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Eleanor Roosevelth sostiene un ejemplar en español de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
LA CARA FEMENINA DE LOS DERECHOS HUMANOS
El próximo 10 de diciembre se celebra el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que tuvo lugar en París en 1948.
Anteriormente hubo un proceso que se inició en abril de 1945, cuando se reunieron en San Francisco los delegados de cincuenta naciones con el objetivo de crear un organismo internacional para promover la paz y evitar las guerras. Uno de los logros más importantes y de mayor trascendencia de esta institución fue la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Detrás de este hecho hay una figura femenina, que fue clave para lograr dicha Declaración: Eleanor Roosevelth.
Eleanor Roosevelt (1884-1962) no sólo fue la mujer del presidente Franklin Roosevelth, sino también escritora, diplomática y una de las líderes más influyentes del siglo XX. Fue una activista social y feminista que luchó por los derechos de las mujeres; fue una de las primeras defensoras de los derechos civiles de los afroamericanos; celebraba conferencias de prensa para mujeres reporteras cuando en muchos casos se vetaba su presencia en estos contextos; apoyó programas para artistas y escritores y luchó a favor de los refugiados europeos que llegaban a EE.UU durante la Segunda Guerra Mundial.
Tras la muerte de su marido en 1945, Eleanor siguió su lucha por los derechos de las minorías. En 1946, el presidente Truman la nombró delegada de EE.UU en las Naciones Unidas. Posteriormente fue nombrada presidenta del Comité de Derechos Humanos, y como tal, supervisó la redacción de la Declaración Universal de los DD.HH. Tras su larga trayectoria de lucha por los derechos de las minorías, este documento fue para ella uno de sus logros personales más significativos y, hasta el final de sus días, trabajó para conseguir su aceptación.
En una de sus intervenciones en apoyo de esta Declaración dijo:
“Nos encontramos hoy en el umbral de un gran acontecimiento, tanto en la vida de las Naciones Unidas como en la vida de la humanidad. Esta Declaración bien puede convertirse en la Carta Magna Internacional para todos los hombres en todo lugar”
En la conmemoración de este hecho tan significativo, hemos querido destacar el papel de Eleanor Roosevelth, para conseguir esta Declaración.
Han pasado muchos años y estamos lejos de ese deseo. Aún así, celebramos la aceptación de esta Declaración que recoge en treinta artículos los derechos humanos considerados básicos.
Para celebrar este aniversario vamos a recordar el Artículo 1:
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”
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Eleanor Roosevelth sostiene un ejemplar en español de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
LA CARA FEMENINA DE LOS DERECHOS HUMANOS
El próximo 10 de diciembre se celebra el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que tuvo lugar en París en 1948.
Anteriormente hubo un proceso que se inició en abril de 1945, cuando se reunieron en San Francisco los delegados de cincuenta naciones con el objetivo de crear un organismo internacional para promover la paz y evitar las guerras. Uno de los logros más importantes y de mayor trascendencia de esta institución fue la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Detrás de este hecho hay una figura femenina, que fue clave para lograr dicha Declaración: Eleanor Roosevelth.
Eleanor Roosevelt (1884-1962) no sólo fue la mujer del presidente Franklin Roosevelth, sino también escritora, diplomática y una de las líderes más influyentes del siglo XX. Fue una activista social y feminista que luchó por los derechos de las mujeres; fue una de las primeras defensoras de los derechos civiles de los afroamericanos; celebraba conferencias de prensa para mujeres reporteras cuando en muchos casos se vetaba su presencia en estos contextos; apoyó programas para artistas y escritores y luchó a favor de los refugiados europeos que llegaban a EE.UU durante la Segunda Guerra Mundial.
Tras la muerte de su marido en 1945, Eleanor siguió su lucha por los derechos de las minorías. En 1946, el presidente Truman la nombró delegada de EE.UU en las Naciones Unidas. Posteriormente fue nombrada presidenta del Comité de Derechos Humanos, y como tal, supervisó la redacción de la Declaración Universal de los DD.HH. Tras su larga trayectoria de lucha por los derechos de las minorías, este documento fue para ella uno de sus logros personales más significativos y, hasta el final de sus días, trabajó para conseguir su aceptación.
En una de sus intervenciones en apoyo de esta Declaración dijo:
“Nos encontramos hoy en el umbral de un gran acontecimiento, tanto en la vida de las Naciones Unidas como en la vida de la humanidad. Esta Declaración bien puede convertirse en la Carta Magna Internacional para todos los hombres en todo lugar”
En la conmemoración de este hecho tan significativo, hemos querido destacar el papel de Eleanor Roosevelth, para conseguir esta Declaración.
Han pasado muchos años y estamos lejos de ese deseo. Aún así, celebramos la aceptación de esta Declaración que recoge en treinta artículos los derechos humanos considerados básicos.
Para celebrar este aniversario vamos a recordar el Artículo 1:
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”
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Eleanor Roosevelth sostiene un ejemplar en español de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
LA CARA FEMENINA DE LOS DERECHOS HUMANOS
El próximo 10 de diciembre se celebra el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que tuvo lugar en París en 1948.
Anteriormente hubo un proceso que se inició en abril de 1945, cuando se reunieron en San Francisco los delegados de cincuenta naciones con el objetivo de crear un organismo internacional para promover la paz y evitar las guerras. Uno de los logros más importantes y de mayor trascendencia de esta institución fue la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Detrás de este hecho hay una figura femenina, que fue clave para lograr dicha Declaración: Eleanor Roosevelth.
Eleanor Roosevelt (1884-1962) no sólo fue la mujer del presidente Franklin Roosevelth, sino también escritora, diplomática y una de las líderes más influyentes del siglo XX. Fue una activista social y feminista que luchó por los derechos de las mujeres; fue una de las primeras defensoras de los derechos civiles de los afroamericanos; celebraba conferencias de prensa para mujeres reporteras cuando en muchos casos se vetaba su presencia en estos contextos; apoyó programas para artistas y escritores y luchó a favor de los refugiados europeos que llegaban a EE.UU durante la Segunda Guerra Mundial.
Tras la muerte de su marido en 1945, Eleanor siguió su lucha por los derechos de las minorías. En 1946, el presidente Truman la nombró delegada de EE.UU en las Naciones Unidas. Posteriormente fue nombrada presidenta del Comité de Derechos Humanos, y como tal, supervisó la redacción de la Declaración Universal de los DD.HH. Tras su larga trayectoria de lucha por los derechos de las minorías, este documento fue para ella uno de sus logros personales más significativos y, hasta el final de sus días, trabajó para conseguir su aceptación.
En una de sus intervenciones en apoyo de esta Declaración dijo:
“Nos encontramos hoy en el umbral de un gran acontecimiento, tanto en la vida de las Naciones Unidas como en la vida de la humanidad. Esta Declaración bien puede convertirse en la Carta Magna Internacional para todos los hombres en todo lugar”
En la conmemoración de este hecho tan significativo, hemos querido destacar el papel de Eleanor Roosevelth, para conseguir esta Declaración.
Han pasado muchos años y estamos lejos de ese deseo. Aún así, celebramos la aceptación de esta Declaración que recoge en treinta artículos los derechos humanos considerados básicos.
Para celebrar este aniversario vamos a recordar el Artículo 1:
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”
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ALGO ESTÁ CAMBIANDO DONDE SER MUJER ES ESTAR PERMANENTEMENTE EXPUESTA A LA VIOLENCIA.
En la República Democrática del Congo hay una violencia estructural sobre las mujeres que afecta a todos los ámbitos. Hay una violencia f��sica, pero también hay una violencia cultural y ambas, condicionan las relaciones entre los hombres y las mujeres en todos los aspectos: familia, trabajo, amistad, etc. Las normas sociales alimentan diferentes roles que marcan la vida de la mujer en todas las etapas de su existencia. La niña va a trabajar más que su hermano y, en muchos casos, va a tener menos posibilidades de llegar a tener una formación. La adolescente está expuesta a sufrir agresiones sexuales y, si queda embarazada, puede ser expulsada del centro. La joven que quiere contraer matrimonio, está sometida a la dote, convirtiéndose en una especie de mercancía con la que la familia de origen puede aliviar su situación material.
Niños y niñas reciben una educación diferente. Mientras que el varón tiene valor en sí mismo, la mujer lo tiene por su capacidad de ser madre. Ha de ser también callada, sumisa y, por supuesto, una buena madre y esposa.
La superioridad de los hombres queda manifiesta en algunas leyes que no protegen a las mujeres en derechos elementales como la salud, la igualdad, el derecho a la propiedad, etc.
Sin embargo, la mujer congoleña es fuerte por naturaleza, es capaz de sobrellevar a una prole numerosa y sacarla adelante con su trabajo y está cada vez más sensibilizada con la necesidad de formarse para cambiar su realidad de desigualdad. Algo está cambiando porque cada vez hay más mujeres conscientes de que deben ser ellas las que pongan en marcha la dinámica del cambio para construir un mundo más justo y, por supuesto, con igualdad de oportunidades para ellos y ellas.
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ALGO ESTÁ CAMBIANDO DONDE SER MUJER ES ESTAR PERMANENTEMENTE EXPUESTA A LA VIOLENCIA.
En la República Democrática del Congo hay una violencia estructural sobre las mujeres que afecta a todos los ámbitos. Hay una violencia física, pero también hay una violencia cultural y ambas, condicionan las relaciones entre los hombres y las mujeres en todos los aspectos: familia, trabajo, amistad, etc. Las normas sociales alimentan diferentes roles que marcan la vida de la mujer en todas las etapas de su existencia. La niña va a trabajar más que su hermano y, en muchos casos, va a tener menos posibilidades de llegar a tener una formación. La adolescente está expuesta a sufrir agresiones sexuales y, si queda embarazada, puede ser expulsada del centro. La joven que quiere contraer matrimonio, está sometida a la dote, convirtiéndose en una especie de mercancía con la que la familia de origen puede aliviar su situación material.
Niños y niñas reciben una educación diferente. Mientras que el varón tiene valor en sí mismo, la mujer lo tiene por su capacidad de ser madre. Ha de ser también callada, sumisa y, por supuesto, una buena madre y esposa.
La superioridad de los hombres queda manifiesta en algunas leyes que no protegen a las mujeres en derechos elementales como la salud, la igualdad, el derecho a la propiedad, etc.
Sin embargo, la mujer congoleña es fuerte por naturaleza, es capaz de sobrellevar a una prole numerosa y sacarla adelante con su trabajo y está cada vez más sensibilizada con la necesidad de formarse para cambiar su realidad de desigualdad. Algo está cambiando porque cada vez hay más mujeres conscientes de que deben ser ellas las que pongan en marcha la dinámica del cambio para construir un mundo más justo y, por supuesto, con igualdad de oportunidades para ellos y ellas.
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