#idk cuantas veces he hecho llorar a sakmin en este au

[mikrokosmcs]

El  cuervo  pega  su  cabeza  a  la  mejilla  de  su  brujo,  regalándole  una  caricia  antes  de  emprender  el  vuelo  hasta  una  roca  cercana  donde  Juniper  le  esperaba  para  enseñarle  a  cantar.  Las  aves  no  cantaban  de  noche,  pero  al  parecer  ninguno  de  todos  los  presentes  era  muy  normal.  -�� —Alcor  está  feliz  de  conocer  otro  familiar  con  plumas  —  -Sakmin  atiende  sus  brochetas,  mientras  pasaba  de  largo  la  canasta  con  frutas.  Sabe  que  son  para  él,  pero  no  se  permite  tomarlas  en  absoluto,  son  un  obsequio  genuino  del  alfa  pero  algo  en  su  cabeza  le  impide  tocarlas.  Su  esencia  se  vuelve  fría  de  nuevo,  la  ventisca  se  torna  feroz  y  se  vuelve  más  ansiosa  cuando  escucha  la  palabra  “triste”  y  “dolor”  en  dos  frases  consecutivas.  Él  no  tiene  derecho  a  sentirlas,  es  lo  que  su  abuela  siempre  le  dijo,  no  podría  nunca  ser  un  general  sanguinario  porque  le  faltaba  deshacerse  de  sus  emociones,  como  aquello  que  caía  en  forma  de  gota  desde  su  ojo  derecho  en  ese  preciso  momento.  Sakmin  arrebata  la  lagrima  congelada  con  la  mano  derecha,  la  zurda  se  aprieta  en  contra  de  su  vientre  vacío.  -  —No  tienes  que  esforzarte  tanto  conmigo,  Taeyong-ssi.  Tu  voz  ahora  es  para  brindar  confort  a  personas  inocentes,  yo  tengo  las  manos  manchadas  en  sangre  y  me  merezco  cada  trato  que  recibo,  cada  mala  mirada,  estoy  cargando  con  una  cruz  que  mi  apellido  se  ha  ganado  —  -pasa  saliva,  alzando  los  ojos  grises  hasta  su  familiar  que  parece  consternado  y  Sakmin  se  siente  mal  de  arruinarle  los  pocos  momentos  de  felicidad  que  tenía,  por  lo  que  le  dedica  una  sonrisa  apretada  al  cuervo  y  vuelve  su  atención  al  otro  hechicero.  -  —Sé  que  no  tienes  malas  intenciones,  lamento  ahogarme  en  un  vaso  con  agua.   

Explicar lo que siente desde que conoció al hijo de un general no era fácil, en especial cuando su propio linaje mantiene un oscuro y triste pasado que buscan borrar a través de la música en sus viajes. La canasta con frutos silvestres que consiguió hace unas horas tambalea entre sus brazos cuando se siente atacado y no puede culparlo, no cuando presencia a diaro la forma que su padre y demás miembros lo tratan cual basura. Una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios cuando el familiar ajeno habla, el pequeño pájaro mencionado sale entre las moras y frambuesas, revoloteando hasta el cuervo. « ¡Acá estoy! TaeTae me enseñó una nueva melodía, ¿Quieres oírla? » el alfa ríe con suavidad, agradecido que alguien pueda seguirle el ritmo a su parlanchín amigo y dar un par de pasos hasta dejar el objeto en el suelo, empujándolo hacia el mayor. “No te disculpes, Alcor es el primero que no parece aburrirse de sus historias.”  Los orbes propios de color avellana se posan en el omega y su pecho duele al escucharlo. Taeyong es callado y prefiere observar el mundo con atención, por ende, puede leer a las personas con facilidad, aunque ahora mismo ese don le cause ganas de abrazarlo con fuerza, incapaz de imaginar lo que ha tenido que vivir para responder como si fuese una carga. “Esta bien, quería platicar contigo, luces... triste.” se sienta a un lado de la fogata, manteniendo distancia y aroma bajo control para no incomodarlo. "Sé que soy un desconocido para ti pero si quieres hablar, aquí estoy. Podemos debatir porqué las moras son mil veces mejor que los arándanos o, si prefieres, puedo cantar para aliviar tu dolor."