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A ti, violencia machista.
Hoy despierto sudando y con el corazón latiendo.
Te miro, te escucho y te siento en cualquier lugar, surgiendo.
Apareces en todo momento,
Y la pinche apatía e indiferencia te permiten seguir creciendo.
Caminando, manejando, abordando.... animándose a dejar los miedos fundados a un lado.
Con cabello largo, con cabello corto.
Con manicura o con sus simples uñas puras.
No importa lo que haga, no importa a dónde vaya,
no puedes dejar que se vaya.
Que camine sola, que salga a tal hora,
que no se quede callada ahora.
No puede ser libre, eso no lo permites.
Te encaprichas de tu idea de poseer,
De que eres tú quién ejerce el poder.
Acosas, torturas, violentas, abusas,
Aniquilas y ejecutas.
El país bajo mis pies, se hunde más y más,
De la sangre inocente de todas,
Cuál caudal y cuál río,
el color tinto se vuelve el sombrío.
En ese momento es cuando ella advierte,
Que su cuerpo es su sentencia de muerte.
Su nombre no es más que el siguiente en la enorme lista,
No fue encontrada muerta, ella fue asesinada.
Hoy despierto sudando y con el corazón latiendo,
Derramando una lágrima porque quizá,
ya nunca más lo haga.
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La Fiesta
Toda la semana esperó la noche del sábado, sería el cumpleaños de una de sus mejores amigas y ella, año con año se festejaba a lo grande. Era su única amiga que aún a sus 23 años seguía emocionándose tanto por su cumpleaños.
Llegué temprano, en compañía de otra amiga. Nos encontramos con otras tres y juntas ayudamos a acomodar todo. Después fui y me serví un vaso con agua. Hace algunas semanas decidí tener mejores hábitos y cuidar más mi cuerpo, y dejé de tomar alcohol. Desde entonces me siento más ligera y tranquila, y a pesar de que la mayoría de mis amistades me digan cosas como “Relájate, con un vaso no pasa nada” o “Queremos que regreses”, como si una parte de mi personalidad se hubiera muerto por el simple hecho de decidir sobre mi propio cuerpo.
La gente empezó a llegar media hora más tarde de la hora estipulada, como diría mi abuela llegaron “elegantemente tarde”. Aún me parece extraño que disculpen la impuntualidad con tal calificativo, pero es bien sabido que es parte de la dinámica social en la que nos encontramos. Me alegré al ver a mis amistades, por que una vez que te gradúas, se vuelve cada vez más difícil coincidir un mismo día.
Después de unas dos horas llegaron unos amigos de mi amiga y al ver a uno recordé que en una ocasión hablamos un rato y discutimos sobre algunos libros en específico. Suelo ser una persona muy amigable, aún con la gente que no conozco bien, así que me pareció lo más normal del mundo decirle; “Oye, ¡me acuerdo de ti! Contigo hablé de La Historia de la O.” Y claro, se que mucha gente pensará que todo lo que estoy a punto de contarles fue mi culpa por sacar a colación un libro erótico con un hombre.
El tipo me miró y me miró y después sonrió de una forma que me incomodó sobremanera. Yo decidí pasarlo y me fui con otros amigos a bailar. ¿Alguna vez han sentido miradas tan profundas que sientes los mismos escalofríos como cuando estás en medio de la lluvia y el viento helado te eriza el vello? Treinta minutos después... su mirada seguía taladrándome la nuca. De pronto se acercó y me jaló diciéndome “baila conmigo”. Le sonreí y le dije, “perdón pero estoy bailando con él”, “Cuando termines, baila conmigo”. Me lo dijo así, tajante y exigente. Me empezó a incomodar bastante así que seguí bailando y opt�� por no hacerle caso. No quería que mi amiga la pasara mal en su día.
Me cansé de bailar con mi amigo y me fui a sentar a un sillón y en menos de 10 segundos, el tipo ya estaba sentado a mi lado y me dijo “Me llamó mucho la atención que te acuerdes que hablamos de ese libro” yo ni siquiera lo voltee a ver y le respondí “Tengo muy buena memoria, no significa nada”. Me miró y me miró y me dijo “Baila conmigo”. Negué con la cabeza y le dije que no quería bailar en ese momento. Caminé hacia el jardín para reunirme con mis amigas y para decirles lo mucho que me estaba incomodando este tipo.
De pronto vi que un amigo de él me saludaba y me dio una vuelta. Lo cierto es que él siempre me cayó muy bien así que le seguí el juego y bailé con él un rato, hasta que me entregó literalmente en las manos del tipo. Me quedé pasmada y éste aprovechó para jalarme y bailar conmigo mientras me decía cosas que ni siquiera entendí. Me logré safar y le dije “Ya no quiero bailar, con permiso” y caminé hacia el jardín. Llegué junto a una amiga y le dije mientras temblaba “Hay un tipo que no me quiere dejar en paz y me está acosando muchísimo”. Mi amiga se enojó y le dijo a su novio que me ayudara.
El tipo se acercó y me dijo “Baila conmigo”, la verdad es que ya estaba enojándome bastante. Mi amiga le contestó molesta que yo iba a tirar en el beer pong y que no podía ir a bailar. El tipo le sonrió y le dijo “Baila tú conmigo”, ella le dijo “No”. Se fue por unos diez minutos, mientras tanto todos en la mesa me preguntaron cómo estaba, y claro que dos que tres tipos se rieron de la situación como si tuviera algo de risible que un tipo no entienda lo que es “NO”.
Después volvió y me quiso volver a hablar, le dije con voz dura “Vete por favor”, otro tipo me tomó de la mano y fingió ser mi novio. Yo no podía decir nada, estaba en verdad asombrada de tener que estar pasando por esto en casa de mi mejor amiga y con sus amigos cercanos. Teniendo que fingir tener una pareja porque sólo entre hombres se respetan. Estando en un ambiente “seguro”.
Me acerqué con su amigo y le comenté lo mucho que me estaba incomodando y le pedí que por favor le dijera que me dejara en paz. Me contestó tres cosas que todavía me molestaron más. “Así es él”, “No te lo tomes personal” y “No dejes que eso arruine tu noche”. Las tres no son más que frases que lo excusan totalmente y que además permiten que el acoso siga siendo normalizado.
Le respondí que por supuesto que iba a tomármelo personal, ya que sus acciones violentas iban dirigidas hacia mí, y que si así era él, entonces el tipo acostumbraba acosar y eso era sumamente grave y por último le dije que el día que él tuviera que esconderse de alguien, fingir tener pareja y tener que bailar con más gente, entendería lo preocupante, molesto, incómodo y aterrador que es vivir el acoso en carne propia prácticamente todos los días, incluso en nuestros “lugares seguros”.
Les puedo decir que el tipo, siguió molestándome todavía durante unas dos horas y que, la fiesta de cumpleaños de mi amiga que tanto esperaba, se convirtió en una de las noches más incómodas y molestas de mi vida. La gente vio esta situación como si fuera el show de la noche. Se burlaban del tipo y me decían que no tenía oportunidad alguna. Yo simplemente me quedé callada. Alguien después me dijo “¿Qué esperabas si estás muy guapa?” Yo le respondí, “Esperaba poder divertirme en la fiesta de mi mejor amiga”.
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