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REPUDIO
"Matarse, en cierto sentido, y como en el melodrama, es confesar. Es confesar que se ha sido sobrepasado por la vida o que no se la comprende". [...] Es solamente confesar que eso "no merece la pena". Vivir, naturalmente,nunca es fácil. Uno sigue haciendo los gestos que ordena la existencia, por muchas razones, la primera de las cuales es la costumbre. Morir voluntariamente supone que se ha reconocido, aunque sea instintivamente, el carácter irrisorio de esa costumbre, la ausencia de toda razón profunda para vivir, el carácter insensato de esa agitación cotidiana y la inutilidad del sufrimiento."Morir es un alivio. Uno busca razones y bondad en un mundo que solo arroja hacia el sinsentido y el egoísmo. Naturalmente uno negaría que nunca ha caído en realizar actos adversos contra los demás, puesto que es la forma mas fácil de sobrellevar el vertiginoso ritmo de la vida cotidiana. ¿Que seriamos si la culpa nos engullera?También ha perdurado en mi ese sentimiento de desechabilidad, de profunda impotencia que se disfraza en un halo de indiferencia u ocio. En las calles oscuras solo habitan unas cuantas miradas que dejan entrever almas letárgicas que le dan vida a esta ciudad podrida. Detesto mi propia humanidad. Mi ansia de amor. Mi necesidad de compañía. Cada patetismo que me hace recurrir a los demás.
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Despertar, desayunar, transporte, trabajo, transporte, cena, dormir. Repetir. Se ciernen sobre mi cientos de preguntas sin respuestas. Todas relacionados a la percepción de las emociones. ¿Que debería sentir?, ¿como debería comportarme?
La vida en lo absoluta se me hace insulsa, incapaz de conmoverme o impresionarme. ¿Que si ya lo he visto todo? Amor, no existe tal cosa como el amor sin condiciones. No existe relación alguna que no esté cimentada sobre alguna mentira. No hay héroes pulcros y sagrados en la historia. Nunca ha sido más que fantasía. Una construcción sesgada de la verdad, solo con las partes que se nos hacen más digeribles.
El suicidio viene a mi no como una salida de la tristeza, la decepción, la ira y el abuso, si no al vacío. A esta falta de sentido que tiñe el absurdo rumbo de mi vida. “¿Para que?” Me repito cientos de veces. ¿Acaso haré algo que valga la pena?, ¿y porque valdría la pena?, ¿sería capaz de inspirar algo en alguien?
Podría vivir por largos años, ser privilegiado, amado, convertirme en astrofísico, y aún me seguiría preguntando “¿para que?”
No deseo la inmortalidad, ni ansío la realización de un sueño fantasioso.
Tengo una idea arraigada, incapaz de separarla de cada sentimiento o acción. Deseo morir. Pero no hay algún sufrimiento que lo alimente.
Se siente mejor así, porque creo que me da una percepción única, y el que importe poco la muerte me revela la única salida de una vida sin pasiones. Pero también sin miedos...
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There, I’ll hide my broken heart
“La indiferencia no tiene principio ni fin: es un estado inmutable, un peso, una inercia que nadie lograría hacer tambalearse.”
Semanas han pasado desde que la catarsis me ha resuelto, una que tanto había ansiado en mi vida. Me he esforzado demasiado en negar mi propia humanidad. Una mentira que al final me he terminado creyendo, adaptando mi realidad a un hombre que se siente una sombra.
Enfrentó la vida sin una sola expresión, con descripciones cortas y precisas. Parte de mi responde de manera que no puedo controlar, ¿miedo, ira, desprecio? Mi cuerpo reacciona, pero en mi mente ninguna emoción es distinguible. Quiero huir de mi preocupación por lo incontrolable. Quiero irme a un lugar oscuro y frío donde nadie represente nada, ni la indignación ni el miedo me sujeten. Quiero esconder mi corazón roto. No quiero que nadie más pueda reconocer los lamentos de mi alma solitaria. En el frío y la niebla de un puente donde sus finales sean indivisibles. Donde ni la crueldad, ni las transtornadas acciones de mis seres amados puedan hacerme llorar otra vez...
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Mi personalidad huye de complejidades, veo intrascendencia en todas las cosas. Carezco de tacto, de disfraces, de doble rostro y por eso impacto contra los escollos. Siento una glacial indiferencia para con el mundo que me rodea, todo me parece irrelevante. Un halo de apatía me envuelve permanentemente y mi silencio es por lo general debido a que no tengo nada que decir. Vivo al margen de la cortesía como un acto de evasión, tengo un enorme desconocimiento de las reglas de convivencia, me muevo al margen de ellas y son esas sutiles leyes no escritas las que conspirarán contra mi y acabarán condenándome a enfrentar el cuello a la aguda cuchilla de la soledad.
Pues bien, habré de morir... pero todo el mundo sabe que la vida no vale la pena ser vivida. Las cosas carecen de sentido ¿para qué pues, prestarles atención?
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Humanidad: alexitimia
He viajado a Tabasco a despedirme de mi abuelo y pareció reconocerme al instante. La casa que antes me parecía un castillo hoy luce como cualquiera de dos pisos. Veo los picos en donde me he caído cuando era niño. Entro a la casa y siento ese aroma tan familiar a viejo que transporta mis recuerdos a hace casi 10 años de no visitar este lugar. El olor a tierra tan particular de su patio, la suavidad de los bordes de las escaleras color aqua, la voz de mi abuelo moribundo y la pérdida de mi sentimiento de extranjero. Antes caminar por aquí me daba miedo, hoy salí y fui a pasear buscando un Oxxo. Tal vez no parezca mucho, pero antes no hacía eso de aventurarme.
A veces siento que la mitad de mi cerebro pesa más que el otro. Siento deseo pero como una pequeña luz que lucha por mantenerse viva. Entre saludos, chistes familiares y aromas intento entender mi lugar aquí y aún no puedo sonreír. No puedo sentir absolutamente nada más que náuseas, ligeros ataque de ansiedad y dolores raros que no debería tener en lugares diversos cada que me enfrento a disntintos entornos, pero no miedo; tal vez una vez extremadamente ligera tristeza... nostalgia... algo parecido, solo se que me empuja al abismo. Quisiera tener humanidad para vincularme con los demás, para tener el sentido común necesario para no parecer un inadaptado. A veces siento que mi cuando más me acerco a las personas mas pueden leer mis pensamientos y sentir mi tensión. Pareciese que mi esencia en sí desea alejar a todos, puesto que mi actitud es ciertamente repulsiva. Siento que cada día pierdo más y más de mi, incapaz de captar el humor o el amor, de responder a gestos amables o a procesar emociones incluso básicas. Hasta el deseo de comer he perdido, y espero esto me empuje al suicidio porque al menos aún parece permanecer ese ferviente cariño a abrazar la muerte. Estoy solo otra vez...
La indiferencia endurece el corazón y es capaz de eliminar cualquier rastro de afecto.
Ser indiferente ante alguien es condenarle al peor de los desprecios. La omisión es más hiriente que cualquier acción.
La indiferencia no tiene principio ni fin: es un estado inmutable, un peso, una inercia que nadie lograría hacer tambalearse.
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Poesía obtusa de una moral disonante
Vuelan mis palabras bien alto, pero mis pensamientos se quedan aquí abajo. Palabras sin pensamientos, jamás llegan al Cielo.
Escuchar es tan doloroso cuando la persona de la que rumores y verdades nos llegan representa la mitad de nuestras pasiones. He llegado a amar con fervor enfermo a esta mujer, y cada acto de ella me afecta perturbandome, puesto que soy incapaz de digerir las tantas situaciones a las que su vida la ha forzado a someterse. Sin embargo, ella ha querido abrirse a contarme tales cosas, sus nuevos amores y las únicas cosas que valen la pena, pero lo doloroso con tonadas turbias, de una mente con una moral dañada que a veces rosa el nihilismo me he cerrado. Pero eso no es excusa, yo decía amarla pasara lo que pasara y estoy aquí evitando el sufrimiento que me genera escuchar aquella en lo que me provoca tanta tristeza puesto que desearía poder salvarla; aunque no se quedara conmigo, aunque ame a otra persona, pero que no se vea orillada a realizar aquellos actos tan…
Quiero llorar por ella, me da tanta tristeza y rabia esa impotencia. No puedo hacer nada por la mujer que tanto quise. Y ni siquiera tengo el valor de escucharla, cuando tal vez el alivio de que alguien pueda oír todo eso sin juzgarla sea inmenso a comparación de mis tontos caprichos, solo por no estar de acuerdo con su estilo de vida. Puesto que de lo contrario se trata el verdadero amor incondicional. Estar ahí para lo que sea, siempre dispuesto a prestar nuestro oído y voz por la motivación, para la catarsis del hablar en voz alta y disolver en la realidad de otro entendimiento.
Hoy se va de la ciudad, reconstruyendo su vida. Reedifico mi vida y prometo estar a su lado cuando lo necesite.
Con muchísimo amor, de Hamlet para Grecia.
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