#gordos cantina
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Love this spot -- Gordos Cantina in Bushwick, NY
#Mexican#Mexican food#authentic Mexican food#Bushwick#NYC#Brooklyn#Queens#lifewithjess#jnyc#itsjessnyc#gordos#gordos cantina#michelín star
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Gato marica. Demacrado. Ojos azules regados con lágrimas negras secas. Una pata. Dos patas. Tres patas. Cuatro patas. Una a una escurriéndose en las esquinas. Putas. Jíbaros. Humos. Colores desgastados, anaranjados reflejados en charcos de orines. Una calle rota. Una vida mísera.
Miradas van, miradas vienen. Sobrepasan los bordes de mis pelos sin notar mi presencia. Un fantasma. Soy la sombra que no crea oscuridad en la acera, soy la vivida forma de la nada. Burdeles, bares, cantinas. Los mismos lugares con diferente etiqueta. No quería inmiscuirme de nuevo en la mierda, esa marrón oscura deslizándose del culo grasiento de cualquier gordo taxista. Quería más. Colores distintos.
Cansado de anaranjados de vómito, de marrones de mierda, de grises de humos, me dirigí a un motel. El sitio de los gemidos, de los fetiches extraños, de la vida color diarrea. Esa marrón clara, con melenas. La medio roja, la sangrienta. Peleas. Gemidos. Mucho sexo, mucho semen. La ciudad eternamente nocturna en sus costumbres.
Una llamada. Dos gritos. Cállese puta. Por favor, déjeme ir. Un silencio entremedio del bullicio. Sexo de fondo. Lágrimas cesando. Voces que se apagan. Bolsas que suenan. Cuchillos que cortan. Piel. Sangre. Huesos. Un brazo por aquí. Una pierna por allá. Una cabeza. Un príncipe azul. Un rubio con ojos azules. El marica sueño de las putas. Dinero. Fama. Estatus. Todo es apariencias hasta que terminan en una bolsa, o en un maletín o en una maleta.
Uno, dos, tres. Empieza la lluvia. Los rojos se apagan. Un maletero se cierra. Un carro se escapa. Una cama de motel tendida. Cámaras que no ven. Humanos que no entienden.
Dinero. Placer. Apariencias. Deseos. Vida. Muerte. Hombres fieles. Sin valor, con dinero. Mujeres infieles. Valiosas, sin dinero. Muchas ganas de viajar, de vivir, de soñar, de dejar de ser pobre, de escaparse de la realidad de las calles. Esas rotas, sin nombres. Sólo aceras anaranjadas de orines y moteles con olor a sangre.
Una pata. Dos patas. Tres patas. Cuatro patas. Soy sólo un fantasma. La sombra que no crea oscuridad en la acera, soy la vivida forma de la nada.
Mr. Cat
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Gato marica. Demacrado. Ojos azules regados con lágrimas negras secas. Una pata. Dos patas. Tres patas. Cuatro patas. Una a una escurriéndose en las esquinas. Putas. Jíbaros. Humos. Colores desgastados, anaranjados reflejados en charcos de orines. Una calle rota. Una vida mísera.
Miradas van, miradas vienen. Sobrepasan los bordes de mis pelos sin notar mi presencia. Un fantasma. Soy la sombra que no crea oscuridad en la acera, soy la vivida forma de la nada. Burdeles, bares, cantinas. Los mismos lugares con diferente etiqueta. No quería inmiscuirme de nuevo en la mierda, esa marrón oscura deslizándose del culo grasiento de cualquier gordo taxista. Quería más. Colores distintos.
Cansado de anaranjados de vómito, de marrones de mierda, de grises de humos, me dirigí a un motel. El sitio de los gemidos, de los fetiches extraños, de la vida color diarrea. Esa marrón clara, con melenas. La medio roja, la sangrienta. Peleas. Gemidos. Mucho sexo, mucho semen. La ciudad eternamente nocturna en sus costumbres.
Una llamada. Dos gritos. Cállese puta. Por favor, déjeme ir. Un silencio entremedio del bullicio. Sexo de fondo. Lágrimas cesando. Voces que se apagan. Bolsas que suenan. Cuchillos que cortan. Piel. Sangre. Huesos. Un brazo por aquí. Una pierna por allá. Una maleta. Un príncipe azul. Un rubio con ojos azules. El marica sueño de las putas. Dinero. Fama. Estatus. Todo es apariencias hasta que terminan en una bolsa, o en un maletín o en una maleta.
Uno, dos, tres. Empieza la lluvia. Los rojos se apagan. Un maletero se cierra. Un carro se escapa. Una cama de motel tendida. Cámaras que no ven. Humanos que no entienden.
Dinero. Placer. Apariencias. Deseos. Vida. Muerte. Hombres fieles. Sin valor, con dinero. Mujeres infieles. Valiosas, sin dinero. Muchas ganas de viajar, de vivir, de soñar, de dejar de ser pobre, de escaparse de la realidad de las calles. Esas rotas, sin nombres. Sólo aceras anaranjadas de orines y moteles con olor a sangre.
Una pata. Dos patas. Tres patas. Cuatro patas. Soy sólo un fantasma. La sombra que no crea oscuridad en la acera, soy la vivida forma de la nada.
Mr. Cat
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(Feliz Navidad with Danny Trejo)
And another Christmas story shared by Veronica Lamanes
A MEXICAN CHRISTMAS STORY
Twas la noche before Christmas and all through la casa Not a creature was stirring, Caramba! ?Que pasa? Los ninos were all tucked away in their camas, Some in vestidos, and some in pijamas. While Mama worked late in her little cocina, El Viejo was down at the corner cantina. The stockings were hanging con mucho evidado, In hopes that St. Nicholas would feel obligado, To bring all the children, both buenos y malos, A nice batch of dulces y otros regalos. Outside in the yard there arose such a grito That I jumped to my feet like a frightened cabrito. I ran to my window and looked afuera, And who in the world do you think era? St. Nick in a sleigh and big red sombrero Came dashing along como loco bombero! And pulling his sleigh, instead of venados Were eight little burros, approaching volando. I watched as they came, and this muy gordo hombre Was shouting and whistling and calling los nombres: "!Ay, Pancho!, ! Ay, Pepe!, !Ay, Cuca!, !Ay, Beto!! Ay, Chato!, !Ay, Chopo! !Ay, Maruca y Nieto!" Then standing up tall with his hand on his pecho, He flew to the top of our very own techo. With his round little belly like a bowl of Jalea, He struggled to squeeze down our old chimenea! Then, huffing and puffing, at last in our sala, With soot smeared all over his red suit de gala, He filled all the stockings with lovely regalos. He turned like a flash and was gone like viento, And I heard him exclaim--and this is verdad-- "Merry Christmas to all! !Feliz Navidad!"
~unknown
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«Los inocentes», Oswaldo Reynoso.
EL ROSQUITA
Gorrito encarnado. Cabello negro alborotado en la frente. Ojos niños y tristes. Cigarrillo que se cae. Que se cae de la boca. Casaca roja y pantalón negro: El Rosquita. Y el Rosquita es todo un muchacho. Y no es porque yo lo diga. Pero, de verdad, no se puede disimular su edad: dieciséis años, pese a que él sueña con ser adulto, ahorita mismo. Urgentemente. Sabe que los adultos, los hombres hechos y derechos, pueden trajinar, sin miedo, por lugares prohibidos; sabe que los adultos pueden entrar a una cantina y pedir un trago; sabe que los adultos pueden entrar al cine a ver películas escabrosas e impropias para señoritas y menores; sabe que un adulto puede llevar a su enamorada al Parque de la Reserva; en fin, sabe que un adulto es un ser enteramente libre. En cambio, sabe también, que un muchacho… mejor no tocar el asunto, porque es cómo para morirse de la cólera. Por eso tal vez, pensó en falsificar no solo la letra sino también la firma de su madre para hacerse un certificado que dijera: La que suscrive por la precente justifica que su hijo Romulo Campos tiene veinte años, por lo que está permitido de hacer cosas de hombres; Se le ruega a los señores policías no molestarlo sufre del hígado. Atentamente Gosefina Martines de Campos, su mamá. Por desgracia, la policía no hace caso a esa clase de documentos. El Rosquita es cliente empedernido de billares, de cantinas, de lugares prohibidos, etc., etc. Pero también es cliente empedernido de comisarías. Por eso, para que el patrullero no se lo cargue, tiene que poner cara de maldito, de hombre corrido, torcer los ojos, fumar como vicioso, hablar groserías, fuerte, para que lo escuchen, caminar a lo James Dean, es decir como cansado de todo, y con las manos en los bolsillos y, de vez en cuando, toser ronco profundo. Pero todo para nada. Hay algo que lo denuncia como menor de edad. Tal vez sea su presencia o su manera de comportarse que es imposible disimular. Un amigo de Rosquita, mejor diré, un parcero del Rosquita, para emplear una palabra de su uso, me contó el otro día que el Rosquita es bien niño. Así, cuando se trompea y le pegan no puede contener el llanto. Entonces, entre lágrimas, explica: Lloro no porque me duele. Lloro de cólera: soy enfermo del hígado. Cuando enamora es palomilla y atrevido. Comprende que un adulto debe enamorar a viejas; pero, a él, le gustan las chiquitas. Y esto no se puede remediar. Una tarde se encontró con Margarita —trenzas, faldita de colores, catorce años— le dijo: “¡Ay corazón de pepipalta!” Margarita lo mandó, con una palabra deshonesta, a pasear. El Rosquita enfurecido, con bilis, contestó: “Tu boca es parecida a la de esas”. Y Margarita con aires de mujer perdida le gritó: “Calla, calla, angelito”. “Fíjate, dijo el Rosquita, para mí ya no eres mujer. Eres como un hombre y ahora te pego”. Durante una semana sus amigos le gritaban: “Hasta Margarita te hace llorar”. “Acaso, acaso���, contestaba, tapándose los ojos con la punta de los dedos, “mentira, mentira de mentira”. Estos incidentes amargan la vida. Rosquita, aunque no lo creas, te conozco demasiado. En la galería del cine de tu barrio eres el más ocurrente. Desde la triste soledad de la platea te he escuchado. Y un día de verano te he visto gorreando en el estribo de un tranvía de Chorrillos. Ibas con todo el cuerpo al aire y tus cabellos en tremolina al viento cubrían tus ojos. Y cada vez que venía el cobrador lo saludabas, palomilla: “Presente, mi general”. Cada chiste y un repertorio inacabable de piropos. Recuerdo que un cura gordo y serio se comía la risa, hipócrita. Te he visto también jugar fútbol en la calle de tu Quinta. Y te he visto también llorar después de la pelea con algún “torcido”, como los llamabas tú. Te he visto también en el billar La estrella, escondiéndote de Don Lucho. Y te he visto también cantar y bailar en la cantina del japonés. Te he visto también, tímido y oculto, deslizarte por lugares prohibidos. Y te he visto también pasear con tu muchacha, con tu gila, Rosquita.
Pero también sé que a pesar de tus gracias, de tu risa y palomillada eres triste. Eres triste porque comprendes que un muchacho como tú puede perderse. Ahí no está el Príncipe de ladrón; Colorete de “maldito” y casi, casi perdido; Cara de Ángel, de jugador capaz de empeñar su camiseta e irse desnudo, de noche, a su casa, por una mesa de billar; Carambola que está llevando mala vida con una mujer mayor que él; Natkinkón, bohemio y jaranero; y el Chino y del Corsario, mejor no hablar de ellos. Pero tú quieres ser bueno: lo sé. Si en algo has fallado ha sido por tu familia, pobre y destruida; por tu Quinta, bulliciosa y perdida; por tu barrio que es todo un infierno; y por tu Lima. Porque en todo Lima está la tentación que te devora: billares, cine, carreras, cantinas. Y el dinero. Sobre todo el dinero, que hay que conseguirlo como sea. Pero sé que eres bueno y que algún día encontrarás un corazón a la altura de tu inocencia.
CARA DE ÁNGEL
I
Febrero. (Un día cualquiera). 2 p.m.
Metió las manos en los bolsillos y fue más hombre que nunca.
El semáforo es caramelo de menta: exquisitamenta. Ahora, rojo: bola de billar suspendida en el aire.
El sol, violento y salvaje, se derrama, sobre el asfalto, en lluvia dorada de polvo.
Así me gusta: bajo el sol, triste, y con las manos en los bolsillos. (Sólo los viciosos tienen esa costumbre). ¡Al diablo con la vieja! Con las manos en los bolsillos. Porque quiero. Porque me da la gana.
Entró por Moquegua al Jirón de la Unión.
Esa camisa roja que está en la vitrina es bonita, pero cara. Es marca B.V.D. Todas las vitrinas deberían tener espejos. A la gente le gusta mirarse en las vitrinas. A mí, también. El color rojo de la camisa haría resaltar la palidez de mi rostro. Estoy ojeroso: mejor. Tengo el cabello crecido: mucho mejor. Cara de Ángel: sí. Nunca: María Bonita. Ni mucho menos: María Félix. Que no se les vuelva a ocurrir llamarme así; porque les saco la mierda. No tengo cara de muchachita. Mi cara es de hombre. En mi rostro ya se vislumbra una pelusilla un poco dorada que, de aquí a tres meses, será una barba tupida y, entonces, usaré gillete. Si los muchachos del billar supieran lo que hice con Gilda, la hermana de Corsario, nunca volverían a llamarme María Bonita. Se prendió de mi cuello mordiéndome la boca. Por broma dije: Mi boca no es manzana dulce. Entonces la mocosa refregó, violentamente, su cuerpo contra el mío. No quiso que le agarrara las piernas. Tan sólo pude estrujarle los senos. Su ropa interior era de nailon: resbaladiza, tibia, sucia, arrecha. Recuerdo que era roja como la camisa de la vitrina. (Rojo es color de serrano, dice Manosvoladoras, el afeminado de la peluquería, entornando los ojos). Con esa camisa mi rostro estaría más pálido. Me compraría un pantalón negro. Me compraría gafas oscuras. Tendría pinta de trasnochador «dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias de una vida intensa», como dice Choroplantado, el borracho de mi cuadra. Y mis diecisiete años, a lo mejor, se transforma en veinte. Ahorititita, le saco la mierda a ese viejo que simula ver la vitrina cuando en realidad me come el poto con los ojos. Está mira que te mira que te mira. Pensará: camisa roja y pichón en cama. Simulo no verlo. Su mirada quema. Seguramente estoy sonrojado. Eso le gusta: inocencia y pecado. Está nervioso. No se atreve a dirigirme la palabra. Clavo mis ojos en los suyos, como jugando, para avergonzarlo. Desvía la mirada. Miro la camisa. Él me mira. Lo miro. Y, él, mira la camisa. Mejor hay que sonreír. Si me voy, él me sigue. Si me quedo, él me habla. ¡Esto es un lío! ¡Un lío! Hace días uno me siguió más de veinte cuadras. No decía nada. Iba detrás de mí: incansable, silencioso, avergonzado. Entré a mi casa. Comí. Salí al cine, con la vieja. Y él, triste, se perdió al llegar a una esquina. Perros hambrientos, apaleados, corridos. Pero, ¡qué caray!, uno no puede ser carne de ellos. Por fin se acerca. Habla. Contesto: Sí. Sí, me gusta la camisa… Pero, no lo conozco… ¿Qué? ¿Qué quiere ser mi amigo? ¿Para qué?… ¿Por gusto?, ¿simpatía? No, no lo creo… ¡Ah ya! ¿Obsequiarme la camisa? ¿A cambio de qué?… Ya las paro. ¿A su casa? No, no señor, no, disculpe. Si desea le presento a un amigo… ¿Conmigo? No… ¿a la playa? No, es que me hace daño el agua salada… ¿A los ojos? No, al estómago… ¿Al cine? Tampoco. La oscuridad me ahoga. (Con Yoni, sí. Yoni, compañero de clase: loquita: buenas piernas en la oscuridad con chocolate, con fruna, enormes nalgas negras. Las piernas de Gilda son mejores, pero las nalgas de Yoni son el poto. Uno de estos días se las toco). Pierde su tiempo conmigo. Ahí nos vemos.
Sacó las manos de los bolsillos. Bajó la cabeza. Dio una patada en el aire. Levantó un brazo más arriba de la nuca. Se mordió las uñas. Esbelta y triste quedó su imagen, en relieve, contra el sol. Las tiendas del Jirón de la Unión permanecían cerradas. Poquísimas personas transitaban por el centro de la ciudad. El viento, opaco y caluroso, levantaba hojas de periódicos amarillentas y sucias. La tarde —lenta, sudorosa, repleta de sonidos sordos y lejanos — se levanta la niña. La ciudad soportaba el peso, salvaje y violento, del sol.
Es una vaina venir por estas calles. Uno siempre se ha de encontrar con locas. Que lo miran. Que lo siguen. Que le hablan. Que le ofrecen hasta el cielo. Mi cara tiene la culpa. Sí: Cara de Ángel. Cuando gano plata en el billar mi vieja cree que ya estoy con uno de esos y, sin averiguar nada, me pega. Hoy me ha pegado. No me quiere. Para ella debo ser culo de ensarte, triple ensarte.
Metió las manos en los bolsillos y quedó más hombre que nunca.
Elástico y calmo, avanza por el Jirón de la Unión.
Siempre he sido un tonto. Siempre he querido ser hombre. Pero siempre he fracasado. Tengo miedo de ser cobarde. A los soldados —no sé dónde lo he leído —. Antes de la batalla le dan pisco con pólvora para que sean valientes. En lugar de pólvora, que no puedo conseguir, como fósforos y sigo siendo cobarde, sin embargo. Si uno quiere tener amigos y gilas hay que ser valiente, pendejo. Hay que saber fumar, chupar, jugar, robar, frotar, faltar al colegio, sacar plata a maricones, mamar a maricones y acostarse con putas. He intentado todo, pero siempre me quedo en la mitad, ¿será porque soy cobarde? Mi vieja, también, tiene la culpa. Me trata como si aún continuara siendo niño de teta. Y lo peor del caso es que me trata así delante de los muchachos de la Quinta y me expone a burlas. Siempre tengo que trompearme para demostrarles que soy hombre. El otro día, a las cinco de la tarde, me envió a comprar pan. No quise ir: el Collera estaba en la esquina. (Colorete gritaba enfurecido). Protesté, pero al final, como siempre, se impuso la vieja. Saqué la bici y, pedaleando a todo full, pasé por la esquina. Me vieron. Compré pan. Al volver los vi en la puerta de mi Quinta. Cuando quise entrar, Colorete cogió la bici. Con sonrisa maligna dijo: Zafa, zafa, no te metas con hombres. Aquí nadies es niñito de casa. Carambola, di: ¿alguna vez has ido a la panadería por mandado de tu vieja? No. Ves. Aquí sólo hay hombres. ¡Hasta cuando no te desahuevas! Quise pegarle, pero sin darme cuenta dije: ¿Acaso he comprado pan para mi casa? Es para mí. Me gusta comer pan. En las mañanas mi vieja compra para todo el día. Colorete, poniéndose serio, repuso: dije: A nosotros también no gusta comer pan. Y sin darme tiempo, tomó la bolsa y repartió el pan. Comimos, en silencio, sin mirarnos, como si estuviéramos cumpliendo una tarea penosa, colegial, aritmética. Uno a uno los muchachos se fueron. Al final, sólo quedó Colorete. Me asustó con la mirada. Ya no había cólera ni burla en sus ojos: había ternura, extraña, terrible. Cuando se dio cuenta que lo miraba, se avergonzó. Quise darle la mano y decirle: Te comprendo. Pero qué difícil es sincerarse sin cebada. Sé que esa tarde Colorete quiso decirme algo, sin embargo, calló: tuvo miedo. Sin decir nada se fue. Esa noche no pude dormir. Resonaban las palabras de la vieja, pobre vieja pobre: Ya no sé qué hacer contigo. Toda la plata que te doy te la juegas. Eres un mal hijo. ¿Dónde está el pan? Me vas a matar a colerones. Esa noche hubiera sido bueno llorar.
Olor de gasolina en el viento sofocante.
En estas vitrinas hay relojes, chocolates, esclavas, pantalones americanos, camisas, tabas, ropas de baño. Si uno tuviera plata… Y es bien fácil conseguir dinero. Lo único malo es que la vieja lo averigua todo. ¿De dónde sacaste esa camisa? ¿Quién te la dio? Y la cantaleta no termina. Hace poco no más, los muchachos del billar, la collera del barrio, planearon el robo de una moto. El trabajito salió como el ajo. El dinero que se consiguió tuvo que gastarse en cine, en carreras, en cebada, en cigarrillos finos. No se puede comprar ropa, para no meterse en pleitos con la vieja. El único que hace lo que le da la gana es Colorete. Grita y se impone y, si el viejo protesta, le saca en cara su negocio, su cantar: el viejo, su viejo es cabrón. Por eso Colorete no sólo roba, sino hasta se vive, públicamente sentado sobre un maricón que dicen que es doctor.
Llega a la Plaza San Martín. El sol opaco y terrible cae sobre los jardines. Obreros, vagos, soldados y marineros duermen en el pasto: sueño sudoroso, biológico, pesado.
Cómo quisiera estar en la playa: arena; gilas en ropa de baño; carpas de colores, como los circos; espuma; música; olor a mariscos; ojos sedientos de mi cuerpo delgado, elástico y pálido dorado. ¿Y si la Plaza se transformara en playa…? Siento, en no sé dónde, una pereza blanda, como si fuera algodón. Ahora, sube por la garganta y no puedo contener un bostezo delicioso, esperado, que me hace lagrimear. Tengo sueño. Me parezco al gato de la señora vecina cuando se echa patas arriba, hambriento de gata, bajo el sol.
Medio día. Plaza San Martín: bocinas, pitos, ultimoras, tranvías bulliciosos. El cielo, pesado y ardiente, sofoca. La sangre arde. Cara de Ángel: tendido en el pasto.
Y si la Plaza fuera un cementerio: cementerio ardiente, sin flores, con muertos enterrados, verticalmente. Entonces vendría el viento marino del Callao y dejaría al ras del suelo cráneos podridos; y los muertos en invierno se juntarían, para no sentir frío; y en verano se echarían en el pasto para que el sol los caliente; y los autos tendrían miedo de atropellarlos; el patrullero, de vez en cuando, les traería comida y emoliente; y en las noches brillarían con los avisos luminosos: mar con botes de colores… Y si los muertos fueran los manifestantes de ayer, hubiera sido formidable que anoche, el Jefe del Partido, encabezando el suicidio colectivo, se hubiera lanzado del balcón, una vez terminado su discurso, y todos, todos, hasta los policías se hubieran muerto y anoche un señor dijo que el Jefe hablaba para la juventud y no entendí nada y a mi papá lo tomaron preso por meterse en política y mi mamá siempre dice que era bueno y que la política lo mató y yo no sé nada de política no me interesa tampoco y quisiera cagar en el palacio del Presidente por gusto por joder y el profesor de historia con la lata de la higuera de Pizarro y que los almagristas lo mataron y que me daba sueño y que me hacía mojar la cabeza y es peligroso dormir con la cara al sol uno quiere despertarse y no puede como si se estuviera muerto y se quisiera resucitar estoy sudando y me gusta el olor de mi cuerpo el olor de las muchachas de mi barrio me arrecha sobre todo en verano tienen olor a pescado a fierro en inverno no se lavan y apestan rico las manos de Gilda olían a marisco a mar las piernas de Gilda buenas buenas buenas esta noche voy a Méjico y no tendré miedo y el viejo si insiste un poco más casi me lleva da asco con viejo pero la camisa roja bonita duele un poquito pero siempre hay plata Colorete es cochino con Yoni tal vez quince días que no me lo toco y parece que revienta con el sol las bolas hacen carambola jardinera dados gigantes que chocan contra el mar siempre siete siete cuando se pierde los senos de Gilda con mi leche tibia y dulce playa mar ruido olas música azul con verde miel helada con la lengua agridulce retumba en ola en roca el mar roca en agua y ola tumbo en tumbo roca amor en roca Gilda en roca cara sol Yoni mar en cine fruna en mar roca roca en tumbo cara roca mar mar marmarmarmarmar amar amar amaaaaar”.
II 4 p.m. del mismo día
—Que no se escape. La collera del barrio, bulliciosa, en tropel (manada de cervatillos montaraces), llega al Paseo de la República. —Cruza, cruza, rápido. Colorete sujeta del brazo a Cara de Ángel que es llevado a la fuerza. —Cuidado viene auto. (Se agitan como patos). Atraviesan la calle y se dirigen a la parte más tupida y oculta del Parque de la Reserva. (Pantalones negros, azules celestes; camisas rojas, negras, amarillas se estremecen delirantes entre ramas verdes). —Sácale la mierda. El cielo estaba nublado, sucio, triste. El calor es más intenso. Todos están ahí: Corsario, Natkinkón, el Príncipe, Colorete (el capazote de la collera), el Chino, el Rosquita, Cara de Ángel, Carambola. —Quítale la plata. Los cuerpos parecen que tuvieran miel y las camisas se pegan, tibias. El olor agrio y ardiente de las axilas se mezcla, violentamente, con el vaho húmedo y suave del césped. Hay furia. Ganas de quedarse en la mitra del Papa. Cara de Ángel, pálido, no puede hablar: tartamudea. Sabe que Colorete le lleva bronca. —¡Desahuévalo! (Grita Carambola). Lejos: autos y tranvías pasan veloces. Cara de Ángel quiere correr, abrazar a su mamá y pedirle perdón por todos los colerones. —Ya maricón, ¡defiéndete! (Empieza Colorete) Estaban frente a frente, midiéndose. (Gallitos feroces). Los demás hacen ruedo. (Gallinas atolondradas). —Éntrale, éntrale sin miedo, María Bonita. Todos ríen. Cara de Ángel sabe que su rival es cobarde y traidor, que sabe dar buenas chalacas, que tiene una zurda fuerte y mañosa, y sabe defenderse la cara y otras cosas y que, además, cuando se ve perdido, “acaricia con la uña” que siempre carga en el bolsillo. Hay cólera y odio animales en los ojos grandes y biliosos de Colorete. Transpira, cierra y abre los puños, desesperado. Escupe a un lado y a otro, nerviosamente. Cara de Ángel sigue pálido, con las manos en los bolsillos, esperando el ataque. Trata de explicarse el porqué la bronca que le lleva Colorete. Busca en el recuerdo algún incidente ofensivo; pero lo único que recuerda es que siempre fue bueno con Colorete. O a lo mejor, así como existe simpatía natural, espontánea; existe también odio instintivo, natural, espontáneo. De pronto, algo se quiebra, se desmorona, en su interior y se duele por él, por sus amigos, por su mamá. En el pecho siente un charco helado que lo hiere. Cómo quisiera que, de un momento a otro, Colorete le diera la mano, que los muchachos dijeran: “No te asustes, Cara de Ángel, todo esto es un juego: te queremos”. —¡Desahuévate, María Bonita! ¡Éntrale! Colorete se avienta furioso, lo toma por la cintura y cae al piso. Ágil, con las piernas, le hace tenaza en el cuello. El rostro de Cara de Ángel se enrojece y las piernas de Colorete ajustan, nerviosas. Sorpresivamente, Cara de Ángel le toma el brazo y se lo tuerce por la espalda; libera el cuello y aprovecha para montarse sobre su rival. Colorete se encabrita y logra incorporarse botando al suelo a su enemigo. —Espérate, espérate, María Bonita, me voy a quitar la camisa. Los contendores se quitan la camisa. Colorete, orgulloso, exhibe su pecho moreno y musculoso; Cara de Ángel, pálido y delgado, se avergüenza. Nuevamente, se trenzan. Ahora, Cara de Ángel está echado boca abajo y Colorete está jinete sobre él, torciéndole el cuello ajustando fuerte, al mismo tiempo, qué, ansioso, mete la cara por los sobacos de su rival y aspira con deleite. (Le gusta el olor de mi cuerpo, piensa Cara de Ángel). Voltea el rostro y lo mira. Los ojos de Colorete ya no tienen furia, tienen un brillo extraño que asusta. Es el mismo brillo y la misma ansiedad que vio en los ojos de Gilda la noche que casi le toca las piernas. Cara de Ángel siente miedo desconocido y oscuro. Hay un vacío vertiginoso en el estómago, como si se estuviera en el último piso del Ministerio de Educación y el asfalto negro de la calle atrajera, irresistiblemente. Desesperadas las manos se prenden al pasto y grita. —¡Estás armado, mostacero de mierda! ¡Déjame! Cara de Ángel se incorpora furioso. Los muchachos ríen y hacen cargamontón. Colorete sale sudoroso y ordena que le quiten, a Cara de Ángel, el dinero que les ganó en el cracp. Lo aprisionan y le hurgan los bolsillos, pero no encuentran plata. (Cuando fue el baño escondió entre las medias tres libras). —No hay nada —Debe habérselas guardado en los zapatos Cara de Ángel lucha desesperado, no por el dinero, sino porque tiene los pies sucios, las medias están que apestan y le da vergüenza, en pleno verano cuando todos se bañan y andan limpios. Le preocupa la opinión de Colorete. Piensa: ahora, él, me odiará más, sabrá que soy sucio, que no me gusta lavarme los pies. Por fin, lo dominan y le sacan los zapatos, luego las medias y aparecen tres libras húmedas y hediondas. El Rosquita las lava en la pila. Cara de Ángel ha quedado tendido en el suelo, escondiendo los pies. Colorete lo mira con disimulada ternura y expresivo asco. —Cochino, sucio, sucio. Te creía limpio. Pero me gustas más así: sucio. Un día de estos te agarro, de verdad. —Esta noche hay cebada. (Grita el Rosquita). —Oye tú. Hasta ahora nadie me ha dicho mostacero. Tú acabas de decirlo y eso no lo perdono. Saca los dados. Vas a ver quién es Colorete. Vas a jugar conmigo, conmigo, y quien pierde se la corre, aquí mismo. Cara de Ángel tiene que aceptar el desafío, de lo contrario, hablarán mal de él. —Tira, tu primero. Número mayor gana. (Dice Colorete). Cara de Ángel toma los dados, les echa un poco de saliva y los mueve como si estuviera celebrando culto a una deidad misteriosa, sangrienta. Los deja caes suave; ruedan: marcan diez. —¡Qué lechero! (Grita Natkinkón). Colorete recoge los dados. Escupe a uno y otro lado. Cierra los ojos y tira los cubiletes: marcan once. —Córretela. (Ordena Colorete). Cara de Ángel se tiende al suelo de costado; quiere llorar. Piensa que ya no podrá ir a Méjico; quince días que se ha contenido: ¡para esto! —Si quieres, mira esta foto. (Dice Corsario). Del bolsillo trasero del pantalón saca una foto y se la enseña. Se pelean por verla. Cara de Ángel ve una mujer desnuda que está agarrándose los senos. Cierra los ojos y piensa en Gilda. —Ya, de una vez, o te agarramos entre todos. (Grita furioso, Colorete). Todos se quedan en silencio. Sólo se escucha, a lo lejos, el ruido de autos y tranvías y, de vez en cuando, pitos; cerca: el respirar agitado de los muchachos. Cara de Ángel siente una profundidad dulce y una humedad turbulenta en la boca. Un olor picante a madera, a manzana, lo transporta a los brazos de Gilda. Corsario le mira el rostro arrebatado. El Chino, como hipnotizado, no deja de mirarlo. Carambola, asustado piensa en Alicia cuando baila; el Príncipe, también piensa en Alicia y recuerda a Dora. Natkinkón, en cuclillas, sonriente, se come las uñas. El Rosquita, gracioso y palomilla, da vueltas y no puede contener la risa pícara. Colorete, solo, distante, con las manos en los bolsillos, sin camisa, con la espalda llena de pasto y sudor respira agitado sin dejar de ver a Cara de Ángel. La tarde se ha detenido. Colorete piensa que está solo, absolutamente solo en el mundo y siente un dolor terrible en los testículos. De pronto, gritan y aplauden; se empujan, unos a otros; miran el cuerpo de Cara de Ángel y se van a la carrera. El Rosquita, por delante, sale del Parque de la Reserva, enseñando las tres libras. Cara de Ángel queda solo echado en el pasto. Los árboles recortan en pedazos el cielo nublado, caluroso, sucio, sucio, sucio.
Autor: Oswaldo Reynoso
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[...] Foi quando até você começou a torcer pelo seu futuro. Torceu para ser médico, músico, advogado. Na dúvida, torceu para ser físico nuclear ou jogador de futebol. Seus pais torciam para passar logo essa fase. No dia do vestibular, uma grande torcida se formou. Pais, avós, vizinhos, namoradas e todos os santos torceram por você. Na faculdade, então, era torcida pra todo lado. Para a direita, esquerda, contra a corrupção, a fome na Albânia e o preço da coxinha na cantina. E, de torcida em torcida, um dia teve um torcicolo de tanto olhar para ela. Primeiro, torceu para ela não ter outro. Torceu para ela não te achar muito baixo, muito alto, muito gordo, muito magro. Descobriu que ela torcia igual a você. E de repente vocês estavam torcendo para não acordar desse sonho. Torceram para ganhar a geladeira, o microondas e a grana para a viagem de lua-de-mel. E daí pra frente você entendeu que a vida é uma grande torcida. Porque, mesmo antes do seu filho nascer, já tinha muita gente torcendo por ele. Mesmo com toda essa torcida, pode ser que você ainda não tenha conquistado algumas coisas. Mas muita gente ainda torce por você. Se procurar bem você acaba encontrando. Não a explicação duvidosa do mundo, mas a poesia inexplicável da vida. Eu torço por você.
Carlos Drummond de Andrade (via quoteiros)
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“Mesmo antes de nascer, já tinha alguém torcendo por você. Tinha gente que torcia para você ser menino. Outros torciam para você ser menina. Torciam para você puxar a beleza da mãe, o bom humor do pai. Estavam torcendo para você nascer perfeito. Daí continuaram torcendo. Torceram pelo seu primeiro sorriso, pela primeira palavra, pelo primeiro passo. O seu primeiro dia de escola foi a maior torcida. E o primeiro gol, então? E de tanto torcerem por você, você aprendeu a torcer. Começou a torcer para ganhar muitos presentes e flagrar Papai Noel. Torcia o nariz para o quiabo e a escarola. Mas torcia por hambúrguer e refrigerante. Começou a torcer até para um time. Provavelmente, nesse dia, você descobriu que tem gente que torce diferente de você. Seus pais torciam para você comer de boca fechada, tomar banho, escovar os dentes, estudar inglês e piano. Eles só estavam torcendo para você ser uma pessoa bacana. Seus amigos torciam para você usar brinco, cabular aula, falar palavrão. Eles também estavam torcendo para você ser bacana. Nessas horas, você só torcia para não ter nascido. E por não saber pelo que você torcia, torcia torcido. Torceu para seus irmãos se ferrarem, torceu para o mundo explodir. E quando os hormônios começaram a torcer, torceu pelo primeiro beijo, pelo primeiro amasso. Depois começou a torcer pela sua liberdade. Torcia para viajar com a turma, ficar até tarde na rua. Sua mãe só torcia para você chegar vivo em casa. Passou a torcer o nariz para as roupas da sua irmã, para as idéias dos professores e para qualquer opinião dos seus pais. Todo mundo queria era torcer o seu pescoço. Foi quando até você começou a torcer pelo seu futuro. Torceu para ser médico, músico, advogado. Na dúvida, torceu para ser físico nuclear ou jogador de futebol. Seus pais torciam para passar logo essa fase. No dia do vestibular, uma grande torcida se formou. Pais, avós, vizinhos, namoradas e todos os santos torceram por você. Na faculdade, então, era torcida pra todo lado. Para a direita, esquerda, contra a corrupção, a fome na Albânia e o preço da coxinha na cantina. E, de torcida em torcida, um dia teve um torcicolo de tanto olhar para ela. Primeiro, torceu para ela não ter outro. Torceu para ela não te achar muito baixo, muito alto, muito gordo, muito magro. Descobriu que ela torcia igual a você. E de repente vocês estavam torcendo para não acordar desse sonho. Torceram para ganhar a geladeira, o microondas e a grana para a viagem de lua-de-mel. E daí pra frente você entendeu que a vida é uma grande torcida. Porque, mesmo antes do seu filho nascer, já tinha muita gente torcendo por ele. Mesmo com toda essa torcida, pode ser que você ainda não tenha conquistado algumas coisas. Mas muita gente ainda torce por você. Se procurar bem você acaba encontrando. Não a explicação duvidosa do mundo, mas a poesia inexplicável da vida. Eu torço por você.”
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¿Qué es un mayate?
Nacido en la necesidad y seducido por la puteria el mayate no es más que aquel reflejo de lo que se tiene que hacer para sobrevivir. Permíteme te explico.
Varios dan por sentado que se nace mayate, que son los bajos instintos los que lo llevan a hacer lo que hace, pero la verdad es otra, esto es algo más, algo de escuela, algo que se transmite de generación en generación.
Mucho le debe el ambiente gay a esas vividas, valientes y arriesgadas “ancestralas” que son las primeras en tener contacto con estos especímenes, son ellas quienes les enseñan el valor del cuerpo y lo que pueden obtener con su herramienta, también mucho influye la banda, la clika, el barrio, los cuates, en esta formación. El mayate vive en “la cultura de la vivez”, en esa en la que “se hace poco y se gana mucho”. Esa misma cultura es la que marca sus puntos fuertes y puntos débiles.
El mayate como buen hombre, lleva vida de hetero, sin pluma, siendo producto 100% nacional, es alegre, vivo, dicharachero, cabron, entrón, machista, mujeriego, cachondo y banda.
¿CÓMO ES FÍSICAMENTE UN MAYATE? Haz visto a tu vecino el sabroso, al chacalon del gas, al pollero, a tu primo del rancho, a tu padrino chicano, al maestro de taller, al cholo del barrio… bueno cualquiera de ellos podría ser un mayate y es que el mayate al igual que el chacal no tiene una forma física definida, podría decirte que son los típicos vatos morenos con cuerpo de albañil o luchador de la AAA, pero eso es un cliché, un mayate puede ser güero, moreno, negro, blaco, alto, bajo, gordo, mamado, flaco, fornido, guapo, feo, etc… al mayate al igual que al chacal, lo que los define en su entorno, entendido esto, podemos decir que el mayate puede tener cualquier aspecto físico y que la mejor forma de identificarlos es observándolos.
¿CÓMO IDENTIFICARLOS? Si no tienes el gaydar (ojo de loca) la mejor forma es a través de la observación y el análisis. Por allí dicen piensa mal y atinaras. (En otro texto les explicare con detalle cómo identificarlos)
¿EN DÓNDE ENCONTRARLOS? En todos lados, aunque siempre el mejor lugar serán los puteros, congales, cantinas de mala muerte, etc. Si tú mi amigo si cuentas con el poderoso gaydar, sabras que a estos los encuentras hasta debajo de las piedras, cuando aprendes a identificarlos en todos lados veras gente que jala.
¿QUÉ LOS MOTIVA A HACER LO QUE HACEN?
La nece mí estimado, la maldita necesidad. Recuerdas que al principio te hable de “las ancestralas” bueno, ellas son jotas veteranas, que se las saben de todas, todas. Su gaydar esta hiper afinado y “saben” detectar desde temprana edad quien va a jalar y quién no. Por esto mismo son ellas quienes los seducen, los enseñan y los forman, les explican cómo se mueve el ambiente gay y les dan ese tip que los marca de por vida: “Nunca te cojas a un puto gratis, si quieren verga, que les cueste” (o algo asi), por ello pareciese que todos están cortados con la misma tijera.
Si no son las ancestralas en la misma banda, que en la cultura de la vivez, saben que hay algunos gays que a cambio de verga se portan muy chido con uno. Los mismos compas te dan esos primeros tips (algunos con conocimiento de causa otros por pura suposición) al enterarse o darse cuenta que a tal o cual jotillo le llamaste la atención. Sembrada esa idea del sexo pagado, es el tiempo el que se encarga de perfeccionar al mayate, al principio los gays le ven la cara de pendejo, dándole puras migajas (que si los tenis que ya no usa, que si 50 pesitos, que si una caguama, un pomo o los cigarritos, etc) pero inevitablemente llega el tiempo en el que la loca se aburre y decide buscar un nuevo mayami. Es aquí cuando este personaje da sus primeros pasos en solitario, cometiendo errores como todo, es el punto cuando está más expuesto, pues es el, ahora quien busca a las jotas, ya no al revés como cuando la ancestrala y sus conocidos lo iniciaron en este mundo. Sin duda, la mejor etapa para conseguir uno de estos, pues con tal de seguir teniendo beneficios, no les importa como sea el vato en cuestión, lo único que quieren es ganar. Peor aún si le sumas que generalmente están en la edad de la punzada cuando esto pasa, las hormonas hacen lo suyo y aquello necesita un hueco donde vaciarse. Pero, como bien mencionamos al comienzo, ellos llevan vida de hetero, no se pueden permitir el lujo de quemarse, así que se adaptan a esta nueva variante. En este punto es cuando comienzan a desarrollar sus tácticas de ligue, el verbo, el físico, la cara, la fuerza, etc… Es decir de todo aquellos que resulte atractivo para los gays. Claro con sus respectivas restricciones los halagos hacia sus piernas o sus nalgas no siempre son bien recibidas, recordemos que al ser producto 100% nacional traen el machismo muy impregnado. Pasado todo ese tiempo, esos primeros pasos, es cuando por fin el mayate está apto para mayatear.
Y ahora la pregunta del millón: ¿LOS MAYATES SON GAY? Pues que te diré mi estimado lector: “no, si, tal vez, bueno nomas poquito y en las noches” Si nos vamos a lo técnico, un mayate sería un pansexual o un bisexual, aunque también algunos pueden ser gays en vías de descubrirse así mismo. En futuros textos profundizaremos más sobre este tema. Dato: El mayate generalmente siempre es activo, pero, con unas copas encima o algún dulce en su organismo, puede aflojar el chikistrikis, estimado lector, no vayas a creer que todos los mayates son inter o que será fácil que encuentres uno pasivo, porque si llegas a intentar algo con ellos, pensando así, lo más probable es que te den una buena revolcada y no se las que te gustan.
Casi para terminar el texto te explicare otros detalles de este personaje.
->Anterior mente mencionamos que la nece es su motor principal, es lo que los hace hacer lo que hacen, así que no debe de extrañarnos que algunos logren salir del bache donde nacieron, la misma cultura del mexicano del chingar o ser chingado hace que estos personajes se adapten a las circunstancias y en el mejor de los casos aprovechen las oportunidades… tú no sabes de lo que es capaz una jota enamorada. Por esto que existan técnico, profesionistas o emprendedores que le entren a la mayateada no debe ser una sorpresa, la mayateada es como la puteria, se controla más nos e cura, por allí reza un dicho que “Perro huevero, ni aunque le quemen el hocico”
->Para los que no saben aprovechar esas oportunidades, la vida les pone otras en el camino, teniendo en cuenta lo aprendido en la calle, saben que se pueden sacar provecho, algo de gym, ropita chida y pum… a vender la caricia… o para los más abusados, los reflectores y las pistas de baile son la opción, ¿Quién sabe? Chance allí consigan un sugar daddy o una sugar mommy
->Nunca debes olvidar que son gente de barrio, gente que en el mejor de los casos sabrá ser muy leal y que en el peor de los casos te puede dejar medio muerto tirado en un baldío.
->Los vicios, los vicios son algo muy común en todo este bajo mundo y los mayates no se salvan de eso, así que esta también es una forma de ligártelos pero ten cuidado, porque un mal viaje puede salirte muy caro. Ya que andamos por estos temas, el alcohol es el lubricante social universal por excelencia.
->Las edades, yo sé que la gran mayoría de ustedes que me lee son gente decente, gente buena, con principios y valores que está aquí por curiosidad, morbo o por saber más de la vida. La mayateada como todo lo que se da en los estratos sociales más bajos, comienza de muy, muy joven. Por ende “la mejor” edad para agarrar uno de estos es en la secu/prepa, sé que ustedes no lo harán, ustedes se esperarían hasta los 18, pero por desgracia esto es algo que entra dentro “del conocimiento popular” y que muchas otras personas si hacen.
->Siguiendo un poco con el tema del párrafo anterior, el tiempo es otra cosa que juega en favor o en contra de estos personajes, pues la mayateada y la puteria del ambiente gay en general, durante esa edad juventud comparten mucho, lo cual nos lleva a que cuando el mayate ya pasa los 25, sea “más duro” de convencer para que jale. (En contra parte, los gays que compartieron esa etapa con los mayates afilan más su gaydar y amplían su conocimiento sobre ¿Cómo?, ¿Cuándo? y ¿con que? Convencerlos)
->Para finalizar y sin albur, “dicen que a la larga uno se acostumbra” y que “uno puede acostumbrarse a todo menos a no comer…” esto es sabiduría popular pura, resultandos ser también una ley y una verdad, como dije anteriormente la mayateada es como la puteria, se controla mas no se cura, así que llegada cierta edad, no es de extrañarse que el mayate (independientemente de a lo que se dedique) sea quien a veces en ocasiones tome la iniciativa, esto motivado por diversos factores, siendo la esposa casi siempre el principal factor… imagínate llegar a casa con una esposa neurótica, que no te afloja las nalgas, peor te pide más dinero del que ganas… Cualquiera se hartaría. Y es aquí donde un par de nalguitas, apretaditas, suavecitas y que no cobren, no caen nada mal.
Espero les haya gustado, entretenido o sido útil el texto anterior.
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Dato extra: También tiene su origen en esto: El mayate (del náhuatl máyatl) escarabajo verde de junio o pipiol, Cotinis mutabilis… Las larvas suelen criarse en estiércol y alimentarse de éste, principalmente de bovinos. De allí que a los que les gusta dar por el chiquito se les llame así. Pero esto es muy obvio y cualquier mexicano lo sabe, por eso no lo mencione en todo lo explicado arriba. Te mando un fuerte abrazo Atte: ZCORT
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Mole Negro Oaxaqueno #gordoscantina #authenicmexican #mexicanstreetfood #mole #black #oaxaca #molenegrooaxaqueño #trio #comingsoon #daily #menu #guanajuato #guadalajara #cdmx #themunchies #eaterny #grubstreet #longislandcity #queens #nymademexicoapproved (at Gordo's Cantina) https://www.instagram.com/gordoscantina/p/ButX7koFWC8/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=j43e86k42o4
#gordoscantina#authenicmexican#mexicanstreetfood#mole#black#oaxaca#molenegrooaxaqueño#trio#comingsoon#daily#menu#guanajuato#guadalajara#cdmx#themunchies#eaterny#grubstreet#longislandcity#queens#nymademexicoapproved
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Flautas Ahogadas @gordoscantina (at Gordo's Cantina) https://www.instagram.com/p/Cds4DNzOlEK/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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O que vai mudar no bar da tua escola...
Recentemente, o Governo criou uma lista com os alimentos que as escolas públicas não podem vender, mas também com aqueles que são obrigatórios ter disponíveis. Desde as ementas das cantinas às máquinas de venda automática.
👉👉RESPONDE AQUI!
“O Ministério da Educação, em articulação com as autoridades de saúde, tem vindo a promover o desenvolvimento de hábitos alimentares saudáveis, através da emissão de orientações para os bufetes, máquinas de venda automática e refeitórios escolares”, refere o despacho n.º 8127/2021 publicado em Diário da República.
Em 2019, foi criada uma lei que veio “proibir a publicidade a géneros alimentícios e bebidas de elevado valor energético, teor de sal, a��úcar, ácidos gordos saturados e ácidos gordos trans em estabelecimentos de ensino pré-escolar, básico e secundário”. No ano passado, no âmbito do Orçamento do Estado para 2020 (OE2020), o Governo comprometeu-se em “implementar um conjunto de medidas” para a “adoção de hábitos alimentares saudáveis” nas escolas, nomeadamente em termos de “organização e funcionamento dos bufetes escolares”.
Tendo por base as orientações do Programa Nacional para a Promoção da Alimentação Saudável, da Direção-Geral da Saúde, o Governo definiu a lista dos alimentos que são obrigatórios ter à venda nas escolas, bem como aqueles que são proibidos.
No âmbito do cumprimento relativamente ao despacho nº 8127/2021, o Agrupamento de Escolas de Coruche passou a disponibilizar no Bufete fruta, sandes de ovo e de atum acompanhadas de saladas. Os sumos passaram a conter um teor de pelo menos 50% de fruta. Foram deixados de disponibilizar os bolos com creme ou cobertura, bolos ou pastéis de massa folhada, croissants, refrigerantes com extrato de chá, gelados e leites achocolatados bem como empadas e sandes de chourição.
In, AE Coruche, SASE, https://eco.sapo.pt/2021/08/17/estes-sao-os-alimentos-proibidos-e-obrigatorios-nas-escolas-a-partir-de-setembro/; Despacho nº 8127/2021- https://dre.pt/web/guest/pesquisa/-/search/169689544/details/normal?q=Despacho+n.%C2%BA%208127/2021
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Power, Arriba y Abajo, Yacumenza...cuando el fútbol era fútbol
Foto-reliquia del viejo Club Atlético Power. Acunado en José María Roo e Ibicuy, vive en él el recuerdo de los deportistas de la zona, unos del Arriba y Abajo, otros del Glorioso Yacumenza, tantos más... Lares de Víctor Rodríguez Andrade, Alvaro Gestido, donde nació Pepe Schiaffino, cuna de craks... Fútbol heroico de la década del treinta, cuando éramos grandes.
El presente artículo, muy ilustrativo sobre el fútbol barrial montevideano de antes, fue proporcionado por Adrián Jaunsolo y publicado originalmente en el semanario Mate Amargo el 15 de agosto de 1990.
Pasen y vean:
El mediodía con los Lanza nos sirvió para recuperar del arcón de los recuerdos clubes que hicieron historia. "En el Power -cuenta el Chueco- vamos un poco a ejemplificar a todos, ya que todas las historias que conocemos abarcarían un tomo del tamaño de la Biblia... El Sur nunca tuvo liga propia, aunque contaba con tres canchas. Una junto al Mercado Central, la del Libertad de los Laña. La otra, junto al dique, era la del Chacarita, que dirigía el Negro Caraballo. El cuadro era del bolichero de Andes y Maldonado, y su hijo el Coco no jugaba nada bien pero igual lo ponían de golero ya que no en balde pagaba…”
"El Power tenía una modesta canchita en Paraguay y José María Roo. Por nuestra camiseta igual a la del de River argentino nos decían “los millonarios”; justo a nosotros. Incluso de la Argentina alguna vez nos mandaron las camisetas. Así era el fútbol. No ganabas un peso y dejabas el alma y hasta algún real si te mangaban. Lo mío era el fútbol y las copas. Una vez llegamos con varios compañeros a jugar ¡a final de la Liga Palermo y salimos en taxi sin bañarnos a jugarla Final de la Liga El Diario. Igual jugábamos tres partidos en un día... El Chueco entrecierra los ojos y parece volver a vivir aquello. La historia surge caprichosa, casquivana, como una pelota picando en aquellas canchas peladas, donde lo más amenazador era el tiento de aquellas globas capaces de reventar la frente del que las cabeceara. ‘El primer nombre del cuadro fue Adolfo Dacquo, en un justo homenaje a ese gran dirigente -memora el Chueco--. Pero un día para participar en la Liga Palermo decidimos ponerle Power, poder en inglés; te imaginás, nosotros con ese apellido. Pero el nombre pegó y para siempre. Entre los padres del club estaban el ya mencionado Dacquo, Posse, Saibene, un gran sindicalista de aquellos tiempos bravos, don Aníbal Campistrus, Roberto Pons y otros...
Jugadores del ayer
El Chueco nos hace desfilar a todos los Lanza de varias generaciones, pero sus elogios, lejos de encubrir vanidad familiar, va en dirección a otra gente, "aunque dejame mencionar a Abdón Lanza, que era masajista, técnico y propulsor; hablando de masajistas Hortensio Gularte también anduvo con su valijita por allí. En aquellos tiempos jugaban Manolo y Tognola García, Juan Mariño, los Cairo, tanto el Américo como el Narigón, Bonafón, los Ravecca: el Chaca Perreta, Bigote, el Loco Paternostro. que además era un gran murguero. Después, ya en otra generación, llegaron el Víctor Rodríguez Andrade, Sacurila. el Negro Benigno, Luisito La Paz, Clímaco Rodríguez, el Gordo Pérez, el Loco Fiallegas, Walter Bazán. sobrino del Carajo Vázquez, el Ruso Nemoy. el Flaco Bugallo, Héctor y el Coto Bernat, Walter Tanguito Cancela, yo...". El Chueco sabe que por cada uno que se nombra, se quedan diez en el olvido, pero igual desafía a su memoria: "Después vinieron en el Power, los Paredes (jugaban todos), el mejor era el Tocino, Carlos Barboza, el Mocho Pascale, Gracés, Oscar Lorenzo, el tío y el padre del Bombón González, Marcuci y el Peringundín, hasta que fueron llegando Julio, el Tripado Bernat, Milton Marino, el Abuelo Gómez, el Negro González, que la rompía en Defensor; en fin, tanta gente que no te alcanza el espacio para ponerlos. Y conste que en la nómina no están los que venían a reforzar al Power en los torneos de verano Otros cuadros del recuerdo...
Estaba el Arriba y Abajo del Chiquito Inchauspe, su propulsor y gran baluarte de la liga: ‘Tenían camisetas de San Lorenzo. Su reducto era en Ibicuy y Durazno, en la cantina "Adiós Venecia” Entre otros grandes valores jugaban el Chaca Perreta, el argentino Etchenique, Luisito Schapapietra y todos sus hermanos, Barone, el Tuerto Bonasorte, Tognola y ‘un millón’ de muchachos más".
El Rampla Sur, con camiseta rojiverde, era de la calle Convención entre Durazno y Maldonado; salía del mismo local donde se hacían los famosos bailes. Muchas veces iban a jugar sin dormir. El Libertad, como ya dijimos, tenía su cancha donde hoy está la Plaza España; cuadro de los Laña, el más destacado de ellos fue el Tito, que llegó a jugar en Nacional, aquel famoso partido del ’49 cuando Horacio Bochetti, el rionegrense, expulsó a Walter Gómez y luego los tricolores quedaron con nueve y se armó el terrible lío...
"En ese club jugaron entre otros Sacariello, el Pocho Maggiolo y hasta Carlitos Penino. Estaba el Yacumenza, del conventillo “Medio Mundo", gran cuadro de los Silva, los Martirena. Fiallegas. El Montevideo Sur de la época vio brillar en su equipo a Julio Gómez, Maciel, que con casaca verde hacían las delicias del convento. Hoy juegan en la Liga Guruyú y tengo entendido que han sido los últimos campeones. Estaban también los cuadritos de esquina, como el Estrella del Sur del Polo Calcagno, el Hidalgo, el Independiente, yo qué sé, quisiera tener menos años y más memoria ” concluye el Chueco Lanza, un bohemio que la llevaba atada al pie...
La nota original.
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COMER É UMA ARTE
Desde tenra idade deveríamos ser ensinados a adotar dietas alimentares que conduzissem à saúde.
Colégios públicos e privados carecem de um desafio: somente colocar em suas cantinas produtos saborosos, porém saudáveis.
Seria de bom princípio que todas as casas de ensino tivessem uma horta cultivada por seus próprios alunos. Essa iniciativa, além de sumamente didática é promotora de bem-estar físico e mental. Os estudantes passam a valorizar os alimentos que degustam e quem os produz.
A simples providência de bem administrar a alimentação dos jovens pode ser responsável por evitar uma infinidade de males, quais sejam: hipertensão, diabete, câncer.
Urge destacarmos a obesidade, que leva os indivíduos a viver em estado inflamatório. Ninguém em sã consciência pode dizer: sou gordo e sou feliz, porque gordura é doença.
É de bom tom que encerremos café, almoço e jantar bem antes de estarmos saciados. Evitar líquidos às refeições favorece a digestão. Comer em paz é imperativo para a adequada absorção dos nutrientes.
Impõe-se acatarmos a máxima de Hipócrates: FAÇA DO SEU ALIMENTO O SEU MEDICAMENTO.
PATROCINADORES DO XXXV CURSO DE EMERGÊNCIAS
MORAES E ALVES, CESMAC, SANTA CASA DE MISERICÓRDIA, UNIMED, H. VEREDAS, UNIRIM, H. ARTHUR RAMOS, H. DO CORAÇÃO, DIAGNOSE, OTOCLINIC, NOVA IMAGEM, CREMAL, DR. JOSÉ CARLOS MARANHÃO, DR. JORGE TOLÊDO, UNIMED DO AGRESTE, CLÍN. DR. ANTÔNIO DE PÁDUA, MEDRADIUS, H. ORTOPÉDICO, ENDOGASTRY, PRONTO TRAUMA, DIRAD, SINCRED, SINMED, INST. DA VISÃO, OCULARE, CLIN. HOLANDA LOPES, J. PINTO, HOTEL TAMBAQUI, CENTRO OFTALMOLÓGICO OSÓRIO CARTOSO, HARMONY SPA.
Bispo, após farta refeição comenta:
- Comi como um Abade
- Alguém comentou: - como um Abade, não!
- O senhor comeu como um cavalo!
Não seja arrogante com os humildes nem humilde com os arrogantes
Apoio Cultural:
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Torta Thursday should be a thing 😍 This is the #tortadelgordo, a #torta with #porkshank that has been baked in chili 🌶 and braised with butter with all the fixings, from @gordoscantina in #longislandcity #queensny #nyc and it’s one of our favorite #mexican spots in all of Queens, very different with more of a modern take on Central Mexican food that I haven’t found in many other places. Plus the owners JR and Paulina are just the nicest people, so glad they call Queens their home; we are happy to have them ❤️ #QueensEats #gordoscantina #queenseatsmust (at Gordo's Cantina)
#queenseats#gordoscantina#queenseatsmust#nyc#mexican#torta#longislandcity#porkshank#tortadelgordo#queensny
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EU TORÇO POR VOCÊ!
“Mesmo antes de nascer, já tinha alguém torcendo por você. Tinha gente que torcia para você ser menino. Outros torciam para você ser menina. Torciam para você puxar a beleza da mãe, o bom humor do pai. Estavam torcendo para você nascer perfeito. Daí continuaram torcendo. Torceram pelo seu primeiro sorriso, pela primeira palavra, pelo primeiro passo. O seu primeiro dia de escola foi a maior torcida. E o primeiro gol, então? E de tanto torcerem por você, você aprendeu a torcer. Começou a torcer para ganhar muitos presentes e flagrar Papai Noel. Torcia o nariz para o quiabo e a escarola. Mas torcia por hambúrguer e refrigerante. Começou a torcer até para um time. Provavelmente, nesse dia, você descobriu que tem gente que torce diferente de você. Seus pais torciam para você comer de boca fechada, tomar banho, escovar os dentes, estudar inglês e piano. Eles só estavam torcendo para você ser uma pessoa bacana. Seus amigos torciam para você usar brinco, cabular aula, falar palavrão. Eles também estavam torcendo para você ser bacana. Nessas horas, você só torcia para não ter nascido. E por não saber pelo que você torcia, torcia torcido. Torceu para seus irmãos se ferrarem, torceu para o mundo explodir. E quando os hormônios começaram a torcer, torceu pelo primeiro beijo, pelo primeiro amasso. Depois começou a torcer pela sua liberdade. Torcia para viajar com a turma, ficar até tarde na rua. Sua mãe só torcia para você chegar vivo em casa. Passou a torcer o nariz para as roupas da sua irmã, para as idéias dos professores e para qualquer opinião dos seus pais. Todo mundo queria era torcer o seu pescoço. Foi quando até você começou a torcer pelo seu futuro. Torceu para ser médico, músico, advogado. Na dúvida, torceu para ser físico nuclear ou jogador de futebol. Seus pais torciam para passar logo essa fase. No dia do vestibular, uma grande torcida se formou. Pais, avós, vizinhos, namoradas e todos os santos torceram por você. Na faculdade, então, era torcida pra todo lado. Para a direita, esquerda, contra a corrupção, a fome na Albânia e o preço da coxinha na cantina. E, de torcida em torcida, um dia teve um torcicolo de tanto olhar para ela. Primeiro, torceu para ela não ter outro. Torceu para ela não te achar muito baixo, muito alto, muito gordo, muito magro. Descobriu que ela torcia igual a você. E de repente vocês estavam torcendo para não acordar desse sonho. Torceram para ganhar a geladeira, o microondas e a grana para a viagem de lua-de-mel. E daí pra frente você entendeu que a vida é uma grande torcida. Porque, mesmo antes do seu filho nascer, já tinha muita gente torcendo por ele. Mesmo com toda essa torcida, pode ser que você ainda não tenha conquistado algumas coisas. Mas muita gente ainda torce por você. Se procurar bem você acaba encontrando. Não a explicação duvidosa do mundo, mas a poesia inexplicável da vida. Eu torço por você.”
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Mesmo antes de nascer, já tinha alguém torcendo por você. Tinha gente que torcia para você ser menino. Outros torciam para você ser menina. Torciam para você puxar a beleza da mãe, o bom humor do pai. Estavam torcendo para você nascer perfeito. Daí continuaram torcendo. Torceram pelo seu primeiro sorriso, pela primeira palavra, pelo primeiro passo. O seu primeiro dia de escola foi a maior torcida. E o primeiro gol, então? E de tanto torcerem por você, você aprendeu a torcer. Começou a torcer para ganhar muitos presentes e flagrar Papai Noel. Torcia o nariz para o quiabo e a escarola. Mas torcia por hambúrguer e refrigerante. Começou a torcer até para um time. Provavelmente, nesse dia, você descobriu que tem gente que torce diferente de você. Seus pais torciam para você comer de boca fechada, tomar banho, escovar os dentes, estudar inglês e piano. Eles só estavam torcendo para você ser uma pessoa bacana. Seus amigos torciam para você usar brinco, cabular aula, falar palavrão. Eles também estavam torcendo para você ser bacana. Nessas horas, você só torcia para não ter nascido. E por não saber pelo que você torcia, torcia torcido. Torceu para seus irmãos se ferrarem, torceu para o mundo explodir. E quando os hormônios começaram a torcer, torceu pelo primeiro beijo, pelo primeiro amasso. Depois começou a torcer pela sua liberdade. Torcia para viajar com a turma, ficar até tarde na rua. Sua mãe só torcia para você chegar vivo em casa. Passou a torcer o nariz para as roupas da sua irmã, para as idéias dos professores e para qualquer opinião dos seus pais. Todo mundo queria era torcer o seu pescoço. Foi quando até você começou a torcer pelo seu futuro. Torceu para ser médico, músico, advogado. Na dúvida, torceu para ser físico nuclear ou jogador de futebol. Seus pais torciam para passar logo essa fase. No dia do vestibular, uma grande torcida se formou. Pais, avós, vizinhos, namoradas e todos os santos torceram por você. Na faculdade, então, era torcida pra todo lado. Para a direita, esquerda, contra a corrupção, a fome na Albânia e o preço da coxinha na cantina. E, de torcida em torcida, um dia teve um torcicolo de tanto olhar para ela. Primeiro, torceu para ela não ter outro. Torceu para ela não te achar muito baixo, muito alto, muito gordo, muito magro. Descobriu que ela torcia igual a você. E de repente vocês estavam torcendo para não acordar desse sonho. Torceram para ganhar a geladeira, o microondas e a grana para a viagem de lua-de-mel. E daí pra frente você entendeu que a vida é uma grande torcida. Porque, mesmo antes do seu filho nascer, já tinha muita gente torcendo por ele. Mesmo com toda essa torcida, pode ser que você ainda não tenha conquistado algumas coisas. Mas muita gente ainda torce por você. Se procurar bem você acaba encontrando. Não a explicação duvidosa do mundo, mas a poesia inexplicável da vida. Eu torço por você.
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