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Se acaba la primavera.
Estas ultimas noches, cuando miro por mi ventana y a lo lejos distingo las luces de los edificios, las casas y las calles, pienso: ¿Cuántos estamos realmente solos en este momento?
Quizá a veces esa idea cruza mi mente para hacerme sentir algo más conectado a todos. Por lo pronto sé que muchos como yo sienten eso a menudo.
Con forme pasan los días, los meses y los años, poco a poco parece que todo va desvaneciéndose en el aire; los colores, las certezas, las rizas y la emoción. Todo dura menos.
He de reconocer que nunca he sido el sujeto más alegre en el mundo, pero a veces quisiera sentir lo mismo de antes, al menos lo bueno.
Después de conocer a las personas adecuadas, a las equivocadas y a las que nunca supiste bien si eran una u otra cosa... Te preguntas ¿Hay algo verdadero, cierto y duradero en el cariño?
La gente viene y va, todos viven sus vidas y pareciera que nadie se ancla emocionalmente tan fuerte como tu y a la larga ves que te hace daño, que quizá no fue para tanto, que fue muy ¨cotidiano¨ y tan solo quisieras vivir ese sentimiento inmortal de cuando eras más chico, donde parecía que todo nunca iba a terminar... que todos se sentían igual que tu y sus corazones tenían la misma intensidad que el de todos los demás.
Ahora, cuando levanto la mirada, veo que ya todo cambió, que todos jugamos a ver quien siente menos y que cosas como el decir ¨te quiero¨ dan miedo.
Si esto es crecer, ya no lo quiero.
Odio que empeore con el tiempo.
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