#'mi jefe piensa que estoy/esté enfermo
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leonardburton · 2 years ago
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unleashing cancel culture on the subjunctive
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eldiyeidi · 6 years ago
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Hermano soldado, baja las armas y cobija al pueblo, no a los dictadores
Hermana, hermano, compatriota:
Te escribo como hermano y como amigo, no como hijo de un preso político ni como activista de derechos humanos. Te escribo como nicaragüense, como una persona más del pueblo, con los mismos padecimientos y tristezas, con las mismas alegrías y anhelos de todos los que como tú y yo también han tenido el privilegio de haber nacido en esta sublime nación que es Nicaragua.
Nuestra Nicaragua, la tuya y la mía, con sus mares y ríos, con sus escarpadas montañas y sus pálidos desiertos, con sus llanos y sus frias montañas, como son sus calles empedradas, sus plazas y sus acogedores pueblitos. Nuestra Nicaragua, que llevo tatuada no sólo en mi piel sino en mi alma porque respiro y respiraré, como tú, siempre en ella.
Aunque las circunstancias históricas nos han puesto en escenarios diferentes, en esta hora difícil estoy convencido de que son más las cosas que nos acercan y hermanan que las que nos distancian
Nicaragua, la madre, la patria, es la principal de ellas. Esta carta no es para hacer señalamientos, tampoco para levantar reproches, ni siquiera deseo hablarte del horror que son los crímenes de lesa humanidad ni de las nefastas consecuencias que supone para aquellos quienes los cometen.
Esta carta es para que reflexionemos juntos como Nicaragüense (a secas), sin ideologías ni política, sin códigos legales ni rabias, como parte de una misma cultura, como parte de una misma tierra.
El guardia asesino
Tú, igual que yo, tienes madre, probablemente tengas hijos o estés casada o casado, a lo mejor tienes hermanas y hermanos, y estoy seguro que ellos, tu familia, igual que tú y que yo, están sufriendo injustificadamente los horrores que todos los Nicaragüenses estamos sufriendo estos días, sin comida, sin medicinas, con el crimen desatado, con enfrentamientos políticos inútiles, con mucha desesperación y miedo. Sobre todo eso: miedo.
Los últimos días que hemos pasado tanto tú como yo en la calle han sido de una dureza y de una crueldad desproporcionadas. Ver a aquella señora que podría ser tu mamá o la mía enfrentar a una paramilitares JS con su propio cuerpo como escudo, al joven desnudo que podría ser tu hermano o el mío levantando la Biblia como estandarte, mientras su cuerpo era acribillado a perdigonazos, a los jovenes lanzándose al los causes para guarnecerse de los gases tóxicos o los cientos de testimonios de mujeres sumidas en un desgarrador llanto, rogando a Dios que nos libere de este profundo dolor que acompaña cada uno de nuestros días, nos tiene que hacer reflexionar por igual a ambos.
Te pido que lo hagas, que reflexiones conmigo por un momento, como Nicaragüenses. Sé que piensas que tu obligación es atacar al pueblo porque tus jefes superiores así te lo ordenan. Pero no lo es. Ellos te dicen que es para conservar el orden público pero lo único que quieren es conservar el poder para seguir enriqueciéndose y hacer lo que les da la gana.
Ellos, quienes te ordenan que ataques a tu propia gente, a tus propios familiares y amigos, te usan como carne de cañón. Son unos criminales no porque lo diga yo, sino porque hay decenas de tribunales en el mundo que los están buscando por los crímenes que han cometido.
Hermano soldado, policía y guardia nacional, tú antes que nada eres parte del pueblo nicaragüense. Padeces la misma crisis económica que padecemos todos los que protestamos, tienes familiares o amigos enfermos que no consiguen medicinas, haces largas colas para conseguir alimento, temes que la guardia asesine a tus hijos. Todo eso es injusto y despreciable.
Al final, hermano, hermana, compatriota, esos a quienes defiendes no les importas tú ni tu familia, te obligan a dañar, golpear y disparar contra el pueblo, es decir, contra tu propia gente para conservar su dictadura.
No tienen piedad. No quieren elecciones porque saben que las perderían abrumadoramente, la gran mayoría de los Nicaragüenses –como tú y como yo– estamos en contra del poder dictatorial, queremos votar, queremos elegir, no estar sufriendo en las calles ni en nuestro día a día.
En un país con tantos recursos naturales y con tanta riqueza como Nicaragua, el caos actual y la crisis humanitaria son absolutamente injustificables. Quiero que sepas que los que luchamos en la calle lo hacemos para que esa ruinosa realidad cambie.
Esa es nuestra tristísima realidad. Ésa es la causa por la cual tantos Nicaragüenses como nosotros, tantas madres, tantos hijos, tantos viejitos y niños, tantas amas de casa y trabajadores están luchando: queremos democracia, queremos igualdad, queremos que todos por igual tengamos los mismos derechos, queremos libertad.
Ya basta hermana, hermano, compatriota, te ruego que abras los ojos, bajes las armas, abras los brazos y cobijes con tu escudo a quien es como tú, al pueblo, no a los poderosos dictadores.
La nueva independencia
Estoy convencido de que juntos, tú y yo, nuestros familiares y amigos, ese pueblo admirable que lucha en las calles, nuestras hermanas y hermanos nicaragüenses, construiremos juntos esa Nicaragua amable, alegre, humana que tanto anhelamos, donde los ciudadanos aplaudirán con orgullo al uniformado, donde nuestros hijos jugarán como antes a ser policía o militar.
Soldado, cuando me veas en la calle dame un abrazo de reconciliación y que el beso en la mejilla, sin cascos ni protección más que la piel nicaragüense, nos una simbólicamente en un gesto de perdón y hermandad como cuando en familia nos reencontramos para celebrar lo que somos y no lo que la maldad intenta imponer que seamos.
Hasta mañana, hermano, hasta siempre, reflexiona esta noche, piénsalo en el silencio de tu hogar, te encomiendo al Señor para que sensibilice tu corazón y a nuestra Madre Santísima para que cubra con su manto de amor tu alma.
En la fraternidad, en el reencuentro, tú podrías ser el héroe de la nueva Nicaragua, el prócer de la nueva Independencia. Yo seguiré como hermano , como hijo, como amigo, pero sobre todo como NICA, luchando junto al pueblo por tu libertad y la mía. Lucharé hasta el último de mis días por una mejor Nicaragua. Espero que sea junto a ti. Hagámoslo por tus hijos y por los míos, por tus padres y los míos, por nuestro pueblo.
Josué
(Vándalo)
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kiro-anarka · 7 years ago
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Paul Goodman (1911-1972) Muchos filósofos anarquistas parten de un ansia de libertad. Donde la libertad es un concepto metafísico o un imperativo moral, me deja frío- no puedo pensar en abstracciones. Pero, muy a menudo la libertad de los anarquistas es un grito profundo de animal o una súplica religiosa, como el himno de los prisioneros en “Fidelio”. Se sienten encarcelados, existencialmente por la naturaleza de las cosas o por Dios; o porque han visto o sufrido demasiada esclavitud económica; o han sido privados de sus libertades; o internamente colonizados por imperialistas. Para convertirse en humanos deben sacudirse la restricción. Dado que, en general, mi experiencia es lo suficientemente amplia para mí, no tengo ansias de libertad, más de lo que quiero "expandir la con-ciencia". Sin embargo, me podría sentir de manera diferente, si estuviera sujeto a censura literaria, como Solzhenitsyn. Mi queja habitual no ha sido que esté encarcelado, sino estar en el exilio o haber nacido en el planeta equivocado; recientemente, que estoy postrado. Mi verdadero problema es que el mundo no es práctico para mí, y entiendo que mi estupidez y cobardía lo hacen aún menos práctico de lo que podría ser. Para estar seguro, hay ultrajes que me toman por la garganta, como cualquiera, y deseo estar libre de ellos. Los insultos a la humanidad y a la belleza del mundo me mantienen indignado. Una atmósfera de mentiras, trivialidad y vulgaridad que, de repente, me pone enfermo. Las autoridades no conocen el significado de la magnanimidad, y a menudo son simplemente oficiosos y rencorosos; como Malatesta solía decir, solo intenta hacer lo tuyo y te lo impiden, y luego eres el culpable de la pelea que sigue. Lo peor de todo, las acciones del poder que destruyen la tierra son dementes; y como en las antiguas tragedias e historias, leemos cómo hombres arrogantes cometieron sacrilegios e hicieron caer la perdición en sí mismos y aquellos asociados con ellos; por eso, a veces tengo un miedo supersticioso de pertenecer a la misma tribu y caminar en el mismo terreno que nuestros estadistas. Pero no. Los hombres tienen derecho a ser locos, estúpidos y arrogantes. Es nuestra cosa especial. Nuestro error es dotar a cualquiera con poder colectivo. La anarquía es la única política segura. Un concepto erróneo común es que los anarquistas creen que "la natu-raleza humana es buena", y por tanto se puede confiar en los hombres para gobernarse a sí mismos. En realidad, tendemos a tomar la visión pesimista; las personas no son de confianza, así que evita la concentración de poder. Los hombres con autoridad son especialmente propensos a ser estúpidos porque están fuera de contacto con la experiencia finita concreta, y en cambio siguen interfiriendo con las iniciativas de otras personas y volviéndolas estúpidas y ansiosas. E imagina lo que ser deificado como Mao Tse-Tung o Kim II Sung debe hacer al carácter de un hombre. O habitualmente pensar lo impensable, como los maestros del Pentágono. Para mí, el principio fundamental del anarquismo no es la libertad, sino la autonomía. En la medida que iniciar y hacerlo a mi manera, y ser un artista con una materia concreta, es el tipo de experiencia que me gusta, me inquieta que me den órdenes autoridades externas, que no conocen concretamente el problema o los medios disponibles. Generalmente, el comportamiento es más elegante, contundente y refinado, sin la intervención de las autoridades jerárquicas, ya sean del Estado, del colectivo, de la democracia, de la burocracia corporativa, de los guardias de prisión, de los decanos, de los currículos preestablecidos, o de la planificación central. Estos pueden ser necesarios en ciertas emergencias, pero es con un costo para la vitalidad. Esta es una proposición empírica en psicología social y yo creo que la evidencia está fuertemente en su favor. En general, el uso del poder para hacer un trabajo es ineficiente en el corto plazo. El poder extrínseco inhibe la función intrínseca. Como dijo Aristóteles, "el alma se mueve a sí misma". En su reciente libro Beyond Freedom and Dignity (“Más allá de la libertad y la dignidad”), B. F. Skinner sostiene que estos son prejuicios defensivos que interfieren con el condicionamiento operante de las personas hacia sus objetivos desea-dos de felicidad y armonía. (Es extraño leer estos días una reafirmación simplona del utilitarismo de Bentham). No da en el blanco. Lo objetable del condicionamiento operante no es que viole la libertad, sino que el comportamiento consiguiente sea sin gracia y de bajo nivel, así como lábil -no es asimilado como una reacción instintiva. Él está tan impresionado por el hecho de que el comportamiento de un animal puede ser configurado totalmente para actuar de acuerdo con el objetivo del entrenador, que no compara el rendimiento con el comportamiento inventivo, flexible y maduro del animal que inicia y responde en su campo natural. Y, por cierto, la dignidad no es un prejuicio específicamente humano, como él piensa, sino el comportamiento ordinario de cualquier animal, defendido furiosamente cuando su integridad orgánica o espacio propio es insultado. Ansiar la libertad es sin duda un motivo de cambio político más fuerte que la autonomía (sin embargo, dudo que sea tan obstinado. Las personas que hacen su trabajo a su manera generalmente pueden encontrar otros medios además de la revuelta para seguir haciéndolo, incluyendo mucha resistencia pasiva a la injerencia.) Para hacer una revolución anarquista, Bakunin quería, en su primer período, confiar precisamente en los marginados, delincuentes, prostitutas, convictos, campesinos desplazados, proletarios lumpen, aquellos que no tenían nada que perder, ni siquiera sus cadenas, pero que se sentían oprimidos. Había suficientes tropas de este tipo en el sombrío apogeo del industrialismo y la urbanización. Pero, naturalmente, las personas que no tienen nada son difíciles de organizar y consolidarse para un largo esfuerzo, y son fácilmente seducidos por un fascista que puede ofrecer armas, venganza y un momento de descarga de poder. El pathos de las personas oprimidas que anhelan la libertad es que, si se liberan, no saben qué hacer. Al no haber sido autónomos, no saben cómo hacerlo, y antes de que aprendan, generalmente es demasiado tarde. Nuevos jefes han asumido el control, que pueden o no ser benevolentes y empapados con la revolución, pero que nunca tendrán prisa por abdicar. Los oprimidos esperan demasiado de la Nueva Sociedad, en lugar de ser tercamente vigilantes para hacer sus propias cosas. El único movimiento de liberación logrado que puedo pensar fue la Revolución Americana, hecha en gran parte por artesanos, agricultores, comerciantes y profesionales que para comenzar tenían preocupaciones y querían deshacerse de la interferencia, y posteriormente disfrutaron de una próspera quasi-anarquía durante cerca de treinta años -a nadie le importaba demasiado el nuevo gobierno. Estaban protegidos por tres mil millas de océano. La revolución catalana durante la Guerra Civil española podría haber ido bien, por las mismas razones, pero los fascistas y los comunistas lo hicieron a su manera. La anarquía requiere competencia y confianza en sí mismo, el sentimiento de que el mundo es para uno. No crece entre los explotados, oprimidos y colonizados. Por lo tanto, lamentablemente, carece de un impulso poderoso hacia el cambio revolucionario. Sin embargo, en las prósperas sociedades liberales de Europa y América hay una posibilidad esperanzadora del siguiente tipo: gente bastante autónoma, entre la clase media, los jóvenes, los artesanos y los profesionales, que no pueden evitar ver que no pueden continuar así en las instituciones actuales. No pueden realizar un trabajo honesto y útil o practicar una profesión noblemente; las artes y las ciencias están corrompidas; la empresa modesta debe ser desproporcionada para sobrevivir; los jóvenes no pueden encontrar vocaciones; es difícil criar niños; el talento es estrangulado por el currículum; el ambiente natural está siendo destruido; la salud está en peligro; la vida comunitaria es vana; los vecindarios son feos e inseguros; los servicios públicos no funcionan; los impuestos se malgastan en la guerra, los maestros de escuela y los políticos. Entonces ellos pueden hacer los cambios, para extender las áreas de libertad de la transgresión, Tales cambios pueden ser de poco a poco y no dramáticos, pero deben ser fundamentales; ya que muchas de las instituciones actuales no pueden ser reestructuradas y la tendencia del sistema como un todo es desastrosa. Me gusta el término marxista "volver obsoleto el Estado", pero debe comenzar ahora, no después; el objetivo es, no una Nueva Sociedad, sino una sociedad tolerable en la que la vida pueda continuar. [Publicado originalmente en el Boletín de la Biblioteca Cesareo Capriles# 2, Cochabamba, marzo 2018. Número completo accesible enhttps://drive.google.com/file/d/1DydVdFznecbUz23s_X6xhoZBXEdTuz2v/view.]
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