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#Experiencia del éxodo en 1980
adribosch-fan · 3 years
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Escritor cubano narra la historia de los "marielitos" y su éxodo a Estados Unidos - El American
Escritor cubano narra la historia de los “marielitos” y su éxodo a Estados Unidos – El American
“El éxodo del Mariel fue un hecho político y social que por circunstancia únicas se convirtió en un fenómeno cultural. Hacía 10 años que nadie salía ni entraba de Cuba”, dijo de la Paz El escritor Luis de la Paz, llegado a Estados Unidos en el llamado “éxodo del Mariel”, la salida masiva de cubanos en 1980, vuelve la página a esos tiempos en una novela inspirada en su estancia en un campamento…
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¿Porqué Ana Mendieta?
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Ana Mendieta
Ilustración de MªJosé Molina Sierra
¿Porqué comenzar una serie de ilustraciones dedicadas a mujeres artistas con la artista cubana Ana Mendieta? 
Ana Mendieta pertenece a esa generación de artistas que entre los años 70 y principios de los 80, promulgarán la caída de los estereotipos propios de la sociedad burguesa occidental, cuestionándose las propias estructuras de la institución artística. Valdría subrayar entre otros aspectos relacionados con su participación en el llamado proceso de deconstrucción crítica del objeto artístico, la disolución del carácter objetual de su obra en favor de una mayor incidencia en el proceso de construcción de la misma, la utilización de su cuerpo y del paisaje como territorio de exploración, la participación del público, así como su compromiso político con los principales movimientos vinculados a los derechos civiles, surgidos en Estados Unidos en la década de los 60. A pesar de todo eso, a pesar de la relevancia de su obra y a diferencia de la de sus colegas hombres, la obra de Mendieta, no está en los museos. 
Infancia en Cuba
Ana Mendieta nació en La Habana en 1948, pero abandonó Cuba con doce años tras el triunfo de la revolución. Ana y su hermana mayor Raquel fueron parte de la operación Peter Pan, exiliadas en 1961 gracias a una maniobra del gobierno americano, que con el apoyo de la iglesia católica cubana sacaron de la isla a más de 14.000 niños y adolescentes entre seis y dieciséis años, en uno de los mayores éxodos de niños de la historia reciente. Ante el temor de un posible adoctrinamiento marxista, la familia de Ana Mendieta, perteneciente a la oligarquía cubana, consideraron conveniente enviarlas a Estados Unidos, confiando que la revolución no triunfaría y que la separación no se prolongaría. Aunque la realidad fue bien distinta y tuvieron que esperar trece años para volverse a reunir.
Exilio y desarraigo
A su llegada a Estados Unidos, Ana y Raquel fueron trasladadas desde Miami a Iowa donde sin parientes cercanos ni familia, quedarán bajo la tutela de diferentes organizaciones caritativas católicas. Fueron años muy duros para las dos hermanas, que hasta su mayoría de edad recorrieron diferentes centros y familias de acogida. Unas niñas procedentes de una familia de origen español,  hasta entonces no se habían cuestionado ni su raza, ni su identidad, pero las experiencias racistas sufridas a su llegada a Estados Unidos, cambiarán radicalmente la percepción sobre sí mismas (Blocker, 1999) y fueron determinantes para Ana, que a la postre se identificará como una mujer de color.
Arrancada de su familia, empujada a abandonar Cuba y obligada a pasar su adolescencia de orfanato en orfanato, el exilio y el desarraigo se han entendido como una de las claves para la interpretar su obra:  “Ana tenía una idea muy especial acerca de la tierra como la concepción concreta de patria” (Nancy Morrejón, documental Fuego de Tierra, 1987).
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Ana fotografiada junto a su sobrina Raquel Cecilia Mendieta, cineasta y autora del documental sobre Ana Mendieta,  Whispering Cave (English, French subtitles).
Etapa universitaria en Iowa
En 1966, cinco años más tarde, su madre se traslada a Iowa para instalarse junto a sus hijas, mientras que su padre permanece encarcelado en Cuba. Tanto Ana como Raquel comenzaron a cursar estudios en el Departamento de Arte de la Universidad de Iowa, donde Ana se gradúa poco después. Es durante su etapa universitaria, cuando la Ana Mendieta se involucra con el movimiento feminista y realiza algunas de sus primeras performances. 
La sangre se convierte en una constante en su etapa universitaria, cuando realiza performances que denunciaban la violencia contra las mujeres como “Untitled. Chicken Piece” (1972), “Sweeting blood” (1973), “Blood writting” (1974), “Blood track” (1974) [5] o “Rape Scene” (1973), la más explícita de todas ellas y en relación a la cuál la artista Nancy Spero explica: “es una expresión política, no sólo una expresión artística, de cómo se sentía acerca de la violencia y la vulnerabilidad del cuerpo de la mujer” (Nancy Spero, documental Fuego de Tierra, 1987). Aquí Ana se basa en un hecho real sucedido en el Campus de la Universidad y reconstruye la escena de la violación y el asesinato de una estudiante, poniéndose en el papel de la víctima. La artista permanece en su estudio inmóvil durante una hora, desnuda de cintura para abajo, cubierta de sangre y rodeada de platos rotos y huellas de sangre. 
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Blood track (1974) © The Estate of Ana Mendieta Fotografía: Cortesía de la Galería Lelong, Nueva York
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Exposición Covered in Time and History: The Films of Ana Mendieta
NSU Art Museum Fort Lauderdale, Florida
February 28 – July 3, 2016
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Untitled (Cosmetic Facial Variations), 1972 / 1997
Suite of four color photographs 16 x 20 inches (40.6 x 50.8 cm) each
Edition of 110
© The Estate of Ana Mendieta Collection, LLC. Licensed by Artists Rights Society (ARS), New York
Una nueva vida en Nueva York 
En el año 1978 Ana Mendieta se traslada a Nueva York y allí se integra en los distintos grupos de arte feminista. Un año más tarde expone por primera vez en solitario, en una de las principales galerías vinculadas con el movimiento feminista, la Galería A.I.R, en la que también exponían artistas como Nancy Spero, Mary Beth Edelson o Mary Miss, entre otras. 
Siluetas
Pero será el comienzo de su prolífica serie Siluetas, en 1973 , el que marcará un antes y un después en su carrera e influirá decisivamente en la evolución de su trabajo. En adelante Mendieta aborda una serie de proyectos creados en la naturaleza que la artista recupera a través de grabaciones y sobre todo fotografías, que se convierten en el recuerdo de la acción y eventualmente, en la obra definitiva, una vez en la galería. Entre 1973 y 1980 Ana Mendieta realiza más de cien ‘Siluetas’ en lugares aislados.
En las primeras, la artista participa con su propio cuerpo, -este es el caso de su silueta “Imagen de Yagul” en la tumba de Zapotec en Oaxaca, realizada en uno de sus sucesivos viajes a Méjico en 1973, a partir del cuál arranca la serie ‘Siluetas’-, para ir sucesivamente alejándose de la presencia personal.
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Imagen de Yagul, silueta en la tumba de Zapotec en Oaxaca (1973) © The Estate of Ana Mendieta Fotografía: Cortesía de la Galería Lelong, Nueva York
En sus posteriores ‘Siluetas’ Ana desaparece y se limita a dejar su huella sobre la tierra. Algunas consisten en figuras modeladas sobre el paisaje formando un pequeño montículo de diversos materiales como barro, ramas, hierva, pigmento, polvo, nieve o hielo. En otras versiones la artista excava la tierra formando una suave depresión o amontona flores, ropas, palos, rocas o conchas creando formas figurativas. La obra “Sin título” incluida en la colección del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla, sería un ejemplo de la ausencia voluntaria de la artista y de la desaparición del objeto artístico llevada al extremo. Se trata de una forma esquemática, aparentemente simbología, realizada a las afueras de la ciudad de Iowa en 1980. En ella, Mendieta modela en la tierra una forma estilizada que evoca la silueta femenina –algo que se repite obsesivamente en muchos de sus dibujos y otras esculturas de esta época–, muy próxima a los genitales de la mujer, que luego perfora con un orificio a modo acanaladura. Como en otras ocasiones, la artista utiliza esta oquedad para llenarla de pólvora que deja luego quemar hasta que solo quedan las cenizas.
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Sin título, (1980) Serie Silueta, Nº Edición 2/6 100,5 x 135,5 cm. Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Sevilla
Mendieta reutiliza un año más tarde la imagen de esta silueta en su proyecto para la revista de arte feminista Heresies bajo el título La Venus Negra. La artista acompaña la fotografía de la silueta, del relato de una leyenda cubana del S.XIX sobre una misteriosa joven que se negó a ser esclavizada por los primeros conquistadores españoles que pisaron la costa cubana de Cayo Loco, cerca de la ciudad de Cienfuegos, alrededor de 1817. Estos primeros hombres blancos en llegar a la costa sur de Cuba solo encontraron una habitante, una mujer negra bellísima, totalmente desnuda, descendiente de Indios Siboney, a la que dieron el nombre de La Venus Negra. La joven fue llevada a casa de uno de ellos, pero arrebatada de su tierra, se negó a comer hasta que, ante el temor de que muriese de inanición, fue devuelta a Cayo Loco para que viviese en libertad. A lo largo de los años los habitantes de Cienfuegos intentaron civilizarla, pero ella se negó a vestirse o a comer nada que no procediese de su entorno, como era la yuca, el plátano o la batata. La Venus Negra se convirtió en un símbolo contra la esclavitud para el pueblo cubano. Para la escritora Jane Blocker, Ana traslada aquí el mito a su concepto de tierra o patria y lo asocia con el pueblo indígena sometido por el hombre blanco y con la imagen de la mujer negra, haciendo referencia al fenómeno de la diferencia de la mujer de color, con la que ella se siente identificada. (Blocker, 1999)
La influencia prehispánica y africana
Ya en sus comienzos en Iowa la artista mostró un gran interés por las culturas prehispánicas, africanas y por la santería cubana y desde su llegada a Nueva York mantendrá una fuerte relación con la comunidad de artistas latinos afincados en la ciudad. Explica su amigo el artista puertorriqueño Juan Sánchez, que como muchos de ellos, Mendieta se declaraba heredera de la cultura africana y tenía una fuerte identificación con deidades africanas como el Changó, el Mobatalá o el Llamala, a las que trató de hacer converger en su obra para que dieran “más fuerza y energía a su trabajo”. (Juan Sánchez , documental Fuego de Tierra, 1987).
Los libros Leyendas Cubanas de Salvador Bueno y Mitología y artes prehispánicas de las Antillas de José Juan Arrom´s fueron su fuente de inspiración y a ellos acudirá para llevar a cabo la más ambiciosa de sus series de esculturas (Clearwater, 1993). 
Esculturas Rupestres 
“Me contó, quiero hacerme aquí, porque yo nací aquí en Cuba y quiero dejar todos mis sentimientos y mis espíritus en este lugar” (Nancy Morrejón, documental Fuego de Tierra, 1987)
Ana vuelve a Cuba  por primera vez después de muchos años, en 1980. Al año siguiente decide regresar y encontrarse con su tierra. Inspirada en la iconografía de la cultura prehispánica de los Taíno, esculpió en el verano de 1981 en las paredes de dos grutas del Parque nacional “Escaleras de Jaruco” cerca de la Habana, una serie de grandes figuras femeninas que titula con nombres de diosas que recupera de sus fuentes bibliográficas: “Atabey” (Diosa protectora de las Aguas), “Guanaroca” (La Primera Mujer), “Guabancex” (Diosa del Viento), “Maroya” (La Luna), “Iyare” (La Madre), “Alboboa” (La Belleza Primera), “Bacayu” (La Luz del Día), “Guacar” (Nuestra Menstruación) e “Itiba Cachubaba” (La Vieja Madre Sangre).
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Ana Mendieta
Untitled (Esculturas Rupestres), 1981
[Rupestrian Sculptures]
Black and white photograph
7 x 9.75 inches (17.8 x 22.9 cm)
El acceso a las cuevas era muy dificultoso, así que Ana concibe el proyecto a modo de libro donde recopilar las fotografías de sus esculturas, de tal manera que éstas transmitiesen la magnitud del trabajo. Ana explica en sus notas: “(...) como cubana, americana y heredera de la cultura Taína, quiero hacer una pequeña publicación, una colaboración podría decirse, entre ellos y yo, usando sus mitos y mis dibujos” (notas para el libro A book of drawings). El proyecto del libro no saldrá a la luz hasta años después, bajo el título de “Ana Mendieta: A book of works”. Terminado el trabajo, las esculturas quedarán olvidadas, hasta que siete años más tarde el equipo del documental “Ana Mendieta: Fuego de Tierra” regresa a la cuevas, pudiendo comprobar como la naturaleza había hecho su trabajo y como aquellas formas ligadas al cuerpo de la mujer habían ido transformándose.
Ana esculpió su obra sin descanso, según su amigo el crítico de arte cubano Gerardo Mosquera en “una especie de comunión con la tierra cubana” (Fuego de Tierra, 1987) y en lo que ella misma describió en sus notas como en “un acto de comunión íntima con la tierra, una vuelta al amor de los brazos de una madre” (notas para el libro A book of drawings). Para Mosquera esto era precisamente lo que perseguía la artista “(...)ya que Ana pretendía que la obra fuera parte de la naturaleza, como símbolo de ella misma, siendo parte de esta, trasformándose con ella(...)” (Fuego de Tierra, 1987)
Su trágica muerte 
Cuatro años después, el 8 de Septiembre de 1985, a los 36 años de edad, Ana Mendieta cae desnuda desde el piso 34 de su apartamento en Manhattan, truncándose una fugaz, pero fulgurante carrera artística. Las circunstancias que rodearon su muerte fueron extrañas. Su marido, el conocido artista minimalista Carl Andre, con quién Ana Mendieta se había casado pocos meses antes, la acompañaba. Supuestamente ambos habían mantenido una acalorada discusión aquella noche, y André argumentará que la artista se suicidó arrojándose desde la ventana. Sin embargo su hermana Raquel Mendieta y el resto de la familia y amigos defenderán en un juicio que Andre empujó aquella noche a su mujer, asesinándola. En Febrero de 1988, tres años más tarde del trágico acontecimiento, Andre será absuelto de los cargos de asesinato.
“Carl Andre está en el  Guggenheim. ¿Dónde está Ana Mendieta?”
En Junio de 1992 coincidiendo con la apertura de la nueva sede del Guggenheim en el SoHo de Nueva York, un grupo de manifestantes se convocaron a las puertas del museo para denunciar que de los cinco artistas invitados a la exposición inaugural, cuatro fuesen hombres y de raza blanca, exigiendo una mayor presencia de las mujeres en las instituciones culturales. Entre los manifestantes, un grupo formado por Raquel Mendieta, Josely Carvalho, Juan Sánchez, Mañuel Pardo, Joey Silverman y Lucy Lippard entre otros, ataviados con camisetas y armados de una pancarta, denunciaban lo que para ellos era la otra gran injusticia: que el artista Carl Andre fuese uno de los elegidos. “Carl Andre is in the Guggenheim. Where is Ana Mendieta?¿Dónde está Ana Mendieta?” rezaba el rótulo de la pancarta. Indudablemente todos sabían donde estaba Andre, la pregunta incomoda era donde estaba Ana Mendieta (Blocker, 1999). Y es que resultaba una afrenta que, mientras Andre exponía en el Guggenheim, Ana Mendieta –después de haber tenido reconocimiento internacional y de años de lucha feminista- estuviese “desaparecida”.
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Protesta de Women´s Action Coalition (WAC) frente al Museo Guggenheim, Nueva York, 1992.
Afortunadamente la política de los museos comenzó levemente a cambiar en la década de los noventa, tanto en Estados Unidos como en Europa y artistas como Ana Mendieta, que se movieron en los márgenes del sistema hegemónico de poder, empezaron a tener acogida en las colecciones y exposiciones de los grandes museos. Prueba de ello, que en 1989 el New Museum of Contemporary Art de Nueva York dedicó a Ana Mendieta una exposición retrospectiva.
Para concluir, ante preguntas como: ¿Son necesarias las llamadas políticas con perspectiva de género en los museos? ¿Es preciso que las instituciones culturales se comprometan por un adecuado tratamiento del concepto de género en las salas de los museos? ¿Son necesarias genealogías femeninas, muestras colectivas o revisiones como las que nos hemos propuesto trazar en estas líneas, dedicadas a mujeres artistas? Nuestra respuesta sería sí, indudablemente y hoy en día más que nunca, son imprescindibles.
Frente aquellos que todavía se cuestionan la necesidad de las llamadas políticas de igualdad, podríamos afirmar que ha sido precisamente gracias a la voluntad real por parte de instituciones culturales como en Andalucía el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo por hacer visibles a las mujeres artistas y gracias sobretodo, a la lucha política de muchas de ellas, que el desequilibrio entre los sexos se ha atenuado en las últimas décadas. Pero no cantemos victoria, todavía queda mucho por hacer en aras de “modificar el carácter androcéntrico de los museos” (López Fernández Cao, 2011).
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juanjoseojedadiaz · 2 years
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#19Sep #migracionvenezolana #EEUU #NicolasMaduro #unidad #Oposicionvenezolana #SegundoMelendez #Caracas #Venezuela #video
MAS: “Gobierno de Maduro único responsable de atropello a migrantes venezolanos en EEUU”
Caracas 19/09/22. (PS).- Segundo Meléndez, presidente nacional del Movimiento al Socialismo MAS, advirtió este lunes que sobre la salida de millones de venezolanos del país en búsqueda de una vida mejor, “el gobierno es el responsable de que este fenómeno se haya producido, porque sus políticas no abren posibilidad a la gente, a los ciudadanos y particularmente a la juventud para tener oportunidades”.
Manifestó su preocupación en razón de que la administración de Nicolás Maduro “se ha hecho la vista gorda y en los últimos tiempos ha estado estimulando este fenómeno” al tiempo que lo comparó con lo que consideró ser una experiencia nefasta, el éxodo de Mariel, movimiento en masas de cubanos que partieron del puerto Mariel en Cuba hacia los Estados Unidos ocurrido entre abril y octubre de 1980.
Explicó que son innumerables las dificultades de los venezolanos que optan por emigrar, tal es el caso de los caminos que les toca transitar y en los que han muerto muchos venezolanos que también “son víctimas de los que se ofrecen como guías para llevarlos a su destino y que en muchos casos ayudan a su desaparición para quedarse con sus bienes”.
Por otra parte, Segundo Meléndez advirtió que en el caso de los emigrantes venezolanos que llegan a Estados Unidos “existe el problema de la manipulación política al estar siendo utilizados en la confrontación entre el Partido Republicano y el Partido Demócrata y llevarlos a otros sitios para crear problemas, como sucedió en la casa de la vicepresidenta Kamala Harris que fue el escenario de la llegada forzada de multitud de emigrantes, fundamentalmente venezolanos”.
Enfatizó la necesidad de crear los mecanismos para reclamar lo que consideró como un “atropello” producto de una jugada política de Republicanos y Demócratas en país del norte. “Esto se podría hacer a través de las Naciones Unidas en la Comisión de derechos humanos, ente donde participa el gobierno venezolano si tuviera disposición a ayudar”.
Agregó, “Y por parte del supuesto gobierno transitorio o gobierno provisional (de Juan Guaidó) hay mucha presencia que está vinculada a los organismos que dirigen estas políticas dentro de los Estados Unidos, quienes tampoco han hecho algo por los migrantes venezolanos hasta ahora”.
Mayoría opositora apuesta por unidad
Segundo Meléndez aseguró que existen signos que demostrarían que la mayoría de las organizaciones políticas así como también dirigentes políticos de oposición “han optado por la vía pacífica, democrática y electoral para enfrentar el régimen de Maduro en el proceso electoral de 2024” mostrando su satisfacción por ser justamente la estrategia que ha venido manejando el partido naranja en los últimos años y enfatizando además que, “la mayoría de la oposición tiene la decisión de procurar la unidad para garantizar el éxito”.
Saludó que estén en estudio distintos mecanismos que podrían servir para construir la unidad, desde el consenso hasta las elecciones primarias, insistiendo que desde la tolda naranja “hemos venido abogando porque sean unas elecciones primarias con doble vuelta y con tarjeta única porque creemos que es la manera de garantizar que la mayoría de los venezolanos participe”.
Subrayó que las diferencias que pudiera haber entre los diversos factores opositores serían “cuestiones de carpintería, es decir, problemas que pueden ser resueltos cuando está resuelta la cuestión fundamental que es la política” agregando que hay motivos para el optimismo ya que “si alguien no participa sea porque se autoexcluye y no porque se le presenten obstáculos de parte de las otras fuerzas opositoras”.
Juan José Ojeda Díaz / Prensa de Solidaridad
Twitter: @juanjoseojeda
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MAS Venezuela
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knario47 · 4 years
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INMIGRACIÓN
LOCAL
De
TAMAIMOS.
La emigración menos estudiada:
Entre 1940 y 1980 la isla de Gran Canaria vivió un importante proceso migratorio del norte, medianías y cumbre a Las Palmas de Gran Canaria y otros enclaves del este, sur y sureste. El proceso se explica por un cambio de modelo económico, principalmente la aparición de la agricultura de exportación y el surgimiento del turismo, por una serie de dificultades para la agricultura doméstica y de cercanía, y por el efecto llamada de unos sueldos considerablemente superiores. Más allá de las consideraciones económicas, también existieron, irremediablemente, una serie de cuestiones emocionales y culturales que se tratan en el texto. Yeray Rodríguez, escritor del guion de la pieza de teatro musical “Barranco Abajo”, abordó esa magua ante el cambio de vida en la referida obra
En la promoción de la obra “Barranco Abajo”, escrita por Yeray Rodríguez, el verseador indica que trata “el tema de la emigración en Canarias, que se ha tocado muchísimo, pero siempre enfocada a América, pero hay una emigración interior, desde las medianías y cumbre hasta la costa, que también fue masiva”. “Barranco Abajo” se estrenó con lleno el 13 de diciembre del año pasado en el Teatro Pérez Galdós. Luego, en sendas representaciones gratuitas, volvería a albergar a mucho público en el Teatro Víctor Jara de Vecindario y en Artenara.
La pieza teatral es la historia de un desvelo. La noche antes de partir de la cumbre a la costa un arriero, que no puede conciliar el sueño, empieza a despedirse de todo lo que conoce. El paisaje, el cielo, la cueva o el pinar pasarán a mejor vida en su día a día. “Todo lo que cuento en la obra tiene una base real, y muchas de esas historias no me pertenecen; hay una parte del texto que hace una valoración de los sentidos que se activan en ese entorno, lo ves, hueles y tocas, son experiencias personales y también de otros”, precisa Yeray Rodríguez. “Quería recuperar esa memoria, porque mis padres y mis abuelos hicieron esa transición desde Artenara, la generación que se fue a la ciudad”, confiesa.
¿Cuál es el impacto de esta inmigración interior en la isla de Gran Canaria? En el artículo “Crecimiento urbano y desagrarización en Gran Canaria durante los años 1950-1980” los investigadores Ramón Díaz Hernández, Josefina Domínguez Mujica y Juan Manuel Parreño Castellano señalan que “en la historia de la isla de Gran Canaria (y en el resto del Archipiélago) no se ha conocido un proceso de cambio de la envergadura del que se efectuó durante estos años. Tal es así, y a modo de ejemplo, que todavía en los barrios de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria se mantienen (30 o más años después del gran éxodo) fiestas y tradiciones de clara exaltación campesina”.
¿Por qué se produce el éxodo rural?
El primer franquismo promueve una economía de autarquía y con importantes restricciones económicas. En el norte y cumbres de Gran Canaria la base de la economía es una agricultura de autoconsumo. Sin embargo, el paradigma lo cambia la nueva era económica, a mediados de los 50, principalmente evidente a partir del Plan de Estabilización de 1959. Comienza la agricultura de exportación, con predominio del plátano y el tomate, y la actividad turística que se empieza a promover. La desagrarización, además, propicia un espectacular crecimiento urbano de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, que en apenas unos años se convierte en la primera ciudad del Archipiélago, por ser el espacio que personifica los cambios y aglutina diferentes actividades asociadas a la nueva etapa económica.
En el campo aparecen problemas nuevos que dificultan la agricultura de corto radio y sobre todo de autoabastecimiento. En primer lugar, el alto precio del agua. Al respecto, José Manuel Díaz, nacido en 1948 y que residió hasta los 80 en Artenara, habla de una serie de años con pocas lluvias a finales de los 50. “Le llegamos a echar cañas majadas a los animales o incluso tajinastes, para que no murieran de hambre”, cuenta. Carmela Luján, nacida en 1931 y que emigró en 1947, apostilla que se fue de Juncalillo a Las Palmas tras cinco años sin llover. En segundo lugar, la mecanización hace desaparecer muchas profesiones asociadas al modelo económico como arriero o boyero de yuntas de arar. “Si ya no había qué llevar y habían pocas vacas, ¿para qué servían?”, manifiesta Díaz.
Apunta en un texto en Bienmesabe.org el profesor de Geografía de la ULPGC, Ramón Díaz Hernández, que una serie de elementos como las dificultades en la emigración a América o las tensiones en las colonias españolas en África, propiciaron el clima necesario para poner en marcha un plan hidrológico para abastecer a las zonas del este, sureste, sur y suroeste de la isla para iniciar una carrera dedicada a los cultivos de exportación en zonas anteriormente poco pobladas. Coincide además con el aumento de la actividad portuaria (gracias a la desviación del tráfico marítimo por el cierre del Canal de Suez) y pesquera, así como el inicio de la construcción y los servicios asociados a la actividad turística. Se suma el hecho de que el salario de los jornaleros era dos o tres veces inferior al que se percibía en la construcción o la hostelería. A ese respecto, relata a modo de ficción José A. Alemán en Canarias Hoy:
“Juan dejó el campo a la fuerza. El patrón se metió en esas cosas de las residencias para turistas y no invertía una perra en la finca y fuimos yéndonos. Comenzó a vivir mal y el cacho de tierra no me daba para nada a como se pusieron las aguas y los chiquillos embullándome, que la agricultura es muy sucia, que en Las Palmas se disfruta y hay trabajo porque no paran de hacer obras y que el patrón dice que vayas cuando quieras que te da trabajo en el día”
Díaz Hernández aporta otro motivo a esa emigración: “desde mediados de los sesenta se abren las Islas a las importaciones de productos alimenticios excedentarios procedentes de la CEE (Comunidad Económica Europea) y EE.UU. mediante prácticas de dumping, con lo que se acabó definitivamente con el sistema de policultivos encargados hasta ese momento de abastecer el mercado interior y que, tradicionalmente, ese papel siempre estuvo asignado a las medianías y cumbres de la isla”. Por consiguiente, los costes agrícolas, especialmente el agua, empezaron a ser inasumibles en el norte, medianías y cumbres, en las nuevas profesiones se ganaba dos o tres veces más y además el mercado, que se preparaba para importar y no para autoabastecerse, completa una cadena de motivos que propiciaron una emigración masiva.
Consecuencias del nuevo modelo
El poder de atracción de las nuevas formas de vida fue muy potente. En aquellos años, no solo es una opción, es casi un imperativo que mejora, al menos a corto plazo, la calidad de vida de esas personas. Al respecto, los investigadores de la ULPGC Díaz Hernández, Domínguez y Parreño anotan lo siguiente:
“Pero los efectos de naturaleza exógena no pueden echar en el olvido la incidencia de una serie de condicionantes endógenos como el aumento de los costes de producción, los salarios, las cargas sociales, el agua, los fertilizantes y fitoplaguicidas de importación, empaquetado de la fruta, transporte, seguridad, etc. Todo lo cual va a ocasionar unos trasvases relevantes de mano de obra de reserva desde los espacios cumbreros, medianías, comarcas alejadas y/o deprimidas no sólo de la propia isla de Gran Canaria, sino también de las islas de Lanzarote y Fuerteventura”
¿Qué consecuencias provoca el modelo económico hacia el que se camina? En primer lugar, un éxodo rural sin precedentes. Asociado a ese abandono rural, se produce un rápido envejecimiento de las comarcas afectadas. Por otro lado, los flujos migratorios son positivos (por el nuevo modelo económico hay más inmigración que emigración, una novedad en la historia de Canarias del siglo XX). La presión demográfica en determinadas zonas determina distintos usos del suelo, porque son espacios que requieren de nuevas infraestructuras. Pero la llegada de importantes contingentes poblacionales también genera tensiones, como la dificultad para el acceso a recursos básicos como el agua, que podemos ejemplificar en sucesos como la Guerra del Agua en Tres Palmas (Las Palmas de Gran Canaria) en 1983.
En las ciudades y en zonas cercanas a la costa, donde la agricultura de exportación y el turismo comienzan a desarrollarse, aumenta notablemente la población, en ocasiones en zonas prácticamente deshabitadas anteriormente, mientras disminuye de manera importante la superficie destinada a fines agrícolas. El abandono agrario aumenta la dependencia de los mercados exteriores para el abastecimiento de necesidades básicas, hecho novedoso en la historia de Canarias. Como prueba de ese abandono rural, a mediados de los años 50 se aprovechaba el 20% de la superficie de Gran Canaria con fines agrícolas por sus especiales condiciones orográficas y climáticas. En 2010 el ISTAC cifra en un 1% la cantidad de suelo destinada a esta actividad. En cuanto a la cantidad de población empleada en el sector primario, en 1955 supone el 55% de la población activa, en 2010 el 3,5% y en el segundo semestre de 2019, según datos extraídos del ISTAC, la población que se emplea en el sector primario es un 2,5%. De igual forma, entre 1954 y 1984 la clase trabajadora agrícola disminuye desde las 49.163 personas hasta las 16.700. El mayor descenso se produce en el cultivo de los cereales, que pierde más de 20.000 empleados. En la provincia de Las Palmas estamos ante una reducción de una quinta parte de las personas dedicadas en el sector primario.
El modelo económico muta para satisfacer las necesidades de mano de obra del binomio construcción y turismo, aunque en una primera instancia es la agricultura de exportación una actividad receptora importante porque proporcionaba una cierta continuidad con las tareas anteriores. Los geógrafos de la ULPGC escriben en su texto que “estas dos actividades, asociadas a la especulación del suelo, tuvieron una elevada responsabilidad en la degradación de los espacios de mayor calidad paisajística del litoral capitalino y de las comarcas nordeste, sureste y sur de Gran Canaria, en donde sin ordenación ni previsión de futuro, se asentaron los principales núcleos urbanos de la isla”. Añaden en relación a la construcción que “tuvo un protagonismo apoteósico tanto al inicio como al final de la etapa desarrollista pues actuó como banderín de enganche integrando en sus cuadrillas a gran cantidad de jornaleros y campesinos con escasa cualificación laboral. Su éxito se centraba en garantizar salarios que triplicaban las escuálidas remuneraciones percibidas en la labranza y las actividades ganaderas y pesqueras”.
Carmela Luján nació en Juncalillo (Gáldar) en 1931. Emigró a Las Palmas en 1947, con 16 años. La emigración fue progresiva porque su padre, Antonio Luján, ya vendía años antes en Las Palmas lo que no se vendía en el pago cumbrero. Relata que necesitaron un camión para irse a Las Palmas porque eran nueve hermanos. Antes se habían muerto dos muy pequeños y con 21 años su hermana Mercedes, una muerte que todavía dolía en la familia. “Las tierras no daban casi nada y mi hermano alquiló una casa en Arenales. Por su parte, mi padre alquiló un local para poner una tienda de comestibles y el Bar Brasil”, expone.
Sobre su actividad en la ciudad narra que “en el bar y la tienda trabajábamos todos. Aunque luego mi hermano mayor, Carlos, abrió otra tienda en el barrio de San Nicolás. Mi hermano Manolo se puso a trabajar en la tienda, Manolo no quería estudiar porque la maestra le pegaba en la mano izquierda, para obligarlo a escribir con la derecha”. Mientras tanto, del bar se encargaba principalmente su hermano Pepe. Con alivio declara que no consiguieron vender las cuevas y gracias a eso pudieron seguir yendo los fines de semana.
María del Pino Díaz Henríquez nació en 1952. Vivía en El Tablado (Gáldar) y emigró a Berriel (San Bartolomé de Tirajana) en 1956. En la cumbre eran medianeros agrícolas y plantaban papas, millo y cereal, principalmente para el consumo propio. Cuenta que su abnegada madre, María Henríquez, debía 30.000 pesetas al dueño de las tierras por diferentes servicios adeudados. La posibilidad de juntar dinero para pagar la astronómica deuda fue el principal motivo de la partida. En Berriel se dedicaron a plantar tomateros, aunque su padre era guardián de noche. Indica que en dicha zona sureña vivían en cuarterías inhumanas. Subraya la anécdota de que, tras una visita, el Obispo Pildaín hizo una queja pública sobre esas condiciones en los medios de comunicación.
En 1959 se va al barrio de El Calero (Telde) con su hermana mayor para ayudar en el cuidado de sus sobrinos. Allí, su hermana Vita trabajaba como empaquetadora de tomates y su cuñado Pepe como boyero en una finca de plataneras. A mediados de los 60 ya llegan sus padres, tras pagar la deuda y poder comprar una casa en dicho barrio. Eran muchos hermanos y todos arrimaban el hombro. “Mi madre estaba contenta en el nuevo espacio porque pudo matar el hambre y la necesidad”, manifiesta. Pese a estos recuerdos, era muy pequeña y no se enteró demasiado de todo lo que estaba pasando, pero mantuvo contacto con la cumbre porque tenían cuevas en la zona y subían siempre en las fiestas de Juncalillo.
Heraclio Vega nació en 1956 en una cueva de Barranco Hondo de Abajo (Gáldar). A finales de los 60 deciden irse a los tomateros en la zona de costa. Algunos familiares ya se habían ido. “Mi abuelo Francisco ya vivía en Vecindario y varios familiares ya eran aparceros en el sur”, asegura. Añade que “la agricultura daba poco y vimos como todo el mundo alrededor venía para la costa”. Otro factor fue el asma de su padre, Juan Vega, a quien los médicos recomendaron vivir cerca de la costa, lo que les convence del cambio de rumbo. El primer destino es La Estrella (Telde), donde viven en cuarterías de madera. Reconoce que “no teníamos ni idea de tomateros, no avanzábamos. Teníamos que contratar gente para sacar la zafra adelante”. Ese año en La Estrella fue muy duro y lograron subsistir gracias a la venta de animales cuando marcharon de la cumbre.
Sobre ello también reflexionó Manuel Alemán en Psicología del hombre canario. Alemán analiza una nueva “subcultura canaria”, sobre todo una vez llega el turismo. Esta denominada subcultura, que existe principalmente en el entorno urbano, tiene como elementos una serie de productos subculturales de la civilización yanqui y anglosajona, entre ellos las drogas, el desclasamiento de la cultura isleña que trunca la dinámica de promoción de sus valores propios por imitación de subvalores extranjeros, un trasvase a nuestras islas de la subcultura del pueblo español, a través de los medios de comunicación principalmente y ausencia de capacidad crítica para oponerse, o un hedonismo de la población joven, los placeres y los instintos primarios adquieren rango de importancia.
El desarraigo
Un elemento a tener en cuenta del abandono rural es el desarraigo, que genera un contraste con la vida rural. Manuel Alemán en Psicología del hombre canario define el desarraigo como “un fenómeno de desplazamiento que supone la pérdida de los marcos habituales de relación reemplazados por otros escenarios extraños y otros esquemas de vida, sin que la propia persona haya encontrado las propias coordenadas de convivencia”. Se trata de un cambio brusco del paisaje rural por el urbano. Díaz Hernández, Domínguez y Parreño consideran que “la población isleña dio un salto vertiginoso en un segmento mínimo de tiempo, pasando de la vida pacífica y sacrificada del campo, al confort delirante de la sociedad consumista y, cuando aún estrenaba el nuevo modelo de sociedad de confort, se encontró, de pronto, en la escasez y la angustia de la falta de puestos de trabajo consecuente a otra fase del ‘modelo económico de servicios turísticos’”.
José A. Alemán, por su parte, hace hincapié en que “no dicen las estadísticas que para esos hombres el dejar la agricultura no fue un mero cambio de profesión, sino de forma de vida, de mentalidad, de concepciones, un trastueque de valores”. Heraclio Vega nació en 1956 y emigró a finales de los 60. Recuerda que se fue con tristeza. “Habíamos vendido el caballo, que era mi compañero. Cuando llegué a la costa miraba para el horizonte y no veía vegetación. Eché mucho de menos la libertad, mis animales y ese verde de la cumbre”.
“Barranco Abajo” atraviesa por completo la cuestión de la pena, el desarraigo posterior ante la partida de lo conocido. Yeray Rodríguez advierte que “siempre tenemos aquí el complejo de que si contamos nuestra historia solo lo vamos a entender nosotros, pero en la obra no hay ninguna referencia espacial u objetiva. Se habla del pueblo, el barranco, la costa, pero puede ser cualquiera, lo que hay detrás es el drama a irse, que es el mismo te alejes diez o diez mil kilómetros, en definitiva, es dejar atrás una vida”.
Las personas que se fueron y las pocas que se quedaron
Pocos fueron los que se quedaron en el norte y cumbre de la isla tras ese proceso migratorio. La vida era compleja y se obtenía poco rédito. Algunos lo hicieron de manera gradual. Vivían en zonas cumbreras y bajaban a la costa cuando era época de zafra o realizaban alguna venta puntual en la ciudad. Antes de comenzar la zafra, que se llevaba progresivamente a la gente del campo, venía un coche a buscarlos y los llevaba a su nuevo lugar de trabajo durante esos meses. Allí residían en cuarterías, generalmente de madera. Una vez terminaban la zafra, cogían sus bártulos y volvían a sus lugares de residencia. Así lo hicieron hasta que se fueron definitivamente, aunque los casos y las actividades económicas varían según las familias.
En relación al aumento demográfico, en Desarrollo y subdesarrollo de la economía canaria, obra de 1969, los autores inciden en que “de seguirse manteniendo los actuales índices de crecimiento, que no es probable se alteren demasiado en los próximos años, para 1975 se habrá doblado en Canarias la población existente en 1940”. Otro elemento que suman Viéitez y Bergasa es el del analfabetismo de la población, que se reduce una vez la población abandona el campo. En 1950 la tasa de analfabetismo es del 21,1% en la provincia de Las Palmas, unas 79.000 personas. En 1963 ya se reducen a 40.000. Hay varios elementos que pueden explicar este descenso, entre ellos una educación más accesible, la necesidad del sistema económico de alfabetizar, aunque fuera de forma mínima, para según qué puestos de trabajo, el nacimiento de una nueva generación ya en las zonas urbanas o un mayor interés del régimen franquista en la educación tras el periodo de postguerra.
Los datos poblacionales demuestran un descenso en la emigración interior a partir de los años 70. El balance del proceso que hace José A. Alemán en Canarias Hoy es contundente: “Canarias vive una crisis total en la medida que también quebró un sistema social anterior, una forma de vida tradicional, un conjunto de valores seculares que no han sido sustituidos por otros”. En otra parte del texto reflexiona acerca de “un proceso de urbanización con la finalidad de explotar su fuerza de trabajo que no supuso elevación del nivel cultural y de cualificación, ni siquiera de la calidad de vida: durante algún tiempo dispuso de más dinero, de más cosas a cambio de un deterioro de la dieta alimenticia y de verse obligado a vivir en colmenas suburbanas y neurotizantes”.
El consumismo asociado al crecimiento de la urbe
Como apuntaba más arriba, Las Palmas de Gran Canaria se convierte en la ciudad más poblada del Archipiélago. Todo ello gracias a los contingentes poblacionales que llegan a la ciudad, entre los que se encuentra la emigración del norte y la cumbre. El censo de 1981 revela el dato de que un 40% de la población empadronada en Las Palmas de Gran Canaria había nacido en otros lugares diferentes. Concretamente desde la Comarca Norte llegaron a la ciudad 27.407 personas, o lo que es lo mismo, un tercio de sus recursos humanos.
Las Palmas de Gran Canaria acumula el 28,12% del crecimiento poblacional canario y el 53,87% del crecimiento grancanario. Su población consta en 1950 de 153.262 habitantes y pasa en 1981 a 360.098. Dicho crecimiento se acentúa, sobre todo, en la década de los 70. En cuanto a unidades residenciales, en 1940 se cifran en 18.731, 78,3% de una sola planta. Ya en 1981 son 198.884 unidades residenciales, más de diez veces más en cuatro décadas. Entre 1950 y 1980, son 63.057 los nuevos empadronamientos de los cuales 53.142 procedían de distintas zonas de Gran Canaria, donde destaca el 40% que llega del norte y el 31% de las medianías.
Sobre todo asociada a la ciudad y a los nuevos empleos aparece otro elemento: el consumismo. Se abre paso una clase media proletaria que apuesta por un nuevo consumismo. Se abandona el autoconsumo y el trueque, modelos anteriores, para crear una sociedad que apuesta por el consumo como nuevo horizonte. Valga como muestra este extracto de ficción que proporciona José A. Alemán en Canarias Hoy:
“Estamos en 1970. Juan Canario tiene 45 años. Ya no vive en Moya sino en un piso de Las Palmas que todavía no acabó de pagar, pero que tiene ya, fíjense, los techos rajados, los bajantes se me tupen a cada momento y ya llevo gastada la parva perras arreglándolo. Es peón de la construcción y tiene un coche de segunda mano a la puerta, un televisor grande en la sala y otro chico en la alcoba por si quiero verla acostado”
Al siguiente año pusieron rumbo a Salinetas (Telde). Allí ya vivían en cuarterías construidas. En la Finca Gómez de Salinetas se dedicaron a la aparcería. Él armaba la tierra, su padre era boyero y su madre, Teresa Perera, se encargaba de las gallinas. Relata que “un encargado nos pegaba con un rebenque, hasta que me enfrenté con él”. Tras dos años allí, a principios de los 70 se van al barrio de Las Huesas (Telde). “Vivíamos en una casa de familiares mientras construíamos la nuestra”, señala. Cambiaron de sector y trabajaban en el sur de la isla, en la construcción. “Las Huesas se formó con gente del campo, de Barranco Hondo, de Juncalillo, de Artenara, de Tenteniguada… Teníamos animales en solares, una cabra, conejos, perros, etc.”. Las cosas empezaron a mejorar, además de por la construcción de la casa en Las Huesas, con el piso que le dieron a su abuelo Francisco Perera en Jinámar (Telde). Pese a ello, iban todas las semanas a la cumbre y seguían plantando papas.
Fueron pocos, pero otros se quedaron. Fue el caso de José Manuel Díaz, originario de Artenara y nacido en 1948. Su padre Pepe Díaz era contratista y tenía trabajo haciendo cuevas. Recuerda como casi todo el mundo alrededor se fue marchando y ellos se quedaron gracias a ese buen empleo. Cuando eran las fiestas, los fines de semana o los puentes, los antiguos residentes volvían a su Artenara natal a compartir con sus antiguos vecinos. Pese a las dificultades, la falta de lluvias y la despoblación, la familia Díaz no quiso salir de Artenara hasta mucho después, cuando, ya casados, algunos decidieron poner rumbo a la costa o la ciudad. En el caso de José Manuel, su partida por voluntad propia tuvo lugar en torno a los años 80. A día de hoy tiene una cueva en Las Arvejas (Artenara) y planta papas y otros productos en sus tierras.
El campo como escenario de disfrute
Pasaron los años y ese grupo de personas que emigraron se consolidaron en sus respectivos espacios. Las importaciones de alimentos se convirtieron en la norma y su predominio era palpable, mientras la agricultura local reducía enormemente su impacto en las despensas canarias. El campo pasó a ser, por lo tanto, un espacio de disfrute, un paisaje por el que pasear, salir los domingos o hacer un asadero. José A. Alemán en Crónica para cuasi cuarentones, escrito a finales de los 80, lo describe de esta forma:
“Hace cuasi cuarenta años la isla era otra cosa. Aunque El habitaba entre nosotros, ya saben, los profesores del colegio te llevaban de excursión a Los Chorros, por ejemplo. Los Chorros era entonces un bosque verde de tierra encarnada entre Firgas y Valleseco. Hoy ya no. Hoy es un restaurante donde te ponen queso tierno y papas arrugadas”
Reflexiona, en otra parte, sobre la presión al territorio rural:
“Los cuasi cuarentones hemos asistido, impotentes, a la destrucción de Gran Canaria. Las aguas de este mismo barranco sólo manan ya un chorrito bajo candado. En ese mismo barranco, aguas abajo se han ido secando uno tras otro los nacientes”
Nos encontramos ante un campo casi desierto, como analizan Díaz Hernández, Domínguez y Parreño en su trabajo, lo que ellos llaman “una agricultura sin agricultores”:
“La deconstrucción del medio rural tradicional y su brusca sustitución por el medio artificial-urbano ha desligado la secular comunión del hombre con las leyes que rigen el medio natural. La gestión de los espacios no urbanos es uno de los grandes fracasos colectivos de las dos últimas generaciones. En ciertos aspectos se puede decir que esta isla ha alcanzado ya una consideración de espacio eminentemente postagrario. Hoy en día el espíritu rural está conformado por la llamada “agricultura sin agricultores” y por la nostalgia de su ausencia”
Antes del proceso de desagrarización predominaba, como hemos visto, la agricultura de subsistencia, pero también la que nutría el mercado interior e incluso la dedicada a la exportación. Esas actividades se repartían el territorio, según los investigadores de la ULPGC, “sin tensiones sociales y económicas”. Con los grandes incendios forestales de los últimos meses en Gran Canaria se ha hablado mucho de la gestión del medio rural. Algunas personas abogan por tener cerca hidroaviones y porque el Cabildo Insular se encargue de limpiar todo el espacio rural. Los técnicos han aclarado que en nuestra orografía son más efectivos los helicópteros y que, incluso usando todo el presupuesto de la corporación, solo se alcanzaría a limpiar el 30% de la isla. Abogan, sin embargo, por una gestión de cada una de las personas que habitan el medio rural para proteger sus viviendas, y por una apuesta decidida por la producción kilómetro 0. Solo así se podría reducir, aunque fuera un poco, el impacto de los grandes incendios en un medio muy abandonado.
FUENTES CONSULTADAS:
ALEMÁN, José A. (1979): Canarias hoy. 2ª edición, Taller Ediciones JB, Biblioteca Popular Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 95 páginas.
ALEMÁN, José A. (1989): Crónica para cuasi cuarentones. 1ª edición, Imaco S.L., Las Palmas de Gran Canaria, 243 páginas.
ALEMÁN, Manuel (1986): Psicología del hombre canario, 3ª edición, Centro de la Cultura Popular Canaria, 278 páginas.
DÍAZ HERNÁNDEZ, Ramón; DOMÍNGUEZ MUJICA, Josefina y PARREÑO CASTELLANO, Juan Manuel (2010): “Crecimiento urbano y desagrarización en Gran Canaria durante los años 1950-1980”. En Las escalas de la Geografía: del mundo al lugar [libro de Homenaje al profesor Miguel Panadero Moya, catedrático de Geografía Humana en la Universidad de Castilla-La Mancha], pp.1067-1088. Cuenca 2010. ISBN: 978-84-8427-753-8. Disponible online:
DÍAZ HERNÁNDEZ, Ramón (2012): “El éxodo rural de la Comarca Norte de Gran Canaria entre 1940-1980”. Bienmesabe, Número 415: Disponible online:
https://www.bienmesabe.org/noticia/2012/Abril/el-exodo-rural-de-la-comarca-norte-de-gran-canaria-entre-1940-1980
DÍAZ HERNÁNDEZ, Ramón (1990): Origen geográfico de la actual población de Las Palmas de Gran Canaria. Cuadernos canarios de Ciencias Sociales, Obra Social de la Caja Insular de Ahorros de Canarias, 469 páginas. Disponible online:
EUROPA PRESS (2019): “Grillo dice que empleando todo el presupuesto de Gran Canaria en limpiar la isla, se alcanzaría solo el 30%”. 19 de agosto de 2019. Disponible online
GONZÁLEZ VIEÍTEZ, Antonio y BERGASA PERDOMO, Óscar (1995): Desarrollo y subdesarrollo de la economía canaria. 2ª Edición, Tenerife, 215 páginas.
LA PROVINCIA (2018): “’Barranco Abajo’ va el arriero”. 12 de diciembre de 2018. Disponible online:
Entrevistas con María del Pino Díaz Henríquez, José Manuel Díaz y Heraclio Vega.
Gracias a Juan García Luján contamos con la entrevista de Carmela Luján.
Éste reportaje es de la revista TAMAIMOS revista cultural Canaria, buen trabajo, la inmigración local fue un éxodo y abandono de las ricas tierras de cultivos, nada más que añadir.
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cubaverdad · 7 years
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Víctimas de la represión en Cuba comparten sus testimonios
Víctimas de la represión en Cuba comparten sus testimonios 09 de junio de 2017 - 20:06 - Por LUIS LEONEL LEÓN Un compendio de testimonios presentados bajo el título El presidio político de Isla de Pinos recoge vivencias de quienes cumplieron prisión en la etapa transcurrida entre 1959 y 1967 MIAMI.- Con el fin expreso de quebrantarles la voluntad y rendirlos con golpes y torturas, los prisioneros políticos cubanos recluidos en la antigua Isla de Pinos, entre 1959 hasta 1967, padecieron la crueldad con la que el régimen instaurado por Fidel Castro trató siempre a quienes se desmarcaron de su ideología. Sin embargo, en el decir de Ramiro Gómez, "el presidio político fue una gran victoria", así lo constató en entrevista con DIARIO LAS AMÉRICAS, a propósito de la presentación de su libro titulado El presidio político de Isla de Pinos, en el que compendia historias donde se demuestran "que sucedió lo contrario. Que los que se cansaron de darnos golpes y torturarnos fueron ellos [los represores del Gobierno]. Y por eso tuvieron que cerrar el presidio". El volumen se presentó el martes 6 de junio en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano Americanos (ICCAS) de la Universidad de Miami, editado por el Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo. El Volumen recoge alrededor de setenta testimonios de cubanos que durante esos años resistieron las torturas y vejaciones de sus carceleros en el Reclusorio Nacional para Varones de Isla de Pinos, hasta que el régimen optó por cerrarlo. Gómez, nacido en la oriental provincia de Santiago de Cuba en 1941, confiesa que, al contrario de muchos cubanos, él sólo creyó en la revolución de Fidel Castro los primeros tres meses. Al darse cuenta que de lo que se trataba era de imponer una dictadura comunista. Recuerda que conspiró para intentar derrocar al régimen, por lo que fue encarcelado desde 1961 hasta 1971. En 1980, durante el éxodo de Mariel, se exilió en Estados Unidos, desde donde aún continúa su activismo político. "Mi pretensión siempre fue hacer un libro de carácter informativo, que narrara lo que pasó en esa prisión política, y aunque sin ser un documento político, sin dudas evidencia los desmanes de la política dictatorial que nos encarceló injustamente por el único delito de querer liberar a nuestra nación", señaló Gómez, que requirió un año de trabajo para colectar y revisar decenas de testimonios. Según el periodista Pedro Corzo, autor del prólogo del libro y presidente del Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo, "el presidio político nos hizo a todos mejores ciudadanos, mejores personas, a la vez que incrementó nuestro compromiso con la lucha por la democracia y la libertad. Nos hizo mejores activistas. De eso no tenemos dudas. Y este libro, que no es de historias ni leyendas, sino de vivencias, muestra lo que realmente pasó en el presidio". Para Ángel D' Fana, quien cumplió veinte años de prisión política, la compilación pudo haber sido mucho mayor, "con muchas más páginas, o más de un volumen, por la labor que se hizo para recolectar la mayor cantidad de testimonios. No es un libro ideológico, sino de testimonios sobre el presidio político de Isla de Pinos. Ese es su gran valor. Narra lo que hacíamos, cómo vimos sufrir y morir a hermanos nuestros, y también cómo los presos que más preparación tenían, se brindaron para instruir a personas con menos conocimientos, como una especie de comunión". "Fue una etapa que jamás podremos olvidar. Los que más tiempo estuvieron presos allí, pasaron menos de ocho años, desde 1959 hasta 1967. Luego vinieron más presidios, con muchos más años y mucha más crudeza, pero Isla de Pinos fue algo simbólico. Fue la demostración de que a pesar de todo, siempre seguimos plantados. Nunca nos rendimos", afirmó el conocido líder de la organización Plantados. Y agregó: "Sucedió algo muy importante, y es que aunque hubo presos que habían pertenecido al depuesto régimen de Batista y otros que habían luchado a favor de la revolución, cuando llegó el trabajo forzado nos unimos todos, los que eran revolucionarios y los que eran los llamados esbirros. Todos teníamos un sólo enemigo: el comunismo". Gómez asegura que no se apropia para sí mismo la autoría del libro porque lo considera "un esfuerzo colectivo" de todos los que narraron sus historias para dar por resultado el compendio que refiere las vivencias comunes de los 15.000 reclusos condenados a esa experiencia. "Ser expreso político no nos da un peso especial. Junto con los padecimientos que vivimos, nos otorga una responsabilidad como ciudadanos. Por eso el libro está dedicado a los que padecen el terror con dignidad, a los que nunca olvidan, a los tenaces. "Lo que vivimos allí fue algo que luego se repitió, más adelante, luego del cierre del presidio, en otras cárceles como la de Boniato, incluso en el presidio para mujeres que fue quizás mucho más cruel que el de los hombres". Las narraciones están presentadas en orden cronológico, según su autor, de manera que el lector pueda apreciar cómo en la medida que transcurría el tiempo la represión y terror aumentaron hasta la implantación del totalitarismo en todo el país. Lo califica como "un título indispensable para comprender la historia de Cuba", teniendo en cuenta que para esa época, mientras el mundo se dejaba convencer por la demagogia castrista, los presos políticos cubanos padecían en celdas de castigo y campos de trabajo forzado. Para Gómez "es muy importante decirle al mundo que desde 1959 en Cuba nada ha cambiado", y citó el caso reciente de la activista Sirley Avila León, a quien un agente del régimen agredió y le cercenó un brazo con un machete. Gómez reitera que con hechos como este comenzó el castrismo, "con esa naturaleza criminal como cuando habrían las zanjas a donde caían los que fusilaban sin juicios" y enfatiza "impera el mismo sistema asesino y mafioso que se apoderó de la nación en 1959". Source: Víctimas de la represión en Cuba comparten sus testimonios | Cuba - http://ift.tt/2rgquPB via Blogger http://ift.tt/2rgqwab
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El futuro de la lucha contra la pobreza en América Latina
El futuro de la lucha contra la pobreza en América Latina
América Latina es una de las regiones más pobres y desiguales del mundo. Tras una década de progreso al amparo del crecimiento económico, la tendencia actual está en disposición de revertir los logros alcanzados. Frente al desafío que entraña emprender la erradicación de la pobreza, el trabajo conjunto de los principales actores de la región en el marco de una estrategia integral, la Agenda 2030 y sus objetivos de desarrollo sostenible (ODS), se convierte en un requisito indispensable para continuar la lucha.
La erradicación de la pobreza en todas sus formas es una de las grandes metas que persigue la cooperación para el desarrollo. Han sido múltiples las formas en las que esta lucha se ha materializado en todo el mundo, desde aquellas más asistencialistas y paternalistas hasta otras que decidieron apostar por un desarrollo local que permitiera un progreso real y autónomo.
En el marco de esta lucha, América Latina es una región paradigmática, puesto que pobreza y desigualdad son dos variables que han golpeado históricamente a los países que la forman. Los orígenes de esta realidad descansan en las relaciones sociales que se han producido en la región durante los últimos tiempos, que se materializaron en una estructura de poder oligárquica fraguada en el marco del colonialismo y cuya herencia ha perdurado. La lucha contra la pobreza alcanzó sus mayores éxitos a principios del siglo XXI, cuando tras décadas de inestabilidad e incertidumbre, tanto política como económica, la situación de la población vulnerable mejoró sustancialmente.
El máximo exponente de los esfuerzos internacionales en la erradicación de la pobreza es en la actualidad la Agenda 2030 y los ODS. Las expectativas son altas, pero el retraso en su implementación amenaza los logros que puedan alcanzarse, sobre todo en un contexto en el que se están produciendo los primeros retrocesos a nivel regional. La experiencia del pasado es un ejemplo que debe ayudar a consolidar la estrategia que seguir en los próximos años de cara a lograr una implementación real y poder, por fin, estar a la altura de las circunstancias.
El viaje hacia el abismo: la Década Perdida
La pobreza como fenómeno es, junto con la desigualdad, uno de los mayores contrastes que existen en las Américas. Además de las diferencias existentes entre América del Norte por un lado y América Latina y el Caribe por el otro, es precisamente en la mitad sur del hemisferio donde encontramos las realidades más extremas. Si bien cada país presenta unos rasgos particulares, todos han seguido una tendencia general.
La desigualdad se encuentra en las raíces de las sociedades latinoamericanas desde tiempos de la colonización. La concentración de la riqueza y de la tierra en manos de los terratenientes ha perdurado hasta la actualidad y hoy en día es, si cabe, más compleja, puesto que la desigualdad resultante no se reduce únicamente a la propiedad o la riqueza, sino que afecta al bienestar. La espiral de pobreza y desigualdad en América Latina se ha retroalimentado y ha incidido sobre la calidad de vida de la población.
Para las clases más pobres, la desigualdad social encuentra su equivalencia en la desigualdad territorial existente dentro de los propios países. Frente a la falta de oportunidades del mundo rural, las consecuencias de un éxodo descontrolado en busca de mejoras en las condiciones de vida se dejaronnotar en un entorno urbano incapaz de absorber el drástico crecimiento poblacional al que ha tenido que enfrentarse. La industrialización del modelo productivo, dependiente de la inversión extranjera, comenzó a desarrollarse en los años setenta, pero pronto se estancó en la medida en que los precios de las materias primas comenzaron a caer y el modelo fue incapaz de cubrir la amplia demanda de empleo. Como consecuencia de este malestar, se produjo un incremento de las actividades ilegales, sobre todo el mercado negro y el narcotráfico.
Las buenas perspectivas de principios de los años setenta se truncaron y la región se adentró en lo que se conoce como la Década Pérdida, un periodo de crisis económica caracterizado por grandes cantidades de deuda externa, déficit e inflación que se extendió durante los años ochenta y, según el país, parte de los años noventa. Durante este periodo la calidad de vida de la población se deterioró a pasos agigantados. La pobreza, que a principios de la década se situaba en la ya de por sí alta cifra del 40,5% de la población total, ascendió al 48,4%, mientras que la extrema pobreza se situó en el 22,6%.
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Pobreza y desigualdad en América Latina (1980-2014). Fuente: Cepal
En cierto modo, el largo recorrido de la pobreza en América Latina no es sino el resultado de unos sistemas políticos, sociales y económicos que no estuvieron a la altura de las circunstancias. Ante la complejidad de las diferentes realidades nacionales, en la segunda mitad del siglo pasado la región se convirtió en un gran laboratorio de recetas económicas que buscaron tanto el crecimiento económico como el alineamiento de los países con los intereses del capitalismo. La adopción del paradigma económico neoliberal implicó un férreo control político que frenara la ola revolucionaria que amenazaba, en pleno patio trasero de Estados Unidos, el dominio de las élites tradicionales.
Bajo estos regímenes, cuya historia se moldeó a partir de la injerencia extranjera, los países se adentraron en una senda autoritaria que alimentó la incertidumbre institucional y económica y creó dependencia del exterior, así como favoreció la continuidad de la concentración de la riqueza. El experimento comenzó con políticas de ajuste estructural que tuvieron como objetivo dinamizar el crecimiento económico. Estas recetas de austeridad y contracción del gasto público fueron condición imprescindible para que los países pudieran acceder a financiación internacional en el marco del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Si bien las políticas implementadas alcanzaron algunos de sus objetivos a nivel macroeconómico, en su razón de ser no se encontraba el respaldo a los segmentos más pobres de la pirámide social.
Para ampliar:“Globalización y ajuste en América Latina”, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2002
De la Década Perdida a los avances del siglo XXI
Al finalizar la Década Perdida, en los años noventa, los países entraron en un lento proceso de recuperación. Países como Argentina o México, dos de las principales potencias regionales, se encontraron ante serias dificultades para superar la crisis económica, mientras que otros países, como Brasil o Chile, emprendieron el nuevo siglo sobre unas bases más sólidas. Es importante considerar, junto a la reconfiguración económica, el surgimiento de un nuevo paradigma político y social que comienza con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas (México) en 1994 y se fortalece con la llegada al poder de Hugo Chávez en Venezuela en 1999.
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Celebración del 20.º aniversario del levantamiento zapatista (2014). Fuente: Servindi
En lo que a la pobreza se refiere, esta se redujo modestamente durante los años noventa hasta afectar al 43,8% de la población, mientras que la pobreza extrema se redujo a un 18,6%. Fue entrada la primera década del siglo XXI cuando se produjo una verdadera caída de los niveles de pobreza y extrema pobreza, que se situaron hacia el año 2014 en el 28% y el 12%, respectivamente. Esta reducción sin precedentes fue posible gracias al ciclo de bonanza económica que acompañó a toda la década y que se explica esencialmente por el valor de las materias primas. Durante este periodo se favoreció la implementación de políticas sociales que tuvieron por objeto asistir a los más necesitados, como las misiones en Venezuela. No obstante, el crecimiento económico no sirvió de base para transformar los sistemas productivos de los países y no se adoptaron modelos económicos sostenibles en el tiempo.
Para ampliar: “Panorama social de América Latina (2014)”, Cepal
El estado actual de la pobreza en América Latina se explica tanto por los logros alcanzados como por las oportunidades perdidas de esa primera década de bonanza.El cambio de ciclo que comenzó en 2012 ha puesto en entredicho todos los logros alcanzados, sobre todo en aquellos países que adoptaron el discurso socialista. Hoy vemos cómo el giro a la derecha de estos países augura un posible cambio de modelo. No obstante, las primeras noticias de allí donde se ha producido un cambio de Gobierno, como Argentina, aún hay que tomarlas con reservas.
En cualquier caso, la polarización social que se ha producido a raíz de la rivalidad política no hace más que desvirtuar unos logros que son evidentes. La Cepalcalculó en 2014 que 17 países de América Latina redujeron su pobreza en torno a un 10% en relación a la primera década del presente siglo, con Argentina, Brasil, Chile, Uruguay y Venezuela como aquellos que obtuvieron mejores resultados. Como resultado, los avances en la reducción de la pobreza —así como de la desigualdad— en el periodo previo a 2012 no tuvieron parangón.Sí es cierto, no obstante, que la crisis económica que atraviesa la región desde entonces ha hecho que se tambaleen e incluso exista una amenaza real de retroceso.
El desafío actual consiste en evitar que la tendencia se revierta y que la región se adentre en una nueva Década Perdida. La crisis económica, la inestabilidad política y la rivalidad social amenazan con que el peor escenario llegue a materializarse.
Para ampliar:“América Latina en un cambio de escenario: de la bonanza de las commodities a la crisis de la globalización”, José Antonio Sanahuja (CRIES), 2017
Hacia una respuesta global: la Agenda 2030
El desafío al que se enfrentan las sociedades latinoamericanas requiere una respuesta contundente, en la que la cooperación para el desarrollo puede jugar un papel fundamental junto al trabajo de los Gobiernos nacionales. La consolidación de una estrategia integral para erradicar la pobreza y la desigualdad es el máximo exponente de la lucha.
La cooperación para el desarrollo ha evolucionado y, lejos del mero asistencialismo, el marco de la Agenda 2030 y los ODS plantea un nuevo paradigma. La cooperación internacional para la erradicación de la pobreza está hoy más decidida que nunca y su importancia se desprende del lugar que ocupa en la nueva agenda, concretamente en el primer ODS.
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Fuente: Naciones Unidas
El proceso de construcción de la Agenda 2030 procuró superar los vicios que caracterizaron a los objetivos de desarrollo del milenio (ODM), cuya meta se situaba en 2015. En lo que a la pobreza se refiere, apostaron por reducir tanto la pobreza como el hambre a la mitad en relación a los datos de 1990, así como alcanzar un pleno empleo productivo e inclusivo como base de la sostenibilidad. El primer ODS va un paso más allá y plantea, con el horizonte en 2030, “la erradicación de la pobreza en todas sus formas”, un objetivo ambicioso que en la práctica aspira a erradicar la pobreza extrema y reducir a la mitad el total de la población pobre. Para ello se pretende terminar con las situaciones de vulnerabilidad apostando por la cobertura social, así como garantizar el acceso a los recursos básicos, financiación o tecnología.
Para ampliar: “La apuesta del milenio: erradicar el hambre en el mundo”, Fernando Rey en El Orden Mundial, 2016
La Agenda 2030 apuesta por la cooperación de todos los actores, ya sean públicos, privados o del tercer sector, incluida la sociedad civil, con el ánimo de proyectar una solución multisectorial y completa. La naturaleza tanto nacional como internacional de las partes involucradas en la erradicación de la pobreza es fundamental puesto que la solución no se encuentra en curas paliativas –o regionales–, sino en un remedio global y multidireccional.
A pesar de las oportunidades que presenta, la implementación de la agenda es un verdadero desafío. Han pasado dos años desde su adopción y todavía no existen ni siquiera los indicadores adecuados para medir los resultados que se consigan. Ante este panorama, la implementación se retrasa y corre el riesgo de convertirse en papel mojado. En la actualidad, los retos que encara la sociedad internacional son múltiples y nos encontramos ante un potencial repliegue nacionalista que no ayuda a avanzar en la lucha contra la pobreza. En este contexto, el activismo de la sociedad civil se convierte en un imperativo para inclinar la balanza hacia un compromiso global en su erradicación.
Una lucha sin cuartel
La ambición que supone establecer como primer ODS la “erradicación de la pobreza en todas sus formas” para el año 2030 es realmente ambiciosa a la luz del camino recorrido. Cuando este objetivo luego se desgrana en varias metas, relativas a la extrema pobreza o los recursos básicos, nos damos cuenta de que frente a lo abstracto de la idea subyace una realidad muy compleja. La pobreza es una lacra que golpea a la calidad de vida de quienes la sufren sin dejar nada a su paso, desde la alimentación y la calidad de los alimentos, el hogar, el acceso a unos servicios públicos de calidad y la posibilidad de desarrollar un empleo que permita a las personas algo más que sobrevivir.
Para ampliar: “Las múltiples caras de la desigualdad en América Latina”, Corina Mora en eldiario.es, 2017
En el ámbito concreto de América Latina y el Caribe, el estudio de las dimensiones de la pobreza es realmente complejo. El aumento del nivel de ingresos y de la calidad de vida de millones de personas durante la primera década del siglo XXI fue un paso trascendental en la lucha contra la pobreza, pero no fue suficiente. No solo porque hoy en día aquellos logros se encuentren amenazados, sino porque los niveles de desigualdad siguen siendo alarmantes y, mientras que parte de la población se vio beneficiada, los niveles de extrema pobreza se mantuvieron aún a niveles preocupantes. La erradicación de la pobreza entraña, en definitiva, la construcción de una sociedad del bienestar, justa e igualitaria, en la que los beneficios del crecimiento económico no acaben en manos de las élites.
El siguiente paso en el marco de una estrategia integral es continuar la lucha. Primero, evitando que se pierda todo lo conseguido hasta la actualidad, y después, profundizando en políticas públicas eficaces y sostenibles en el tiempo que aborden la cuestión desde un cambio de modelo productivo y de sociedad. Aquí entran en valor tanto la capacidad como la voluntad de los Gobiernos y la Administración de los países, así como el seguimiento de la propia sociedad civil, la alineación del sector privado y el apoyo de la sociedad internacional en la labor. Esta lucha no solo ha de darse en América Latina y el Caribe, aunque las regiones merezcan especial atención por el resultado que aporta la suma de los niveles de pobreza, de desigualdad y la incertidumbre por la que atraviesan. Lo importante, al fin y al cabo, es no desviarse del camino.
[via El Orden Mundial en el S.XXI]
http://www.dipublico.org/106017/el-futuro-de-la-lucha-contra-la-pobreza-en-america-latina/
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cubaverdad · 8 years
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Las castas del exilio cubano
Las castas del exilio cubano GINA MONTANER Una emigrante centroamericana me comenta, no sin cierta sorpresa, que muchos cubanos exiliados en Miami han celebrado el fin de la política "pies secos, pies mojados". La señora no puede ocultar la mala impresión que le causa lo que, a su juicio, es insolidaridad por parte de quienes en su día se beneficiaron del trato preferente que otorga la Ley de Ajuste Cubano y hoy opinan que esta también debe desaparecer. Comparto el sentimiento de esta señora que, dicho sea de paso, es minoritario entre emigrantes no cubanos y países vecinos que deseaban se acabara la política preferencial que desde hace décadas Estados Unidos ha mantenido con el exilio cubano, teniendo en cuenta las particularidades de la dictadura castrista, la cual sigue en pie y ha conseguido sobrevivir a los vaivenes de Washington desde hace más de medio siglo. Podría explicarle a esta solidaria señora que se preocupa por la suerte de miles de cubanos varados en Centroamérica y condenados a la ilegalidad que en la diáspora hay castas según los sucesivos éxodos. En un exilio que se ha prolongado porque la dinastía castrista ha resultado incombustible, era inevitable que se produjeran estratificaciones. Durante mucho tiempo el exilio histórico –formado principalmente por profesionales de clase media y alta y batistianos que huyeron en los albores de la revolución– llevó el estandarte de la oposición y la lucha política contra el régimen en los años en los que era imposible que las familias pudiesen viajar a uno y otro lado del Estrecho de la Florida. Cuando en 1980 se desató el éxodo de Mariel, en el que además de los enfermos mentales y reos que Fidel Castro fletó en las embarcaciones también huyeron intelectuales, gays perseguidos y una gran masa de desafectos, hubo fricciones con sectores del exilio histórico que vieron en esta migración un rostro diferente. Este no se ajustaba a la nostalgia por una república idealizada y sin la mezcla racial que se incrementó en la Cuba revolucionaria. Para cuando estalló otra crisis migratoria, la de los balseros en el verano de 1994, el trauma del Mariel parecía lejano, con una primera camada del exilio envejecida y el grupo de los 1980 asimilado al paisaje. Aquellos balseros que se lanzaban al mar en cascarones parecían mucho más indefensos que los propios marielitos. Incluso hablaban de otro modo (el "asere" ya estaba en boca de todos) y sus circunstancias eran aún más precarias que las de sus antecesores. En esa época, cuando Bill Clinton instaura "pies secos, pies mojados", el exilio percibe que se trata de una migración más motivada por razones económicas que puramente políticas, pasando por alto que las nuevas generaciones han nacido bajo el castrismo y no conocen otra cosa, sin referentes o memoria de un estado de derecho. Damos un salto en el tiempo. Del exilio histórico quedan pocos vivos. La generación del Mariel se ha diluido en el discreto encanto de la burguesía. Muchos de los balseros de los años 1990 salieron adelante y forjaron sus vidas en Hialeah, donde hasta el día de hoy se asienta la mayoría de los recién llegados. Ahora, más de 20 años después, llegan lo jóvenes de la llamada Generación Y, cuya experiencia vital se ha desarrollado bajo una dinastía absolutista. No se bajan de las lanchas o cruzan la frontera proclamando grandilocuentes consignas políticas, pero tienen muy claro que la prosperidad y el libre albedrío están en otra parte. Ellos, como quienes vinieron antes, tienen sueños y aspiraciones. Sienten el apremio de vivir dignamente. Son víctimas del mismo modelo político. Abundan quienes hacen grandes generalizaciones de los recién llegados: los acusan de abusar de los beneficios que da el gobierno de Estados Unidos y de no insertarse a la fuerza laboral. De ser, según sus detractores, unos "aprovechados" que luego viajan a la isla. Son generalidades que no se fundamentan en índices alarmantes de criminalidad, desempleo o peligrosidad social comparados a otros grupos en el país. En cuanto a los viajes a Cuba, donde la mayoría tiene familiares a quienes ayudan con envíos de remesas, sencillamente van porque hasta ahora se podía. Si en los años más oscuros, cuando las familias cubanas permanecieron separadas durante largo tiempo, se hubiese dado la posibilidad de ir, muchos lo habrían hecho. Ahora lo que circula en el exilio (irónicamente es un pensamiento compartido entre defensores de la política de Obama y quienes apoyan al ya presidente Trump), es la manida hipótesis de la "olla de presión". O sea, si los más jóvenes ya no pueden salir o lo tienen mucho más difícil sin "pies secos, pies mojados", pues se las ingeniarán para construir el progreso entre las ruinas. O, esta es la teoría que repiten los "halcones", saldrán a las calles a derramar su sangre para derrocar de una vez lo que nadie hasta ahora ha podido derrumbar: una dictadura que no tiene reparos a la hora de reprimir. Pobres cubanos que deambulan por Centroamérica y creen que la nueva administración en Washington los salvará de su nueva condición de indocumentados. Hoy son una casta huérfana y marginada. ©FIRMAS PRESS Twitter: @ginamontaner Source: Las castas del exilio cubano | El Nuevo Herald - http://ift.tt/2iS4T0c via Blogger http://ift.tt/2k5jvX2
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