son ciertas cuando un pequeño desacuerdo provoca que se aísle y no deja lugar para una conversación sobre lo ocurrido.
Normalmente es fácil de ignorar cuando se trata de nimiedades como los platos sucios, ropa sin lavar o la cama deshecha, pero con todas esas pequeñas faltas acumuladas fue difícil contenerte cuando remarcó de la peor manera tu falta de cuidado con la maqueta de su actual proyecto.
-Si ordenás un poco entonces no me voy a chocar tus cosas cada vez que entre...- contestaste, arrojando sobre su escritorio un trozo de la maqueta.
-¿Qué tengo que ordenar? Si nunca estoy, el desorden es tuyo.
Fingió no notar tu expresión, una nueva costumbre suya para evitar disculparse o hacerse cargo de algo. El que te culpara del caos no fue la principal causa de tu disgusto, no... Te molestó que reconociera no estar lo suficiente en su propio hogar, recordar que en lugar de pasar unos días a tu lado escogiera marcharse a Bariloche con un amigo y que al regresar pasara horas encerrado.
Abandonaste la pequeña habitación donde organizó su oficina y pronto sus pasos sonaron a tus espaldas junto con su voz que no dejaba de pedir tu ayuda. Cerraste la puerta con fuerza y te sentaste sobre la cama, furiosa, percibiendo cómo la ira crecía y consumía tus entrañas.
Cuando Enzo abrió la puerta te dedicó una mueca de disgusto que pretendía comunicar algo, pero si alguna vez logró hablarte sólo con la mirada eso ahora parecía ser un recuerdo lejano que decidiste ignorar. Permaneciste en la misma posición, tus brazos y piernas cruzados, inconscientemente mostrando rechazo mientras él te observaba.
-Ayudame- arqueaste una ceja-. Vos lo rompiste.
-¿Qué somos? ¿Unos nenes chiquitos…?
-Parece que sí, porque si fueras un adulto responsable te disculparías y me ayudarías.
Soltaste una risa de frustración y apretaste los labios esperando así poder contener la ira y todas las palabras que deseaban escapar de tu boca, pero cuando te señaló con un dedo acusador tus deseos de mantener la calma se evaporaron. Haciendo alarde de su excelente comportamiento comenzó a enumerar las recientes faltas que tuviste con él.
La diplomacia pareció extinguirse cuando lo interrumpiste.
-Andá a cagar.
-¿Cómo…?
-¿Ahora además de ser tremendo fantasma también sos sordo, pelotudo?
-Fijate cómo me hablás porque yo jamás te traté así- señaló-. No sé qué mierda te pasa.
-¿A mí? ¿Vos no sabés lo que me pasa a mí?- gritaste, poniéndote de pie para acercarte a él-. ¿Y no se te ocurrió preguntarme? Porque por ahí tiene que ver con que no me hablás, no me mirás, no me cogés, no me preguntas ni cómo estoy.
-No podés estar así porque no cogimos en unos días.
Tu expresión podría haberse catalogado como un poema o como el relato más aterrador. Retrocediste un par de pasos, confundida y levemente aturdida por su capacidad de desentenderse de tal manera de la situación, esperando ver en su rostro un algo.
Pero sus labios no temblaban como solían hacerlo cuando contenía la risa y sus cejas no se curvaron en ese particular ángulo que adoptaban cuando esperaba ver tu reacción luego de contarte uno de sus pésimos chistes o anécdotas.
-Tomátelas.
-¿Eh?
-¡Tomátelas! No te quiero ver.
-No me podés echar de mi casa.
-Ah…- mordiste tu lengua-. Tenés razón, como es tu casa me voy yo.
Intentaste huir de la habitación pero él fue más rápido y lo impidió tomándote del brazo.
-Yo no dije eso- intentaste zafarte de su agarre pero no lo permitió-. Esta es tu casa, vos vivís acá también.
-Pero parece que vos no- reclamaste-. Soltame, Enzo.
-No, tenemos que hablar.
-¿Ahora querés hablar?
Su expresión pareció volverse más dura y juraste ver una arruga que antes no estaba allí.
-No podemos estar así.
-Yo no puedo estar así. Vos estás perfecto.
-¿Por qué todo es mi culpa?- gritó con voz entrecortada, soltándote de manera brusca-. Vos nunca hacés nada, ¿no? Siempre soy yo el responsable.
-Y sí papito, si…
El diminutivo y tu tono colmaron su paciencia.
-Cerrá el orto- se alejó de tu figura como si estar en tu presencia quemara-. Querías que me vaya, ¿eso querías?
-Sí.
-Perfecto entonces- abrió la puerta-. Porque me voy a ir bien a la mierda para no tener que verte.
Arrancaste tu anillo de compromiso de tu dedo y lo arrojaste a sus espaldas con la esperanza de golpearlo, pero –y luego agradeciste por ello- fue la puerta ya cerrada la que recibió el impacto y Enzo se marchó, completamente ajeno a tus acciones. Ignoraste las lágrimas que rodaron por tus mejillas cuando corriste para recoger la alianza.
Una hora más tarde notaste que olvidó su teléfono y su billetera, también sus llaves y el abrigo que lo habría protegido de las bajas temperaturas o el viento nocturno. Te preguntaste si estaría refugiándose en algún sitio con calefacción y por un breve instante consideraste buscarlo en el estacionamiento del edificio, pero descartaste la idea por puro orgullo.
-La concha de mi madre…- decís entre dientes.
Tus dedos están adheridos por el pegamento y tirar para despegarlos duele. Llevás un largo rato intentando reparar algunas partes de la maqueta y parece ser una tarea imposible: suspirás, te quejás, golpeás tu frente frustrada y ansiosa, pero continuás tu misión de unir los restos para evitar que tus manos vuelvan a jugar con el anillo en tu dedo. La mesa es un completo desastre.
Y Enzo aún no regresa.
Dejás caer tus hombros luego de ver el reloj, sin saber si es peor sentirte derrotada o sentir que te rendís. Reprimís todos esos pensamientos horribles y sin sentido que corren por tu mente y chocan con los muros de tu parte lógica y racional: se fue, está con alguien más, ya no va a volver, tuvo un accidente, lo acorralaron en La Rambla, se perdió caminando por ahí…
Desbloqueás tu teléfono esperando encontrar algún mensaje o llamadas perdidas y mantenés el suyo cerca sólo por si acaso, decepcionada cuando ambos permanecen en completo silencio. Tu oído escoge centrarse en el tictac del reloj y el sonido del adorno que golpea la puerta del balcón cada vez que el viento sopla. Siempre temés que esos pequeños golpes destrocen el cristal.
Y es que siempre son pequeñas las cosas que desatan el caos: la grieta que apareció mágicamente en tu taza, el pequeño agujero que terminó por deshacer el suéter favorito de Enzo, la alarma que postergaste estando aún dormida y lo hizo perder un vuelo, la comida quemada que intentó solucionar ordenando pizza, el abrazo que no correspondiste cuando regresó de los premios Goya, su falta de entusiasmo ante la usual noche de películas…
Evitás preguntarte qué sucederá porque la respuesta que ronda tu cabeza hace que tu respiración se entrecorte y te asfixia. No querés ser extremista, no sos una persona que se dé por vencida así como así y una pelea –incluso esta pelea, probablemente la peor que recordás haber tenido con Enzo- no te parece motivo para arrojar todo por la borda, pero… Las relaciones son de a dos, ¿no? Y no tenés idea de qué pensará o cuáles son los planes del otro lado.
Maldecís por lo bajo y esta vez es sin saber el motivo.
-No hace falta que lo arregles- dice una voz a tus espaldas-. Los materiales son una cagada.
Una sensación similar al pánico te recorre y volteás a verlo.
-Volviste.
Su rostro se tiñe de dolor y vergüenza por una fracción de segundo.
-¿Cómo no voy a volver?
-Dijiste…
-Ya sé lo que dije- se arrodilla a tu lado y toma tu mano-. No era verdad.
-Estás helado.
-Hace frío. Mucho.
-¿Querés un té?- intentás ponerte de pie y te detiene-. No cociné, pero si querés…
-Quiero que hablemos.
Suspirás.
-Sí, tenemos que hablar.
-¿Qué está pasando? Nosotros no somos así.
Limpiás las lágrimas que nublan tu vista y él se deja caer sobre las cerámicas frías, aún sosteniendo tu mano entre sus dedos y acariciando tus nudillos con su pulgar en un intento de ofrecerte un poco de consuelo. Espera pacientemente mientras te recuperás para poder contestar.
-Los últimos meses fueron muy raros.
-Es mi culpa- lamenta-. No sé cómo manejar… nada, todo, esto que está pasando.
-Y yo no sirvo como apoyo.
-No, no digas eso- toma tu mentón-. Siempre estás para mí, me cuidás y me ayudás en todo... Pero creo que desde hace un tiempo no estoy tan presente como debería y no es recíproco.
-No entiendo por qué- descansás tu rostro sobre tu mano-. Creo que, no sé…, por ahí ahora que anduviste por todos lados ya estás cansado de mí.
-Nunca.
-Pero…
-Jamás me cansaría de vos.
-¿Y por qué hacés de todo menos estar conmigo?
-Tengo miedo de arruinar las cosas- contesta con simpleza-. Tengo miedo de todo lo que está pasando y tengo miedo de arrastrarte conmigo cuando… ¿Y si me olvido de mí?
-Eso es imposible.
-Ya no estoy tan seguro.
-Yo sí- lo obligás a mirarte-. Creo que te conozco lo suficiente para saberlo.
Permanecen en silencio unos momentos y sus ojos jamás dejan los tuyos.
-Perdón- susurra-. Sé que hay mucho de qué hablar, pero…
-Yo también estoy cansada… Vamos a la cama y mañana temprano vemos.
-Lo vamos a solucionar.
-Sé que sí- y dejás salir una risa nerviosa-. Pero hoy no estaba muy segura.
-Me hubiera gustado tener esa discusión antes.
-¿Por qué?
Su mirada oscura es terriblemente sincera, muy Enzo.
-Porque cuando me fui me di cuenta de cuánto te extrañaba.
Cuando tomás su rostro entre tus manos para poder besar su frente él busca tus labios. Te besa lenta y suavemente, pero es incapaz de ocultar la desesperación que guía sus acciones y pronto deja de lado los delicados roces para invadir tu boca con su lengua, robándote la respiración y aferrándose a tus muslos con sus manos.
-Extrañaba tus besos- decís cuando te regala unos segundos para respirar-. Te extrañaba.
-Me tenés acá, ahora y para siempre.
Acariciás su cabello y él te observa desde su posición sobre sus rodillas, sus manos aún en tus piernas y sus pulgares dibujando figuras sobre tu pantalón. Te sonríe y la imagen te toma por sorpresa, pero también te sorprende el significado oculto en su expresión y la facilidad con la que puede hacerte saber lo que quiere.
-¿No te duelen las rodillas?- suelta una carcajada y lo ayudás a ponerse de pie-. Dale, vamos.
La distancia desde la cocina hasta la habitación es interminable ahora que ambos desean llegar cuanto antes. Atraviesan el oscuro corredor tomados de la mano y cuando llegan a la habitación Enzo toma asiento en la cama, te posiciona entre sus piernas y abraza tu cintura con fuerza para poder admirarte; deposita besos sobre tu abdomen y entre tus pechos, frustrado por tu ropa interponiéndose entre sus labios y tu piel.
Cuando sus dedos se deslizan debajo de tu camiseta suspirás y arrojás la cabeza hacia atrás, abrumada por la intensidad del contacto y por el rastro de fuego que sus manos dibujan en tu cuerpo. Te ayuda a desvestirte y en cuestión de milisegundos sus labios capturan tu pezón izquierdo, succionando y permitiendo también que sus dientes y lengua jueguen con vos.
Tu creciente desesperación te lleva a abrazarlo en busca de más contacto y cuando sentís sus gemidos contra tu piel tus dedos se dirigen por cuenta propia hacia su cabello. Sus párpados se cierran en contra de su voluntad cuando tus manos hacen arder su cuero cabelludo, sensación que no hace más que empeorar la erección que oculta su pantalón.
Se separa de tu pecho luego de morderte con la fuerza suficiente para hacerte gritar y te despoja del resto de ropa que te cubre, asegurándose de no romper ninguna prenda con sus movimientos rápidos y ansiosos. Se arroja sobre las almohadas y te deja sobre su muslo, complacido por ver tus mejillas enrojecidas ante la implicación de la posición.
-Te hace falta una buena cogida, ¿no?
-¿Y de quién es la culpa?
Te toma por el cuello para acercarte a su rostro.
-Fijate bien lo que me decís- pellizca tu pezón y el dolor te hace gemir-. Y lo que hacés.
Comenzás a rozarte sobre su pierna, muy consciente del significado de sus palabras y la amenaza que las adorna, tus manos en su pecho en busca de estabilidad y tus ojos sobre los suyos. Toma tu cadera para guiar tus movimientos, dolorosamente lentos, y no deja espacio alguno entre tu centro y sus jeans que comienzan a mancharse con tus fluidos.
El cosquilleo entre tus piernas y el dolor de sus uñas marcando tu cadera es suficiente para orillarte hacia tu orgasmo en cuestión de minutos. Cerrás los ojos, masajeando tus pechos tal como él suele hacerlo, pero no es suficiente y cuando comprendés que necesitás de sus manos un patético sollozo deja tus labios.
-¿Qué pasa bebé? No podés solita, ¿no?
-Quiero…
-¿Qué querés? Decime y yo te lo doy.
-A vos.
Enzo no puede hacer más que contemplar la imagen frente a sí, tu delicado cuerpo rindiéndose nuevamente bajo sus manos y tus dientes torturando tus labios mientras su mirada te recorre. Hace unos días sólo podía soñar con tenerte de esta manera y complacerte, así que ahora se pregunta cuánto tendrá que contenerse para que el momento no acabe demasiado rápido y cuánto tardarás en suplicarle que se detenga o en caer agotada entre sus brazos.
-Entonces ya sabés lo que tenés que hacer.
En pocos segundos abandonás su regazo y te recostás entre sus piernas, esperando su confirmación para poder tocarlo y prácticamente arrancando la ropa de su cuerpo cuando la obtenés. Ya está duro, muy duro, su punta brilla con las gotas de líquido preseminal que de allí brotan y las venas que recorren su extensión parecen pedir tu atención a gritos.
Comenzás a masturbarlo lentamente e intentás seguir el ritmo con el que movía tu cuerpo sobre el suyo, tu pulgar acaricia su punta y cuando lo separás de esta podés apreciar el hilo traslúcido que brilla con la luz. Te llevás el dedo a la boca y gemís cuando sentís su sabor en tu lengua, calmándote y a la vez haciendo que lo desees todavía más.
Dejás besos húmedos sobre su miembro y sus gemidos sólo empeoran la situación entre tus piernas. Cuando tus labios se cierran sobre la punta sentís su cuerpo tensarse, sus párpados se cierran por un breve instante y sus dedos acarician la comisura de tus labios, que se estiran a más no poder para recibirlo en tu boca.
-Qué linda que sos cuando me la chupás.
Sus palabras te resultan tan humillantes como excitantes y por un segundo considerás deslizar una mano bajo tu cuerpo para calmar tu necesidad. Tu saliva mancha tu piel, tus dedos y corre bañando todo su miembro antes de deslizarse entre sus piernas y caer sobre las sábanas, pero aún así te es difícil tomar más que la mitad.
Tu frustración crece minuto a minuto pero para Enzo, que sabe cuánto te cuesta, la imagen es una bendición… Y también una tortura, por lo que no encuentra más solución que tirar de tu cabello para alejarte de su cuerpo y evitar un muy necesitado orgasmo.
-Ya está, ya está- responde a tus quejas-. Lo hiciste muy bien, pero…
-¿Pero?
-Me toca a mí.
Te arroja sobre el colchón para luego posicionarse sobre tu cuerpo y acorralarte, su intensa mirada de pupilas dilatadas haciéndote sentir como una presa. En su camino hacia tu centro su aliento golpea tu mejilla, tu mandíbula, tu cuello sensible y tus clavículas, pero él sólo piensa en una cosa y cuando separa tus piernas se dedica a apreciar tus pliegues y entrada brillantes.
Te acaricia de manera superficial y cuando te retorcés rodea tu cadera con un brazo para inmovilizarte. Su pulgar presiona sobre tu entrada, que gotea lo suficiente para manchar las sábanas, juega con la piel que la rodea y sólo se dirige hacia tu clítoris después de ver que te contraés desesperadamente en torno a la nada misma. Se muerde los labios, impaciente.
Suspirás cuando sentís su ataque y los círculos que su dígito traza con una lentitud insoportable, deteniéndose de cuando en cuando para acariciar también tus pliegues húmedos y tantear tu entrada con la intención de provocarte todavía más. Gemís su nombre una y otra vez para tentarlo y suplicás por más, pero te ignora y prolonga sus tortuosas acciones otro rato.
Dirige un dedo a tu entrada y lo introduce con delicadeza, siempre atento a la reacción de tu cuerpo: tus paredes no oponen resistencia y el placer cuando curva su dedo para acariciar tu punto dulce se intensifica gracias a su lengua deslizándose sobre tu clítoris. Un gemido casi animal deja tu garganta y ante esto él decide acelerar sus movimientos.
-¿Así te gusta?- pregunta cuando gemís aún más fuerte, como si la respuesta no fuera obvia. Aprovecha tu estado y tu abundante excitación para deslizar otro dedo, haciéndote sisear por el repentino ardor que trae consigo la dilatación-. ¿Qué pasa, no aguantás ni dos dedos?
Cubrís tu rostro ardiente con una mano y evitás hacer comentarios sobre quién es el responsable de tu estado actual; no recordás cuándo fue la última vez que jugó con tu cuerpo y tu forma de tolerar su ausencia fueron tus propios dedos, más delgados y cortos que los suyos e inútiles cuando se trataba de obtener placer.
-Más.
-¿Más...?- y succiona tu clítoris con fuerza para oírte gritar.
Enzo conoce tu cuerpo mejor que nadie y sabe exactamente qué hacer para volverte loca. Los movimientos de su lengua no se detienen y las formas que esta dibuja hacen que tus manos tiren de su cabello, arruguen las sábanas y masajeen tus pechos, aferrándose con desesperación a cualquier objeto que se interponga en su camino.
Sus dedos no dejan de abusar de tu sensibilidad y la combinación de sensaciones, que parece ser muchísimo más intensa gracias a las semanas sin contacto, comienza a ser casi demasiado para tu cuerpo. Te llevás una mano a la boca y cuando tu orgasmo te golpea mordés tus nudillos desmedidamente, ahogando tus gemidos y los gritos que amenazan con irritar tu garganta.
Te lleva unos minutos regular tu respiración y dejar de temblar, minutos que transcurren con sus dedos aún enterrados en las profundidades de tu cuerpo mientras sus labios bañan tu centro y el interior de tus muslos con besos y alguna que otra pequeña marca producto de sus dientes. Bajo tu atenta mirada desliza sus dedos entre sus labios para no desperdiciar los restos de tu esencia.
Abandona la cama para deshacerse del resto de su ropa y cuando regresa vuelve a posicionarse sobre tu cuerpo para atacar tu boca con un beso hambriento. Tus piernas abrazan su cadera y cuando sentís su miembro caliente golpeándote no podés evitar gemir contra su lengua, tu mano buscándolo para poder masajearlo antes de guiarlo hacia tu entrada. Su punta te quema.
Toma tu rostro y te obliga a mirarlo.
-¿Querés que te la meta?
-Por favor.
Te quejás cuando comienza a penetrarte y aunque tus ojos arden jamás rompés el contacto visual. Enzo te distrae tirando de tu labio inferior con su pulgar y antes de notarlo estás succionando el dígito, con el cual parece imitar los movimientos de su cadera.
-Estás muy apretada.
-Es…- te interrumpís con un grito cuando introduce otro par de centímetros de manera súbita. Su pulgar manchado con tu saliva acaricia tu mejilla para calmarte-. No puedo.
-Sí, sí podés.
Sus labios abrazan los tuyos mientras realiza movimientos suaves y calculados que convierten tus quejas en gemidos y provocan que tus paredes se contraigan sobre su miembro. Suspira cuando por fin logra introducirse por completo en tu interior y besa tu cuello, tu perfume embriagador nublando sus sentidos y tus pequeños gemidos tentándolo a moverse.
Tus manos aferrándose a sus hombros son la única confirmación que necesita: te golpea con fuerza y tu grito es una mezcla de sorpresa y placer por el repentino ataque, el cual repite hasta convertirlo en un ritmo constante que resuena en toda la habitación y llena tus oídos. Sacude tu cuerpo con cada embestida y lo único que podés hacer es aceptar el placer, completamente a su merced.
Luego de una estocada particularmente profunda tus uñas se clavan en su piel y Enzo sólo lo sabe. Descansa su peso sobre sus piernas y sus manos en la parte posterior de tus muslos ejercen presión hasta que tus rodillas rozan tus pechos, el ángulo permitiéndole llegar hasta ese punto para abusar del mismo y convertirte en un completo e incoherente desastre.
Gritás su nombre y las palabras que le dedicás entre tus agudos gemidos son incomprensibles. Tu expresión es indecente y la vista entre tus piernas, donde su cuerpo se une con el tuyo y brilla con tus fluidos, lo es aún más… pero le encanta y no puede evitar jugar con vos, agregando otro estímulo que te hace cerrar los ojos con fuerza y sacudir la cabeza.
-Enzo- advertís-. Por favor.
El gesto es mínimo pero suficiente y en cuestión de segundos tus dedos se cierran sobre sus muñecas. Tu figura se sacude con la fuerza de sus embestidas y por los espasmos de tu orgasmo, el cual arquea tu espalda como si estuvieras presentándote ante él y hace que tus músculos se contraigan, dificultando sus movimientos y haciéndote llorar.
Jamás se detiene.
Lo mirás horrorizada, tu orgasmo prolongándose indefinidamente y haciendo del placer una sensación casi intolerable. Enzo continúa golpeando tu cérvix mientras su pulgar juega con tu clítoris y sus dedos presionan sobre tu abdomen bajo, forzándote a sentir cuán profundo llega su miembro y cómo estimula cada fibra de tu cálido y estrecho interior.
Te lleva al límite, pero antes de permitirte gozar de un segundo clímax se detiene.
-No, no- protestás-. ¿Por qué? Quería…
Te interrumpe golpeando tu mejilla y cuando abandona tu interior mantenés la boca cerrada. Toma tus caderas y te obliga a voltear, dejándote sobre tu estómago y posicionándose sobre tu cuerpo para aprisionarte contra el colchón.
Rodea tu cuello con su brazo y te penetra con desesperación. En cuestión de segundos su pelvis golpea tus muslos y tus glúteos con la fuerza suficiente para arruinar tu piel, causando también un sinfín de sonidos húmedos y obscenos que acompañan sus gruñidos y tus gemidos.
Buscar refugio contra en el colchón tiene como consecuencia que la fuerza de su asalto vaya en aumento y la única opción que encontrás para ahogar tus gritos es morder las sábanas, húmedas con las lágrimas que corren por tus mejillas. La solución sólo dura unos minutos gracias a que Enzo, que en este momento prefiere no ser el único que oye cuánto gritás por él, endereza su postura y tira de tu cabello para hacerte arquear la espalda.
El nuevo ángulo te permite verlo y por un instante parece buscar tus labios con la intención de besarte, pero en su lugar escupe sobre tus labios entreabiertos y observa cómo tu expresión se transforma con la humillación y excitación. Le encanta tratarte como un juguete y sabe que lo disfrutás tanto como él, sobre todo cuando te toma por sorpresa.
-Sos una putita, ¿no? Mirá como estás- y remarca sus palabras con una estocada que te hace temblar violentamente-. ¿Querés que te llene toda?
Tragás saliva –sin saber cuánta es suya- para contestar pero todo lo que sale de tu boca son patéticos sonidos sin sentido. Sonríe satisfecho y vuelve a escupirte, esta vez asegurándose de manchar aún más tu rostro para ver su saliva deslizándose por tu piel junto con tus lágrimas.
Te libera de manera brusca y tu rostro impacta con el colchón, las sábanas oscureciéndose cuando entran en contacto con los fluidos en tu rostro y arrugándose aún más cuando te aferrás a ellas con una mano acalambrada. Tu otra mano se entrelaza con la suya y lo guiás hacia tu abdomen bajo, ignorando cómo los músculos de su abdomen se tensan con tu acción.
-Ahí- suplicás entre gemidos-. Adentro.
Enzo sólo quiere obedecerte y unos minutos más tarde cumple tus deseos: su semen caliente salpica tu interior y mancha tus paredes de blanco mientras el palpitar de tu miembro te lleva a otro orgasmo, menos intenso pero más duradero. Tus músculos se aferran a él y lo mantienen dentro tuyo hasta que la última gota de su liberación te llena.
Su boca roza tu frente y tu mejilla antes de besar la comisura de tus labios.
-Te amo.
-Te amo.
Intenta peinarte y cuando fracasa se limita a masajear tu cuerpo cabelludo con la yema de sus dedos. Evita alejarse de tu cuerpo, consciente de lo mucho que ambos necesitan la cercanía en un momento como este, y sonríe cuando tus dedos vuelven a entrelazarse con los suyos.
-¿Querés ir al baño?
-No- negás rápidamente y besa tu mejilla para calmarte-. ¿Podemos estar así un rato?
-Obvio.
Admira tu perfil y tus párpados cayendo sobre tus ojos vidriosos.
-¿Sabes qué vamos a hacer mañana?
-¿Qué?
-Nos vamos a levantar bien temprano y vamos a ir a desayunar al lugar de siempre, ¿querés?- propone-. Después podemos ir a pasear un rato al mercado de artesanos… y elegís una taza nueva.
Soltás una risa encantadora y asentís.
El título y la historia están inspirados en esta canción de Spinetta. Tiene muchas interpretaciones pero en mi opinión es una muy buena metáfora sobre el cambio constante que atraviesan las personas y por ende también las relaciones :)
taglist: @madame-fear @creative-heart @llorented @recaltiente @delusionalgirlplace @chiquititamia @lastflowrr ♡
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El murciélago bañado por las sombras y el ángel de la muerte (Nombre temporal).
Entonces tengo esta idea loca desde hace unas horas.
El Surgimiento de la idea:
en algún momento escuche este concepto de que cada persona tiene su propio ángel de la muerte el cual se encarga de recoger el alma de la persona fallecida cuando llega su hora, a veces cuando alguien enfrenta una situación en la que casi muere, realmente muere por un tiempo o uno de esos momento donde su vida pasa frente a sus ojos por así decirlo pueden verlo.
la mayoría no lo recuerda y los pocos que si lo hacen no hablan de ello.
esto anterior mas un recuerdo vago de un capitulo de un fic de DP donde danny escribe un poema acerca de una platica que tubo con la muerte donde esta le dice que no puede llevarse a danny (aunque no recuerdo si es porque danny es el rey fantasma o por ser un halfa).
La Idea como tal:
de estas dos ideas se me ocurrió lo siguiente.
Danny siendo el angel de la muerte de cass, pero si bien danny es el angel de la muerte de cass el nunca podra llevarla al lugar que le corresponda para descansar por la eternidad y si te preguntas el porque pues porque el destino y la vida se niegan a dejar morir y descansar a ciertas personas.
Por fortuna(?) la mayoría de los héroes son algunas de estas personas y por desgracia(?) un buen numero de villanos también.
la situación es tal que no importa el que o el como pero esa persona selecciona escapara de apenas con vida de una muerte segura o volverá a la vida unos segundo, unos minutos o algunos meses e incluso algunos años después.
el método para que vuelvan puede ser cualquiera pero al final siempre escapan de las manos de su ángel de la muerte.
cass es una de esas pocas personas que pueden recordar a su ángel de la muerte.
aquí es donde por mi parte pierdo el hilo de como quiero escribir ( jaja no puedo escribirlo aunque mi vida dependa de ello) esta idea.
Porque por un lado me encantaría que esto fuera un cass x danny donde los únicos momento donde ellos pueden interactuar y hablar es cuando cass esta en una situación cercana a la muerte pero nunca podran estar verdaderamente juntos por que el destino y las propias convicciones de cass le impiden morir o permanecer muerta.
lo que me lleva a la idea de que cass escriba cartas o poemas para su ángel(?) para dárselos en esos raros momento en los que se encuentran, pero el problema es que cass es demasiado buena para enfrentar regularmente ese tipo de situaciones donde se puedan encontrar.
y por otro lado esta la idea de que sean algo asi como amigos y/o danny sea una especie de mentor de cass desde que ella era joven y escapo de las garras de su progenitor.
ya que cuando era mas joven enfrento varias llamadas cercanas debido a la desnutrición y/o enfermedades debido andar escapando la mayor parte del tiempo de la persecución de david (creo que así se llama).
estoy seguro que existen otras rutas para llevar esto e incluso otros barcos, pero con mis habilidades actuales no puedo llevar a cabo esta idea asique la comparto con ustedes para que agreguen o la usen a su antojo.
Saludos.
tag some people I follow, in case they like the concept.->
@satoshy12 @zylev-blog @bet-on-me-13 @hdgnj @dcxdpdabbles @wandixx
#dc x dp#dp x dc#dpxdc#dc x dp crossover#mala escritura#danny x cass#cass x danny#dead silent#au idea#por cierto si alguien sabe el nombre del fic del que hablo por favor pásemelo.#danny fenton#angel de la muerte danny fenton#Because my English is not very good I wrote it in Spanish#when I put it through the translator some things sound strange and lose the thread so I decided to leave it in Spanish.#If you write a fic or oneshot about this please let me know or tag me
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El sentido de vivir lo encontré en los astros de tus ojos, en el polen de los girasoles en tus caricias, en las constelaciones que forman tus lunares, en la luna que ilumina nuestras noches cuando me miras con amor y me dices “te amo”, en el refugio que representan tus brazos, a los cuales llamo «hogar», en tu sonrisa donde se siente la calidez del ocaso, perdiéndose en el horizonte del océano, en tu carita: que pareces un retrato contemporáneo, la musa del poema más bello, prófuga de un filme romántico; lo que me haces sentir es divino, mágico, etéreo, provocas que mis sentimientos revienten como fuegos artificiales en una noche festiva.
Mi oscuridad empezó a iluminarse gracias a la aurora boreal verde que nació cuando te conocí. Me guiaste durante mi perdición, siendo la que abriría el candado de la puerta de mi salvación.
Pude encontrar la libertad en los momentos que construimos juntos, en cómo puedo desnudar mi alma contigo, en cómo haces que mis versos cobren sentido, en cómo a tu lado me siento comprendido y me ves por lo que realmente soy, en cómo eres la causa de que mis sonrisas no sean fingidas, como si hubiera ganado un trofeo.
La vida dejó de ser emocionalmente abusiva desde que te interpusiste en mi camino hacia la muerte.
Y no me estoy quejando, cariño. Le diste un significado. No me arrepiento de ello.
Puedo ver la luz a través de la forma en que me amas.
-Dark prince
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Cariño, siempre fui de cartas, de querer intenso y de ser breve; hoy me doy cuenta que mis cartas siempre van a ser para ti, que a quién voy a querer como a nadie en el mundo va ser a ti y que esto por primera vez quiero que dure para toda la vida. Por cierto, ¿sabes que es lo que me gusta de las madrugadas?, que en muchas de ellas te tengo; me escuchas y me haces sentir que al menos el despertarme a esa horas significará que te tendré 5 minutos más. Antes de ser algo más, sabía que merecías muchas cosas y las mejores de este mundo porque tienes muchas cualidades y talentos que me he dado cuenta con el tiempo que tienes. Eres inteligente, sé que el agua no sé te quema y los postres te han de salir increíbles, sabes escuchar y estar para alguien, y que tocar más de un instrumento también es algo que haces muy bien además que el como suena tu voz cuando cantas es algo de lo que admirar. Pero hoy me gustaría decirte que mereces, mereces que te canten al oído, que te besen la mano, la mejilla y la frente. Que te acaricien el cabello y perciban tu aroma como único en el mundo; y me alegra que hoy a la persona que hayas elegido para hacerlo sea yo, porque te has dado cuenta pero me gusta recordártelo, me siento muy embriagada cuando estoy contigo por tu aroma y por la forma en que me tocas cuando estamos juntos cerca y también no tanto. Espero que el tiempo me permita saber cuales son esos días cuando algo te falta o cuando algo te sobra, y si es necesario actuar o sencillamente solo escucharte. Mereces que te hagan reír, sonreír, que cada día de tu vida sea mejor; mereces ser la fuente de inspiración para alguien, mereces admiración, paz, seguridad; mereces un cielo y mereces amor. Mereces un lugar que te ofrezco conmigo y sé que ya estás conmigo pero no está de más que sea la que yo te lo pida y ofrezca. Mereces, mi amor, un paraíso, uno hecho a tu medida y espero que todo lo que tengo sea suficiente para ti porque aunque sé que para quererte no necesito tenerte me alegra que hoy decidas quedarte. Y no te veo todos los días pero te he empezado amar cada uno de ellos; y gracias mi amor, siempre te digo lo mucho que te amo pero nunca te agradezco por amarme. No te lo he dicho y aunque suene muy cursi pero empiezo a creerlo; creo que Dios se dio cuenta de que tan sola me sentía que decidió mandarme un ángel y ese eres tú:) Y ya sin que parezca un poema, una carta, y sin versos con rima. Te quiero, te adoro y te amo. Y así es como tengo que decírtelo.
l i v i s t u d
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Para los que no saben:
No quiero hacer una opinión seria sobre ese tema de "buenas una poesía" nada más que me parece lo más gracioso que vi este año, imaginen sus personajes haciendo esto
#encima que quiso decir con políticamente correcta??? no entiendo#es igual un meme de chad vs virgin en la vida real jgdjjdjdjdjsjsbdhdbsj#está cortado pero la cosa esa parece un poema de amor a primera vista me imagino el boludo todo tierno#ayyy me escribieron una poesía... es un csgo de risa esto
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Observ(arte), es uno de los placeres más bonitos que existen.
En mi memoria están las mejores fotografías de ti, y inevitablemente me acaricias la existencia.
En tus labios leo mis poemas favoritos, y en tu piel conozco la mejor obra de arte.
El simple hecho de hablar de ti o pensar en ti me llena de paz y un amor profundo.
Y, joder, la ternura de tu ser me acompaña cada día.
No tienes idea de cuán agradecida estoy de que hayas aparecido en mi vida.
La verdad, te amo, y estaré aquí, abrazando nuestra frágil tristeza, tomándote de la mano.
-Yobana Lemm
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Fue imposible no verte ese día
sonreias al mundo
te diré que perdí los ojos hace tiempo
y algo más
pero mi respiración era tuya
en lugar de mis ríos de arterias
ahora te escribo desde un punto entre la memoria
despreocúpate
tu nombre me privi decir entre líneas
te escondí
pasará poquito tiempo
no eres quien ignora mi menor signo de ausencia no
pero para entonces seré otro punto más entre la nada
me habré perdido para siempre
entonces verás que estube cerca de la agitación de tu mano mientras eras latido a galaxias de mi
pero entonces eras emoción
que ahora me espanta
sabrás que el poema se fue conmigo
mira ahora que no tengo el idioma de pájaros
solo hablo ahora ya sin ti sin rogar que vengas a mi charlita de montañas de la luna
soy solo agua mientras escribo
y no sabrás nunca más a quien me dirijo en estás palabritas
sin nombre sin destino
te oculte tan bien
que nunca sabrás que decía a ti
a ti y a tu nombre que no le diré
jamás a nadie
despreocúpate no hablaba contigo
hablaba conmigo
con mi solo yo
el yo tonto que camina ahora
cómo siempre sobre la fas de la tierra
ahora recuerdo adrede que solo dije eso tres veces en tu oído
.
.
.
.
Campo de Santos
Noviembre de 2024
Pastas de gato 🐾🐾🐾🐾🐾
fragmento de la eternidad
De alguna vez en la vida.
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30/11
Para ti estrellita:
Hoy van 365 días desde que no estás, llevo contándolos todo este tiempo. No hay día en el que asumir tu pérdida sea fácil, no creo que lo haya nunca.
El universo me obligó a borrar las conversaciones, los audios y el registro de llamadas, pero al menos me dejó la música y las fotos, que es a lo que todavía me aferro. Me aferro a esa sonrisa un poco torcida y a la primera canción que compartimos.
A veces se me olvida que no estás, me despierto y mi cerebro me manda la orden de escribirte, y luego el golpe duele más. Porque quererte sigue siendo un tanto desgarrador y un tanto masoquista.
¿Sabes? Tu número está dado de baja, estoy segura que desde hace meses, pero antes de quedarme sin conversaciones todavía podía escribirte. El universo también me quitó eso. Y no es justo, porque ahora solo me quedan los poemas y las cartas.
La gente dice que debo pasar página, que ya está bien de llorarle a un fantasma, pero es que no saben lo que yo te quería y lo que me duele todo esto. No lo entienden y a veces siento que ni yo puedo hacerlo. Me hundo en un amor que me hace daño y en una pena interminable, no avanzo.
A veces, me asomo a la ventana y miro las estrellas. Allí estás tú, en la sonrisa de la luna creciente y en el brillo de la luna llena. Estás en las cordilleras de la izquierda y en el griterío de la derecha. Estás en las flores, en las espinas, en la tierra. Estás por todos lados y así, es imposible seguir.
El otro día recordé nuestro primer San Valentín: la llamada, las risas, la sorpresa, el que me descubrieras, la carta interminable, el amor. Luego pensé en el siguiente: la distancia, el tiempo, los enfados, los reproches, el amor innegable que seguía ahí. Al final, recordé el amor que siempre nos tuvimos y que nunca murió, ni siquiera ahora.
También estuve pensando en nuestras únicas navidades juntos, fuiste lo más bonito de aquel diciembre. Tu risa fue el mejor villancico y tu sonrisa la mejor iluminación, ni siquiera Caballero podía competir contra ti. Me gustaría volver a vivir esas noches interminables donde las anécdotas no tenían fin.
También pienso mucho en los sueños que teníamos, siguen siendo los más bonitos. Pienso en las metas que nos habíamos puesto, en las promesas que no cumplimos, en el amor otra vez. Nunca dejo de pensar en el amor.
Al final, supongo que me paso las horas, los días y los meses pensando en ti y todo eso que fuimos. En la vida que deberíamos tener y que no tenemos, en qué 2023 sin ti ha sido difícil, porque era nuestro año.
Ojalá sobrevivirte fuera más fácil o tuviera un manual de instrucciones, pero la pena es eterna y yo te voy a querer siempre niño estúpido. Ojalá te hubiera dicho una última vez lo tanto que te quería. Porque ahora solo son palabras susurradas al viento que no tienen respuesta.
Te echo de menos Andrés, siempre voy a hacerlo, pero espero que con los años sea menos difícil. Te quiero, en esta vida y en las que vendrán.
Descansa estrellita, yo seguiré luchando un poco más, gracias por ser mi Boulevard, Tu Weigel.
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Estrellas en nuestro cielo mental: un romance, verso a verso
~
Quiero acariciar la superficie de tu corazón con cada poema que escribo y, de esta manera, adentrarme con delicadeza en los abismos de tus sentimientos, nadar en los vastos océanos de tus emociones y vivir una eternidad en la inmensidad de tu cielo mental. Porque anhelo, con cada respiro de vida, llegar a tu mente, a ese palacio perfecto de caos y sueños. Deseo hacerlo con cada palabra que leas de mí, y hacerlo con la misma fuerza y valentía con la que cada verso, escrito para ti, ha emergido al fin, después de habitar en el silencio de mi corazón. Aspiro, de forma íntegra y plena, a provocar escalofríos que alcancen los rincones más profundos de tu subconsciente, para aparecer de repente en tu imaginación en esas noches interminables cuando sientes el frío de un abrazo no dado. Deseo construir en tus sueños, con cada verso, una realidad compartida y consciente, que sea el preludio perfecto de esa caricia que nos llevará a la luna, donde juntos forjaremos el amor a carias, mientras solo las estrellas nos cobijan. Solo ansío que mis letras te enamoren y expresen todo lo que siento por ti, inspirado por tu dulce mirada, para poder caminar de tu mano, verso a verso, mientras convertimos nuestra vida en un poema a lo Neruda y en un hermoso relato melódico y acústico al estilo de Jósean Log.
— Cartas a una hermosa desconocida || @jorgema
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Ningún poema
ríe.
La alegría,
tiene las palabras
huidas,
y el verso,
suele ser preso
de ese dictador
al que llaman dolor.
Tan solo el café,
guarda su calor
con la dulzura justa.
Tal vez por eso,
entre sorbos,
el café espera
mientras lo sufrido
busca su lugar
en un verso
que pretende
dar belleza
al monstruo
que se esconde
entre las rimas.
Café,
que acompaña
a quien se busca
entre la vida
y la muerte,
cuando todo es frío,
y hasta
el sabor del aire
es amargo.
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Te escribo para olvidar las sonrisas que me sacaste con tus ocurrencias peculiares.
Aquellas veces en que me permitiste entrar a tu mundo porque hallaste en mí la seguridad suficiente para confiarme tu pasado y contarme todo sobre ti con la efusión de que no te juzgaría, escribo para olvidarme de eso también.
Y de las mil maravillas que creaste en mi corazón, de eso también me olvidaré.
De los días en que conectábamos cada vez que surgía un tema alrededor del cual podía charlar contigo por horas, sólo tú y yo, mientras la realidad lucía remota como si nos hubiésemos encerrado en nuestro propio universo.
De los besos que te obsequié, de lo enamorado que me tenías, de las caricias, de las risitas, de la diferencia que marcabas cuando a mi lado estabas asegurándome que me veías como algo más que un amigo, y a mí me gustaba pensar que quizás fui tu refugio.
De esas ocasiones en que creí que eras el amor de mi vida, de los poemas que me hiciste escribir, de tus canciones, de tus programas, de tus gustos, de las cosas que llegué a adorar sólo porque tú las adorabas.
Me encargué de habitar tus zonas de confort favoritas sólo para que pudieras verme, escogerme...
También escribo para olvidarme del momento en que rompiste mi corazón cuando te vi besando otros labios, del rechazo que advertí aquella vez que te confesé mis sentimientos, de los tratos íntimos y mimosos que me brindaste por pena, de las ilusiones en las cuales me hundí al interpretar las señales equivocadas, de cómo intenté buscar un «nosotros» cuando el amor de tu vida siempre te hizo creer que existía un «ustedes».
Y sé que si trato de superarte, no debería escribirte, pero, entiéndeme, no se me ocurre mejor desahogo que volviéndote mi poesía.
Con certeza, puedo decir que este es definitivamente un adiós porque así como siempre hubo versos rosados escritos por mi corazón enamorado, también hubo versos azules escritos por mi corazón roto y desilusionado, también hubo versos verdes escritos por mi corazón finalmente reparado.
Y los versos que ahora te dedico tal vez sean dorados porque te los escribe un corazón fuerte y recuperado que ya de su poemario te ha borrado.
Hace tiempo que no nos vemos, pero no te desearé el mal - nunca lo haría -. Espero que te sonría la suerte en el amor y tengas éxito en tu vida profesional, y muestres reciprocidad a la persona correcta que estoy seguro te comprenderá y se quedará tanto en tu luz como en tu oscuridad, así como te amará mejor de lo que pude haberte amado.
Y si alguna vez vuelves a sentirte parte de los nuevos versos que escriba, considéralo un poema escrito por un corazón que ya no ve tu nombre como su musa.
-Dark prince
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Hace mucho que no me encuentro. No sé cómo moverme en las paredes de mi cabeza.
Me hundo, navego, naufrago y vuelvo a crear otro poema.
Me duele la vida entera. Este vacío en el pecho que pesa, tropieza, me asfixia. Nadie me escucha, ni siquiera yo misma.
Corro en círculos de melancolía siendo víctima y mi propio verdugo. Existir duele más de lo que esta carne aguanta y las horas se disuelven en la profundidad de un agridulce raciocinio.
Me quedé atrás, no fui nadie, no hice nada. Soy polvo. Un saco de sentimientos rotos. No me quejo, no hablo, no lloro.
Ilusa pretendo creer que si no me muevo, nada podrá arruinarse. Tanto miedo hacia mí misma y estos impulsos. Un rechazo infalible hacia esta naturaleza animal que desgarra todo progreso evaporado en nieblas de excesos.
Busco una tregua con aquel extraño diálogo interno que sigue mis pasos. A veces las conversaciones son nulas, sin cuerpo, no hay voces. Me canso, no avanzo... pero, sigo. ¿Sigo? Tirada en mi habitación buscando una respuesta que no construyo, no entiendo, me nublo.
Paseo en la antítesis de verme sembrada en tierras de vulnerabilidades colectivas, corazones afines y curiosas criaturas sentipensantes, cuando estas heridas murmuran que toda compañía es un reloj de arena desenfrenado que juega a ser eternidad en hilos de trajes de tiempo que visten los cuerpos de mis días.
Encadenada a creer ser espejo y réplica de males aprendidos, puñaladas y suicidios de hábitos no comprendidos. ¿Con quién hablo cuando el mundo me pesa? Si he visto en sus ojos el repudio hacia las criaturas que habitan en mi cabeza.
Deambulo en las noches de insomnio entre canciones, suspiros y risas. Me duele no saber soltar recuerdos, esta vida que llevo me agita.
Mátenme, acaben con este dolor pronto. No tuve las fuerzas de ser aquello que deseaba, creo no saber cuidarme sola, me excuso, me hiero y me rompo.
Condenada a un suplicio silencioso, vago, letal atmósfera de consecuencialidades. Un adiós a la literatura, a un amor y a tres verdades. A lo que quise ser y no fui, al final que jamás cometí.
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El amor es, según lacan, dar lo que no se tiene a quien no es.
En la ilusión del amor creemos que el ser amado completa nuestras carencias, y nos suponemos plenos al percibir colmada la falta inherente a la existencia.
Lo difícil de amar genuinamente, sin embargo, es reconocer que lo que nos falta nunca está en el otro; reconocer al otro genuinamente como otro, y amarlo no por lo que le es proyectado, sino por lo que realmente es. Y eso que realmente es, en efecto, nunca se puede tener.
Reconocer al otro, también es importante cuando se supera un amor perdido, pues no es sino hasta que se acepta que lo que nos faltaba nunca estuvo ni estará en el otro, que se posibilita superar la pérdida, y que, por otro lado, se abre el camino a estar en buenos términos con quien dejamos. Lo que hay que superar, lidiar, perdonar, cambiar, tras una pérdida, no es con aquello que del otro se nos va, sino con aquello que nosotros mismos pusimos en el otro, con eso que fuimos con el otro.
Paradójicamente no es sino a través de un amor que admite la diferencia en el otro que se logra superar un duelo.
Aquí el poema de Borges:
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna ni los lentos jardines. Ya no hay una luna que no sea espejo del pasado, cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes que acercaba el amor. Hoy sólo tienes la fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente) sino lo que no tiene y no ha tenido nunca, pero no basta ser valiente para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra y te puede matar una guitarra.
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo; un instante cualquiera es más profundo y diverso que el mar. La vida es corta y aunque las horas son tan largas, una oscura maravilla nos acecha, la muerte, ese otro mar, esa otra flecha que nos libra del sol y de la luna y del amor. La dicha que me diste y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo que me queda el goce de estar triste, esa vana costumbre que me inclina al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
(Borges)
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