Rol account @byzelotp. Zelo a.k.a. coffee VII—VI ☾☆ @Junhongmgv.
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Su hermano lo había invitado a jugar a las escondidas en el bosque, era muy usual en él hacer ese tipo de invitaciones un viernes por la mañana. Sehun acepto encantado y sin salir, salieron ambos corriendo camino al bosque. Este quedaba detrás de su casa y era el lugar favorito de ambos.
Era el turno de Xiumin esconderse y solía ser muy travieso a la hora de jugar. Sehun se colocó enfrente a un árbol y comenzó a contar hasta diez, sus ojos estaban tapados por sus manos y Xiumin salió corriendo.
Sehun podía escuchar las hojas moverse por los movimientos de Xiumin hasta que de un momento a otro dejo de escuchar pasos, seguramente estaba tan lejos que no podía percibir el sonido, pensó.
Cuando llego al número diez gritó “listo o no acá voy” y pegó la carrera por el lugar donde pensaba él que venían los sonidos, corrió y corrió hasta que vio una sombra a lo lejos, supuso que era Xiumin y se acercó a este poco a poco, sin hacer ni un sonido en todo el camino. En cuanto estuvo detrás de él grito “bu”.
Sin embargo, Xiumin no se movió ni un poquito, tenía algo en las manos y se encontraba paralizado y fascinado, intentando descubrir que era. Sehun se asomó por su hombro logrando ver una bolsa con un polvo blanco en ella, se la quitó de las manos y la acercó a su nariz para olerla, aspiro fuerte este y quedo totalmente embobado, pudo sentir todo su mundo moverse y Xiumin, curioso de aquel acto hizo lo mismo, aspiro fuerte y suspiro ante la sensación.
Sehun caminó poco a poco hasta quedarse en medio del bosque, con Xiumin detrás de él, sus pasos eran lentos y poco estables, en cuanto no pudieron aguantar mas se acostaron ambos mirando al cielo, en el suelo, suspirando y disfrutando de tal maravilla.
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Las estrellas brillan mas cuando están a punto de morir, así que decidí que serías mi estrella, amaría verte brillar.
La alarma sonó justo a las siete de la mañana, anunciando el final de un hermoso sueño. Helena estaba totalmente desnuda pero cubierta por una tela blanca suave. Completamente sola en una habitación que representaba su hogar.
Se quitó todo aquello que tapaba su cuerpo y se levantó dispuesta a comenzar su día de trabajo. Luego de hacer sus necesidades y terminar lo que sería su rutina matutina decidió salir a caminar con una hora exacta de nueve en punto de la mañana.
Llevaba puesto un mono de ejercicio y un sostén deportivo, en sus manos una botella de agua y los audífonos cubriendo sus orejas. Cerró su departamento con llave dejando estas en su lugar secreto, saludó a las personas que se encontraban afuera y en el camino de las escaleras hasta la calle.
Colocó la música a todo volumen y comenzó a caminar desde la puerta de su residencia, las personas de allí la conocían de rostro pero muy pocas sabían su nombre, el dueño del local y el vigilante porque tenía sus papeles pero de resto, prefería no ser llamada por su nombre.
Al llegar a la primera cuadra tomó de su botella de agua dos tragos y continuó su camino. Susurraba las canciones que su celular colocaba con una sonrisa en su rostro. En minutos, el sudor comenzó a hacerse presente en su cuerpo, con cuidado, se limpiaba este con las manos.
A la segunda cuadra decidió amarrar su cabello dejando este en una cola de caballo y de esta forma continuó su camino hasta caminar seis cuadras y llegar a su residencia. Esta vez, no saludo a nadie en su camino por las escaleras, tomó las llaves del lugar secreto en cuanto llego a la puerta y se adentro a su hogar.
Su sala de estar era totalmente blanca y parecía ser el tipo de chica que cuidaba que las cosas no estuvieran sucias, manchadas o con polvo. Su comedor tenía un color rojo sangre con negro pero se percibía como un lugar acogedor y cómodo para cocinar, además, era totalmente abierta y daba vista al pasillo y comedor, por lo que no era un lugar caliente. En cambio, su baño tenía un degradado de gris con blanco y era totalmente grande, tenía un espejo del tamaño de la pared por un lado, una tina y una ducha. Y por último su habitación, cualquier persona que logre ver a Helena despertar desnuda, con los rayos del sol chocando por su rostro y las blancas telas cubrir con descaro todo lo que el señor puso en ella podía quedar loco.
Caminó por el pasillo quitando en su andar cada prenda en ella, al quedar totalmente desnuda entró al baño, colocó la ropa sucia donde pertenecía y puso a llevar la tina y en cuanto estuvo lista entró en esta. A lo lejos, se podía percibir un cuchillo manchado de sangre vieja, su cuchillo favorito mejor dicho. Tomó este con cuidado, cerró los ojos y poco a poco fue acercando la punta de ese objeto a su muñeca, una primero que la otra, corto desde el inicio hasta el codo, una herida poco profunda pero que dejaría cicatriz y de no ser tapada a tiempo, podría morir desangrada.
El rostro de Helena durante las cortadas era de felicidad, su sonrisa no podía estar mas amplía, definitivamente estaba contemplando la felicidad eterna en ese momento, podía sentir como sus pornos sudaban alegria.
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Para su sorpresa, estaba mas quieto de lo normal, mas quieto que todos los chicos con los que se había divertido antes. Tal vez era una reacción del miedo y de los nervios, no lo sabía. Estaba acostumbrada a ser insultada y miles de groserías por sus victimas, de hecho, estaba allí, esperando por los insultos típicos y que en ella despertaban el hambre y su lado “obscuro” Pero, del chico nunca salió mas que aquellas palabras que según ella no indicaban miedo en lo absoluto, indicaban mas bien, contemplación.
Se quedó quieta, mirando los ojos del chico, por primera vez confundida, sin saber que hacer, detallando el precioso rostro que este poseía, aquellos ojos tan admirables que provocaba en ella ganas de devorarlo, literal.
Dio dos pasos hacia atrás hasta caminar hasta donde estaba en cuerpo al cual le había robado, tiró el dinero allí caminando hasta donde había dejado su cartera, saco unos billetes, suficiente para comer en un restaurante por un día entero. Caminó hasta el chico de nuevo y mostró este con una sonrisa.
— Juguemos.
Añadió relamiendo sus labios con ganas de diversión. Se acercó a él tal como estaba anteriormente, sintiendo su respiración y si se esforzaba un poco más, podía ver su pecho subir y bajar.
— Te daré este dinero que imagino que para eso vienes, si me consigues un cuerpo saludable para alimentarme.. sino..
Llevó la mano hasta el pecho del chico, justo donde se encontraba su corazón.
— Tú serás mi alimento.
Ladeó el rostro de un lado a el otro de nuevo con total curiosidad y antes de que hablara su cabeza ideo otro plan.
— Tengo una idea mejor, si me traes algo que pueda ingerir como postre, te dejaré libre y no te comeré. En cambio, si te dejo ir por mi postre y desapareces, ten por seguro que te observaré mientras duermes, mientras tienes sexo, seré tu sombra, te torturaré hasta que me pidas que acabe con tu vida.
Le guiñó el ojo totalmente divertida acercándose a la mejilla del chico dejando un beso en este.
— ¿Trato?
Su mirada quedo clavada en la ajena, intentando no hundirse en el espacio y la calma que sentía justo en ese momento, como si estuviese ingiriendo droga, ella sentía algo extraño, incomodidad, no le gustaban las sensaciones desconocidas.
Se separó de él caminando hasta la silla donde anteriormente se había comido el corazón. Se sentó en dicho lugar con delicadeza, calma, relajada.
— Te esperaré acá, sentada.
Y aunque él no la conociera, ella hablaba literal. Se quedaría allí sentada, esperando por el chico y su postre.
— Tienes dos horas para conseguir algo, si en dos horas no vienes, yo iré.
No era buena amenazando, pero el chico ya había visto los cuerpos, tenía que encargarse de él o matarlo y que no la insultará y le halagara de aquella forma la ponía nerviosa, aunque no lo demostrara.
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Había desaparecido de aquél camino aunque aún se sentía vigilada o mas bien, observada por otra persona. Luego pensó que tal vez eran simplemente ideas suyas y lo dejo pasar.
Se quedó de pie junto a un grupo de personas observando a un chico salir del mismo lugar que ella lo había hecho hace minutos, mirando a los lados como si buscara algo o a alguien, al ver eso la idea de ser observada volvió a su mente y en cuanto lo vio regresarse hizo lo mismo, le persiguió hasta notar que entro a un lugar que resultaba familiar para ella.
Sólo unos segundos fueron necesarios para encontrarse en el mismo lugar que el chico, notando con cuidado como sacaba el dinero de la cartera de un muerto. Su cabeza se movía de un lado a otro como un perro viendo un lugar nuevo, esta vez, un humano nuevo; carne fresca, según su parecer.
Se encontraba afincada a un pilar, lejos de él, tan tranquila como de costumbre y además, totalmente invisible para él; al parecer. Ni siquiera luego de tomar el dinero había notado su presencia, tal vez estaba demasiado confiado de aquella situación.
— Así que tú eres el chico que estaba escondido.
Dijo para romper el silencio y además, curiosa de la reacción del desconocido, aún desconociendo que él la vio comer, aunque sospechaba por el simpre hecho de que se escondiera de ella al inicio.
— Te di una oportunidad y la desperdiciaste, por qué?
Se despegó de aquél lugar para ir caminando hacia el chico, con pasos lentos y finos, cualquier persona conocedora del mundo del espectáculo diría que son pasos típicos de una modelo. Dejó de caminar a mitad del lugar, quedando a cuatro pasos del chico.
— Si necesitabas el dinero debiste pedirlo como los mendigos, qué sentido tiene robarlo?
Movió su cabeza de un lado a otro curiosa y con una sonrisa en su rostro, entretenida por aquella situación.
— Ah, claro..
Añadió con un saltico.
— Como pedirlo, si el dueño esta muerto, no?
Esta vez, su mirada subió de arriba hacia abajo detallando al chico y luego dejando salir un suspiro.
— Sabes, hace rato comí pero quede con hambre..
Dejó escapar un puchero totalmente infantil caminando hacia donde se encontraba anteriormente afincada.
— Por cierto, ¿Qué haces acá?
Preguntó mirando hacia todos lados intentando verificar que todo estuviera en orden con sus cosas.
— Espero que hayas hecho cosas buenas en esta vida, sabes? Porque no puedo dejarte ir..
El tono que uso para esa oración fue totalmente de pena, cualquiera diría que de verdad lamentaba ese hecho. De nuevo, se despegó del lugar y esta vez si caminó hasta el chico, quedando de pie enfrente de él, sintiendo su respiración y la propia chocar, tan poca distancia había en ellos que solo faltaba un impulso, un toque de picardía junto a la curiosa lujuria y sabor de lo desconocido. Su mano, traviesa viajó hasta donde el dinero estaba escondido y sacó este con un dedo y luego mostrando el dinero sin separarse ni un centímetro.
— Pondré esto donde pertenece.
Añadió con una sonrisa, relamiendo sus labios, sintiendo su corazón latir emocionado por tener postre esa noche.
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A Había terminado con su labor, estaba lista y como nueva. Antes de salir de aquél lugar llevaba otra ropa, totalmente limpia y su rostro y cuerpo no tenían rastro alguno de sangre. Una camiseta roja con un unas papas fritas pequeñas dibujadas en el lado del corazón y un pantalón alto no muy pegado al cuarto junto con unos zapatos abiertos. Su cabello, por su parte estaba igual que hace minutos atrás.
Acomodó su pequeña cartera con su cosas en un lado de su brazo y comenzó a caminar por aquella callejón solo, cualquier ladrón que se asomará diría que es la ocasión perfecta para robarle y hacerle daño, era una señorita muy linda y sola por un lugar así, pero las cosas no eran como parecía.
Su corazón latía muy fuerte y su rostro brillaba como si todo en su vida estuviera mas que perfecto. El frio de la noche pegaba por su piel haciendo que sus vellos se erizaran, sus pasos eran lentos y poco ruidosos, durante sus caminos hubieron varios momentos en los que tuvo que rascar sus ojos porque el sueño se hacía mas que presente en ella.
Cuando llegó a casi la mitad del camino tenía dos callejones a los lados que daban a lugares peligrosos donde las personas vendían droga o prostitutas buscando clientes. A los segundos pensó que algo iba mal, conocía ese camino de memoria pero esta vez sentía que alguien la observaba. Miró hacía atrás y no notó nada raro, miró hacia adelante y desde allí aún no lograba ver nada mas que el camino.
Se acercó a uno de los callejones con el corazón acelerado, sus pasos fueron mas cuidadosos de lo normal, si alguien la observaba no quería que notara que se acercaba a menos lo tuviese de frente. Se quedó de pie en ese callejón buscando algún sonido extraño pero nada paso.
Suspiró dándose la vuelta y volviendo hacía el otro estromo, es decir, hacía el otro callejón. Se quedó de pie unos segundos pero aún así no escucho nada raro. Un suspiro salió de ella y aún convencida en que algo estaba mal volvió a su posición anterior, en la cual estaba en medio de los dos callejones y se puso de cuclillas, sus pies dolían pero no se iba a dar por vencida.
— Si hay alguien allí será mejor que salga.
Fue lo único que dijo en voz alta para que cualquiera cerca pudiera escuchar. Si bien, podían salir por el otro lado de los callejones no era muy seguro hacerlo. Mas que buscar divertirse con una victima ella quería irse tranquila, sabiendo que nadie vio su momento de diversión y cena. Conforme pasaban los minutos comenzaba a aburrirse, dormirse y además, a sentir un dolor en los pies.
Se levantó suspirando con pesadez, tiro su cabeza hacia atrás dejando que sus cabellos también fueran en esa dirección.
— Bien.
Dijo por ultima vez antes de poner marcha y de manera lenta continuar caminando hacia adelante, lejos de aquellos callejones, aún sintiendo que alguien la miraba.
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Había sido un día muy difícil para ella, estar todo el día trabajando de pie en la recepción con unos tacones y una falda además de tener que arreglar su cabello rizado solamente para estar presentable para los clientes. Su día básicamente había transcurrido como de costumbre, dirigir a las personas y contestar las dudas que se presentaban en ellos. Pasada ya las primeras horas laborales se acercaba su hora de almuerzo cuando un cliente de poca paciencia se acercó a ella con una queja, Helena, muy paciente como siempre intentó resolver sus dudas.
—No señor, no estoy en la capacidad de darle esa información—
El cliente muy alterado dio un golpe en el escritorio haciendo que los papeles cercas salieran volando a los lados. Helena tomó rápidamente el teléfono llamando a seguridad, estos no demoraron en llegar y llevarse al desconocido.
Además de esto el día se fue a paso tortuga, almorzó a la misma hora de siempre en la misma mesa de siempre. A la hora de su salida el vigilante la acompaño hasta la parada del bus.
—Muy amable de su parte, no tenía que molestarse—
El desconocido se retiró dejando a Helena de pie en la parada, esta estaba del todo vacía tal vez por la hora o por el viento que hacía. Los carros pasaban y algunos taxis hacían cambios de luces como señal de disponibilidad, algunos motorizados pasaban diciendo cosas indebidas, ese era uno de los motivos que odiaba la vestimenta que le exigían en su trabajo.
A los minutos de estar de pie su espalda comenzó a doler, intentó mantenerse derecha y con la mirada fija en los carros que pasaban con la espera de su bus. Revisó el reloj de su muñeca notando que aún faltaba media hora para que el próximo bus pasara. Miró hacía atrás notando el banco que había para sentarse a esperar y decidió hacer uso de el.
Se dirigió a unos pasos hasta el banco sentándose en el lugar. Cada vez se ponía más vacío todo y el bus aún no daba señales de vida. A lo lejos pudo escuchar como unos pasos hacía ella y un escalofrió recorrió sus piernas, recordó que no tenía nada para defenderse solamente su bolígrafo que perfectamente podía usar para sacar el ojo de alguien. Mientras ella continuaba hundida en sus pensamientos de defensa propia el sonido se hacía más intenso hasta que fue inevitable encontrarse cara a cara con la persona responsable de aquellos pasos.
› Horas después.
Su ropa ya no era la misma, esta vez llevaba una camisa de vestir blanca y un short de jeans con unas tennis descuidadas, sus cabellos rizados sueltos amenazaban con tapar su rostro el cual estaba cubierto por gotas rojas como la sangre junto con una sonrisa de oreja a oreja que adornaba su cara.
Aquellas gotas no se encontraban solamente por su rostro sino también en su ropa y piernas descubiertas. Un cuerpo yacía en el suelo totalmente ensangrentado y de quien no se podía adivinar el rostro puesto que no tenía cabeza. De hecho, una cabeza se encontraba encima de una caja llena de polvo.
Helena se encontraba encima de aquel cuerpo sin vida, lamiendo sus dedos para limpiarlos de la sangre, aquel cuerpo se encontraba con un hueco en el corazón y este se encontraba en la mano de la joven chica. Su cabeza se movió de un lado a otro curiosa por el cuerpo fallecido, su mano libre fue hasta el pequeño agujero que utilizo para sacar el corazón y se introdujo allí, moviéndose a los lados con curiosidad, cada vez que tocaba algo nuevo sus ojos brillaban con completa emoción.
Luego de haber inspeccionado todo el cuerpo se levantó de él para dirigirse a una silla totalmente empolvada y envuelta con una bolsa, se sentó en dicho lugar, para concentrar su atención en aquel corazón que estaba en su mano, poco a poco, fue llevándolo hasta su boca hasta comerlo por completo, suspirando de alivio luego de ello.
Se mantuvo unos minutos con los ojos cerrados deleitándose por el olor de la sangre y el cuerpo. Pasado aquel descanso se decidió a limpiar con calma aquel lugar, metió el cuerpo en una de las cajas y limpió esta por fuera. Se puso de puntillas y anotó con pinta labios la fecha de ese día.
Luego de desocuparse decidió salir de la bodega sin tomarse la molestia de limpiar su rostro o ropa antes de ello.
Jueves, 13 de Julio de 2017, 3:25 am. Distinto día, misma situación. Dawn adolorido, arrastrándose entre las paredes de los callejones, deseando poder sostenerse y permanecer de pie. Cojeaba, el dolor de una de sus piernas no parecía querer desaparecer, haciendo difícil la tarea de andar. Continuaba su camino, doblando esquinas sin dirección alguna, añorando poder encontrar una salida de ese barrio en la obscura noche. Pero el incesante dolor de cabeza que le había causado un golpe en el rostro no lo dejaba pensar con claridad: inestable, aturdido, desorientado. Todo un desastre, gracias a su estupidez. Era ya la décima vez que iba al mismo lugar, queriendo cobrar favores inexistentes a personas que no eran sus amigos: Conseguir mercancía para consumir de manera gratuita, prometiendo pagar pronto. Pero ellos no le creían, o soportaban. Siempre era igual: Dawn corría hacia ellos a pedir “sólo un pequeño cigarrillo”, ellos se burlaban sin pena alguna y terminaban golpeándolo hasta quedar en el suelo sin movimiento, únicamente por diversión. Imbécil. Llegó un momento donde no soportó su situación, sintiéndose en un laberinto por no reconocer del todo el lugar. Decidió que era momento para descansar. Sus ojos detectaron una enorme bodega a lo lejos, más bien, las “cómodas” escaleras metálicas a la entrada de ésta. Sin dudar ni un segundo cojeó para alcanzarlas, lanzando gruñidos por todo el trayecto. Cuando logró llegar, se apoyo de los barrotes para poder tomar asiento, quejándose aún como un anciano después de caminar por más de una hora. Finalmente se acomodó entre los escalones. Una pequeña comodidad le invadió, respirando ya con más tranquilidad y sintiendo como su cuerpo se relajaba. Dejando caer su cabeza hacia atrás para disfrutar de una hermosa luna llena rodeada de nubes, logrando sonreír por primera vez después de horas, hablándole a esa enorme rueda como si se tratase de su mejor amiga. —Si yo fuera la mitad de lindo de lo que tú eres, tendría todo a mis pies, ¿Cierto?—Cuestionó con una melancólica sonrisa en su rostro, dejando escapar un pequeño suspiro poco después. Era sólo un alma solitaria, enojado por no conseguir lo único que no lo hacía sentir miserable: droga. El viento soplaba con tranquilidad, arrullando su mente hasta el punto de tener un poco de sueño. No sería la primera vez que dormía fuera del apartamento, era una de sus costumbres por su fiestero ser. Por lo que restó importancia, cerrando sus ojos para dejar a la naturaleza hacer su trabajo. Yéndose poco a poco al mundo de los sueños, con una basta tranquilidad…pero eso se cortó de repente. Dawn abrió sus ojos de golpe, sintiendo como su corazón golpeteaba con fuerza por el susto, girando su cabeza hacia atrás tan rápido que el dolor se hizo presente. Un grito a sus espaldas, dentro de ese edificio, le había interrumpido, y cómo no hacerlo: desgarrador, fuerte, crudo, hueco. Algo que jamás había escuchado antes en su vida, aún llevando una vida violenta y sin límites como la suya. El miedo le consumió, colocándose de pie enseguida dispuesto a salir huyendo…sin embargo, su curiosidad era mayor. Después de observar ese lugar, no escuchó nada más. ¿Cómo era posible?¿Qué sucedía ahí? El bajito chico no podía quedarse en “ascuas” por lo que tomó valor de su misma mente ida, subiendo los escalones faltantes a ese lugar, acercándose con terror hacia una de las ventanas que reflejaba una casi inexistente luz, quedándose en blanco en el momento que uno de sus ojos percibió una increíble escena. Su boca se abrió por si sola ante la impresión, frunciendo el ceño ante su sorpresa. Y como un loco en otro mundo, sólo una palabra fue susurrada por sus labios en ese momento.—Rojo…—Salió por sí solo. Pero no sabía si era por esa hermosa cabellera; larga y rizada, como la de una princesa…o por lo que se encontraba a su lado.
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↳ late night dates with chanyeol moodboard
“And so he took me by the hand and led me through his darkest fears, and the person I discovered behind that beautiful face only rendered tears”
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cr fanarts: AESTIVANOX; Besternate; borntoi; IRM; Maewen Mitzuki; 화채 and 近藤かんさい
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