"Ecos de la magia" parte 1 | Reivor, campeón de los océanos.
Reivor era el nombre de aquel joven perteneciente al reino de los monstruos.
Tenía apenas 19 años cuando su madre y hermana mayor fueron arrastradas a las profundidades del océano por aquellas criaturas de las cuales solo se pensaba que eran leyendas… "Las Sirenas".
Él las vio con sus propios ojos, y por más que suplico por ayuda, nadie en su reino le creyó, lo tomaron solo por un loco.
Las sirenas no existen, el rey de los monstruos, aquel más sabio y más antiguo, aquel que conoce todo de cada una de las especies que entran en la categoría de "monstruos" en el mundo, desmiente la sola idea de la existencia de estas.
Era inútil, no tenía evidencia alguna de lo sucedido, solo su palabra, que ante la palabra del rey, no tenía ningún valor.
Las había perdido a ambas, se marcharon.
No había forma de que aquel débil joven pudiera llegar a las profundidades del océano, y poder tomar venganza de aquellas sirenas que se llevaron a su familia.
Meses pasaban, y el dolor no cesaba. La mente del joven se llenaba de dudas…
¿Por qué aquellas sirenas eligieron llevarse a su familia?
¿Con qué propósito?
¿Qué hicieron con ellas?
Era imposible para el joven Reivor seguir adelante, ignorando su perdida, tenía que hacer algo por aquellas mujeres a las que quiso con todo el alma, y se juró a sí mismo, que tomaría venganza.
Reivor paso las siguientes noches orando en nombre aquella única persona que podría ayudarlo…
Khalil, divinidad de los océanos.
Con fervor, suplicaba en sus oraciones que la divinidad le brindara su ayuda para tomar venganza de las sirenas, daría su alma a la divinidad si era necesario.
Una noche, cuando Reivor dormía, una luz cálida invadió la habitación en la que se encontraba el joven monstruo.
Cuando este abrió los ojos, logro encontrar la fuente de esta luz celestial.
Ante él, estaba la reina Khalil, divinidad de los océanos.
Reina de belleza incomparable, con un porte fuerte y firme.
Reivor quedo fascinado ante la presencia de tan hermoso ser, que por más que intentara hablar, no encontraba la voz para decir algo.
La reina Khalil le hizo saber al joven monstruo que había escuchado cada una de las oraciones que hizo a su nombre, sabía el porqué esperaba por ella con tanto empeño.
Reivor tomo el valor, y finalmente su voz se manifestó en la habitación.
El joven monstruo le suplico a la reina que le brindara su poder para poder vengarse de aquellas sirenas que se llevaron a su familia, y si lo ayuda a cumplir su propósito, a cambio, daría el resto de su vida a servirle lealmente sin queja alguna.
La divinidad tomo unos segundos, y luego hablo...
"Lo que eres ahora no me sirve"
"Tener a alguien insignificante como tú a mi lado no es un trato justo para mí"
Dijo la reina sin ninguna pizca de tacto.
Reivor se quedó callado ante tal cruel respuesta de la reina, su mente estaba lleno de dudas, ¿sería acaso que no podría contar con ella tampoco?
¿Dar el resto de su vida no era suficiente sacrificio para lo que pedía?
Fue entonces, que la reina diría algo que cambiaria la vida de Reivor para siempre.
"Vendrás conmigo a mi reino, y en el, te enseñaré lo necesario para convertirte en un guerrero capaz de acabar con cualquier maldad que se interponga en tu camino. Serás capaz de usar la fuerza del océano a tu merced, y solo así, podrás acabar con aquellas bestias que arrebataron la vida de tu madre y hermana. Te volveré un cazador de sirenas. Valientes héroes en todo el mundo sabrán quien eres y te respetaran. Solo así, es como consideraré justo nuestro trato."
La reina cumplió su palabra, por años, entreno al joven monstruo, lo lleno del conocimiento y la determinación necesarios para volverlo en un divino campeón.
Reivor, por más que sufrió, no se rendiría, pues sabia que la única manera de combatir a las sirenas era volviéndose en el guerrero que describió la reina Khalil.
Tras una década, Reivor se había convertido en un guerrero por completo, con una fuerza descomunal, estratégico, y gracias a la bendición de la reina, poseía un poder divino que le permitiría tener un dominio asombroso del agua.
Reivor estaba listo para luchar contra las sirenas, finalmente podría tomar venganza. Aquellas sirenas que se llevaron a su familia ya no era suficiente para Reivor, él decapitaría con sus propias manos a la reina sirena, y solo así, con la derrota su líder, es como Reivor podría vivir en paz.
Fue entonces, que se dedicó a viajar por las profundidades de los océanos, eliminando a toda sirena que se encontrara en su camino.
Con el pasar del tiempo, Reivor cazaría un número gigantesco de sirenas, pero por más que lo intentara, no habría ninguna sirena que confesara la ubicación de su reino, y en este, la ubicación de la reina sirena.
Pero esto no detendría a Reivor de seguir buscando, se había prometido que tendría la cabeza de la reina sirena, y no descansaría hasta obtenerlo.
La reina Khalil estaba orgullosa del guerrero que había creado, sin falta bendecía con su poder divino las armas de su más valiente campeón.
Reivor y la reina Khalil pasaban tiempo juntos en los jardines del palacio, Reivor le hacía saber todo lo que descubría del océano y las sirenas, y Khalil escuchaba atentamente los hallazgos de su más leal guerrero.
Pocos eran los seres que se ganaban el cariño de la reina, y Reivor se había convertido en uno de ellos.
Reivor no solo admiraba y agradecía todo lo que la reina había hecho por él, sino que los años compartidos con la reina le hicieron quedar perdidamente enamorado de ella.
Su nombre era conocido en todos los reinos, y los pretendientes no tardaron en llegar en la vida de Reivor, pero este rechazaba a cada uno de estos, pues su corazón solo le pertenecía a la reina Khalil, y por más imposible que sonara, no perdía la esperanza de que la reina correspondiera a sus sentimientos algún día.
Un día, Reivor se embarcaba en un viaje más por las profundidades del océano en busca de sirenas a las que cazar, y todo parecía normal. Reivor ya había cazado una cantidad considerable de sirenas, y la hora de marcharse a casa estaba por llegar, pero sin que Reivor lo supiera, estaba a punto de vivir un suceso que cambiaria todo.
Desde lejos, Reivor pudo escuchar un hermoso canto que llamo su atención al instante.
Fue entonces que Reivor fue invadido por una profunda curiosidad...¿Quién sería la dueña de aquella voz tan hermosa?
Y así, fue como Reivor tomo la decisión de dirigirse aún más profundo en el océano, mismo lugar donde parecía provenir la voz.
El frío empezaba a hacerse presente, y la ausencia de cualquier criatura marina era evidente, a pesar de esto, Reivor nado a lo más profundo, pues aquel hermoso canto, parecía estar más cerca.
Finalmente, a pesar de tanta oscuridad, Reivor logro ver algo…
En una gigantesca roca, sentada estaba una hermosa mujer, cuyo cuerpo apenas era cubierto por su larga cabellera roja.
De ella provenía aquel hermoso canto que atrajo al valiente guerrero, quien quedo sin palabras ante tan preciosa mujer, pues su belleza, podía ser comparada incluso con el de la reina Khalil.
No fue hasta que aquella desconocida mujer, noto la presencia de aquel hombre que la miraba sin parar, y la mujer, fuera de parar su canto, siguió con gran euforia, casi como si el canto, fuera únicamente para bendecir los oídos de aquel caballero.
Tras ello, Reivor no pudo evitar acercarse más a aquella mujer quien lo invitaba a estar cada vez más cerca de ella, y al estar frente a ella, la hermosa dama toco su rostro con ternura.
No fue hasta que la hermosa mujer se acercó a Reivor con la intención de besarlo, que el conocido caballero se alejó de ella, pues a pesar de ser esta muy atractiva, la reina Khalil era la única mujer en su corazón.
El rechazo, hizo enfurecer a aquella hermosa mujer, cuyos celestiales cantos, pasaron a ser desgarradores y cada vez más fuertes.
Reivor, por más que intentaba cubrir sus oídos, aun podía escuchar la desgarradora voz de la mujer, penetrando sus oídos sin más.
El ruido era tal, que el cuerpo del caballero permanecía inmóvil, incapaz de defenderse de la mujer de los océanos.
Reivor no lo sabía, pero aquella mujer era la temible reina sirena que ha buscado durante años, y con sus cantos, no hizo más que atraer a Reivor en su trampa.
Sus tormentosos cantos llevaban consigo una maldición que caería en todo aquel que la escuchara.
Reivor lograba ver como su cuerpo cambiaba de forma a algo completamente espantoso, y tras no soportar más, cayo inconsciente ante los cantos de la reina sirena.
Mientras, la reina Khalil esperaba la llegada de su más fiel guerrero, y tras caer la noche, fue entonces que la preocupación de la reina se hizo presente, ordeno al resto de sus guerreras a que buscaran en todo el océano hasta encontrar a Reivor.
Las búsquedas se extendieron por semanas, hasta meses, y por más que se buscara, no había rastro alguno de él, es como si aquel caballero se haya convertido en nada más que espuma de mar.
Cuando las cosas no parecían ser peores para la reina Khalil, del gran océano se hizo presente una criatura de un tamaño descomunal.
De afiladas garras y unos ojos que podían convertir en diamante a todo aquel que lo mirara fijamente.
Los habitantes del reino huían atemorizados ante aquella gigantesca amenaza, hasta que la reina, sin una pizca de miedo, tomo sus armas y se propuso a derrotar a aquella bestia marina que amenazaba a su reino.
Durante la pelea, la reina lucho con coraje y estrategia, digno del espíritu guerrero por el cual es conocida en todo el mundo.
La bestia marina se rendía cada vez más ante la fuerza divina de la semidiosa de los océanos, y cuando esta estaba por dar su golpe de gracia, la bestia marina, como último recurso, miro directamente a los ojos de la divinidad, al parecer con la intención de convertirla en diamante como al resto, pero esto, no funciono en absoluto.
El poder divino de la semidiosa la hacía inmune al poder de los ojos de aquella bestia.
Todos miraban detenidamente la escena, nadie quería perder de vista el golpe de gracia de la reina que acabaría con aquella criatura… Pero entonces, algo ocurrió…
La reina dejó caer sus armas sin razón aparente, y fuera de dar su golpe de gracia, lágrimas empezaron a caer de las mejillas de la divinidad.
Todos miraban confundidos, ¿será acaso que los ojos de la bestia marina surgieron algún efecto maligno en la reina?
¿Por qué dejaría caer sus armas quedando expuesta ante la bestia marina?
A pesar de tan confusa escena, finalmente todos en el reino entendieron el motivo por el cual la reina lloraba con rotundo dolor.
Aquella bestia marina era Reivor, aquel noble caballero del que la reina se sentía orgullosa.
Al mirar a sus ojos, fue como la reina logro reconocer a su valiente campeón de esa bestial criatura marina.
Reivor había tomado esa forma física tras una cruel maldición proveniente de los cantos de la reina sirena, pues para la reina Khalil, no era el primer caso que veía en el que un ser inocente era convertido en una bestia marina por el poder de la reina sirena.
Dentro de aquella bestia marina estaba aún el alma de Reivor, pero para la reina Khalil, era imposible romper el hechizo de la reina sirena.
La reina Khalil tomo la decisión de no matar a aquella bestia marina, sin embargo, de su sangre, crearía unas cadenas sagradas que mantendrían a aquella bestia divina encerrada en las profundidades del océano, las cadenas que lo mantendrían encerrado solo podrían ser rotas por alguien que comparta la misma sangre que la semidiosa de los océanos.
Tiempo paso desde aquel suceso, y por órdenes de la reina, una estatua en nombre del guerrero Reivor fue construida en la entrada del reino, bajo el nombre de "Reivor, campeón de los océanos".
Todos los Rhubelyes llevan ofrendas en nombre del campeón de los océanos, oraciones a su nombre se hacen, y todos tienen la esperanza de que algún día, la maldición se romperá, y su valiente guerrero volverá.
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