La práctica del escribir y plasmar la experiencia. Vertir las palabras como un vaso de agua formando un charco para no morir, para ser recuerdo.
En el tren pensaba en los stickers y estampitas plagados de dibujos peluche de animales con frases tales y como "Solo te amaré 3 veces: hoy, mañana y para siempre". Siempre me enternecieron o desarmaron, como elicitando una suavidad interior. Me recuerdan un estado del humano lejos de su oscuridad TragatierraDevoraUniversos, un lugar seguro donde existe la inocencia del querer por querer, del apreciar. Amor en estado puro sin metamorfosis libidinosas o interesadas.
Un espacio diferente separado por una membrana donde la humanidad se vuelve pequeñas criaturas animadas y juguetonas, lejos y sin saber de qué el otro lado está habitado por todos los lobos que alguna vez devoraron el sol.
Ya desconcertado por la música que emanaba de mis auriculares y el jugo de alma y cúrcuma que se evaporaba de mis poros gracias a fotones lejanos, divagaba en mis tripas mentales (desplazandome entre el lóbulo frontal y la amigadala exactamente) la coexistencia de Caín y Abel en la panza de cada hombre y mujer. Allí entre los restos de un guiso o una pizza los hermanos recreaban el dolor una y otra vez, la devoción y el amor, el asesinato y la sed sangrienta. El castigo enterrado siempre en un lugar entre el hígado, el intestino delgado y el estomago. La ternura infinita de la empatía, la de mí ser llorón que abraza el todo, y la veneración putrida-salvaje de la violencia.
Todos gruñimos entre lágrimas y gotones de sangre bruxados previamente.
Me levanté y fui succionado al andén por el vacío que se generó al abrir las puertas. Igual que el resto en la fila de hormigas.
Las calles de Retiro son una trompada seca para terminar de despertar de ese estado de somnolencia idiota post siesta: Apenas hice girar el molinete con mí cadera, apenas pise la calle, me arme de la caparazón, del escudo blindado. Mostraba los dientes y fruncía el seño usando el amplio espesor masculino de mis cejas. Empareje mí caminar, hasta ese momento chueco por un golpe en mí dedo meñique derecho.
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios
Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo
Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos
Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangre
Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.
Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada
Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue
¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?
¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?
El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual
Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde
Señor
Arroja los féretros de mi sangre
Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón
Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo
¿Es el ser humano víctima de su propia civilización? ¿O es la civilización una restricción para el ser humano?
En 1954, William Golding, aclamado escritor británico, exploro en la que seria su obra mas impresindible la idea de que, cuando se elimina la influencia de la civilización y las estructuras sociales, los instintos primitivos y la violencia inherente en la naturaleza humana pueden emerger, incluso en lo que pareciera ser la inocencia personificada, “la niñez”
En “El señor de las moscas” seguimos a un grupo de niños británicos que quedan varados en una isla desierta después de un accidente de avión.
La atmósfera salvaje de la isla contribuye a desencadenar cambios en el comportamiento de los niños.
Este “microcosmos aislado” representa un lienzo en blanco donde los personajes deben enfrentarse a los desafíos de la supervivencia, a su vez es un espacio simbólico para explorar la naturaleza humana, la decadencia de la moral y la lucha entre el orden y el caos.
Entre el grupo de infantes nos encontramos con 4 personajes clave que representan diferentes aspectos de la sociedad y la psicología humana.
El rostro de la civilización, Ralph quien representa liderazgo democrático y la búsqueda del orden en la isla. A lo largo de la novela, Ralph lucha por mantener la cordura y la cooperación entre los niños, pero enfrenta desafíos a medida que la isla se sumerge en el caos.
Piggy, que representa la racionalidad, la inteligencia y la ciencia. Su apodo deriva de su aspecto físico y su fragilidad. Piggy es un personaje marginalizado pero crucial para la historia, ya que aporta ideas sensatas y trata de mantener un sentido de orden. (SPOILER ALERT) Su muerte simboliza la perdida de la razón y es punto de inflexión para el descenso a la barbarie.
Jack, que encarna la brutalidad, la violencia y la naturaleza más primitiva de la humanidad. A medida que la historia avanza, Jack se aparta de lo civilizado y adopta un liderazgo autoritario basado en el miedo y la ultraviolencia. Su personaje simboliza la amenaza de la anarquía y la perdida de la moralidad cuando se desvincula de las estructuras sociales y cede al instinto animal.
Y por último Simon, un personaje INTROSPECTIVO y espiritual. Simon representa la comprensión profunda de la naturaleza humana. Su carácter reflexivo y pacífico lo lleva a ser la conexión entre el ser y la naturaleza de la isla.
Simon simboliza la parte más compasiva y sabia de la humanidad, pero también es víctima de la violencia y la intolerancia. Su trágico destino refleja la fragilidad de la bondad y la espiritualidad en un entorno donde la civilización se desintegra.
Esta obra explora temas como la naturaleza humana, la civilización frente a la barbarie y los instintos primitivos.
Con el tiempo, los niños experimentan la perdida de la moralidad y se sumergen en la violencia, revelando aspectos oscuros de la condición humana.
Tras un lapso de tiempo no definido en el que la lucha por el poder y la perdida total de la moralidad desencadenan actos atroces los niños logran ser rescatados.
Ante la presencia de adultos se ve revelada la brutalidad y el caos que han prevalecido en la isla.
La llegada del adulto representa la restauración del orden y la civilización, pero al mismo tiempo, plantea la pregunta sobre la naturaleza inherente de la humanidad.
¿CUÁL ES LA VERDADERA NATURALEZA DE LA HUMANIDAD Y EN QUE MEDIDA LA CIVILIZACIÓN PUEDE CONTENER LOS INSTINTOS MÁS PRIMITIVOS?
La figura del “señor de las moscas” simboliza la corrupción y la decadencia que surge en ausencia de una autoridad responsable.
En la novela filosófica “ASÍ HABLO ZARATUSTRA” El filósofo alemán Nietzsche exponía la idea del “eterno retorno” que va más allá de las normas establecidas. Veía a la civilización como una navaja con doble filo: por un lado, proporcionaba orden y estructura, pero por otro, limitaba la expresión auténtica de la individualidad, llevando a la posibilidad de que ciertos aspectos considerados bárbaros fueran necesarios para el florecimiento humano.
Entonces… ¿ES LA BARBARIE EL PUNTO DE PARTIDA PARA NUESTRA MÁXIMA EXPRESIÓN COMO INDIVIDUOS?
Dejemos esta pregunta abierta a la subjetividad del lector…
En resumen, esta novela nos ofrece una reflexión sobre la naturaleza de nuestra sociedad y una mirada sombría a la psicología humana.
Se puede interpretar como un comentario acerca de cómo la civilización puede desmoronarse, mostrando la fragilidad de las normas sociales. Podría compararse con aspectos de la sociedad actual, sugiriendo que, en circunstancias extremas, las personas pueden volver a comportamientos primitivos.
Yo creo que no es preciso señalar un sector de la sociedad como más propenso a la fragilidad primitiva, ya que la susceptibilidad a tales comportamientos puede depender de diversas circunstancias. Sin embargo, en situaciones de crisis, desigualdad extrema o falta de recursos, es posible que ciertos grupos experimenten tensiones que desencadenen comportamientos más primitivos.
Así queda entendido que la fragilidad puede manifestarse en cualquier sector, en cualquier momento y en cualquier lugar, siempre y cuando nos enfrentemos a condiciones adversas o falta de estructuras sociales sólidas.
En primera instancia, cada flor cercana a cada personaje, representaría cómo fue su amor.
Rosa blanca.
Simboliza el amor puro. Devoto. Es inocencia. Un amor que dura para toda la vida. Aparentemente es la flor favorita para usar en los ramillete de bodas.
Así como también simboliza la atención y cuidados sobre un ser muy querido. Además, demuestra la satisfacción de estar con él.
Quizás les recuerde un poco al lirio.
Me parece bastante consistente con Suletta. Ella daba todo por cuidar a Miorine, y se sentía comoda con su relación. Con sus roces claro está. Las rosas tienen sus espinas.
Se debe mencionar que Suletta también podía mostrarse con un amor (rojo) muy apasionado. Incluso, salvaje. Hasta que se pudo estabilizar al final, donde se vio más estable.
Rosa violeta.
Aquí tenemos un símbolo de respeto, eternidad y calma. Profundidad. También ligado a buenos deseos para un ser muy querido.
Por otro lado la violeta, la flor en sí. (Viola odorata) y sus variaciones. Algunas simbolizan la entrega total.
Símbolos del recuerdo… Humildad.
“Amor eterno”. “Un amor sin condiciones”
“Siempre te amaré.”
La flor y color de Violet Evergarden.
Cabe resaltar, que pude ver algunos comentarios japoneses en X, asumiendo el color de la rosa de Miorine como azul. Siendo así. Ya hemos tratado este color.
El azul es considerado el verdadero color del amor. Rescata la profundidad de la rosa violeta. Más allá de eso, es fidelidad, confianza, y empatía.
Muy consistente con el amor de Miorine. Y curiosamente, su vestido era azul en el celebré capítulo donde protegió a Suletta y terminó de robar su corazón.
Aunque puede variar un poco dependiendo de la fuente. El punto en común es que el amor de Miorine era más tranquilo, pero muy vibrante. Explotando en ocasiones. Hasta terminar siendo más apasionado y expresivo al final. Y manteniendo su profundidad.
Este amor es azul como el mar azul.
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Rosa roja.
Aquí tenemos la rosa del buen Guel. Está es la más conocida. Representa el amor ardiente. Apasionado, muy expresivo. Consistente con Guel.
El amor de Guel comienza algo distorsionado debido a su comienzo como adolescente millonario malcriado. Hasta lograr un estado más estable y dignó.
El detalle es que no pudo redireccionar todo eso hacía Suletta de forma adecuada*. Solo tuvo un buen intento casi al final.
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-Entre líneas-
Con esto vimos cómo se representa el amor de los personajes mediante el lenguaje de las flores. Mencionando como agregado sus cambios al ir moldeando sus vidas. Siendo coherente con los lineamientos de la leyenda de Altair y Vega. El cual habla de un amor responsable y maduro.
* su primera declaración fue dañada por la mala 1ra impresión que dejó en Suletta. Eso incluye sus intentos románticos en modo malcriado. Luego no la vio más hasta casi al final cuando maduro…
**Algunos significados se solapan, por ejm, como el de la rosa azul, la rosa violeta, y la violeta. Y si mi vista no me falla, creo que el vestido de Miorine, así como su rosa., va entre un violeta y un azul oscuro.
...Dicen las malas lenguas...las lascivas, lujuriosas, las que tienen sed de perversión...las que te enloquecen de placer cuando hablan sobre tus labios que, la paciencia es la madre de todas las ciencias...
Por eso, me encanta la espera..., vestida de inocencia por fuera...cargada de el más sabroso de los pecados capitales...la gula...por dentro, hambre de ti, del sabor que destila tu hombría, del regusto ligeramente amargo con un sutil toque picante que tus fluidos vitales dejan en mi caprichoso paladar.
Me mojo las ganas hasta que me invitas a acomodarme entre tus piernas, mantengo a raya mis ansias de liberar la plenitud de tu sexo y me obligó a la lentitud..., acarició sin premura el objeto de mi deseo, a quemarropa, mis labios toman la temperatura que emana de la cárcel textil en la que se encuentra mi próxima comida.
Me lamo los labios, te miro con la mezcla justa de mimo y travesura y...¡Paciencia!. Acaricias mi pelo y lo sujetas en un puño, ahí tengo el visto bueno para disfrutar, ahora si, a plenitud de ti.
Libre de jaulas, tu erección (ya casi mia) se yergue orgullosa ante mis manos adoradoras y mis labios golosos, con paciencia, como no, la envuelvo en caricias y el calor de mi boca, jugamos al escondite y cuando la tan valorada paciencia se acaba, nos envuelve una boragine de salvaje anhelo y tan fuerte y rápido como son nuestros deseos alcanzamos el punto de no volver y es entonces cuando...mi espera tiene su dulce recompensa y me la como, toda...🖤🖤🖤
Contemplo cómo te acercas con cautela. Sabes lo que pretendes, aunque tus movimientos insidiosos no delatan ninguna estrategia.
Ágilmente te deslizas entre mis dedos, tiendes un señuelo con tus ojos y me atrapas en tu boca.
Eres inteligente, declaras inocencia, pero tus intenciones demuestran una expertiz inherente.
Tu esencia de animal salvaje me desgarra y tu camuflaje tierno me desorienta.
Eres una experiencia letal que necesito escudriñar; y lo haré capa a capa, con quietud y paciencia, dejando que te acerques, quedándome inmóvil para darte oportunidad de escabullirte y asecharme; solo a veces señalaré algunas vías, te mostraré mi cuello y confiaré en que jugarás conmigo antes de casarme.
Así te observaré, te estudiaré de cerca y te tomaré en el momento oportuno. Solo así sobreviviré a tu artera y apasionante danza mordaz.
De todas maneras no hay vuelta atrás, desde la primera probada de tu néctar ya fui tuyo y solo queda seguir bailando... Bailando hasta que se apague la música
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios
Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo
Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos
Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangre
Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.
Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada
Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue
¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?
¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?
El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual
Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde
Señor
Arroja los féretros de mi sangre
Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón
Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo
La novela “Los ríos profundos”, del gran José María Arguedas, nos habla de la inocencia de un adolescente llamado Ernesto, que es capaz de sentirse profundamente vinculado a la naturaleza, es capaz de amarla debido al don que posee de observarlo todo, de aprehender su lógica interna, de este modo, puede saber cuáles son las rutas migratorias de las aves cantoras, conocer en qué lugares hay batracios dañinos o venenosos, de qué se alimentan las criaturas salvajes y cuáles son sus preferencias, indagar cómo viaja el sonido en los lugares fríos o cálidos, averiguar cómo cruzar los ríos en verano, saber si una persona se siente incómoda o triste o si tiene miedo.
Ernesto posee un alma pura y eso le permite ganarse la confianza de sus compañeros de colegio, quienes le cuentan anécdotas que no han revelado a nadie. Y es que el niño está siempre dispuesto a apoyar a los más tímidos e infundirles ánimo si es necesario, ya que se encuentran lejos de sus familias, en un internado dirigido por sacerdotes mercedarios. Esto hace que los alumnos enfrenten casi en la orfandad las primeras inquietudes del amor y la lucha por ganar un sitial en el microcosmos de la escuela.
El niño ha vivido casi siempre rodeado por los indios que trabajan en las haciendas y de ellos le ha quedado el gusto por los poemas cortos y harawis, los huaynos jocosos y alegres, los cuentos sobre osos, ratones, pumas y cóndores, el sonido del arpa, el violín o la guitarra, y todo su sentir comulga con la forma de ser de estos indios, por lo que para él vivir en la ciudad donde se ubica su escuela (Abancay) es una tortura y los domingos se escapa a escuchar el canto de las aves y de los ríos, e, incluso, parece comprender lo que quiere decirle el sonido del agua. Para él hasta los objetos (como campanas o juguetes) pueden tener un vínculo con la divinidad, una vida interna que nadie adivina, salvo los ojos entrenados.
En realidad, Ernesto es un pequeño hombrecito capaz de darse cuenta de las virtudes y las miserias de sus amigos y profesores, puede percibir los dobleces que se esconden en el alma de los demás, pero también descubre con ojo certero las maravillas y la riqueza que hay en sus congéneres. Es un muchacho meditabundo, tierno y vehemente, al que los lectores aprenden a amar al recorrer las páginas de este clásico, que, más que un libro, es el testimonio de un hombre que se encuentra en armonía con cuanto le rodea.