chubbiehyun
Aerys
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chubbiehyun · 5 years ago
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.                      ( 🌿 )              new airs ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ( 3 words, pt. ii )            27 ━ narrativa #irip27 + #nuage19 Céfiro no había tenido una infancia fácil, él solía decir que era una infancia en tonos sepia. Tras la muerte de su madre dándolo a luz, su vida había cambiado cuando apenas estaba empezando, y el ambiente hostil que reinaban en tiempos de guerra, tampoco ayudaba a que el cuarto hijo del matrimonio real tuviera una buena educación e infancia. Céfiro crecía bajo las sombras de sus hermanos, quienes ponían la vara muy alta para él. El pueblo los amaba y los respetaba, nadie esperaba un cuarto hijo, y a nadie le importaba el niño, excepto a su familia. Bóreas, el mayor, era todo lo que su reino esperaba, un joven fuerte, decidido, noble, y muy parecido a su padre. A veces era frío, y tenía un modo de destacar que al más pequeño nunca le había agradado. El segundo, Noto. Era agradable, pero tenía un carácter explosivo, tanto, que su pueblo temía que sus enojos desataran tormentas atroces, que perjudicarían sus cosechas. Sin embargo, era un guerrero notable, sobre todo con la espada. Euro fue el tercero, era ligeramente más listo que los mayores, pero no era muy excepcional tampoco. En lo que si era excepcional, era contando historias. Céfiro esperaba siempre la hora de ir a la cama, solo para que Euro viniera a arroparlo, y compartiera con él historias de grandes dioses y hermosas ninfas. Céfiro fue el último, la gente de Paralda no le tenía fe. Había nacido bajo de peso, era pequeño, y no tenía una madre. Cuando sus primeras fiebres lo alcanzaron, el reino ya se anticipaba a la inminente muerte del príncipe. Muchos fueron los sorprendidos cuando este pareció superarlas, incluso sus hermanos, quienes comenzaron a tomar a su hermano como un joven y talentoso aprendiz. A medida que las obligaciones de sus mayores incrementaban, cada vez tenían menos tiempo para su hermanito, quien decidió ocupar su eterno tiempo libre, en espiar reuniones, y aprender sobre diplomacia a escondidas. A los trabajadores del palacio, muchas veces les había llamado la atención como el pequeño parecía almacenar libros enteros de información en su joven cerebro. Así era Céfiro, nadie sabía de que era capaz hasta que lograba cerrarle la boca al pueblo entero cada vez que demostraba ser enormemente capaz. Sus nodrizas se enojaban cada vez que lo pescaban leyendo o escuchando sobre las naciones vecinas, cosa que había despertado su curiosidad desde muy temprano, aunque esos enojos pronto se transformaban en risas, y en dedos que revolvían las hebras pálidas del joven príncipe, aunque a veces también se transformaban en dulces besos y palabras bañadas de azúcar, sobre lo hermoso y particular que sería al crecer. Y no se habían equivocado. La adolescencia le llegó, más temprano que tarde. Céfiro resultaba ser virtuoso en muchas cosas, el arpa era una de ellas, era increíblemente bueno controlando su elemento, teniendo en cuenta su corta edad, y sobre todo, era una persona muy inteligente. Pero, lo que más le llamaba la atención a todos, era su apariencia. Cabello blanco, piel pálida, de contextura delgada y pequeña, labios rosados y ojos pequeños, de un tono plata inigualable. Antes de siquiera entenderlo, ya era el erómeno perfecto para todos los hombres adultos de su reino, que no tardaron en llenarlo de regalos y cortejos. Lujosas sedas, brazaletes de oro, las más finas uvas que se podían encontrar en el continente. Hasta hacía tres días, las únicas preocupaciones que tenía el joven, era rechazar de forma más amable posible a cada hombre que se presentaba en el palacio pidiendo su devoción. Ahora, tenía que hacerse cargo de un reino destruido por la guerra, que acababa de perder no solo a su rey, si no también, a los tres primeros herederos al trono, dejando a un niño de dieciséis años al que nadie le conocía las intenciones, a cargo de una guerra brutal. Céfiro siempre sintió que entendía y veía más que la mayoría de la gente. A Bóreas solo le preocupaba tener una buena imagen pública, a Noto, solo le gustaban las batallas, y a Euro, las hermosas jovencitas solteras que revoloteaban sus pestañas para él. Mientras tanto, el peliblanco, solo quería terminar con la guerra y traer paz a su gente. La paz era una larga escalera, con peldaños altos e inestables, el joven lo sabía, sin embargo, no imaginaba que tan solo a tres días de haber aceptado la corona, el heredero de la nación de fuego, se presentaría en su palacio. —Su majestad, ya han llegado. Anunció su consejero, sacándolo del tumulto de pensamientos que lo había apresado de un momento a otro. Céfiro despegó la vista del jardín, y se obligó a pararse derecho. Algo extraño destacaba a la gente de su reino, y es que ante forasteros, sus rostros, y sus expresiones corporales, simplemente eran imposibles de leer. La nación de fuego... no era exactamente del agrado de Céfiro, pero ahora, todas las naciones estaban unidas contra la oscuridad, y no creía que romper una alianza sea estratégicamente lo mejor. Debía demostrarle a su gente y al mundo, lo equivocados que habían estado al dudar de él todo este tiempo. Los zapatos de los forasteros producían un sonido extraño al caminar sobre sus pasillos, eso fue una de las primeras cosas que notó. Las puertas se abrieron, dejando el paso a un príncipe elemental que desconocía (aunque había escuchado mucho de él) Céfiro le mantuvo la mirada, y, con un movimiento extremadamente calculado, abrió los brazos, en un gesto de querer abarcar todo el palacio. La tela color vino que vestía ese día, se movió ligeramente junto a él. —Su majestad, bienvenido a Paralda. 🎶 ; (https://bit.ly/2rwReB7)
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chubbiehyun · 5 years ago
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.                      ( 🌸 )              fancy you            11 ━ narrativa #irip11 + #nuage19 Las clases por fin habían llegado a la mitad, ahora, llegaba el merecido descanso. Pronto le tocaba Cuidado de Criaturas Mágicas, por lo que tomó algunos libros de la biblioteca, para dar un repaso rápido mientras comía. Aquella mañana, había desayunado de forma abundante, por lo que ahora no tenía tanta hambre. Aerys decidió esquivar por algunos minutos más su escaso apetito, esperando que con el correr de varios minutos, despertara poco a poco. El peso de la pequeña pila de libros, hizo un sonido seco al caer sobre la mesa de madera, sinceramente, poco le importaba a quien estuviera molestando con su tarea. Sus delgados dígitos se arrastraron sobre la página, tratando de absorber la mayor cantidad de conocimiento posible, antes de afrontar su próxima clase. —¡Ojos bonitos! Al diablo la tarea, era él. Fugazmente, Aerys despegó la vista de su libro, buscando con la vista a aquel chico, del cual reconocía fácilmente la voz. Allí estaba, tomando asiento frente a él. Yuüta y Aerys habían comenzado a hablar hacía poco, pero Aerys estaba tan en las nubes con él, que sentía que lo conocía de toda la vida. Ojos bonitos. Él lo hacía sentir hermoso, le hacía sentir que el albinismo no era una abominación, si no, una bendición, cosa que jamás le había pasado. El peliblanco le regaló una sonrisa, de tintes tímidos. ¿Quién diría que alguien que repudiaba tanto la estúpida alcurnia a la que él también pertenecia, terminaría sintiendo cosas por un Lestrange? Era difcil de explicar. Cada vez que el Ravenclaw llegaba, con sus rizos traviesos, mejillas regordetas y uniforme desalineado, el ruso sentía que una flor se abría en su pecho. Los próximos minutos, fueron de los más agradables. Su hambre había revivido, y la sació con un té earl grey y unos scones, mientras observaba a Yuüta comer panqueques y tomar chocolate caliente, tan dulce como él. Amaba ver esas mejillas duplicar su tamaño mientras comía. ¿Cómo podía ser tan adorable y varonil al mismo tiempo? Lo vio realmente sumergido en su comida, quizás era mejor que lo haga tranquilo, por ende, el volvió a bajar la vista a su libro, dándole un sorbo a su taza de té. Poco duró su concentración, antes de que la voz de su acompañante volviera a consentir a sus oídos. —El té está muy rico. ¿Qué tal esos panqueques? Se ven dulces y abundantes. Añadió, mientras marcaba la página del libro con su cinta. Antes de que pudiera hacer o decir algo más, el aviso del retorno a clases se hizo presente. Demonios. Desearía que el almuerzo fuese eterno. Guardó sus pergaminos y plumas, optando por cargar los libros. ¿Cómo podía despedirse? Aquella pregunta lo sacó de su estupor. «Te veré mañana. ¿Cierto?» Claro que si, Aerys lo vería toda su vida, no hay nada que le gustaría más que eso. —Por supuesto, hasta mañana, Yuü. Finalizó con una leve sonrisa, encaminándose hacia la salida del comedor, mientras aquella sonrisa se ensanchaba, tiñendo sus mejillas de rosado. Estaba tan enamorado, que a esta altura, se sentía como un rosedal entero. 🎶 ; (https://bit.ly/34N3xYr)
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chubbiehyun · 5 years ago
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           ( 🐍 )              knowing us            00 ━ narrativa #irip00 + #nuage19 No faltaba mucho para que las clases acabaran, y eso significaba, que eran semanas de exámenes. A pesar de que Aerys siempre respetaba sus horas de sueño, el agotamiento mental no se le borraba nunca. Muy a su pesar, el reloj sonó en su cuarto compartido aquella mañana, despertando tanto al ruso como a sus compañeros. El peliblanco se peinó levemente con las manos, bajándolas luego a sus ojos, frotándolos con lentitud. Perezosamente, se levantó de la cama, y por supuesto, no faltó el bostezo y el desperezarse, intentando disipar apenas un poco aquel cansancio. Necesitaba dormir, dormir sin que sonara el despertador, lo ansiaba en serio. Dormir con su novio, durante las vacaciones. Necesitaba olvidarse de libros, tareas y exámenes, para preocuparse por las fiestas, los regalos y la comida. Lavarse la cara se sintió casi como un alivio, suspiró apenas, antes de lavarse los dientes, y posteriormente arreglarse. Entre los tratamientos faciales y ponerse la ropa, casi se le había ido toda la mañana. Aerys era fácilmente detectable por siempre tener el uniforme impecable, a diferencia de su novio, quien por poco no aparecía con la corbata anudada a la cabeza. El ruso solía pasarse los minutos entre clases arreglando la ropa de Yuüta, y robándole algunos besos también. Antes de afrontar el desayuno en el Gran Comedor, se tomó algunos minutos para mirarse al espejo. Siempre había pensado que el verde esmeralda contrastraba bien con él, con el blanco de su pelo y piel. Slytherin era lo único que se enorgullecía de heredar de su padre. Como el verde lo envolvía, le daba vida y un aura de misterio, como el amor por su casa escaló a elegir el verde por sobre cualquier color. Este color se había convertido en su todo. Sonrió a su reflejo, de repente se sintió lleno de energías, el cansancio pasó a segundo plano, y el vigor recorrió todas sus venas. Lo menos que podía hacer por su casa, era traerle logros y puntos. 🎶 ; (https://bit.ly/34IzrF8)
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chubbiehyun · 5 years ago
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.                      ( 🍁 )              River flows in you.              El otoño no era exactamente la estación favorita de Aerys, pero a nivel visual, lo disfrutaba muchísimo, además, Halloween se acercaba, y su niño interior no hacía más que saltarle en el pecho. Aquella mañana, como siempre pasaba en su día a día, se había levantado antes que Yuüta, le había hecho algo de desayunar, y le había acomodado la ropa antes de que pudiera salir corriendo hacia el trabajo, como siempre, llegaba al límite de su horario. Una vez que Yuüta se iba, era cuando empezaban a correr lento las horas. Las primeras horas de la mañana, Aerys tomaba su té, en silencio, disfrutando del aperitivo que se le antojara ese día, y adelantando páginas en su lectura actual. Luego, lavaba lo que había ensuciado en el desayuno, y lo que había dejado Yuüta también. Al terminar, hacía la cama de ambos, salía a comprar comida, almorzaba, terminaba de limpiar, y en la tarde, ya sus ocupaciones se habían esfumado. Sabía que, siendo viernes, seguramente su mayor llegaría muy cansado arrastrando toda la semana laboral, por ende, decidió mimarlo con un pastel, y café. Esperaba que su receta le llevara toda la tarde, que lo mantuviera ocupado hasta que efectivamente, Yuüta llegara en algún momento. Sin embargo, sus planes no parecían estar de su lado ese día. El pastel se hizo rápido, y el café, más rápido aún. ¿Qué se suponía que haría ahora para pasar el tiempo? Llevó la comida, y la acomodó en la mesita de la sala, fue hacia el segundo piso, a buscar esa mantita cálida que le gustaba a su prometido, y se la dejó sobre el sofá, para que estuviera cómodo y se pudiera relajar. ¡Casi lo olvidaba! La chimenea, debía prenderla para él, pues los días se ponían cada vez más fríos. Le costó un poco de trabajo arrastrar los trozos de madera, y el fuego tardaba en adherirse a tan gruesa superficie. Soltó un suspiro de alivio al ver que al fin el fuego surgía, y se levantó, escuchando tronar sus rodillas ante la incomoda posición que tuvo que sostener por algunos minutos. Levantó levemente la manga de su sweater (de su prometido, en realidad), y el ver la hora lo hizo enojar. —¡Diablos, aún faltan cinco minutos! Yuüta trabajaba mucho, para ambos, y Aerys solo esperaba todo el día para que su mayor regresara a casa y darle todo el amor que él merecía. Volteó hacia la ventana, sin embargo, sus ojos se centraron en otra cosa. El piano. Aquel instrumento tenía mucho valor sentimental para Aerys, todo lo bueno en su vida, de algún modo, desembocaba en ese piano. La música, su madre, Yuüta, todo había sido sobre un piano, y se sentía incompleto sin tener uno. El banquillo se sentía familiar una vez que se sentaba, levantó la tapa, dejando ver esa hilera de teclas en blanco y negro. Justo sobre el piano, había un pequeño cuadro, con una foto de ellos dos. Aerys lo miró durante algunos segundos, antes de bajar la vista nuevamente a las teclas. Sus manos flotaban sobre ellas, su anillo de compromiso brillaba en su mano izquierda. El ambiente cálido, y el recuerdo de su prometido fueron suficiente para que la pieza correcta llegara a su mente. Sus manos, rápidas, delicadas, ágiles, bailaron sobre las teclas, formando una melodía perfecta, dulce, apasionada. Apenas y pudo escuchar el "click" de la cerradura y las pisadas en el suelo de madera, sin embargo, no se detuvo, mucho menos ahora que Yuüta estaba escuchando su melodía. A su prometido siempre le había gustado escucharlo tocar, y sabía, por el anillo que brillaba en su dedo, que es lo que quería hacer toda su vida, tocar para él. 🎶 ; (http://bit.ly/2ml0m9n)
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chubbiehyun · 5 years ago
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                     ( 🔔 )              Hells bells.             Cerrado. Antes del despertador, otra vez. Cinco minutos antes, el italiano estaba despertándose, era normal para el ganarle al despertador. Las rayas que proporcionaba la luz colándose por las cortinas metálicas, creaban un extraño patrón a rayas sobre su espalda desnuda. A su lado, dormía su esposa. No, él nunca la tocaba, apenas y soportaba dormir en la misma cama que ella, la pura verdad, era que a pesar de ser una buena mujer, era demasiado sensible y controladora, Santino cada vez se cansaba más de ella. Ahora lo recordaba. Le había prometido llevarla a misa, y no podía odiarse más por ello. Como italiano que era, por supuesto que tenía muchísima fe, el problema (como todo lo que rondaba su vida normalmente), era su mujer. Se paró por fin, y fue por algo de ropa. Tras cambiarse, bajó a desayunar, pues era seguro que la gente que trabajaba en su casa, ya tuviera el desayuno listo. Y no se equivocaba, de la escalera podía oler una mezcla significativa de aromas que no podría ser otra cosa que un buen y abundante desayuno. Evidentemente su paz típica de los domingos se acababa cuando "la luz de sus ojos" aparecía malhumorada en la cocina, sin embargo, el muchacho no pronunció palabra la respecto. Como una señal divina, oyó que uno de sus "guardaespaldas" (matones, más bien), le informaba algo al oído, algo de carácter urgente. —Discúlpame, querida, en seguida vuelvo y vamos a misa. Se dirigió al sótano de la casa, a paso lento y calmo, pues cuanto más tiempo pudiera estar lejos de la mujer con la que compartiría toda su vida, mejor. Al llegar, vio a otro de los matones sosteniendo a alguien contra el piso, un muchacho. Según le habían dicho en el comedor, era un tipo que intentó presionar al dueño de una florería, la florería que pagaba por su protección, no la de otras familias. En definitiva, así era, pues tirado más atrás estaba el maletín abierto, con dinero que le pertenecía a Santino. Se sentó frente al enclenque que habían atrapado, se notaba a leguas que era novato en esto de los negocios de extorsión. No dijo nada la principio, solo sonrió, de la misma forma que había sonreído Lucifer cuando cayó del cielo, se veía aterradoramente hermoso. —No sé para que familia de mierda trabajas, pero deduzco que no eres muy bueno en esto. Se quedó algunos segundos más en silencio, los matones eran como perros atados que solo esperaban para atacar. Junto al muchacho, había un arma en el suelo. No la reconocía, debió haber llegado con él. —Mira, me encantaría quedarme a conversar, pero mi mujer exige que la lleve a misa. En lo que vuelvo, piensa en si fue una decisión inteligente robarme. Alargó la mano para tomar al novato del mentón, y alzar este para que pudieran verse a los ojos. Si algo podía destacarle, era su atractivo físico, sin embargo, eso le serviría de poco. —Ustedes, hagan que se quede en el sótano, y no le den una paliza, primero quiero sacarle información. Se puso de pie, nuevamente, y caminó hacia las escaleras, volteándose una ultima vez a ver el escenario, antes de por fin, dignarse a subir las escaleras. Definitivamente, este no sería un domingo "ideal" 🎶 ; (http://bit.ly/2vamZyg)
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chubbiehyun · 5 years ago
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.                      ( 💒 )              ms. Gladstone.             Cerrado. ht: #ks193 ; #knf03 Fue ilusa, claro que sí. Aún recordaba todo hace cinco meses. Su llegada a Londres, el baile de máscaras, todo... William no era exactamente la persona con la que pensaba casarse, no se lo hubiese imaginado jamás. Sin embargo, aquella noche en el baile se había portado muy bien con ella, todo un caballero. Quizás aprendería a amarlo con el tiempo. Cuan equivocada se encontraba. Solo dos meses después se casaron, Jane, enfundada en un hermoso vestido, de grandes faldas, que mezclaba los tonos blancos y marfil, en una hermosa armonía entre la seda y el tul. Sus manos, enguantadas hasta los codos, con largos y traslucidos guantes. Botas nuevas, que mezclaba encaje con madera en su taco, joyas caras, una diadema y un complicado y sublime tocado en su cabello, sostenido con un largo velo nupcial. Había sido una gran celebración, había conocido a las grandes y poderosas familias de Londres. Era sin dudas un mundo nuevo para ella. Uno del que pronto se daría cuenta, era horrible, y no quería más que escapar. Las primeras tres semanas no fueron tan malas como esperaba, pero solo fue cuestión de tiempo para quedar atrapada en otra injusticia. Su noche de bodas fue un desastre, empezando porque William estaba totalmente borracho y apenas y pudo desatar algunos nudos al corsé del vestido antes de caer profundamente dormido sobre su cama. De todos modos... Prefería esta situación, no quería entregarse a él, todavía... Sin embargo, volvió a intentarlo al día siguiente. Tampoco lo logró, ni al tercer día, ni al cuarto. Definitivamente se dio cuenta de que Gladstone no tenía suficiente virilidad para hacerla mujer. —Descuide esposo... Podemos volver a intentar mañana —murmuró Jane, posando su mano sobre la del señor Gladstone. Este la aparto de un manotazo. Acunó su propia mano sobre su corazón, escuchándolo palpitar desaforado. ¿Acaso no era suficiente para él? ¿No era una mujer bonita a sus ojos? Hizo un esfuerzo para aguantar las lagrimas, hasta que notó que William se había dormido, entonces, se permitió llorar. Luego llegaron las humillaciones. Tras tener que empezar a cumplir con el estandarte de una dama de alta alcurnia, Jane tuvo que organizar numerosas "horas del té", invitando a las esposas de los amigos o compañeros de William. Ella era una forastera entre todas esas mujeres, que no paraban de hacer comentarios por lo bajo sobre su lugar de origen, y sobre por supuesto, el rumor ridículo que su esposo había esparcido en su circulo social para tapar su obvia insuficiencia viril: Jane Gladstone era una muchacha infértil. Ese era el escándalo favorito en las reuniones sociales. Aunque claro, también su ascendencia escocesa y el tono de su cabello daban mucho de que hablar a veces. El paso de los meses comenzaba a pesarle, estar bajo el ojo de sus suegros y cuñados, tener que cumplir con un código de etiqueta, y ser sumisa ante las agresiones de su esposo, tanto psicológicas como verbales comenzaban a enloquecerla. Había encontrado un momento de paz en la escritura, escribir cosas simples como lo que había ocurrido durante el día, aunque a medida se iba normalizando el hábito, sus secretos comenzaban a tener panoramas oscuros, como el deseo de morir, o peor aún, el deseo de que su esposo muera. Tras una larga jornada de escritura a media madrugada, por fin cerró el cuaderno de cuero y lo escondió tras un agujero de la pared detrás de su cómoda,el cual había encontrado uno de los primeros días siguientes a la boda. Con cuidado, se acomodó en la cama, deslizándose debajo de las mantas cálidas. Pudo ver a su esposo, profundamente dormido, por lo que se volteó a darle la espalda, acurrucándose entre la almohada y su rojo cabello. Cerró los ojos, y por un momento reflexionó sobre su vida de adulta, de mujer casada. Ahora más que nunca, deseaba volver a ser la niña que se sentaba en el regazo de su madre a contar las perlas de su collar, y no una sucia forastera infértil como era allí. —Jane Elizabeth Gladstone... Te odio. Murmuró, antes de por fin conciliar el sueño.
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chubbiehyun · 5 years ago
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. ��                    ( 🎭 )              masquerade.             Cerrado. ht: #ks191 ; #knf03 Sin dudas estos no eran sus planes. ¿Por qué iba a casarse con un tipo mayor que ni siquiera conocía? Iba cruzada de brazos en el carruaje, mirando por la ventana. Gracias a todo lo bueno su padre no estaba incluido en el viaje, había viajado días para llegar desde Northumberland hasta Londres. Sin embargo, su curiosidad sobre la gran capital inglesa fue lo que la llevó a aceptar viajar de una vez por todas. Londres era una ciudad hermosa, era un faro de luz en su mundo de irascibilidad. La pelirroja había olvidado su enojo ni bien empezó a ver los clásicos edificios y a sus curiosos habitantes transitando las calles. Sin embargo, tan temprano como llegó la ilusión, también se fue. Se esfumó de un golpe al ver la casa señorial a la que estaban entrando. Suspiró, intentando calmar los nervios, mientras se anudaba el antifaz. La puerta fue abierta por uno de los criados, quien le tendió la mano, la cual Jane no dudó en tomar, descendiendo los dos escalones del carruaje. Antes que nada, alisó los plisados de la falda, pues la verdad se sentía como una simple campesina al ver esos hermosos vestidos, con la finas telas y técnicas londinenses, tan diferentes a las norteñas, fuertemente influenciadas por la cultura escocesa (de la cual ella también descendía) La casa era simplemente gigantesca, tan grande que podrían dormir allí todos los asistentes. No quería hacerse notar mucho, pero entre el naranja de su pelo y el rosa de su vestido, cada vez era más difícil no resaltar. Y por supuesto, sus sospechas eran ciertas. Fue cuestión de minutos para que un tipo se acercara a invitarla a bailar. Por más que odiaba esta ridícula situación, no podía negarse y quedar como una maleducada ante la alta sociedad londinense. Hizo una grácil reverencia antes, y luego tomó la mano del extraño, escondido tras el antifaz. Este extraño era simplemente encantador, había algo en esos rizos largos y la forma en que tomaba su cintura que lograba en Jane una necesidad de bailar junto a él toda la noche. ¿Era eso acaso adulterio? No, después de todo no estaba casada... ¿Y si el estaba casado? No tampoco, parecía tan joven como ella, tan misterioso y... Con una vuelta, se desprendió accidentalmente de su acompañante, dándose la vuelta al sentir que chocaba con la espalda de alguien, esperanzada, se volteó, esperando ver al apuesto joven que... —Buenas noches, prometida mía —William Gladstone, un tipo no tan agradable a la vista—. ¿Me concede esta pieza? Definitivamente sería una larga noche.
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chubbiehyun · 5 years ago
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.                      ( 💍 )              young lady.             Cerrado. No era noticia que Jane se escapara de la casa a primera hora de la mañana, para internarse en los extensos jardines y leer sin que las criadas la siguieran o su padre la anduviera regañando. Desde que su madre había muerto, ya hace años tras una larga batalla contra la tuberculosis, su padre se había puesto mucho más exigente y pesado con Jane, ya tenía quince años. ¿Hasta cuando la molestaría? —Hija. Con fastidio, la joven cerró el libro, dejandolo sobre su propio regazo. Solo vestía su largo camisón de seda blanca, y las botas marrones. No era un atuendo digno de una dama, pero poco le importaba estando en su propiedad. Con fastidio, sus ojos de color miel se asomaron entre esa gran cantidad de hebras naranja. Lo fusiló con la mirada. —Padre, si no te importa, estoy leyendo. Volvió a tomar su libro, abriéndolo en la página donde se había quedado, pero como era de esperarse, su padre no parecía tener ganas de dejarla en paz, jamás le concedía ese gusto. Sintió la brisa primaveral golpeándole el rostro al enderezarse. —Hija, las criadas te están buscando. Debes probarte el vestido nuevo que te conseguí —murmuró el señor Bennet, obviamente se estaba impacientando, siempre se impacientaba con Jane. Esta solo lo miraba perpleja—. No te lo quise mencionar antes, porque te conozco hija mía. He logrado arreglar tu matrimonio con William Gladstone, su padre ha organizado un baile en celebración por la graduación de su hijo. Sé una buena dama y prepárate para conocer a tu pretendiente. La cara de Jane se puso casi tan roja como lo era su cabello, se paró de un salto sobre sus entaconadas botitas marrones, y le apuntó a su padre con el dedo indice. —No soy tu moneda de cambio papá, hazte responsable de tus malas inversiones y actúa en consecuencia, no pienso ser la puta de un intelectual universitario de alta alcurnia, te lo dije antes y te lo diré ahora, no quiero un marido, quiero ser maestra. Al principio solo fue el sonido, luego el dolor despertó en su mejilla como una onda expansiva de fuego. ¿La había cacheteado? Sintió su rostro congestionarse y luego las lagrimas mojarle las mejillas, sin embargo, su rostro no dejó de mostrarse enojado. —Que conste, papá, que algún día volverá toda la mierda que me hiciste, y estaré más que encantada de ver eso. Tomó su libro, y se encaminó nuevamente hacia la casa, dejando solo a Richard Bennet en medio del jardín. Se vengaría de él, sin dudas se vengaría, incluso aunque se casara con William Gladstone, se las apañaría para hacerlo sufrir.
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chubbiehyun · 5 years ago
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.                      ( 🕸 )              siberia, my home.             Cerrado. #ks182 (opción 2) #knf03 Hoy se había levantado con la consigna de que era día de depuración en la casa. Profunda limpieza y entre eso, también deshacerse de cosas que ya no usaban o no servían. No sabía como, pero de alguna forma había pateado a su novio de la cama y lo había obligado a ayudar. Por supuesto y como era de esperarse, Yuüta estaba sentado en una esquiña, refunfuñando al abrir una de las muchas cajas que había, para inspeccionar si los objetos servían o no. Aerys era mucho más rápido, y con la mayoría de los objetos, era bastante desapegado, por lo que no tardaba en descartar o conservar. Iba por su quinta caja, cuando lo vio al abrirla. Un álbum de fotos. Con un rápido vistazo, comprobó que Yuüta estaba aun en su nube de enojo silencioso, por ende, decidió echarle una rápida hojeada al álbum, aunque no tardó en entretenerse con este. Eran fotos de Siberia, seguro tomadas por su madre, o al menos, el álbum le había pertenecido a ella, pues en la caja claramente citaba su nombre, y reconocía los demás objetos en la misma. Es lo que se había llevado de la casa cuando su madre falleció. Conocía los paisajes, muchos estaban cerca de casa, otros no tanto, pero aún así los conocía. Tan solo le bastaba observar los paisajes para ingresar en ellos, de nuevo en el lugar donde nació. Extrañaba comer Shchi, la tradicional sopa rusa, también vagar por el mercado en busca de carne, verduras y legumbres. Casi podía sentir el frío devastador de nuevo. Y si, a pesar de que podía ser fatal para muchos, Aerys no podía evitar pensar en lo bello que eran los paisajes blancos y los cielos rosas cuando atardecía, debido a las pocas horas de luz que había en los inviernos. Escuchaba el fuego consumir los troncos que había depositado en la chimenea, sentía las mantas gruesas y cálidas rozarle la piel. Casi que podía estar nuevamente pisando el suelo siberiano. Cerró el álbum de golpe al escuchar el crujido de la madera del piso y lo supo sin siquiera levantar la vista. —¿A donde crees que vas? Aún no terminamos con las cajas, Yuüta. Añadió, abrazándose a una de las largas piernas del mayor, en un tonto intento de inmovilizarlo y obligarlo a quedarse en el cuarto.
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chubbiehyun · 5 years ago
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           ( 🍵 )              hygge.             Cerrado. #ks182 (opción 1) #knf03 Saliendo del trabajo, Aerys aprovechó para volver caminando a casa, eran de las primeras nevadas del año, y eso le traía cierta alegría, por más que prefería los climas cálidos, la vida de ciudad junto a su novio durante el periodo de invierno, se volvía romántica y acogedora. No era noticia que a Aerys le agotara el frío, era siberiano, después de todo, hacía frío casi todo el año allí, y a él le gustaba salir de su zona de confort. Se colocó los audífonos y con un rápido toque en la pantalla, comenzó a sonar un simple jazz instrumental que el ruso disfrutaba en los climas fríos. Aún faltaba para las fiestas, sin embargo, las calles se iban pintando de tonos navideños, la gente paseaba tranquilamente viendo vidrieras, considerando los posibles regalos para sus seres queridos. El ambiente era muy agradable. Decidió pasar por el mercado a comprar una caja de su té favorito, y más café para su novio, ya que se le estaba acabando. Por último, decidió comprarle unas galletas también, era viernes, podría darle un mimo ocasional. La fila no era tan larga, solo había tres personas detrás delante de él. Para matar el poco tiempo, decidió vagar por la sección de noticias que le ofrecía su celular. Generalmente leía sobre política o sociedad, sin embargo, esta vez, un artículo de actualidad le llamó la atención. Extraño termino, un término danés. Hygge. Según el artículo, no había una traducción exacta, pero lo más acertado, era cosas simples, cotidianas y pequeñas que provocaban felicidad. La nota hacía hincapié en los largos inviernos de Dinamarca y como los daneses lo habían convertido en su felicidad. ¿Por qué no se le había ocurrido antes? El articulo tenía fotos, todas en sintonía. Una chimenea, chocolate caliente, medias gruesas y hermosos paisajes nevados, vistos desde la ventana de un hermoso apartamento de aspecto templado. Curioso, sin dudas. Tras pagar sus artículos, caminó las pocas cuadras que quedaban hasta el edificio donde vivían. En el segundo escalón, pudo ver una flor roja, quizás se le había caído a alguien, era muy bonita. La tomó, con cuidado de no maltratarla, y por fin entró al edifcio. Cerró la puerta del apartamento, y dejó la bolsa sobre la mesada. Lo primero que hizo, fue poner la flor en el florero que estaba en el descanso de la ventana. Puso a hervir un poco de agua, y mientras la tetera calentaba, decidió terminar de leer el artículo. A los pocos minutos, ya se estaba dirigiendo a la sala, pues había oído el murmullo de la televisión, estaba más que seguro que Yuüta estaba allí. —Cielo, ya llegué. Añadió, cargando la bandeja con las dos tazas y el plato de galletas para su novio. La imagen fue sin dudas, una de las cosas más hermosas que había visto en su vida. Su novio dormitaba, con la cabeza cayendo hacia un costado, y las largas piernas extendidas sobre la mesita de café, con una manta encima de ellas. Apagó la televisión y dejó la bandeja en el sofá, sentándose junto a esta. Tomó su lectura actual, que descansaba sobre la mesita, y abrió el libro, acomodándose hasta estar lo suficientemente a gusto. Pasó uno de sus brazos por detrás de su novio, acariciando su corto y castaño cabello. Muchas cosas hacían feliz a Aerys, pero la que más impactaba, simplemente era ver a su novio lleno de paz al dormir, quizás él era su “hygge”, una imagen que siempre lo hacía sonreír enternecido, algo tan simple y cotidiano, que muchas veces podía pasar desapercibido para cualquiera, pero no para Aerys, quien solo necesitaba ver la calma en rostro de su pareja para sentir que todo en el mundo estaba bien.
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chubbiehyun · 5 years ago
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           ( ⚠ )              never be the same.             Cerrado. #ks176 #knf03 Nadie recordaba como había pasado, había sido un cambio brutal y colectivo. Pero lo que todos sabían, era como se habían transformado las cosas desde entonces. Ni siquiera había llegado a la fábrica y ya sentía el hollín en todos lados. Era una escena bastante triste. Miles y miles de obreros marchando a la fábrica a hacer lo que siempre hacían, extensas jornadas de exactamente la misma tarea una y otra vez. A veces, Aerys sentía que no estaba dentro de si, que su cuerpo había adoptado el hábito y unía las mismas piezas una y otra vez, como un gesto mecánico, inconsciente. Sus botas repiquetearon sobre el piso liso, despidiendo una ventisca de arena que se le había pegado en su caminata. No perdió tiempo, y se ubicó en su puesto habitual de trabajo. Otra vez ese banquillo duro, y el gris plomo de la cinta de montaje. Otra vez el silbido, el chirriar de la cinta, y su perezoso movimiento eterno e idéntico al de todos los días. Se inclinó sobre la cinta, aguantando la punzada de dolor en su espalda, una clara advertencia de su cuerpo, ya no podría aguantar muchas jornadas más sentado de la misma forma durante trece horas. Aerys era un debilucho. Aún recordaba el día de la asignación. Luego de unos estudios médicos, estudios de sangre, y algunas medidas corporales típicas, el médico, simplemente le respondió: —No nos sirves de soldado, muchacho, tienes la enfermedad de chagas. Algo se cayó dentro de él. Muchas personas la contraían, debido a las asquerosas condiciones en las que vivían, luego de siglos de guerra. Las tierras eran sucias, áridas, llenas de ratas y bichos horribles que causaban enfermedades y eran un foco infeccioso para la sociedad, en especial para ellos, el sector obrero. Sin embargo, algún consuelo pequeño nació en él, un alivio diminuto que nació tras el pensamiento de que era enfermedad de chagas, y no algo peor. Pero la esperanza se esfumó casi tan rápido como llegó. Enfermedad de chagas. Podría sufrir un infarto en cualquier momento. El médico confirmó sus sospechas, ya no era un infante, no era tratable para él, aunque de todos modos, no podría costearse los tratamientos. Su sueño jamás fue ser un soldado, pero lo veía más noble a ser un miserable muchacho con enfermedad de chagas, que ni siquiera podría trabajar. Dos años después, las bajas en la guerra fueron devastadoras, necesitaban más armamento, y más soldados. Allí fue su oportunidad de tener trabajo, al igual que muchas otras personas que morían de hambre. Desde ese día, su rutina era siempre la misma. Despertar temprano, vestirse, pasar trece horas en la fábrica, comer poco y nada, y volver a dormir. Aerys tuvo que crecer rápido, pues antes de los trece ya había perdido a su mamá, cruelmente asesinada por un trozo de queso que acababa de comprar. Su hermanito había muerto con ella, y su padre... Bueno, su padre nunca estuvo realmente. Ahora, ya en sus quince, vivía en la pocilga que había heredado de su madre, solo, entre el polvo y las sombras. El silbido se hizo presente de nuevo, la jornada había terminado. Se enderezó, sintiendo cada vertebra arder en protesta. Tosió un poco, la cantidad de polvo y hollín que aspiraba día a día eran catastróficas, atentaban considerablemente con la salud de todos. El mundo era un asco, siglos enteros de guerra, muerte y devastación. El cielo azul y las estrellas blancas ya eran un lejano mito que se había perdido entre las nubes en tono plomo, que jamás se iban, un cargamento de humo tóxico y oscuro que amenazaba con sumergir a todos en la oscuridad. Con algunas monedas en mano, apretó el paso hacia el mercadito cerca de casa, a comprar simplemente un trozo de pan y una inexistente porción de queso. No era nada nuevo escuchar gritos, asaltos, y que la sangre te salpicara encima. Todo era hostil, cada día que volvías a casa vivo simplemente era suerte. Existían algunos trucos que podían ayudarte, como ocultar la comida entre tu ropa, y esquivar ciertas zonas, donde curiosamente la gente infectada de rabia se reunía, al borde de la completa locura. A veces quería ser como ellos, a veces deseaba, con morbo y palabras ácidas, volverse loco, ser un demente, como ellos, estar en otra realidad que no sea la mierda que vivían. A veces deseaba no entender nada, no entender el riesgo a morir, deseaba enloquecer. Llegó corriendo el último tramo hasta la casa, encerrándose dentro de su morada, mientras intentaba detener el ruidoso ataque de tos que tenía en esos momentos, que lo obligaban a sostenerse de la mesa, hasta expulsar todo el hollín que tenía pegado en los pulmones, también algunas manchitas de sangre. Con los ojos llorosos por el esfuerzo físico, retiró el trapo que contenía su comida, y lo desenvolvió con cuidado, degustándose de su humilde cena, pues a veces no sabía si esa iba a ser la última vez que comería, las cosas cada vez estaban más difíciles, como si no fuera suficiente vivir en la pobreza extrema. Al terminar, se sacó las botas y su ropa de trabajo, quedando solo en calzoncillos, antes de meterse en su vieja y curtida cama, tapándose con la frazada polvorienta de siempre. Con un leve soplido, apagó la vela junto a su cama, y se encogió. Podía escuchar la violencia de las calles, la cantidad de gente que moría, huía, gritaba y sufría. El también quería morir. ¿No era acaso más fácil? Morir, y que nada ni nadie pudiera lastimarte nunca más. ¿No era más fácil un momento de dolor a cambio de la eterna quietud y calma? Cerró los ojos, escurriendo esas pequeñitas lagrimas que amenazaban con salirse, y suspiró. Deseo con todas sus fuerzas amanecer muerto mañana. ¿Para qué vivir? Nunca volvería a ser lo mismo.
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chubbiehyun · 5 years ago
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           ( 🎶 )              beginning             Cerrado. #chl17 #knf03 Los días posteriores a la pérdida de su madre habían sido horribles. No había clase donde no terminara llorando en silencio, acurrucado en la oscuridad del fondo del salón. Aquella noche, luego de una cena ligera en el Gran Comedor, decidió irse a la sala de música. Sabía que los toques de queda eran algo estrictos en Hogwarts, pero Aerys lo necesitaba, necesitaba conectarse consigo mismo. Las teclas no tardaron en sonar bajo sus habilidosos y expertos dedos. Los dígitos del ruso prácticamente volaban sobre el piano, reproduciendo hermosas notas, que juntas, formaban "Swan Lake", de Tchaikovsky, la favorita de su madre. Ahora lo entendía todo, siempre había sido una hermosa mujer, pero una mujer terriblemente triste. Casi fue un alivio que la melodía concluyera, pues ahora le resultaba incluso muchísimo más melancólica que antes. Escuchó un suspiro tras de si, por lo que con un respingo, se dio la vuelta rápidamente, pensando de que manera lo iba a castigar el profesor o profesora que estuviera en el marco de la puerta. Al parecer su miedo había sido evidente, ya que se lo había contagiado al chico que estaba de pie ahí. Un alumno, un chico de Ravenclaw. Lo había visto antes, en clase, su altura era considerable, era fácil ubicarlo en el salón. —¡Espera! No era mi intención asustarte, pensé que eras mi jefa de casa... Ven, acércate. Me llamo Aerys. Lo invitó el siberiano, haciendo un lugar en el banquillo del piano. Los siguientes minutos transcurrieron bien, o eso creía. Descubrió que el chico se llama Yuüta, claramente era japones, pero también era un Lestrange. Mala espina, los Lestrange eran cercanos a su padre, pero él... Un Ravenclaw. Era de lo más extraño y fascinante. El Slytherin aprendió que a Yuüta le gustaba escuchar la música del piano, pero no sabía tocar. Aerys acataba todo a medias. ¿Cómo era posible que un completo desconocido le pareciera tan apuesto? ¿Cuándo había sido la última vez que había tenido tiempo para que le atraiga alguien? Yuüta era... No sabía que era exactamente, pero su predominante anatomía, desencajaba con obviedad de su personalidad algo tímida. Había algo en ese cabello rizado y esas gafas gruesas que lo tenían al borde de ponerse a babear como un idiota. —Puedo enseñarte algunas notas, mira. Añadió, cambiando de tema rápidamente, antes de evidenciarse como un baboso. Posó con delicadeza sus manos sobre el piano, haciéndole gestos al adverso para que lo imitara. Interpretó algunas notas básicas, antes de bajar las manos del piano, dispuesto a observar el accionar de su acompañante. Yuüta se detuvo a la mitad del mini ejercicio. Por mero instinto, se inclinó un poco hacia él, chocando hombro con hombro, y su diestra se arrastró por el brazo de aquel chico, hasta llegar a sus manos. Eran ásperas, y mucho más grandes que las de Aerys. Los delicados dedos del ruso, presionaron sobre los del japonés, ayudándolo a terminar las notas. Había algo en aquel chico, había tanta masculinidad que le palpitaba el vientre de la ansiedad. ¿Cómo hacía para parecer un niño con su rostro pero evidentemente ser todo un hombre? Era simplemente increíble. Con lentitud, retiró su mano de la adversa. Así era Aerys, ese toque sutil, pero notorio, que lo dejaría ansioso por más, esa técnica de flirteo jamás fallaba. Se despidió de Yuüta, momentos después, alegando que era tarde ya y que si querían esquivar un castigo, era mejor irse. Añadió que lo vería en clases, no sin antes volver a rozar una de sus manos "accidentalmente" Aquella noche fue dificil conciliar el sueño, pues tuvo que esperar a que la sangre dejara de hervir, y a que su mente se apagara y dejara de imaginar las manos de aquel muchacho en todos los lugares posibles, algunos mucho más incorrectos que otros.
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chubbiehyun · 5 years ago
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           ( ☠ )              far away.             Cerrado. #ks173 #knf03 Sentado en la mesa del comedor, con la cabeza entre las manos, Aerys hacía un repiqueteo nervioso con el talón de sus zapatillas. Ante ellos, la más horrorosa escena posible, un cadáver rodeado de sangre, Yuüta y Aerys tenían pinta de estar a punto de vomitar todo lo que habían comido en sus vidas hasta ahora. Esto no podía quedar así. En silencio, el ruso se paró de la mesa y trastabillando se fue hacia el lavavajillas. Sin perder tiempo, abrió el grifo y sumergió el cuchillo bajo él, absolutamente hipnotizado al ver como la sangre se despegaba del filo. Cuando terminó, lo dejó a un lado y se frotó las manos bajo el chorro de agua, una y otra vez, tan fuerte, que ya no distinguía si la sangre que manaba era la del cadáver, o era la propia, debido a la violenta fricción que estaba ejerciendo. Se quitó la camiseta, usándola para secarse las manos, y reapareció nuevamente en el comedor con una de las de su esposo puesta, mientras amontonaba la anterior al fondo de su mochila y arrojaba el cuchillo adentro. Los segundos transcurrían y Aerys revoloteaba por toda la casa, agarrando dinero, llaves, una chaqueta y arrojando cosas por todos lados. —¿Vamos, cariño? Vamos a tomarnos un respiro... Cariño. ¿Vamos? Murmuró el peliblanco, mientras daba unas suaves palmaditas, algo temblorosas, sobre el esponjoso cabello de su novio, este parecía estar petrificado. Lo levantó con cuidado de la silla, y le colocó su chaqueta, antes de dar un beso en su mejilla y guiarlo fuera del apartamento. Algunas horas más tarde, se encontraban ya en un bus de larga distancia. No importaba a donde, no realmente, solo necesitaban salir de allí. Estarían bien, por supuesto que estarían bien. —Todo estará perfecto mi amor, nos daremos un cambio de aire, y la pasaremos bien. ¿Si? Salir un poco de la ciudad, y todo eso... Añadio, acostándose sobre el pecho de este. Notó que el brazo del mayor lo envolvía, sin embargo, su gesto era totalmente ausente. Desde que... había sucedido, Yuüta no miraba a nada ni a nadie, estaba totalmente ido, totalmente ausente. Los días pasaban lento, la conciencia le pesaba, cada vez más, y los silencios entre ellos eran cada vez más pesados y largos. Tanto Aerys como Yuüta de a momentos se acercaban al otro, en busca de algún consuelo físico en absoluto silencio, pero ninguna palabra salía de sus labios. Apenas y había comido, y la última vez que recordaba haber hablado, fue para pagar algunas noches en la habitación de un motel en la carretera. Acurrucados sobre el curtido colchón, quizás de una forma bastante intima y amorosa, ambos voltearon hacia la puerta, que había sonado segundos antes. Estaba seguro de que no era la recepcionista, pues no mostraba el menor interés en ellos. Se puso de pie con lentitud, de la mano de su pareja. —Todo estará bien amor. ¿Si? Todo estará bien. Añadió, susurrando con un tono algo desesperado, mientras se balanceaba un poco en el abrazo que los unía. Se tomó todo el tiempo del mundo para separarse del cuerpo adverso, a pesar de que la puerta era tocada una y otra vez. Podía escuchar a un hombre anunciar que obviamente era la policía. —Estaremos bien. Estaremos bien... Anuncio, al escuchar las vueltas de llave que la recepcionista estaba dándole a la puerta, seguramente con una llave de repuesto. Se aferró a su novio con fuerza. La puerta chilló al abrirse. Estarían bien, estarían bien.
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chubbiehyun · 5 years ago
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           ( 👬 )              Just friends.             Cerrado. #ks150 #knf03 Hacía ya dos años que había abandonado su ciudad para asistir a la universidad. Y si, estaba realmente contento por todo esto. Pensaba que a pesar de la responsabilidad y dificultad que significaba estudiar una carrera universitaria, en parámetros generales, Aerys estaba muy bien. Comenzando porque amaba lo que estudiaba. ¿Y como no amar historia? No hacía falta conocerlo demasiado para saber que se encontraba fascinado con la historia, y lo bien que se le daba estudiar extensos apuntes llenos de fechas y nombres. Sin embargo, extrañaba su casa a veces, en especial, a su mejor amiga, Nastia. Si que había saltado y pateado almohadones cuando un día como cualquier otro, Nastia lo había llamado en sus videollamadas de rutina, y le comunicó que iría a visitarlo a su nueva ciudad. Ahora que lo pensaba y veía todo claramente, no estaba contento con la visita de Nastia. ¿Como pudo hacerle esto a la amistad que compartían? ¿De verdad? Desde que la rubia había llegado, no había parado ni un segundo de coquetearle, incluso Aerys pensaba que cuando dormía, lo coqueteaba en sus sueños. Se cansaba de despertar con la chica casi encima de él, o de que todo el tiempo hiciera bromas con doble sentido. Durante el último día de su visita (gracias al universo), habían acordado ir a la cafetería favorita de Aerys. Con su té en mano, ni siquiera la famosa y relajante infusión lograba borrarle el enojo que sentía. Sutilmente y con indirectas algo directas, había evadido sus muestras melosas de cariño, y sus chistes pesados como: "¿Te imaginas como seríamos casados? ¡Eso es gracioso!" No, definitivamente no lo era. En un atisbo de dejar de escucharla, desbloqueó su celular para abrir flappy bird. Ese juego estúpido que tan frustrado lo ponía, era lo único que podría enviolentarlo más que Nastia. Pero se detuvo, se detuvo al ver su wallpaper. Esa foto que se habían sacado durante la secundaria, trepados a la reja del campo de fútbol americano. Con su "amiga", insinuándose y lo muy enojado que estaba al rememorar los recuerdos que esa foto le provocaban, y saber que Nastia los había matado, no midió lo que dijo. —¿En serio Nastia? ¿En serio? Hace ocho años somos amigos. ¿No te das cuenta de que soy gay? Soltó, antes de poder detenerse. Palideció de inmediato al caer en cuenta de lo que había dicho. Antes de poder arrepentirse, la joven había salido llorando del café. Estuvo a punto de pararse para ir tras ella, pero de repente, el jodido flappy bird se le hizo más interesante.
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chubbiehyun · 5 years ago
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.                      ( 🍃 )              Please, stay.             Flashbak. Cerrado. #ks156 #knf03
«Cariño, despierta»
Era tan cómodo estar en la oscuridad, tan reconfortante, tan suave, tan carente de responsabilidades. No sabía hace cuánto estaba allí, en ese mundo tan desconocido, cada vez que se percataba de su alrededor, sentía que nuevamente descubría aquel extraño lugar.
Todo estaba oscuro, pero no era inquietante, más bien era como estar encerrado en su cuarto, a oscuras, tomando una siesta. A veces podía ver destellos de colores en el cielo negro. ¿Eran fuegos artificiales? Quizás eran estrellas fugaces de colores. ¿Existía eso?
Todo olía a coco, coco, azúcar, todo era suave, eterno, cómodo y silencioso, todo era él, todo era Aerys.
«Copito, despierta»
—¿Mamá?
Murmuró el ruso, con la voz inundada de calidez y sueño, como sí de un bebé dormilón se tratase, el bebé de mamá. Sintió una presión en su hombro, eso solo lo hizo hundirse más en lo que sea que estuviese acostado. La calidez le invadió la piel, los labios le cosquillearon hasta lograr una sonrisa perezosa, su cabello resbaló sobre la almohada, dejando rastros de hilos plateados sobre la tela. Ese olor a cítricos orientales, esa presión, esa hermosa presión, de una mano pequeñita, suave y cálida. Mamá.
—Mamá, es temprano aún... Cinco minutos más.
Añadió, refregandose un ojo, con la mano en un puño, rozando sus fríos nudillos en sus pobladas pestañas color plata. Saboreó nuevamente ese contacto, ese eterno contacto, ese que tanto conocía y quería sentir de nuevo.
«Hijo...»
Una vez más, aquella presión, sobre la mejilla, sobre su mejilla izquierda. Luego, frío, frío, y más frío.
—¿Mamá...?
Murmuró, decidiendose por abrir los ojos, al notar que aquel tacto desaparecía, parecía como si se estuviera deshaciendo en el aire. Estrellas, y la luna. Luna y las estrellas. Una hermosa media luna, brillante.
—Mamá, ya desperté...
Añadió, corriendo aquellos rebeldes mechones de su rostro, observando hacia sus costados, buscándola.
—¿Mamá? ¿Mamá, dónde estás...?
«Copito, hijo...» Logró escuchar tras de sí. Volvió su vista hacia el frente, notando como la luna parecía acercarse más y más, igual que ella. «Copito... Copito... Mi hijo» Aquella luna estaba peligrosamente cerca, tanto que el pecho se le encogió de miedo. Lo iba a aplastar, lo estaba aplastando, necesitaba salir de allí...
—¡Mamá!
Gritó, mientras se sentaba sobre la cama, bañado en el reflejo perla de su sudor. Miro alrededor, cama, cómoda, espejo, mesa de noche...
—¿Mamá...?
Añadió, esperando escucharla, pero no daba resultado, no estaba, no la sentía. La angustia le trepó por la garganta, como si fuera a escupir angustia. Los ojos se le bañaron en lágrimas, el pecho se le encogió, las manos le temblaron, y se le fue la voz en un doloroso llanto a piel viva. Mamá no estaba, mamá no volvería jamás... La luna y las estrellas eran testigo de eso, testigo de que vivía en una mentira sin principio ni fin.
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chubbiehyun · 5 years ago
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.                      ( 🔒 )              Trapped.             Cerrado. #ks157 #knf03 (opción ocho)
Sinceramente ya no le parecía sorpresa encontrar a su novio dormido en el sofá con el control remoto de la televisión balanceándose sobre sus dedos. Dejó las bolsas del supermercado sobre la mesa y se acercó nuevamente hasta el sofá, tomando la manta que se había caído al piso, y colocándosela encima a su novio. Tras taparlo bien y poner a salvo el control remoto sobre la mesita de café, dejó un beso en la frente de Yuüta, volvió hacia las bolsas, comenzando a quitar el contenido de ellas, separando lo que iba en las alacenas de lo que iba en el refrigerador.
Le tomó algunos minutos acomodar todo en su lugar y guardar las bolsas para futuros usos. Casi ni se había dado cuenta de que había un leve repiqueteo de lluvia detrás de la ventana. Los encargados del clima en la televisión definitivamente habían acertado.
Como si fuera un arrullo, se permitió cerrar los ojos ante el extraño sonido que producía la hervidora eléctrica, y el borboteo constante del agua a hervir. Tras una sutil alarma que la jarra producía al cumplir su cometido, Aerys la tomó, y volcó parte del agua hirviendo en una taza, que contenía un saquito de té de jazmín. Era su primer momento en paz en todo el día, ni bien había llegado de trabajar, le había dejado una nota a su novio diciendo que iba a hacer una compra grande de comida, para evitar tener que ir todos los días al supermercado. Quitó el saquito de la taza, y tras desecharlo, abrazó con ambas manos el recipiente caliente, antes de sentarse en una de las sillas, frente a la ventana.
Dio un sorbo a la infusión, cerrando por un momento sus ojos, sosteniendo posteriormente la taza frente a si, con el borde presionando su labio inferior. Su mente se vació, y en ese momento, se permitió notar. ¿Y el repiqueteo de la lluvia?
Extrañado, dejó la taza sobre la superficie de madera, y caminó curioso hacia la ventana. ¿Acaso había parado? Cerca del cristal, pudo ver hacia la calle desde su humilde departamento. Sin dudas nada de lo que se hubiera imaginado, incluía lo que estaba pasando.
Afuera, había gente tendida sobre la acera. ¿Acaso era una broma? ¿Qué diablos estuvo sucediendo? Con el ceño levemente fruncido, continuó observando. Pudo ver detenidamente que otro niño parecía salir en la calle, y fue cuestión de segundos para que cayera desplomado en el asfalto.
Como si una mano le oprimiera el pecho del miedo, se despegó de la ventana, justo después de percatarse que las figuras comenzaban a llenarse de sangre, piel, fluidos. Como si se estuvieran derritiendo. Como si le tiraran ácido.
Su primer instinto llegó rápido, bloquear todas las ranuras, cerraduras y otras grietas, con telas, papel, lo que tuviera en la mano. El segundo, fue buscar a Galleta, el gato de Yuüta, quien gracias a todo lo bueno, solo estaba dormido sobre la almohada que Aerys usaba al dormir.
Cargando a su gato, volvió hacia la sala, antes de sacudir a Yuüta, casi tirandolo del sofá entre balbuceos para explicarle que tenía que ver lo que estaba pasando afuera. Lo jaló con algo de fuerza, sin dejar de sostener al gato y esquivando sus preguntas de porqué diablos el ruso había tapiado todo. Con un suspiro bastante sonoro, solo pensó que era una gran suerte haber comprado comida hoy. Pero su lado realista, solo le decía que si esto no paraba, solo era cuestión de tiempo para que murieran por la lluvia, o si no, morirían de hambre.
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chubbiehyun · 5 years ago
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.                      ( 🍨 )              Like the first time.             Cerrado. #ks162 #knf03
Caminar por la ciudad escuchando música siempre era un verdadero placer. Sentía el mundo más alegre solo con simples melodías. Camino a casa, tras una jornada corta de trabajo, Aerys pudo divisar a lo lejos una explosión de colores pastel. Rosas, celestes, naranjas y lilas. Todo en gran cantidad y en enormes proporciones. Sus ojos grises brillaron notablemente, acorde a la emoción que nacía en su pequeño y joven ser.
Potenciado por la música y por supuesto, por su niño interior, Aerys trotó, sin importar que se viera como un niño ya algo crecido, hasta donde los colores brotaban.
Una feria, por supuesto, esa esencia era imposible de confundir. Se respiraba risas, algodón de azúcar, burbujas y sueños. Aún escuchando música, se dirigió casi corriendo hacia el puesto de dulces. ¡A Yuüta iban a encantarle! Notó esas pomposas nubes rosadas, tan deliciosas y pegajosas como sus recuerdos de la infancia sugerían, grandes tarros de palomitas, manzanas caramelizadas y caramelo de regaliz, paletas de mil colores, y como no podían faltar, una gran variedad de caramelos.
En cuestión de minutos, Aerys llevaba las manos llenas de dulce de feria, era una sensación tan hermosa. ¿Cuándo habían crecido? ¿Cuándo Aerys y Yuüta habían dejado de ser niños en cuerpos de adolescentes? ¿Cuando cambiaron las travesuras por el estrés laboral? A su gran suerte, solo estaba a algunas cuadras de casa, quizás si hacían tiempo, podrían jugar un poco en la feria y disfrutar de lo que quedaba del día. Según el color del cielo, rosa, celeste y lila, casi a juego con la feria, no quedaban muchas horas antes de la noche.
—¡Amor, ya llegué, mira lo que traje!
Añadió, mientras caminaba apresuradamente a la mesa del comedor para depositar todos los dulces sobre la misma. No tardó en tomar apresuradamente una manzana acaramelada y llevársela directo a la boca. Escuchó los pasos detrás de si, anticipando la llegada de su novio.
—No sabes amor, hay una feria a tres calles de aquí y...
Tras levantar la mirada de su manzana acaramelada a medio comer, pudo ver a su novio en la mesa, con esa sonrisa boba, ojos ansiosos, y sus orejas escapando de la gorra que traía puesta. Con lentitud, apoyó la manzana en la mesa nuevamente, sintiendo una especie de hipnosis con ese brillo que los oscuros ojos de su novio tenían. Ese brillo que no solía ver hace tiempo, como si reflejaran sorpresa, una dulce sorpresa y un gesto que no se esperaba.
Tal y como la primera vez.
Sin decir nada, Aerys se acercó hasta este, y lo abrazó por el torso, escondiendo la cara en su pecho, intentando acallar las mariposas de su estomago. Su mente solo repetía el mismo pensamiento una y otra vez.
Tal y como la primera vez.
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