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#el viento nos llevara
amor-al-vicio · 2 years
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Imposibles.
Recuerdo perfectamente el primer día en que empezamos a hablar a través de una pantalla, me encontraba sentado frente a mí computador riéndome de tus chistes y ocurrencias, al mismo tiempo que admiraba tus fotos y contemplaba tu belleza.
Los días siguieron pasando, nuestras conversaciones cada vez eran más largas y profundas, se intensificó muy rápido las ganas de poderte ver y de un momento a otro, sin darme cuenta, te empecé a querer.
Ambos sabíamos que la distancia siempre fue nuestro único pero mayor problema, eramos felices hablando pero muy en el fondo nos estábamos torturando. No sé cuántas veces al día nos decíamos "te extraño", no sé cuántas veces llegamos a decirnos "quiero verte este año", pero recuerdo perfectamente cuando por primera vez me dijiste "te amo".
Con el pasar de los años la distancia logró consumirnos, separando nuestras vidas por completo, haciendo que todos esos fuertes sentimientos, flotaran en el aire y se los llevara el viento.
Muchas veces me pregunto a dónde quedó nuestro amor y que tan lejos pudimos haber llegado. Otras veces me pregunto cuánto me pudiste haber amado. Me he echo muchas preguntas tontas, como saber si aún me piensas y antes de dormir te imaginas una vida a mi lado.
Estés dónde estés, espero estés bien. Y aunque sé que nunca vas a leer ésto, quiero que sepas que yo de ti aún sigo enamorado.
—Atticus.
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danielalanusse · 6 months
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El Valor de las Acciones: Más Allá de las Palabras
A veces nos aferramos a cosas que no valen tanto como pensamos. Las sujetamos con fuerza, creyendo que son imprescindibles. Pero con el tiempo entendemos que eso solo nos hace daño. Descubrimos que las palabras pueden sonar bonitas, pero si no las respaldamos con acciones, pierden su magia.
Es como si el viento se llevara esas promesas que una vez parecían sólidas. Aprendemos que lo importante está en lo que hacemos, en las decisiones que tomamos y los pasos que damos. Las palabras pueden ser bonitas, pero su verdadero valor está en lo que hacemos con ellas.
Entendemos que ser auténtico es hacer lo que decimos. Que nuestras acciones hablan más fuerte que nuestras palabras. En el silencio de nuestros actos encontramos la esencia de lo que somos y lo que realmente valoramos.
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nuisancevian · 1 month
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El viento trae consigo polvo, tierra, hojas pero también todo se lo lleva.
El tiempo trae consigo, experiencias, anécdotas, recuerdos pero también todos se los lleva.
Escucho el tic tac del reloj, y también siento el pasar del tiempo pero no lo veo; sabemos de ley que el tiempo existe, y es un hecho que su misma existencia nos ha esclavizado.
Tampoco al viento lo veo, pero lo siento y lo escucho como sopla. El viento anuncia libertad, nadie lo atrapa como al tiempo un reloj.
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Ojalá el viento me llevara y del tiempo me olvidara.
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carlos-charly · 1 year
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Extraños
Terminó el pacto y nos huimos.
Somos ahora perfectos extraños, cuerpos separados de raíz una luna vencida, un milagro perdido en el viento, un retrato opaco con su pátina gris desdibujada.
Parece ser verdad entonces, que jamás nos vimos, que nunca en la vida compartimos algo, como si una luz extraña se llevara, de pronto, hasta el último recuerdo.
Somos la sombra apenas, de lo que fuimos…
Somos, el ojo desnutrido de un sueño hecho pedazos.
Nada en la nada. Vos y yo la nada misma.
Carlos V.
15-VIII-2017
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monirios · 2 years
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Tal como somos. Libres.
De niña te recuerdo así de hermosa, decidida, contenta, amigable, como si fueras de colores brillantes. Deseando siempre que aprendiéramos más de lo que nos gustaba. Viajando para que siguiéramos maravillándonos de tantos lugares nuevos. Enseñándonos de la naturaleza pero sosteniéndonos muy de cerca con tus amorosos brazos. Enseñándonos cada vez que podías la magia de los cuentos para poder sentirla y luego soñar. Coloreando todas las navidades con el amor más bonito que un hogar puede brindarte. Haciéndonos reír a carcajadas pero de nosotros mismos. Es maravilloso todo lo que hiciste junto a mi padre para que creciéramos en libertad para escuchar la inmensidad de nuestro corazón, en el amor y en la adversidad. Supera las palabras. Me quedo con todo, sobretodo con lo que significó enseñarnos a amar y al hacerlo, a amarnos. Eso si que es inmenso. Feliz día, madre querida, hoy quisiera abrazarte y quedarnos así hablando por horas como lo hicimos durante casi un año en la terraza de casa, riéndonos y (aunque rara vez) llorando, esperando que el viento se llevara todas esas lágrimas y la noche para agradecerle por tanto. Te honro con todo mi corazón.
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sinfonia-poetica4 · 2 months
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UNA LÍRICA DE DESAMOR
Ni siquiera cien sonetos podrían explicarte lo que siento, ni siquiera Bécquer o Neruda podrían acercarse a este sentimiento, fuiste éxtasis en la madrugada, cuando el silencio nos acompañaba y los gemidos desestresaban.
Fui condenado al infierno por amarte como yo te amo, por pensarte como yo te pienso y desearte como yo te deseo, juzgado como el peor de los criminales, sentí en tu juicio la preferencia que nos hace vicio y desaparecí entre la sombra de la noche abatido y perseguido por aquellos que no entienden del amor sincero y sin prejuicios.
Nos dejamos ir porque así era más fácil vivir, así era más fácil entender que no eras para mí, que ni siquiera el futuro que ahora parecía encadenado al pasado nos permitiría sentir de aquella manera como cuando mirabas el cielo y pensabas en mí, porque así fuese por un efimero momento fuimos capaces de pertenecernos, así este amor se lo llevara el viento en forma de fragmentos destrozados por el tiempo.
- Sinfonía poetica.
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ricardo-mangluna · 1 year
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Luciérnagas
Creí haber tomado un autobús que me llevara hacia lo más lejos, a las montañas tal vez, aunque ya no existieran. A un río, a un abismo que no fuera el de esta mente. El autobús ciertamente no era el escape – landscape-  que pensaba me libraría de sentir, no voy a encontrar en mi viaje un paisaje que me inspire a continuar pintándolo, ni siquiera tendré árboles, ni imaginación, únicamente estos crayones de colores que me han perseguido desde mi infancia. Pintaré flores en un muro para olvidarme de ti, para crear un jardín lleno de mujeres y recordar aquella poesía que me leías donde los autores eran tan pervertidos y necesitaban ante todo una mujer que se enredara en sus cuerpos salados.
Los cristales de las ventanas me recuerdan a ti, las fotografías me recuerdan a ti, este cielo enfermo me recuerda que debo morir, en un lugar preciso, tal vez en las montañas, en el paisaje pintado en el muro, sobre el cielo, pero no en ti, pues he cargado mi muerte desde mi nacimiento, y no tiene tu rostro, tiene el mío.
Emilio. Después de habernos retirado de las batallas comprendí que no necesitaba más de este cuerpo pesado, incluso tú tampoco lo necesitarías, siempre podrías imaginar un cuerpo alterno que te ayudara a pasar los días, o más bien los sueños. He pensado que creaste una nueva mujer para ti, oriental, con ojos tan negros que me asustaría mirarlos. Para ti sería como ver una película japonesa más, pero yo he dejado el cine atrás, aquél día que me fui habíamos estado en el cine, ¿recuerdas?
Desde niña conocí los mares negros llenos de luces, había vivido en varias regiones, siempre fueron zonas austeras e inertes, parecía que más bien la lluvia y la sequía habitaban esos lugares, la gente no se miraba más que cuando corría a escondidas entre arbustos o muros de piedra caídos, los únicos seres que empecé a apreciar fueron las luciérnagas. Te conté durante noches mis anécdotas sobre las luciérnagas, ellas brillaban en tus ojos y me emocionaba inventarles un poco más de historia para hacerte dormir. En la realidad cada luciérnaga representaba para mí un día realmente vivido, uno en el que me haya sentido útil; permanecí un largo tiempo sin ver alguna.
Contigo conocí mares de asfalto que podíamos disolver con tinta. Escribías, pensaba, me moría, me revivías, y después verbo tras verbo y nunca una calma absoluta. Contigo conocí mares rojos, sepias, conocí tu mar, excepto el mío, conocí un paisaje, no el mío.
Por las noches salía del sueño para tomar un sorbo de calor en la madrugada, me parecía esto una imagen de celuloide, un encuadre iluminado por la luna en un sitio decorado por muebles de madera, y yo de porcelana rota. Dejé de fumar cuando las madrugadas dejaron de ser lluviosas, no tenía caso ver un solo humo exhalado, cuando llovía y el cuerpo se enfriaba, con cada fumada salía un pedazo de mi alma también, un humo más claro que el del tabaco. Blanco y negro, era mi noche y mi día. Él se encerraba en la habitación púrpura, la llamaba índigo, él pintaba la casa con colores extraños, yo daba las sombras necesarias en los márgenes de las paredes y de las ventanas, él era capaz de enredarme entre los muros y desnudar mi espalda para pintar sobre ella signos de otras lenguas no humanas, no reales, de esta forma perfeccionábamos la casa y nos uníamos como vagones que viajan hacia el destino. El destino era no buscarte y llamarte después, olvidarte en la habitación índigo mientras releías papeles y escuchabas incansablemente a Chet Baker. El destino mío era acabarme la vida en un murmullo del viento, pero lo rechacé por él, es decir por ti, porque la vida era cansada sin tener un motivo para que reaccione nuestro cuerpo. Dolor, lo buscábamos para darnos cuenta de cuánto nos aferrábamos a nuestra vida, para darnos cuenta de que nuestras vidas únicamente sobrevivían para engañar a la realidad y crear un mundo fantástico sustentado con el dolor de nuestras mentes.
Nunca habíamos pensado en nuestra infancia pero sabías por mis fotografías que yo había caminado por una niñez invisible. La realidad no significaba nada para mí, sólo tenía de mi vida un enmarañamiento de colores que, conforme mi cuerpo crecía, traté de pintarlos en la transparencia de los días, en los rostros de las personas. Buscaba que todo tuviera sentido, o uno al menos para poder seguir moviéndome en el tiempo y darme la oportunidad de ser un camaleón en una fábula de asfalto. Después busqué liberar a las personas de su realidad, exhibiendo la mía frente a sus ojos, y en esos momentos, en los muros de los museos, te conocí.
Tomé varias veces tu cuerpo prestado de tu mente, para incluirte en un pensamiento distinto lleno de óleo, con otras personas que no conocías, que indudablemente nunca hubieras querido conocer. De manera abstracta te trasladé hacia la concepción cromática de mi realidad, eras un ente negro en el fondo oscuro de las pinturas, eras quien vivía cuando los demás yacían muertos y desangrados a tu alrededor. Por tu parte, tomabas mi cuerpo con un poco de mí para llevarme a tus ficciones, ahí, me iba, regresaba, te perdía, me imitabas, tenías un molde para cada narración con palabras revueltas, coloreadas por mí para darles más avidez. Era agradable verte fumar y compartir el humo en las noches de verano, en la cabaña fuera de la ciudad, nos habíamos olvidado de todo tiempo excepto de aquel que se nota cuando los ríos y los grillos suenan en la noche. El tiempo entonces parecía agradable, porque no mirábamos afuera, sin embargo muchos morían durante nuestro exilio.
Evidentemente llegué a extrañar demasiado las noches de luciérnagas, pinté durante la noche puntos amarillos y anaranjados con el afán de hacerlos ver como ellas, me ayudaba de la luz de las velas para dar un efecto más cálido y sentirme acogedoramente como en el pasado. La luz no era suficiente. Después de varios días te pude confesar que incendié la cabaña para reponer todos los años que había perdido de luz y de calor. Te pinté un incendio en medio de una oscuridad absoluta como símbolo de disculpas.
Pasaron más de veinticinco años de haber nacido cuando te había encontrado en una sala del museo, eras el sujeto más oscuro que podía encontrarse con esa luz tenue. Preguntaste sobre los cuadros, por qué todos morían sobre lienzos blancos y su sangre traspasaba las barreras de los cuadros, pues estabas seguro que la sangre llegaba hasta el piso, por eso te escondías en la sombra mientras todos los demás visitantes dejaban de hablar sobre conceptos, terminajos y sobrevaloraciones. Te comprendí y te llevé a casa como un cachorro desolado que busca afecto. No quisiste mencionar nada de tu vida, la pregunta fue un error desde que la formulé, yo tampoco quería saber nada de ti, tan sólo quería verte entre la oscuridad de mi habitación, entre mi pintura y a un costado de mis pesadillas.
El mundo dejó de ser mundo cuando empezó la muerte. Siempre hemos vivido bajo la sentencia de recuperar el pasado o de simplemente añorarlo, siempre ha sido y será el sueño de todas las personas. Pinté la revolución de las personas, la vileza del humano por tratar de matar todo ser vivo, me sentí por muchos días atraída a la realidad. Te llevé también a ti a esa dimensión turbia, te dije que había que incluir ciertas situaciones de lo que veíamos en nuestra íntima imaginación, para encontrar los sentidos que tal vez nos explayarían los sentidos, a tal punto de detestar a Afuera y esperar que muchos más se unieran a la causa. Muchos murieron intentando crear un Adentro justo.
Fuiste testigo del blanco de mi mente, del vacío intencionado para olvidar este mundo, tú te aferraste cada vez más a permanecer en un espacio intermedio, no estabas decidido a perder para siempre ese Afuera terrible. Me dedicaste líneas donde me exponías la complejidad de conjuntar el amor, la imaginación y la realidad de los sentidos, terminabas explicando que un cuerpo no es capaz de soportar tanta elasticidad, que era mejor no pensarlo. Nunca supe realmente qué querías decir en todas tus cartas.
Emilio, había vestido un abrigo gris el día que me fui. Perdí la voz cuando salimos del cine, no acepté tu invitación a beber un trago, no acepté nada de ti, ya había aceptado demasiado de nosotros, los paseos, las pinturas, tus palabras. Había aceptado tanto tiempo y aire para un viaje que no ha servido para cambiar nada en el mundo. Entonces te sentaste a ver cómo me iba, y mientras me veías, recordaba aquella vez primera cuando dijiste que el color de la sangre se vertía por fuera de mis cuadros, tenías la misma mirada de sorpresa, te veía sin verte, te escuchaba sin oírte, todo lo encontraba en mi mente, incluso he encontrado aquí las sensaciones que me causaba tu cuerpo, he lidiado estos últimos días gracias a esas caricias que aún recuerdo. Mis manos no tienen más pinceles, pero me pinto los labios recordando los tuyos, y paso un par de dedos por mi rostro, tal vez extrañe demasiado tu tacto.
Emilio, he llegado a un horizonte lejano con la vaga promesa de volver a encontrar luciérnagas. Sobre los escombros que fueron alguna vez mi juventud, dejaré el cuerpo ya abatido. He imaginado completamente esta escena antes de que suceda, el cielo será oscuro y levemente nublado, los cerros serán guardianes de este deseo creando una barrera entre el día y la noche. Sobre las ramas caídas del otoño estará vertido mi cuerpo vestido de seda blanca, sobre mi volarán luces fluorescentes como las que había visto en algún tiempo, las que siempre quise recrear y siempre me faltaron; y allá en el fondo nocturno, detrás de las luciérnagas, tu cuerpo oscuro que jamás habrá de abandonarme.
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Trekking a El Mirador. Parte 5: El Mirador
Desde la Muerta, solamente faltaban poco más de 2 km para arribar al Mirador, así que apreté el paso. En poco tiempo llegué junto con Ernesto y entramos cantando al campamento. Estaba sumamente feliz de haber llegado por fin hasta ahí y arrojé mi sombrero al aire apenas llegar. No dio tiempo de hacer mucho, el atardecer se acercaba, así que poco después nos dirigimos hacia el complejo El Tigre, a un lado del campamento, para ver el atardecer desde ahí.
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Una vez en la plataforma superior, me sorprendió ver el templo principal y uno de los laterales con las fachadas frontales totalmente liberadas y con algunas excavaciones cubiertas de lonas y plásticos negros. Incluso en algunas partes se veían restos de mascarones de estuco.
Estuve grabando mi vídeo utilizando una impresión 3D del edificio que yo modelé, tardé bastante y fui uno de los últimos en llegar a la cima principal, a más de 50 m por encima del nivel del suelo. Desde ahí podía ver la gran mole de La Danta, el edificio principal del sitio, ubicado a 2 km de ahí. También se podían ver las elevaciones de edificios más cercanos, con menor altura pero sumamente masivos. Más lejos se observaban los edificios de Tintal y la estructura 1 de Nakbé.
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El atardecer fue muy similar al anterior, sin nubes y con una capa de humo en el horizonte. Apenas el sol se ocultó, bajé a la explanada superior para observar mejor el templo lateral. Ahí me encontré a Carlos, quien estaba esperando la oscuridad para tomar fotos con el cielo estrellado de fondo; su idea me pareció excelente y aproveché mi tripié para intentar hacer lo mismo. Nuestros compañeros se quedaron en la parte alta un rato y en mis primeras fotografías aparecieron líneas de luz que eran ellos con sus linternas, descendiendo mientras el lente de mi cámara permanecía abierto en una serie de exposiciones largas. Después de eso tomé otras imágenes iluminadas con la luz de la luna, casi llena; fui el último en bajar y le pedí a nuestro guía Antonio que nos llevara al edificio Garra de Jaguar, pues quería tomar fotos nocturnas de los mascarones, él accedió de buena gana y estuvimos otro rato en dicho lugar, utilizando todas nuestras lámparas para iluminar los detalles en estuco.
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De vuelta en el campamento, cenamos extrañando un poco la carne, ya que el calor impedía que llevaran hasta ahí ese tipo de alimento. Nuevamente nuestro grupo se quedó platicando largo rato, pero esta vez decidí ir a dormir temprano, me levantaría a las 3 am para subir al complejo Monos, también junto al campamento, y ver las estrellas con la luna ya oculta, además del amanecer en compañía de Antonio, Jorge, Nath y Rosa.
En este campamento había aún más gente que en el anterior, ya que hay caminatas cortas que solamente visitan el Mirador, provocando que se juntaran más grupos. Debido a ello algunas de las tiendas de campaña fueron movidas a otras áreas, a mi me tocó dormir en la plaza de un conjunto rodeado de montículos bajos, todos completamente saqueados.
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Mi noche no fue tranquila, el sonido del viento era fuerte y los árboles se mecían con sus ráfagas. Había uno en especial, con un tronco largo y delgado, que se inclinaba directo sobre mi tienda; yo podía verlo claramente porque no ocupamos los toldos para ventilar nuestros refugios. Intenté dormir pero nunca pude conciliar el sueño pensando en que ese árbol me cayera encima en cualquier momento. Solo pude tranquilizarme saliendo a media noche a mover mi tienda unos metros lejos del alcance de ese gran tronco.
Apenas pasaron unas horas cuando decidí levantarme, el día anterior no había recorrido el campamento y solo tenía una pequeña idea de dónde se encontraba el baño. Salí y me dirigí hacia donde debía estar, pero acabé caminando en círculo. Un guía de otro grupo me preguntó si necesitaba algo y acabó por mostrarme el sendero correcto.
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Media hora después estaba cambiándome y esperando a los demás en las mesas del campamento. Eran las 4 de la mañana, pero ya había agua caliente para preparar café y algunas de las cocineras se alistaban a comenzar a preparar el desayuno. Mis compañeros llegaron y después se nos unió Antonio. Caminamos menos de 300 metros y empezamos a ascender otro gran edificio, arriba reconocimos de nuevo el patrón triádico, con un templo central y dos laterales. Este era el complejo Monos, algo más pequeño que El Tigre, pero igualmente se trata de un edificio descomunal, calculo que su volumen es similar a la pirámide de la Luna de Teotihuacan.
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La vista era bellísima: la luna roja estaba bajando en el horizonte y, al irse su luminosidad, la Vía Láctea se encendió como si alguien hubiera presionado un interruptor celeste, justo el centro de la galaxia se presentaba frente a nosotros cerca de la constelación de Escorpión. Tuvimos algunos minutos para observarla y para fotografiarla antes de que empezara a notarse la primera claridad del día detrás de La Danta, el edificio principal, que teníamos frente a nosotros, al oriente.
Cuando ya no pudimos ver la galaxia, decidimos movernos a uno de los templos laterales, con una vista más directa de La Danta. Jorge y yo colocamos nuestros tripiés y tomamos videos en timelapse del amanecer. A pesar de que no hubo colores demasiado espectaculares, el viento movía rápidamente las nubes bajas; una vez que el sol salió nos regaló la vista de algunos de sus rayos colándose entre los vapores matutinos.
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Fui el primero en descender, regresé a mi tienda y me vestí con pantalón de vestir, camisa y chaleco; una vieja idea que tenía con Neftalí, tomarnos fotografías al estilo de los viejos exploradores en El Mirador. Ahora me sentía muy melancólico y me pesaba haber quedado solo en esa idea, pero al menos pude hacerlo. La plaza donde estaba mi tienda, junto a una de las trincheras de saqueo, me pareció una buena locación para editar una foto que pareciera del siglo XIX.
Volví a cambiarme y me reuní con todo el grupo para desayunar. Más tarde emprendíamos por fin el recorrido por el resto del sitio. No me esperaba todo lo que pudimos observar, sin duda El Mirador es increíble. Nunca imaginé que existiera un sitio tan masivo y voluminoso, ni que tuviera tantos detalles ya excavados.
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Comenzamos pasando por un lado del grupo de El Tigre, para después llegar hasta la muralla que bordea una parte del límite oriental del área central. Continuamos por una gran calzada hasta llegar a la base de la masiva plataforma del Complejo La Danta. Me adelanté con Jorge y subimos a su primer nivel. Pasamos junto a un gran complejo de tipo Grupo E, con una estructura axial, que tuvo escalinatas en sus cuatro caras y un montículo alargado frente a este, que sostenía tres templos superiores.
Aprovechamos para subir al complejo La Pava, vacío de gente. Este se encuentra en el costado sur de la primera plataforma y mira hacia el norte, a diferencia de El Tigre y Monos, que miran al oriente, y de La Danta, que mira al poniente. En la parte superior nos encontramos con uno de los templos laterales, es un edificio pequeño, pero muestra mascarones en su base, a los lados de la escalinata de acceso. En la parte más alta, el templo principal también tenía restos de mascarones, aunque más destruidos.
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Bajamos de La Pava y cruzamos la plataforma, pasando junto a un gran reservorio de agua, ahora seco. Más adelante subimos al segundo nivel, donde vimos algunos montículos bajos y llegamos hasta la enorme base del edificio de La Danta, propiamente dicho. Esta enorme estructura sostiene en su plataforma superior un total de 7 templos y una pequeña plataforma central.
Ya en la parte alta, estuve tomando fotos y videos utilizando otra impresión 3D de un modelo mío del edificio. Pude ver que de los 7 templos superiores, únicamente uno de los laterales principales muestra la escalinata de acceso liberada de tierra y maleza, mientras que el edificio principal está completamente visible. Ambos con una verticalidad impresionante. Subí primero al lateral, aunque los árboles no permiten una vista muy amplia.
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Fui el último en subir al templo principal de La Danta, con 72 m de altura en total. Ahí pude ver, por un lado, los grandes edificios de la ciudad: Monos, El Tigre, El León y Cascabel; mientras que por el otro se alcanzaba a divisar la Estructura 1 de Nakbé. La magnitud de la ciudad se mostraba en todo su esplendor y me pareció perfectamente comprensible que, al primer vistazo, desde el aire, los descubridores de El Mirador hayan creído que El Tigre y La Danta eran volcanes. Nunca había visto un sitio tan masivo, aunque si conozco algunos con una extensión mayor, aunque con menor volumen constructivo.
Me quedé también al final en la parte superior, ahí tuve un momento muy emotivo. Pedí incluso a los guías que me dejaran solo un par de minutos y accedieron sin problemas. Recordé a mi amigo Neftalí, a mi maestro Federico, ambos fallecidos y con quienes me hubiera gustado trabajar ahora que he cursado la carrera de arqueología. Pensé en todo lo que tuve que dejar y todo lo que he perdido. Había llevado un listón azul amarrado en el brazo, el cual perteneció a alguien más que fue muy importante para mí y que tampoco regresará; me lo puse hasta llegar al Mirador, como símbolo de lo último que me queda de mi vida anterior, y que terminará muy pronto, con mi examen profesional... verdaderamente ha sido volver a empezar de cero. Me quité aquel listón al llegar al sitio y no volveré a ponérmelo nunca más. Se me quebró la voz en el último vídeo que grabé antes de bajar y, a medio camino, no pude soportar más el sentimiento que me invadía, me apoyé sobre la madera de la escalera que ahora permite subir, y lloré por un momento.
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Pero estar en El Mirador era un motivo de alegría y no de tristeza para mí, por lo que me recompuse de inmediato y alcancé a los demás. Ellos se dirigían a la Pava, así que Jorge y yo pedimos permiso para adelantarnos y nos dejaron ir al grupo de las estelas y esperar a los demás ahí. Pudimos observar un par de monumentos con motivos muy complicados y estilizados, además de algunos glifos esgrafiados en un estilo muy antiguo, casi parecidos a la escritura olmeca. Nos sentamos a esperar y terminé acostado en el suelo sin pensar en las garrapatas, que ya hacían estragos entre mis compañeros.
Cuando los demás nos alcanzaron, se decidió regresar al campamento a comer. Más tarde salimos de nuevo hacia el templo Garra de Jaguar, donde pudimos apreciar los mascarones que ya había fotografiado de noche. De ahí nos dirigimos a la acrópolis central, pasando por varios conjuntos menores, aunque todos construidos sobre plataformas gigantescas. Así llegamos hasta la estructura de El Búho, donde pudimos ver otro mascarón de gran tamaño, y después al friso de los nadadores, el cual ha sido interpretado como una escena del Popol Vuh, aunque esto es especulativo. Ahí se puede apreciar una escena acuática con dos personajes nadando y algunos animales y seres sobrenaturales relacionados al agua.
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Pasamos por un gran grupo E en la plaza central del sitio, cuyo edificio axial es llamado El León, aunque no lo subimos. Un poco más al norte nos encontramos con el grupo Cascabel, con un gran edificio cuya cima es sumamente estrecha. Ahí ascendimos y pudimos ver El Tigre entre los árboles. Finalmente visitamos un basamento de menor tamaño cuya cima estaba siendo excavada. Regresando de ahí, el grupo se dividió. Algunos querían ver el atardecer y la salida de la luna llena desde el Complejo Monos, mientras que unos cuantos, incluyéndome, regresamos hasta La Danta para ver la puesta de sol desde el punto más alto del sitio.
Nuevamente ascendimos todo el camino hasta ahí y estuvimos por un rato sentados en la cima. El atardecer tuvo algunas nubes, por lo que fue un poco más vistoso que los anteriores. Regresamos mientras la oscuridad se expandía en la enorme ciudad preclásica y todavía tuve una sorpresa natural que no había podido apreciar anteriormente por no traer conmigo mi lámpara de minero, o no usarla sobre la frente. Esta vez la coloqué sobre mis ojos, y ese ángulo permitió que, al apuntar la luz hacia la maleza, pudiera distinguir numerosos pares de puntos blancos. Se trataba de ojos de arañas que reflejaban la luz de mi lámpara, desde pequeñas saltarinas hasta tarántulas. Incluso algunas brillaban de todo el cuerpo, revelando que cargaban con cientos de crías diminutas.
Regresamos hasta el campamento, cenamos carne que habían traído en un tour en helicóptero, lo cual nos supo a gloria, a pesar de que a cada quién le tocó tan sólo un pequeño pedazo. Finalmente nos retiramos a dormir después de un día de ensueño, habiendo caminado más de 10 km en total.
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wildestelar · 2 years
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Cuando la noche se puso y los reflejos de la continuidad se borraron, enfrenté las sombras de su ausencia. El agua era incontrolable y a veces me sentía my débil para pedirle que parara, el viento atraía los comentarios en forma de suspiro pero ninguno era la voz que deseaba escuchar. Había estudiado toda mi vida por aferrarme a a literatura en momentos como estos, que la expresión se llevara toda mi falta que lo resaltaba, pero el cuerpo comenzó a pesar y el corazón no quería volver a latir, no tenía razón alguna para hacerlo. Sabía que nadie notaba la diferencia, no desde que se fue.
El mundo me parece un lugar enorme en el que busco ser alguien más pero las vistas se corren y tengo que gritar para hacer notar mi presencia, que podía tener algo igual de bueno. Pero nunca me sentí buena, mucho menos cuando noté que donde creía ver ojos maravillados era solo una mirada de consolación. No había otro puesto. Y me aterra no poder enfrentarlo, porque quería ser valiosa al menos para una sola persona.
No había presenciado el viento por las zonas en que me cubrían sus brazos. El amor me parecía mucho para este mundo, pero estaba aprendiendo a controlarlo para dárselo todo incluso cuando se me escapaba de las manos. Y no hay culpables en una vuelta hecha por las brisas que nos decían que estaba siendo ya el tiempo de concluir, sin embargo, suelo pensar que fui yo quién lo hizo. Y mis pensamientos se mezclan entre lo que era, es y podrá ser, porque peleo con que la carga estaba en mí, que la compartíamos, que era solo suya.
No estaba en mí ir con merced, me había hecho sentir poderosa, valiente, osada. Cuando el pensamiento del reino denotaba lo vacía que podía estar aquella cápsula, etiquetándola de muchas formas, su voz me hizo sentir como un caballero real, y no necesitaba una espada para enfretarme a las peores de las bestias. Mi voz era acatada, pero no porque realmente fuera escuchada, no los necesitaba a ellos cuando esa sombra se mantenía al margen.
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libreriaofican · 2 years
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Lanzamiento #libro Mónica Carillo, El viento nos llevara, es un paseo por la vida. Descubre los mejores microcuentos de Mónica Carrillo en este pequeño tesoro literario. Preventas 15-03-2023. #libreriaofican #comerciolocal #Recomendamoslibros (en Libreria Ofican Libros Ebooks) https://www.instagram.com/p/Cpw0ShWI9ez/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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doingthedirtydishes · 2 years
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El mayor regalo que nunca me podrían haber hecho: Golpeado hasta darme por muerto: Ser encontrado debajo de tren de la ciudad.
A lo largo de la historia, los seres humanos han vivido, reído y aprendido a través de la narrativa y los cuentos. Al hablar de mi accidente por primera vez públicamente, me viene a la mente una parábola especialmente significativa: El sembrador y la semilla. El punto de la historia no es el sembrador, ni siquiera la semilla. Es la tierra lo que más nos debe preocupar. Sin las condiciones adecuadas (nutrientes propios) presents en el suelo, la semilla (tú) no prosperará ni crecerá, deteriorándose así hasta llegar a la muerte.
Al igual que ocurre con los traumas humanos, sin los nutrientes adecuados de amor, cuidado, compasión, autocomprensión profunda y perdón, uno no puede esperar recuperarse o curarse a sí mismo. Al igual que el destino de la semilla está determinado por el suelo en el que cae, también lo está su recuperación. Si cae en un terreno rocoso, no recibirá el alimento adecuado y dejará de vivir. Si se coloca en las condiciones adecuadas, florecerá y crecerá hasta convertirse en un ser humano sano, aportando luz a un mundo tan necesitado.
Recién llegados los vientos invernales de la ciudad competitiva, me senté a relajarme, a tomar un respiro. La vida era buena, o al menos eso creía. Había fundado recientemente una empresa financiera en Filadelfia con un socio silencioso. Y estaba creciendo rápidamente por encima de nuestras posibilidades. No podíamos encontrar espacio de oficina ni contratar empleados con la suficiente rapidez para acomodar nuestro rápido crecimiento expansivo; las ventas batían nuevos récords cada mes. La crisis financiera de 2008 estaba en pleno apogeo y estábamos bien posicionados para ayudar a los propietarios de viviendas con problemas, a los que necesitaban una mitigación de pérdidas o una negociación.
Era la época navideña y decidí llevar a uno de mis empleados, un traductor peruano de español, a una comida de agradecimiento. Tuvimos una espléndida cena en un pub irlandés, repleta de Guinness y violín irlandés. Poco después, una vieja amiga me llamó por teléfono para que me uniera a ella y a unos amigos que estaban de visita en su bar favorito de la esquina para alegrar las fiestas y celebrar mi recién encontrado éxito empresarial en otro barrio de la ciudad, a poca distancia. Tenía que volver a Nueva Jersey para reunirme con un viejo amigo, Dominic. Ese encuentro nunca se produciría.
Tras haber tomado mi buena ración de bebidas navideñas, decidí que era más seguro que me llevaran a casa. Me sentía bastante bien; era una época de juerga. El negocio estaba en auge y era tiempo de celebración. Mi lema en la vida era siempre dejar que los buenos tiempos se desarrollen: Carpe Diem, aunque sea de bote en bote. La seguridad no siempre estaba al frente de la lista. A las once y cuarenta de la noche, más o menos, se acabó la noche y salimos a la calle para llamar a un taxi – sin saber el destino que me esperaba a pocos minutos de distancia.
Después de sentarme en el asiento trasero del taxi, de intercambiar saludos con viejos y nuevos amigos, y de decirle al conductor que me llevara a Nueva Jersey, la vida tal y como la conocía cambiaría para siempre. Algo terriblemente malo ocurrió en ese momento. Cinco horas más tarde me despertaría en una camilla, en un pasillo frío y oscuro, con un sacerdote a mi lado. Padre, declaré, desesperado: “¿Estoy muerto – estoy en una morgue?” “No, hijo mío, has sufrido un trágico accidente,” dijo. Esas palabras quedaron grabadas para siempre en mi memoria.
Nada podría haberme preparado para ese momento. Era la primera vez en mi vida que sabía que estaba solo (o, al menos, eso creía); no había ninguna llamada telefónica que hacer, ninguna persona que pudiera ayudar a resolver esta emergencia. Después de diez segundos de lástima, mientras estaba tumbado con el cura a mi lado, sin poder sentir mi cuerpo por debajo del cuello, una vocecita se acercó a mí y me dijo: “Sí, Steven, es malo. Has tenido un accidente muy trágico. Será difícil, será casi insuperable, pero, [con mi guía estarás] bien. Volverás a caminar y seguirás ayudando a los demás de forma extraordinaria.” Inmediatamente el dolor disminuyó, una sensación de paz y calma se desplegó, dejándome en estado de trance, una profunda paz mental.
Desde ese momento no volví a mirar atrás, no volví a tener compasión de mí mismo ni de la situación. Estaba decidido a superar esta devastadora tragedia con una fortaleza que tengo hasta hoy, sin saber de dónde venía.
Inmediatamente, mi atención pasó a ser positiva, decidida a que esto no me vencería, a que volvería a caminar. El sacerdote continuó con su prescrito desvarío religioso, pero yo le pedí más bien que se centrara en la solución. No le gustó la petición y salió corriendo para no volver. ¿Podría sobrevivir a este trauma? ¿Podría volver a ver a mis amigos y a mi familia? Había tantas incógnitas – era mentalmente devastador mientras estas preocupaciones pasaban por mi mente.
Sin embargo, sin regodearme en la autocompasión, era difícil no dejarse llevar por la emoción. ¿Sobreviviría mi negocio, quién dirigiría ahora mi empresa, podría volver a tener relaciones sexuales – matrimonio o bebés, mis piernas se repararían solas – volvería a acampar o a ir de excursión al bosque, cómo se pagarían las factures – habría suficiente dinero? No me di cuenta en ese momento, pero el accidente se convertiría en el mayor regalo de mi vida: una segunda oportunidad.
Pensé que la mayor parte de mi memoria, desde el momento en que subí al taxi hasta que me desperté en el centro de traumatología de Jefferson Health, se había borrado – como resultado de la activación de la respuesta reptiliana de lucha o huida del cerebro. Como mecanismo de defense psicológico incorporado en el cuerpo, la parte del cerebro que se ocupa de la memoria a menudo se apaga en un trauma. Pero, a través de una investigación adecuada, y con la ayuda de un prestigioso bufete de abogados de la ciudad, salió a la luz información adicional sobre los hechos ocurridos aquella fatídica noche.
Tras la investigación, se determinó que yo era un fantasma, que no había sido visto por ninguna cámara en un área de ocho manzanas a la redonda. Mi taxi estaba fuera de la vista de las cámaras del restaurante. Salí de la zona grabada sólo unos metros, pero fue suficiente para ocultar en qué taxi me metí. De algún modo, acabé a unas cuatro manzanas de distancia, golpeado y dado por muerto en un callejón de la ciudad. Lo sabemos gracias a los registros de los móviles y a la triangulación. Se hicieron dos llamadas telefónicas a dos amigos cercanos para pedir ayuda. Nadie respondió. Eran las 03:30 en ese momento – bastante tarde para responder a una llamada de un amigo tan salvaje como yo.
Al ingresar en el centro de traumatología, los médicos y los cirujanos estuvieron hablando durante lo que parecieron años, pero finalmente se llegó a un consenso. Al parecer, me golpearon con un objeto grande, largo y pesado, probablemente de metal. Lo determinaron por la anchura y la longitud de las marcas de los golpes en mi espalda, en tres lugares. Los golpes que me infligieron estaban destinados a matar. El golpe en ángulo de 45 grados en mi cuello hizo que seis vértebras estallaran como granos de palomitas calientes, haciendo que los huesos tocaran mi medulla espinal, lo que provocó una tetraplejia: parálisis en las cuatro extremidades. Pero un traumatismo puede hacer que el cuerpo reaccione de formas inimaginables para sobrevivir o encontrar seguridad.
Hay algún pequeño recuerdo de que me desperté en el callejón a última hora de esa noche, pero es difícil decir qué es real y qué es imaginado, qué partes está rellenando el cerebro para dar sentido o para completar una narración, sin saber dónde quedó la historia y dónde empezó el sueño surrealista en el que me desperté. Sin embargo, recuerdo que estaba a cuatro patas, con un gran dolor, plenamente consciente de que estaba en graves problemas, dándome cuenta de que estaba experimentando un grave trauma – que la mierda había golpeado el ventilador. No está claro cómo llegué a la estación de tren, si arrastrándome o caminando con adrenalina. Un cuerpo bajo un trauma severo, inducido con adrenalina, puede realizar hazañas extraordinarias.
Cuarenta minutos después aparecí en las cámaras de circuito cerrado entrando en la estación de tren. Recuerdo en todo el malestar, como si me hubieran estampado como un soldado: encontrar un camino a la seguridad. Por supuesto, en retrospectiva, después de saber lo que sé ahora, tratando de eliminar cualquier prejuicio, que sólo tendría sentido para volver a un lugar seguro, mi casa – a través del tren. En mi estado de confusión, pensé que podría llegar a casa, dormir y luego buscar atención médica. Estaba muy equivocado.
La mayor parte del tiempo que pasé en la estación de tren fue un borrón, como la mayoría de los recuerdos de esa noche. No tengo claro cómo llegué a la estación, pero una vez allí, recuerdo algunas acciones, pero sobre todo pensar que debo llegar a casa, debo llegar a casa. Al cabo de un rato, la adrenalina se desvaneció y apareció el dolor – un dolor que no se puede describir con palabras. Era como si se hubiera encendido una antorcha en la parte inferior de mi columna vertebral. Decir que me sentí como si me hubieran electrocutado con cables de alta tensión con un fuego inagotable dentro de mis pulmones sería quedarse corto.
Durante los últimos nueve años he pensado en lo que podría haber provocado este trauma. Hay tres posibilidades que yo y otras personas cercanas a mí hemos considerado: 1. hubo una discusión con el taxista que llevó a un altercado físico en la calle; 2. se produjo una discusión con el taxista, lo que hizo que me bajara del taxi y luego encontrara mi destino en el duro callejón de la ciudad; o 3. me bajé del taxi sin pagar, lo que me llevó a la muerte. Me bajé del taxi sin pagar, me fui caminando, él me persiguió y me golpeó por la espalda, luego me arrastró por un callejón para rematar la faena. Creo que podría ser la primera, pero no estoy seguro.
Inmediatamente pude sentir dolor en todas las partes de mi cuerpo, lo que me provocó episodios de visión borrosa y desmayos físicos. Después de lo que me pareció un año, por fin llegó un tren a la estación y alguien intentó ayudarme, pero me dolía demasiado. Mientras me balanceaba con el cuerpo de un lado a otro en la silla del andén, fruto del dolor que sentía, de repente se me pasó la adrenalina. Al cabo de unos minutos, me levanter para mirar por las vías en busca de algún tren que llegara. Sin pasar por los topes de seguridad del borde del andén, y sin que hubiera ningún tren a la vista, me apoyé en un pilar, y entonces, como un árbol en el bosque, caí dos metros más abajo sobre las vías. Sabemos que estos detalles son exactos, ya que lo atestiguan varias grabaciones de las cámaras de seguridad de las estaciones de tren.
Recuerdo que sentí un fuerte golpe contra mi cuerpo. Sin darme cuenta de dónde estaba ni del peligro inminente que me acechaba, no era consciente de los cambios que iban a alterar mi vida. Sin recorder totalmente el suceso, sí recuerdo haber mirado hacia las vías y haber visto unos faros que venían directamente hacia mí. El tren que esperaba llegaría 2 minutos y 17 segundos después. En ese momento, sentí una ráfaga de viento, mi cuerpo rodó – entonces, todo se volvió negro.
Allí estaba, en colisión directa con un tren en movimiento. Y además era el expreso. El tren no se detuvo por mí; no tuvo tiempo suficiente. El conductor juró después que había atropellado a un niño. Dado por muerto hasta que se cortó la electricidad del tercer carril, a la espera de que llegara el forense de la ciudad con una bolsa para el cadáver, un grupo de bomberos, policías y médicos se quedó de pie, charlando y bebiendo café. Mas tarde vi la luz, después de veinte minutos más o menos, un policía que acababa de regresar de la guerra, pensó que había visto cosas mucho peores en los campos de batalla de Afganistán y que vería si por casualidad había sobrevivido.
Saltó a la zona de las vías, metiéndose debajo de los vagones con la fuerza de sus brazos y manos, hasta llegar a mi cuerpo. Al localizar mi brazo, palpó el pulso y pidió que me subieran los médicos. Más tarde me enteré de que los transeúntes que observaban la escena lanzaron un grito de júbilo cuando escucharon por la radio la noticia de que yo podía haber sobrevivido. Más de un chorro de café debió de golpear la pared de la estación cuando se oyó esa noticia. El maquinista del tren ya había sido llevado a una evaluación psicológica. Más tarde se enteró, a través de un amigo policía, de que yo había sobrevivido.
Menos mal que uno de los mejores centros de traumatología de la Costa Este estaba a sólo cuatro manzanas de distancia. En pocos minutos me tenían en una camilla y en la parte trasera de la ambulancia. Recuerdohaber estado brevemente en una, con las sirenas sonando, pero no estoy seguro de si fue un sueño o algo real. Mi madre me dijo que hablé del viaje de emergencia mientras estaba en la unidad de trauma. Muchas cosas que se dicen en el momento de un traumatismo se olvidan más tarde, como consecuencia de la morfina y otras drogas, además de los efectos de una noche de fiesta.
Los médicos y todo el personal médico de apoyo de Jefferson Health fueron un regalo del cielo, haciendo que mi estancia allí fuera lo más cómoda y complaciente posible. Mi estancia en la UCI, donde pasaría las Navidades, se vio amenizada por uno de mis cuatro enfermeros a tiempo completo, Mark, un músico que una noche entró en mi habitación tocando villancicos con su violín. Lloré. Mi equipo de médicos, cinco en total, parecían preocupados por mi cuidado como si fuera uno de sus propios hijos – era algo muy sincero, y marcaba la diferencia a la hora de pasar las vacaciones completamente solo en una unidad de UCI.
El destino quiso que mi cirujano no sólo fuera un médico de primera clase, sino también un caballero de la curación pragmática, siempre interesado en los nuevos y locos tratamientos que yo estaba considerando o utilizando para recuperarme, para poder compartirlos en beneficio de otros pacientes a su cargo. Fue su nivel de compasión y preocupación por el bienestar y la recuperación de sus pacientes lo que ayudó a mantener mi fuego interior encendido. El 90% de la recuperación y la curación es psicológica; y él fue absolutamente crítico en ese proceso al no darme porcentajes o probabilidades de caminar, o cualquier nivel de recuperación, lo que resultó en no llegar a la línea de meta antes de haber tenido la oportunidad de comenzar la carrera.
Tras mi prolongada estancia en el Jefferson, me enviaron a una residencia de ancianos durante seis semanas para que mis huesos pudieran curarse, lo que era necesario para poder ingresar en un hospital de rehabilitación. Después de que mis huesos se curaran lo suficiente como para poner un cincuenta por ciento de peso en cada pierna, de múltiples pruebas físicas y de una entrevista en persona, me aceptaron y me trasladaron al Hospital de Rehabilitación Magee de Filadelfia. Una institución puntera en lo que respecta a las lesiones cerebrales y de la médula espinal, de la que estoy enormemente agradecido.
Ahora forma parte del mismo sistema hospitalario, Jefferson Health, pero en aquel momento era el único hospital independiente que quedaba en el país, y Magee es uno de los mejores hospitales de rehabilitación del país. Su lema es: El camino de vuelta empieza aquí. Mi equipo allí me proporcionó sin duda las condiciones adecuadas para hacerlo. Mi terapeuta principal, Elizabeth Watson DPT, fue el eje central; uniendo mis metodologías de curación fuera de lo común, como el tratamiento con láser frío y otros tratamientos de vanguardia de tipo electromagnético, con su educación y experiencia ayudando a otros a recuperarse y sanar. Carol Owens, la gerente, merece una medalla de honor por aguantar mi irascible personalidad.
Era consciente de que mi recuperación y cualquier curación verdadera sólo se producirían si se daban las condiciones adecuadas. Como ocurre con la semilla y la tierra, si la tierra no se nutre y se riega adecuadamente, la semilla morirá a pesar de todo. Un amigo cercano, Danny, médico, me visitó mientras estaba en el hospital y me dijo: “Steven, sé que esto puede sonar extraño, pero tienes que aprender a amarte a ti mismo de nuevo, algo así como hacer el amor a tu mente y a tu cuerpo.” Sí, me sonó muy extraño, pero en el fondo resonó en mi alma, en mi yo interior superior. Entendía claramente mi confusión.
Antes del accidente, decir que era capaz de comprender o proporcionar amor propio a través de la compasión y el perdón hacia mí mismo, sería el equivalente moral de apostarlo todo al chico más bajo de tu equipo de baloncesto para que hiciera un mate: simplemente no es posible. Me resultaba muy difícil aceptar la ayuda de los demás, en todos los sentidos. Era un poco pesado, demasiado crítico consigo mismo y con los demás. Sólo eligiendo el camino menos transitado, el viaje de las mil millas, soportando un interminable trabajo y tormento mental, que tuvo como resultado una brutal recuperación física y una verdadera curación, pude encontrar la compasión de uno mismo, sin la cual nunca habría habido ninguna esperanza duradera de paz interior, empatía o mejora terapéutica simpática.
Todo comienza con la compasión por uno mismo y por las circunstancias en las que uno se encuentra. Incluye la forma más elevada de perdón – el verdadero perdón incondicional, no sólo de uno mismo sino también de los demás. Perdonar a los demás no es para su beneficio, sino para el tuyo – te permite encontrar la paz mental para dormir bien por la noche. La recuperación requeriría una lista aparentemente ilimitada de requisites para fructificar. Pero sin las condiciones adecuadas, tú, la semilla, no crecerás ni florecerás hasta convertirte en una planta sana, capaz de aportar bondad y luz al mundo.
Sin un perdón interior más profundo y un alimento de amor propio no habría encontrado los medios para escribir mi libro, Unbreakable Mind, como una devolución a la comunidad, mi forma de devolver el favor. Ayudando a otros que se enfrentan a la lucha en la vida. Fue a través de ‘Doing The Dirty Dishes’ de la vida, enfrentándose a los mayores desafíos, superando los miedos y la adversidad, lo que proporcionó el terreno adecuado para sanar. Pensé que, si un tren no me mataba, debía haber una razón para mi existencia. Sin ese sistema de apoyo a la autoestima, que me proporcionó una base sólida, y a través de la autocompasión y el perdón insondables, la superación de los errores y los arrepentimientos del pasado, mi cohete no habría logrado salir de la plataforma de lanzamiento, auto-inmolándose en una pila de cenizas de sí mismo sin valor.
En nuestras vidas, no podemos elegir dónde cae la semilla, que es el resultado de una intensa fortaleza y coraje: la incapacidad de convertirse en víctima de la vida. Sin embargo, podemos proporcionarle el major entorno en el que la encontremos para que pueda crecer y convertirse en una superviviente. Al igual que regarías y darías luz solar a una planta, también debes hacer lo mismo por ti mismo, alimentando tu cuerpo y tu alma como si fuera la fotosíntesis. La autodeterminación y el compromise son las piedras angulares de cualquier viaje exitoso. Al final del día, podemos elegir si nos convertimos en una hierba marchita o en un ser humano maduro capaz de ayudar a los demás en su propio viaje de curación.
Cita del día: “Las circunstancias no hacen al hombre, sólo lo revelan a sí mismo.”
 — Epicteto
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adomajo · 2 years
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Día 64, aún siento tus caricias...
Viví otro sueño, desde antier, me aceptaste volver a salir, ya tenía todo planeado, todo calculado, solo hacía falta tu confirmación, quice que se sintiera como vacaciones, encontré un lugar que wow, se veía maravilloso, simplemente algo me dijo aquí sería perfecto; recuerdo que estuve todo el día nervioso por que subirias a mi trabajo, me veo bien? Huelo bien? Ojala no hayan muchos domicilios para poder estar con ella un ratito allí, quería recibirte, quería abrirte la puerta del auto, pero tuvo que salir ese maldito domicilio, recuerdo que fui a un lugar lejano y aún así llegué supe rápido al trabajo, allí estabas, sentada leyendo un libro, te veías tan jodidamente hermosa, me quedé un par de minutitos solo mirándote, luego caí en cuenta, estoy trabajando wey, entre rápida y sigilosamente, estabas tan concentrada en el libro que parecía que no me notaste, me quite todo rápido y solo me acerque a ti, y te dije holi!! El brinco que me pagaste me pareció tan tierno jajaja, llevaba toda la tarde esperando a este momento, y solo te asusto, ay no jajaja, odie tener que salir a otro domi, solo quería hablar, solo quería pasar tiempo contigo, me pareció muy gracioso los celos que generaste, se que tu entenderás jajajaj, era como, miren todos, esta señorita perfecta, hermosa, inteligente y carismática vino a verme a mi jajajaja, ame cada minuto con tigo cuando salí del trabajo y cuando nos fuimos, como es que le rematas a la ardida con un "adiós" con la voz más tierna pero dominante que he oído, jajajaja te amo joder, adoro que hagas ese tipo de cosas, me encanta viajar contigo, siento que podría ir a cualquier parte si tu estas cubriendo mi espalda, si estas abrazándome, al llegar al hotel simplemente todo era perfecto, ame esa noche, lo que hablamos, lo que hicimos, como nos entendimos, como queríamos que el otro entendiera....
Llego la mañana, recuerdo ver tus ojitos risueños, normalmente la gente se ve mal cuando duerme, tu tenias esa carta perfecta, tierna... Pero tenía que apagar la alarma, tu tenias que trabajar y no quería que fueras irresponsable, se que yo no hice nada ese día, pero verte trabajar, estar allí contigo, ver cuánto has progresado, todo fue perfecto, bañarnos juntos, ir a almorzar a un lugar muy bonito, que ocurriera un problema y aún conociendo la situación que lo intentarás, que lo lograrás, que me dejaras explicarte, si yo sentía que algo no era o no fue de esa forma, no se, esto me gusta... No estas a mi lado y aun así lo intentas, perfectamente pudiste solo enojarte, solo ignorarme, no dejarme hablar, no dejarme hacer nada, pedir que te llevara a casa, pero preferiste intentarlo y eso fue lo mejor de todo, de regreso a casa, por culpa de los grandes sentimientos que tuve al mostrarte mi libreta... Mis apuntes, esos que solo yo conozco, que solo yo se la carga de sentimientos que tiene cada palabra, por culpa de lo que sentí tuve que tomar esa medicina que solo me pone neutro, sin sentimiento, odie que luego me hicieron sentir 100 veces cosas que ya no me Importaban... Sabes, ame que aunque se que dolió... Quiciste escucharme... Me entendiste... No ignoras te lo que dije pero entendiste que no era yo... Mi yo estable, sin mierdas encima, no piensa de esa forma, pero es difícil que algo insignificante, pase a doler solo por culpa de un medicamento... Ame que quicieras oírme... Que me entendieras... Que lo intentarás...
Quiero mas salidas a rodar... Quiero que disfrutes lo que yo he disfrutado con la moto, se que no será lo mismo, yo me desahogo con mi moto, pero curvear, sentir cada giro, el viento en la cara, la adrenalina, se siente tan bien... Quiero que lo sientas, que puedas sentir lo extrañamente relajado que es esa situación...
Te amo sabes... Amo que aunque ya no es necesario aun así lo intentes... Amo saber que así como yo quieres un futuro a mi lado, no sabemos que ocurrirá, no sabemos cuando será... Pero cada día te escojo a ti, así que vale la pena esperar...
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umerez · 2 years
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Una caravana vieja aparcada en un polígono industrial un día de lluvia
<img src="https://umerez.eu/uploads/2022/7374c5cafa.png" alt="old caravan parked in an industrial park under heavy rain" title="dall·e caravan.png" border="0" width="600" height="600" /> <blockquote>Este texto es un experimento realizado con la asistencia de las herramientas de inteligencia artificial que tan de moda se están poniendo. Hace unos días, para ilustrar un post anterior, creé varias imágenes en Dall-E introduciendo las palabras «old caravan parked in an industrial park under heavy rain». La imagen que ilustra este post es una de ellas. Ahora he utilizado la misma frase para crear un texto en GPT-3. Los apartados en <em>cursiva</em> son creación exclusiva de GPT-3, y los que están escritos en redonda son los que yo he intercalado para ayudar a la IA a completar el relato.</blockquote> <p><em>Una lluvia fina cubrió el parche de tierra en el que la caravana vieja permanecía aparcada, sus luces parpadeaban débilmente con el sonido apagado del agua cayendo en cascada. El parque industrial estaba silencioso, sin el usual trasiego de personas y vehículos. Sólo la caravana aparcada, mientras una neblina se adentraba en el polígono como si estuviera viva. La caravana parecía indiferente a su entorno, como si llevara allí desde hacía años. Sus ruedas dobladas y la pintura descascarillada indicaban que había sido testigo de muchas horas de sol, lluvia e incluso tormentas. ¿Quién sería tan valiente o descuidado de dejarse abrazar por la neblina lluvia fina cubriendo aquella caravana vieja?</em></p> <p>Eladio Monegro empezaba a hacerse preguntas raras mientras observaba y esperaba agazapado ante el cubil del monstruo, y supo que tenía que ahuyentar esa deriva habitual de su cerebro para concentrarse en la tarea que tenía delante. Nada se movía, solo se oía la lluvia golpeando suave sobre el tejado de la caravana y el agua goteando en los charcos del suelo. Ni el viento había querido estar en ese lugar ese día.</p> <p>De repente, despacio, con un quejido de herrumbre, la puerta empezó a abrirse.</p> <p><em>-¿Tienes algo que decirme? Eladio preguntó con voz firme.</p> <p>Una débil voz respondió desde el interior. ¡No, nada! Sólo estaba mirando mi caravana vieja, mientras llovía y pensaba en los viejos tiempos.</p> <p>Eladio asintió y se dio cuenta de que a veces esta vida nos lleva a los lugares más extraños. Se despidió de la caravana vieja y una vez más, se quedó allí, solo, sin necesidad de hablar.</em></p> <p>Qué trampas te hace tu cerebro, Eladio. Esta escena te ha llevado a lo más entrañable de tu infancia, cuando aún no había llegado la tragedia a tu familia, y te has convencido de que estás en un refugio seguro viendo una cinta de 8mm de las que grababa tu padre antes de que todo empezara. Pero despierta, eres policía, no estás en casa, no está tu madre, no está tu padre, no es tu caravana, estás delante del cubil del monstruo y está abriendo la puerta.</p> <p><em>Eladio sacudió la cabeza y volvió a la realidad, moviendo la mano para empuñar su arma. Fuera lo que fuese lo que saliera de aquella caravana, estaba preparado para darlo todo.</p> <p>“Alguien me dijo una vez que la verdad siempre sale a la luz, aunque intentes ocultarla. Pues bien, yo estoy aquí para desvelarla”.</em> La voz del monstruo no era ya débil. Poco más que un susurro, pero ahora sonaba amenazante.</p> <p><em>Eladio sabía que había llegado el momento. Sin pensarlo dos veces se abalanzó sobre el monstruo y las palabras que éste había pronunciado en voz baja rebotaron por el polígono industrial, permitiendo que los secretos más oscuros salieran a la luz.</p> <p>Mientras el monstruo se deshacía entre sus manos, Eladio miró una última vez el lado vacío de aquella caravana vieja, ahora bañada por la lluvia fina, y supo que su trabajo aquella noche había terminado.</em></p>
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coffeexloki · 2 years
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La historia
Vivir en Latinoamérica siempre fue difícil, sobre todo en los pequeños países del centro.
Una pequeña familia quería huir de Cuba, el dinero no alcanzaba y querían salir a buscar nuevas alternativas para salir adelante.
Charlotte era una niña de aproximadamente 5 años, su cumpleaños estaba muy cerca y sus padres le tenían una sorpresa.
La única pista que tenía era que debía armar sus maletas con su ropa y el juguete que más le gustara.
Un día, temprano por la mañana, la madre de Charlotte la cargó y se fue con ella en el primer autobús que consiguió.
ㅡ ¿Papá no vendrá?.ㅡ
Preguntó la niña algo somnolienta y se acurrucó en los brazos de la mayor.
ㅡ Nos encontraremos allá, cielo.ㅡ
El viaje era largo, podría jurar que fueron días los que estuvo dentro de ese vehículo. Solamente hacían paradas para el desayuno, almuerzo o cena, obviamente, también para el baño.
En un momento subieron policías a pedir la documentación de la gente y a cada uno les hacían un interrogatorio.
Al llegar al destino, bajaron con sus maletas y caminaron rápido hasta el cruce con la frontera, dónde debían esconderse entre los camiones para poder cruzar.
Cuando la noche llegó, lograron conseguir quien las llevara hasta la primera estación el tren.
ㅡ ¿Dónde vamos, mami?.ㅡ
ㅡ Nos vamos a Disney.ㅡ
Respondió la mujer, quien caminaba asustada por las calles de los Estados Unidos.
Días de viajes hasta llegar a Miami, dónde el papá las esperaba con los brazos abiertos. Sabían que no era lo correcto, pero no tardarían en arreglar todo para que fuera legal.
Charlotte fue creciendo, y con el tiempo supo que no iba a regresar a su lugar natal. Aunque si entendía el sacrificio que habían hecho sus padres para sacarla adelante.
Todo aquel esfuerzo había dado frutos, la menor cambió su fiesta de quince por una audición en un famoso programa de TV. Siendo ella la ganadora, con el primer dinero que recibió decidió comprarles una casa mejor a sus padres y cumplir el viaje a Disney.
El proceso que llevó reconstruir su hogar, dejar todos los recuerdos en su antiguo país, todo eso hizo de Charlotte una persona demasiado honesta y humilde.
Se sentía tan bien llevando de viaje por el mundo a su familia, crear nuevas memorias y que aquello sea una forma de agradecimiento por todo lo que habían echo por ella cuando era una niña y no tenían para comer.
¿Su padre? Él viajo en una balsa desde Cuba hasta las costas de Miami, pasando vientos y mareas, peligrando su vida por su familia
Palabras: 436
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you-moveme-kurt · 2 years
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Glee «Two weeks vacations» Part II
Junio de 2041
-¿Tienes que llevar algo? -¿Algo? -Ya sabes, imágenes anteriores, los informes… -Es el 2041, ya nadie carga imágenes ni informes… -Tienes razón… pero por si acaso, hay un «flashdrive» con toda la información en el cajón de mi mesa de noche, dice «historia clínica de Blaine Anderson» -Muy apropiado…—dijo Blaine queriendo reír. -Es como lo pusieron en el hospital hace 2 años, yo no tengo nada que ver… te alistas entonces…—terminó por decir mientras abría la puerta para decir a sus hijos lo que había pasado y cuál era el plan a  seguir, Blaine alzó sus pulgares y sonrió tranquilo al sentirse tan protegido, Kurt sonrió y terminó por salir, cerró la tras de él y se quedó un segundo del otro lado. -Con un demonio… —murmuró apoyándose en la puerta. -Papá… ¿crees que todos odien estos zapatos?… —preguntó Lizzie parándose frente a su papá con un par de “crocs” color verde lima me sus pies, -… -¡Papá!… -¿Como cariño?… —preguntó Kurt como volviendo en sí. -¡Estos zapatos!… —insistió apuntado y moviendo sus pies . -Considerando que son el peor invento del 2002, yo diría que sí cariño… ¿por qué? -Porque olvide empacar unas “flip flops” y no tengo nada para cuando bajemos a la playa y estos estaban en el que fue  mi closet por 18 años.., -Pues ni siquiera sé como llegaron esas cosas a mi casa cariño, con eso te digo todo.. —dijo Kurt poniendo mala cara, Lizzie volvió a mirar complacida sus pies  como si llevara el calzado más hermoso y cómodo del mundo— escucha… necesito pedirte algo…
-¡Ay papá!, si me los voy a quitar… estuve averiguando unas cosas y hay unas cuantas tiendas en esa playa donde vamos, creo que tú, yo y tu tarjeta de crédito podemos matar el tiempo comprando cosas… -Excelente idea cariño… escucha… el doctor que trata al «Papáblen» lo llamó porque quiere verlo hoy… -¿Qué?... ¿por qué?... —preguntó Lizzie poniendo cara de pánico. -No lo se cariño, ambos pensamos que puede ser porque tal vez también tomará vacaciones y quiere deshacerse de todos sus pacientes e irse tranquilo… -Tu no piensas eso… —rebatió la chica mirando a  su Papá— estás angustiado, lo puedo sentir… —agregó mirándolo más de cerca, Lizzie podía ser un alocada la mayor parte del tiempo, pero siempre sabia cuando las cosas  eran mas serias de lo que le decían,  Kurt tomo un poco de aire con ganas de decirle «si,  la verdad es que tengo pánico», pero se remitió a sonreír y negar lo evidente. -Por supuesto que no hija… todo esta bien… y no necesito que estés poniendo sentimientos y palabras en mi boca que no existen… —se adelantó en decir al ver que Lizzie abría la boca para rebatir aquello nuevamente— lo que sí necesito, es que te quedes aquí con tu hermano… -¿Como? -Eso, Noah esta empacando y lo que menos quiero es que se asuste o se ponga nervioso… -Pero yo quisiera ir… -Cariño, por favor… Henry viene en camino y se quedará aquí también, luego de la cita médica nos vamos a las vacaciones que planeamos… ¿de acuerdo? -... -Lizzie… -Si, si, si… ¡hola!... pero que conste que sería más útil en la oficina del doctor que aquí..  además ya ni vivo en esta casa no deberías de estar diciéndome que hacer… —Kurt quiso decir el nombre de su hija nuevamente— y ya, si  hare lo que me pides… ¡doble hola!…—agrego retirándose con las manos en alto y chancleteando por el pasillo.
-¿Hace calor?… ¿o yo tengo calor?… —pregunto Blaine desabotonando su camisa a la altura del cuello, luego tomo una revista desde una de las mesas de arrimo y comenzó  abanicarse con ella, llevaban 10 minutos en la consulta del Doctor Cunningham pero se sentían como 10 horas— ¿qué hora es? -¿No se supone que yo soy el que pregunta eso cada vez que estamos en una situación como esta?... ¿y no se supone también que tienes un reloj… justo aquí?... —dijo Kurt tomándole la mano derecha para enseñarle el reloj que llevaba en la muñeca, Blaine negó con la cabeza y se echó más viento— oye… quedamos en que estaríamos tranquilos y esperanzados ¿no?… —añadió descansando la cabeza en su hombro. -Lo sé, pero… -Nada de peros… —interrumpió Kurt tomándole la mano— esto es una cita urgente porque el Doctor Cunningham y la Señora Cunningham, se irán a unas vacaciones que solo el trabajo de un médico puede costear… a las islas perdidas de Maldivas por ejemplo.. -Nosotros también podemos costear algo así… -Nosotros podemos costear algo así y en primera clase para que lo sepas además… disculpa… —dijo al sentir vibrar su teléfono móvil, se apartó un poco y desbloqueo la pantalla para ver quien  era— es Lizzie…—agregó abriendo la aplicación de mensajería— «que pasa, hace rato que no dicen nada»… tres emojis con la cabeza explotando— leyó procediendo a contestarle de inmediato— aun… no… nos… atienden… emoji de persona encogiéndose de hombros… listo…—dijo mientras se volvía a guardar el teléfono. -¿«Nos» atienden?... —pregunto Blaine poniendo acento en el «nos» -Por supuesto… —contestó Kurt acurrucándose en su hombro— todo lo tuyo es mío Blaine Anderson-Hummel, incluyendo las enfermedades y situaciones al límite… -Bueno saberlo… —respondió este sonriendo antes de darle un beso. -¿Señor Anderson-Hummel?... —dijo la enfermera encargada  leyendo el nombre de Blaine desde un dispositivo electrónico. -¡Nosotros!…—exclamó Kurt levantándose junto a su esposo. -¿Nosotros?... —repitió la mujer como si escuchara lo increíble. .Si.. bueno es él…—añadió señalando a su esposo mientras se acercaban a ella. -¡Ah!, muy bien, el Doctor Kayson lo verá enseguida. -No… —dijo de inmediato Blaine sonriendo medio nervioso— el Doctor Cunningham es quien me atiende… -Por supuesto, lo vi en su historia, pero el Doctor Cunningham esta de vacaciones… por eso el Doctor Kayson se encargará de todos sus pacientes, por aquí… —dijo señalando un pequeño pasillo con dos puertas a cada lado. -Pero yo hablé con él… -Ah, eso pasa siempre, es una grabación… ¿no se dio cuenta? -No… —contestó Blaine casi ofendido. -¿En serio?... —agregó Kurt mirándolo de medio lado. -Era una voz muy real y ahora me siento bien estúpido porque le conteste y todo como si estuviera hablando con una persona real… -Eso pasa siempre… —repitió la enfermera haciendo un gesto de desinterés con su mano— la primera puerta por favor… —termino por decir sonriendo, Blaine lo miró ceñudo como si él dijera unas cuantas palabrotas  en silencio a  ella y a la grabación. -¿En serio no te diste cuenta que era un mensaje grabado?... —insistió Kurt mientras caminaban los dos pasos que faltaban para llegar a la puerta indicada -Oye… fue super real, debemos escucharlo…—dijo abriendo la puerta, el Doctor Kayson estaba sentado en su escritorio y escribía algo muy extenso y al parecer muy importante en su computadora— hola…—añadió Blaine entrando como en cámara lenta. -Señor… Anderson… ¿verdad?... —pregunto leyendo desde otro dispositivo más pequeño y portátil -Si… -Adelante… asiento por favor… mi nombre es… un momento… —dijo al mirar la cara de ambos— yo los conozco… ¿usted es cantante?, ¿verdad?... —pregunto mirando a  Kurt— y usted esta en Broadway… ¿no es así?...—añadió poniendo su vista esta vez en Blaine. -En realidad es al revés, pero bueno… se agradece el reconocimiento… —respondió Kurt mientras le estrechaba la mano. -¿En serio?, ¿están seguros? -Puedo mostrarle una identificación si gusta… —agregó Blaine sentándose luego de saludar formalmente al facultativo. -No es necesario… —dijo riendo mientras rodeaba su escritorio para sentarse enfrente— estuve leyendo su historia y el Doctor Cunningham me dejó bien instruido con sus pacientes… así es que no hay problema… -¿Por que tuve que venir hoy día?… el doctor… es decir la grabación no fue muy clara... -Es porque están los resultados de sus análisis… —contestó mientras manipulaba el dispositivo más pequeño, Kurt dio un respingo y tomó la mano de su esposo, este se la apretó de vuelta con más fuerza de la socialmente indicada— y como pensamos que podían tomarse vacaciones, para ir con la incertidumbre de no saber… ¿verdad?. -Ok… -Así es que…tengo dos noticias, una buena y una mala… ¿cuál quiere oír primero?... —pregunto señalándolos con sus dedos índice como si fueran un par de pistolas, el matrimonio Anderson Hummel se miró mutuamente sin saber qué decir— lo siento, siempre quise decir eso… en fin… les diré la buena… sus análisis están perfectos… —Blaine soltó un suspiro de alivio y Kurt sintió que podía ponerse  a llorar ahí mismo. -Genial… genial… —murmuró Blaine besando la mano de su esposo que aun estaba entrelazada con la suya. -Lo se… todo marcha de maravillas… le enviare la información a su correo electrónico, ¿aun tiene el «flashdrive»?... —preguntó mientras escribía un par de cosas en su computadora. -Por supuesto… —respondió Kurt aun con ganas de llorar. -Muy bien, enviaré la información en este instante, luego ustedes la guardan…—dijo teclado. -Una pregunta… —dijo Kurt levantando su dedo índice como si estuviera en la escuela. -Por supuesto, las que guste… -¿Cual es la mala noticia entonces?... —añadió sacando un pañuelo descartable desde su bolsillo. -La mala noticia es que no los veremos por aquí sino hasta 5 años más… y créanme que para algunas enfermeras y enfermeros… eso es bastante triste… —dijo echándose hacia atrás en la silla como si estuviera en su sala viendo una película o algo así. -¿Qué?... —preguntaron Blaine y Kurt al unísono. -Eso… su tratamiento funcionó tan bien que solo tendrá que venir el… —el Doctor Kayson sumó en su mente y con sus dedos— 2046 para un nuevo chequeo… mala noticia ¿no es así?… -¿Escuchaste lo que yo?… —pregunto Kurt ahora si que a punto de llorar. -Lo escuche… -¿Cuán maravilloso es esto?… —añadió abrazándolo por sobre el brazo de la silla y dejando escapar su emoción por fin. -Mucho…—dijo su esposo apartándose para quitarle las lágrimas con sus dedos— tanto como para irnos a Maine en este mismo instante… —termino por decir Blaine levantándose luego de darle un beso más que apasionado, el doctor Kayson terminó por ocultarse tras sus manos de manera divertida.
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leukiel · 3 years
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Pueblo de agua
Otra vez el mismo lugar... un camino largo donde al fondo se dibuja el verde de un bosque, el sendero es de piedra y a ambos de sus lados se levantan unas hermosas casas de piedra también. Estoy en un pueblo, hoy me ha tocado estar aquí, en algún otro delirio ya había recorrido esta área. No sé quién sea, desconozco mi nombre, sólo sé lo que soy, soy un hombre. Puedo verme las manos, soy muy blanco, con vello tupido y de rubio color. Camino despacio y observo mis zapatos, son de un diseño pasado, no creo que este calzado se siga usando en estos días. Tengo frío, mucho frío, el cielo está nublado y allá a lo lejos una nube densa y oscura anuncia una tormenta. Siempre he pensado que este lugar está en la cima, lo gélido de sus calles me lo susurra. Una melodía emana de uno de los locales a poca distancia de mí... un flashazo me pincha la cabeza. Es ella... pero, ¿Quién es ella? ¿Quién soy yo? No lo sé, no lo sé. Soy un extraño en este cuerpo; mi corazón está agitado, lo percibo ansioso, lo percibo enamorado, pero también con mucho miedo... con un miedo que aprieta a mis piernas haciéndolas desear salir corriendo de aquí. "¿Ya por acá tan temprano?", escucho. Levantó mi cabeza, y observo a una señora de edad madura, de unos 68 años aproximadamente, me sonríe. "De seguro ya te está esperando, siempre tan leal a ti... y no tengas pendiente, aquí están seguros." No sé de qué me habla, sé que la voy a ver a ella, a esa mujer que aparece súbitamente en esta realidad alterna guiada por el palpitar de mis párpados cerrados, sé que veré a esa mujer que me encandila con sus ojos rasgados, unos ojos de geisha, y que me emborracha con el aroma de su perfume de jazmín y mandarina. Mandarina... Otro flashazo. Dios... Mi cabeza. Creo que va a explotar. Tengo miedo y el camino se hace largo para llegar, no sé ni a dónde me dirijo porque todo aquí en esta vida es instinto, parece que un titiritero hala las cuerdas de mis acciones allá arriba, me siento como una marioneta... no dudo que lo sea. ¿Y qué haré ahora? ¿Qué sigue? ¿Dónde estás mujer?¿Dónde te has metido? Me sobresalto, pego un brinco y llevo mis manos al centro de mi pecho. Allá adentro voy a galope. Sucede un estruendo. Viene de la iglesia... suenan las campanadas. Parece que hay fiesta en el centro del pueblo. El viento se desnuda, se desata, chilla... chilla en mis oídos y la gente sale de sus casas. ¿Qué se celebra? ¿Dónde estoy? Por Dios, esto es desesperante. Mandarina... huele a mandarina. Es ella... está aquí. Volteo a todos lados con una presión mortífera en mi cabeza, siento que me va a estallar. No está... no está por ningún lado. La busco en todos los rostros. Niños, ancianos, señoras, jovencitas, jovencitos... pero ella... ella sólo despide su aroma, sólo la puedo aspirar. Y de pronto... la lluvia, la lluvia se deja caer del cielo. Otro estruendo. Me llevo las manos a mis oídos, creo que me volveré loco. ¿A dónde iba? ¿A qué lugar me dirigía? Una niña pequeñita me toma de las manos. "Me dijo que te llevara con ella... ven que no hay tiempo." Caminamos rápidamente, "espera... espera...", le digo pero pareciera no escucharme. Nos abrimos camino golpeando el costado, el pecho y las espaldas de quienes están ahí estorbándonos. "Ya no hay tiempo, yo creo que no vamos a alcanzar a llegar...", y de pronto una ola inmensa se levanta sobre ese verde y espeso bosque que yace delante de nosotros. Pareciera que del cielo se ha comenzado a verter un océano. No creo que alcancemos a salir de aquí. Mi cabeza da vueltas. Esto es la muerte. Huele a muerte y al mismo tiempo a mandarina. ¿Este será mi final? La niña sigue corriendo. "Si llegamos podremos salvarnos, todo es cuestión de que ella despierte. Me dijo que te llevara a un lugar seguro... Ven, ven, no hay tiempo ya." Esto ha sucedido sin esperarlo nadie. Pareciera que la gente no ve más allá de su júbilo. Parece que los únicos que sabemos que un cielo hecho mar está por comernos, somos esa niña y yo... y el aroma a jazmín y mandarina. "Ya estamos aquí..." Brinco en mi cama. Me he despertado.
—Ángel Leukiel.
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